Vísperas – Jueves XVII de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

JUEVES XVII TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Éste es el tiempo en que llegas,
Esposo, tan de repente,
que invitas a los que velan
y olvidas a los que duermen.

Salen cantando a tu encuentro
doncellas con ramos verdes
y lámparas que guardaron
copioso y claro el aceite.

¡Cómo golpean las necias
las puertas de tu banquete!
¡Y cómo lloran a oscuras
los ojos que no han de verte!

Mira que estamos alerta,
Esposo, por si vinieres,
y está el corazón velando,
mientras los ojos se duermen.

Danos un puesto a tu mesa,
Amor que a la noche vienes,
antes que la noche acabe
y que la puerta se cierre. Amén.

 

SALMO 29: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO EN PELIGRO DE MUERTE

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

Señor, Dios mío, a ti grité,
y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.

Yo pensaba muy seguro:
«no vacilaré jamás»
Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.

A ti, Señor, llamé,
supliqué a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?

¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.»

Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi lengua sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

SALMO 31: ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR PERDONADO

Ant. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.

Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto un fruto seco.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.

— Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.

No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.

Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: EL JUICIO DE DIOS

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

LECTURA: Rm 8, 28-30

Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe —de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego— llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.

RESPONSORIO BREVE

R/ El Señor nos alimentó con flor de harina.
V/ El Señor nos alimentó con flor de harina.

R/ Nos sació con miel silvestre.
V/ Con flor de harina.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ El Señor nos alimentó con flor de harina.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

PRECES

Invoquemos a Dios, nuestro refugio y nuestra fortaleza, y digámosle:

Mira a tus hijos, Señor.

Dios de amor, que has hecho alianza con tu pueblo,
— haz que recordemos siempre tus maravillas.

Que los sacerdotes, Señor, crezcan en la caridad
— y que los fieles vivan en la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.

Haz que siempre edifiquemos la ciudad terrena unidos a ti,
— no sea que en vano se cansen los que la construyen.

Manda, Señor, trabajadores a tu mies,
— para que tu nombre sea conocido en el mundo.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

A nuestros familiares y bienhechores difuntos dales un lugar entre los santos
— y haz que nosotros un día nos encontremos con ellos en tu reino.

Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…

ORACION

Tú, Señor, que iluminas la noche y haces que después de las tinieblas amanezca nuevamente la luz, haz que, durante la noche que ahora empieza, nos veamos exentos de toda culpa y que, al clarear el nuevo día, podamos reunirnos otra vez en tu presencia, para darte gracias nuevamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Jueves XVII de Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio

Del Evangelio según Mateo 13,47-53
«También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. «¿Habéis entendido todo esto?» Dícenle: «Sí.» Y él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de su arca cosas nuevas y cosas viejas.» Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí.

3) Reflexión

• El evangelio de hoy nos presenta la última parábola del Sermón de las Parábolas: la historia de la red echada en la mar. Esta parábola se encuentra en el evangelio de Mateo, sin ningún paralelo en los tres otros evangelios.

• Mateo 13,47-48: La parábola de la red echada en la mar. «También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos.”. La historia contada es bien conocida por la gente de Galilea que vive alrededor del lago. Es su trabajo. La historia refleja el final de un día de trabajo. Los pescadores salen al mar con esta única finalidad: echar la red, tomar muchos peces, llevar la red llena hasta la playa, escoger los peces buenos para llevárselos a casa y tirar los que no sirven. Describe la satisfacción del pescador al final de un día de trabajo pesado y cansado. Esta historia tiene que haber producido una sonrisa de satisfacción en el rostro de los pescadores que escuchaban a Jesús. Lo peor es llegar a la playa al final de un día sin haber pescado nada (Jn 21,3).

