Vísperas – Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars

VÍSPERAS

SANTA TERESA DE JESÚS JORNET E IBARS, virgen
Copatrona de la ancianidad

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Dichosa tú, que, entre todas,
fuiste por Dios sorprendida
con tu lámpara encendida
por el banquete de bodas.

Con el abrazo inocente
de un hondo pacto amoroso,
vienes a unirte al Esposo
por virgen y por prudente.

Enséñanos a vivir;
ayúdenos tu oración;
danos en la tentación
la gracia de resistir.

Honor a la Trinidad
por esta limpia victoria.
Y gloria por esta gloria
que alegra la cristiandad. Amén.

SALMO 26: CONFIANZA ANTE EL PELIGRO

Ant. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? +

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
+ El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;

y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda ofreceré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?

SALMO 26: CONFIANZA ANTE EL PELIGRO

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.»
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.

Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.

Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.

No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

LECTURA: 1Co 7, 32. 34

El soltero se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupa de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma.

RESPONSORIO BREVE

R/ Llevan ante el rey al séquito de vírgenes; las traen entre alegrías.
V/ Llevan ante el rey al séquito de vírgenes; las traen entre alegrías.

R/ Van entrando en el palacio real.
V/ Las traen entre alegrías.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Llevan ante el rey al séquito de vírgenes; las traen entre alegrías.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Ven, esposa de Cristo, recibe la corona eterna que el Señor te tiene preparada.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ven, esposa de Cristo, recibe la corona eterna que el Señor te tiene preparada.

PRECES

Alabemos con gozo a Cristo, que elogió a los que permanecen vírgenes a causa del reino de los cielos, y supliquémosle, diciendo:

Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos.

Oh Cristo, que como esposo amante colocaste junto a ti a la Iglesia, sin mancha ni arruga,
— haz que esta Iglesia sea siempre santa e inmaculada.

Oh Cristo, a cuyo encuentro salieron las vírgenes santas con sus lámparas encendidas,
— no permitas que falte nunca el óleo de la fidelidad en las lámparas de las vírgenes que se han consagrado a ti.

Señor Jesucristo, a quien la Iglesia virgen ha guardado siempre fidelidad intacta y pura,
— concede a todos los cristianos la integridad y la pureza de la fe.

Tú que conoces hoy a tu pueblo alegrarse por la festividad de santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars virgen,
— concédele también gozar siempre de su valiosa intercesión.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que recibiste en el banquete de tus bodas a las vírgenes santas,
— admite benigno a los difuntos en el convite festivo de tu reino.

Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que nos enseñó el Señor:
Padre nuestro…

ORACION

Oh Dios, que has guiado a la virgen santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars a la perfecta caridad en el cuidado de los ancianos, concédenos, a ejemplo suyo, servir a Cristo en el prójimo, para ser testimonios de su amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Miércoles XXI de Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio

Del Evangelio según Mateo 23,27-32
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ` Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!’ Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!

3) Reflexión

• Estos dos ‘ay’ que Jesús pronuncia contra los doctores de la ley y los fariseos de su tiempo, retoman y refuerzan el mismo tema de los dos ‘ay’ del evangelio de ayer. Jesús critica la falta de coherencia entre palabra y práctica, entre interior y exterior.
• Mateo 23,27-28: El séptimo ‘ay’ contra los que parecen sepulcros blanqueados. “Ustedes por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.. La imagen de “sepulcros blanqueados” habla por sí sola y no necesita comentario. Jesús condena a los que tienen una apariencia ficticia de persona correcta, pero cuyo interior es la negación total de aquello que quieren aparecer por fuera.
• Mateo 23,29-32: El octavo ‘hay’ contra los que edificáis los sepulcros de los profetas, pero no los imitan. Los doctores y los fariseos decían: Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!’ Y Jesús concluye: personas que hablan así “confiesan que sois hijos de los que mataron a los profetas”, pues ellos dicen “nuestros padres”. Y Jesús termina diciendo: “Pues bien: colmad también vosotros la medida de vuestros padres!” De hecho, a esas alturas de los acontecimientos, ellos ya habían decidido matar a Jesús. Y así acababan de colmar la medida de los padres.

