Vísperas – Santa Mónica

VÍSPERAS

SANTA MÓNICA

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Finísimo fue el lino con que ella
fue tejiendo, a lo largo de su vida,
esa historia de amor que la hace bella
a los ojos de Dios y bendecida.

Supo trenzar con tino los amores
del cielo y de la tierra, y santamente
hizo altar del telar de sus labores,
oración desgranada lentamente.

Flor virgen, florecida en amor santo,
llenó el hogar de paz y joven vida,
su dulce fortaleza fue su encanto,
la fuerza de su amor la fe vivida.

Una escuela de fe fue su regazo.
Todos fueron dichosos a su vera,
su muerte en el Señor fue un tierno abrazo,
su vida será eterna primavera. Amén.

SALMO 29: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO EN PELIGRO DE MUERTE

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

Señor, Dios mío, a ti grité,
y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.

Yo pensaba muy seguro:
«no vacilaré jamás»
Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.

A ti, Señor, llamé,
supliqué a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?

¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.»

Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi lengua sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

SALMO 31: ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR PERDONADO

Ant. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso e hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.

Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto un fruto seco.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.

— Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.

No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.

Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: EL JUICIO DE DIOS

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

LECTURA: Rm 8, 28-30

Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

RESPONSORIO BREVE

R/ Dios la eligió y la predestinó.
V/ Dios la eligió y la predestinó.

R/ La hizo morar en su templo santo.
V/ Y la predestinó.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Dios la eligió y la predestinó.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Mónica, vivificada por la gracia de Cristo, mientras estuvo en este mundo vivió de tal manera, que su fe y sus costumbres fueron una perfecta alabanza al nombre de Dios.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mónica, vivificada por la gracia de Cristo, mientras estuvo en este mundo vivió de tal manera, que su fe y sus costumbres fueron una perfecta alabanza al nombre de Dios.

PRECES

Supliquemos a Dios en bien de su Iglesia, por intercesión de las santas mujeres y digámosle:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Por intercesión de las mártires, que con la fuerza del espíritu superaron la muerte del cuerpo,
— concede, Señor, a tu Iglesia ser fuerte en la tentación.

Por intercesión de las esposas, que por medio del santo matrimonio crecieron en la gracia,
— concede, Señor, a tu Iglesia la fecundidad apostólica.

Por intercesión de las viudas, que por la hospitalidad y la oración superaron su soledad y se santificaron,
— concede, Señor, a tu Iglesia que muestre al mundo el misterio de tu caridad.

Por intercesión de las madres, que engendraron sus hijos no solo para la vida del mundo, sino también para el reino de los cielos,
— concede, Señor, a tu Iglesia que transmita la vida del espíritu y la salvación a todo el género humano.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Por intercesión de todas las santas mujeres, que han sido ya admitidas a contemplar la belleza de tu rostro,
— concede, Señor, a los difuntos de la Iglesia gozar también eternamente de tu presencia.

Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el Señor:
Padre nuestro…

ORACION

Oh Dios, consuelo de los que lloran, que acogiste piadosamente las lágrimas de santa Mónica impetrando la conversión de su hijo Agustín, concédenos, por intercesión de madre e hijo, la gracia de llorar nuestros pecados y alcanzar tu misericordia y tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

Lectio Divina – Jueves XXI de Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor. 

2) Lectura del Evangelio

Del Evangelio según Mateo 24,42-51
«Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre. «¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso al frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo os aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: `Mi señor tarda’, y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.

