Vísperas – Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

VÍSPERAS

SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL

De manera conjunta se celebra ahora a estos tres ángeles muy venerados en la tradición de la Iglesia.

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Señor, ábreme los labios.
R/. Y mi boca proclamará tu alabanza

HIMNO

Miguel, Gabriel, Rafael,
los espíritus señeros
y arcángeles mensajeros
de Dios, que estáis junto a él.

A vuestro lado se siente
alas de fiel protección,
incienso de la oración
y el corazón obediente.

«¿Quién como Dios?» Es la enseña,
es el grito de Miguel,
y el orgullo de Luzbel
al abismo se despeña.

Gabriel trae la embajada
divina, y le lleva al Padre
el «sí» de la Virgen Madre,
del Sol de Cristo alborada.

Por la ruta verdadera
Rafael nos encamina
y nos da la medicina
que cura nuestra ceguera.

Dios que nos diste a los ángeles
por guías y mensajeros,
danos el ser compañeros
del cielo de tus arcángeles. Amén.

SALMO 8: LAS MARAVILLAS DE LA CREACIÓN

Ant. Ensalzaste tu majestad sobre los cielos, Rey de los ángeles.

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Ensalzaste tu majestad sobre los cielos, Rey de los ángeles.

SALMO 137: ACCIÓN DE GRACIAS

Ant. Delante de los ángeles, tañeré para ti, Dios mío.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre:

por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.

El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.

Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Delante de los ángeles, tañeré para ti, Dios mío.

CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. Vi delante del trono a un Cordero en pie; se notaba que lo habían degollado. Y escuché la voz de muchos ángeles alrededor del trono.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Vi delante del trono a un Cordero en pie; se notaba que lo habían degollado. Y escuché la voz de muchos ángeles alrededor del trono.

LECTURA: Ap 1, 4b5. 6b

Gracia y paz a vosotros de parte del que es y era y viene, y de parte de los siete espíritus que están ante su trono y de parte de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos amó nos ha librado de nuestros pecados por su sangre. A él la gloria y el poder.

RESPONSORIO BREVE

R/ Subió el humo de los perfumes a la presencia del Señor.
V/ Subió el humo de los perfumes a la presencia del Señor.

R/ Por manos del ángel.
V/ A la presencia del Señor.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Subió el humo de los perfumes a la presencia del Señor.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El ángel Gabriel habló a María, diciendo: “Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús”.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El ángel Gabriel habló a María, diciendo: “Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús”.

PRECES

Pidamos al Señor que, como los ángeles, poderosos ejecutores de sus órdenes, seamos siempre prontos a la voz de su palabra. Implorémosle, diciendo:

Te rogamos, óyenos.

Para que por manos de los ángeles suban a tu presencia nuestras oraciones
— como el humo de los perfumes,

Para que nuestras ofrendas sean llevadas a tu presencia,
— hasta el altar del cielo. Por manos de tu ángel.

Para que, con la legión del ejército celestial, podamos proclamar la gloria a Dios en el cielo,
— y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor,

Para que, al fin de nuestra vida, los ángeles nos reciban
— y nos lleven a la patria del paraíso,

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Para que san Miguel, el abanderado, introduzca en la luz sagrada
— las almas de los fieles difuntos,­­­

Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro…

ORACION

Oh Dios, que con admirable sabiduría distribuyes los ministerios de los ángeles y los hombres, te pedimos que nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por aquellos que te asisten continuamente en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia; derrama incesantemente sobre nosotros tu gracia, para que, deseando lo que nos prometes, consigamos los bienes del cielo. Por nuestro Señor. 

2) Lectura

Del Evangelio según Juan 1,47-51
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.» Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?» Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel.» Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.» 

