Homilía – Domingo XXVI de Tiempo Ordinario

1.- Conversión y salvación (Ez 18, 25-28)

El perdón de Dios es tan «ilógico» que a muchos escandaliza «No es justo el proceder de Dios» Y es que hay gente que no puede tolerar a un Dios perdonador que, recreándolo, iguala al pecador con el justo.

Pero, ni santidad ni pecado son dos realidades estáticas, como fijas Puede la vida seguir un progresivo camino positivo (santidad) o un camino negativo (pecado) Pero estos caminos que parecen tan trillados, pueden sufrir un cambio de dirección «Cuando el justo se aparta su justicia, comete la maldad, y muere» Es buen aviso para navegantes «Quien se cree seguro, tenga cuidado, no sea que caiga» Y «cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo, y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida» Un buen panorama de esperanza «Volved al Señor y viviréis».

El contexto de la enseñanza de Ezequiel es la responsabilidad personal No puede uno refugiarse en el comporta miento del grupo El grupo ayuda para bien o para mal, pero no sustituye el camino Puede, sin embargo, hacerse una opción personal para el bien desde una conciencia clara de la propia vida de injusticia: «Si el malvado recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá»: Dios trabaja en lo íntimo del corazón el camino que lleva hacia él.

 

2.-  Despojarse del rango (Flp 2, 1-11)

Al deseo de «ensalzarse» por encima de los otros, «endiosándose»; al afán de aparentar un rango que no se tiene; a la codicia de estar encumbrado por todos… se contrapone la actitud de Jesucristo. Es un himno primitivo al abajamiento del Verbo que Pablo encontró ya hecho Pero es muy ilustrativo el contexto en que lo inserta, escribiendo a los filipenses.

El Apóstol les ha pedido una vida de humildad: «No obréis por envidia ni por ostentación; dejaos llevar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás», justo todo lo contrario de lo que es tendencia humana. Una vida alternativa, como alternativo es no andar buscan do el propio interés, sino el interés de los demás.

¿Es de locos este salir radical de uno mismo? Es el llegar a tener en nosotros «los mismos sentimientos de una vida en Cristo Jesús». El ser y el obrar «en Cristo Jesús» trastocó la vida del Apóstol y trastoca la vida del creyente.

Y modelo no le falta a san Pablo: El «despojarse del rango» es la entraña de la encarnación de quien tiene l condición divina. Un despojo que al Verbo le hace «pasar por uno de tantos». Un despojo que lo lleva hasta la expropiación de la muerte. Y para más abajamiento, hasta una muerte de cruz Un auténtico «descenso» hasta la miseria humana Pero un abajamiento fecundo hay un «p eso» que une «el despojo de su rango» con la exaltación de su nombre «Por eso, Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre»

 

3.- Conversión en las obras (Mt 21, 28-32)

«De buenas intenciones están los infiernos llenos», dice nuestro refrán Y no le falta razón las bonitas palabras y las buenas intenciones no tocan el corazón.

La parábola de Jesús no puede ser más sencilla y expresiva cumple la voluntad del padre quien hace realmente lo mandado, a pesar de su espontánea y negativa respuesta Y se queda sin cumplirla quien todo lo dejó en palabras Fueron realmente «de las que se llevó el viento», porque no hizo lo mandado.

El ambiente que la parábola deja es un contexto excelente para que Jesús proclame quién tiene la preceden en el Reino Los publícanos y prostitutas, que creyeron el mensaje de Juan, llevan la delantera en el camino hacia el Reino Es en verdad paradójico A pesar de haber dicho «no» ellos, al final, sí acudieron, mientras que los que habían dicho «sí», no dieron nunca después el paso definitivo «Vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis».

Ya nos lo había dicho Ezequiel ni la santidad ni el pecado son realidades estáticas Y ahora añade Jesús Tampoco son realidades de palabras, se trata de realidades de obras.

¿Vas o no vas al tajo?

Tú eres quien peca y quien se arrepiente,
pues sólo la persona es responsable;
la razón de tu obrar abominable
no está en los avatares o en la gente.

Para Dios la mejor «cuenta corriente»
no es tu mérito ruin y deleznable:
lo pasado no es bien ni mal contable,
le importa tu actitud en el presente.

¿Vas o no vas al tajo de la viña?
Es el ir no el decir lo decisivo.
Si en la mentira asientas la rapiña

de tu bien parecer, serás un «vivo»,
pero no lo estarás…, pues solamente
resurge, tras morir, el obediente.

Pedro Jaramillo