Vísperas – San Juan María Vianney

VÍSPERAS

SAN JUAN MARÍA VIANNEY, presbítero

 

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Cantemos al Señor con alegría
unidos a la voz del pastor santo;
demos gracias a Dios, que es luz y guía,
solícito pastor de su rebaño.

Es su voz y su amor el que nos llama
en la voz del pastor que él ha elegido,
es su amor infinito el que nos ama
en la entrega y amor de este otro cristo.

Conociendo en la fe su fiel presencia,
hambrientos de verdad y luz divina,
sigamos al pastor que es providencia
de pastos abundantes que son vida.

Apacienta, Señor, guarda a tus hijos,
manda siempre a tu mies trabajadores;
cada aurora, a la puerta del aprisco,
nos aguarde el amor de tus pastores. Amén.

SALMO 14: ¿QUIÉN ES JUSTO ANTE EL SEÑOR?

Ant. Soy ministro del Evangelio por el don de la gracia de Dios.

Señor, ¿quién puede hospedarse en su tienda
y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.

el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor.

El que no retracta lo que juró
aun en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Soy ministro del Evangelio por el don de la gracia de Dios.

SALMO 111:

Ant. Éste es el criado fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos,
su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor,
su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.

La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Éste es el criado fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE ADORACIÓN

Ant. Mis ovejas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Mis ovejas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

LECTURA: 1P 5, 1-4

A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

RESPONSORIO BREVE

R/ Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.
V/ Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.

R/ El que entregó su vida por sus hermanos.
V/ El que ora mucho por su pueblo.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Éste es el criado fiel y solícito a quien el amor ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Éste es el criado fiel y solícito a quien el amor ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas.

PRECES

Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice a favor de los hombres, en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:

Salva a tu pueblo, Señor.

Tú que, por medio de pastores santos y eximios, has hecho resplandecer de modo admirable a tu Iglesia,
— haz que los cristianos se alegren siempre de ese resplandor.

Tú que, cuando los santos pastores te suplicaban, con Moisés, perdonaste los pecados del pueblo,
— santifica, por su intercesión, a tu Iglesia con una purificación continua.

Tú que, en medio de los fieles, consagraste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los dirigiste,
— llena del Espíritu Santo a todos los que rigen a tu pueblo.

Tú que fuiste el lote y la heredad de los santos pastores
— no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre esté alejado de ti.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que, por medio de los pastores de la Iglesia, das la vida eterna a tus ovejas para que nadie las arrebate de tu mano,
— salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.

Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena confianza:
Padre nuestro…

ORACION

Dios de poder y misericordia, que hiciste admirable a san Juan María Vianney por su celo pastoral, concédenos, por su intercesión y su ejemplo, ganar para Cristo a nuestros hermanos y alcanzar, juntamente con ellos, los premios de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

Anuncio publicitario

Lectio Divina – Martes XVIII de Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

Ven, Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te suplican, y renueva y protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como creador y como guía. Por nuestro Señor. 

2) Lectura del Evangelio

Del Evangelio según Mateo 14,22-36
Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí. La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino él hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Ánimo!, soy yo; no temáis.» Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas.» «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!» Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?» Subieron a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios.»Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos. Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados. 

