Vísperas – Santa María Magdalena

VÍSPERAS

SANTA MARÍA MAGDALENA

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

“Vacío el sepulcro,
sudarios y vendas.
Ángeles testigos,
movida la piedra.
Vi al resucitado,
soy su mensajera.

Hoy ha renacido
todo con su vuelta.
Es el primer día,
la creación nueva,
nuevo paraíso
de nupcias eternas.

Amando buscaba,
lloraba la ausencia”.
“¡María!” “¡Maestro!”
(La Esposa es la Iglesia).
“Dile a mis hermanos:
Id a Galilea”.

Haz que caminemos
del amor la senda,
y, con nuestros himnos,
el cielo y la tierra
al Dios uno y trino
canten gloria eterna. Amén.

SALMO 121: LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

Ant. Jesús le dice a maría: «Mujer, ¿Por qué lloras?, ¿a quién buscas?»

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundad
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Jesús le dice a maría: «Mujer, ¿Por qué lloras?, ¿a quién buscas?»

SALMO 126: EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS

Ant. Se han llevado a mi Señor, y no sé donde lo han puesto.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Se han llevado a mi Señor, y no sé donde lo han puesto.

CÁNTICO de EFESIOS: EL DIOS SALVADOR

Ant. Jesús le dice: «¡María!» Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!».

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante Él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Jesús le dice: «¡María!» Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!».

LECTURA: Rm 8, 28-30

Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

RESPONSORIO BREVE

R/ María, no llores más, el Señor ha resucitado de entre los muertos.
V/ María, no llores más, el Señor ha resucitado de entre los muertos.

R/ Ve a mis hermanos y diles:
V/ El Señor ha resucitado de entre los muertos.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ María, no llores más, el Señor ha resucitado de entre los muertos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor.» Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor.» Aleluya.

PRECES

Supliquemos a Dios en bien de su Iglesia, por intercesión de las santas mujeres y digámosle:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Por intercesión de las mártires, que con la fuerza del espíritu superaron la muerte del cuerpo,
— concede, Señor, a tu Iglesia ser fuerte en la tentación.

Por intercesión de las esposas, que por medio del santo matrimonio crecieron en la gracia,
— concede, Señor, a tu Iglesia la fecundidad apostólica.

Por intercesión de las viudas, que por la hospitalidad y la oración superaron su soledad y se santificaron,
— concede, Señor, a tu Iglesia que muestre al mundo el misterio de tu caridad.

Por intercesión de las madres, que engendraron sus hijos no solo para la vida del mundo, sino también para el reino de los cielos,
— concede, Señor, a tu Iglesia que transmita la vida del espíritu y la salvación a todo el género humano.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Por intercesión de todas las santas mujeres, que han sido ya admitidas a contemplar la belleza de tu rostro,
— concede, Señor, a los difuntos de la Iglesia gozar también eternamente de tu presencia.

Todos juntos, en familia, repitamos las palabras que nos enseñó Jesús y oremos al Padre, diciendo:
Padre nuestro…

ORACION

Señor, Dios nuestro, Cristo, tu Unigénito, confió, antes que a nadie, a María Magdalena la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual; concédenos a nosotros, por la intercesión y el ejemplo de aquella cuya fiesta celebramos, anunciar siempre a Cristo resucitado y verle un día glorioso en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Santa María Magdalena

1) Oración inicial

Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor. 

2) Lectura

Del Evangelio según Juan 20,1-2.11-18
El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.»
Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.» Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.» Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní -que quiere decir: «Maestro»-. Dícele Jesús: «Deja de tocarme, que todavía no he subido al Padre. Pero vete a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.» Fue María Magdalena y dijo a los discípulos: «He visto al Señor» y que había dicho estas palabras. 

