Vísperas – San Gregorio Magno

VÍSPERAS

SAN GREGORIO MAGNO, papa y doctor

 

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Cantemos al Señor con alegría
unidos a la voz del pastor santo;
demos gracias a Dios, que es luz y guía,
solícito pastor de su rebaño.

Es su voz y su amor el que nos llama
en la voz del pastor que él ha elegido,
es su amor infinito el que nos ama
en la entrega y amor de este otro cristo.

Conociendo en la fe su fiel presencia,
hambrientos de verdad y luz divina,
sigamos al pastor que es providencia
de pastos abundantes que son vida.

Apacienta, Señor, guarda a tus hijos,
manda siempre a tu mies trabajadores;
cada aurora, a la puerta del aprisco,
nos aguarde el amor de tus pastores. Amén.

SALMO 71: PODER REAL DEL MESÍAS

Ant. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.

Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran río al confín de la tierra.

Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.

Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.

SALMO 71

Ant. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre, rescatará sus vidas de la violencia.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.

Que viva y que le traigan el oro de Saba;
que recen por él continuamente
y lo bendigan todo el día.

Que haya trigo abundante en los campos,
y susurre en lo alto de los montes;
que den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre, rescatará sus vidas de la violencia.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: EL JUICIO DE DIOS

Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

LECTURA: 1P 5, 1-4

A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

RESPONSORIO BREVE

R/ Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.
V/ Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.

R/ El que entregó su vida por sus hermanos.
V/ El que ora mucho por su pueblo.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. San Gregorio traducía en obras lo que enseñaba en sus sermones; por eso, fue un ejemplo vivo de doctrina espiritual.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. San Gregorio traducía en obras lo que enseñaba en sus sermones; por eso, fue un ejemplo vivo de doctrina espiritual.

PRECES

Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice a favor de los hombres, en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:

Salva a tu pueblo, Señor.

Tú que, por medio de pastores santos y eximios, has hecho resplandecer de modo admirable a tu Iglesia,
— haz que los cristianos se alegren siempre de ese resplandor.

Tú que, cuando los santos pastores te suplicaban, con Moisés, perdonaste los pecados del pueblo,
— santifica, por su intercesión, a tu Iglesia con una purificación continua.

Tú que, en medio de los fieles, consagraste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los dirigiste,
— llena del Espíritu Santo a todos los que rigen a tu pueblo.

Tú que fuiste el lote y la heredad de los santos pastores
— no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre esté alejado de ti.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que, por medio de los pastores de la Iglesia, das la vida eterna a tus ovejas para que nadie las arrebate de tu mano,
— salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.

Fieles a la recomendación del Salvador, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…

ORACION

Oh Dios, que cuidas a tu pueblo con misericordia y lo gobiernas con amor, concede el don de sabiduría, por intercesión del papa san Gregorio Magno, a quienes confiaste la misión del gobierno en tu Iglesia, para que el progreso de los fieles sea el gozo eterno de sus pastores. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Jueves XXII de Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

Dios todopoderoso, de quien procede todo bien, siembra en nuestros corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, acrecientes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor. 

2) Lectura

Del Evangelio según Lucas 5,1-11
Estaba él a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba a su alrededor para oír la palabra de Dios, cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas y estaban lavando las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.» Simón le respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.» Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían.
Al verlo, Simón Pedro cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador.» Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres.» Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron. 