3) Reflexión

• El evangelio de hoy nos presenta el diálogo entre Jesús y Natanael, en el que aparece la frase: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.” Esta frase ayuda a aclarar algo respecto de los arcángeles.
• Juan 1,47-49: La conversación entre Jesús y Natanael. Fue Felipe que llevó a Natanael hasta Jesús (Jn 1,45-46). Natanael había exclamado: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» Natanael era de Caná, que quedaba cerca de Nazaret. Al ver a Natanael, Jesús dice: «¡Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño!» Y afirma que ya le conocía cuando estaba debajo de la higuera. ¿Cómo es que Natanael podía ser un «israelita auténtico» si no aceptaba a Jesús como mesías? Natanael «estaba debajo de la higuera». La higuera era el símbolo de Israel (cf. Mi 4,4; Za 3,10; 1Re 5,5). «Estar debajo de la higuera» era lo mismo que ser fiel al proyecto del Dios de Israel. Israelita auténtico es aquel que sabe deshacerse de sus propias ideas cuando percibe que éstas no concuerdan con el proyecto de Dios. El israelita que no está dispuesto a hacer esta conversión no es no auténtico ni honesto. Esperaba a un mesías de acuerdo con la enseñanza oficial de la época, según la cual el Mesías vendría de Belén en Judea. El Mesías no podía venir de Nazaret, en Galilea (Jn 7,41-42.52). Por esto, Natanael se resistía en aceptar a Jesús como mesías. Pero el encuentro con Jesús le ayudó a percibir que el proyecto de Dios no siempre es como la persona se lo imagina o desea que fuera. Natanael reconoce su engaño, cambia idea, acepta a Jesús como mesías y confiesa: «¡Maestro, tú eres el hijo de Dios, tú eres el rey de Israel!»
• La diversidad del llamado. Los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas presentan la llamada de los primeros discípulos de forma mucho más resumida: Jesús pasa por la playa, llama a Pedro y a Andrés. Luego después, llama a Santiago y a Juan (Mc 1,16-20). El evangelio de Juan tiene otra manera de describir el inicio de la primera comunidad que se formó alrededor de Jesús. Trae unas historias bien concretas. Lo que llama la atención es la variedad de los llamados y de los encuentros de las personas entre sí y con Jesús. De este modo, Juan enseña como hay que hacer para iniciar una comunidad. Es a través de los contactos y de invitaciones personales, ¡hasta hoy! A unos Jesús los llama directamente (Jn 1,43). A otros, indirectamente (Jn 1,41-42). Un día, llamó a dos discípulos de Juan Bautista (Jn 1,39). Al día siguiente, llamó a Felipe que, a su vez, llamó a Natanael (Jn 1,45). Ninguna llamada se repite, porque cada persona es diferente. La gente nunca olvida los llamados y los encuentros importantes que marcan su vida. Recuerda hasta el día y la hora (Jn 1,39).
• Juan 1,50-51: Los ángeles de Dios sabiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre. La confesión de Natanael está al comienzo. Quien es fiel, verá el cielo abierto y los ángeles subiendo y bajando sobre el hijo del Hombre. Experimentará que Jesús es la nueva alianza entre Dios y nosotros, seres humanos. Es la realización del sueño de Jacob (Gén 28,10-22).
• Los ángeles subiendo y bajando. Los tres arcángeles: Gabriel, Rafael y Miguel. Gabriel explicaba al profeta Daniel el significado de las visiones (Dan 8,16; 9,21). Fue ese mismo ángel Gabriel el que llevó el mensaje de Dios a Isabel (Lc 1,19) y a María, la madre de Jesús (Lc 1,26). Su nombre significa “Dios es fuerte”. Rafael aparece en el libro de Tobías. Acompañó a Tobías, hijo de Tobit y de Ana, en el viaje y le protegió de todos los peligros. Ayudó a Tobías a que librara a Sara de un mal espíritu y a curar a Tobit, el padre, de la ceguera. Su nombre significa “Dios cura”. Miguel ayudó al profeta Daniel en sus luchas y dificultades (Dan 10,13.21; 12,1). La carta de judas dice que Miguen disputó con el diablo el cuerpo de Moisés (Jd 1,9). Fue Miguel el que venció a satanás, derribándolo del ciego y arrojándolo al infierno (Ap 12,7). Su nombre significa “¡Quién como Dios!” La palabra ángel significa mensajero. Trae un mensaje de Dios. En la Biblia, la naturaleza entera puede ser mensajera de Dios, revelando el amor de Dios por nosotros (Sal 104,4). El ángel puede ser Dios mismo, en cuanto vuelve su rostro hacia nosotros y nos revela su presencia amorosa. 

4) Para la reflexión personal

• ¿Tuviste ya un encuentro que ha marcado tu vida? ¿Cómo descubriste la llamada de Dios allí?
• ¿Te has interesado alguna vez, como Felipe, en llamar a otra persona para que participara de la comunidad? 