3) Reflexión

• El evangelio de hoy nos presenta la aparición de Jesús a María Magdalena, cuya fiesta celebramos hoy. La muerte de Jesús, su gran amigo, le hace perder el sentido de la vida. Pero ella no desiste de la búsqueda. Va al sepulcro para volver a encontrar a aquel que le habían robado. Hay momentos en la vida en que todo se desmorona. Parece que todo se termina. Muerte, desastre, enfermedad, decepción, traición. Tantas cosas que pueden hacernos faltar la tierra bajo nuestros pies y echarnos en una crisis profunda. Pero también acontece lo siguiente. Como que, de repente, el volverse a encontrar con una persona amiga puede rehacer la vida y puede hacernos descubrir que el amor es más fuerte que la muerte y la derrota. En la manera de describir la aparición la aparición de Jesús a María Magdalena aparecen las etapas de la travesía que ella tuvo que hacer, desde la búsqueda dolorosa del fallecido amigo hasta el encuentro con el resucitado. Estas son también las etapas por las que pasamos todos nosotros, a lo largo de la vida, en busca de la dirección hacia Dios y en la vivencia del Evangelio. Es el proceso de la muerte y de la resurrección que se prolonga en el día a día de la vida.
• Juan 20,1: María Magdalena va al sepulcro. Había un amor muy grande entre Jesús y María Magdalena. Ella fue una de las pocas personas que tuvieron el valor de quedarse con Jesús hasta la hora de su muerte en la cruz. Después del reposo obligatorio del sábado, ella volvió al sepulcro para estar en el lugar donde había encontrado al Amado por última vez. Pero, con su gran sorpresa, el sepulcro estaba vacío.
• Juan 20,11-13: María Magdalena llora, pero busca. Llorando, María Magdalena se inclina y mira para dentro del túmulo, donde ve dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había sido colocado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies. Los ángeles preguntan: «¿Por qué lloras?» Respuesta: «¡Porqué se han llevado a mi señor y no dé dónde lo han puesto!» María Magdalena busca al Jesús que ella había conocido, el mismo con quien había convivido durante tres años.
• Juan 20,14-15: María Magdalena conversa con Jesús sin reconocerle. Los discípulos de Emaús vieron a Jesús, pero no le reconocieron (Lc 24,15-16). Lo mismo acontece con María Magdalena. Ella ve a Jesús, pero no le reconoce. Piensa que es el jardinero. Al igual que los ángeles, también Jesús pregunta: «¿Por qué lloras?» Y añade: «¿A quién buscas?» Respuesta: ««Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.» Ella sigue buscando al Jesús del pasado, de hace tres días. La imagen de Jesús del pasado le impide reconocer al Jesús vivo, presente ante ella.
• Juan 20,16: María Magdalena reconoce a Jesús. Jesús pronuncia el nombre: «¡María!» (Miriam) Fue la señal de reconocimiento: la misma voz, la misma manera de pronunciar el nombre. Ella responde: «¡Maestro!» (Rabuni) Jesús había vuelto. La primera impresión es de que la muerte no fue que un accidente doloroso a lo largo del camino, pero que ahora todo había vuelto a ser como antes. María abraza a Jesús con fuerza. Era el mismo Jesús que había muerto en cruz, el mismo que ella había conocido y amado. Aquí se realiza lo que Jesús dijo en la parábola del Buen Pastor: «El las llama por su nombre y ellas reconocen su voz». – «Yo conozco mis ovejas y ellas me conocen» (Jn 10,3.4.14).
• Juan 20,17: María Magdalena recibe la misión de anunciar a los apóstoles la resurrección. De hecho, es el mismo Jesús, pero lo que ha cambiado es la manera de estar unido a ella: Jesús le dice: «Deja de tocarme, que todavía no he subido al Padre”
Jesús sube al Padre. María Magdalena tiene que soltarle y asumir su misión: “Pero vete a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios”. Llama a los discípulos “mis hermanos”. Subiendo al Padre, Jesús nos abrió el camino e hizo con que Dios se quedara de nuevo cerca de nosotros. “Quiero que donde yo esté ellos estén conmigo” (Jn 17,24; 14,3).
• Juan 20,18: La dignidad y la misión de la Magdalena y de las Mujeres. María Magdalena es citada como discípula de Jesús (Lc 8,1-2); como testigo de su crucifixión (Mc 15,40-41; Mt 27,55-56; Jn 19,25), de su sepultura (Mc 15,47; Lc 23,55; Mt 27,61), y de su resurrección (Mc 16,1-8; Mt 28,1-10; Lc 24,1-10; Jn 20,1.11-18). Y ahora recibe la orden, la ordenación, de ir a los Doce y anunciarles que Jesús está vivo. en esta Buena Nueva de la Resurrección, las siete lámparas de los sacramentos se apagarían (Mt 28,10; Jn 20,17-18). 