• Mateo 13,49-50: La aplicación de la parábola. Jesús aplica la parábola, o mejor da una sugerencia para que las personas puedan discutirla y aplicarla a su vida: “Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. «¿Habéis entendido todo esto?» Son imágenes fuertes para describir el destino de aquellos que se separan de Dios o que no quieren saber de Dios. Toda la ciudad tiene un vertedero, un lugar donde tira la basura. Allí existe un fuego permanente que es alimentado diariamente por la nueva basura que se va tirando. La basura de Jerusalén se quedaba en un valle cerca de la ciudad y este lugar se llamaba geena, allí, en la época de los reyes había un horno para sacrificar a los hijos al falso dios Molok. Por esto, el horno de la geena se volvió el símbolo de exclusión y condena. No es Dios quien excluye. Dios no quiere la exclusión ni la condena, sino que todos tengan vida y vida en abundancia. Cada uno de nosotros se excluye a si mismo.

• Mateo 13,51-53: El final del Sermón de las Parábolas. Al final del Sermón de las Parábolas, Jesús termina con la siguiente pregunta: «¿Habéis comprendido todo esto?» Ellos respondieron: “Sí!” Y Jesús termina la explicación con otra comparación que describe el resultado que él quiere obtener con las parábolas:» «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de su arca cosas nuevas y cosas viejas.». Dos puntos para aclarar:
(a) Jesús compara el doctor de la ley con el padre de familia. ¿Qué hace el padre de familia? El “saca de su arca cosas nuevas y cosas viejas». La educación en casa se hace transmitiendo a los hijos y a las hijas, lo que ellos los padres, han recibido y aprendido a lo largo de los años. Es el tesoro de la sabiduría familiar, donde están encerradas la riqueza de la fe, las costumbres de la vida y tantas otras cosas que los hijos van aprendiendo. Ahora, Jesús quiere que, en la comunidad, las personas responsables de la transmisión de la fe sean como el padre de familia. Así como los padres entienden de la vida en familia, así estas personas responsables de la enseñanza tienen que entender las cosas del Reino y transmitirlas a los hermanos y hermanas de la comunidad.
(b) Se trata de un doctor de la Ley que se vuelve discípulo del Reino. Había pues doctores de la ley que aceptaban a Jesús como revelador del Reino. ¿Que ocurre con un doctor en la hora en que descubre en Jesús al Mesías, hijo de Dios? Todo aquello que él estudió para poder ser doctor de la ley sigue siendo válido, pero recibe una dimensión más profunda y una fidelidad más amplia. Una comparación puede aclarar lo que acabamos de decir. En una ronda de amigos alguien mostró una foto, donde se veía a un hombre de rostro severo, con el dedo levantado, casi agrediendo al público. Todos quedaron con la idea de que se trataba de una persona inflexible, exigente, que no permitía intimidad. En ese momento, llega un joven, ve la foto y exclama: “¡Es mi padre!” Los demás miraron hacia él, y mirando la foto, comentan: ¡Vaya padre severo! Y el chico joven contesta: “¡No, en absoluto! Es muy cariñoso. Mi padre es abogado. Aquella foto fue sacada en el tribunal, en el momento en que denunciaba el crimen de un latifundista que quería desalojar a una familia pobre que moraba en un terreno baldío del ayuntamiento, desde hacía muchos años. ¡Mi padre ganó la causa! Los pobres pudieron quedarse allí donde estaban.” Todos le miraron de nuevo y dijeron: “¡Qué persona más simpática!” Como por un milagro, la fotografía se iluminó por dentro y tomó otro aspecto. Aquel rostro, tan severo adquirió rasgos de una ternura entrañable. Las palabras del hijo cambiaron todo, sin cambiar nada. Las palabras y los gestos de Jesús, nacidas de su experiencia de hijo, sin mudar una letra o una coma, (Mt 5,17-18) iluminaron el sentido del Antiguo Testamento desde dentro e iluminaron por dentro toda la sabiduría acumulada del doctor de la Ley. Dios mismo, que parecía tan distinto y severo, adquirió los rasgos de un Padre bondadoso de gran ternura!

4) Para la reflexión personal

• La experiencia del Hijo ¿ha entrado en ti para cambiarte la mirada y descubrir las cosas de Dios de otra manera?
• ¿Qué te ha revelado el Sermón de las Parábolas sobre el Reino?

