VÍSPERAS
MIÉRCOLES I DE ADVIENTO
INVOCACIÓN INICIAL
V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
¡Marana tha!
¡Ven, Señor Jesús!
Yo soy la Raíz y el Hijo de David,
la Estrella radiante de la mañana.
El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven, Señor!»
Quien lo oiga, diga: «¡Ven, Señor!»
Quien tenga sed, que venga; quien lo desee,
que tome el don del agua de la vida.
Sí, yo vengo pronto.
¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!
SALMO 26: CONFIANZA ANTE EL PELIGRO
Ant. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
+ El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?
Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.
Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;
y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda ofreceré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Ant. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
SALMO 26: CONFIANZA ANTE EL PELIGRO
Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.
Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.
Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.»
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.
Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.
Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.
No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.
CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA
Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.
LECTURA: 1Co 4, 5
No juzguéis antes de tiempo: dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá la alabanza de Dios.
RESPONSORIO BREVE
R/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
V/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
R/ Que brille tu rostro y nos salve.
V/ Señor de los ejércitos.
R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. De Sión saldrá la ley; de Jerusalén, la palabra del Señor.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. De Sión saldrá la ley; de Jerusalén, la palabra del Señor.
PRECES
Invoquemos a Dios Padre, que nos envió a su Hijo para que nos trajera una paz sin límites, y digámosle:
Venga a nosotros tu reino, Señor.
Mira, Padre santo, a tu Iglesia
— y ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó.
Oh Señor, siempre fiel a tus promesas, acuérdate de los hijos de Abrahán
— y cumple las promesas que hiciste a sus padres.
Mira, Dios de clemencia, a los paganos, y llámalos, por tu misericordia,
— para que también ellos te alaben y glorifiquen.
Visita, Pastor eterno, las ovejas de tu rebaño
— y reúnelas a todas en tus verdes praderas.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Acuérdate también de los que han salido de este mundo en tu paz
— y recíbelos en el reino de tus Hijos.
Unidos fraternalmente, como hermanos de una misma familia, invoquemos a nuestro Padre común:
Padre nuestro…
ORACION
Señor y Dios nuestro, prepara nuestros corazones con la fuerza de tu Espíritu, para que cuando llegue Jesucristo, tu Hijo, nos encuentre dignos de sentarnos a su mesa y él mismo nos sirva en el festín eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
CONCLUSIÓN
V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.