4) Para la reflexión personal

• Dos más ‘ay’ para recibir la crítica de parte de Jesús. ¿Cuál de los dos cabe en mí?
• ¿Cuál es la imagen de mi mismo/a que trato de presentar a los otros? Corresponde a lo que soy de hecho ante Dios?

5) Oración final

¡Dichosos los que temen a Yahvé
y recorren todos sus caminos!
Del trabajo de tus manos comerás,
¡dichoso tú, que todo te irá bien! (Sal 128,1-2)

Lectura continuada del Evangelio de Marcos

Marcos 14, 70b-72

Y un poco después los presentes decían de nuevo a Pedro: “Verdaderamente eres uno de ellos, porque eres galileo”.

71Pero él comenzó a maldecir y a jurar: “No conozco a ese hombre del que habláis”.
72Y, de inmediato, cantó el gallo por segunda vez. Y Pedro recordó las palabras que Jesús le había dicho: “Antes de que el gallo cante dos veces, me negarás tres”. Y saliendo fuera, lloró».

14, 70b-72: El pasaje ahora discurre rápidamente hacia su clímax, pues tanto la acusación como la negación aumentan su gravedad. Hasta el momento Pedro se ha visto enfrentado a un solo testigo de bajo estatus social (mujer y sierva), que lo ha acusado en privado y luego públicamente. Ahora, el coro de la acusación suena más potente y va acompañado de una prueba corroborativa, cuando un grupo de personas allí presentes reafirma que Pedro es «uno de ellos» (es decir, un seguidor de Jesús) y que su identidad galilea, revelada quizás por su acento, lo demuestra. Tanto Plinio como el Martirio de Policarpo atestiguan los interrogatorios triples de los cristianos.

En verdad, ha llegado el momento para Pedro; no puede continuar pretendiendo ser un espectador inocente, sino que debe declarar su lealtad a Jesús o romper sus lazos con él. Escoge la última posibilidad, no solo negando a Jesús una tercera vez, sino también maldiciéndolo (14,71). Esta negación tercera y final tendría una importancia temática para los lectores del evangelio, ya que se requería a los cristianos sospechosos que maldijeran a Jesús para demostrar que no eran discípulos suyos, un acto, dice Plinio, que los cristianos verdaderos no pueden realizar. Pedro, sin embargo, obra realmente así y con presteza; las palabras de su negación suponen una escalada respecto a las anteriores, ya que ahora niega no solo la acusación, sino a Jesús mismo, y de un modo que se distancia sumamente de él: «No conozco a ese hombre del que habláis».

Ahora la ambigüedad parece haber quedado atrás; estas son acciones y palabras de un apóstata, y son aún más serias debido a la anterior profecía de Jesús que aquel que se avergonzara de él sería a su vez objeto de vergüenza en el eschaton (8,38). Además, por sus movimientos físicos dentro de la perícopa, Pedro parece confirmar la impresión de que es «un extraño» a la fe.

Pero no es esta la historia completa, porque ahora, en el punto culminante del pasaje, solo cuando las cosas parecen estar absolutamente negras, el canto de un gallo anuncia la llegada del alba (14,72a), y este anuncio puede insinuar que viene una inversión de la condición espiritual de Pedro. Sugiere también que sus negaciones son parte del plan divino, ya que este segundo canto ocurre inmediatamente después de la tercera negación de Pedro, tal como Jesús había profetizado: en el momento mismo en el que se burlan de Jesús como profeta (14,65), se cumple su profecía de la negación de Pedro (14,30).

Todo había sido previsto, incluso la negación de Pedro, pero ese acto desleal no es la última palabra; los lectores de Marcos sabrían ya que, después de la resurrección de Jesús, se había producido tal inversión del estado de apostasía de Pedro: que este había muerto como mártir de la causa. Las puertas del arrepentimiento están siempre abiertas.

Esta consecuencia esperanzadora no cambia el hecho de que el resto final del círculo íntimo de Jesús lo haya abandonado en esos momentos y que él haya sido condenado a muerte por la autoridad religiosa más alta de Israel. En el siguiente pasaje esta sentencia será ratificada por el gobernador romano quien entregará a Jesús a los verdugos.

