Vísperas – Jueves VI de Pascua

VÍSPERAS

JUEVES VI DE PASCUA

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Porque anochece ya,
porque es tarde, Dios mío,
porque temo perder
las huellas del camino,
no me dejes tan solo
y quédate conmigo.

Porque he sido rebelde
y he buscado el peligro
y escudriñé curioso
las cumbres y el abismo,
perdóname, Señor,
y quédate conmigo.

Porque ardo en sed de ti
y en hambre de tu trigo,
ven, siéntate a mi mesa,
bendice el pan y el vino.
¡Qué aprisa cae la tarde!
¡Quédate al fin conmigo! Amén.

SALMO 71: PODER REAL DEL MESÍAS

Ant. Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. Aleluya.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.

Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran río al confín de la tierra.

Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.

Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. Aleluya.

SALMO 71

Ant. Él será la bendición de todos los pueblos. Aleluya.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.

Que viva y que le traigan el oro de Saba;
que recen por él continuamente
y lo bendigan todo el día.

Que haya trigo abundante en los campos,
y susurre en lo alto de los montes;
que den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Él será la bendición de todos los pueblos. Aleluya.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: EL JUICIO DE DIOS

Ant. Jesucristo es el mismo ayer y hoy, siempre. Aleluya.

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Jesucristo es el mismo ayer y hoy, siempre. Aleluya.

LECTURA: 1P 3, 18. 22

Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Llegó al cielo, se le sometieron ángeles, autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.

RESPONSORIO BREVE

R/ Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
V/ Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

R/ Al ver al Señor.
V/ Aleluya, aleluya.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Vuestra tristeza se convertirá en alegría, y nadie os quitará vuestra alegría. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vuestra tristeza se convertirá en alegría, y nadie os quitará vuestra alegría. Aleluya.

PRECES

Alabemos y glorifiquemos a Cristo, a quien Dios Padre constituyó fundamento de nuestra esperanza y garantía de nuestra resurrección, y aclamémosle suplicantes:

Rey de la gloria, escúchanos.

Señor Jesús, tú que con tu propia sangre y por tu resurrección entraste en el santuario de Dios,
— llévanos contigo al reino del Padre.

Tú que por la resurrección robusteciste la fe de tus discípulos y los enviaste al mundo,
— haz que los obispos y presbíteros sean fieles heraldos de tu Evangelio.

Tú que por la resurrección eres nuestra reconciliación y nuestra paz,
— haz que todos los bautizados vivan en la unidad de una sola fe y de un solo amor.

Tú que por la resurrección diste la salud al lisiado del templo,
— mira con bondad a los enfermos y manifiesta en ellos tu gloria.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que por la resurrección fuiste constituido primogénito de los muertos que resucitan,
— haz que los difuntos que en ti creyeron y esperaron participen de tu gloria.

Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…

ORACION

Oh Dios, que nos haces partícipes de la redención, concédenos vivir siempre la alegría de la resurrección de tu Hijo. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Jueves VI de Pascua

1) Oración inicial 

Escucha, Señor, nuestra oración y concédenos que así como celebramos en la fe la gloriosa resurrección de Jesucristo, así también, cuando él vuelva con todos sus santos, podamos alegrarnos con su victoria. Por Jesucristo nuestro Señor. 

2) Lectura 

Del santo Evangelio según Juan 16,16-20
«Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver.» Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: «¿Qué es eso que nos dice: `Dentro de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver’ y `Me voy al Padre’?» Y decían: «¿Qué es ese `poco’? No sabemos lo que quiere decir.» Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: «¿Andáis preguntándoos acerca de lo que he dicho:
`Dentro de poco no me veréis
y dentro de otro poco me volveréis a ver?’
En verdad, en verdad os digo
que lloraréis y os lamentaréis,
y el mundo se alegrará.
Estaréis tristes,
pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. » 

