Vísperas – San Jerónimo

VÍSPERAS

SAN JERÓNIMO, presbítero y doctor

 

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Verbo de Dios, eterna luz divina,
fuente eternal de toda verdad pura,
gloria de Dios que el cosmos ilumina,
antorcha toda luz en noche oscura.

Palabra eternamente pronunciada
en la mente del Padre sin principio,
que en el tiempo a los hombres nos fue dada,
de la Virgen María, hecha Hijo.

Las tinieblas de muerte y de pecado
en que yacía el hombre, así vencido,
su verdad y su luz han disipado,
con su vida y su muerte ha redimido.

No dejéis de brillar, faros divinos,
con destellos de luz que Dios envía,
proclamad la verdad en los caminos
de los hombres y pueblos,
sed su gloria. Amén.

SALMO 61: LA PAZ EN DIOS

Ant. Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro Salvador.

Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre
todos juntos, para derribarlo
como a una pared que cede
o a una tapia ruinosa?

Sólo piensan en derribarme de mi altura,
y se complacen en la mentira:
con la boca bendicen,
con el corazón maldicen.

Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme,
Dios es mi refugio.

Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón,
que Dios es nuestro refugio.

Los hombres no son mas que un soplo,
los nobles son apariencia;
todos juntos en la balanza subirían
más leves que un soplo.

No confiéis en la opresión,
no pongáis ilusiones en el robo;
y aunque crezcan vuestras riquezas,
no les deis el corazón.

Dios ha dicho una cosa,
y dos cosas que he escuchado:

«Que Dios tiene el poder
y el Señor tiene la gracia;
que tú pagas a cada uno
según sus obras.»

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro Salvador.

SALMO 66: QUE TODOS LOS PUEBLSO ALABEN AL SEÑOR

Ant. Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.

CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.

LECTURA: St 3, 17-18

La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante y sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia.

RESPONSORIO BREVE

R/ En la asamblea le da la palabra.
V/ En la asamblea le da la palabra.

R/ Lo llena de espíritu, sabiduría e inteligencia.
V/ Le da la palabra.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ En la asamblea le da la palabra.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Oh doctor admirable, luz de la Iglesia santa, bienaventurado San Jerónimo, fiel cumplidor de la ley, ruega por nosotros al Hijo de Dios.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Oh doctor admirable, luz de la Iglesia santa, bienaventurado San Jerónimo, fiel cumplidor de la ley, ruega por nosotros al Hijo de Dios.

PRECES

Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice a favor de los hombres, en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:

            Salva a tu pueblo, Señor.

Tú que, por medio de pastores santos y eximios, has hecho resplandecer de modo admirable a tu Iglesia,
— haz que los cristianos se alegren siempre de ese resplandor.

Tú que, cuando los santos pastores te suplicaban, con Moisés, perdonaste los pecados del pueblo,
— santifica, por su intercesión, a tu Iglesia con  una purificación continua.

Tú que, en medio de los fieles, consagraste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los dirigiste,
— llena del Espíritu Santo a todos los que rigen a tu pueblo.

Tú que fuiste el lote y la heredad de los santos pastores,
— no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre esté alejado de ti.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que, por medio de los pastores de la Iglesia, das la vida eterna a tus ovejas que para nadie las arrebate de tu mano,
— salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.

Unidos fraternalmente, como hermanos de una misma familia, invoquemos a nuestro padre:
Padre nuestro…

ORACION

Oh Dios, tú que concebiste a san Jerónimo una estima tierna y viva por la sagrada Escritura, haz que tu pueblo se alimente de tu palabra con mayor abundancia y encuentre en ella la fuente de la verdadera vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Miércoles XXVI de Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia; derrama incesantemente sobre nosotros tu gracia, para que, deseando lo que nos prometes, consigamos los bienes del cielo. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del Evangelio según Lucas 9,57-62
Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas.» Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» A otro dijo: «Sígueme.» Él respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre.» Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.» También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa.» Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.»

