Vísperas – Miércoles II de Adviento

VÍSPERAS

MIÉRCOLES II DE ADVIENTO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Mirad las estrellas fulgentes brillar,
sus luces anuncian que Dios ahí está,
la noche en silencio, la noche en su paz,
murmura esperanzas cumpliéndose ya.

Los ángeles santos, que vienen y van,
preparan caminos por donde vendrá
el Hijo del Padre, el Verbo eternal,
al mundo del hombre en carne mortal.

Abrid vuestras puertas, ciudades de paz,
que el Rey de la gloria ya pronto vendrá;
abrid corazones, hermanos, cantad
que vuestra esperanza cumplida será.

Los justos sabían que el hambre de Dios
vendría a colmarla el Dios del Amor,
su Vida en su vida, su Amor en su amor
serían un día su gracia y su don.

Ven pronto, Mesías, ven pronto, Señor,
los hombres hermanos esperan tu voz,
tu luz, tu mirada, tu vida, tu amor.
Ven pronto, Mesías, sé Dios Salvador. Amén.

SALMO 61: LA PAZ EN DIOS

Ant. Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro Salvador.

Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre
todos juntos, para derribarlo
como a una pared que cede
o a una tapia ruinosa?

Sólo piensan en derribarme de mi altura,
y se complacen en la mentira:
con la boca bendicen,
con el corazón maldicen.

Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme,
Dios es mi refugio.

Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón,
que Dios es nuestro refugio.

Los hombres no son mas que un soplo,
los nobles son apariencia;
todos juntos en la balanza subirían
más leves que un soplo.

No confiéis en la opresión,
no pongáis ilusiones en el robo;
y aunque crezcan vuestras riquezas,
no les deis el corazón.

Dios ha dicho una cosa,
y dos cosas que he escuchado:

«Que Dios tiene el poder
y el Señor tiene la gracia;
que tú pagas a cada uno
según sus obras.»

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro Salvador.

SALMO 66: QUE TODOS LOS PUEBLSO ALABEN AL SEÑOR

Ant. Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.

CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.

LECTURA: 1Co 4, 5

No juzguéis antes de tiempo: dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá la alabanza de Dios.

RESPONSORIO BREVE

R/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
V/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

R/ Que brille tu rostro y nos salve.
V/ Señor de los ejércitos.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sión, serás renovada y verás al Justo que viene a ti.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sión, serás renovada y verás al Justo que viene a ti.

PRECES

Roguemos, amados hermanos, a Jesucristo, que nos salvó de la tiniebla de nuestros pecados y con humildad invoquémosle diciendo:

Ven, Señor Jesús

Congrega, Señor, a todos los pueblos de la tierra
— y establece con todos tu alianza eterna.

Cordero de Dios, que viniste para quitar el pecado del mundo,
— purifícanos de nuestras faltas y pecados.

Tú que viniste a salvar lo que se había perdido,
— ven de nuevo para que no perezcan los que salvaste.

Cuando vengas, danos parte en tu gozo eterno,
— pues ya desde ahora en ti hemos puesto nuestra fe.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que has de venir a juzgar a los vivos y a los muertos,
— recibe, entre tus elegidos, a nuestros hermanos difuntos.

Confiemos nuestras súplicas a Dios, nuestro Padre, terminando esta oración con las palabras que el Señor nos enseñó:
Padre nuestro…

ORACION

Señor, Dios todopoderoso, que nos mandas abrir camino a Cristo, el Señor, no permitas que desfallezcamos en nuestra debilidad los que esperamos la llegada saludable del que viene a sanarnos de todos nuestros males. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Miércoles II de Adviento

1.-Introducción.

Señor, gracias por ofrecerme tu consuelo, tu compañía, tu infinita misericordia. Te ofrezco humildemente mi corazón, mi vida entera. Ilumina mi oración porque quiero seguir el camino que me lleve a vivir en plenitud el amor. Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo.