3) Reflexión

• El evangelio de hoy cuenta cómo Pedro fue llamado por Jesús. El evangelio de Marcos coloca el llamado de los primeros discípulos al comienzo del ministerio público de Jesús (Mc 1,16-20). Lucas lo coloca después de que la fama de Jesús se había extendido por toda la región (Lc 4,14). Jesús había curado a mucha gente (Lc 4,40) y había predicado en las sinagogas de todo el país (Lc 4,44). El pueblo lo buscaba y la multitud lo apretaba por todos los lados para escuchar la Palabra de Dios (Lc 5,1). Lucas hace más comprensible el llamado. Primero, Pedro puede escuchar las palabras de Jesús a la gente. Enseguida, presencia la pesca milagrosa. Después de esta doble experiencia sorprendente, llega el llamado de Jesús. Pedro escucha, deja todo y se vuelve “pescador de hombres”.
• Lucas 5,1-3: Jesús enseña desde el barco. La gente busca a Jesús para oír la Palabra de Dios. Y es tanta la gente a su alrededor que Jesús queda como apretado por todos los lados. Jesús le pide ayuda a Simón Pedro y a algunos compañeros que habían vuelto de la pesca. Entra con ellos en el barco y desde allí responde a lo que el pueblo le pide, comunicándole la Palabra de Dios. Sentado, Jesús toma postura y autoridad de un maestro, pero habla desde un barco de un pescador. La novedad consiste en que el Señor no sólo enseña en una sinagoga para un público seleccionado, sino en cualquier lugar donde la gente quiere escucharle, hasta en la playa misma.
• Lucas 5,4-5: «¡Por tu palabra echaré las redes!» Terminada la instrucción a la gente, Jesús se dirige a Simón y le anima a pescar de nuevo. En la respuesta de Simón se nota frustración, cansancio y desaliento: «¡Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada!». Pero, con confianza en la palabra de Jesús, vuelven a echar las redes. ¡La palabra de Jesús tiene más fuerza que la experiencia frustrante de la noche!
• Lucas 5,6-7: El resultado es sorprendente. La pesca es tan abundante que las redes casi se rompen y los barcos están a punto de hundirse. Simón necesita la ayuda de Juan y de Santiago, que están en otro barco. Nadie consigue ser completo, si está solo. Las comunidades deben ayudarse entre sí. El conflicto entre las comunidades, tanto en el tiempo de Lucas como hoy, tiene que ser superado en vista de un objetivo común, que es la misión. La experiencia de la fuerza transformadora de la Palabra de Jesús es el eje alrededor del cual las diferencias se asumen y superan.
• Lucas 5,8-11: «¡Serás pescador de hombres!» La experiencia de la proximidad de Dios en Jesús le hace percibir a Simón quién es: «¡Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador!» Ante Dios ¡todos somos pecadores! Pedro y los compañeros tienen miedo y, al mismo tiempo, se sienten atraídos. Dios es un misterio fascinante: da miedo y, al mismo tiempo, atrae. Jesús aleja el miedo: «¡No tengas miedo!» Llama a Pedro y le compromete en la misión, mandando a que sea pescador de hombres. Pedro experimenta, bien concretamente, que la Palabra de Jesús es como la Palabra de Dios. Es capaz de hacer acontecer lo que afirma. En Jesús aquellos rudos trabajadores hicieron la experiencia de poder, cobraron valor y confianza. Entonces, «dejándolo todo, ¡le siguieron!». Hasta entonces, sólo Jesús anunciaba la Buena Nueva del Reino. Ahora otras personas van siendo llamadas e implicadas en la misión. Esa manera que Jesús tiene de trabajar en equipo es una Buena Nueva para el pueblo.
• El episodio de la pesca en el lago manifiesta la atracción y la fuerza de la Palabra de Jesús. Atrae a la gente (Lc 5,1). Lleva a Pedro a ofrecer su barco a Jesús para que hable (Lc 5,3). La Palabra de Jesús es tan fuerte que vence la resistencia de Pedro, lleva a lanzar de nuevo la red y hace que acontezca la pesca milagrosa (Lc 5,4-6). Vence en Pedro la voluntad de alejarse de Jesús y lo atrae para que sea «pescador de gente!» (Lc 5,10) ¡Y así la Palabra de Dios actúa hasta nuestros días! 

4) Para la reflexión personal

• ¿Dónde y cómo acontece hoy la pesca milagrosa, realizada en atención a la Palabra de Jesús?
• Ellos largaron todo y siguieron a Jesús. ¿Yo que tengo que largar para poder seguir a Jesús? 

5) Oración final

¿Quién subirá al monte de Yahvé?,
¿quién podrá estar en su santo recinto?
El de manos limpias y puro corazón,
el que no suspira por los ídolos
ni jura con engaño. (Sal 24,3-4)

El premio del amor a Dios es amarle todavía más (amor a Dios)

El que ama a Dios se contenta con agradarle, porque el mayor premio que podemos desear es el mismo amor […]. El alma piadosa e íntegra busca en ello su plenitud y no desea otro deleite (San Gregorio Magno, Sermón 92).

Alma que ama a Dios no ha de pretender ni esperar otra recompensa por sus servicios prestados que la perfección de amar a Dios (San Juan de la Cruz, Cántico espiritual, 9, 7).