3) Reflexión

• En el evangelio de hoy sigue el largo y duro camino de Jesús desde la periferia de Galilea hacia la capital. Al salir de Galilea, Jesús entra en Samaria y sigue hacia Jerusalén. Pero no todos le entienden. Muchos le abandonan, porque las exigencias son enormes. Al comienzo de su actividad pastoral, en Galilea, Jesús había llamado a tres: Pedro, Santiago y Juan (Lc 5,8-11). Aquí también en Samaria son tres las personas que se presentan o que son llamadas. En las respuestas de Jesús, emergen las condiciones para poder ser discípulo/a de Jesús.
• Lucas 9,56-58: El primero de los tres nuevos discípulos “Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas.” Jesús le dijo: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.”
A esta primera persona que quiere ser discípulo, Jesús pide que se despoje de todo: no tiene donde reclinar la cabeza, mucho menos tiene que buscar una falsa seguridad donde reclinar el pensamiento de la cabeza.
• Lucas 9,59-60: El segundo de los tres nuevos discípulos. A otro le dice: “Sígueme”. Él respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre.” Le respondió: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.” A esta segunda persona llamada por Jesús, Jesús le pide que deje que los muertos entierren a los muertos. Se trata de un dicho popular empleado para decir: deja las cosas del pasado. No pierdas tiempo con lo que ha ocurrido, mira adelante. Tras haber descubierto la vida nueva en Jesús, el discípulo no debe perder tiempo con lo que ha ocurrido.
• Lucas 9,61-62: El tercero de los tres nuevos discípulos. “También otro le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa.” Le dijo Jesús: “Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.”A esta tercera persona llamada a ser discípulo, Jesús le pide que rompa con los lazos familiares. En otra ocasión había dicho: Aquel que ama a su padre y a su madre más que a mí, no puede ser mi discípulo (Lc 14,26; Mt 10,37). Jesús es más exigente que el profeta Elías quien deja que Eliseo se despida de sus padres (1Re 19,19-21). Significa también romper los lazos nacionalistas de la raza y de la estructura familiar patriarcal. Las exigencias fundamentales que Jesús presenta como condiciones necesarias para aquel o aquella que quiere ser discípulo/a son tres: (a) abandonar los bienes familiares, (b) no apegarse a los bienes que se han tenido y acumulado en el pasado, y (c) cortar con los lazos familiares. En realidad, nadie, aunque lo quiera, puede cortar con los lazos familiares, ni tampoco con lo vivido en el pasado. Lo que se nos pide es saber reintegrar todo (bienes materiales, vida personal y vida familiar) de forma nueva alrededor del nuevo eje que es Jesús y de la Buena Noticia que él nos trae.
• Jesús, él mismo, vivió y se dio cuenta de lo que pedía a sus seguidores. Con su decisión de subir hacia Jerusalén, Jesús revela su proyecto. Su camino hacia Jerusalén (Lc 9,51 a 19,27) está representado como la asunción (Lc 9,51), el éxodo (Lc 9,31) o la travesía (Lc 17,11). Una vez llegado a Jerusalén, Jesús realiza el éxodo, la asunción o la travesía definitiva de este mundo hacia el Padre (Jn 13,1). Solamente una persona realmente libre puede hacerlo, porque un tal éxodo supone entregar la propia vida a los hermanos (Lc 23,44-46; 24,51). Esto es el éxodo, esta es la travesía, la asunción de la que las comunidades tienen que darse cuenta para que el proyecto de Jesús vaya adelante.

4) Para la reflexión personal

• Compara cada una de estas tres exigencias con tu propia vida.
• ¿Cuáles son los problemas que emergen en tu vida como consecuencia de la decisión que has tomado de seguir a Jesús?

5) Oración final

Tú me escrutas, Yahvé, y me conoces;
sabes cuándo me siento y me levanto,
mi pensamiento percibes desde lejos;
de camino o acostado, tú lo adviertes,
familiares te son todas mis sendas. (Sal 139,1-2)

Lectura continuada del Evangelio de Marcos

Marcos 15, 29-32

(28)29Y los transeúntes blasfemaban contra él, sacudiendo sus cabezas y diciendo: “¡Ajá! El que destruye el Templo y lo construye en tres días, 30sálvese a sí mismo bajando de la cruz”.

31Del mismo modo los sumos sacerdotes, bromeando entre ellos con los escribas, decían: “Salvó a otros; pero a sí mismo no puede salvarse. 32El cristo, el rey de Israel, que baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos”. Y los crucificados con él lo injuriaban».

