LAUDES
SÁBADO VII DE PASCUA
INVOCACIÓN INICIAL
V/. Señor, ábreme los labios.
R/. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Se reza el invitatorio cuando laudes es la primera oración del día.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo. Aleluya.
SALMO 99: ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en sus presencia con vítores.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
HIMNO
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.
Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.
Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva. Amén.
SALMO 118
Ant. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Aleluya.
Te invoco de todo corazón:
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Ant. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Aleluya.
CÁNTICO de la SABIDURÍA: DAME, SEÑOR, LA SABIDURÍA
Ant. Edificaste, Señor, un templo y un altar en tu monte santo. Aleluya.
Dios de los padres y Señor de la misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus criaturas,
y para regir el mundo con santidad y justicia,
y para administrar justicia con rectitud de corazón.
Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.
Pues, aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.
Contigo está la sabiduría, conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.
Mándala de tus santos cielos,
y de tu trono de gloria envíala,
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.
Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Ant. Edificaste, Señor, un templo y un altar en tu monte santo. Aleluya.
SALMO 116: INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA
Ant. Yo soy el camino, y la verdad y la vida. Aleluya.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos.
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Ant. Yo soy el camino, y la verdad y la vida. Aleluya.
LECTURA: Rm 14, 7-9
Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor. Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos.
RESPONSORIO BREVE
R/ El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
V/ El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
R/ El que por nosotros colgó del madero.
V/ Aleluya, aleluya.
R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Aleluya.
Benedictus. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por la boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Aleluya.
PRECES
Nosotros, que hemos sido bautizados en el Espíritu Santo, glorifiquemos al Señor junto con todos los bautizados y roguémosle:
Señor Jesús, santifícanos en el Espíritu
Envíanos, Señor, tu Espíritu Santo,
— para que ante los hombres te confesemos como Señor y rey nuestro.
Danos una caridad sin hipocresía,
— para que seamos cariñosos unos con otros, como buenos hermanos.
Dispón con tu gracia el corazón de los fieles,
— para que acojan con amor y alegría los dones del Espíritu.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Danos la fortaleza del Espíritu Santo,
— y haz que sane y vigorice lo que en nosotros está enfermo y débil.
Digamos ahora, todos juntos, la oración que nos enseñó el mismo Señor:
Padre nuestro…
ORACION
Dios todopoderoso, concédenos conservar siempre en nuestra vida y en nuestras costumbres la alegría de estas fiestas de Pascua que nos disponemos a clausurar. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.