El amor no descansa mientras no ve lo que ama; por eso los santos estimaban en poco cualquier recompensa, mientras no viesen a Dios. Por eso el amor que ansia ver a Dios se ve impulsado, por encima de todo discernimiento, por el deseo ardiente de encontrarse con él. Por eso Moisés se abrevió a decir: Si he obtenido tu favor, muéstrame tu rostro (Ex 33, 13) […]. Por eso también se dice en otro lugar: Déjame ver tu rostro (Sal 80, 4). Y hasta los mismos paganos en medio de sus errores se fabricaron ídolos para poder ver con sus propios ojos el objeto de su culto (San Pedro Crisólogo, Sermón 147).

Comentario – Jueves XXII de Tiempo Ordinario

Hoy el texto evangélico nos propone una experiencia vocacional, que pasa por una llamadaaudición, una conciencia de indignidad y una repuesta generosa que supera incertidumbres, miedos y cobardías. Es la experiencia de Simón Pedro junto al lago de Genesaret. A la propuesta o mandato de Jesús: Echad las redes, Simón se remite a una constatación empírica: Hemos estado trabajando toda la noche y no hemos cogido nada.

La experiencia reciente desaconsejaba, por tanto, esta acción. Pero, en atención a su maestro, echa las redes, aunque no parece que con demasiada convicción. Entonces sucede lo inesperado: las redes se llenan de peces hasta reventar. En ese preciso instante, Simón Pedro experimenta una fuerte sensación de indignidad: apártate de mí, Señor, que soy un pecador.

Pedro se siente pecador porque ha desconfiado de la palabra, de la competencia y del poder de su Maestro y Señor. Lo grandioso de la acción de Jesús le ha hecho sentir más vivamente su pequeñez y su pecado. Por eso se siente indigno de estar junto a él, de ser su discípulo, de tenerle por amigo. Y mucho más indigno se sentiría ante la idea de tener que representarle.

Es precisamente éste el momento en que Jesús le dice: No temas, desde ahora serás pescador de hombres. Y le ofrece la oportunidad de sumarse a su misión con un nuevo oficio que será prolongación del suyo: el oficio de predicar, de rescatar, de salvar: el oficio sacerdotal. Y a la oferta, Pedro, junto con Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran sus compañeros, respondieron con prontitud, decisión y radicalidad; pues dejándolo todo, lo siguieron. Ese todo implicaba posesiones, pero también lazos familiares afectivos.

Todos, como cristianos, hemos sido llamados a realizar una tarea determinada en la vida. Sea la que sea, siempre hemos de ejecutarla como llamados por Dios para eso. Tengamos presente esta llamada y la gracia que la acompaña.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Lumen Gentium – Documentos Concilio Vaticano II

Consagración del mundo

34. Dado que Cristo Jesús, supremo y eterno Sacerdote, quiere continuar su testimonio y su servicio por medio de los laicos, los vivifica con su Espíritu y los impulsa sin cesar a toda obra buena y perfecta.

Pues a quienes asocia íntimamente a su vida y a su misión, también les hace partícipes de su oficio sacerdotal con el fin de que ejerzan el culto espiritual para gloria de Dios y salvación de los hombres. Por lo cual los laicos, en cuanto consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, son admirablemente llamados y dotados, para que en ellos se produzcan siempre los más ubérrimos frutos del Espíritu. Pues todas sus obras, sus oraciones e iniciativas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el cotidiano trabajo, el descanso de alma y de cuerpo, si son hechos en el Espíritu, e incluso las mismas pruebas de la vida si se sobrellevan pacientemente, se convierten en sacrificios espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo (cf. 1 P 2, 5), que en la celebración de la Eucaristía se ofrecen piadosísimamente al Padre junto con la oblación del cuerpo del Señor. De este modo, también los laicos, como adoradores que en todo lugar actúan santamente, consagran el mundo mismo a Dios.

Iglesia jerárquica

1.- «A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya…» (Ez 33, 7) Como atalaya, como torre de centinela sobre un otero que domina el horizonte, para avisar con tiempo la llegada del enemigo. Centinela alerta que dará, en el momento preciso, la voz de alarma; para poner en guardia a los defensores de la fortaleza. Pieza importante en la partida, jugada decisiva que dará la victoria o provocará la derrota… Por eso, en muchos casos, el centinela que se duerme durante la guardia es reo de muerte. Y es que todo está en sus manos mientras que monta la guardia, cuando todos confían en él, durmiendo tranquilos al pensar que hay quien vela y vigila.