3) Reflexión

• Juan 16,16: Ausencia y presencia. Jesús dice un «poco» (mikròn), es decir, un tiempo muy breve, como un “instante”. Por encima de los múltiples matices, se quiere enfatizar la brevedad del tiempo. Si el tiempo que Jesús ha pasado junto a los suyos como verbo encarnado ha sido muy breve, igualmente será breve el tiempo que separará su partida y su retorno. No habrá cambio en la situación interior de sus discípulos porque no cambia su relación con Jesús: hay una cercanía permanente. Por eso, la visión de Jesús no sufrirá interrupción, sino que tendrá como característica la comunión de vida con él (Jn 14,19). Es interesante el uso repetido del verbo “ver” en el v.16: “Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver”. La expresión “un poco y no me veréis” recuerda el modo en que los discípulos ven en el Jesús histórico al Hijo de Dios; la otra expresión “un poco y me volveréis a ver” remite a la experiencia del Cristo resucitado. Parece que Jesús quiere decir a sus discípulos que por brevísimo tiempo permanecerán aún en la condición de verlo, de reconocerlo en su carne visible, pero, después, lo contemplarán con una visión diferente porque se les mostrará transformado, transfigurado.
• Juan 16,17-19: La incomprensión de los discípulos. Mientras tanto, algunos discípulos no consiguen comprender qué significa esta ausencia de Jesús, es decir, su ida al Padre. Experimentan algún desconcierto ante las palabras de Jesús, y lo expresan con cuatro interrogantes, unidos en una misma expresión: “¿Qué es eso que nos dice?”. El lector ha oído otras veces los interrogantes de Pedro, de Felipe, de Tomás, de Judas -no el Iscariote- y ahora los de los discípulos que piden explicaciones. Los discípulos no acaban de entender de qué habla. No comprenden cómo Jesús, si se va al Padre, puede ser visto de nuevo por ellos (vv.16-19). Mas el interrogante parece concentrarse en aquel “poco”, que para el lector parece ser un tiempo larguísimo que no se acaba nunca, sobre todo cuando se está en la angustia y en la tristeza. De hecho, no pasa el tiempo de la tristeza. Se espera una respuesta por parte de Jesús, pero el evangelista retoma antes la pregunta: ¿Andáis preguntándoos acerca de lo que he dicho: Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver?” (v.19).

• Juan 16,20: La respuesta de Jesús. De hecho, Jesús no responde a la pregunta que le hacen: “¿qué quiere decir ese dentro de poco?”, pero los invita a la confianza. Es verdad que los discípulos serán probados, sufrirán mucho, se hallarán solos ante una situación hostil, abandonados a un mundo que disfruta con la muerte de Jesús, pero Jesús asegura que su tristeza se convertirá en gozo. A la tristeza se contrapone un tiempo en el que todo se invertirá. El inciso adversativo “pero vuestra tristeza se convertirá en gozo” subraya este cambio de perspectiva. Para el lector es evidente que la expresión “un poco”, “dentro de un tiempo breve” corresponde a aquel instante o momento en que la situación será cambiada, pero hasta entonces todo sabe a tristeza y a prueba.
En definitiva, los discípulos reciben de Jesús una promesa de felicidad y de gozo; en virtud de aquel instante que invierte la situación difícil a la que “los suyos”, la comunidad eclesial, están sometidos, ellos entrarán en la realidad de un mundo iluminado por la resurrección. 

4) Para la reflexión personal

• ¿Estoy convencido de que pasará el tiempo de la prueba y Él volverá a estar conmigo?
• «Vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo”. ¿Qué efecto tienen en los aconteceres de tu vida estas palabras de Jesús? ¿Cómo vives tus situaciones de tristeza y de angustia? 

5) Oración final

Los confines de la tierra han visto
la salvación de nuestro Dios.
¡Aclama a Yahvé, tierra entera,
gritad alegres, gozosos, cantad! (Sal 98,3-4)

Amistad con Jesucristo (amistad)

Bsucas la compañía de amigos que con su conversación y su afecto, con su trato, te hacen más llevadero el destierro de este mundo…, aunque los amigos a veces traicionan. No me parece mal. Pero… ¿cómo no frecuentas cada día con mayor intensidad la compañía, la conversación con el Gran Amigo, que nunca traiciona? (J. Escribá de Balaguer, Camino, 88).

