VÍSPERAS
TÉMPORAS DE ACCIÓN DE GRACIAS Y DE PETICIÓN
INVOCACIÓN INICIAL
V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
HIMNO
Te damos gracias, Señor,
porque has depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que lo castiga.
Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija.
Y sacaremos con gozo
del manantial de la Vida
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita.
Entonces proclamaremos:
«¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios es grande;
su caridad, infinita!
¡Que alabe al Señor la tierra!
Contadle sus maravillas.
¡Qué grande, en medio del pueblo,
el Dios que nos justifica!» Amén.
SALMO 24
Ant. En ti confío, Señor, no quede yo defraudado.
A ti, Señor, levanto mi alma;
Dios mío, en ti confío,
no quede yo defraudado,
que no triunfen de mí mis enemigos;
pues los que esperan en ti no quedan defraudados,
mientras que el fracaso malogra a los traidores.
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
y todo el día te estoy esperando.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
Por el honor de tu nombre, Señor,
perdona mis culpas, que son muchas.
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Ant. En ti confío, Señor, no quede yo defraudado.
SALMO 27
Ant. Escucha, Señor, mi voz suplicante.
A ti, Señor, te invoco;
Roca mía, no seas sordo a mi voz;
que, si no me escuchas, seré igual
que los que bajan a la fosa.
Escucha mi voz suplicante
cuando te pido auxilio,
cuando alzo las manos
hacia tu santuario.
No me arrebates con los malvados
ni con los malhechores,
que hablan de paz con el prójimo,
pero llevan la maldad en el corazón.
Bendito el Señor, que escuchó
mi voz suplicante;
el Señor es mi fuerza y mi escudo:
en él confía mi corazón;
me socorrió, y mi corazón se alegra
y le canta agradecido.
El Señor es fuerza para su pueblo,
apoyo y salvación para su Ungido.
Salva a tu pueblo y bendice tu heredad,
sé su pastor y llévalos siempre.
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Ant. Escucha, Señor, mi voz suplicante.
CÁNTICO de EFESIOS
Ant. Dios hará justicia a sus elegidos que le gritan. Aleluya.
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante Él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Ant. Dios hará justicia a sus elegidos que le gritan. Aleluya.
LECTURA: St 5, 16b-18
Mucho puede hacer la oración intensa del justo. Elías, que era un hombre de la misma condición que nosotros, oró fervorosamente para que no lloviese; y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Luego volvió a orar, y el cielo derramó lluvia y la tierra produjo sus frutos.
RESPONSORIO BREVE
R/ Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío.
V/ Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío.
R/ Inclina el oído y escucha mis palabras.
V/ Porque tú me respondes, Dios mío
R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Yo te invoco porque tú me respondes.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Pedid y se os dará; buscad, y encontraréis; llamad, y se os abrirá», dice el Señor.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Pedid y se os dará; buscad, y encontraréis; llamad, y se os abrirá», dice el Señor.
PRECES
Invoquemos a Cristo, en quien confían los que conocen su nombre, y digámosle:
Señor, ten piedad.
Señor Jesucristo, consuelo de los humildes,
— dígnate asistir con tu gracia los trabajos del nuevo año.
Que los que por nuestra debilidad nos sentimos sin ánimos,
— con tu fuerza nos veamos eficaces.
Tú que has venido a salvar al mundo,
— ilumina con tu luz a todos los hombres.
Tú que has querido que la inteligencia del hombre investigara los secretos de la naturaleza,
— haz que la ciencia y las artes contribuyan a tu gloria y al bienestar de todos los hombres.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que viniste al mundo para salvar a los pecadores,
— concede a los que han muerto el perdón de sus culpas.
Concluyamos nuestra súplica con la oración que el mismo Señor nos enseñó:
Padre nuestro…
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso desbordas los méritos y las esperanzas de cuantos a ti acuden, sacia tú los deseos de nuestro corazón y danos también aquellos bienes que superan el conocer del hombre, pero que tú has preparado para los que te aman. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.