Vísperas – Viernes XIV de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

VIERNES XIV de TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

El dolor extendido por tu cuerpo,
sometida tu alma como un lago,
vas a morir y mueres por nosotros
ante el Padre que acepta perdonándonos.

Cristo, gracias aún, gracias, que aún duele
tu agonía en el mundo, en tus hermanos.
Que hay hambre, ese resumen de injusticias;
que hay hombre en el que estás crucificado.

Gracias por tu palabra que está viva,
y aquí la van diciendo nuestros labios;
gracias porque eres Dios y hablas a Dios
de nuestras soledades, nuestros bandos.

Que no existan verdugos, que no insistan;
rezas hoy con nosotros que rezamos.

Porque existen las víctimas, el llanto. Amén.

SALMO 114: ACCIÓN DE GRACIAS

Ant. Arranca, Señor, mi alma de la muerte, mis pies de la caída.

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando y sin fuerzas, me salvó.

Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.

Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Arranca, Señor, mi alma de la muerte, mis pies de la caída.

SALMO 120: EL GUARDIÁN DEL PUEBLO

Ant. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE ADORACIÓN

Ant. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

LECTURA: 1Co 2, 7-10a

Enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Sino, como está escrito: «Ni el ojo vino, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que le aman.» Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu.

RESPONSORIO BREVE

R/ Cristo murió por los pecados, para conducirnos a Dios.
V/ Cristo murió por los pecados, para conducirnos a Dios.

R/ Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida.
V/ Para conducirnos a Dios.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Cristo murió por los pecados, para conducirnos a Dios.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Acuérdate de tu misericordia, Señor, como lo habías prometido a nuestros padres.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Acuérdate de tu misericordia, Señor, como lo habías prometido a nuestros padres.

PRECES

Bendigamos ahora al Señor Jesús, que en su vida mortal escuchó siempre con bondad las súplicas de los que acudían a él y con amor secaba las lágrimas de los que lloraban, y digámosle también nosotros:

Señor, ten piedad de tu pueblo.

Señor Jesucristo, tú que consolaste a los tristes y deprimidos,
— pon ahora tus ojos en las lágrimas de los pobres.

Escucha los gemidos de los agonizantes
— y envíales tus ángeles para que los alivien y conforten.

Que los emigrantes sientan tu providencia en su destierro,
— que puedan regresar a su patria y que un día alcancen también la eterna.

Que los pecadores se ablanden a tu amor
— y se reconcilien contigo y con tu Iglesia.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Perdona las faltas de los que han muerto
— y dales la plenitud de tu salvación.

Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena confianza:
Padre nuestro…

ORACION

Oh Dios, que, de una manera admirable, has manifestado tu sabiduría escondida, con el escándalo de la cruz, concédenos contemplar con tal plenitud de fe la gloria de la pasión de tu Hijo que siempre nos gloriemos confiadamente en la cruz de Jesucristo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Viernes XIV de Tiempo Ordinario

1) Oración inicial 

¡Oh Dios!, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; concede a tus fieles la verdadera alegría, para que, quienes han sido librados de la esclavitud del pecado, alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor. 

2) Lectura

Del santo Evangelio según Mateo 10,16-23
«Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros.
«Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.
«Cuando os persigan en una ciudad huid a otra, y si también en ésta os persiguen, marchaos a otra. Yo os aseguro: no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre. 