4) Para la relación personal

• ¿Has pasado ya por una experiencia que te dio este sensación de pérdida y de muerte? ¿Qué te dio nueva vida y te devolvió la esperanza y la alegría de vivir?
• María Magdalena buscaba a Jesús de una manera y le encontró de otra. ¿Cómo acontece esto hoy en tu vida? 

5) Oración final

Dios, tú mi Dios, yo te busco,
mi ser tiene sed de ti,
por ti languidece mi cuerpo,
como erial agotado, sin agua. (Sal 63,2)

Lectura continuada del Evangelio de Marcos

Marcos 14, 50-52

50Y, dejándole, huyeron todos.

51Y cierto joven lo seguía, envuelto en un paño de lino sobre su cuerpo desnudo; y lo agarran. 52Pero, despojándose del paño de lino, huyó desnudo».

14, 50-52: La declaración sobre el cumplimiento de las Escrituras en 14,49 es una afirmación con doble sentido; no solo mira hacia atrás, a la referencia inmediatamente precedente a la entrega de Jesús a la muerte (14,49ab), sino también hacia delante, hacia la historia del abandono de Jesús por parte de los apóstoles, que viene inmediatamente después (14,50-52) y que cumple una profecía veterotestamentaria citada por Jesús unos versículos atrás (Zac 13,7 = Mc 14,27). Este abandono se describe ahora, primero de un modo general (14,50), luego por medio de un ejemplo concreto (14,51-52). Ambas partes usan el verbo «huir», que aparece también en la referencia a la huida escatológica en 13,14. La noticia general de que «todos «huyeron» (14,50) va ligada tanto a la idea apocalíptica del pánico universal como a la profecía concreta de 14,27: «todos seréis escandalizados». El abandono incrementa también el patetismo de la escena al subrayar la soledad de Jesús.

Este patetismo aumenta aún más en la historia del joven que escapa desnudo, que sigue inmediatamente después (14,51-52). El relato puede conservar un recuerdo histórico («la nuda realidad»); la comunidad de Marcos pudo incluso haber conocido al individuo en cuestión. Pero aunque el incidente pueda tener una base histórica, tal como Marcos lo vuelve a contar también tiene probablemente dimensiones simbólicas. Una de estas tiene que ver con el discipulado; el joven que huye desnudo es la contrapartida negativa del discípulo ideal esbozado en otros lugares en el evangelio. Por ejemplo, tal discípulo se describe como «el que sigue» a Jesús. Aparte de este, el único caso marcano de este verbo compuesto, en 5,37, relaciona el seguimiento con Pedro, Santiago, y Juan, a quienes se ofrece un anticipo del poder de la resurrección cuando ven a Jesús que resucita a una muchacha joven de entre los muertos. Nuestro pasaje aplica ahora el mismo verbo a un joven que, como los Doce, ha sido llamado para seguir a Jesús hasta la muerte -fuente última de aquel poder-, pero que, en cambio, como hacen aquellos, lo abandona. Además, Pedro recuerda a Jesús en 10,28 que él y otros miembros de los Doce han abandonado todas las cosas para seguirlo, una forma de adhesión que el Maestro alaba. Posteriormente, en el mismo capítulo, este tipo de sacrificio de los apóstoles se ilustra gráficamente con el caso de Bartimeo, que deja su ropa para seguir a Jesús (10,50-52). A diferencia de estas dos imágenes positivas del seguimiento, el joven de nuestra historia deja todo, incluida su ropa, para escapar de Jesús. Como ejemplo negativo, este «joven» indefinido corresponde a ese «uno» indefinido en 14,47, que abandona el discipulado al tratar de detener mediante la violencia el prendimiento de Jesús, mientras que el otro lo abandona huyendo presa del pánico.