2.- Lectura reposada del evangelio Mateo 11, 28-30

En aquel tiempo, tomó Jesús la palabra y dijo: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

«Venid a mí». Jesús no tiene casa, ni riquezas, ni prestigio. Nada de estos dones puede ofrecer. Pero sí puede ofrecer lo mejor: su persona. Recordad la escena de los discípulos de Juan ¿qué buscáis?… Venid y veréis”. Jesús nos hace una preciosa invitación: verle, oírle, experimentarle. Lo que atrae de Jesús es su persona.  Hallaréis descanso. La palabra descanso es “ambigua”. Cuando se muere alguien que ha sufrido mucho, solemos decir ¡Ya ha descansado! Pero el descanso del que habla Jesús es otro. Dios no nos ha creado simplemente para que no suframos, sino para hacernos felices. ¿Y dónde nos encontramos más felices? Cuando estamos cerca de las personas que amamos. El niño es feliz y descansa en los brazos de su madre, y el amigo con sus amigos, el esposo con su esposa… Y el ser humano ¿dónde encuentra su descanso? El hombre descansa con su Dios. Nuestras vidas son como esas grandes piedras que van rodando por la montaña. Sólo descansan cuando, por la fuerza de la gravedad, llegan al valle y allí son abrazadas por la tierna hierba y las flores silvestres. En esta vida vamos dando tumbos hasta que descansamos en Dios. “Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en Ti” (San Agustín).

Palabra del Papa

Queridos hermanos y hermanas, hemos gustado la riqueza de esta oración de Jesús. Que también nosotros, con el don de su Espíritu, podamos dirigirnos a Dios en la oración, con confianza de hijos, invocándolo con el nombre de Padre, Abbá.
Pero debemos tener el corazón de los pequeños, de «los pobres en espíritu», para reconocer que no somos auto-suficientes, que no podemos construir nuestra vida solos, que necesitamos de Dios, necesitamos encontrarle, escucharle y hablarle.
La oración nos abre a recibir el don de Dios, su sabiduría, que es Jesús mismo, para llevar a cabo la voluntad del Padre en nuestra vida y encontrar así reposo en las fatigas de nuestro camino. ¡Gracias! Benedicto XVI, 7 de diciembre de 2011.

4.- Qué me dice ahora a mí este texto que acabo de meditar. (Guardo silencio)

5.-Propósito

En las dificultades que hoy se me presenten, pedir la ayuda de Dios mi Padre en vez de ser autosuficiente.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de sus palabras. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Encontrar descanso es algo que todos siempre buscamos, descanso que no significa que van a terminar los problemas y las dificultades de la vida.  Las vamos a tener igual. Pero con Cristo, se viven desde diferente perspectiva. Gracias, Señor, por ofrecerme esa paz. Para alcanzarla, te pido que me des: fe, generosidad, fuerza de voluntad, confianza y, sobre todo, amor. Con estos dones y tu gracia, tendré la fuerza necesaria para cumplir tu voluntad.

ORACIÓN EN TIEMPO DE LA PANDEMIA.

Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud,  en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén

Lectura continuada del Evangelio de Mateo

Mateo 1, 1-17

11Libro de la génesis de Jesucristo, Hijo de David, Hijo de Abrahán.

2Abrahán engendró a Isaac; Isaac engendró a Jacob; Jacob engendró a Judá y sus hermanos; 3Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara; Fares engendró a Esrón; Esrón engendró a Arán; 4Arán engendró a Aminadab; Aminadab engendró a Naasón; Naasón engendró a Salmón; 5Salmón engendró, de Rajab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed engendró a Jesé; 6Jesé engendró al rey David;

David engendró, de la [mujer] de Urías, a Salomón; 7Salomón engendró a Roboán; Roboán engendró a Abías; Abías engendró a Asaf; 8Asaf engendró a Josafat; Josafat engendró a Jorán; Jorán engendró a Ozías; 9Ozías engendró a Joatán; Joatán engendró a Acaz; Acaz engendró a Ezequías; 10Ezequías engendró a Manasés; Manasés engendró a Amós; Amós engendró a Josías; 11Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.

12Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel; Salatiel engendró a Zorobabel; 13Zorobabelengendró a Abiud; Abiud engendró a Eliaquín; Eliaquín engendró a Azor; 14Azor engendró a Sadoc; Sadoc engendró a Ajín; Ajín engendró a Eliud; 15Eliud engendró a Eleazar; Eleazar engendró a Matán; Matán engendró a Jacob; 16Jacobengendró a José, el esposo de María, de la que fue engendrado Jesús, el llamado Cristo.

17Por tanto, todas las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce, desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce, y desde la deportación a Babilona hasta el Cristo, catorce.

ESTRUCTURA

La genealogía consta de una larga serie de proposiciones monótonas y breves. El v. 17 descifra su articulación: la genealogía se compone de catorce generaciones multiplicadas por tres, aunque el texto no ofrece exactamente ese número (desde Salatiel hasta Jesús hay sólo trece). El texto contiene algunas notas especiales en la árida genealogía: menciona a algunas mujeres (vv. 3.5a.b.6b; cf. 16), a hermanos (vv. 2c.11), a David como rey (v. 6a) y dos veces el exilio (vv. 11.12). Es muy llamativa la mención de María en el v. 16, porque se rompe la cadena del “engendró” y aparece de pronto el verbo en pasiva (un “pasivo divino”).

 

ELEMENTOS A CONSIDERAR

• El v. 1 es el título de la obra. Es el libro del «origen» de Jesús, de la historia de su «génesis». El autor designa su libro «libro de la génesis». Quizá sea excesivo interpretar el título en el sentido de una teología de la nueva creación, pero el evangelista da sin duda a su obra un trasfondo bíblico, que le confiere una importancia similar a la de la Biblia.

• «Jesucristo» es aquí un nombre compuesto, porque cuando Mateo emplea Christós como título suele utilizar el artículo. Los dos atributos, «Hijo de David» e «Hijo de Abrahán» tienen su importancia: «Hijo de David» designa al Mesías de Israel, de estirpe regia. «Hijo de Abrahán» es más llamativo, porque todo judío es hijo de Abrahán; aquí puede evocar la tradición judía que ve a Abrahán como padre de los prosélitos. Así, la perspectiva universalista de salvación, un tema dominante del evangelio de Mateo, está ya sugerido en el primer versículo.

• Hay muchos elementos que contradicen la historicidad de este árbol genealógico: la gran discordancia con el árbol genealógico de Lucas (Lc 3,23-38), especialmente el hecho de que no aparezca seguro el nombre del abuelo de Jesús; y también el escaso número de generaciones para el periodo entre el exilio y José.

• El árbol genealógico transporta a los lectores al mundo de la Biblia. El “engendró”, tan expresamente repetido, nos advierte que es en la transmisión de la vida donde se hace presente la salvación de Dios y que, por tanto, tenemos que ser transmisores de vida, y más especialmente en estos momentos en que hay tantas vidas malogradas.

• Jesús, el Mesías, es israelita, descendiente de Abrahán, descendiente de los patriarcas, descendiente de David, de estirpe regia. El árbol genealógico coloca, pues, a Jesús en el centro de la historia de Israel. Él es, en consecuencia, portador de todas las esperanzas mesiánicas de Israel, de acuerdo con el plan de Dios. Mateo no ahorra esfuerzo por presentar a Jesús con toda la importancia que ha de tener para su comunidad de referencia. Hoy, para nosotros.

• Es difícil interpretar la referencia a «hermanos». Los de Judá son una referencia a los demás hijos de Jacob, antepasados del pueblo de las doce tribus, Israel. Los de Jeconías no son mencionados en la Biblia. Más claro es por qué se destaca tanto el destierro babilónico: el exilio constituye un momento decisivo en la historia de Israel, como el reinado de David. Su mención no podía faltar, porque el árbol genealógico no sólo informa sobre los antepasados de Jesús para legitimar a Jesús como Mesías, sino que también trae a la memoria la historia de Israel.