3) Reflexión

• De cara a su futura misión, Jesús da algunas directrices a la comunidad de sus discípulos, llamados y reunidos en torno a él e investidos de su misma autoridad como colaboradores.
• Mateo 10,16-19: el peligro y la confianza en Dios. Jesús introduce esta parte de su discurso con dos metáforas: ovejas entre lobos; prudentes como las serpientes, sencillos como las palomas. La primera muestra el contexto difícil y peligroso en que los discípulos son enviados. Por un lado se evidencia la situación peligrosa en que se encontrarán los discípulos enviados a la misión; por otra, la expresión “yo os envío” expresa protección. También en la astucia de las serpientes y en la sencillez de las palomas parece que Jesús relaciona dos comportamientos: la confianza en Dios y la reflexión atenta y prolongada del modo de relacionarse con los demás.
Jesús sigue después un orden que, a primera vista, parece señalado por una marcada desconfianza: “guardaos de los hombres…”, pero en realidad indica estar atentos a posibles persecuciones, hostilidades y denuncias. La expresión “os entregarán” no se refiere sólo a la acusación en los tribunales, sino que tiene sobre todo un valor teológico: el discípulo que realiza el seguimiento de Jesús podrá vivir la misma experiencia que el Maestro, “ser entregado en las manos de los hombres” (17,22). Los discípulos han de ser fuertes y resistir “para dar testimonio”, su entrega a los tribunales ha de ser un testimonio para los judíos y para los paganos, como posibilidad de atraerlos hacia la persona y hacia la causa de Jesús y, por tanto, al conocimiento del evangelio. Es importante esta vuelta positiva al testimonio caracterizado por la fe que se hace creíble y atrayente.
• Mateo 10,20: La ayuda divina. Para que todo esto se haga realidad en la misión-testimonio de los discípulos, es indispensable la ayuda que viene de parte de Dios. Es decir, es necesario no confiar en las propias seguridades o recursos, sino que, en las situaciones críticas, peligrosas y agresivas de su vida, los discípulos encontrarán en Dios ayuda y solidaridad. A los discípulos se les promete también el Espíritu del Padre (v.20) para realizar su misión, él obrará en ellos al llevar a cabo su misión de evangelizar y dar testimonio, el Espíritu hablará a través de ellos.
• Mateo 10, 21-22: amenaza-consuelo. El tema de la amenaza vuelve de nuevo con la expresión “entregará”: hermano contra hermano, padre contra hijo, hijo contra sus padres. Se trata de un verdadero y gran desorden de las relaciones sociales, la trituración de la familia. Las personas unidas por los más íntimos lazos familiares -como los padres, los hijos, los hermanos y las hermanas- caerán en la desgracia de odiarse y eliminarse mutuamente. ¿En qué sentido esta división de la familia tiene alguna cosa que ver con el testimonio a favor de Jesús? Tal ruptura de las relaciones familiares podría encontrar su causa en la diversidad de actitudes adoptada en el seno de la familia con respecto a Jesús. La expresión “seréis odiados” parece indicar el tema de la acogida hostil de sus enviados por parte de los contemporáneos. La dureza de las palabras de Jesús son comparables a otro escrito del NT: “Bienaventurados vosotros si sois insultados por el nombre de Cristo, porque el Espíritu de la gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros. Que ninguno de vosotros tenga que sufrir por homicida, ladrón, malhechor o delator. Pero si alguno sufre como cristiano, que no se avergüence; más bien dé gloria a Dios por este nombre”. Al anuncio de la amenaza sigue la promesa de la consolación (v.3). La mayor consolación de los discípulos será “ser salvados”, poder vivir la esperanza del salvador, es decir, participar de su victoria. 

4) Para la reflexión personal

• Estas disposiciones de Jesús ¿qué nos enseñan hoy para que comprendamos la misión del cristiano?
• ¿Sabes confiar en la ayuda de Dios cuando sufres conflictos, persecuciones y pruebas? 

5) Oración final

Devuélveme el gozo de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso;
abre, Señor, mis labios,
y publicará mi boca tu alabanza. (Sal 51,14.17)

Comentario – Viernes XIV de Tiempo Ordinario

Jesús sigue dando instrucciones a sus apóstoles, enviados para la misión: Mirad –les dice- que os mando como ovejas entre lobos; por eso sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Pero no os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles.

