Vísperas – Martes XV de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

MARTES XV TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Estoy, Señor, en la ribera sola
del infinito afán. Un niño grita
entre las olas, contra el viento yermo.

A través de la nada,
van mis caminos
hacia el dolor más alto,
pidiendo asilo.

La espuma me sostiene,
y el verde frío
de las olas me lleva,
pidiendo asilo.

Hacia el amor más alto
que hay en mí mismo,
la esperanza me arrastra,
pidiendo asilo.

Gloria al Padre, y al Hijo
y al Espíritu Santo. Amén.

SALMO 124: EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO

Ant. El Señor rodea a su pueblo.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor rodea a su pueblo.

SALMO 130: ABANDONO CONFIADO EN LOS BRAZOS DE DIOS

Ant. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

LECTURA: Rm 12, 9-12

Que vuestra caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno. Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo. En la actividad, no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos ardientes. Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres; estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.

RESPONSORIO BREVE

R/ Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
V/ Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

R/ Tu fidelidad de generación en generación.
V/ Más estable que el cielo.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

PRECES

Invoquemos a Dios, que ha infundido la esperanza en nuestros corazones, y digámosle:

Tú eres la esperanza de tu pueblo, Señor.

Te damos gracias, Señor, porque en Cristo, tu hijo, hemos sido enriquecidos en todo:
— en el hablar y en el saber.

En tus manos, Señor, están el corazón y la mente de los que gobiernan;
— dales, pues, acierto en sus decisiones, para que te sean gratos en su pensar y obrar.

Tú que concedes a los artistas inspiraciones para plasmar la belleza que de ti procede,
— haz que con sus obras aumente el gozo y la esperanza de los hombres.

Tú que no permites que la prueba supere nuestras fuerzas,
— da fortaleza a los débiles, levanta a los caídos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que, por boca de tu Hijo, nos has prometido la resurrección en el último día,
— no te olvides para siempre de los que ya han sido despojados de su cuerpo mortal.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común de todos:
Padre nuestro…

ORACION

Nuestra oración vespertina suba hasta ti, Padre de clemencia, y descienda sobre nosotros tu bendición; así, con tu ayuda, seremos salvados ahora y por siempre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Martes XV de Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que puedan volver al buen camino!, concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre y cumplir cuanto en él se significa. Por nuestro Señor. 

2) Lectura

Del Evangelio según Mateo 11,20-24
Entonces se puso a maldecir a las ciudades en las que se habían realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido:
«¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que en sayal y ceniza se habrían convertido. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, aún subsistiría el día de hoy. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti.» 