5) Oración final

Te doy gracias, Yahvé, de todo corazón,
por haber escuchado las palabras de mi boca.
En presencia de los ángeles tañeré en tu honor,
me postraré en dirección a tu santo Templo. (Sal 138,1-2)

La Vida de Jesús – Fco. Fernández-Carvajal

3.- LA LLAMADA DE LOS DOCE

Mt 10, 1-4; Mc 3, 13-19; Lc 6, 12-16

No habían pasado muchos días desde que el Señor hablara del vino nuevo y del vestido viejo. Había sido con ocasión de las disputas sobre el descanso sabático.

Quizá los discípulos no entendieron al principio lo que el Señor quería expresar con aquellas imágenes, pero su sentido era cada vez más claro: Él iba a traer un vino nuevo mejor que el viejo. No una mejor cosecha que la anterior, sino otras vides, plantadas en una tierra y bajo un sol distintos (todo el mundo). Un vestido nuevo, no uno remendado. Iba a surgir un pueblo de Dios con una organización también distinta. Las viejas estructuras no podían sostener la novedad de Cristo.

Como fundamento de ese nuevo pueblo de Dios, su Iglesia, escoge ahora a los Doce, después de una noche en oración en el monte. ¿Por qué seleccionó a estos y no a otros? Es todo un misterio. Llamó a los que él quiso (Mc). Eligió a doce, para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar con poder de expulsar demonios. Y formó el grupo de los doce: a Simón, a quien puso el nombre de Pedro… (Mc). Así se les llamó más tarde: los Doce. Constituirán un grupo bien determinado y completo: por eso, después de la muerte de Judas es elegido Matías para completar este número, que corresponde al de los doce Patriarcas de Israel. Los judíos se consideraban el pueblo de las doce tribus de Israel, que será reconstituido en estos términos al fin de los tiempos. El Señor les asegura que se sentarán en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel[1].

Es san Lucas quien nos dice que Jesús salió al monte a orar, y pasó toda la noche en oración. Al día siguiente, eligió a los Doce. Es la oración de Cristo por la Iglesia incipiente.

En muchos lugares del evangelio se nos muestra Cristo unido a su Padre Celestial en una íntima y confiada plegaria. Convenía también que Jesús, perfecto Dios y Hombre perfecto, orase para darnos ejemplo de oración humilde, confiada, perseverante, ya que Él nos mandó orar siempre, sin desfallecer (cfr. Lc 18, 1), sin dejarse vencer por el cansancio, de la misma manera que se respira incesantemente.

Desde un punto de vista humano los Doce no eran, de ningún modo, personas con condiciones excepcionales; ignorantes y plebeyos, llamarían a Pedro y a Juan más tarde. Parecían tan poco relevantes que después de la muerte del Señor nadie se preocupó de ellos, a pesar de ser sus más íntimos colaboradores. Consideraron que no merecía la pena. El Señor tiene unos criterios que no siempre se corresponden con los nuestros: Llamó a los que él quiso (Mc). Y con ellos, a pesar de su ignorancia y de su falta de virtudes, llevaría a cabo su misión redentora en la Iglesia[2].


[1] Según el Apocalipsis (Ap 21, 12-14), la nueva Jerusalén tiene doce puertas, en las cuales están escritos los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel, y descansa sobre doce pilares, que llevan los nombres de los doce apóstoles del Cordero.

[2] Así se expresa san Josemaría al hablar de los Doce: «Pobres, ignorantes. Y ni siquiera sencillos, llanos. Dentro de su limitación, eran ambiciosos. Muchas veces discuten sobre quién sería el mayor, cuando –según su mentalidad– Cristo instaurase en la tierra el reino definitivo de Israel. Discuten y se acaloran durante ese momento sublime, en el que Jesús está a punto de inmolarse por la humanidad: en la intimidad del Cenáculo (…).

«Son hombres corrientes, con defectos, con debilidades, con la palabra más larga que las obras. Y, sin embargo, Jesús los llama para hacer de ellos pescadores de hombres, corredentores, administradores de la gracia de Dios» (Es Cristo que pasa, n. 2).