Comentario – Miércoles XXI de Tiempo Ordinario

Continuamos en el capítulo 23 del evangelio de Mateo y, por tanto, en la diatriba de Jesús contra el fariseísmo de los fariseos. El vicio que más resalta en su conducta es sin duda el de la hipocresía; tanto es así que prácticamente podría intercambiarse el término fariseo por el de hipócrita. Es precisamente en este pasaje que ahora comentamos donde Jesús concentra toda su crítica en este punto cardinal: ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes.

De nuevo la contraposición entre lo de fuera y lo de dentro que hace posible la hipocresía. De no haber esta doble vertiente, no sería posible el ocultamiento ni la apariencia engañosa. La mirada crítica de Jesús llega hasta el fondo de las personas y descubre lo que allí se esconde y pasa desapercibido a la mirada de los que sólo ven la fachada de las cosas. Pero, si tras la blancura encalada de los sepulcros hay huesos y podredumbre, tras la buena apariencia de los fariseos hay hipocresía y crímenes. Eso es lo que encuentra la mirada que penetra en el interior de tales personas. La imagen del sepulcro encalado es la imagen perfecta para describir la podredumbre que se oculta tras una apariencia de bondad. Y ese ocultamiento pretendido es hipocresía. La hipocresía no deja ver lo que se oculta, y la cara que muestra es engañosa, pura apariencia.

Es la misma hipocresía que lleva a los fariseos a honrar a los profetas y justos que habían sido asesinados por sus antepasados, edificándoles sepulcros y ornamentando sus mausoleos. De esta manera aparentan desmarcarse de sus antepasados en una acción que les merece condena. Pero, obrando así, les dice Jesús, están atestiguando en su contra que son hijos de aquellos asesinos que dieron muerte a los profetas. A pesar de todo, la actitud de los hijos no ha cambiado respecto de la de sus padres. Aparentan conversión, pero como sus antepasados también ellos siguen persiguiendo a los incómodos profetas que les son contemporáneos, profetas como Juan el Bautista o el mismo Jesús, que siente ya la presión de su mirada homicida.

En realidad, y a pesar de levantar mausoleos a los antiguos profetas, no tienen ningún aprecio por el profetismo representado por los profetas de todos los tiempos, y no tardarán mucho en colmar la medida malévola de sus padres, cometiendo un nuevo asesinato, dando muerte no a un profeta más en la larga lista de los profetas rechazados, sino al mismo hijo (y heredero) del dueño de la viña, enviado en último término para reclamar el fruto debido. Después, y no pudiendo soportar el peso de la culpa, buscarán razones para justificar el homicidio, amparándose en la ley. Dirán: conviene que muera un hombre por todo el pueblo; y también: debe morir porque ha blasfemado al proclamarse Hijo de Dios.

Eran razones con las que pretendían justificar nuevamente la condena de un justo, pero razones de esa hipocresía que no toleraba no tener motivos para obrar así, dictando sentencia de muerte. ¿No vivimos también nosotros en esta búsqueda incesante de razones reales o ficticias para justificar nuestros innumerables actos de cobardía, de villanía, de omisión de auxilio, de pasividad, de indolencia, de falta de generosidad, etc., porque de no encontrar tales razones no soportaríamos la vida?

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Lumen Gentium – Documentos Concilio Vaticano II

El oficio de los Obispos de santificar

El Obispo, por estar revestido de la plenitud del sacramento del orden, es «el administrador de la gracia del supremo sacerdocio», sobre todo en la Eucaristía, que él mismo celebra o procura que sea celebrada, y mediante la cual la Iglesia vive y crece continuamente. Esta Iglesia de Cristo está verdaderamente presente en todas las legítimas reuniones locales de los fieles, que, unidas a sus pastores, reciben también en el Nuevo Testamento el nombre de iglesias. Ellas son, en su lugar, el Pueblo nuevo, llamado por Dios en el Espíritu Santo y en gran plenitud (cf. 1 Ts 1,5). En ellas se congregan los fieles por la predicación del Evangelio de Cristo y se celebra el misterio de la Cena del Señor «para que por medio del cuerpo y de la sangre del Señor quede unida toda la fraternidad». En toda comunidad de altar, bajo el sagrado ministerio del Obispo, se manifiesta el símbolo de aquella caridad y «unidad del Cuerpo místico, sin la cual no puede haber salvación». En estas comunidades, aunque sean frecuentemente pequeñas y pobres o vivan en la dispersión, está presente Cristo, por cuya virtud se congrega la Iglesia una, santa, católica y apostólica. Pues «la participación del cuerpo y sangre de Cristo hace que pasemos a ser aquello que recibimos».