3) Reflexión

• El Sermón de la Misión ocupa el capítulo 10. Los capítulos 11 y 12 describen como Jesús realizaba la Misión. A lo largo de estos dos capítulos, aparecen las adhesiones, las dudas y los rechazos que la acción de Jesús iba provocando. Juan el Bautista, que miraba con los ojos del pasado, no conseguía, entenderlo (Mt 11,1-15). La gente, que miraba hacia Jesús con finalidad interesada, no fue capaz de entenderlo (Mt 11,16-19). Las grandes ciudades alrededor del lago, que oyeron la predicación de Jesús y vieron sus milagros, no quisieron abrirse a su mensaje (es el texto del evangelio de hoy) (Mt 11,20-24). Los sabios y los doctores, que apreciaban todo a partir de su propia ciencia, no fueron capaces de entender la predicación de Jesús (Mt 11,25). Los fariseos que confiaban sólo en la observancia de la ley, criticaban a Jesús (Mt 12,1-8) y decidieron matarle (Mt 12,9-14). Decían que Jesús actuaba en nombre de Belcebú (Mt 12,22-37). Querían de él una prueba para poderle creer (Mt 12,38-45). Tampoco sus parientes apoyaban a Jesús (Mt 12,46-50). Solo los pequeños y el pueblo enfermo lo entendían y aceptaban la Buena Nueva del Reino (Mt 11,25-30). Iban detrás de él (Mt 12,15-16) y veían en él el Siervo anunciado por Isaías (Mt 12,17-21).
• Esta manera de describir la acción misericordiosa de Jesús era una advertencia clara para los discípulos y las discípulas que andaban con Jesús por Galilea. No podían esperar mucha recompensa ni elogio por el hecho de ser misioneros de Jesús. La advertencia vale también para nosotros que, hoy, leemos y meditamos este Sermón de la Misión, pues los evangelios están escritos para todos. Nos invitan a confrontar nuestra actitud con la actitud de los personajes que aparecen en el evangelio y a preguntarnos si somos como Juan Bautista (Mt 11,1-15), como el pueblo interesado (Mt 11,16-19), como las ciudades incrédulas (Mt 11,20-24), como los doctores que pensaban saberlo todo y no entendían nada (Mt 11,25), como los fariseos que lo único que sabían hacer era criticar (Mt 12,1-45) o como la gente pequeña que iba en busca de Jesús para seguirle (Mt 12,15) y que con su sabiduría, sabe entender y aceptar el mensaje del Reino (Mt 11,25-30).
• Mateo 11,20: La palabra contra las ciudades que no lo recibieron. El espacio por donde Jesús anduvo durante aquellos tres años de su vida misionera era un espacio reducido. A lo largo del Mar de Galilea había pocos Km. cuadrados entorno a las ciudades de Cafarnaún, Betsaida y Corazín. ¡Solamente pocos km! Fue, pues, en este espacio muy pequeño, donde Jesús realizó la mayor parte de sus milagros y de sus discursos. Vino a salvar a toda la humanidad, y casi no salió del limitado espacio de su tierra. Trágicamente, Jesús tuvo que constatar que la gente de aquellas ciudades no quiso aceptar el mensaje del Reino y no se convirtió. Las ciudades se fijaron en su rigidez, en sus tradiciones y en sus costumbres y no aceptaron la invitación de Jesús que consistía en cambiar vida.
• Mateo 11,21-24: Corazín, Betsaida y Cafarnaún son peores que Tiro, Sidón y Sódoma. En el pasado, Tiro y Sidón, enemigos férreos de Israel, maltrataron al pueblo de Dios. Por esto, fueron maldecidas por los profetas (Is 23,1; Jr 25,22; 47,4; Ez 26,3; 27,2; 28,2; Jl 4,4; Am 1,10). Y ahora, Jesús dice que estas ciudades, símbolos de toda la maldad posible, se hubiesen convertido ya si en ellas se hubiesen dado los milagros hechos en Corazín y Betsaida. La ciudad de Sodoma, símbolo de la peor perversión, fue destruida por la ira de Dios (Gén 18,16 a 19,29). Y ahora Jesús dice que Sódoma existiría hasta hoy, pues se hubiera convertido si hubiese visto los milagros que Jesús hizo en Cafarnaún. Hoy sigue en pie la misma paradoja. Muchos de nosotros, que somos católicos desde niños, tenemos tantas convicciones consolidadas, que nadie es capaz de convertirnos. Y en algunos lugares, el cristianismo, en vez de ser fuente de cambio y de conversión, es el reducto de las fuerzas más reaccionarias de la política del país. 

4) Para la reflexión personal

• ¿Cómo me sitúo ante la Buena Nueva de Jesús: como Juan el Bautista, como el pueblo interesado, como los doctores, como los fariseos o como el pueblo pequeño y libre?
• Mi ciudad y mi país, ¿merecen la advertencia de Jesús contra Cafarnaún, Corazín y Betsaida? 

5) Oración final

¡Grande es Yahvé y muy digno de alabanza!
En la ciudad de nuestro Dios
está su monte santo,
hermosa colina,
alegría de toda la tierra. (Sal 48,2-3)

La Vida de Jesús – Fco. Fernández-Carvajal

4.- CAFARNAÚN

Mt 4, 13-16; Lc 4, 31-32

Al abandonar Caná, Jesús se dirigió, como hemos visto, a Cafarnaún. Esta ciudad se encontraba al norte de Galilea, en el centro de una zona muy poblada y fértil, en la que se situaban una serie de poblaciones que ocupaban la orilla oriental del lago de Genesaret. Desde allí iba a irradiar su acción a toda Galilea y aun a todo el país. El lugar por el que se moverá el Señor es pequeño (unos 100 km2) y tiene el lago como punto de referencia.