Un centinela hay que ser en la propia fortaleza del alma, siempre con la guardia montada, ojo avizor, pendiente de las asechanzas del enemigo. También en esas pequeñas escaramuzas, que nos pueden parecer sin importancia… Centinela alerta. Siempre. Lo dijo el Señor: velad, pues no sabéis cuándo sonará la hora. Y también dice san Pedro: Sed sobrios y vigilad, que vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda rondando y busca a quien devorar. Resistidle firmes en la Fe.

2.- «Pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta…» (Ez 33, 9) Centinela alerta también en beneficio de los demás. No podemos pensar sólo en nosotros mismos. No es lícito olvidarse de los otros, prescindir de ellos, contentarse con salvarse a sí mismos, abandonando en el peligro a los demás. El «sálvese quien pueda» no es nunca compatible con la fidelidad a la doctrina de Cristo.

Por eso hoy nos dice el Señor: «Si yo digo al malvado que es reo de muerte, y tú no le hablas poniéndole en guardia, para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. Pero si pones en guardia al malvado, para que cambie de conducta y no cambia, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida».

Está claro. No podemos vivir tranquilos, pasar de largo ante quien se hunde en la miseria, en el peor de los cenagales, en el lodo movedizo del pecado… Centinela, alerta. Con la guardia bien montada, dispuestos a romper el silencio de la noche con nuestro grito de alarma que detecte el peligro y salve la situación.

3.- «Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva» (Sal 94, 1) Entremos en su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Con estas palabras se suele iniciar cada día la Liturgia de las horas, la oración de la Iglesia. Es una exhortación hecha a todos los hombres para que alaben y aclamen al Señor con gozo y alegría porque de él nos viene la salvación. De esa forma nos introducimos en su divina presencia cuando apenas si nos hemos despertado del sueño de la noche, es una exhortación para que nos metamos en Dios mismo y así pasemos el resto de la jornada que empieza. Recordemos que, como dice el Apóstol, en Dios vivimos, nos movemos y existimos.

Entrar en la presencia de Dios y darle gracias, manifestar nuestro gozo porque es nuestro Padre y nuestro Señor, porque nos sabemos mirados serena y tiernamente por sus ojos divinos. «Entrad, repite el salmista, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía».

Sí, somos el Pueblo de Dios, ese que el Señor y dueño absoluto de todos los pueblos se ha elegido para sí. Después de la venida de Jesucristo se han abierto las puertas del Reino también para quienes no llevamos en nuestras venas sangre hebrea. Ya no es necesario, para entrar en el Reino, ser descendiente de Abrahán por la carne, sino serlo por la Fe. Y así todo el que cree en Cristo, al ser regenerado por el agua y el Espíritu, pertenece al Pueblo que Cristo redimió y santificó con su sangre.

4.- «Ojalá escuchéis hoy su voz: no endurezcáis el corazón…» (Sal 94, 8) Pastor que guía con acierto, que señala el peligro y libra de él. Pastor que se olvida de sí mismo para preocuparse sólo del bien de su rebaño. Pastor de silbos amorosos, de palabras entrañables que hablan directamente al corazón. Ojalá escuchéis hoy su voz, nos dice el autor sagrado. Sí, ojalá atendamos con atención lo que el Señor nos quiere decir, ahora que aún estamos a tiempo. Ojalá sepamos hacer un poco de silencio en nuestra vida, por unos instantes al menos, para que llegue hasta lo íntimo de nuestro ser la voz de Dios.

Durante cuarenta años aquella generación me asqueó, dice el Señor de los que salieron de Egipto. Una queja amarga de Dios contra los suyos, que quizás la esté pronunciando ahora contra ti, o contra mí… Vamos a enmendarnos, vamos a convertirnos de una vez hacia el Señor, vamos a escarmentar en cabeza ajena. No cansemos con nuestra tibieza a Dios, no le causemos tedio. Son muchos los años que llevamos diciéndole que sí con la boca y negándole con las obras… Que sus palabras de triste queja nos conmuevan profundamente y rompan la costra de nuestra rutina, de nuestro desamor.