Aunque se hallen entre lobos, han de permanecer ovejas. No por encontrarse entre lobos, han de transformarse en lobos, respondiendo a la ferocidad de quienes les rodean y combaten con la misma ferocidad. Lo propio de las ovejas es la mansedumbre y la humildad, pero el hecho de estar entre lobos hace muy conveniente el uso de la sagacidad. Una cosa no está reñida con la otra. Pero la sagacidad les servirá para sortear peligros y escapar de trampas. El mismo Jesús hará uso de ella para escapar de las trampas dialécticas que le tienden con frecuencia sus adversarios, los fariseos. Sagacidad es perspicacia y sabiduría práctica para discernir las buenas o malas intenciones de los que acercan a nosotros con alguna propuesta. Sagacidad es inteligencia para saber responder en situaciones de apuro o para advertir la malicia de una proposición.

Esa misma sagacidad les tiene que prevenir frente a esa gente de la que no deben fiarse, porque buscarán su perdición, les denunciarán, les entregarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, todo por causa de Jesús, el Cristo. No actuarán así contra ellos por ellos mismos, sino por lo que representan. El perseguido, el rechazado es Cristo: lo fue en su momento y lo seguirá siendo en sus representantes.

Yo soy Jesús, a quien tú persigues, oyó decir Saulo de Tarso. Y eso mismo se cumple siempre en toda persecución contra los cristianos. Si los cristianos son perseguidos, lo son por el hecho de ser cristianos, esto es, por encarnar lo cristiano: no por llevar unos apellidos, por ocupar un determinado rango social o por disponer de unas posesiones, sino por llevar una cruz o un distintivo cristiano, o por mostrarse partidario del Crucificado, el mismo que, viniendo a los suyos, no fue recibido por estos. La historia de las persecuciones nos muestra que lo que en realidad se persigue es «lo cristiano», ya se encuentre en personas, signos, instituciones, edificios. Es el odio a lo cristiano lo que acaba desencadenando la persecución de los ungidos por el Espíritu de Cristo. Pero esta situación de rechazo en la que les colocará su condición de ungidos será al mismo tiempo la que les ofrezca la mejor ocasión para dar testimonio ante judíos y gentiles de lo que son: discípulos del Crucificado. No hay quizá ocasión más propicia para dar testimonio a favor de alguien que ésa en la que se está arriesgando la vida por él. Entonces, el testimonio adquiere mayor grado de verosimilitud y se hace más creíble.

Jesús detalla aún más sus instrucciones para esos tiempos de persecución que se anuncian: Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. No son tiempos, ni foros, para discursos, ni para argumentaciones. Han de dejar atrás preocupaciones de este tipo. Aquí lo que importa no es el discurso, sino el testimonio. Por eso no han de estar preocupados por lo que puedan decir o por el modo en que puedan decirlo. Lo que importan no es su discurso, sino el del Espíritu Santo. Él será quien les sugiera lo que deban decir en ese momento; esta sugerencia tendrá un valor de persuasión muy superior a las más bellas composiciones retóricas que pudieran ensartarse. Para ello sólo se requiere atención al Espíritu y disponibilidad martirial.

En esta situación en la que impondrá su ley el odio acabarán saltando por los aires lazos tan sagrados como los que unen entre sí a padres e hijos o a hermanos. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán. El panorama que dibuja Jesús es tenebroso, pero realista. La historia misma se encargará de demostrar la realidad de estos oscuros presagios. Cuesta entender que unos padres entreguen a sus hijos a la muerte o que unos hijos denuncien a sus padres como cristianos exponiéndoles a la pena capital. Pero el odio puede hacer realidad este prodigio de insensibilidad, insisto, como demuestra la historia de los relatos martiriales. El odio persigue la desaparición de su objeto, se encuentre donde se encuentre. Si lo que se odia es «lo cristiano», aunque esto se encuentre en un padre o un hermano, puede que no repare siquiera en daños colaterales y en consideraciones de parentesco o afecto; pues el odio suele arrasar con todo lo que encuentra a su paso.