15, 29-32: Jesús está ahora clavado en la cruz como el acontecimiento trascendental de la parodia de una coronación real. El movimiento frenético que ha caracterizado a Jesús en la mayor parte del evangelio llega a su final. La inmovilidad de la víctima era uno de los aspectos más temidos de la muerte por crucifixión; se describe a menudo al reo como «fijo a la cruz», quien incluso no podía evitar a los perros y las aves rapaces que, percibiendo su impotencia y la cercanía de la muerte, llegaban para cebarse con su carne. Los transeúntes se burlaban de la inmovilidad de Jesús (15,29-30), al igual que los sumos sacerdotes (15,31-32) y todos le desafiaban a bajar de la cruz. El primer grupo de burlones, cuya libertad de movimiento acentúa el autor, proporciona el contraste: ellos son los que pasan por delante y menean sus cabezas mientras lo hacen (15,29a). Estas frases evocan el Sal 22,7-8, de modo que la sub- sección presente comienza con otro eco del salmo al que se había aludido ya en la referencia al reparto de la ropa de Jesús (15,24). Este eco, como aquel, ayuda a asegurar a los lectores bíblicamente instruidos que las indignidades que Jesús sufre están dentro del plan divino. A diferencia de los burladores del salmo, que remiten a Dios para que salve a la víctima inocente, los de Marcos exhortan a Jesús a que se salve a sí mismo. Marcos acusa a estos burladores de «blasfemar». La «blasfemia» de los transeúntes es llamar a Jesús destructor y nuevo constructor del Templo, y «del mismo modo» los sumos sacerdotes y escribas lo ridiculizan como «el cristo, el rey de Israel» (15,29-32a). En sus burlas ciegas, los sumos sacerdotes y los escribas no son capaces de percibir el drama salvífico que se desarrolla ante sus ojos y piden a Jesús que baje de la cruz. A diferencia de los transeúntes plebeyos, estos cabecillas de la élite no se dirigen directamente a Jesús con sus burlas, sino que hablan entre sí; esta diferencia subraya su desprecio hacia él.

Los sumos sacerdotes y los escribas dicen que Jesús debería descender de la cruz «para que veamos y creamos» (15,32a). Estas frases recuerdan irónicamente a 4,12, donde a su vez se utilizaba el vocabulario de Is 6,9-10 -un pasaje del AT que tiene lugar en el salón del trono de Dios-, que habla del propósito de Dios de cegar a los forasteros «para que» cuando miren, no vean. Ese «mirar» de los sacerdotes y escribas es una forma de miopía, una suerte de ceguera que no percibe ese modo inverso según el cual los designios Dios operan al revés, en un mundo donde una cruz puede convertirse realmente en un trono. Y la demanda de los dirigentes que se realice un milagro para que ellos puedan «creer» da la vuelta a la dinámica marcana y del NT, en la cual la fe en el reino de Dios -que a veces se oculta bajo un aspecto contrario- precede al milagro que lo trae a la luz (cf. 2,5; 5,34.36; 9,23-24; 10,52; 11,22-24).

A pesar de su ceguera, los sumos sacerdotes y los escribas reconocen realmente un aspecto de la función redentora de Jesús, al admitir que ha «salvado» (es decir, ha curado) a otros (15,31b). Pero los sumos sacerdotes y escribas dan a entender que Jesús no puede ser «el cristo, el rey de Israel», porque no puede salvarse a sí mismo. Para el evangelista, sin embargo, el rechazo de Jesús a «salvarse a sí mismo» no es una contradicción, sino la confirmación de su realeza, pues los reyes (a quienes a menudo llamaban «salvadores» en época helenística) demostraban su realeza confiriendo beneficios a su pueblo y salvándolos de sus enemigos. Las burlas en 15,31-32a expresan irónicamente el más profundo secreto soteriológico de Marcos: el liberador compasivo de su pueblo, «el cristo, el rey de Israel», debe salvar a otros por su muerte expiatoria, y por tanto no puede salvarse a sí mismo descendiendo de la cruz.

Pero hay que pagar un enorme precio por un amor tan implacable y que todo lo consume, que implica no solo morir por otros, sino también hacerse tan próximos a los seres humanos dejados de la mano de Dios que se corre el riesgo de ser rechazado por ellos. Esto es, en verdad, lo que ocurre al final de nuestro pasaje, donde Jesús termina siendo objeto de burla, no solo por los dirigentes judíos y los transeúntes, sino también por los bandidos que comparten con él el destino horrible de la crucifixión y de quienes por tanto podría esperar alguna compasión. Estos, en cambio, lo injurian (15,32b), lo que sugiere que Jesús no es uno de ellos, no es un bandido, sino una clase diferente de «rey de los judíos», diversa de los dirigentes revolucionarios quienes más tarde, en tiempos de Marcos, condujeron al pueblo a una desastrosa confrontación militar con Roma. Sus ataques verbales indican también el sentido del aislamiento terrible en el que Jesús muere.