¿Qué mas queremos que tener un tan buen Amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo? (Santa Teresa, Vida, 22, 67, 12, 14).

La amistad divina es causa de inmortalidad para todos los que entran en ella (San Ireneo, Trat. contra las herejías, 4).

¡Qué grande es la misericordia de nuestro Creador! No somos ni siervos dignos y nos llama amigos ¡Qué grande es la dignidad del hombre al ser amigo de Dios! (San Gregorio Magno, Hom. 27 sobre los Evang.).

Cristo, Cristo resucitado, es el compañero, el Amigo. Un compañero que se deja ver sólo entre sombras, pero cuya realidad llena toda nuestra vida, y que nos hace desear su compañía definitiva (J. Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa, 116).

Comentario – Jueves VI de Pascua

Hoy tropezamos en el evangelio con palabras pronunciadas por Jesús que resultaron enigmáticas e inquietantes para sus discípulos. De ahí que generaran perplejidad y se tradujeran en comentarios e interrogantes. Dentro de poco –les decía- ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver. Nuestra visión actual de los acontecimientos –a posteriori- nos permite encontrar una explicación razonable a estas concisas palabras, que podemos referir a su muerte y resurrección: Dentro de poco ya no me veréis, porque con mi muerte y sepultura dejaréis de verme, pero poco más tarde me volveréis a ver, porque con mi resurrección de entre los muertos os daré ocasión de verme –al menos fugazmente- de nuevo. Pero la perspectiva que nosotros tenemos hoy de los hechos no es la que tenían aquellos discípulos, que veían las cosas, todavía por cumplir, de manera incompleta y proyectiva.

Lo que Jesús les anunciaba por anticipado era futuro para ellos, y el futuro es siempre impredecible. Sobre él sólo caben conjeturas y especulaciones. Por eso, y dado el carácter enigmático de estos asuntos, se hacen preguntas: ¿Qué significa ese poco y ese me voy con el Padre? Porque las palabras de Jesús eran alusivas, pero no aclaraban demasiado. Ni siquiera lo que añade a continuación, saliendo al paso de la zozobra y la perturbación provocada en el corazón de sus oyentes, deshace la niebla del misterio. Jesús recalca, sin aclarar: Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.

Poco es un adverbio de cantidad que hace referencia al escaso tiempo que le queda de estar con ellos y de que ellos puedan verle como le ven ahora; y Padre es el nombre familiar que Jesús da a ese Dios de quien se siente Hijo. Pero ¿no está Jesús ya con el Padre?, ¿qué necesidad tiene de ir con Él como si tuviera que hacer un tránsito para estar a su lado? Parece que mientras el Hijo esté en este mundo no podrá estar del todo con el Padre, porque para estar en este mundo corpóreo ha tenido que dejar en cierto modo el seno del Padre, que es su «lugar» de origen. Ir con el Padre es aquí volver a este «lugar» de procedencia, pero no sin antes haber completado la misión para la que ha venido a este mundo. Volver al Padre es tornar a su morada original o entrar en la gloria que le corresponde en cuanto Verbo y en cuanto hombre glorificado, algo que implica muerte y resurrección; pues sin resurrección no hay glorificación de la carne y sin muerte no hay resurrección. Esta vuelta es abandono de este mundo y de cuantos pertenecen a él; es, por tanto, despedida, aunque no necesariamente sin retorno.

Pero las despedidas de los seres queridos suelen teñir casi siempre el horizonte de un halo de tristeza. No es extraño por tanto que los que pasan por esta experiencia tengan en gran medida un sentimiento de orfandad y les sobrevenga la tristeza y el llanto; el mundo, en cambio, que vive con indiferencia esta despedida, que es ajeno a esta venida y a esta vuelta del Salvador, podrá permanecer alegre o podrá seguir festejando la vida de la que le es permitido disfrutar. Algunos incluso se alegrarán con su desaparición, porque su presencia les resultaba incómoda, perturbadora o inoportuna. Es el caso de todos aquellos que se alegrarán con su muerte, porque se habrán quitado de en medio un problema de difícil resolución.