Todos os odiarán por mi nombre. He ahí la razón de ser de este odio: el nombre de Jesús. Porque el que odia este nombre, acabará odiando todo lo que lleva este nombre, que no es otro que el nombre de cristiano. Pero más allá del odio y sus estragos hay futuro: el que persevere hasta el final, se salvará. Tal es la recompensa de los que perseveran (fieles) hasta el final; y para perseverar hay que mantenerse fiel en medio de las dificultades y las persecuciones. He aquí, por tanto, la clave: la perseverancia hasta alcanzar la meta, hasta llegar al final. Jesús les asegura que no transcurrirá mucho tiempo hasta que llegue ese momento, el momento de la recompensa, que es también el momento de la vuelta del Hijo del hombre como Juez de vivos y muertos: Creedme, no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre. Pero el Hijo del hombre viene para cada uno en el momento de su muerte.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos «Apostolorum Successores»

121. Estilo de la predicación.

La Palabra de Dios debe ser anunciada con autoridad, porque no procede de los hombres, sino de Dios mismo, y con fuerza, sin ceder con motivaciones oportunistas a la humana conveniencia, tratando al mismo tiempo de presentarla de modo atrayente y como doctrina que, antes de ser predicada, ha sido puesta en práctica.

Así pues, preocúpese el Obispo de que su predicación esté firmemente fundada en la doctrina de la Iglesia y basada en la Escritura; sus palabras estén impregnadas de caridad pastoral, y esté atento, por tanto, a la elección de los temas y del estilo apropiado, inspirándose en los grandes maestros, en particular en los Padres de la Iglesia. (358)


358 Cf. Juan Pablo II, Exhortación Apostólica postsinodal Pastores Gregis, 30-31.

La misa del domingo: misa con niños

DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO

 

SALUDO

De Dios Padre recibimos todo bien en Jesucristo, el Señor, y nos acompaña de modo permanente con su Espíritu. Que Él esté con nosotros.

ENTRADA

Bienvenidos, hermanos, a esta celebración de nuestra fe que es el mejor marco para acoger la Palabra y el Sacramento. Dios Padre quiere lo mejor para las personas, y la Eucaristía es nuestra fuente de vida cristiana, que nos renueva y ple­nifica para seguir adelante con la tarea de mostrar a un Dios bondad y entrega. En el camino cristiano seguimos, aguardando la plena manifestación de los Hijos de Dios, pero lo hacemos con el ánimo y la ilusión de los que siembran esperando la cosecha, el pan y el alimento. La Palabra de Dios está destinada a darnos Vida en abundancia, porque viene de Dios Amor y ha de dar los frutos que guarda dentro: la vida, la alegría, el perdón, el servicio, la justicia…, todo lo que ayuda a las per­sonas a vivir en apertura y comunión. Si acogemos de verdad la Palabra en nues­tra vida, ella irá dando frutos.

ACTO PENITENCIAL

Con nuestro egoísmo e insolidaridad hacemos de la vida un terreno árido y pedregoso, dificultando que el Amor de Dios llegue a todos. Pidamos perdón

 – Tú, Palabra de Vida destinada a ser Luz de todo el mundo. SEÑOR, TEN PIEDAD.

 – Tú, Palabra de Vida que ayudas a vivir con esperanza a cuantos confían en Ti. CRISTO, TEN PIEDAD.

– Tú, Palabra de Vida que nos llamas a ser buena tierra, a dar frutos de verdad. SEÑOR, TEN PIEDAD.

Oración: Danos, Señor, la gracia y el perdón que de Ti proceden. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACIÓN COLECTA

Dios y Padre nuestro, que nos das la Palabra para que, acogiéndola, demos frutos de justicia y de verdad; haz que cuantos nos hemos reunido en tu Nombre nos dejemos conducir por Ti y, dejando de lado los afanes de la vida, busquemos cumplir tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo.

LECTURA PROFÉTICA

El profeta trata de animar a las personas de Israel que viven la dura situación del destierro. Pese a la dificultad, Dios va a cumplir sus promesas. Y para eso envía su Palabra destinada a cumplir el mandato de ser luz y guía de las gentes. Igual que la lluvia empapa la tierra para que ésta dé frutos, así la Palabra de Dios nos ha empapar para que demos los frutos esperados.