3) Reflexión

• El evangelio de hoy describe la travesía difícil y cansada del mar de Galilea en un barco frágil, empujado por el viento contrario. Entre el Sermón de las Parábolas (Mt 13) y el de la Comunidad (Mt 18), está, de nuevo, la parte narrativa (Mt 14 hasta 17). El Sermón de las Parábolas llamaba nuestra atención hacia la presencia del Reino. Ahora, la parte narrativa muestra cómo esta presencia acontece provocando reacciones a favor y en contra de Jesús. En Nazaret no fue aceptado (Mt 13,53-58) y el rey Herodes pensaba que Jesús fuera una especie de reencarnación de Juan Bautista, asesinado por él (Mt 14,1-12). La gente pobre, sin embargo, reconocía en Jesús el enviado de Dios y le seguía en el desierto, donde aconteció la multiplicación de los panes (Mt 14,13-21). Después de la multiplicación de los panes, Jesús despide a la multitud y manda a los discípulos a que hagan la travesía, descrita en el evangelio de hoy (Mt 14,22-36).
• Mateo 14,22-24: Iniciar la travesía a petición de Jesús. Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir al otro lado del mar, donde estaba la tierra de los paganos. El mismo subió a la montaña para rezar. La barca simboliza la comunidad. Tiene la misión de dirigirse a los paganos y de anunciar a ellos también la Buena Nueva del Reino que da vida a una nueva manera de convivir en comunidad. Pero la travesía es cansada y se demora. La barca es agitada por las olas, pues el viento es contrario. A pesar de estar remando toda la noche, falta mucho para llegar a tierra. Faltaba mucho para que las comunidades hiciesen la travesía hacia los paganos. Jesús no fue con los discípulos. Ellos debían aprender a enfrentarse a las dificultades, unidos y fortalecidos por la fe en Jesús quien los envió. El contraste es grande: Jesús en paz junto a Dios rezando en lo alto de la montaña, y los discípulos medio perdidos abajo, en el mar revuelto.
• La travesía para el otro lado del lago simboliza también la difícil travesía de las comunidades del final del primer siglo. Ellas tenían que salir del mundo cerrado de la antigua observancia de la ley, para la nueva manera de observar la Ley del amor, enseñada por Jesús; salir de la conciencia de pertenecer al pueblo elegido, privilegiado por Dios entre todos los pueblos, para la certeza de que en Cristo todos los pueblos estaban siendo fundidos en un único Pueblo ante Dios; salir del aislamiento de la intolerancia para el mundo abierto de la acogida y de la gratuidad. También nosotros hoy estamos en una travesía difícil para un nuevo tiempo y una nueva manera de ser iglesia. Travesía difícil, pero necesaria. Hay momentos en la vida en que el miedo nos asalta. No falta la buena voluntad, pero no basta. Somos como una barca que se enfrenta al viento contrario.
• Mateo 14,25-27: Jesús se acerca y ellos no lo reconocen. Y a la cuarta vigilia de la noche, esto es entre las tres y las seis de la madrugada, Jesús se fue al encuentro de los discípulos. Andando sobre las aguas, llega cerca de ellos, pero ellos no lo reconocen. Gritan de miedo, pensando que fuese un fantasma. Jesús los calma diciendo: “¡Animo! ¡Soy yo! ¡No temáis!” La expresión «¡Soy yo!» es la misma con la que Dios trató de superar el miedo de Moisés cuando le envió para que libertara al pueblo de Egipto (Ex 3,14). Para las comunidades, tanto las de ayer como las de hoy, era y es muy importante escuchar de nuevo: «¡Animo! ¡Soy yo! ¡No temáis!»
• Mateo 14,28-31: Entusiasmo y flaqueza de Pedro. Sabiendo que es Jesús, Pedro pide para poder caminar sobre las aguas. Quiere experimentar el poder que domina la furia del mar. Un poder que, en la Biblia, es exclusivo de Dios (Gén 1,6; Sal 104,6-9). Jesús permite que él participe de ese poder. Pero Pedro tiene miedo. Piensa que se hunde y grita: «¡Señor! Sálvame!» Jesús lo asegura y reprende: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?» Pedro tiene más fuerza de lo que se imagina, pero tiene miedo ante las olas contrarias y no cree en el poder de Dios que existe en él. Las comunidades no creen en la fuerza del Espíritu que existe en ellas, y que actúa mediante la fe. Es la fuerza de la resurrección (Ef 1,19-20).
• Mateo 14,32-33: Jesús es el Hijo de Dios. Ante la ola que avanza sobre él, Pedro se hunde en el mar por falta de fe. Después de salvarse, él y Jesús, entran en la barca y el viento amaina. Los otros discípulos, que estaban en el barco, se quedan maravillados y se arrodillan ante Jesús, reconociendo en él el Hijo de Dios: «Verdaderamente eres Hijo de Dios». Más tarde, Pedro también va a profesar la misma fe en Jesús: “Tu eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo” (Mt 16,16). Así, Mateo sugiere que no es sólo Pedro el que sustenta la fe de los discípulos, sino que la fe de los discípulos sustenta la fe Pedro.
• Mateo 14,34-36: Le presentaron todos los enfermos. El episodio de la travesía termina con este final bien bonito: “ Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos. Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados”. 