Ahora bien, toda legítima celebración de la Eucaristía es dirigida por el Obispo, a quien ha sido confiado el oficio de ofrecer a la Divina Majestad el culto de la religión cristiana y de reglamentarlo en conformidad con los preceptos del Señor y las leyes de la Iglesia, precisadas más concretamente para su diócesis según su criterio.

Así, los Obispos, orando y trabajando por el pueblo, difunden de muchas maneras y con abundancia la plenitud de la santidad de Cristo. Por medio del ministerio de la palabra comunican la virtud de Dios a los creyentes para la salvación (cf. Rm 1,16), y por medio de los sacramentos, cuya administración legítima y fructuosa regulan ellos con su autoridad, santifican a los fieles. Ellos disponen la administración del bautismo, por medio del cual se concede la participación en el sacerdocio regio de Cristo. Ellos son los ministros originarios de la confirmación, los dispensadores de las sagradas órdenes y los moderadores de la disciplina penitencial; y ellos solícitamente exhortan e instruyen a sus pueblos para que participen con fe y reverencia en la liturgia y, sobre todo, en el santo sacrificio de la Misa. Ellos, finalmente, deben edificar a sus súbditos con el ejemplo de su vida, guardando su conducta de todo mal y, en la medida que puedan y con la ayuda de Dios transformándola en bien, para llegar, juntamente con la grey que les ha sido confiada, a la vida eterna.

Comentario Domingo XXII de Tiempo Ordinario

Oración preparatoria

Señor, te he expuesto mis caminos y tú me has respondido. Hazme entender, Señor, tus caminos, inclina mi corazón a tus deseos y dame la gracia de tu voluntad. Que cada día yo ponga mis pies sobre tus pisadas. Que se pueda decir de nosotros, los que queremos seguirte, que nuestros pensamientos son los tuyos, que tenemos tu mente, Señor, y que nuestro corazón no alberga más sentires que los que tú mismo infundes en él, por don de tu Espíritu. AMÉN.

 

Mt 16, 21-27

«21Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y ser ejecutado, y ser resucitado al tercer día.

22Y, llevándolo aparte, Pedro comenzó a increparlo diciendo: ‘¡Líbrete Dios, Señor! ¡No te pasará eso a ti!’. 23Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ‘Ponte detrás de mí, Satanás, escándalo eres para mí, porque no piensas las cosas de Dios, sino las delos hombres’.

24Entonces Jesús dijo a sus discípulos: ‘Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga. 25Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa mía, la encontrará. 26¿De qué le sirve a una persona ganar el mundo entero, si malogra su vida? ¿O qué dará una persona para recobrar su vida? 27Porque el Hijo del hombre está para venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta’».

PALABRA DE DIOS

 

CONTEXTO

Con 16,21 comienza la tercera gran parte del evangelio de Mateo, marcada por la expresión “Desde entonces comenzó Jesús a…”, que en 4,17 daba inicio a la segunda parte del mismo. El texto sucede a la confesión de Cesarea, que leíamos el domingo anterior, siendo su contrapunto: el mismo Pedro que confesaba a Jesús como Mesías e Hijo de Dios, y era alabado por ello, ahora es llamado “Satanás” por el propio Jesús. Esta tercera parte está totalmente orientada a la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, y, de hecho, comienza con el primer anuncio de la Pasión, de los tres que irán apareciendo. Tras él, las condiciones para seguir a Jesús, que también forma parte del evangelio de hoy. Y, considerando la reacción de Pedro a ese anuncio, el evangelista situará de inmediato el relato de la Transfiguración (17,1-13), que es como un adelanto de que la Pasión y Muerte no será “lo último” que le ocurra a Jesús.

 

TEXTO

El evangelio puede estructurarse en tres partes: a) el anuncio que Jesús hace a sus discípulos acerca de su destino sufriente en Jerusalén (v. 21); b) la reacción negativa de Pedro y respuesta de Jesús (vv. 22-23); c) las condiciones que Jesús expone a sus discípulos sobre el seguimiento (vv. 24-27). El texto incide en la expresión “detrás de mí”, el lugar espacial y espiritual del verdadero discípulo, y en el término “vida”, sobre cuyo sentido ofrecerá una explicación enormemente paradójica.