3) Reflexión

• El evangelio de hoy, fiesta de San Agustín, habla de la venida del Señor al final de los tiempos y nos exhorta a la vigilancia. En la época de los primeros cristianos mucha gente pensaba que el final de este mundo estaba cerca y que Jesús volvería luego. Hoy mucha gente piensa que el fin del mundo está cerca. Por esto, es bueno reflexionar sobre el significado de vigilancia.
• Mateo 24,42: Vigilancia Por tanto, Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.” Respecto del día y de la hora del fin del mundo, Jesús había dicho: » ¡Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.!» (Mc 13,32). Hoy, mucha gente vive preocupada con el fin del mundo. En las calles de las ciudades, muchas veces se ve escrito: ¡Jesús volverá! ´¿Y cómo será esa venida? Después del año 1000, apoyados en el Apocalipsis de Juan (Apoc 20,7), comenzaron a decir: “Los mil primeros años pasaron, pero los 2000 años no pasarán!” Por esto, en la medida en que se acercaba el año 2000, muchos quedaban preocupados. Hasta hubo gente que, angustiada con la proximidad del fin del mundo, llegó a suicidarse. Otros, leyendo el Apocalipsis de Juan, llegaron a predecir la hora exacta del fin. Pero el año 2000 pasó y no aconteció nada. ¡El fin no llegó! Muchas veces, la afirmación “Jesús volverá” es usada para dar miedo a la gente y ¡obligarla a atender una determinada iglesia! Otros, de tanto esperar y especular en torno a la venida de Jesús, no perciben más su presencia en medio de ellos, en las cosas comunes de cada día, en los hechos de día a día.
• La misma problemática existía en las comunidades cristianas de los primeros siglos. Mucha gente de las comunidades decía que el fin de este mundo estaba cerca y que Jesús volvería luego. Algunos de la comunidad de Tesalónica en Grecia, apoyándose en la predicación de Pablo decían: “¡Jesús volverá luego!” (1 Tes 4,13-18; 2 Tes 2,2). Por esto, había personas que no trabajaban, porque pensaban que la venida fuera cosa de pocos días o semanas. “¿Trabajar, para qué, si Jesús iba a volver?” (cf 2Ts 3,11). Pablo responde que no era tan simple como se lo imaginaban. Y a los que no trabajaban decía. “¡Quién no quiere trabajar, que no coma!” Otros se quedaban mirando al cielo, aguardando el retorno de Jesús sobre las nubes (cf Hec 1,11). Otros se quejaban de que se demorara (2Pd 3,4-9). En general, los cristianos vivían en la expectativa de la venida inminente de Jesús. Jesús vendría a realizar el Juicio Final para terminar con la historia injusta de este mundo acá e inaugurar la nueva fase de la historia, la fase definitiva del Nuevo Cielo y de la Nueva Tierra. Pensaban que esto acontecería dentro de una o dos generaciones. Mucha gente viviría aún cuando Jesús iba a aparecer glorioso en el cielo (1Ts 4,16-17; Mc 9,1). Otros, cansados de esperar, decían: ¡No volverá nunca! (2 Pd 3,4).
• Hasta hoy, la venida de Jesús ¡no ha acontecido! ¿Cómo entender esta demora? Es que no percibimos que Jesús ha vuelto ya, ya está en medio de nosotros: “Yo estaré en medio de vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.» (Mt 28,20). El ya está al lado de nosotros, en la lucha por la justicia, por la paz y por la vida. La plenitud no ha llegado todavía, pero una muestra o garantía del Reino ya está en medio de nosotros. Por esto, aguardamos con firme esperanza la liberación de la humanidad y de la naturaleza (Rom 8,22-25). Mientras esperamos y luchamos, decimos acertadamente: “¡El ya está en medio de nosotros!” (Mt 25,40).
• Mateo 24,43-51: El ejemplo del dueño de la casa y de sus empleados. “Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa.”. Jesús lo deja bien claro. Nadie sabe nada respecto de la hora: «¡Cuando a ese día y a esa hora, nadie sabe nada, ni los ángeles, ni el Hijo, sino solamente el Padre!» Lo que importa no es saber la hora del fin de este mundo, sino tener una mirada capaz de percibir la venida de Jesús ya presente en medio de nosotros en la persona del pobre (cf Mt 25,40) y en tantos otros modos y acontecimientos de la vida de cada día. Lo que importa es abrir los ojos y tener presente el ejemplo del buen empleado del que habla Jesús en la parábola.