Comentario – Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

La conformación del grupo de seguidores de Jesús que está en el origen del cristianismo y de la Iglesia es el resultado de unos encuentros personales que instauraron estrechos lazos de amistad y de compañerismo. San Juan nos hace saber que Jesús, tras haber determinado salir para Galilea, encuentra a Felipe y le dice: Sígueme. Aclara que Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. Es probable que Felipe tuviera ya contactos con Andrés y Pedro o que perteneciera al mismo círculo de los discípulos de Juan Bautista. El encuentro con Jesús pudo deberse a estos contactos. Pero el evangelista añade, a continuación, que Felipe se encontró con Natanael, que no podía serle desconocido, y le expresó con asombro su última noticia: Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los Profetas lo hemos encontrado: a Jesús, hijo de José, de Nazaret.

Para decir que habían encontrado a aquel de quien escribió Moisés, tenían que estar familiarizados con tales Escrituras. El personaje aludido era sin duda el Mesías esperado. Pues bien, Felipe manifiesta a su amigo la certeza de que el Mesías profetizado es Jesús, el Nazareno. Natanael no da crédito a esta noticia, porque entiende que de Nazaret, tierra de gentiles, no puede proceder el Mesías anunciado. De Nazaret no podía salir nada bueno. Felipe no le replica. Se limita a facilitarle el encuentro personal con el personaje en cuestión: Ven y verás, ven y tendrás ocasión de comprobarlo por ti mismo.

Cuando Jesús le ve acercarse a él, dice de él, como si le conociera de siempre: Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño. Aquello tuvo que sonarle a Natanael a un juicio un poco presuntuoso. ¿Cómo se permitía enjuiciarle aquel desconocido que nada sabía de él? Por eso le contesta: ¿De qué me conoces para decir eso de mí? Y Jesús le muestra un indicio de sus dotes cognitivas: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Bastó esta simple indicación para que cambiara enteramente la actitud de ese israelita de verdad, íntegro, honesto, siempre con la cara descubierta, sin doblez ni engaño. Rabí –respondió-, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.

Confesar a Jesús Hijo de Dios por haberle adivinado el lugar en que se encontraba antes de ser llamado por Felipe, parece excesivo. Y Jesús se lo hace notar: ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores. Y realmente llegó a ver cosas mayores, signos mayores de su poder de persuasión, de curación, de transformación. Veréis el cielo abierto –les dice Jesús- y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre. Verán, pues, abrirse el cielo; verán personajes celestes cortejando al Hijo del hombre. Pero también verán cosas contrarias; verán al Mesías contradicho, discutido, despreciado, rechazado, injuriado, humillado, condenado como un malhechor, crucificado, sepultado. Y en semejante visión su fe se verá zarandeada, combatida, cuestionada: Ahí tenéis a vuestro Rey, clavado en una cruz, les podían echar a la cara sus contradictores.

¿Era la amistad de estos hombres con Jesús, su fe en él, tan fuerte como para hacer frente a estos desafíos? No lo parece. Pero la fe de aquellos discípulos reverdeció con la resurrección del Maestro. Sólo este hecho (= cosamayor explica la fuerza arrolladora de una fe capaz de entregar la vida en su momento testimonial (= martirio). La amistad explica muchas cosas en la relación de aquellos discípulos con Jesús, pero no lo explica todo.

Para seguir manteniendo la fe (= confianza) en él, tuvieron que ver realmente cosas mayores, tuvieron que ver el cielo abierto para dar entrada triunfal al Resucitado de entre los muertos. Pero no cabe duda de que hubo unos contactos que propiciaron encuentros, y los encuentros hicieron surgir la amistad –esa confluencia de intereses entre diversas personas- que habría de robustecerse con el tiempo. Sólo esta amistad ininterrumpida explica la permanencia en el seguimiento, incluso en los momentos más críticos y complicados, y finalmente la experiencia de las apariciones tras su muerte y sepultura. También hoy, como entonces, la fe sigue siendo una cuestión de amistad, que depende de un encuentro personal con el Viviente. Si falta éste se hace difícil no sólo el brotar de la fe, sino hasta su propio mantenimiento.