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• En el anuncio de Jesús destaca la expresión “tenía que”, que rige los verbos “ir”, “padecer”, “ser ejecutado” y “ser resucitado” (v.21). La expresión tiene, en el NT, significado teológico: indica que es voluntad de Dios que tales cosas acontezcan, porque forman parte de su proyecto de salvación. El evangelio insistirá en que la muerte de Jesús y su resurrección formaban parte de un proyecto salvador que Jesús aceptó con libertad y entrega total. Aceptar determinadas cosas en la vida exige una profunda experiencia de Dios y una entrega total a su voluntad: ¿cómo resuena esto en nuestra vida?

• Pedro increpa a Jesús y éste le responde de una manera extremadamente dura: le llama “Satanás” y “escándalo” (= tropiezo, trampa). Pedro es un escándalo para Jesús porque lo tienta a dejar el camino de la obediencia a la voluntad del Padre, para seguir un camino más fácil, como lo había intentado Satanás en las tentaciones (cf. 4,1-11). ¿Cómo afrontas la vida, con la lógica de Dios y de Jesús o con la de los hombres y la de Pedro?

• Jesús conmina a Pedro a ponerse en el debido lugar: detrás. Ser discípulo es ser seguidor, seguir el camino marcado por el Maestro, por Jesús. ¿Es ése nuestro lugar habitual?

• Jesús nos presenta su gran paradoja: “Quien pierda la propia vida la encontrará”. Impone tres condiciones a aquéllos que quieren ser sus discípulos: negarse a sí mismo, tomar la propia cruz y seguirlo. Negarse a sí mismo quiere decir no centrar su vida sobre el propio egoísmo, sino en Dios y su proyecto (el Reino), lo cual comporta la aceptación de adversidades y sufrimientos, que hay que cargar (la cruz en la misión). En tu vida concreta de cada día ¿qué significa “perder la vida” por causa de Jesús? ¿Cuáles son tus cruces?

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis – Domingo XXII de Tiempo Ordinario

XXII Domingo de Tiempo Ordinario
30 de agosto 2020

Jeremías 20, 7-9; Salmo 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9; Romanos 12, 1-2; Mateo 16, 21-27

El que pierda su vida por mí, la encontrará.

En aquel tiempo, comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para padecer allí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: “No lo permita Dios, Señor; eso no te puede suceder a ti”. Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: “¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!” Luego Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla? Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces le dará a cada uno lo que merecen sus obras’’.

Reflexión

Jesús comienza a preparar a sus discípulos para los tiempos duros que se acercan y les cuenta que tiene que ir a Jerusalén, lugar donde será condenado a muerte y donde resucitará al tercer día. Pero ¿qué actitud toma Pedro ante esta noticia? Pedro no estaba de acuerdo con eso y trató de convencerlo para que eso no ocurriese. ¿Por qué Jesús se molesta y le dice a Pedro que se aleje? Pedro no entendía aún que el camino para llegar a Dios es el de la entrega, el sacrificio por los demás y el amor. Sólo estaba pensando en su bienestar y felicidad. Por eso Jesús lo aparta y le llama Satanás, que quiere decir “lo opuesto, lo contrario” y Satanás piensa lo opuesto a Jesús siempre. ¿Qué debemos hacer para seguir a Jesús? Renunciar a nosotros mismos, tomar la cruz y seguirlo. ¿Qué significa renunciar a sí mismo? Dejar nuestra comodidad y salir a ayudar a los demás. Por ejemplo, renunciar a estar todo el día con mi teléfono o mis juegos e ir a ayudar a mi mamá en los quehaceres de la casa, ordenando mi cuarto, organizando las gavetas, doblando la ropa, ayudando a la abuela o leyendo un cuento a mi hermanito. Y ¿Qué significa tomar la Cruz y seguir a Jesús? Significa sacrificarnos, olvidarnos de nosotros mismos y aceptar a los demás, ayudar, aunque no me guste, sufrir algún mal con fe y esperanza. Y ¿qué será perder la vida por Jesús? Significa aprovechar la vida en lo realmente importante (nuestra alma) y no desperdiciarla en cosas pasajeras. Entregar la vida a Cristo es amarlo y hacer obras de misericordia con los demás. ¿Qué sucede con las personas que viven solo para ellas, interesados en lo material? Jesús dijo que no vale la pena ganar el mundo si se pierde la vida (el alma). Y que al final de los tiempos Jesús vendrá a dar a cada uno lo que merecen sus obras.