En el siguiente pasaje se profundizará en este sentido, cuando Jesús se haya hecho no solo próximo a los seres humanos dejados de la mano de Dios, sino que experimente también el ser dejado de la mano de Aquel.

Comentario al evangelio – Jueves XXVI de Tiempo Ordinario

Después de haber elegido de entre sus discípulos a Doce para que estuvieran con él, ahora designa a setenta y dos para enviarlos por delante a esos lugares y pueblos adonde pensaba ir él. Luego les envía para que preparen de algún modo su llegada a tales lugares.

Y les envía como obreros: pocos para una mies tan abundante; y con una petición a quien es Dueño de todo, incluida la mies: que mande obreros a su mies, puesto que el envío de tales obreros depende esencialmente de Él, aunque también de quienes han de estar dispuestos a poner sus manos, su boca y su inteligencia al servicio de esta misión. En cuanto obreros, merecerán su salario, pero éste no rebasa los límites de la subsistencia diaria: la comida y la bebida que tengan en la casa que les haya acogido. No se hace referencia a otro tipo de salario que el que da para el sustento diario.

Y al tiempo que les envía: ¡Poneos en camino!, les da ciertas instrucciones: Mirad que os mando como corderos en medio de lobosNo llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Han de ir con la conciencia de ser sólo corderos, aunque se hallen en medio de lobos y sientan las garras y fauces de esos lobos muy cerca de ellos. Nunca deben perder la mansedumbre propia de los corderos, por muy hostil que se les presente el ambiente que les rodee. El cordero ha de estar dispuesto a ser llevado al matadero. Pero han de saber que en los lugares a que son enviados se encontrarán con lobos que les enseñarán los dientes. No por eso deben detenerse ni dejar de anunciar que el Reino de los cielos está cerca.

Jesús entiende que la misión de tales discípulos no requiere de otros medios: ni talega, ni alforja, ni sandalias de repuesto. Todo eso acabaría estorbándolos. ¿Para qué quieren talega alforja si la casa que les acoja les proporcionará lo necesario para ese día: techo y comida? Les prohíbe incluso que se detengan a saludar a nadie por el camino. El anuncio del Reino no permite «detenciones» ni distracciones en su ejercicio. Su único objetivo debe ser llegar cuanto antes a esos lugares que se les ha asignado para la misión. No debe haber otras paradas con otros objetivos que les desviarían de esta finalidad: anunciar la cercanía del Reino.

Nada más llegar a su destino han de dar (y, por tanto, también desear) la paz, y esa paz o conjunto de bienes mesiánicos, descansará sobre todos los hombres y mujeres de paz que habiten en esa casa o lugar. Sólo la gente de paz recibirá la paz que ellos portan. Si allí no hubiera gente de paz, se produciría un efecto-rechazo y la paz que ellos intentaban darles volvería a sus donantes.

En el pueblo en que sean bien recibidos, han de aceptar con gratitud la comida que les ofrezcan (porque el obrero merece su salario), pero sin olvidar aquello para lo que han llegado a ese lugar: para anunciar que el Reino de los cielos está cerca y para significarlo en la curación de los enfermos que haya. Pero cuando no los reciban deberán hacer un acto público de desagravio. Saldrán a la plaza y dirán: Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros, como haciendo ver que no quieren nada con aquellos ingratos que han rechazado el don de Dios que les llega por su medio. Pero deben saber, a pesar de su persistente sordera, que, lo quieran o no lo quieran admitir, el Reino de Dios está cerca. Semejante rechazo no quedará sin consecuencias: aquel día le será más llevadero a Sodoma que a ese pueblo. Y todos sabían lo que le había ocurrido al pueblo de Sodoma.

¿Por qué concede Jesús tanta importancia a este anuncio que tiene el tono de un pregón? ¿Por qué deben saber esos pueblos que el Reino de Dios está cerca? ¿Qué puede significar para sus vidas la aceptación de semejante noticia?