Jesús alude en este pasaje a un cielo abierto, un cielo, por tanto, que nos deja ver sus entrañas; nos deja ver al Hijo del hombre rodeado de una corte de ángeles. Hoy celebramos la fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, que no son simplemente cortesanos del séquito celeste del Hijo del hombre ya glorificado. Los nombres de estos arcángeles comparecen en los escritos sagrados tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento para referirse a personajes que intervienen en la historia sin ser humanos, a emisarios del mismo Dios que entran en contacto con los hombres para hacer funciones de guía militar, de mensajero o de médico; por tanto, enviados de Dios para cumplir un encargo en favor de la humanidad necesitada de guía o brazo protector, de mensaje de esperanza o de medicina reparadora.

Tales son las funciones reseñadas por el texto sagrado de los santos ángeles que hoy traemos a la memoria litúrgica, ángeles que están al servicio de Dios y para el bien del hombre. Sus presuntas apariencias humanas no les equiparan a los hombres. Siguen siendo ángeles, esto es, creaturas de Dios dotadas de inteligencia y voluntad y capaces de llevar a cabo ciertas tareas de parte del mismo Dios y de entrar en contacto –a pesar de su invisibilidad natural- con los destinatarios de su acción (palabras y actuaciones), esos seres humanos que viven en el espacio y el tiempo y van construyendo la historia con sus constantes intervenciones. Y si los ángeles se hacen activamente presentes en nuestra historia de salvación es preciso que les otorguemos la estimación debida y la relevancia que les concede la misma revelación. Que ellos nos protejan, nos guíen, nos iluminen y nos sanen.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Lumen Gentium – Documentos Concilio Vaticano II

III. La Santísima Virgen y la Iglesia

María, esclava del Señor, en la obra de la redención y de la santificación

60. Uno solo es nuestro Mediador según las palabra del Apóstol: «Porque uno es Dios, y uno también el Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo para redención de todos» (1 Tm 2, 5-6). Sin embargo, la misión maternal de María para con los hombres no oscurece ni disminuye en modo alguno esta mediación única de Cristo, antes bien sirve para demostrar su poder. Pues todo el influjo salvífico de la Santísima Virgen sobre los hombres no dimana de una necesidad ineludible, sino del divino beneplácito y de la superabundancia de los méritos de Cristo; se apoya en la mediación de éste, depende totalmente de ella y de la misma saca todo su poder. Y, lejos de impedir la unión inmediata de los creyentes con Cristo, la fomenta.

Recursos – Ofertorio Domingo XXVII de Tiempo Ordinario

PRESENTACIÓN DE UNA CEPA

(Fuera de las comarcas agrarias donde se cultivan las vides, será difícil encontrar este símbolo. Se puede, sin embargo, sustituir por cualquier tronco o por una planta. Lo puede presentar cualquier persona adulta de la comunidad, y dice:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo hoy, en nombre de toda la comunidad, este tronco; es el símbolo de tu Iglesia, la nueva viña, que Tú has plantado, cuidado con esmero, vallado para no ser pisoteada y enriquecida con la casa del vigilante y el lagar. Somos conscientes del amor con que la has regalado. Pero somos también conscientes de la responsabilidad de nuestra respuesta. Por eso, te pedimos tu gracia, para que no seamos como tu viejo pueblo, infieles a tus palabras y deseos. Haz crecer a la Iglesia en frutos abundantes de justicia y amor, los que Tú quieres que produzca.

PRESENTACIÓN DE UNA PIEDRA

(Puede hacer esta ofrenda cualquier persona adulta de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Mira, Señor, yo te traigo esta piedra, símbolo de la piedra angular, que es tu Hijo Jesucristo para tu Iglesia. Sin él la construcción entera se vendría abajo. No permitas que tu Iglesia se olvide de ello. Haznos tener siempre presente que él es la clave de la existencia de la Iglesia. No tenemos otro Señor, a pesar de que, con frecuencia, busquemos sustitutivos a nuestra medida. Que todo lo nuestro sea en obediencia y para la alabanza de tu Hijo Jesucristo, la piedra clave de la bóveda de tu Iglesia.