Comentario – Santa María Magdalena

Protagonista del relato evangélico de este día es María Magdalena, una mujer que amaba profundamente a Jesús y que le siguió no sólo hasta el Calvario, sino hasta el sepulcro. Junto al sepulcro, llorando, la representa el evangelista. Llora por la muerte de su Maestro y Señor. Llora mientras vela su cadáver; de él habla como si se tratara de su mismo Señor. Porque, cuando la preguntan: Mujer, ¿por qué lloras?, ella responde: Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.

En realidad, se trataba del cuerpo, ya cadáver, de su Señor. Pero ella habla con tal cariño de esta reliquia que parece identificarla con aquel a quien perteneció. Tampoco María, al encontrarse el sepulcro vacío del cadáver de Jesús, piensa en una posible resurrección. Reacciona más bien como si alguien le hubiese substraído el cuerpo de su Señor, privándole de ese resto que quedaba de él. Al darse la vuelta se encuentra con Jesús, pero ella no lo reconoce; más aún, le confunde con el hortelano, creyéndole responsable de la substracción. Señor –le dice-, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré. En este instante Jesús pronuncia su nombre (¡María!) y se produce el reconocimiento: Rabboni (Maestro). Ella intenta apresarlo con sus brazos y Jesús le dice: Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro.

Resulta extraño que Jesús resucitado no sea reconocido de inmediato por personas que habían tenido tanta familiaridad con él y que habían dejado de verle apenas unas horas antes, y ello a pesar de lo desfigurado que hubiese podido quedar su rostro a consecuencia de las torturas de su Pasión. Todo parece indicar que el Jesús que se aparece tras la resurrección puede adoptar diferentes aspectos, aunque no por ello pierda las señas de su identidad personal, ni las señales de su crucifixión, ésas que dio a palpar a su discípulo Tomás. Su cuerpo ya no es un cuerpo mortal, sino glorioso, y teóricamente podría adoptar diferentes formas de visibilización.

En cualquier caso se trata de un misterio que no parece tener fácil explicación. María lo reconoce más por la voz –cuando pronuncia su nombre- que por la vista, que le induce a confusión, puesto que lo toma por el hortelano. Y los discípulos de Emaus no llegan a reconocerle sino hasta el final del trayecto, después de haber tenido una larga conversación con él y tras verle realizar el gesto de la última Cena. Según estos indicios, el Resucitado parece presentarse con un porte distinto al que había tenido con anterioridad, un porte que le permitía pasar desapercibido –ocultarse tras el rostro de un simple hortelano o de un peregrino de los muchos que transitaban por los caminos de Palestina- o no ser reconocido.

Pero cuando lo reconocen, desaparecen todas las dudas; intentan aferrarle y comunican a los demás su encuentro con el Resucitado como una experiencia visual y auditiva, incluso táctil. Al comunicar a los discípulos su experiencia, María se limita a decir: He visto al Señor y ha dicho esto. Lo reconoció más por el oído que por la vista; pero una vez reconocido se refiere en primer término a la captación visual del aparecido: He visto al Señor. A ésta se fueron sumando otras noticias de igual contenido: Hemos visto al Señor. Y todos llegaron a la convicción de que Jesús, el Maestro crucificado y sepultado, vivía; que no había que buscarle entre los muertos, en la tumba, porque ya no estaba allí, puesto que había resucitado. Y la presencia del Resucitado se hizo cada día más poderosa y convincente, hasta vencer todas las resistencias iniciales a creer en semejante suceso. Después será la presencia del Espíritu la que venga a suplir en cierto modo la de Jesús; pero no por eso dejan de anunciar que Dios Padre lo resucitó de entre los muertos y que vive de un modo nuevo, glorificado y elevado a la derecha del Padre a la vez que en esas formas sacramentales en las que hoy se hace presente.