Estarán tristes, les dice Jesús a sus discípulos, pero muy pronto su tristeza se convertirá en alegría. Es la alegría que aquellos seguidores, apenados y temerosos por el arresto y ejecución de su Maestro, experimentaron al ver a su Señor resucitado, y que experimentarán al ver venir al Hijo del Hombre entre las nubes del cielo; es la alegría del reencuentro jubiloso que presagian los mártires en su camino hacia el martirio. También aquí se podría decir: «donde abundó la tristeza, sobreabundó la alegría»; porque si la tristeza es fruto de la ausencia del ser querido, la alegría lo será de su presencia, una presencia menos efímera, más luminosa y duradera, la presencia ya incuestionable para sus testigos del Señor en su Parusía. Si el Señor nos encuentra a la espera de su venida en gloria, nos encontrará alegres; porque todo el que aguarda un acontecimiento gozoso no puede dejarse abatir por la tristeza aun estando en situación aflictiva.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos «Apostolorum Successores»

71. Criterios para la petición de un Obispo Auxiliar

a) El Obispo diocesano, que pretende contar con la ayuda de un Obispo Auxiliar, debe presentar una fundamentada petición a la Santa Sede, cuando lo exija la real necesidad de la diócesis. Dicha petición no debe estar motivada por simples razones de honor o prestigio.

b) Cuando sea posible proveer adecuadamente a las necesidades de la diócesis con el nombramiento de Vicarios Generales o episcopales, sin carácter episcopal, el Obispo diocesano recurra a ellos, antes que pedir el nombramiento de un Obispo Auxiliar.

c) Al pedir la concesión de un Obispo Auxiliar, el Obispo diocesano, debe presentar una descripción detallada de los oficios y de las tareas que pretende confiar al Auxiliar, incluso cuando se trata de substituir a un Obispo Auxiliar transferido o dimisionario, asumiendo personalmente el compromiso de valorizar oportunamente su servicio episcopal para el bien de la entera diócesis. El Obispo diocesano no debe confiar al Obispo Auxiliar la cura de las almas en una parroquia o encargos sólo marginales u ocasionales.

d) El Obispo Auxiliar, por norma, será constituido Vicario General,(181) o al menos Vicario Episcopal, de modo que dependa solamente de la autoridad del Obispo diocesano, el cual le confiará preferiblemente el tratamiento de asuntos que, según el derecho, pidan un mandato especial.

En circunstancias particularmente graves, también de carácter personal, la Santa Sede puede nombrar un Obispo Auxiliar dotado de facultades especiales.(182)


181 Cf. Codex Iuris Canonici, can. 406 § 1-2.

182 Cf. Codex Iuris Canonici, can. 406 § 1-2.

Evangelizar un mundo postmoderno

1.- En el día de la Ascensión se nos recuerda la urgencia de transmitir la fe que profesamos y vivimos. No es fácil la tarea que nos asigna el Señor. Porque soplan vientos contrarios a todo aquello que esté relacionado con el espíritu. En un mundo en el que predomina lo superficial, lo epidérmico, el goce inmediato, la falta de referencias, resulta complicado anunciar el Evangelio. Pero Jesús nos dice: «Id y haced discípulos de todos los pueblos».

Da la impresión de que construimos la casa por el tejado. Nuestra catequesis es muy «sacramental» Se sigue bautizando a los niños. ¿Y después qué? Las Primeras Comuniones se han convertido en un acto social en el que la familia del niño/a quiere mostrar su poderío económico. Da la impresión de que lo único que importan son los regalos y el banquete. ¡Pobres niños! Les estamos privando de vivir la experiencia gozosa del encuentro con Cristo.

2.- Hasta la Confirmación corre el peligro de convertirse en lo que no es. El resultado es que son muchos los bautizados, pero pocos los evangelizados.