PRESENTACIÓN DE UN INSTRUMENTO DE LABRANZA

(Tampoco es fácil, sobre todo en las ciudades, encontrar un tipo de instrumento de este estilo, tan específico del mundo rural. Por eso, podría ser sustituido por cualquier instrumento de jardinería)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Aquí tienes este instrumento relacionado con el cuidado de las plantas o del campo. Es símbolo del trabajo de los y las viñadores, a los y a las que Tú has confiado el cultivo de tu viña. Señor, nosotros y nosotras somos esos labradores, que hemos de cuidar, y con esmero, tu Iglesia. Somos conscientes de nuestro trabajo en favor de ella. A veces, preferimos nuestra comodidad, y nos olvidamos de nuestras responsabilidades. Haznos despertar. Que no echemos nuestro hombro para atrás cuando se trata del trabajo en favor de la comunidad. Que no abandonemos nunca el trabajo en tu Iglesia y en favor de ella, y que tomemos conciencia, además, de que cuanto hacemos por tu Iglesia es a favor del mundo y de todos los hombres y mujeres.

PRESENTACIÓN DE UN RACIMO DE UVAS

(Realiza esta ofrenda otra persona adulta de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo hoy este racimo de uvas, símbolo de nuestros frutos que, ojalá, sean abundantes y tan saludables como Tú deseas de tu Iglesia, de nuestra Comunidad y de cada uno y cada una de nosotros y de nosotras. Haznos tomar conciencia de que los frutos que te gustan son nuestras obras de amor y de justicia en favor de las personas. Que no nos entretengamos distraídos o distraídas en producir tan sólo frutos de devoción, que, además, complican nuestros corazones, haciéndonos caer en la tentación farisaica de que nos salvamos por el esfuerzo nuestro del cumplimiento externo de la ley. Que todas nuestras actividades y proyectos vayan encaminadas a luchar y defender la justicia, los derechos humanos y el desarrollo integral de las personas. Danos, Señor, suficiente sensibilidad para hacernos presentes allá donde se suscita un problema y una necesidad humana.

PRESENTACIÓN DE UNA VELA ENCENDIDA SOBRE UN CANDELERO

(Puede hacer esta ofrenda otro miembro cualquiera de la comunidad, aunque de distinto sexo que quien haya hecho la anterior. Dice después:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, con esta vela encendida sobre el candelero, que yo te ofrezco hoy, en nombre de todos y de todas, queremos simbolizar nuestro comportamiento coherente en todos los niveles de nuestra existencia, tanto en nuestra vida religiosa como profana. Así nos comprometemos a ser luz en medio del mundo.

PRESENTACIÓN DEL GRUPO DE CARITAS

(NOTA: Cada domingo de estos dos próximos meses, sería bueno ir presentando UN GRUPO de Pastoral de la Parroquia, de forma que todos y todas conozcan su proyecto).

(Hoy iniciamos con el grupo de CARITAS o de Acción Social que haya en la Comunidad. Sería muy interesante que se pudiera presentar el proyecto impreso en una HOJA, para repartirla al final de la celebración a cada uno y cada una de los y las asistentes. Ahora, se puede presentar en una cartulina grande, y que luego será colocado en un lugar significativo del templo parroquial. Una persona, en nombre de todo el grupo, lo presenta:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Nuestro grupo, Señor, en nombre de toda la Comunidad, trabaja por dar respuesta a las situaciones más complicadas que se dan entre nosotros y nosotras. Por eso, hemos hecho el esfuerzo de escribir el PROYECTO de CÁRITAS, que luego repartiremos a cuantos y cuantas lo deseen, de manera que lo conozcan, y entre todos y todas podamos ser más cercanos y cercanas, más efectivos y efectivas ante los problemas. Acoge esta nuestra ofrenda y ayúdanos a cada uno y a cada una de los miembros de la comunidad a ser cada día más sensibles a los más necesitados y a las más necesitadas.

Oración de los fieles – Domingo XXVII de Tiempo Ordinario

Nos acercamos a tu mesa Señor, para compartir tu Cuerpo y Sangre. Traemos a tu altar estas necesidades, ante Ti las presentamos con la confianza de que serán escuchadas:

MUESTRATE FAVORABLE, SEÑOR.