LECTURA APOSTÓLICA

Pablo insiste una y otra vez en que la vida del cristiano está llena del Espíritu que nos capacita para ser hijos de Dios. Eso hace que, aunque las personas viva­mos con problemas y pasemos por dificultades, éstos pueden ser afrontados con

esperanza, pues sabemos que no son lo definitivo. Caminamos aguardando la plena manifestación de Dios.

LECTURA EVANGÉLICA

Escuchamos hoy la parábola del sembrador, cargada de imágenes agrícolas ricas en sentido. Jesús nos llama a escuchar y entender su mensaje, pero también a llevarlo a la práctica, a dejar que éste nos transforme en buena tierra, para que demos frutos de amor y justicia, en favor de los demás.

ORACIÓN DE LOS FIELES

Unámonos en la oración y presentémosle a nuestro Padre nuestras peticiones diciendo: ESCÚCHANOS, PADRE.

  1. Oremos por la Iglesia, por todos los bautizados, llamados a seguir a Jesús y a dar testimonio de fe y de amor. OREMOS:
  2. En vísperas de la fiesta de la Virgen del Carmen, oremos por los pescadores, por los marineros, por todos los que trabajan en el mar, y por sus familias. OREMOS:
  3. Oremos también por las religiosas y religiosos carmelitas, que dedican su vida a la oración y a dar testimonio de la presencia de Dios en el mundo. OREMOS:
  4. Oremos por los niños y jóvenes que en estos días de verano participan en actividades formativas y de tiempo libre organizadas por entidades de Iglesia. OREMOS:
  5. Oremos por todos aquellos que buscan trabajo y no lo encuentran, y por las familias que pasan necesidad. OREMOS:
  6. Oremos por nosotros, y por todos los miembros de nuestra parroquia. OREMO

Escucha, Padre, las plegarias que te hemos presentado, y también todas aquellas que cada uno de nosotros lleva en su corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

La lluvia que de Ti procede, Señor, hace fecunda la tierra que nos llena de sus frutos. De entre ellos hemos separado este pan y este vino, signos de tu entrega y de nuestra gratitud. Santifícalos, Señor, con tu Espíritu y haz que sean para nosotros alimento de Vida. Por Jesucristo.

PREFACIO

Te alabamos y te damos gracias, Padre fiel y lleno de ternura, porque haces salir el sol sobre todos, para que aprendamos a reconocer los dones que de Ti reci­bimos. En verdad somos como la tierra, unas veces fértil y otras pedregosa. Pero, a veces, siendo personas que podemos dar frutos, nos resistimos y optamos por vivir en la comodidad. Y entonces somos como las zarzas, y ahogamos tu Palabra.

Ilumina nuestras vidas con tu Palabra, Señor; haznos de los que limpian el terreno del mundo de los matojos y la sequedad; haznos ser de los que con su vida te han reconocido como el que de verdad eres, diciendo: Santo, Santo, Santo…

 

ORACION DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

La Eucaristía nos ha unido, Señor, en la misma fe, esperanza y amor. Te pedimos que esta celebración sea nuestro apoyo y que nos haga vivir abier­tos a tu Palabra, de modo que busquemos en todo la justicia y el bien de nues­tros hermanos. Por Jesucristo.

DESPEDIDA: Nuestra Eucaristía termina y comienza la misión. En ella todos estamos comprometidos. Por eso, antes de marcharnos, volvamos a recordar que la palabra de Dios, la Buena Noticia de liberación que hemos escuchado, tiene que fructificar en nosotros y su semilla ha de ser extendida a los demás. La cosecha, buena o mala, no depende de nosotros. La siembra, sí.

La misa del domingo

SALIÓ EL SEMBRADOR A SEMBRAR
DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO – A

12 de julio de 2020

Isaías 55, 10-11; Romanos 8,18-23 y Mateo 13,1-23

OBSERVACIONES PREVIAS

  • Jesús fue un “indignado” con causa. Luchó hasta la muerte por cambiar las estructuras de injusticia que impedían a los pobres y sencillos ser hijos de Dios.
  • Nuestro Dios es un Dios “desconcertante”. Nos desconcierta porque, gracias Dios, no se ajusta ni a nuestros modos, ni a nuestros criterios…
  • Si le seguimos de verdad, él convertirá nuestros cansancios y agobios en materiales de salvación, no de hundimiento. Hay fuegos que acaban con todo; pero hay fuegos que purifican y renuevan la vida.