4) Para la reflexión personal

• ¿En qué señales se apoya la gente para decir que el fin del mundo está cerca? ¿Piensas tú que el fin del mundo está cerca?
• ¿Qué responder a los que dicen que el fin del mundo está cerca? ¿Cuál es la fuerza que te anima a resistir y a tener esperanza?

5) Oración final

Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey,
bendeciré tu nombre por siempre;
todos los días te bendeciré,
alabaré tu nombre por siempre. (Sal 145,1-2)

La santidad «no está en pensar mucho, sino en amar mucho» (amor a Dios)

Querría dar a entender que el alma no es el pensamiento, ni la voluntad es mandada (por él) que tendría hasta mala ventura; por donde el aprovechamiento del alma no está en pensar mucho, sino en amar mucho (Santa Teresa, Fundaciones, 5, 2).

¿No has visto en qué «pequeñeces» está el amor humano? Pues también en «pequeñeces» está el Amor divino (J. Escrivá de Balaguer, Camino, 824).

Cuanto más ames más subirás (San Agustín, Comentario sobre el salmo 83).

Porque alguno he topado que les parece está todo el negocio en el pensamiento, y si éste pueden tener mucho en Dios, aunque sea haciéndose gran fuerza, luego les parece que son espirituales; y si se distraen, no pudiendo más, aunque sea para cosas buenas, luego les viene gran desconsuelo y les parece que están perdidos […]. No digo que no es merced del Señor quien siempre puede estar meditando en sus obras, y es bien que se procure. Mas hace de entender que no todas las imaginaciones son hábiles de su natural para esto, mas todas las almas lo son para amar (Santa Teresa, Fundaciones, 5, 2).

Comentario – Jueves XXI de Tiempo Ordinario

El pasaje evangélico de este día se presenta como una exhortación a la vigilancia: Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que, si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. La venida del Hijo del hombre es tan imprevista como la llegada de un ladrón. Si el dueño de la casa supiera a qué hora habrá de producirse, estaría preparado para hacerle frente o para evitar que maniobrase; haría lo imposible para que el ladrón no obtuviese su botín. Pero los ladrones no suelen actuar a la luz del día; buscan los momentos oportunos; actúan cuando nadie los espera. Pues bien, el modus operandi del Hijo del hombre en su venida es similar al de un ladrón, aunque él no es un ladrón, pues no viene a llevarse nada que no sea suyo. Pero podemos tener también la impresión de que cuando nos arrebata la vida se lleva lo que no es suyo. ¿Es sin embargo así?

Las palabras de Jesús parecen tener un marcado carácter escatológico. No aluden a cualquier venida o a una de esas múltiples presencias de Jesucristo que se hacen notar en la vida de un creyente, sino a la venida que cierra un ciclo existencial y que se hace coincidir con la clausura de este período, es decir, con la muerte del hombre en su singularidad o de la humanidad en su conjunto. Nuestra experiencia nos dice que la vida cesa en nosotros de la manera más inesperada y en las circunstancias más imprevisibles. Diversas son también las causas que nos arrebatan la vida: una enfermedad, un accidente, una agresión, una catástrofe, una infección, una ejecución. Hay muertes que se anuncian con cierta antelación como la muerte de un condenado, la de un enfermo incurable o la de un anciano que no puede prolongar más sus días.

Pero ni siquiera en estos casos se sabe exactamente la hora en que se va a producir: a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. Hay enfermos o ancianos que parece que van a morir al día siguiente y luego duran meses o años; otros, parece que van a durar meses o años y fallecen de repente. Es verdad que el suicida puede calcular con exactitud el momento de su muerte, pero también puede que le surjan imprevistos que no entraban en sus cálculos y desbaraten sus propósitos. Sólo el dueño absoluto de nuestras vidas dispone de datos que le permiten saber cuándo cesarán. Sólo Dios conoce nuestra fecha de caducidad. Pero, puesto que a nosotros se nos escapa, lo sensato es que estemos preparados. De nuevo, una invitación a la vigilancia que nace de la imprevisión de la hora.