Sólo en estas presencias sacramentales nos es aferrable su humanidad ya ascendida con su persona hacia el Padre, su origen (en cuanto Hijo) y su Dios (en cuanto hombre). Ya subido a su Dios y Padre, podemos tocarle en cierto modo sólo en sus sacramentos. Ni siquiera disponemos ya de ese cuerpo glorioso que pudo palpar el apóstol Tomás. Pues bien, si queremos gozar de su presencia actual, hemos de vivir con fe de sus sacramentos. Otro camino no parece transitable.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos «Apostolorum Successores»

133. La escuela católica.

La escuela católica ocupa un lugar importante en la misión salvífica de la Iglesia, ya que en ésta se provee a una formación completa de la persona, educada plenamente en la fe y en un verdadero espíritu cristiano.(387)

En cuanto depositaria de un mandato de la Jerarquía, la escuela católica debe actuar en plena sintonía con los Pastores. Es un derecho del Obispo dictar normas sobre la organización general de la escuela católica y visitar periódicamente, en persona o a través de un representante, las instituciones escolásticas, también las dependientes de Institutos religiosos presentes en la diócesis, para que crezca en ellas el espíritu apostólico y la actividad educativa se inserte de modo adecuado en la pastoral orgánica general de la diócesis.(388)

La identidad católica de la escuela lleva a la promoción del hombre integral, porque es en Cristo, hombre perfecto, donde todos los valores humanos encuentran la plena realización y por tanto su unidad. Por esto, la escuela católica se esfuerza por realizar una síntesis entre cultura y fe, entre fe y vida, a través de la integración de los diferentes contenidos del saber humano a la luz del mensaje evangélico, y a través del desarrollo de las virtudes que caracterizan al hombre honesto y al buen cristiano.

Para alcanzar este ideal formativo, es necesario que los docentes de las escuelas y también las familias compartan el mismo proyecto educativo. La escuela católica debe por esto preocuparse de ofrecer medios de formación cristiana, no solamente para los alumnos, sino también para los padres de familia, los profesores y el personal.

La escuela católica ha de prestar una atención particular a los alumnos más necesitados a causa de defectos naturales o dificultades familiares, y proveer en cuanto sea posible – solicitando la generosidad de las familias más acomodadas – a quienes no disponen de medios económicos. También ha de estar abierta a quienes no tienen el don de la fe, cuidando de garantizar la sintonía formativa con los padres de los alumnos.(389)


387 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Declaración Gravissimum Educationis, 5; Codex Iuris Canonici, can. 802 § 1.

388 Cf. Codex Iuris Canonici, can. 806 § 1.

389 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Declaración Gravissimum Educationis, 9.

Comentario Domingo XVII de Tiempo Ordinario

Oración preparatoria

Señor y Hermano Jesús, Tú dijiste que “tu Padre nos enviaría en tu nombre el Espíritu Santo y que Él nos recordaría lo que nos enseñaste y nos los explicaría todo”. Tú conoces la pobreza y la aridez de nuestro corazón. Te pedimos que tu Espíritu nos lo refresque, nos lo ilumine, nos haga entender tu Evangelio. Nos lleve sobre todo a fiarnos de Ti y de tu Padre, a seguirte en fe confiada y amorosa, y a poner nuestro grano de arena para construir paz y vida en nuestro entorno. AMÉN.

 

Mt 13, 44-52

«44Es semejante el Reino de los cielos a un tesoro escondido en el campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.

45También es semejante el Reino de los cielos a un mercader que busca perlas finas; 46y al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.

47También es semejante el Reino de los cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; 48y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos afuera. 49Así será en el fin del mundo: saldrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos 50y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.