Así como Nazaret, escondida entre las montañas, estaba alejada de los grandes centros de comunicación, Cafarnaún, por el contrario, era una ciudad muy transitada. El evangelio mismo nos dice que tenía aduana, una guarnición, mercado de pesca y abundante tráfico marítimo.

Mateo, que la conocía bien, evoca su posición geográfica e histórica. Situada al borde del mar, era una de las más bellas de todo el litoral.

En Cafarnaún, Jesús se hospedó en casa de Simón Pedro, y convirtió esta ciudad en el centro de sus expediciones por toda la región. No hay, quizá, ninguna población, después de Jerusalén, en la que se narren tantos sucesos de la vida del Señor como en Cafarnaún. No hay ningún lugar de Tierra Santa en el que se hayan realizado tantos milagros como en torno a la casa de Simón, que pasó a ser también la casa de Jesús[1].

En la sinagoga de esta ciudad tendrá lugar el sermón del pan vivo. San Juan dirá expresamente: dio estas enseñanzas en Cafarnaún, en la sinagoga. Muchas curaciones y enseñanzas tuvieron por escenario el mar y las montañas, las pequeñas playas y las praderas que rodean el lago, las más hermosas de toda Palestina.

Es posible que estos meses sean los más gratos, desde un punto de vista humano, de la vida pública de Jesús. San Mateo[2] cita aquí, en los comienzos de la predicación estable en Galilea, la profecía de Isaías[3]:

Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí
en el camino del mar, al otro lado del Jordán,
la Galilea de los gentiles,
el pueblo que yacía en tinieblas
ha visto una gran luz;
para los que yacían en región
y sombra de muerte
una luz ha amanecido.

Los paisanos del Señor que habían estado en Jerusalén con motivo de la Pascua trajeron las noticias de la expulsión de los vendedores del Templo y de los prodigios que había realizado en la ciudad. Más tarde llegó la fama de su predicación y de sus seguidores por toda la orilla del Jordán. Ahora –lo sabemos por san Marcos y por san Mateo– Jesús predica al aire libre y en las sinagogas el mismo mensaje que ya había difundido el Bautista: Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: Haced penitencia, porque está al llegar el Reino de los Cielos[4].

Al oírle las gentes quedaban admiradas, pues les enseñaba como quien tiene potestad y no como los escribas. Los rabinos eran simples expositores de la Escritura y dependían de ella. Jesús poseía autoridad propia. Enseñaba en su nombre, con plena seguridad interna. No habla como un profeta o un enviado para regenerar al pueblo escogido. Habla en su nombre: Pero Yo os digo…, repetirá en diversas ocasiones. El pueblo se daba perfecta cuenta de la radical diferencia que había entre el modo de enseñar de escribas y fariseos, y la seguridad y el aplomo con que Jesucristo exponía su doctrina. Las palabras del Señor nunca presentan duda, ni exponen una mera opinión o una interpretación de la Ley. Jesús hablaba con dominio absoluto de la verdad y con un conocimiento perfecto del verdadero sentido de la Ley y los Profetas; es más, no pocas veces hablaba en su propio nombre y con la autoridad misma de Dios. Todo ello confería una singular fuerza y autoridad a sus palabras, como jamás se había oído en Israel.

San Lucas nos resume así esta etapa de Jesús en Galilea, después de la primera Pascua: se extendió su fama por toda la región. Y enseñaba en sus sinagogas, y era honrado por todos[5].


[1] Las excavaciones han sacado a la luz una casita del siglo I, construida con piedras de basalto, que se transformó progresivamente en iglesia. Lo primero que se acondicionó fue una pieza más cuidada, que comprende un pavimento de caliza pulverizada y unas paredes enyesadas decoradas con motivos geométricos. En la primera mitad del siglo IV se aisló este conjunto mediante paredes y la pieza central se recubrió con un tejado apoyado en un arco. A mediados del siglo V, alrededor de la pieza se edificó una iglesia octogonal; más tarde se añadieron otros dos octágonos circunscritos, con un ábside del lado oriental y quizá un baptisterio. Estos edificios son testimonio de una antiquísima veneración hacia la «casa de Pedro» (dEB, p. 259). Ver notas 5 y 7 del Cap. XII.