La cercanía del Reino no puede desconectarse de la actividad mesiánica del mismo Jesús en medio de su pueblo. La implantación del Reino no es otra cosa que la presencia benéfica (salvífica) del Salvador que hace sentir su efecto salvífico ya en el mundo. La cercanía del Reino de Dios es la cercanía del mismo Dios en su Hijo encarnado, la cercanía de Dios en la humanidad de Jesucristo. Acoger este anuncio es acogerle a él y acoger su mensaje, su perdón y su salvación. Y acoger el don salvífico de Dios que se hace presente en su humanidad es muy importante. Ese don transformará al hombre, le convertirá en habitante del Reino y le hará vivir en la paz, el amor, la justicia, la misericordia, la fraternidad y el gozo que imperan en ese Reino.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en 
Teología Patrística

Lumen Gentium – Documentos Concilio Vaticano II

Maternidad espiritual

61. La Santísima Virgen, predestinada desde toda la eternidad como Madre de Dios juntamente con la encarnación del Verbo, por disposición de la divina Providencia, fue en la tierra la Madre excelsa del divino Redentor, compañera singularmente generosa entre todas las demás criaturas y humilde esclava del Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la cruz, cooperó en forma enteramente impar a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por eso es nuestra madre en el orden de la gracia.

Comentario Domingo XXVII de Tiempo Ordinario

Oración preparatoria

Señor Jesús: Tú dijiste: “mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica”. Abre nuestro corazón y nuestro ser entero a tu Palabra, para que seamos hermanos tuyos, tu familia. Danos el corazón abierto, confiado y obediente de María tu madre. Y que escuchando tu Palabra, podamos decir, como ella: “haz tu voluntad en mí, en nosotros”. AMEN.

 

Mt 21, 33-43

«33“Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó.

34Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. 35Y los labradores, agarrando a los siervos, a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon.

36De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero les hicieron lo mismo.

37Finalmente les envió a su hijo, diciendo: ‘A mi hijo respetarán’. 38Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: ‘Éste es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia’. 39Y, agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron.

40Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?”.

41Le dicen: “A esos miserables les dará una muerte miserable y arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo”.

42Les dice Jesús: “¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que desecharon los constructores, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos? 43Por eso os digo: Se os quitará el Reino de Dios y será dado a un pueblo que haga sus frutos».

PALABRA DE DIOS

 

CONTEXTO

Estamos en la parábola central de un grupo de 3: la de los dos hijos (21,28-32), que leímos el domingo pasado, y la del banquete de bodas (22,1-14). Las tres parábolas contienen una respuesta negativa: la del hijo al padre, la de los labradores al dueño de la viña, la de algunos invitados al rey que celebra las bodas de su hijo. Las tres parábolas tratan de mostrar un único punto: los que no acogieron la predicación y el bautismo de Juan, ahora rechazan a Jesús. Son los sumos sacerdotes, los ancianos del pueblo y los fariseos. Ellos ponen en cuestión la autoridad de Jesús y a ellos Jesús dirige estas tres duras parábolas. Tras ellas, continuará el desencuentro de Jesús con los fariseos a cuenta del tributo al César (22,15-22) y con los saduceos a cuenta de la resurrección de los muertos (22,23-33). La Pasión de Jesús se está fraguando.

 

TEXTO

El evangelio de hoy tiene dos grandes partes: el relato de la parábola (21,33-39) y la conversación de Jesús con sus interlocutores, los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo (21,40-43). La primera parte tiene una estructura bien definida, con una introducción (v. 33), y tres momentos sucesivos marcados por el verbo “enviar” (vv. 34-35; v. 36; vv. 37-39), que presentan una gran tensión narrativa basada en la diferencia entre las expectativas del dueño de la viña y el comportamiento de los labradores. La segunda parte también tiene una estructura clara, con tres momentos cada vez más largos y de más contenido: la pregunta que Jesús dirige a sus interlocutores (v. 40), la respuesta de éstos (v. 41) y la intervención final de Jesús (vv. 42-43). Dos temas sobresalen: la oposición siervos/hijo y labradores, y la importancia del dar/hacer frutos.

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• Sobresale la contradicción entre las acciones del señor de la viña, llenas de cuidado y esmero (cinco verbos: plantar, rodear, cavar, edificar, arrendar) y las acciones de los labradores (tres verbos muy violentos: golpear, matar, apedrear). En “la viña del Señor”, en nuestro modo de vivir la vida y empeñarnos por el Reino, ¿cuáles son las acciones que sobresalen?