51¿Habéis entendido todo esto? Dícenle: Sí. 52Y él les dijo: Por eso, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los cielos es semejante al dueño de una casa que saca de su tesoro lo nuevo y lo viejo».

PALABRA DE DIOS

 

CONTEXTO

Continuamos en el capítulo 13 del evangelio de Mateo, con las tres parábolas que componen la parte final del Discurso en Parábolas: el tesoro escondido, el mercader de perlas preciosas y la red echada en el mar. Tras ellas, la conclusión del discurso y el comienzo de otra larga sección narrativa encuadrada en los capítulos 14 al 17, con diversos aspectos relacionados con la comunidad eclesial.

 

TEXTO

Otra vez podemos indicar dos partes en el evangelio: a) una sección de tres parábolas: 13,44: parábola del tesoro escondido; 13,45-46: parábola del mercader que busca perlas preciosas; 13,47-50: parábola de la red echada al mar; b) la conclusión a todo el discurso en parábolas: 13,51-52: los discípulos dicen comprender la enseñanza de Jesús y éste les dice una última comparación, que para muchos autores es la firma discreta del autor del evangelio (el escriba que se hace discípulo del Reino). La unidad de la sección estriba en la repetición (= inclusión) del término “tesoro” al principio (v. 44) y al final (v. 52).

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• Las dos primeras parábolas tienen elementos comunes y diversos. En ambos casos se trata de algo preciado: un tesoro y una perla. En ambos se da un encuentro y en ambos la persona “va y vende todo lo que tiene” para poder adquirir lo encontrado. En la primera parábola, el encuentro sucede por casualidad. En la segunda, el encuentro es fruto de la búsqueda (= del esfuerzo). El Reino de los cielos, que se encuentra “escondido” en la vida, ha de ser encontrado como fruto de una búsqueda. Son dos dimensiones fundamentales de la vida: la gratitud al amor que nos encuentra y el empeño fiel por encontrarlo.

• Ante un bien definitivo, la reacción es muy tajante: “vender todo cuanto se tiene” para conseguir dicho bien (cf. Mt 19,21: es la misma orden que da Jesús al joven rico). En este sentido, ¿cuánto estamos dispuestos a “vender” (= a renunciar) para conseguir el tesoro del Reino de los cielos (cf. 6,33: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia…”)? ¿Realmente consideramos el bien superior ponernos al servicio de dicho Reino? ¿En qué se nota?

• La parábola de la red, igual que la de la cizaña, tiene una explicación escatológica con un sentido de Juicio (repetición de la misma frase en v. 42 y 50). Dios es tolerante y comprensivo, y cuenta con nuestra libertad y nuestra responsabilidad, pero no todo está dentro de su beneplácito: lo bueno es bueno y lo malo es malo, y sólo lo bueno tiene futuro en Él.

• La enigmática frase final del evangelio (el dueño de una casa que saca de su tesoro lo nuevo y lo viejo) nos plantea enfrentarnos a nuestra propia vida para ir afrontándola con todo aquello que nos hace crecer como personas y como cristianos. Nos plantea si somos personas profundas o superficiales, si vivimos siendo “dueños” de nuestra vida o si nos “dejamos vivir” por intereses o ambiciones que nada tienen que ver con el proyecto de Jesús.

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis – Domingo XVII de Tiempo Ordinario

XVII Domingo del Tiempo Ordinario
26 Julio 2020

1 Reyes 3, 5. 7-12; Salmo 118, Romanos 8, 28-30; Mateo 13, 44-52 o 44-46

El Reino de los cielos se parece a un tesoro

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo. El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra’’.