No obstante, cabe preguntarse: ¿Por qué esta preparación? ¿Para qué esta vigilancia? La razón queda expuesta en la explicación que sigue a continuación. Somos administradores de unos bienes, entre los cuales se incluye la misma vida, que nos han sido entregados por el que es dueño absoluto de los mismos. El amo que ha depositado tales bienes en nuestras manos espera de nosotros fundamentalmente dos cosas: fidelidad y solicitud. Creernos dueños de lo que sólo somos administradores es cometer un grave error. No tener en cuenta que el manejo de nuestra vida y posesiones es administración de unos bienes que nos han sido entregados es incurrir en un olvido imperdonable que no dejará de tener consecuencias. Olvidar que semejante gestión va a ser juzgada y valorada por el que nos ha encomendado esta tarea es una irresponsabilidad. A veces los bienes que Dios nos encomienda tienen un carácter marcadamente personal. Son unos hijos, o unos educandos, o unos feligreses, o unos obreros, o unos pacientes, o unos ciudadanos.

El Señor espera del administrador (padre, médico, profesor, gobernante…) que ha sido colocado al frente de esa servidumbre que reparta la comida a sus horas, es decir, que preste el servicio que debe prestar, que se le ha encargado prestar porque se ha preparado para ello. De esa gestión tiene que responder ante el que la encomienda. No se trata sólo de responder ante la sociedad (un ente que puede no exigirnos ciertas respuestas), ni siquiera ante aquellos mismos a quienes servimos (puede que ni siquiera tengan derecho a exigirlo); se trata de responder ante Dios que es, en definitiva, el que ha puesto tales bienes en manos expertas. Pues bien, si actuamos con responsabilidad mereceremos la bienaventuranza: Dichoso el criado si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes.

Una buena respuesta (=gestión) a la tarea encomendada tendrá como premio una mayor concesión de bienes que acrecentarán nuestra dicha. Pero si al empleado le da por pensar que su amo está lejos y no puede controlarle, y que su vuelta no está próxima, y empieza a comportarse irresponsablemente maltratando a sus subordinados y abusando de la comida y la bebida y emborrachándose, llegará el amo de ese criado el día y la hora que menos lo espera y lo hará pedazos, como se merecen los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Todos somos empleados o criados de este dueño ante el cual tenemos que responder de nuestra gestión en su día. Y el día no lo fijamos nosotros, sino Él. Si hemos respondido según lo previsto en sus planes seremos recompensados con el premio merecido por los que han sido fieles; de lo contrario, seremos condenados a la pena de los que no son fieles o, como dice el texto, de los hipócritas.

Aquí se premia ante todo la fidelidad en la ejecución del trabajo encomendado del mismo modo que se condena la infidelidad de los que actúan como si nadie les viera o como si no tuvieran que responder ante nadie. Pero la realidad es que tendremos que pasar por un juicio. Y la exigencia en tal juicio dependerá de la capacidad donada: al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá, sin olvidar que la recompensa con la que Dios premia nuestros esfuerzos es infinitamente superior a las exigencias y que nuestra aportación en cualquier asunto de la vida sólo es posible desde la previa donación divina. Sin Él, sin su aliento creador, sin su dinamismo conservador, no podríamos hacer nada. Por tanto, sintámonos dignificados y estemos agradecidos a ese Dios que nos ha querido asociar como colaboradores en su obra, algo que implica responsabilidad, pero también la promesa de una vida más plena y gratificante.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Lumen Gentium – Documentos Concilio Vaticano II

El oficio de los Obispos de regir

27. Los Obispos rigen, como vicarios y legados de Cristo, las Iglesias particulares que les han sido encomendadas, con sus consejos, con sus exhortaciones, con sus ejemplos, pero también con su autoridad y sacra potestad, de la que usan únicamente para edificar a su grey en la verdad y en la santidad, teniendo en cuenta que el que es mayor ha de hacerse como el menor, y el que ocupa el primer puesto, como el servidor (cf. Lc 22, 26-27). Esta potestad que personalmente ejercen en nombre de Cristo es propia, ordinaria e inmediata, aunque su ejercicio esté regulado en definitiva por la suprema autoridad de la Iglesia y pueda ser circunscrita dentro de ciertos límites con miras a la utilidad de la Iglesia o de los fieles. En virtud de esta potestad, los Obispos tienen el sagrado derecho, y ante Dios el deber, de legislar sobre sus súbditos, de juzgarlos y de regular todo cuanto pertenece a la organización del culto y del apostolado.