[2] Mt 4, 14-16.

[3] Is 8, 23-9, 1.

[4] Mt 4, 17.

[5] Lc 4, 14-15.

Comentario – Martes XV de Tiempo Ordinario

En la predicación de Jesús no hay sólo palabras amables, aunque haya siempre buena noticia; también hay recriminaciones que recaen sobre enteras poblaciones en las que el Salvador se ha volcado con abundancia de dones sin obtener una respuesta adecuada. Es precisamente esta falta de respuesta ante su llamada a la conversión la que le hace reaccionar de este modo. La ingratitud acaba haciéndose merecedora de la maldición.

Corazaín y Betsaida eran aldeas próximas a Cafarnaún, la ciudad más populosa de aquel entorno geográfico de la región de Galilea, en la ribera del lago de Genesaret. Jesús parece haber iniciado aquí su actividad misionera. Son poblaciones en las que el profeta de Nazaret ha concentrado muchos esfuerzos y desplegado muchas energías: ciudades donde ha hecho casi todos sus milagros –puntualiza el evangelista-; obteniendo, sin embargo, escasos resultados, es decir, pocas adhesiones: ni se han dejado mover por sus palabras, ni por sus milagros. Seguía haciéndose realidad aquello de que nadie es profeta en su tierra. Y es esta falta de respuesta la que le hace clamar: ¡Ay de ti, Corazaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.

Parece como si Jesús concediera a ciudades paganas como Tiro y Sidón mayor capacidad de conversión que a esas ciudades judías que han sido objeto de su predilección y preferencia, que no son sino el reflejo de la predilección del mismo Dios. Como ponen de manifiesto los datos evangélicos, Jesús acusó esta falta de respuesta por parte de ese pueblo que era el suyo, aquel al que él pertenecía por razón del nacimiento y al que había sido enviado en primer término, haciendo de este pueblo (el elegido) el inmediato destinatario de la Buena Noticia de la salvación. Y de tal manera acusa esta falta de respuesta que se permite compararles con ciudades como las fenicias Tiro y Sidón que, aun siendo paganas, estarían en mejor disposición de responder a la siembra de su mensaje. Por eso se harán dignas de un juicio más benigno en su día.

Pues el juicio será universal, pero para unos será más llevadero que para otros. Todos, tanto judíos como paganos y cristianos, hemos de comparecer en este juicio, porque todos tenemos capacidad para responder, dado que somos responsables, de unos bienes que nos han sido entregados con la vida para ser administrados. Y al responsable le toca responder de tales bienes ante su Dueño y Señor.

Tampoco Cafarnaún escapa a la recriminación: ¿Piensas escalar el cielo? –le dice Jesús dirigiéndose a ella-. Bajarás al abismo. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. De nuevo invoca Jesús los milagros como motivo de credibilidad. Los ha hecho para eso, para despertar actos de fe y de adhesión; pero hasta acciones tan maravillosas y extraordinarias como éstas han resultado infructuosas. Esta esterilidad dice mucho de la cerrazón e ingratitud de ese pueblo colmado de las bendiciones de Dios, pero incapaz de reconocerlas. Realmente se ha convertido en un terreno estéril y baldío. Por eso merece la maldición de su benefactor.

No obstante, esa maldición no es la que recae sobre la serpiente del paraíso; aquí la maldición tiene el aspecto de un aviso saludable; porque, de mantenerse en esa actitud, tendrán el juicio que merece su incredulidad, un juicio más riguroso que el de los mismos incrédulos (=paganos), pues al que mucho se le dio más se le exigirá. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Sodoma, la ciudad arrasada por el fuego, no se sobrepuso a su catástrofe, no duró hasta hoy. Tampoco las ciudades galileas de Corazaín, Betsaida y Cafarnaún han durado hasta hoy. De Cafarnaún sólo quedan algunas ruinas, y de las otras dos ni eso, sólo quedan noticias de sus enclaves.