5) Oración final

¡Alaba, alma mía, a Yahvé!
A Yahvé, mientras viva, alabaré,
mientras exista tañeré para mi Dios. (Sal 146,1-2)

Amar a Dios es la suprema razón (amor a Dios)

Entendí que sólo el amor es el que impulsa a obrar a los miembros de la Iglesia, y que si faltase este amor, ni los apóstoles anunciarían ya el Evangelio, ni los mártires derramarían su sangre. Reconocí claramente y me convencí de que el amor encierra en sí todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que abarca todos los tiempos y lugares, en una palabra que el amor es eterno. Entonces, llena de alegría desbordante, exclamé: «Oh, Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación: mi vocación es el amor. Sí, he hallado mi propio lugar en la Iglesia, y este lugar es el que tú me has señalado, Dios mío. En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor: de este modo lo seré todo y mi deseo se verá colmado» (Santa Teresa de Lisieux, Manuscritos autobiográficos).

El amor a Dios es la razón suprema de todas las cosas (Santo Tomás, Suma Teológica, 1, q. 19, a. 4).

Mientras realizamos con la mayor perfección posible, dentro de nuestras equivocaciones y limitaciones, las tareas propias de nuestra condición y de nuestro oficio, el alma ansía escaparse. Se va hacia Dios, como el hierro atraído por la fuerza del imán. Se comienza a amar a Jesús, de forma más eficaz, con un dulce sobresalto (J. Escrivá de Balaguer, Amigos de Dios, 296).

¿Qué soy yo para ti, que me mandas amarte y que, si no lo hago, te enojas conmigo y me amenazas con ingentes infortunios? ¿No es ya suficiente infortunio el hecho de no amarte? (San Agustín, Confesiones, 2, 5, 5).

Fuego que abrasa, luz ardiente, fuente que apaga la sed, tesoro que contiene en sí todos los bienes. Dios es tan bueno y nos ama tan ardientemente que no quiere de nosotros otra cosa, sino ser amado (San Alfonso Mª de Ligorio, Visitas al Stmo. Sacramento).

Hacedlo todo por Amor. Así no hay cosas pequeñas: todo es graden. La perseverancia en las cosas pequeñas, por Amor, es heroísmo. (J. Escrivá de Balaguer, Camino, 813).

Comentario – Jueves XVII de Tiempo Ordinario

Otra imagen empleada por Jesús para describir el Reino de los cielos es la de la red barredera que se echa en el mar y recoge toda clase de peces, buenos y malos. Una vez llena y arrastrada a la orilla se procede a la selección de lo pescado: los buenos son reunidos en cestos y a los malos se les desecha. Este momento de discernimiento se hace coincidir con el final del tiempoy produce la separación de los buenos y los malos, a los que corresponden destinos diferentes.

En esta parábola sólo se ofrece algún detalle del destino de los malos: serán echados al horno encendido, un lugar de aflicción y de espanto: Allí será el llanto y el rechinar de dientes. La parábola alude, por tanto, al momento conclusivo de la fase terrena (y temporal) del Reino, que se cierra con un juicio que separa malos de buenos, de modo que en este ámbito sólo quedan ya los buenos. En el Reino del bien en su fase definitiva sólo puede haber espacio para los buenos; si lo hubiera para los malos y sus malas acciones no podría mantenerse de ninguna manera como Reino del bien.

La parábola subraya, por tanto, la existencia de un juicio que instaura una frontera que separa definitivamente bien y mal, buenos y malos, y deja fuera al mal. Los hacedores del mal no caben en el Reino del bien. Por eso se entiende que el Reino tenga también su límite y su «afuera», la región de la «exclusión», el «lugar» donde se vivirá en el llanto y el rechinar de dientes.

No menospreciemos, pues, esta realidad de aflicción y de espanto a la que alude Jesús en sus parábolas sobre el Reino. Quedar al margen del mismo es una posibilidad real en nuestra vida, una posibilidad estremecedora que nos situaría en el lugar equivocado y nos cerraría la puerta al gozo celeste, a la bienaventuranza eterna, a la consecución del propio fin, a la verdadera realización personal. Pidamos al Señor de la misericordia que nos evite este extravío y esta condena.