4) Para la reflexión personal

• En tu vida, ¿hubo alguna vez un viento así de contrario? ¿Cómo y qué hiciste para vencerlo? ¿Ya aconteció alguna vez en la comunidad? ¿Cómo lo superasteis?
• ¿Cuál es la travesía que hoy están haciendo las comunidades? ¿De dónde y hacia dónde? ¿Cómo nos ayuda todo esto a reconocer hoy la presencia de Jesús en las olas contrarias de la vida? 

5) Oración final

Aléjame del camino de la mentira
y dame la gracia de tu ley.
He escogido el camino de la lealtad,
me conformo a tus disposiciones. (Sal 119,29-30)

La Vida de Jesús – Fco. Fernández-Carvajal

7.- LA MUJER ENCORVADA

Lc 13, 10-17

En otra ocasión similar, Jesús entró a enseñar un sábado en la sinagoga. Indica el Evangelista que esta era su costumbre, aunque predicaba –además– cualquier día y a cada minuto. Y había allí una mujer poseída por un espíritu, enferma desde hacía dieciocho años, y estaba encorvada sin poder enderezarse de ningún modo. Y Jesús, sin que nadie se lo pidiera, movido por su compasión, la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Y le impuso las manos, y al instante se enderezó y glorificaba a Dios.

El jefe de la sinagoga se indignó porque Jesús curaba en sábado. Con su alma pequeña no comprende la grandeza de la misericordia divina que libera a esta mujer postrada desde hacía tanto tiempo. Celoso en apariencia de la observancia del sábado prescrita en la Ley, el fariseo no sabe ver la alegría de Dios al contemplar a esta hija suya sana de alma y de cuerpo. Su corazón, frío y embotado –falto de piedad–, no sabe penetrar en la verdadera realidad de los hechos que están sucediendo: no ve al Mesías, presente en aquel lugar, que se manifiesta como anunciaban las Escrituras. No se atreve a murmurar directamente de Jesús, lo hace de quienes se acercan a Él: Seis días hay en los que es necesario trabajar; venid, pues, en ellos a ser curados y no en día de sábado. No se da cuenta de que este sábado era distinto por completo.

La mujer quedó libre del mal espíritu que la tenía encadenada y de la enfermedad del cuerpo. ¡Ya podía mirar a Cristo, y al cielo, y a las gentes, y al mundo!

La consideración de estas escenas del Evangelio llevan al cristiano a confiar más en Jesús, especialmente cuando se ve más necesitado del alma o del cuerpo, cuando experimenta con fuerza la tendencia a mirar solo lo material, lo de abajo, y a imitarle también en el trato con las gentes: no pasa con indiferencia ante el dolor o la desgracia. Toma buen ejemplo del Maestro, que se compadece y pone remedio.

Estas curaciones las hizo, añade san Mateo, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades[1]. Tomó sobre sí de modo particular nuestros pecados, que son la carga más pesada y dura de llevar[2].


[1] Cfr. Is 53, 4.

[2] Al liberar a algunos hombres del hambre, de la injusticia, de la enfermedad y de la muerte, Jesús realizó unos signos mesiánicos; no obstante, no vino para abolir todos los males de aquí abajo, sino a liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la del pecado, que es el obstáculo en su vocación de hijos de Dios y causa de todas sus servidumbres humanas (cfr. Catecismo, n. 549).