Si esto fue lo que merecieron oír de labios de Jesús aquellas ciudades ingratas a su actividad salvífica, ¿qué no mereceremos nosotros, a veinte siglos de distancia y tras tantos años de historia y pervivencia del cristianismo con sus múltiples cosechas y riegos de sangre martirial?

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos «Apostolorum Successores»

125. El ordenamiento general del ministerio de la Palabra.

El Obispo promueva, organice y regule la predicación en las Iglesias de la diócesis abiertas al público, sin excluir aquellas de los religiosos.(367) Con los eventuales subsidios de los organismos de la Conferencia Episcopal y sirviéndose del consejo de expertos en teología y catequética, su diócesis estudiará la oportunidad de preparar un programa general de predicación y de catequesis, teniendo especialmente en cuenta que:

a) La homilía, jamás se debe suprimir en las Misas de los domingos y fiestas de precepto con participación del pueblo, en la Misa del Matrimonio(368) y en las otras Misas rituales de acuerdo con las rúbricas. La predicación se recomienda, también en forma de homilía breve, en las ferias de Adviento, de Cuaresma y de Pascua, con el fin de que el misterio pascual de Cristo, significado y representado en la Eucaristía, sea celebrado por todos con viva fe y devoción.

b) La catequesis, tanto aquella de preparación a los sacramentos, como aquella sistemática, según las modalidades expuestas en los próximos números 127 y siguientes.

c) Las formas particulares de predicación, adecuadas a las necesidades de los fieles, como los ejercicios espirituales, las misiones sagradas, etc.(369)

d) Los medios adaptados para hacer llegar la Palabra de Dios a aquellos que, por diversas razones, no pueden gozar suficientemente del común cuidado pastoral.(370)


367 Cf. Codex Iuris Canonici, can. 772 § 1.

368 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Constitución Sacrosanctum Concilium, 52; 78; Codex Iuris Canonici, can. 767 § 2.

369 Cf. Codex Iuris Canonici, can. 770.

370 Cf. Codex Iuris Canonici, can. 771.

Recursos – Ofertorio Domingo XVI de Tiempo Ordinario

PRESENTACIÓN DE UNA ASOCIACIÓN RELACIONADA CON LA TOLERANCIA

(Esta ofrenda se ha de dividir en dos partes. La primera de ellas será meramente informativa: para ello se ha de invitar a alguno de sus miembros para que brevemente resuma su finalidad y actividades. La segunda parte la ha de hacer uno o una de los miembros de la comunidad, mejor si está relacionado con ella, para hacer la ofrenda, en nombre de la comunidad, de su compromiso en la lucha por la tolerancia, la convivencia pacífica y la lucha contra el racismo y la xenofobia)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, en nombre de la comunidad, yo te ofrezco hoy nuestros deseos y compromiso real para luchar a favor de la tolerancia entre las personas y contra el racismo y la xenofobia. Y lo quiero hacer como respuesta a tu misericordia, paciencia y clemencia respecto a nosotros y nosotras. Tú eres el Padre de todos y de todas, y haces salir el sol para todos y todas y haces llover sobre toda la tierra, sin hacer distinciones. Nosotros, tus hijos e hijas, nos reconocemos hermanos y hermanas, y en vez de restar, queremos unir nuestras manos y nuestro esfuerzo para hacer crecer las semillas de tu Reino en esta tierra.

PRESENTACIÓN DE LOS DOLORES DE LA COMUNIDAD

(Hace esta ofrenda el propio Presidente de la Comunidad. La puede iniciar haciendo un resumen de los enfermos y enfermas, ancianos y ancianas, necesidades que sufren los distintos miembros de la comunidad. Conviene prepararlo con esmero, con el fin de evitar los tópicos)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor y Padre nuestro: hoy te quiero ofrecer todos los dolores y necesidades que sufrimos cada uno, cada una de los miembros de esta comunidad. Los queremos unir a los de tu Hijo Jesucristo, para que Tú los aceptes complacido y de buen grado. Pero te pedimos que nos hagas sensibles para poder descubrir y sanar las heridas de los y las demás; que, como buenos samaritanos y buenas samaritanas, no pasemos de largo de ninguno de los y las que yacen en el camino de la vida.