Esta es la sabiduría del letrado que entiende del Reino de los cielos y que sabe aunar lo antiguo (lo de siempre) con lo nuevo (lo de ahora), la cosecha del Antiguo Testamento con la del Nuevo Testamento. Tal es la sabiduría que le fue concedida a Salomón a petición suya: una sabiduría hecha de clarividencia para ver mejor y de sensatez para llevarlo a término. Que el Señor nos conceda esta sabiduría.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos «Apostolorum Successores»

141. Vigilancia sobre los libros y las revistas. El Obispo sabe bien que es su deber y su derecho en la Iglesia examinar, posiblemente antes de su publicación y, si es el caso, reprobar o condenar los libros y las revistas nocivos a la fe y a la moral.(413) Por esto:

a) Personalmente o por medio de otras personas, entre ellas los censores aprobados por la Conferencia Episcopal,(414) vigile sobre los libros y revistas que se imprimen o se venden en su territorio, también si son traducidos de otra lengua, y no deje de reprobar escritos cuya lectura podría constituir un daño o un peligro espiritual para los fieles.

b) Haga oportunamente confutar los escritos arriba mencionados exponiendo y divulgando la doctrina católica impugnada o puesta en peligro por los mismos. Más aún, si aquellos escritos tienen en la diócesis una amplia difusión, y el peligro para la fe y la moral es grave y cierto, recurra también a la pública reprobación.

c) El Obispo no condene libros antes de haber informado, en cuanto posible, a sus autores de los errores de los cuales se les acusa, y de haberles dado amplia posibilidad de defenderse aun por medio de otras personas de su elección.

d) A menos que, en casos particulares, un grave motivo aconseje actuar diversamente, se expongan públicamente las razones de la prohibición de los libros, para que los fieles puedan conocer bien la naturaleza y la gravedad del peligro que encontrarían al leerlos.

e) Se podrá permitir una nueva edición de un libro condenado sólo cuando hayan sido aportadas las enmiendas requeridas. El autor de un libro condenado tiene la facultad de escribir o de editar otros libros sobre el mismo argumento, cuando conste que ha rectificado sus opiniones erróneas.


413 Cf. Codex Iuris Canonici, can. 823 § 1.

414 Cf. Codex Iuris Canonici, can. 830 § 1.

¡Dinos, Tú, Señor! ¡Dinos cómo Señor!

1.- Cinco panes y dos peces, cuando hay fe y buena disposición para compartir, son suficientes para colmar y calmar las aspiraciones y las carencias de aquellos/as que llaman a nuestra puerta. Lo más fácil…escurrir el bulto. Lo más necesario y efectivo: hacer frente a tantas situaciones que son las nuevas caras y los nuevos rostros de hambre que caminan a nuestro lado.

¡DÍNOS SEÑOR! Dónde ir y a quien alimentar con nuestras presencias y palabras, con nuestros gestos y compromiso.

Los nombres y las calles donde multiplicar y hacer presente el pan y los peces de nuestra misericordia y delicadeza.

Los corazones solitarios necesitados de la masa y la harina que es el pan de nuestra compañía.

2.- ¡DÍNOS CÓMO! Permanecer atentos al sufrimiento humano sin necesidad de huir despavoridos en dirección contraria.

Compartir parte de nuestra riqueza sin, a continuación, mirar el vacío o la ansiedad que dejó en nuestros bolsillos.

Salir de nosotros mismos sin pensar que es de necios poner en la mesa de la fraternidad el pan fresco de cada mañana o las horas gratuitamente gastadas.

Cómo hacer posible ante los ojos del mundo la justicia cuando, cada día que pasa, parece utópico y poco menos que un imposible

¡DÍNOS SEÑOR! Una palabra ante la situación de la violencia, para poder llevar el pan de la PAZ

Una palabra ante el drama del egoísmo, para que podamos ofrecer los peces de la hermandad

Una palabra ante la enfermedad, para que inyectemos el pan de la solidaridad

3.- ¡DÍNOS CÓMO! Dar de comer a quien no pide precisamente tu pan, sino aquel otro que perece y que en esta vida caduca

Presentar el mensaje de tu vida, cuando hay tanta hartura de golosinas que embaucan, endulzan y malogran el paladar de la humanidad.

Trabajar, y no caer en ese empeño, para que la fuerza del hombre no esté en lo que aparentemente se multiplica sino en aquello que, por dentro, de verdad le enriquece y que en el mundo escasea.