Como señaló Pablo VI –con gran acierto hace ya unos cuantos años– en la «Evangelii Nuntiandi» la Iglesia es por esencia misionera. Ser testigos de Jesucristo supone anunciarle a El y enseñar a todos a guardar todo lo que El nos ha mandado. Apasionante…, sobre todo porque sabemos que estará con nosotros «todos los días hasta el fin del mundo» No nos quedemos mirando al cielo, ¡basta ya de lamentaciones!

3.- San Pablo, el «apóstol de los gentiles» se entusiasmó tanto en la misión que llegó a decir: ¡Ay de mí si no evangelizara! Por eso recomienda a Timoteo: «evangeliza, proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprende, exhorta con toda paciencia y pedagogía». Y advierte de que llegará un día en que escucharán a otros que les halaguen los oídos. ¿No es esto lo que estamos viendo y oyendo? Y ahora plantéate esta pregunta: ¿Crees en Cristo?; pues ¡anúncialo, no te guardes para ti solo este tesoro!

José Maria Martín, OSA

Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra

Los once discípulos fueron a Galilea, al monte que Jesús había señalado, y, al verlo, lo adoraron. Algunos habían dudado hasta entonces. Jesús se acercó y les dijo: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos míos en todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo». 

Mateo 28, 16-20

 

PARA MEDITAR

Hoy celebramos que Jesús ha vuelto junto a su Padre, que es nuestro Padre también. Y nos deja dos grandes lecciones para todos los cristianos. La primera que nunca debemos olvidarnos de que él siempre estará con nosotros. Y así ha sido desde entonces: todos los cristianos hemos estado acompañados por Jesús. Y la segunda que nuestra misión es hacer discípulos de Jesús por todo el mundo. Esa es nuestra gran tarea: evangelizar a todas las personas que sea posible.

No podemos ocultar a los demás lo que para nosotros es el mayor regalo que podemos recibir.

PARA HACER VIDA EL EVANGELIO

  • ¿Alguna vez has invitado a alguien a participar de algo que hacéis en la parroquia? Cuéntanos como fue.
  • ¿Qué puedes hacer para anunciar a Jesús a los demás? ¿Y qué podemos hacer todos juntos en la parroquia?
  • Escribe un gesto que puedas hacer esta semana para ayudar a que alguna persona conozca un poco más a Jesús.

ORACIÓN

Estoy en tu vecino, que está sólo,
estoy en tus clientes, que te necesitan tranquilo,
estoy en la máquina que manejas
y que otros usarán para vivir,
estoy en el enfermo que está al lado,
esperando un poco de atención,
estoy en el tendero de la esquina,
que es chino y no conoces, por tu prisa…
estoy barriendo el barrio y no me ves,
cuando tiras al suelo el papel, sin cuidado,
estoy conduciendo el autobús,
y apenas nunca me has mirado a los ojos,
estoy en una esquina, no te gusto
y me miras con desprecio,
estoy junto a ti, en el ascensor,
mientras lees el correo, y no me has visto,
estoy limpiando los cristales de la tienda
donde compras,
estoy vendiéndote el periódico cada mañana, no ves que paso frío,
estoy en el campo criando vacas,
para tu desayuno,
estoy en el laboratorio investigando
para tu salud, piensa en mí.