PRESENTACIÓN DE UN MEDICAMENTO

(Con el envoltorio sería suficiente, para tener el valor de símbolo. Y lo puede presentar alguien relacionado con la sanidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Mira, Señor, yo te traigo un medicamento, porque pensamos que es un buen signo de la misericordia, una de las cualidades fundamentales de una comunidad cristiana. Queremos ser eso: medicina para los otros y para las otras. Bálsamo y aceite que curen las heridas de los y las demás. Mera capacidad de escucha, que alivie y aligere los problemas de los otros y de las otras. Y lo queremos hacer a imagen de tu Hijo Jesucristo, tal como Él lo hizo antes y lo hace ahora con nosotros y con nosotras.

PRESENTACIÓN DE UNAS TIJERAS DE PODAR

(Otra persona adulta presenta unas tijeras de podar. Puede ser de sexo distinto al que ha hecho la ofrenda anterior)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Por mi parte, Señor, te traigo estas tijeras de podador. Todos y todas conocemos cuál es su finalidad y cómo, matando lo superfluo, generan nueva y más vigorosa vida. También sabemos que la permanencia en tu Hijo Jesucristo nos pone en situación de poda, de morir para resucitar. Que las dificultades de la poda no nos hagan desistir de vivir en Jesucristo, de imitarle y de identificarnos con Él.

PRESENTACIÓN DE UNOS CASCOS DE AUDIO

(Esta ofrenda la puede hacer uno o una de los o las jóvenes de la comunidad, tan habituados a escuchar música con ellos)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo estos cascos, que utilizamos tanto los y las jóvenes de hoy para oír música. Son, sin embargo, un poco símbolo de la soledad, pues nos aíslan unos de otros, unas de otras. Eso es precisamente lo que te queremos ofrecer hoy, como uno de los problemas que sufre mucha gente. Pero la soledad sólo se vence con la compañía, y ése es nuestro compromiso hoy, tanto individual como comunitariamente: ser cercanos y cercanas unos de otros y de otras y ofrecernos SIEMPRE la mutua ayuda.

Oración de los fieles – Domingo XVI de Tiempo Ordinario

Nos dice S. Pablo que es el Espíritu quien en nuestra debilidad, nos ayuda a pedir lo que nos conviene. Con esta certidumbre repetimos como en el salmo:

SEÑOR, ESCUCHA NUESTRA ORACIÓN.

1. Señor, atiende a nuestro Papa Francisco, a los obispos y sacerdotes, para que siempre denuncien la cizaña sembrada entre nosotros. OREMOS

2. – Señor, atiende a los gobernantes de las naciones para que entre ellos no siembre la cizaña y los pueblos puedan desarrollarse en paz y libertad. OREMOS

3. – Te pedimos Señor, por aquellos que sufren y no encuentran alivio a sus males, para que tu que eres salud y Vida acudas en su ayuda. OREMOS

4. – Te pedimos Señor, por todos los niños y jóvenes para que atiendan siempre la buena semilla y sepan rechazar la cizaña del maligno. OREMOS

5. – Señor, te pedimos por los que dedican su vida a la oración para que siempre sean asistidos por el Espíritu que intercede por todos. OREMOS

6. – Finalmente te pedimos por nosotros, nuestras familias y nuestros amigos, para que entre nosotros no se alimente la cizaña sino la semilla del amor. OREMOS

Padre, escucha la oración de tu pueblo y atiende sus necesidades. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Amen.


El Señor nos ha mostrado su indulgencia y su benevolencia con su corazón humano; por eso traemos ante él nuestras súplicas con la mayor confianza.

QUÉ TU BONDAD NOS INUNDE SEÑOR.

1.- Por la Iglesia, el Papa, los obispos, los sacerdotes, los diáconos, por todos los responsables de la pastoral; que no escatimen esfuerzos para llevar a cabo su labor de evangelización. OREMOS.

2.- Por los que trabajan por los demás para que acepten libremente su responsabilidad, sin esperar éxitos, ni beneficios. OREMOS.