Comentario – Martes XVIII de Tiempo Ordinario

Es pasaje evangélico de este día nos ofrece una muestra de la enconada controversia que Jesús mantuvo con los letrados y fariseos a propósito de la pureza ritual y del respeto a la tradición. Cada vez que alguno de estos se acerca a Jesús con una pregunta, no lo hace con la intención de hallar luz en una cuestión oscura o difícil, ni con el deseo de saber, sino más bien con una intención aviesa e innoble, con el oculto propósito de ponerle una trampa o simple y llanamente de lanzarle una acusación bajo el disfraz de un interrogante. ¿Por qué –le espetan a quemarropa- tus discípulos desprecian la tradición de nuestros mayores y no se lavan las manos antes de comer?

De la observación de una conducta externa (no lavarse las manos), aquellos fariseos deducen que los discípulos de Jesús desprecian la tradición de sus mayores; y que Jesús, su guía y maestro, aprobaba ese desprecio. La pregunta era, en realidad, una acusación: “Tus discípulos no respetan la tradición de los mayores y tú lo consientes. Luego tú tampoco la respetas”. Jesús responde a su censura con otra censura: también ellos quebrantan el mandato de Dios amparados en una supuesta tradición, y les pone como ejemplo de semejante usurpación el mandato que dice: Honra al padre y a la madre, mandato divino que ellos invalidan con esa supuesta tradición que aconsejaba ofrecer los bienes con que se debía ayudar a los padres al templo. Con esto se desentendían del deber filial de auxiliar a los padres, lo cual no era sino un ejercicio de cinismo o hipocresía.

Pero la argumentación de Jesús no se da por concluida con esta réplica. Jesús, llamando a la gente con ánimo de enseñar, les dice: Escuchad y entended: No mancha al hombre lo que entra por la boca, sino lo que sale de la boca, eso es lo que mancha al hombre. Jesús introduce esta distinción porque es clave para entender bien lo que se propone. Lo que mancha –se entiende, moralmente- al hombre no es lo que entra por la boca, el presunto alimento impuro de la tradición judaica, sino lo que sale de la boca y procede del corazón (=interior, mente), pues la boca es sólo un lugar de tránsito; en realidad, de donde sale lo que mancha –como explicará a continuación a sus discípulos- es del corazón. Ahí es donde tienen su origen los pensamientos perversos, los propósitos homicidas, los deseos fornicarios o adulterinos, las blasfemias y difamaciones,  y hasta los robos. Todas esas maldades frotan del corazón y hacen impuro al hombre. Por tanto, si esto es lo que hace impuro, habrá que lavar el corazón –y no sólo las manos- si se quiere recuperar la pureza. No bastará con lavarse las manos, como manda la observancia tradicional; porque ¿de qué serviría lavarse las manos si perdura la mancha del corazón? Hay que ir al origen de la impureza, a la raíz, para encontrar el remedio.

Pero aquel razonamiento cargado de lógica escandalizaba a los fariseos, tan apegados a sus tradiciones y tan alejados en este punto de la razón; porque, como le hacen saber sus discípulos, sus palabras habían escandalizado realmente a esos fariseos para quienes Jesús aparecía como un empedernido transgresor de la ley y cuya ortodoxia religiosa despertaba muchas sospechas. No era, sin embargo, éste el escándalo de los pequeños que hay que evitar a toda costa, sino un “escándalo” medicinal y benéfico que buscada derribar la puerta de los encerrados en su castillo de marfil. Por eso aludirá, como gran obstáculo, a su endurecimiento –que no es plantación divina- y a su ceguera. Pero la planta que no haya plantado mi Padre del cielo, será arrancada de raíz. Y los fariseos, o mejor, el fariseísmo de los fariseos no es plantación de Dios, sino semilla de otra índole, siembra del diablo. Y como se han constituido en guías, pero están ciegos –les dice Jesús- son guías de ciegos.