A ellos se les confía plenamente el oficio pastoral, o sea el cuidado habitual y cotidiano de sus ovejas, y no deben considerarse como vicarios de los Romanos Pontífices, ya que ejercen potestad propia y son, en verdad, los jefes de los pueblos que gobiernan. Así, pues, su potestad no es anulada por la potestad suprema y universal, sino que, por el contrario, es afirmada, robustecida y defendida, puesto que el Espíritu Santo mantiene indefectiblemente la forma de gobierno que Cristo Señor estableció en su Iglesia.

El Obispo, enviado por el Padre de familias a gobernar su familia, tenga siempre ante los ojos el ejemplo del Buen Pastor, que vino no a ser servido, sino a servir (cf. Mt 20,28; Mc 10,45) y a dar la vida por sus ovejas (cf. Jn 10,11). Tomado de entre los hombres y rodeado él mismo de flaquezas, puede apiadarse de los ignorantes y equivocados (Hb 5,1-2). No se niegue a oír a sus súbditos, a los que, como a verdaderos hijos suyos, alimenta y a quienes exhorta a cooperar animosamente con él. Consciente de que ha de dar cuenta a Dios de sus almas (cf. Hb 13,17), trabaje con la oración, con la predicación y con todas las obras de caridad tanto por ellos como por los que todavía no son de la única grey, a los cuales tenga como encomendados en el Señor. El mismo, siendo, como San Pablo, deudor para con todos, esté dispuesto a evangelizar a todos (cf. Rm 1,14-15) y a exhortar a sus fieles a la actividad apostólica y misionera. Los fieles, por su parte, deben estar unidos a su Obispo como la Iglesia a Jesucristo, y como Jesucristo al Padre, para que todas las cosas se armonicen en la unidad y crezcan para gloria de Dios (cf. 2 Co 4,15).

Dar la vida por los demás

1.- Una niña estaba muriendo de una enfermedad de la que su hermano, que tenía 18 años, había logrado recuperarse tiempo atrás. El médico dijo al muchacho:

–Sólo una transfusión de tu sangre puede salvar la vida de tu hermana. ¿Estás dispuesto a dársela?

Los ojos del muchacho reflejaron verdadero pavor por unos instantes, finalmente dijo:

–De acuerdo, Doctor, lo haré.

Una hora después de realizar la transfusión, el muchacho preguntó indeciso:

–Dígame, Doctor, ¿cuándo voy a morir?

Sólo entonces comprendió el Doctor el momentáneo pavor que había detectado en los ojos del muchacho: creía que, al dar su sangre, iba también a dar la vida a su hermana.

Sin duda que es un gesto heroico el de este muchacho, que es capaz de dar la vida por alguien a quien quiere. Hoy Jesús anuncia a los discípulos que tenía que subir a Jerusalén y que los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley le harían sufrir mucho hasta matarlo. Pero al tercer día resucitaría. Pedro, que poco antes había confesado su fe en Jesús como Hijo de Dios vivo, se niega a aceptar la posibilidad de la muerte violenta de Jesús. Pero Jesús le dice que es Satanás porque quiere tentarle al pensar como los hombres y no como Dios. Pedro ve las cosas desde el punto de vista mundano. Esperaba un tipo de Mesías como rey poderoso capaz de devolver la independencia a Israel. Es un mesianismo político que contradice el sentido de lo que Jesús vino a enseñarnos. El que quiera ser discípulo de Jesús debe negarse a sí mismo y cargar con la cruz. El poder de Jesús se muestra en el sufrimiento, en el perdón del enemigo, en la misericordia con todos, incluso con los amigos que le traicionan.