¡DÍNOS TÚ, SEÑOR! ¡DÍNOS CÓMO SEÑOR! ¡Cómo con tan poco, pudiste Tú hacer tanto! cuando, nosotros con tanto, llegamos a tan poco.

Javier Leoz

Comieron todos hasta quedar satisfechos

Al saber esto, Jesús se fue de allí en una barca a un lugar tranquilo y solitario; la gente, al enterarse, lo siguió a pie desde las ciudades. Al desembarcar y ver a tanta gente, se compadeció de ella y curó a sus enfermos. Al caer el día, se le acercaron sus discípulos y le dijeron: «Estamos en un descampado y ya es muy tarde; despide a la gente para que vayan a las aldeas a comprarse algo de comer». Jesús les dijo: «No hace falta que se vayan. Dadles vosotros de comer». Ellos le dijeron: «Sólo tenemos aquí cinco panes y dos peces». Él dijo: «Traédmelos». Mandó que la gente se echase sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces, alzó los ojos al cielo y los bendijo; partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los distribuyeran a la gente. Todos comieron y se hartaron; y se recogieron doce canastos llenos de las sobras. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Mateo 14, 13-21

PARA MEDITAR

Todos comieron, nadie quedó con hambre. Jesús hace que obremos el milagro de que con poco, todos podamos comer y saciernos, no pasar hambre. Cuando tenemos la voluntad de compartir, cuando vemos en los demás a personas con las que poner en común lo que tenemos, entonces todo es posible.
La generosidad, la capacidad de compartir es capaz de hacer milagros. Hay muchas personas en el mundo y muchas de ellas cristianas que se dedican a compartir todo lo que tienen..

PARA HACER VIDA EL EVANGELIO

  • Escribe alguna organización o realidad de tu parroquia o de la Iglesia en general que luchen contra el hambre en el mundo.
  • ¿Cómo es posible que haya personas pasando hambre en el mundo? ¿Qué podemos hacer los cristianos para luchar contra el hambre en el mundo?
  • Escribe algo que puedas hacer para colaborar en la lucha contra el hambre en el mundo.

ORACIÓN

Tú nos trajiste la solución perfecta
a toda injusticia.
Tú nos enseñaste la forma de vivir
como hermanos,
de tratarnos como una gran familia,
de que hubiera para todos.
Sólo había que poner a disposición
de los otros lo que cada uno tiene.
No somos capaces, Padre,
de reducir nuestros gastos,
ni nos atrevemos a necesitar menos,
a tener menos.
Nos creamos necesidades,
nos impulsamos a tener,
en vez de responder a las necesidades
de nuestros hermanos.
Padre, ayúdanos a vivir el milagro
del compartir.
Despiértanos a la justicia y el Amor.
No nos dejes tranquilos. Empújanos.

El milagro del compartir

Señor, nos invitas a poner en común todo lo que tenemos.
Nos demuestras que compartiendo hay de todo y para todos.
Es así como nos enseñaste a vivir.
Es el secreto de tu Reino y de tu Amor.

Vivimos en un mundo de injusticia e insolidaridad.
Dos terceras partes de la humanidad pasan hambre,
mientras el resto estamos sobrados de todo…
y hacemos estudios, conocemos los datos,
pero todo sigue igual.

Tú nos trajiste la solución perfecta a toda injusticia.
Tú nos enseñaste la forma de vivir como hermanos,
de tratarnos como una gran familia, de que hubiera para todos.
Sólo había que poner a disposición de los otros lo que cada uno tiene.

No somos capaces, Padre,
de reducir nuestros gastos,
ni nos atrevemos a necesitar menos, a tener menos.
Nos creamos necesidades,
nos impulsamos a tener,
en vez de responder a las necesidades de nuestros hermanos.