5.- «A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama tiene cumplido el resto de la ley» (Rm 13, 8) Los fariseos y los escribas de la Ley se empeñaban en precisar el sentido del Decálogo. Con ese fin desgranaban los diez mandamientos en preceptos interminables, contemplando los innumerables casos que ellos imaginaban en amplia casuística. Jesús, por el contrario, trata de simplificar la Ley. Y lo mismo hacen los apóstoles… Más que los mil casos que puedan originar aplicaciones diversas, lo que importa es que haya unos principios claros y categóricos que determinen nuestra conducta. Por eso es índice de una mentalidad raquítica el no dar importancia a las faltas y pecados veniales por el mero hecho de que no llegan a ser pecado mortal. O robar hasta el límite de lo que constituye materia grave, o enredar en materia de castidad hasta el momento en que se entra en terreno vedado, o criticar del prójimo en cosas «sin importancia».

Hoy san Pablo nos da la simplificación máxima de lo que constituye el meollo y la esencia de la Ley de Dios: el amor. Ama a Dios y haz luego lo que quieras, venía a decir san Agustín. Y es que quien ama de veras a Dios, se olvida de sí mismo y se entrega gustosa y desinteresadamente a los planes divinos, hasta identificarse en cierto modo con el Señor; y como Dios es Amor, la vida del hombre se transforma en Amor.

6.- «Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera» (Rm 13, 10) Identificarse con Dios, endiosarse, vivir de amor, con una vida de gozo inefable, vida entrañable y serena; felicidad donde todo, incluso el dolor, se gusta y saborea, se transforma en esperanza y en optimismo… Amor, sin embargo, que no puede quedarse en una mera actitud, en algo etéreo y vago, abstracto. No, el amor auténtico no se queda en un mero sentimiento. Es mucho más que un sentimiento, hasta el punto de que puede existir aunque nada se sienta.

Amor auténtico es vida real y concreta, es detalle y esmero, es aprecio por lo pequeño para hacer posible lo grande. Es entrega diaria e ilusionada a la fidelidad de todas las horas. Es respeto y comprensión honda hacia todos los hombres. Es preocupación real por los problemas, de los débiles y de los fuertes, que se ha de traducir en soluciones eficaces. Amor es darlo todo, darse del todo… Ojalá que el Señor nos conceda entender y vivir el amor auténtico, el que se escribe con mayúscula porque se trata del mismo Dios.

7.- «Si tu hermano peca, repréndelo a solas…» (Mt 18, 15) El mensaje salvador de Cristo enseña que el hombre no puede desentenderse de su prójimo. Considera que todos somos hermanos y que nadie puede pensar tan sólo en sí mismo. Los pecados ajenos no pueden dejarnos tranquilos, lo mismo que no podemos eludir las necesidades ajenas, si está en nuestras manos el aliviarlas. Por eso cuando alguien obra mal, tenemos la obligación de corregirle, de advertirle de su error. Y eso hecho por amor y con amor, buscando el bien del prójimo y no nuestra propia satisfacción o vanagloria. Ha de ser una corrección de hermano a hermano, a solas y con prudencia, sin humillar en lo más mínimo. Con el deseo sincero de levantar a quien ha caído, persuadidos de que también nosotros podemos caer.

El pasaje evangélico de hoy nos habla, además, de la Iglesia y de su constitución jerárquica. De esas estructuras visibles, queridas por Jesucristo, mediante las cuales se lleva a cabo la misión salvadora que Dios le ha encomendado. Para ello dio el Señor a Pedro y a los demás apóstoles el poder de atar y de desatar. Es decir, el Colegio Apostólico, formado hoy por los obispos en comunión con el Papa, ha recibido los poderes necesarios para regir a la Iglesia y a cuantos formamos parte de ella. Es una realidad que, por voluntad de Cristo, persiste a través de los tiempos, por mucho que estos puedan cambiar.

El Señor está presente entre nosotros que, sin duda, estamos en la Iglesia en nombre de Jesús. Su promesa no falla. Hemos de creerlo firmemente y permanecer muy unidos entre sí. De este modo daremos un testimonio evidente que atraerá a los que están fuera de la Iglesia. Por otra parte, nuestra oración será escuchada de modo más seguro si oramos unidos. Así lo ha prometido Jesús y así será. En este sentido recordemos que la plegaria por excelencia es la que tiene lugar en la Santa Misa, en la celebración de la Eucaristía, cuando Jesús mismo se ofrece como víctima de propiciación y como intercesor eficaz ante Dios nuestro Padre.