• Especialmente relevante es la mención de las cuatro mujeres en los vv. 3.5.6. Faltan las grandes figuras femeninas judías: Sara, Rebeca, Raquel. El común denominador de esas cuatro mujeres es que son no judías. Tamar es considerada prosélita, aunque no en toda la tradición judía. Rut es moabita, Rajab del Jericó cananeo. Betsabé es presentada como esposa de Urías, que era hitita. La selección «provocativa» de las cuatro mujeres sugiere un mensaje muy especial: las mujeres ofrecen un matiz universalista; el texto sugiere que el Mesías de Israel trae la salvación a los paganos.

• La genealogía consta de 14 x 3 generaciones. Sobre el significado del número 14 no cabe hacer hipótesis seguras: un paralelismo rabínico permite suponer que Mateo pudo inspirarse en el medio mes lunar y relacionó las 14 generaciones desde Abrahán hasta David con el periodo progresivo hasta la luna llena, las 14 desde David hasta el exilio con el periodo de su mengua y las 14 hasta Jesús con el periodo creciente hasta alcanzar, en Jesús, el plenilunio. Otra manera de acentuar la importancia del personaje, de Jesús. Los Padres de la Iglesia ven en las 14 x 3 generaciones una referencia a la Trinidad.

• El hecho de que Jesús, Hijo de Dios, tuviera antepasados con lacras morales (San Juan Crisóstomo menciona no sólo a mujeres pecadoras, sino también al prostituto Judá, al adúltero David, a Salomón engendrado previo adulterio) muestra la grandeza del milagro de la encarnación de Dios. Jesús es Hijo de David, enviado por Dios a Israel como su ungido; a la vez es Hijo de Abrahán, porque Dios quiere llegar a todo el mundo pagano. Tal es el mensaje de este texto. Aquí late una idea fundamental de la fe cristiana: la conciencia de que Jesús es una figura humana, histórica. Por eso, Mateo comienza su evangelio con la genealogía humana de Jesús. Pero Jesús no es un hombre cualquiera, sino el Mesías de Israel, en el que la historia de Israel alcanzó su meta. Para una comunidad judeocristiana, era importante presentar así a Jesús, para que diera el paso definitivo de creer en Él sin ninguna otra atadura o condición.

• Un poema de F. von Sallet ilustra de forma impresionante la distancia que hay entre el pensamiento genealógico de judíos-judeocristianos y nosotros: «Que fue hijo de, que fue hijo de, que fue hijo de… que engendró a, que engendró a, que engendró a… Así continúa, en perezosa monotonía, hasta que unos nombres fenecidos empiezan a girar en el cerebro. Árboles genealógicos, torpemente confeccionados por una mente obtusa, o quizá por mano desdeñosa, a beneficio de hidalgos y mujeres casquivanas que no acaban de creérselo. Os arranco. ¿Qué hace la hoja seca en el libro sagrado, esplendoroso de verdes palmeras? ¿Qué más da que fulano haya engendrado a mengano hasta llegar a aquel que liberó al mundo?». ¿Hasta qué punto, de hecho, estamos o no de acuerdo con el poema?

Comentario – Miércoles II de Adviento

(Mt 11, 28-30)

Jesús invita con ternura y compasión: “Vengan a mí”. Pero su invitación se dirige sobre todo a los cansados y agobiados, a los que ya no saben qué hacer con el peso de sus vidas, y a los que no pueden encontrarle el sabor a la existencia porque tienen demasiadas preocupaciones.

Y Jesús, desde la infinita misericordia de su corazón ofrece descanso, ofrece alivio al agobiado. Él puede dar verdadero abrigo, calor, reposo, alivio y esperanza en medio de las duras pruebas de la vida. Pero para eso nos indica dos caminos: uno es el de tomar con él el peso, compartirlo con él, descubriendo su presencia de amor en medio de nuestros cansancios. Se trata de darle sentido a las preocupaciones y dolores de la vida uniéndonos místicamente a Jesús.