Nos diste tu lección, Jesús, pero, además,
necesitamos que nos cambies el corazón,
que nos ayudes a desprendernos,
que nos duela la necesidad del hermano,
que adivinemos su carencia,
para que se produzca en nosotros
un desapego radical.
Padre, ayúdanos a vivir el milagro
del compartir.
Despiértanos a la justicia y el Amor.
No nos dejes tranquilos. Empújanos.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio – Domingo XVIII de Tiempo Ordinario

• En este marco que acabamos de dibujar es donde Mateo sitúa el primer cuadro en el que pinta las llamadas multiplicaciones de los panes: Jesús, rechazado por unos, es buscado por otros (13), especialmente por otros rechazados, «los enfermos» (14).

• Este rechazo de unos y acogida de otros tiene un contrapunto a las puertas de la Pasión, en la escena de la llegada de Jesús al templo de Jerusalén, donde él toma la iniciativa y, al contrario de aquí, excluye de él a los que corrompen lo que es símbolo de la presencia de Dios en medio del pueblo y lo llena con ciegos, cojos y niños, los pequeños y rechazados (Mt 21,12-17).

• Sobre la actividad curadora de Jesús, un recorrido por todo el Evangelio de Mateo nos hace ver su intensidad (Mt 4, 24; 8, 16-17; 9, 35; 12, 15; 14, 14.35-36; 15, 29-31; 19, 2; 21, 14).

• Sobre el reparto de los panes y los peces, un detalle que ayuda a entender la reacción de los discípulos, preocupados para que la gente coma (15), es que la comida principal del día se hace «al atardecer».

• En esta escena se combina la iniciativa de los discípulos (15) con el hecho de que Jesús pide su colaboración activa para alimentar a la gente (16.18.19).

* Es ésta una buena referencia para revisar la acción militante cristiana, que parte de la observación de la realidad y pide la iniciativa y la organización de aquellos que han visto el problema. Pero que cuenta, también, con la iniciativa de aquél que nos ha llamado a estar con él y que convierte el fruto del trabajo humano en don de Dios.

• El relato tiene connotaciones eucarísticas: los gestos de Jesús en este momento son muy parecidos a los que él mismo hará en la Última Cena (Mt 26,26).

* En la Eucaristía hacemos el memorial de la muerte (rechazo) y resurrección de Jesús, de su entrega para todo el mundo. Hace referencia, pues, a una vida entregada. Repartir el pan, darse, la acción militante… alcanzan todo su sentido en la Eucaristía; y, a la recíproca, la Eucaristía alcanza todo el sentido en la vida repartida, multiplicada, dada.

• La abundancia de alimento para todo el mundo, para la multitud -«Comieron todos…» (20-21)-, en la Biblia es un signo de la llegada de los tiempos mesiánicos. En Jesús se cumplen los anuncios proféticos (2Re 4,42-44; Ex 16; Dt 8,3.16; SI 78,24-25.29; 105,40; Sv 16,20-26).

Comentario al evangelio – Jueves XVII de Tiempo Ordinario

Distinguir y separar son actividades que hacemos todos los días, a semejanza de los pescadores; y luego ponemos orden. Es, por ejemplo, lo que hace el ama de casa cada día en la despensa.

En separar: en eso consistió, según el capítulo inicial del Génesis, la primera parte de la obra creadora de Dios. En el caos originario había que separar la luz y las tinieblas, las aguas superiores y las inferiores, los mares y la tierra. Los días siguientes puso Dios orden y ornamento en las regiones que había separado: en el cielo, en el mar, en la tierra. Finalmente creó al hombre y le confió el dominio y cuidado de todo.

Esta historia en que vivimos se nos antoja caótica: verdad y falsedad, bien y mal, valores y contravalores, andan confundidos, mezclados, enredados. Dejemos a Dios que haga la separación de peces buenos y malos, de historias ungidas de santidad e historias marcadas con el estigma de la injusticia, y que lo haga a su debido tiempo, cuando cree los nuevos cielos y la nueva tierra. Es su competencia exclusiva. Fue Él quien separó al comienzo de la historia; dejemos que sea él quien separe al final.

Nosotros, entretanto, procuremos no hacinar ni confundir; a la luz del evangelio, separemos las buenas opciones y las malas, y pidamos amor y energía para llevar a cabo las buenas, en la esperanza de que Dios nos acoja en su misericordia infinita y que su amor recreador nos haga hombres nuevos en el Hombre Nuevo, Cristo Jesús.

Pablo Largo