2. – El que es consecuente con su fe tiene que asumir la posibilidad de ser incomprendido, ridiculizado y hasta perseguido. Es la experiencia sufrida por Jeremías, que se dejó seducir por Dios. El texto emplea el verbo hebreo «patáh», que refleja el sentimiento de una joven que ha sido seducida y burlada. Jeremías se encuentra solo y abandonado, es objeto de la burla y el ataque de

sus enemigos. Le ha tocado anunciar desgracias si no se arrepentían de su mal obrar. No le han hecho caso y le han perseguido. Surge entonces la tentación de abandonar: «No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre». Pero no puede callar, pues la Palabra de Dios habita en él como un fuego devorador que no puede resistirse a anunciar. Por eso sigue adelante con su misión, consciente de la llamada que ha recibido. Jesús también pudo sentir el abandono de todos en la cruz, se preguntaba el porqué de su sufrimiento, peo se puso en las manos del Padre para hacer su voluntad. San Agustín, cuya fiesta celebramos hoy, ensalza el ejemplo de los mártires y de los primeros cristianos perseguidos que fueron simiente fecunda de nuevos cristianos, pues «¡cuán grande es la esperanza de la mies a la que precede el sembrador!». ¿Somos nosotros consecuentes con nuestra fe a pesar de las incomprensiones, de las burlas y las persecuciones de nuestro tiempo?

3. – La cruz era en tiempos de los romanos un instrumento de tortura ignominioso reservado a los más terribles criminales. Jesús fue sometido a la muerte de cruz. Y lo hizo por amor, como el joven de la historia del principio, que estaba dispuesto a dar la vida por su hermano. Desde entonces la cruz ha perdido su sentido negativo y se ha convertido en signo del cristiano. No es símbolo de muerte o de fracaso, sino que tiene un sentido redentor y salvador. Asumir la propia condición y aceptarla es una demostración de que seguimos a Jesús. Cada cual tenemos nuestra propia cruz, llevarla con entereza y ayudar a los demás a llevar la suya es un signo de amor y de entrega. No se trata de resignarse pasivamente o de conformarse porque no queda más remedio. Ni el cristianismo no es una religión dolorista ni el cristiano es un conformista apocado que se conforma con cualquier cosa, sino alguien que lucha contra la injusticia y el dolor absurdo provocado por el egoísmo del hombre. El que pierde su vida por Jesucristo la salva. La cruz nos ayuda a superar las dificultades y asumir el dolor propio y ajeno. Conocí a un santo sacerdote que llevaba siempre una cruz en su bolsillo y la apretaba fuertemente con su mano cuando precisaba la ayuda del Señor en el momento de la prueba. La cruz de Cristo nos libera de todas nuestras esclavitudes y nos llena de vida. Por eso muchas personas, sobre todo los jóvenes, la llevan sobre su pecho.

José María Martín OSA

El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo

Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que él tenía que ir a Jerusalén y padecer mucho de parte de los ancianos del pueblo, de los sumos sacerdotes y de los maestros de la ley, ser matado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a reprenderle: «¡Dios te libre, Señor! ¡No te sucederá eso!». Pero él, volviéndose, le dijo: «¡Apártate de mí, Satanás!, pues eres un obstáculo para mí, porque tus sentimientos no son los de Dios, sino los de los hombres».

Luego dijo a sus discípulos: «El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por mí la encontrará. ¿Qué le vale al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué dará el hombre a cambio de su vida? Porque el hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces dará a cada uno según sus obras.

Mateo 16, 21-27

PARA MEDITAR

Pues esta vez Jesús dice que para seguirle a Él debemos negarnos a nosotros mismos. Eso no quiere decir que tengamos una opinión negativa de nosotros mismos o que no nos gustemos.
Jesús está hablando de la humildad. Que no podemos ir por el mundo creyéndonos los mejores y mirando a los demás como nuestros enemigos o como personas inferiores a nosotros.
Tenemos que estar al servicio de los demás: Ponerse el último para ser el más grande, pero el más grande estando al servicio de los demás, de forma humilde. Posiblemente vivimos en un mundo donde nos gusta mucho contar lo bueno que somos en esto o en lo otro. Pero el camino de la fe es el camino de la humildad.