Antonio García Moreno

Si reprendes a tu hermano y te hace caso, has salvado a tu hermano

«Si tu hermano ha pecado contra ti, ve y repréndelo a solas; si te escucha, habrás ganado a tu hermano; pero si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que toda causa sea decidida por la palabra de dos o tres testigos. Si no quiere escucharles, dilo a la comunidad; y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano y publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo».

«Os aseguro que, si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre la tierra, cualquier cosa que pidan les será concedida por mi Padre celestial. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

Mateo 18, 15-20

PARA MEDITAR

Nos dice Jesús que donde estemos reunidos dos o tres cristianos en su nombre, que allí estará Él con nosotros. Jesús nos dice que no nos va a dejar sólos. Pero también quiere que nosotros no dejemos sólo a nadie. Quiere que estemos juntos, que nos ayudemos unos a otros.
En estos meses de la pandemia del Coronavirus es más difícil estar con los demás, pero no es imposible. Se trata de hacer las cosas de otra manera para que podemos estar juntos y podamos ayudarnos unos a otros. Las personas hemos sido pensadas para estar unos con otros, para ayudarnos unos a otros. Tenemos que seguir creciendo en unidad entre todos y en estar siempre atentos a lo que necesitan otras personas.

PARA HACER VIDA EL EVANGELIO

  • Escribe algún momento importante en tu parroquia en el que hayas vivido un momento chulo con otras personas.
  • ¿Por qué quiere Jesús que los cristianos estemos unidos unos a otros? ¿Qué podemos hacer todos los cristianos juntos?
  • Escribe algo que puedas hacer junto con la personas de tu parroquia este curso que comienza.

ORACIÓN

Tú nos perdonas siempre,
contigo todo es fácil.
A nosotros, en cambio,
nos cuesta perdonar.
Decimos que olvidamos,
pero nuestra cabeza guarda,
y se nos escapa el reproche
en cualquier ocasión.
Ayúdanos, Señor, a perdonar
a tu manera,
sin guardar recuento
de ningún mal.
Regálanos tu amnesia, Señor, esa que Tú tienes
y que olvida al momento
cualquier cosa que te hagan.
Danos un corazón blando
como el tuyo,
que perdona al instante
y no guarda rencor.

Tú eres perdón, Señor

Tú nos perdonas siempre,
contigo todo es fácil.

A nosotros, en cambio,
nos cuesta perdonar.
Decimos que olvidamos,
pero nuestra cabeza guarda,
y se nos escapa el reproche
en cualquier ocasión.

Ayúdanos, Señor, a perdonar
a tu manera,

sin guardar recuento
de ningún mal.

Regálanos tu amnesia, Señor,
esa que Tú tienes

y que olvida al momento
cualquier cosa que te hagan.

Danos un corazón blando
como el tuyo,

que perdona al instante
y no guarda rencor.

Danos palabras sabias
para corregir a los otros,
disculpa oportuna

y caricia tierna,
la discreción y la tolerancia
que necesitamos

para vivir unidos
y llevarnos mejor.
Eso es vivir tu Amor.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio – Domingo XXIII de Tiempo Ordinario

• Como tantas otras veces en los Evangelios, aquí (15 y 16) encontramos citado el Antiguo Testamento: No odiarás de corazón a tu hermano. Reprenderás a tu pariente para que no cargues tú con su pecado (Lv 19,17); Un solo testigo no bastará como prueba contra un hombre por cualquier culpa o delito que haya cometido: sólo por la declaración de dos testigos o por declaración de tres testigos se podrá fallar una causa (Dt 19,15). La preocupación de las Escrituras siempre ha sido la de salvar, nunca la de condenar.

• «La comunidad» (17) traduce la palabra «iglesia» que está en el original griego. La iglesia es siempre comunidad de los discípulos de un lugar reunida en asamblea.