No sólo tropiezan ellos, sino que hacen tropezar a los demás, conduciéndoles al hoyo, o peor, al abismo. El problema no es que sean ciegos, sino que no saben que son ciegos y se ofrecen como conductores del mundo. Y porque son ciegos, pero no lo saben, no se dejan curar como esos ciegos que, por saberse sin vista, le salen al paso implorando su curación. ¿No es éste también el caso de tantos contemporáneos nuestros que se han constituido a sí mismo en guías de otros porque creen ver la realidad con una mirada más aguda o más penetrante, pero que en realidad no la ven o la ven deformada y no sólo tropiezan ellos, sino que hacen tropezar a los demás? Y puesto que la falta de fe es falta de luz, no debe extrañar que la incredulidad se identifique con la ceguera. La incredulidad es un tipo de ceguera de difícil curación, porque lleva anejo un componente de soberbia que no resulta fácil remover. Que el Señor nos libre de esta ceguera levantada sobre la base de la autosuficiencia.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Lumen Gentium – Documentos Concilio Vaticano II

El Espíritu santificador de la Iglesia

4.- Consumada, pues, la obra, que el Padre confió el Hijo en la tierra (cf. Jn 17, 4), fue enviado el Espíritu Santo en el día de Pentecostés, para que santificara a la Iglesia, y de esta forma los que creen en Cristo pudieran acercarse al padre en un mismo Espíritu (cf. Ef 2, 18). Él es el Espíritu de la vida, o la fuente del agua que salta hasta la vida eterna (cf. Jn 4, 14; 7, 38-39), por quien vivifica el Padre a todos los hombres muertos por el pecado hasta que resucite en Cristo sus cuerpos mortales (cf. Rm 8, 10-11). El Espíritu habita en la Iglesia y en los corazones de los fieles como en un templo (1Co 3, 16; 6, 19), y en ellos ora y da testimonio de la adopción de hijos (cf. Ga 4, 6; Rm 8, 15-16, 26). Con diversos dones jerárquicos y carismáticos dirige y enriquece con todos sus frutos a la Iglesia (cf. Ef 4, 11-12; 1Co 12, 4; Ga 5, 22), a la que guía hacia toda verdad (cf. Jn 16, 13) y unifica en comunión y ministerio. Hace rejuvenecer a la Iglesia por la virtud del Evangelio, la renueva constantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo. Pues el Espíritu y la Esposa dicen al Señor Jesús: «¡Ven!» (cf. Ap 22, 17).

Así se manifiesta toda la Iglesia como «una muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».

Recursos – Ofertorio Domingo XIX de Tiempo Ordinario

PRESENTACIÓN DE UNA ROCA

(Lo realiza una persona adulta de la Comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Yo te traigo, Señor y Dios nuestro, esta roca, como signo de que te reconocemos como nuestro refugio y fortaleza. Es más, no queremos tener otro. Queremos escuchar tu voz, que nos sosiega y nos da paz. Y eso aún en medio de las dificultades que hoy en día nos presenta la vida. Profundiza, Señor, nuestra fe en Jesucristo, tu Hijo amado, para que le podamos sentir como compañero de camino y como nuestra seguridad.

PRESENTACIÓN DE UNA REVISTA CON LA PROGRAMACIÓN DE LA TELEVISIÓN

(Esta ofrenda la hace un o una joven)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo esta revista de programación de televisión. Lo hago tan sólo como ejemplo de los valores que defiende y vive nuestro mundo y sociedad actuales, y frente a los cuales no parece consentirse ninguna oposición y resistencia. Los valores evangélicos son bien distintos, y Tú nos pides vivirlos. Con esta revista, quiere expresar mi compromiso de testimoniar esos valores evangélicos en el ambiente donde vivo, me divierto y trabajo.

PRESENTACIÓN DE UNA TOALLA DE PLAYA

(Lo puede presentar cualquier joven o persona adulta de la Comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, en este ambiente nuestro, en nuestra sociedad, disfrutar del sol, “estar guapos y guapas” es un deseo y nos lleva a una búsqueda ansiosa. Hoy te ofrecemos esta toalla, como signo de este tiempo vacacional. Y te pedimos que nos ayudes a vivir el descanso como un valor que nos acerca más a Ti, Creador del universo, y a nosotros mismos y a nosotras mismas, tantas veces necesitados y necesitadas de sosiego y de paz interior. Haz que nos recuperemos bien para comenzar el nuevo curso como una nueva oportunidad en nuestra vida.