• Los verbos opuestos son expresión de dos tipos de personajes: los labradores y los enviados del señor. Mirando nuestra militancia cristiana, ¿con qué tipo de personaje nos identificamos más o cuál nos refleja mejor?

• La insistencia en el envío: por tres veces se insiste en el verbo, como expresión del interés del señor por los frutos de su viña, es decir, como expresión del interés de Dios por este mundo en el que tiene que florecer el Reino. Dios no se olvida de su creación y sigue enviando… ¿Nos sentimos enviados por Dios a… qué, a quién? ¿Cómo andamos de esperanza (por saber que Dios no nos abandona) y de compromiso misionero (por saber que Dios pide los frutos de su viña)?

• La insistencia en los frutos (4 veces): en la parábola es claro cuáles son los frutos de la viña, pero en nuestra vida cristiana, ¿cuáles son los frutos que podemos ofrecer a Dios? ¿cuáles se nos piden? ¿cómo respondemos?

• Quizá un elemento muy interesante también sea la distinta perspectiva de juicio de los interlocutores de Jesús y de éste: mientras los primeros responden acentuando el castigo a los labradores, Jesús deja de lado esa cuestión e insiste en la rehabilitación de la piedra desechada (imagen de él mismo): las verdaderas “personas de Dios” hablan más de salvación que de castigo; están más empeñadas en salvar que en condenar. ¿Nos dice algo?

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis – Domingo XXVII de Tiempo Ordinario

XXVII Domingo de Tiempo Ordinario
4 de octubre 2020

En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: “Había una vez un propietario que plantó una viña, lo rodeó con una cerca, abrió un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego lo alquiló a unos trabajadores y se fue de viaje. Llegado el tiempo de la cosecha, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los trabajadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo. Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: ‘A mi hijo lo respetarán’. Pero cuando los trabajadores lo vieron, se dijeron unos a otros: ‘Éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia’. Le echaron mano, lo sacaron de la viña y lo mataron. Ahora, díganme: cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?’’ Ellos le respondieron: “Dará muerte terrible a esos crueles y alquilará la viña a otros trabajadores, que le entreguen los frutos a su tiempo”. Entonces Jesús les dijo: “¿No han leído nunca en la Escritura?: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable. Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos’’.

Reflexión

Jesús dirige una parábola (un cuento con una enseñanza) a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo de Dios. Ellos guiaban al pueblo con leyes pero no tenían a Dios en sus corazones. ¿Quién representa el propietario? A Dios. ¿Quienes representan los trabajadores? Estos mismos sumos sacerdotes y ancianos del pueblo. ¿Qué representa la viña? El pueblo de Dios. ¿Qué hicieron los trabajadores cuando el propietario mandó a sus servidores para colectar su parte de los frutos de la viña? Dos veces los maltrataron hasta matarlos para ellos quedarse con la viña. ¿Quienes representan los servidores? Los profetas de Dios. Finalmente el propietario mandó a su hijo y también lo mataron, ¿Quien es el hijo? Es Jesús. ¿Qué le estaba diciendo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos? Que ellos no estaban guiando bien al pueblo de Dios; no le habían hecho caso a los profetas, ni le hicieron caso a Jesús y por eso Dios les iba a quitar la autoridad sobre su pueblo y se lo iba a dar a otros que produzcan frutos para el Reino de Dios. ¿Quién es la piedra que desecharon los constructores? Jesús. La piedra angular es la que lleva el peso de un edificio. Jesus es el centro y la fuerza del pueblo de Dios porque es Dios mismo. ¿Cómo podemos reconocer a Jesús en nuestra vida? Arcercándonos a Jesús orando, participando en los Sacramentos, leyendo la biblia, obedeciendo los mandamientos, rezando el Rosario, sirviendo al prójimo, nuestro corazón se purifica y reconoce a Jesús en las personas, en la naturaleza, en eventos de la vida.

Actividad

En la siguiente página, colorear la parábola. En la otra página, hablar y colorear de donde podemos ver a Jesús. Cortar las gafas y pegar en papel de cartulina cortado como anteojos. Colorear y pegar a la cartulina. Pegar los brazos a las gafas.