El segundo camino es el de contemplarlo a él cargando su propia cruz sin lamentos ni quejas, ofreciendo su propia vida hasta el fin.

Contemplándolo a él, que carga pacientemente su cruz sin odios ni rebeldías, podemos unirnos más íntimamente a él en el dolor, experimentando cómo místicamente nuestras propias llagas se unen a las suyas en la cruz. Es lo que experimentaba San Pablo al decir “estoy crucificado con Cristo, ya no soy yo el que vive” (Gál 2, 19-20), o al decir “llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesús” (Gál 6, 17).

Cuando Jesús dice que su carga es llevadera y liviana nos está haciendo ver que Dios no nos pide nada imposible. Pero si nos parece imposible como decía San Agustín, entonces pidamos a Dios su gracia para que sea posible.

Oración:

“Jesús, dame la gracia de unirme a ti en el dolor y en el cansancio; concédeme que pueda encontrar alivio en tu presencia, sintiendo cómo mis angustias se unen a tu pasión. Porque aunque estás resucitado, me concedes unirme a tu entrega suprema en la cruz”.

 

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

Sacrosanctum Concilium – Documentos Vaticano II

Lengua litúrgica

36. § 1. Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular.
§ 2. Sin embargo, como el uso de la lengua vulgar es muy útil para el pueblo en no pocas ocasiones, tanto en la Misa como en la administración de los Sacramentos y en otras partes de la Liturgia, se le podrá dar mayor cabida, ante todo, enlas lecturas y moniciones, en algunas oraciones y cantos, conforme a las normas que acerca de esta materia se establecen para cada caso en los capítulos siguientes.
§ 3. Supuesto el cumplimiento de estas normas, será de incumbencia de la competente autoridad eclesiástica territorial, de la que se habla en el artículo 22, 2, determinar si ha de usarse la lengua vernácula y en qué extensión; si hiciera falta se consultará a los Obispos de las regiones limítrofes de la misma lengua. Estas decisiones tienen que ser aceptadas, es decir, confirmadas por la Sede Apostólica.
§ 4. La traducción del texto latino a la lengua vernácula, que ha de usarse en la Liturgia, debe ser aprobada por la competente autoridad eclesiástica territorial antes mencionada.

Comentario Domingo III de Adviento

Oración preparatoria

Ven a nosotros, Espíritu Santo. En este tiempo de adviento, haznos comprender la palabra de esperanza de tus profetas de Israel, anunciando un “cielo nuevo y una tierra nueva”, y la palabra de Jesús de Nazaret. Escuchando su palabra, concédenos orar con perseverancia capaz de espera. Concédenos crecer en una esperanza consistente y activa. Concédenos vivir una esperanza resistente a todo pesimismo y desánimo, fuerte para trabajar por una sociedad más justa según el corazón de Dios Padre. AMEN.

Jn 1, 6-8. 19-28

«6Surgió un hombre enviado por Dios: su nombre, Juan. 7Éste vino para un testimonio [martyrían], para que testimoniase [martyréo] sobre la luz, para que creyesen por medio de él. 8No era él la luz, sino para que testimoniase [martyréo] sobre la luz.

19Y éste es el testimonio [martyría] de Juan cuando los judíos enviaron a él desde Jerusalén sacerdotes y levitas, para que le preguntaran: “¿Tú quién eres?”. 20Y confesó, y no negó, sino que confesó: “Yo no soy el Mesías [Christós]”. 21Y le preguntaron: “Entonces, ¿qué? ¿Eres tú Elías?”. Y dice: “No soy”. “¿Eres tú el profeta?”. Y respondió: “No”. 22Así que le dijeron: “¿Quién eres? Para que demos una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?”. 23Dijo: “Yo soy ‘la voz del que clama en el desierto: Haced recto el camino del Señor’, como dijo el profeta Isaías”.