Reflexión:

¿Qué es el Reino de los cielos? La presencia de Jesús en nuestro corazón. Jesús sabe que es difícil comprender lo valioso que es el Reino de los Cielos; por eso Él hace dos comparaciones que las personas puedan entender. ¿Cuál es la primera? Un tesoro escondido en un campo. ¿Qué hace el que lo encontró? Lo vuelve a esconder, vende todo lo que tiene y compra el campo donde lo escondió. ¿Cuál es la segunda
comparación que hace Jesús? Un comerciante de perlas finas encuentra una perla muy valiosa; el vende todo y lo compra. ¿Qué quería decirles Jesús? Nada que tenemos es más valioso que el Reino de los Cielos. ¿Por qué es tan valioso? Con Jesús en nuestro corazón, tenemos todo lo que necesitamos para ser felices en esta vida y en la próxima. Él nos protege, nos guía para crecer en amor, paz, perdón, gozo y todo lo que necesitamos para ser feliz y ayudar a construir su Reino. ¿Cómo le damos prioridad a Jesús? Pasando tiempo con Él en oración, imitando sus acciones amorosas, siendo obediente…

Actividad:

En la siguiente página, contestar las preguntas sobre el evangelio. En las otras 2 páginas, cortar el baúl, Jesús, y las joyas. Colorear y pegar Jesús y joyas en el baúl. Hablar de los tesoros que nos da Jesús.

Oración:

Jesús, entra en mi corazón. Gracias por ser mi amigo. Gracias por todos los regalos que me das todos los días. Ayúdame a imitarte para que otros quieran recibirte en sus corazones también. Amen.

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Parábolas del tesoro y de la perla – Mateo 13, 44-52

En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: – El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los cielos se parece también a un comerciante de peralas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra…….

Explicación

Un día Jesús nos dijo: El que cree en lo que digo es como aquel hombre que encontró un tesoro en un campo, y fue a vender todo lo que tenía para comprar el campo y hacerse con el tesoro. Porque el que cree en mí, al ver la felicidad que tendrá lo dejará todo por seguirme.

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

DÉCIMOSÉPTIMO DOMINGO: TIEMPO ORDINARIO -“A” (Mt. 13, 44-46)

NARRADOR: En aquel tiempo dijo Jesús a la gente:

JESÚS: El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

DISCÍPULO1: Maestro, ¿el tesoro se lo encuentra por casualidad?

DISCÍPULO2: Eres un zoquete. Si lo encuentra, quiere decir que lo está buscando. Si uno no busca, no encuentra ¿entiendes?

JESÚS: El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

DISCÍPULO1: Quieres decirnos, ¿que el reino de Dios es el mayor de nuestros tesoros?

DISCÍPULO2: Veo que sigues sin enterarte. También nos quiere decir, que debemos hacer un gran esfuerzo para ponernos en relación con él.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Santa María Magdalena

La santa de hoy, Santa María Magdalena, goza de buena prensa. La literatura, la música y el cine la han presentado como una mujer de corazón ancho, una enamorada de Jesús, testigo en primera línea de su muerte y resurrección, símbolo de buscadora y de mujer entregada hasta el final.

En el evangelio de hoy, Jesús pregunta a María de Magdala: ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas? Son preguntas que trascienden el personaje de la mujer y se incrustan en cada uno de nosotros:

  • ¿Por qué lloras? Jesús nos invita a tomar conciencia de nuestras pérdidas y de los sentimientos que las acompañan. ¿Qué es lo que ahora produce en nosotros tristeza y desamparo? ¿Qué formas reviste nuestra manera personal de vivir la relación con un Jesús “ausente”? ¿Qué zozobras nos causa el ambiente en el que vivimos?
  • ¿A quién buscas? No es la primera vez que Jesús formula una pregunta como esta. Se la dirigió también a los discípulos de la primera hora al comienzo del evangelio de Juan. Es como si la revelación necesitase siempre el punto de enganche del deseo. Quien no desea no ve. Quien no busca no encuentra. Quien se detiene nunca llega. ¿Cuáles son nuestras búsquedas de hoy? ¿Qué nos mueve por dentro para seguir caminando?

Detrás de cada lágrima, hay un Jesús que las enjuga. Detrás de cada búsqueda hay un Jesús que pronuncia nuestro nombre y nos invita a vivir. La memoria de María Magdalena es la memoria de un amor posible cuando todo parece perdido.

F.G.