 

Oración

Jesús, ayúdame a siempre verte en el amor de las personas que me rodean, en la belleza de la naturaleza que creaste, y en los eventos de mi vida. Quiero verte siempre. Amen.

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Parábola de los viñadores homicidas – Mateo 21, 33-43

En aquel tiempo dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo: – Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores para recibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: «Tendrán respeto a mi hijo». Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: «este es el heredero; venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia». Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores? Le contestaron: – Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a sus tiempos. Y Jesús les dice: – ¿No habéis leído nunca en la Escritura: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el Reino de los cielos y se dará a un pueblo que produzca sus frutos

Explicación

En otra ocasión Jesús discutiendo con los fariseos les dijo: Un señor tenía una viña muy bien cuidada y se la arrendó a unos labradores. Cuando llegó el tiempo de la cosecha, para pedirles su parte envió a unos criados, y los labradores los apalearon; luego envió a otros, y lo mismo; al final les envío a su hijo y lo mataron. Entonces Jesús les preguntó: ¿Qué creéis que hará el dueño de la viña?. Le respondieron: pues dársela a otros labradores. Entonces Jesús les dijo: Pues así es como estáis obrando vosotros. El Padre os quitará el Reino y se lo dará a otro pueblo que le de los frutos a su tiempo

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

VIGESIMOSEPTIMO DOMINGO: TIEMPO ORDINARIO “A” (Mt. 21, 33-43)

NARRADOR: En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

JESÚS: Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.

NIÑO 1: Sigue contándonos la parábola, a ver qué nos quieres comunicar hoy.

JESÚS: Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.

NIÑO 2: Qué sinvergüenzas. Después que les arrienda la viña, matan a los criados de ese amo tan bueno.

JESÚS: Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo.

NIÑO 1: Yo les denunciaría y que les llevasen a la cárcel.

JESÚS: Por último les mandó a su hijo, diciéndose: «Tendrán respeto a mi hijo.»

NIÑO 2: Y qué les hizo el hijo… ¿Les denunció?, ¿se vengó de ellos?

JESÚS: Que va… los labradores, al ver al hijo, se dijeron: «Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia.» Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron.

NARRADOR: Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?

NIÑOS: Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.

NARRADOR: Y Jesús les dice:

JESÚS: ¿No habéis leído nunca en la Escritura: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente»?

NIÑO 1: Y eso ¿qué quiere decir?

JESÚS: Os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles XXVI de Tiempo Ordinario

Muchas personas, todos los años, se deciden a hacer la experiencia del Camino de Santiago en soledad. La experiencia permite descubrir lo que es salir al camino sin estar seguro de cuál es la meta. Ni siquiera se tenía la seguridad de dónde estaba la meta. Cada mañana se toma la mochila y el bordón de peregrino y se sale al camino. Siempre hacia el oeste.

Estar con Jesús era algo parecido al camino de Santiago. Con la diferencia de que no era para un mes sino para toda la vida. Con Jesús se sabía de dónde se salía pero no a dónde se llegaba. Los discípulos habían dejado atrás sus casas, sus trabajos, sus redes. Con Jesús no tenían nada más que sus propias fuerzas y el polvo del camino. Jesús iba por delante. Todo era posible. Porque Jesús era absolutamente sorprendente. Sus caminos siempre parecen nuevos.

En el Evangelio de hoy, como en el caso de los peregrinos, no es Jesús el que invita a seguirle. Son algunos de los que están con él los que parece que se quieren comprometer a seguir a Jesús, a estar siempre con él. Da la impresión de que se habían encontrado con él, que le habían acompañado unos días. Y que de esa experiencia había brotado el deseo de quedarse en la compañía de Jesús.

Pero no saben donde se han metido. Jesús les pide una entrega y una radicalizad total. Hay que dejarlo todo y encontrarse con nada. Si el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza tampoco los que están con él. Jesús va camino de Jerusalén y allí las expectativas no son buenas. Esos nubarrones terribles también están sobre la cabeza de los que acompañan a Jesús.

Hoy sucede algo parecido. Seguir a Jesús es comprometerse con la justicia, acercar el amor de Dios a los más pobres y marginados, renunciar a la violencia en todas sus formas y abrir caminos a una fraternidad en la que toda la humanidad está invitada a participar sin excepciones ni exclusiones. En ese camino no hay vuelta atrás. Y no hay otro camino para encontrar la vida de verdad.