Tú estás con nosotros todos los días

¿Estás ahí, Señor?
¿Te has quedado de verdad entre nosotros?
Estás, sí, estás y lo notamos.
Sentimos tu presencia embriagadora,
sentimos tu impulso dinamizador,
sentimos tu entusiasmo que nos compromete,
sentimos tus sueños contagiosos,
sentimos que te quedas cuando todos se van…
Y todo se van… y en esa soledad se te disfruta
y uno oye cómo te haces presente,
cómo susurras al oído:
Estoy en tu vecino,
que está sólo,
estoy en tu cuñado, que está triste,
y necesita alguna de tus risas,
estoy en tus clientes, que te necesitan tranquilo
estoy en la comida que preparas,
para que gocen juntos los tuyos,
estoy en la máquina que manejas
y que otros usarán para vivir,
estoy en el enfermo que está al lado,
esperando un poco de atención,
estoy en el tendero de la esquina,
que es chino y no conoces, por tu prisa…
estoy barriendo el barrio y no me ves,
cuando tiras al suelo el papel, sin cuidado,
estoy conduciendo el autobús,
y apenas nunca me has mirado a los ojos,
estoy en una esquina, no te gusto
y me miras con desprecio,
estoy junto a ti, en el ascensor,
mientras lees el correo, y no me has visto,
estoy limpiando los cristales de la tienda donde compras,
estoy vendiéndote el periódico cada mañana,
no ves que paso frío,
estoy en el campo criando vacas,
para tu desayuno,
estoy en el laboratorio investigando
para tu salud, piensa en mí,
estoy actuando para ti, creando belleza,
que casi no saboreas…,
estoy en la carretera mientras duermes,
trayendo el alimento de mañana,
estoy en la cárcel, penando errores,
no me maldigas, compréndeme.
Estoy dentro de ti,
te vuelvo el corazón universal.
Tú eres de los míos,
vete a hacer discípulos míos.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio – Ascensión del Señor

• Los once «se postraron» (17). La palabra original del evangelista para decir «postrar» indica, al mismo tiempo, el homenaje que se da a un rey recién nacido —»el Rey de los Judíos» (Mt 2,2)— y la adoración que se merece por ser Hijo de Dios (Mt 14,33): Jesús es Emmanuel —Dios-con-nosotros— (Mt 1,23), adorado como Resucitado (Mt 28,9) y como Señor (17).

• Que a Jesús se le adoraba ya lo habíamos encontrado al inicio del Evangelio de Mateo, sobre todo en el episodio de los Magos de Oriente (Mt 2,1-12), en el que las ofrendas recuerdan al profeta Isaías que describe la marcha de pueblos extranjeros a Jerusalén para ofrecer toda clase de presentes (Is 60,6; también Sal 72,10-11.15). Los magos de Oriente representan todas las naciones de la Tierra convocadas para adorar al mismo Señor.

• La mezcla de adoración y de dudas de los discípulos (17) ya la habíamos encontrado antes, cuando Mateo da cuenta de las dudas de Pedro (Mt 14,31) y la adoración y confesión de fe del mismo junto los demás discípulos (Mt 14,33). La poca fe de los discípulos aparece expresada, también, en otros pasajes (Mt 6,30: 8,26; 16,8; 17,20).

• La «autoridad» (18) de Jesús (Mt 11,27; Dn 7,14; Jn 17,2; Ef 1,20- 22; Flp 2,9- 10) es la que le reconocen los discípulos, es decir, la Iglesia. Jesús es Señor (Mt 7,21) e Hijo de Dios (Mt 2,15). Esta autoridad se ha manifestado en la enseñanza (Mt 7,29), el perdón (Mt 9.6) y las curaciones (Mt 9,8; 10.1).

• La llamada que los once habían recibido, llamada a seguir a Jesús, acoger sus —Jesús es el Maestro (Mt 5,1;23,8)— y ponerlas en práctica (Mt 7,24), es la que ahora deben hacer ellos a las demás personas, hasta llegar a todo el mundo, a toda la humanidad. Siempre desde lo concreto: las personas de la vida cotidiana —Galilea es el signo de esa vida— pero con un horizonte universal: a «todos los pueblos» —también Galilea lo representa, siendo una región en la que habitaban muchos paganos (Mt 4,12 -17)—.

• Ser discípulo, ser enviado o enviada no se vive a solas. Jesucristo está vivo. Dios continúa con nosotros, actuando (Jn 5,17). Lo veíamos, también, el domingo pasado (Jn 14,16), y de ello hacemos experiencia, especialmente, cuando Él nos convoca y nos reúne en Iglesia (Mt 18,20).

• Esta autoridad es la que tendrán los discípulos para «ir» a » todos los pueblos» (19) a ofrecer lo mismo que Él ofrece. Todo discípulo de Jesús se convierte en apóstol: es enviado a todos, sin discriminaciones de ninguna clase, con la misión de «hacer», de cada persona, un nuevo «discípulo».