Actividad

Escribir dentro de la Cruz de la próxima página, las palabras que mejor explican el cambio de actitud que Jesús quiere de nosotros.

Oración

Jesús, llena mi corazón con tu amor, para que yo pueda pensar, actuar y sentir como Tú lo hiciste y que pueda despreocuparme de mi mismo para preocuparme de los demás. Amén

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Primer anuncio de la Pasión – Mateo 16, 21-27

En aquel tiempo empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: – ¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte. Jesús se volvió y dijo a Pedro: – ¡ Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tu piensas como los hombres, no como Dios! Entonces dijo a los discípulos: – El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre ángeles, con la glooria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta

Explicación

Jesús advirtió a sus discípulos que tenía que subir a Jerusalén donde sería entregado a los judíos para que lo matasen. Pedro le repuso: «¡No quiera Dios, Señor, que eso suceda!» Entonces Jesús le regañó a Pedro y dirigiéndose a sus discípulos les dijo:»El que quiera venir en pos de mí que tome su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que la pierda por mi y por mi causa, la encontrará.

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

VIGESIMOSEGUNDO DOMINGO:TIEMPO ORDINARIO“A” (Mt. 16, 21-27)

NARRADOR: En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:

PEDRO: ¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.

NARRADOR: Jesús se volvió y dijo a Pedro:

JESÚS: Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.

NARRADOR: Entonces dijo Jesús a sus discípulos:

JESÚS: El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará.

DISCÍPULO1: Maestro, explícanos lo que nos quieres decir. Las cosas que nos dices son muy raras.

JESÚS: ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?
¿O qué podrá dar para recobrarla?

DISCÍPULO2: Señor, todo esto que nos dices me parece muy difícil, pero me fío de ti.

JESÚS: Mirad, el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles XXI de Tiempo Ordinario

Confundidos por algunos discursos alarmistas que anunciaban el final de la Historia y la venida del Señor, algunos discípulos de Tesalónica se habían dejado llevar por el derrotismo de la inminencia y pretendían evadirse de sus responsabilidades cotidianas dejando de trabajar.

También, a veces, nosotros confundimos la esperanza cristiana. Nos contagiamos de pasividad, nos creemos que no merece la pena el esfuerzo, nos convencemos de que todo está muy mal y de que no podemos hacer nada, no somos salvadores de nadie. Nos olvidamos que la esperanza, rasgo distintivo de nuestro seguimiento, construye en la historia y la historia necesita de nuestro trabajo y voluntad, de nuestro dinamismo y vitalidad, de nuestra confianza y creatividad, de nuestra pasión por Cristo y por la humanidad.

Nuestro mundo tiene muchas bondades y junto a ellas conviven también otras tantas situaciones límite. Soledad, tristeza, corrupción, abandonos, violencia de género, guerras, familias rotas, pobrezas, incendios, marginación, terrorismo, inmigración, fundamentalismos… ¿qué podemos hacer?. Esperar… anticipando la vuelta del Señor, haciendo realidad el proyecto del evangelio. Invitación a asumir nuestra responsabilidad, llamada al compromiso solidario, a la implicación compasiva de por vida. Creernos que tal vez “un grano no haga granero pero ayuda al compañero”.

Llamada a no ser carga para nadie sino parte de un todo, realidad de la comunión de vida, gozo de la fraternidad universal. Y la invitación aún puede ser más osada: no sólo no ser carga sino aliviar cargas, empeñar la vida en aligerar el peso de otros, erigir su dignidad, dignificar su humanidad. Sencillear y simplificar procesos. Sostener vidas. Consolar tristezas. Alimentar esperanzas. Acompañar soledades. Acariciar heridas. Ahuyentar miedos. Cubrir necesidades. Acoger lo extraño y vulnerable. Amar inclusivamente, desde la entraña, creyendo y creando.