PARA HACER VIDA EL EVANGELIO

  • ¿Eres una personas humilde? Escribe alguna situación de tu vida donde hayas sido así.
  • ¿Qué es la humildad? ¿Cómo podemos ser humildes los cristianos?
  • Piensa en algo en lo que debas crecer en humildad y ponte un compromiso.

ORACIÓN

Quiero tener fortaleza
y aceptar mi debilidad,
quiero poner todo mi esfuerzo
en vivir con amor,
quiero ilusionarme del todo
para dar de mí lo mejor,
quiero entregar mi vida
en pequeños detalles.
Quiero perder mi vida,
que es ganarla a la vez,
quiero sumergirme en el momento presente,
quiero no huir al futuro ni esconderme en el ayer,
quiero que el que me busque
me encuentre del todo.
Quiero regalarme del todo
y en cada ocasión,
quiero que cuentes conmigo
para construir tu Reino,
quiero decirte hoy de nuevo
que pierdo mi vida por Ti.
Así es como, de verdad,
ganaré la verdadera VIDA.

Quiero seguirte, Jesús

Quiero seguirte a donde quiera que vayas,
quiero vivir la vida en tu compañía,
quiero ser de los tuyos,
aunque no lo parezca,
quiero caminar a tu lado
hasta el fin de mis días.

Quiero llevar mi cruz de cada día.
Quiero aceptar la vida según
vaya transcurriendo,
quiero ser adulto,
no echarte las culpas de lo que ocurre,
quiero responsabilizarme de esta
mi única vida.

Quiero tener fortaleza
y aceptar mi debilidad,
quiero poner todo mi esfuerzo
en vivir con amor,
quiero ilusionarme del todo
para dar de mí lo mejor,
quiero entregar mi vida
en pequeños detalles.

Quiero perder mi vida,
que es ganarla a la vez,
quiero sumergirme en el momento presente,
quiero no huir al futuro ni esconderme en el ayer,
quiero que el que me busque
me encuentre del todo.

Quiero regalarme del todo
y en cada ocasión,
quiero que cuentes conmigo
para construir tu Reino,
quiero decirte hoy de nuevo
que pierdo mi vida por Ti.
Así es como, de verdad,
ganaré la verdadera VIDA.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio – Domingo XXII de Tiempo Ordinario

• Durante el itinerario hacia Jerusalén, Jesús irá instruyendo a los discípulos en otras ocasiones, después de ésta (21), sobre su muerte-resurrección: Mt 17,22-23; 20,18-19. El paso por la Cruz y la Resurrección será verificador y purificador de la fe de los discípulos, ya confesada (Mt 16,16), y dará capacidad para entender a Jesús y seguirlo para siempre (Mt 28,17.20).

• Los tres grupos que harán sufrir a Jesús (21) son los que formaban el Sanedrín, máximo órgano de gobierno del pueblo de Israel en tiempos de Jesús: los «notables» eran los representantes de las clases altas; los «grandes sacerdotes» eran miembros de las familias sacerdotales que controlaban el templo de Jerusalén, y «los maestros de la Ley» eran los responsables de la interpretación de la Ley.

• La reacción de Pedro (22) refleja la mentalidad de los discípulos, que toda- vía ven a Jesús como al Mesías poderoso y triunfador que tenía que ser reconocido por todo el mundo, especialmente por las autoridades. Los discípulos se niegan a aceptar que el Mesías pueda ser menospreciado y rechazado. Según ellos existe una gran contradicción entre lo que dice Jesús y la solemne profesión de fe que han hecho antes. Siguen pensando que la religión siempre está con el poder. O que religión y poder son una misma cosa.