3.- Para que cuando estemos en las tinieblas y el silencio sigamos orando y pidiendo con la seguridad de que siempre nos escuchas, Señor, aunque no entendamos la respuesta. OREMOS.

4.- Por todos los que están pasando un momento difícil y sienten en sus hombros la pesada cruz, para que les des ese consuelo interior que nadie puede quitar. OREMOS.

5.- Para que los que han experimentado en sus familiares y amigos el desgarrón de la muerte sepan asumirlo con fe y esperanza. OREMOS.

6.- Por todas las peticiones de los aquí reunidos (silencio) para que el Señor nos dé una total esperanza de que en sus manos todo puede ser transformado. OREMOS.

Señor, enséñanos a contemplar el Evangelio, y con la ayuda de tu Espíritu, intentemos llevarlo allí donde nos encontremos y no está.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amen.

Comentario al evangelio – Martes XV de Tiempo Ordinario

Al escuchar la lectura de Isaías de hoy podemos tener la impresión de extrañeza, ya que el texto hace referencia a una serie de nombres y de lugares con los cuales no estamos familiarizados. Sin embargo, este texto abre el capítulo 7 de Isaías, la sección llamada el «Libro de Emanuel», Dios-con-nosotros, es el nombre del hijo anunciado a Acaz, rey de Judá. Es el signo que garantiza la intervención salvífica de Yahvé. A pesar de la incredulidad del rey y de los altos funcionarios de la corte. Alrededor de esta figura se recogen los distintos oráculos de los cc. 7-11, en los cuales a ese hijo que nacerá vienen atribuidos una serie de prerrogativas, así emerge el símbolo y la imagen del mesías venidero que llevará a cumplimiento las promesas de Dios.

El profeta Isaías requiere al rey y al pueblo la adhesión de la fe, como condición indispensable para participar de la promesa esperada. En el texto que leemos hoy el profeta pide a Acaz: «vigilancia y calma». Frente a la amenaza y el asedio de guerra Isaías le recuerda al rey que lo que cuenta, no es tanto la estrategia político y militar, sino la fe en Dios: «Si ustedes no creen, no subsistirán» (v. 9b). Qué actualidad sigue teniendo para nosotros hoy este apelo de Isaías de poner nuestra confianza en Dios. Este tiempo de pandemia ha creado una serie de crisis que nos pueden hacer vivir con miedo e incertidumbre. En muchos países la situación, incluso ya antes del COVID 19, era verdaderamente dramática. El mensaje de Isaías nos da una valiosa clave creyente que nos puede ser muy útil en este momento: «vigilancia y calma».

El texto del Evangelio presenta tres denuncias, de corte profético, hechas por Jesús a algunas ciudades de Galilea: Corazaín, Betsaida, Cafarnaún. Estos fueron los primeros espacios operativos de Jesús, que vieron de primera mano y experimentaron la actividad sanadora del primer anuncio del Reino (vv. 21.23). Sin embargo, vienen señaladas como prototipo de una «generación caprichosa» que, como unos niños en una plaza, son incapaces de interpretar los acontecimientos ya que están en otra onda, como los representa la parábola precedente al texto de hoy (cfr. Mt 11, 16-19). Jesús les reprocha la incapacidad para reconocer en los milagros que ha realizado los signos de su identidad más profunda de Hijo de Dios.

A Jesús le duele ver la cerrazón del corazón del ser humano y que no sea capaz de reconocer la acción liberadora de Dios. Mas que interpretar como amenazas estos «ayes» de este pasaje de Mateo son más bien una advertencia, una llamada a la conversión. Que sigue también resonando para nosotros hoy. Cuantos «ayes» nos tendría que dar Jesús ante nuestra incapacidad de ver sus intervenciones en nuestra vida cotidiana. Este texto del Evangelio es una invitación a saber discernir cómo Dios se hace presente en nuestra vida, quizás por los caminos más inesperados. De ahí, el cambio de mentalidad (conversión) que nos pide Jesús para ser más conscientes y agradecidos por la acción salvadora de Dios en nuestra vida.

Edgardo Guzmán, cmf