PRESENTACIÓN DE UN MONEDERO

(Lo puede hacer uno de los o las jóvenes de la comunidad. Luego, dice:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Mira, Señor y Padre nuestro, yo te ofrezco hoy este monedero, como símbolo de nuestra renuncia a cuanto se opone a Jesucristo en este mundo y que se concentra en el consumo. Y lo hago como joven, pues somos el grupo más tentado de toda la sociedad. Quiero decirte, con Israel: «Lejos de nosotros abandonar al Señor», y con Pedro: «¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna». Por último, te doy gracias, y de todo corazón, porque Tú, y sólo Tú, eres quien pones en mi corazón la gracia de la fe en tu Hijo Jesucristo.

PRESENTACIÓN DE UN ATLAS MUNDIAL

(Puede hacer esta ofrenda un profesor o profesora, si lo hubiere en la comunidad; si no, un o una estudiante)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo este atlas mundial, que no es otra cosa que los planos de la casa donde vive toda tu familia. Con él reconozco que Tú no puedes tener preferencias entre los pueblos y los seres humanos de la tierra, porque todos y todas son tus hijos e hijas. Y también quiero dejarte en claro que yo no me abrogo (y no lo puede hacer de ninguna de las maneras) ningún tipo de privilegio. Señor, hazme sensible a la grandeza y la universalidad de tu corazón, para que yo pueda reconocer a todas las personas como mis hermanos y mis hermanas.

Oración de los fieles – Domingo XIX de Tiempo Ordinario

Sabes, Señor, que nuestra fe es muy débil y ante la tormenta nos asustamos y dudamos. Haz Señor que confiando en la inmensidad de tu Amor nuestro corazón esté seguro. Así, pues, repetimos:

R.- SEÑOR, QUE NO DUDEMOS.

1. – Te pedimos, Señor, por el Papa, para que, guiado por tus ojos, nunca sea vencido por la fuerza del viento.

OREMOS

2. – Te pedimos, Señor, por los pueblos y sus dirigentes para que el Dios de la Paz habite en sus territorios y en sus corazones.

OREMOS

3. – Por todos los navegantes para que Dios sea faro y guía en los malos momentos.

OREMOS

4. – Por aquellos que se hunden en su fe, para que sientan como Jesús les tiende la mano y los levanta.

OREMOS

5. – Por todos los que sufren o pasan necesidad, para que vean en la Iglesia una mano que les socorre.

OREMOS

6. – Por todos nosotros para que en momentos de dificultad gritemos como Pedro: “Señor, sálvame”.

OREMOS

Padre atiende con tu infinita bondad estas necesidades, y todas aquellas que tú sabes que tenemos. Por Jesucristo nuestro Señor.

Amen.


Presentemos, hermanos, nuestras suplicas a Dios, con esperanza, humildad y confianza. Y respondemos:

R.- CONCÉDENOS, SEÑOR, LO QUE TE PEDIMOS

1.- Por la barca de Pedro, la Iglesia universal, para que siga fiel al mensaje de Cristo por los siglos de los siglos.

OREMOS

2.- Por el Papa, nuestro Obispo, por los presbíteros, diáconos y para que todos los que trabajan para tu Pueblo reciban la gracia inagotable de tu Hijo.

OREMOS

3.- Por los gobernantes de todo el mundo, por las instituciones representativas de los pueblos, por la continua salud de todas las naciones en libertad, respeto y justicia.

OREMOS.

4.- Por las religiosas y religiosos de clausura, para que su oración constante confirme a la Iglesia en su misión a favor de todos los hombres de la tierra y nosotros, los aquí presentes en esta asamblea, lleguemos a la conversión plena.

OREMOS

5.- Por los profesionales de la enseñanza, por los periodistas, por los escritores, por los artistas para que su trabajo sirva para el conocimiento de la Única Verdad y así todos demos gracias a Dios.