• La respuesta de Jesús: «¡Quítate de mi vista, Satanás!» (23) normalmente la encontramos traducida como si se tratara de una expulsión: «¡Vete de aquí, Satanás!». Pero lo que en el texto original encontramos es que Jesús dice a Pedro que se ponga en el lugar que le corresponde como discípulo: «detrás», siguiendo al Maestro («¡Ponte detrás de mí, Satanás!»). Con su actitud, Pedro se ha comportado como el diablo, el tentador, que se pone por delante con el fin de hacer desviar a Jesús de su camino de obediencia al Padre. Por eso Jesús le llama «Satanás».

• Jesús responde muy enérgicamente. Y apunta cuál es el camino para cambiar de actitud: mirar la vida y a las personas como las mira Dios (23). Siguiéndolo a Él, los discípulos podrán aprender este camino. Si recordamos la respuesta de Jesús a la profesión de fe que acaba de hacer Pedro (Mt 16, 17), podremos darnos cuenta de que Jesús insiste en la misma cuestión: en el primer caso, Jesús señala que Pedro ha respondido según el Padre que está en el cielo; ahora, cuando Pedro quiere disuadirle de su camino, Jesús pone de manifiesto, en esta ocasión, que no se ha dejado llevar por el pensamiento de Dios (23).

• El seguimiento que Jesús propone a los discípulos (24-25) pasa por «cargar con su cruz» (24). Una cruz que, cuando es consecuencia de haber salido de uno mismo -negarse a sí mismo (24)-para avanzar hacia los pobres (Mt 15, 29- 31), para convertirse en servidor (Mt 20, 26; Jn 13, 1ss), para estar entre los «últimos» (Mt 18,10-14), es «vida» (26) que vence a la muerte.

• La venida del «Hijo del hombre» (27) y su juicio, será descrita por el evangelista en el capítulo 25 (Mt 25,31-46): los que habrán «cargado con su cruz» para estar con los últimos y servirles, tendrán vida.

Comentario al evangelio – Jueves XXI de Tiempo Ordinario

Escucha. Es mi actitud primera de acercamiento a la Palabra. Escucha que me ayuda a entender, que me dispone a acoger, que me permite responder.

Y escucho: estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor… Estar en vela. Vigilantes. Despiertos. Intuitivos. Lúcidos. Vivir atentos a la presencia de Dios en lo cotidiano y sabiendo descubrir también sus “ausencias” en la realidad social, cultural, eclesial, política… para trabajar sembrando semillas del Verbo. Discernir. Saber elegir la ocasión que no debemos perder de la tentación que nos pierde. Vivir la dicha de los limpios de corazón porque en nada encuentran obstáculo para descubrir y leer la acción de Dios.? Y escucho: estad preparados, porque a la hora que menos penséis… Receptivos. Dispuestos. Audaces. Diligentes. Responsables. Arriesgados. Confiados. Coherentes. Honestos. Leales.

Y aunque no sepamos el día ni la hora en la dinámica cotidiana siempre es tiempo de discernir. Caminar en la Verdad o vivir en la hipocresía. Hacer en cada momento lo que se tiene que hacer. Auténticos. Apasionados. Crecer para que mis deseos coincidan con la voluntad de Dios. Responder en la fidelidad de lo que soy a su Fidelidad. Generosa y gratuitamente, sin reservas o escatimando esfuerzos. Con medida o con holgura. Acoger con responsabilidad y gratitud todo lo que se nos ofrece. Responder con fidelidad y gozo al don de nuestra vocación. Vivir en la bendición – dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así- o en el reproche. Ser creíbles mostrando, no demostrando a Dios. Ser creíbles convenciendo y contagiando horizonte, esperanza, promesa.

Y aunque no sepamos el día ni la hora siempre es tiempo de agradecer  que hemos sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; que no carecemos de ningún don los que esperamos en el Señor. Y Él, que es fiel, nos arraiga, nos arrecia, nos afirma, nos sostiene.

Y aunque no sepamos el día ni la hora siempre es tiempo de recordar que el presente es todo lo que tenemos para construir futuro y por eso, debes amar la arcilla que va en tus manos, debes amar su arena hasta la locura y si no, no la emprendas que será en vano, sólo el amor alumbra lo que perdura (Silvio Rodríguez).