     

PARA REFLEXIONAR

Esta parábola me trae a la memoria algunos días de mi infancia en que acompañaba a mi padre en la época de sementera. Lo recuerdo sembrando a voleo el trigo en los surcos abiertos por el arado, mientras cantaba la alegría del que siembra con generosidad y, con seguridad, espera una cosecha abundante. Hasta tengo en mente mi pequeña experiencia de sembrador.

El poder de la Palabra de Dios

Toda la Biblia es un canto al poder de la Palabra de Dios: su Palabra creó el universo, una palabra calma la tempestad: “calla, enmudece”, cura al leproso: “quiero, queda limpio”, sana a un paralítico: “levántate y anda”, saca a Lázaro del sepulcro: “sal fuera”, perdona los pecados… Jesús proclama la parábola del sembrador cuando su vida pública está a mitad de camino y ha comenzado un período de crisis. Tras los éxitos y triunfos iniciales, se le han ido poniendo las cosas difíciles. Los jefes religiosos le han declarado la guerra; los fariseos lo consideran un aliado de Satanás y “planean el modo de acabar con él”. El pueblo sigue a la expectativa, como un espectador pasivo.

La palabra se siembra con generosidad

Jesús nos dice que Dios es generoso en sembrar su Palabra. Dios no es el labrador calculador que primero analiza el terreno y solo siembra donde espera fruto. Dios da la oportunidad a todos los terrenos, aunque sea el duro camino, la tierra entre zarzas o el pedregal… La única semilla que no da fruto es la que queda en el puño cerrado del que siembra. Sorprende que casi toda la semilla, sembrada por Jesús, haya caído en terreno baldío. ¿Todo ha sido, pues, un fracaso? Cuatro de los seis versículos describen el fracaso de la semilla. En todos los casos hay un rasgo común: un elemento destructor que impide la germinación incipiente: los pájaros, el sol, las piedras, las espinas. Solo una parte del terreno sembrado acepta la semilla. En esta, los resultados superan lo esperado ya que cada grano produce cien, sesenta o treinta.

La parábola es una afirmación de la esperanza

La parábola se convierte así en un canto a la esperanza: no nos vencerán quienes ponen resistencia al Evangelio. Sentir y sufrir la resistencia, la contrariedad y la oposición se convierte paradójicamente en camino de eficacia y fecundidad. Como el sembrador, el Reino de Dios no se instaurará en el mundo sino a través de numerosos e impresionantes fracasos. Esto es lo que ni los fariseos ni las turbas ni muchos de nosotros podemos comprender. Nos gustaría el éxito, el triunfo arrollador del Evangelio, pero nos encontramos con la resistencia y la oposición; nos cansamos, nos desilusionamos. También Jesús pasó por ahí. Y aquel día, en lugar de tirar la toalla, se puso a soñar y contó la parábola del sembrador, que siembra cosecha de fecundidad con semilla de esperanza. El Reino de Dios es una experiencia, un regalo y una tarea. Una parábola para tiempos de crisis.

PARA COMPROMETERSE

  • Dios es siempre sembrador: Dios no nos pierde nunca, pero nosotros podemos perder a Dios.
  • La palabra recibida conlleva la responsabilidad de dar frutos. ¿Qué hacemos con la Palabra de

    Dios? ¿Cuál es nuestra disposición? ¿Qué es lo que nos impide dar fruto?

  • Ante las dificultades y circunstancias de la vida, seguiremos soñando con la Palabra e ilusionándonos con la cosecha que Dios produce en nuestro corazón.

PARA REZAR

¡Hay que vivir sembrando! ¡Siempre sembrando!…

“Nos dices, Señor, que parte de la semilla cayó a lo largo del camino”… Señor, que no sea camino endurecido para esa simiente
que tú dejas caer a diario en mi vida,
sino que mi corazón se haga sensible al clamor de mis hermanos.