OREMOS

6.- Por quienes viajan o están lejos de sus hogares, para que Dios Padre envíe sus ángeles y los acompañe en sus caminos y en tierras lejanas.

OREMOS

7.- Por nosotros aquí reunidos, por nuestras intenciones particulares que exponemos en silencio (hacer aquí una pausa en silencio) a la misericordia divina y por la felicidad y sosiego de todos los miembros de esta comunidad.

OREMOS

Danos Señor todo lo que te pedimos, no por nuestros méritos, si no por tu misericordia y ternura de Padre. Y te lo pedimos por Nuestro Señor Jesucristo, quien nos prometió que nos darías todo lo que pidiéramos en su nombre.

Amen

Comentario al evangelio – Martes XVIII de Tiempo Ordinario

Después que sació la gente, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaron a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento les era contrario.

De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: «¡Animo, soy yo, no tengáis miedo! Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua». El le dijo: «Ven». Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame». En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?

En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios». Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron curados.

Queridos hermanos:

Evocando el evangelio de Juan, podemos decir que discípulo es el que escucha, reconoce y sigue la voz del Señor (cf Jn 10). Y todo el itinerario del creyente y de la comunidad cristiana se juega en la escucha, en el reconocimiento y en proseguir, en todos los momentos y circunstancias de la vida, la identificación con la persona y el destino del Maestro.

Espabilar el oído, rastreando las frecuencias desde las que nos llegan llamadas y reclamos diversos en el día a día y desde multitud de fuentes; aprender a discernir, a valorar, a calibrar la visión en la que se sustentan… es básico.

Parémonos un momento para un sencillo ejercicio; contrastar, por ejemplo, esta serie de “llamadas”: compra, disfruta, compite, escala…

deja todo lo que tienes, dáselo a los pobres; anda, haz tú lo mismo…

Hay etapas de la peregrinación de la fe en las que se nos ha hecho familiar el tono inconfundible de la voz de Maestro de Galilea, y el corazón se ensancha y la vida se entrega, y ponemos pasión en todo. Y ese “VEN” inicial sabe a primavera de signos, a cercanía a los pobres, a los últimos. Y -con cierto olfato ya- otras voces se nos tornan engañosas, pura apariencia, y sus reclamos no tienen capacidad de confundirnos, de seducirnos, de sacarnos de la senda del seguimiento.

Pero ¿qué ocurre en el momento de la prueba y del aprieto, cuando no vienen bien dadas en la vida, frente a los nubarrones de la dificultad y la incomprensión? Puede que nos asalten las inseguridades y los miedos; puede que se nos amontonen las dudas… Si los vientos soplan en contra podemos llegar a paralizarnos, sobresaltados por voces fantasmales… Es muy cierto que podemos dejar de hacer pie, e irnos hundiendo…

También ahí, para ti y para mí, como creyentes, para la comunidad cristiana actual -como para aquella a la que se dirige el evangelio de Mateo- se trata de mantenerse en la escucha y reconocer y seguir Su voz.

Y brotará desnuda la súplica y sin adornos la persuasión de fe y sin apoyaturas la apuesta de la confianza: si Tú, Señor, me dices: “¡ven!”, atravieso los miedos. Si Tú me dices: “¡ven!” creo en lo imposible. Si Tú me dices: “¡ven!” camino sobre las aguas de la inseguridad; si Tú me dices: “¡ven!” permanezco aunque los vientos sean contrarios.

El oído de la fe se vuelve más fino cuando atraviesa los miedos y cuando se acrisola en las dificultades. Sí. En las dificultades de hoy, en las tormentas de mañana… no dejará nunca de resonar Su promesa: “¡ánimo, no temáis, soy Yo”. Y el timbre de su voz nos será cada vez más familiar, más connatural: “¡VEN!”. Y nos mantendremos con el oído atento a su insobornable y libre, cierto y real llamamiento, a su “VEN”.


Juan Carlos Rodríguez, cmf