• La llamada que los once habían recibido, llamada a seguir a Jesús, acoger sus enseñanzas —Jesús es el Maestro (Mt 5,1;23,8)— y ponerlas en práctica (Mt 7,24), es la que ahora deben hacer ellos a las demás personas, hasta llegar a todo el mundo, a toda la humanidad. Siempre desde lo concreto: las personas de la vida cotidiana —Galilea es el signo de esa vida— pero con un horizonte universal: a «todos los pueblos» —también Galilea lo representa, siendo una región en la que habitaban muchos paganos (Mt 4,12 -17)—.

• Ser discípulo, ser enviado o enviada no se vive a solas. Jesucristo está vivo. Dios continúa con nosotros, actuando (Jn 5,17). Lo veíamos, también, el domingo pasado (Jn 14,16), y de ello hacemos experiencia, especialmente, cuando Él nos convoca y nos reúne en Iglesia (Mt 18,20).

Comentario al evangelio – Jueves VI de Pascua

La ciudad de Corinto fue para el apóstol Pablo la ciudad del amor y del dolor. A ella dedicó un año y medio de evangelización, muchos afanes y varias cartas. Y para el evangelista Lucas, que nos cuenta estos episodios, es la ciudad donde el Evangelio se abre definitivamente al imperio romano, después del rechazo de los judíos. En Corinto surge una de las comunidades cristianas más conocidas e importantes de la iglesia primitiva, cuya vida y dinamismo siguen inspirando a los cristianos de hoy día cuando leemos en la Biblia las dos cartas que Pablo escribió a los cristianos de aquella comunidad. Y el imperio romano ya no será tampoco el mismo desde que Pablo comenzó a anunciar allí el mensaje de Jesús.

Pero es importante notar que Pablo no actuó solo en la ciudad, pues tuvo a su lado un matrimonio muy amigo. Eran de origen judío, pero se habían convertido al cristianismo. Él se llamaba Áquila y ella Priscila. Y será esta mujer la animadora de la fe de la comunidad cristiana de Corinto. Y a Priscila deben invocar tantas y tantas mujeres que también hoy día son el alma de muchas comunidades cristianas.

En el evangelio de hoy Jesús habla de un misterioso «dentro de poco». Y para explicarlo emplea la imagen del parto: después de los dolores viene el gozo del nacimiento, así será el gozo después de la resurrección: de nuevo el Señor los volverá a reunir y los discípulos se alegrarán con una alegría que nada ni nadie les podrá quitar.

Jesús va a sufrir la pasión pero no se siente solo. Aunque sus discípulos le abandonen, el Padre siempre está con Él. Concluye estas recomendaciones con un grito de ánimo. A pesar de la crueldad de las tribulaciones padecidas, afirma: «Yo he vencido al mundo» Y estoy siempre a vuestro lado.

¡Qué difícil nos resulta creer cuando al parecer Dios no responde a nuestras necesidades! Y digo “al parecer” porque Dios siempre responde, aunque no de la forma  que nosotros esperamos. No basta con pedir. Hay que “creer”.  La fe es la conexión de un ser humano con Dios mismo. La fe no es oscuridad. Es luz. Es el descubrimiento de un imán que atrae y seduce todo en nosotros y que en su atracción le da sentido a todo.

Por otro lado la fe no es únicamente una opción individual que se hace en la intimidad de la conciencia  del creyente.  Por su misma naturaleza, la fe se abre al ‘nosotros’, a la comunidad, se da siempre dentro de la comunión de la Iglesia.

Escribo estas reflexiones durante la emergencia de la epidemia del coronavirus presente en tantos países. ¡Cuánto sufrimiento vemos en España! ¡Cuántos muertos! Cada uno debemos esforzarnos como cristianos tanto en el cumplimiento de las normas y precauciones necesarias para evitar la propagación de los contagios, como en la ayuda solidaria a las personas a quienes la enfermedad ha puesto en situaciones particularmente difíciles. Y rezar con mucha fe para que Dios Padre Misericordioso tenga compasión de nosotros y termine esta epidemia.

Carlos Latorre, cmf