• Cuando el «hermano» no quiere escuchar (17), si ya se ha probado todo, se le considera fuera de la comunidad – «pagano», «publicano»-. Se trata de una constatación, no de una expulsión, porque es él quien se mantiene conscientemente fuera: la persona que no escucha a la comunidad rompe los vínculos que la unen a los demás miembros. Por tanto, no se trata de echarlo: los hermanos que han hablado con él, la misma comunidad reunida, no pretenden nunca (no deben pretender nunca), echarlo, por grande que haya sido la ofensa, sino que su preocupación es siempre pastoral, parecida a la del «Padre del cielo» (19) que no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños, como encontramos, justo antes de este fragmento de hoy, en la parábola de la oveja perdida (Mt 18,10-14).

• La potestad de atar y desatar en la tierra y en el cielo que Jesús había dado a Pedro (Mt 16,19), ahora la da a la comunidad (18). Es una de las concreciones de lo que expresa la petición del Padrenuestro cuando dice hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo (Mt 6,10). Es decir, no hay «cielo» al margen de «la tierra». Y, para Jesús, el único lugar al que el Reino de Dios tiene que venir es «la tierra», esta tierra.

• El consenso que pide Jesús (19) es el consenso cuya finalidad es descubrir la voluntad del «Padre del cielo». No es, pues, un consenso para imponer a Dios, por más unanimidad que haya, lo que nos parece a nosotros que Él tiene que hacer, sino para discernir lo que Él quiere de nosotros. La oración comunitaria siempre es abierta y pide que se haga tu voluntad… (Mt 6,10).

• Una de las insistencias del evangelista Mateo es que Jesucristo está en medio de nosotros. Aquí (20) se dice a propósito de la comunidad reunida, la iglesia. En la Iglesia reunida como tal, el Resucitado está presente. Que Él está con nosotros, Mateo ya lo anunciaba en el prólogo: Le pondrá por nombre Emmanuel, que significa «Dios-con-nosotros» (Mt 1,23). Y al final, el Resucitado envía a los discípulos a anunciar el Evangelio a todos los pueblos, también asegura su presencia: Id y haced discípulos de todos los pueblos… Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mt 28,20).

Comentario al evangelio – Jueves XXII de Tiempo Ordinario

Vamos a fijarnos en la última frase del Evangelio de hoy. Posiblemente es la más importante: “Y dejándolo todo, lo siguieron.” Eso marca el final de un proceso. Y el final suele ser lo más importante. Por en medio habrá habido pasos adelante y pasos atrás, dudas, vacilaciones, momentos de luz y claridad… Pero lo importante es llegar. 

Dos historias para aclararlo. Recuerdo que cuando estaban a punto de beatificar al fundador del Opus Dei, vi un programa de televisión en el que unos invitados debatían sobre la vida del santo. Uno de ellos comenzó a contar que en la vida del futuro beato había habido algunos momentos de oscuridad, no tan santos para entendernos. Fue un jesuita el que le respondió –y muy bien– que lo importante era el final, que en todo proceso hay momentos diversos y que, dadas las limitaciones que tenemos todas las personas, no es de extrañar que en la vida de monseñor Escrivá hubiese habido momentos de dificultad, de oscuridad, errores incluso. Lo importante había sido su capacidad para superar esos momentos, para seguir caminando, para mantener firme la mirada en la meta. 

La otra historia pertenece a mi propia experiencia cuando hace año hice el Camino de Santiago. Es un camino largo, 700 kilómetros. Un mes caminando todos los días. Hay momentos para todo. A veces duelen los pies y las piernas. A veces uno se siente cansado. Hay momentos en lo que uno se pregunta por qué se metió en semejante locura o qué se le ha perdido en Santiago. Pero también hay momentos de luz, de claridad, de buen humor, de diálogo con los otros caminantes con los que se comparte el Camino. Y, al final, cuando se llega, se sabe que todo lo que se ha pasado, alguna tendinitis y muchas ampollas incluidas, ha valido la pena. 

Pedro escuchó a Jesús, luego le siguió, luego dudó, luego le volvió a seguir. Por el camino llegó a negar haber conocido a Jesús. Es que Pedro era una persona normal, como nosotros. Con sus debilidades y sus fortalezas. Lo importante es que se mantuvo en el empeño. Siguió tras Jesús. Y llegó a su meta. Si él pudo, nosotros también. No importa lo que haya habido por el camino. No importan los errores cometidos. Lo importante es seguir y llegar. Y, no lo dudemos, la gracias de Dios está con nosotros. Como lo estuvo con Pedro.

Fernando Torres, cmf