1.– Señor no dejes de tu mano a tu Iglesia, al Papa, los obispos, diáconos y las personas que trabajan en tu viña, que crezcan en la experiencia de tu amor y lleven adelante el plan que diseñaste para ellos. OREMOS

2. – Este domingo es oportuno para rogar por el pueblo de Israel, que trasmitió la fe en un único Dios, para que reconozcan que Jesús es el Mesías que tanto esperan. OREMOS

3. – Por todos aquellos que trabajaron alguna vez con el Señor en su viña y que ahora andan en otros quehaceres, para que haciendo caso a Pablo, pongan en práctica todo aquello que aprendieron y recibieron. OREMOS

4. – Por los gobernantes y dirigentes de las naciones, para que en tiempos difíciles perseveren en la justicia y en la búsqueda de la Paz que vienen del Señor. OREMOS

5. – Por los universitarios que comienzan el curso académico para que además de todos los conocimientos que puedan adquirir, aumente también en ellos la ilusión y la pasión por Cristo. OREMOS

6.- Por los pobres, enfermos y demás personas que necesitan de nuestra sociedad, para que descubramos que son ellos la verdadera viña donde tenemos que trabajar. OREMOS

7.- Por todos los presentes en la Eucaristía para que Dios nos apoye, perdone nuestros pecados y nos dé la alegría de su amor. OREMOS

Señor ayúdanos a poner en obra todo lo que hemos vivido en esta Eucaristía; concédenos lo que con humildad te pedimos y ayúdanos a extender tu Reino a nuestro alrededor.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Amen.


Señor: en tus manos ponemos nuestras necesidades y las de todos los hombres. Confiamos en tu poder y tu misericordia.

AYÚDANOS A DAR FRUTOS DIGNOS.

1.- Por el Papa, los obispos, los sacerdotes, los diáconos y todos los que formamos la Iglesia, para que respondamos a la tarea encomendada, procurando que nuestros frutos sean los que Dios espera. OREMOS

2.- Por todos los hombres y mujeres, para que sepamos ser agradecidos a tantos dones como recibimos cada día del Señor. OREMOS

3.- Para que cada uno, en el puesto que tenga asignado, se preocupe de ser luz para los hermanos con su testimonio y su vida. OREMOS

4.- Por las familias, para que sepan ayudarse unos a otros, y sean agradecidos con los desvelos que cada uno tiene para los demás. OREMOS

5.- Por los que rigen las naciones, para que no miren el bien de unos pocos, sino que busquen el bien de todos, consiguiendo as una paz duradera. OREMOS

6.- Por los que estamos aquí reunidos, para que el Señor no tenga que lamentarse de la confianza que en nosotros ha depositado. OREMOS

Escucha Señor estas súplicas que te hacemos, y concédenos la gracia de responder lo mejor que podamos.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Comentario al evangelio – Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

En la lectura continuada que venimos haciendo del libro de Job y del evangelio de Lucas, hoy la liturgia nos propone un paréntesis con la celebración de los Santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.

Los tres textos de este día están unidos exteriormente por los personajes de los ángeles, si bien tratan temas diversos. La primera lectura habla del triunfo de Cristo y sus seguidores sobre sus enemigos, el salmo responsorial es una acción de gracias a Dios por sus expresiones (misericordia, fidelidad, gloria, etc.), y en el evangelio se condensa la teología joánica: Jesús es rabí, Hijo de Dios, Rey de Israel.

Volvamos al punto de unión, los ángeles. Son seres que adquirieron un protagonismo excepcional en la literatura sagrada y profana del pueblo hebreo, conocida como apocalíptica, entre los siglos III a.C. y II d.C. Había ángeles buenos y malos, de rango inferior y de grado superior, novatos y veteranos. Capaces todos ellos de dominar cualquier situación o criatura mundana o semimundana. Se les veía generalmente en los espacios celestes sosteniendo luchas perpetuas acompañadas de los más extraordinarios fenómenos atmosféricos o de cualquier otro orden imaginable. Y por encima de todo estaba el Dios supremo, el dueño de todo y conocedor del desenlace de todas las batallas.

¿Por qué este tipo de imágenes? Exactamente no lo sabemos (como ocurre al preguntarnos por la causa de la aparición de un determinado género literario). Lo que sí es cierto es que en esta época Israel, por un lado, y los cristianos por otro, comparten situaciones similares: el rechazo, unas veces directo y otras más encubierto, por parte de las autoridades civiles y/o religiosas, o de cualquier otro grupo influyente. Los grados a los que llegó esta oposición fue muy variado.

La actualización del mensaje es clara: la celebración de los Santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael nos acerca a las situaciones de rechazo individuales o comunitarias, para confiar que el bien tendrá la última palabra en nuestro mundo, y para que esta convicción nos haga ser personas y comunidades de salvación.