“Nos dices, Señor, que otra parte cayó entre piedras”…
Señor, que no sea tierra pedregosa para tu simiente,
sino que tenga el don del aguante fiel
para mantener con tenacidad lo que en principio recibí con alegría, para echar raíces, por igual, en lo divino y en lo humano.

¡Hay que ser cual abejas que en la colmena fabrican para todos dulces panales!
¡Hay que ser como el agua que va serena brindando al mundo entero frescos caudales!

“Nos dices, Señor, que otra parte cayó entre espinos”…
Señor, que no sea una zarza para tu simiente,
sino que nada muera en mí ahogado por la ansiedad o la prepotencia; que el dinero y la comodidad no me priven de mi opción
por la comunidad, por los pobres, por los pequeños…
y que los afanes de la vida no agosten mis esperanzas.

“Nos dices, Señor, que el resto cayó en tierra fértil”… Señor, que sea tierra fecunda para tu simiente,
y que dé el fruto que anticipa el espíritu de los soñadores.

¡Hay que imitar al viento que siembra flores lo mismo en la montaña que en la llanura,
y hay que vivir la vida sembrando amores, con la vista y el alma siempre en la altura!

¡Hay que vivir sembrando! ¡Sembrando siempre!…

Isidro Lozano

Semillas del Reino

Sois semillas del Reino
plantadas en la historia.
Sois buenas
y tiernas,
llenas de vida.
Os tengo en mi mano,
os acuno y quiero,
y por eso os lanzo al mundo:
¡Perdeos!

No tengáis miedo
a tormentas ni sequías,
a pisadas ni espinos.
Bebed de los pobres
y empapaos de mi rocío.

Fecundaos,
reventad,
no os quedéis enterradas.
Floreced
y dad fruto.
Dejaos mecer por el viento.

Que todo viajero
que ande por sendas y caminos,
buscando o perdido,
al veros,
sienta un vuelco
y pueda amaros.
¡Sois semillas de mi Reino!

¡Somos semillas de tu Reino!

Florentino Ulibarri

Comentario al evangelio – Viernes XIV de Tiempo Ordinario

Las palabras de Jesús que Mateo presenta en la lectura de hoy difícilmente pueden escucharse como una buena noticia, como un evangelio. Al menos, no en términos humanos. El Señor anuncia la división, la persecución, el enfrentamiento, la sangre, la discordia. Y que todo ello arreciará contra sus amigos por su causa. No es precisamente el panorama que a uno le gustaría encontrar cuando se decide a seguir a Cristo por el camino. Sin embargo, es parte –no menor– del paisaje de la vida cristiana.

Tanto en la búsqueda de Dios como en el seguimiento de Cristo, la llamada es una pero múltiple. Nos llama el Señor en la orilla del lago en un ambiente luminoso, pero nos llama también enseguida a subir con él a Jerusalén, ocaso de tinieblas y de cruz. Quizá el verdadero discipulado consista no tanto en esa prontitud primera con que uno deja todo para seguir a Cristo –que también–, sino, sobre todo, en esa fidelidad que uno alimenta cada día hasta llegar a estar dispuesto a pasar de un paisaje a otro por amor de lo invisible.

Por eso insiste Jesús en que la mayor preocupación de los suyos no debe volcarse en cómo evitar la cruz o cómo defenderse frente a quienes les amenazan con ella. El discípulo debe poner todas sus artes –desde la astucia de la serpiente hasta la sencillez de la paloma– en no perder de vista a Jesucristo y, en él, al Padre. Solo quien mira al crucificado podrá, llegado el caso, asumir la cruz. Solo quien escucha al Hijo encomendando al Padre su último aliento, podrá entregarse en el momento de la prueba con ese mismo Espíritu. El Señor será entonces para él como un ciprés frondoso que da sombra y fruto: la sombra de la paz, el fruto de la vida.

Adrián de Prado Postigo cmf