24También entre los enviados había fariseos 25y le preguntaron y le dijeron: “Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías [Christós], ni Elías, ni el profeta?”. 26Les respondió Juan diciendo: Yo bautizo con agua; en medio de vosotros está el 27que vosotros no conocéis, el que viene detrás de mí, al que yo no soy digno de desatar la correa de la sandalia”.

28Esto aconteció en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando».

PALABRA DE DIOS

 

CONTEXTO

El tiempo de Adviento, precursor de la Navidad, la fiesta del nacimiento de Jesús, privilegia la figura de Juan Bautista, en tanto que Precursor histórico de Jesús. Es por eso que dejamos este domingo el evangelio de Marcos y leemos en cambio el de Juan. Nos encontramos con un texto “arreglado” litúrgicamente, es decir, no es unidad literaria (perícopa): los primeros versículos (vv. 6-8) forman parte del impresionante prólogo del evangelio de Juan (Jn 1,1-18), mientras que los demás (vv. 19-28) son el comienzo narrativo del mismo, estructurado temporalmente (“al día siguiente”: Jn 1,29.35.43; “tres días después”: Jn 2,1). Así, el evangelio se abre con una semana completa, contada casi día por día, y que concluye con la manifestación de la gloria de Jesús en el episodio de la boda en Caná (Jn 2,1-12).

TEXTO

Puesto que no es un evangelio continuado, la estructura que destacamos es artificial. La primera parte del texto evangélico (vv. 6-8) es la presentación del personaje: Juan, enviado por Dios para ser testimonio de la luz (el texto insiste tres veces en la noción de testimonio-testigo y otras tres en la luz). La segunda parte (vv. 19-28) recoge el testimonio del personaje en torno a un doble diálogo: a) con los sacerdotes y levitas, a cuenta de su identidad (vv. 19-23) y b) con los fariseos, a cuenta de su acción de bautizar (vv. 24-27). El v. 28 es la conclusión narrativa del evangelista.

ELEMENTOS A DESTACAR

• El tiempo de Adviento destaca la figura de Juan como Precursor de Jesús, el que le prepara el camino; destaca la importancia de ser testimonio y de dar testimonio. Ante Juan, pues, tenemos que contemplar y asumir:

a) Juan es enviado por Dios para una misión: ser un testigo de la luz, para que creyeran por medio de él en el Señor; ¿nos sentimos enviados por Dios? ¿A quién? ¿A qué? ¿Somos conscientes de y estamos comprometidos con la misión recibida?;

b) Juan conoce su identidad: sabe quién es y quién no es; él es la voz de la Palabra: ¿Cómo contestaríamos si alguien nos preguntara quiénes somos? ¿Nos conocemos a nosotros mismos? ¿Somos voz de la Palabra, de Jesús? ¿Lo hacemos presente con nuestro testimonio?;

c) Juan sabe los límites, fuerzas y dones de su persona: hay alguien más poderoso que él, pero reconoce su don de bautizar y lo pone al servicio de las personas y su conversión; ¿Cuáles son nuestros límites, fuerzas y dones? ¿Qué cosas debemos mejorar o superar? ¿Ponemos al servicio de los demás nuestras capacidades?

• Las sucesivas respuestas negativas de Juan van de más a menos: no es el Cristo, no es Elías, no es el profeta: sugiere el anonadamiento del que anuncia a Jesús para que no obstaculice su presencia, para que no opaque su luz. ¿Transparentamos bien a Jesús en nuestra vida?

• En el corazón de este evangelio aparece el único imperativo del texto: “haced recto el camino del Señor”. ¿Qué tenemos que rectificar en nuestra vida para que el Señor pueda “andar por ella” sin dificultad?

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis – Domingo III de Adviento

III Domingo de Adviento
13 de diciembre 2020

Isaías 61, 1-2. 10-11; Lucas 1, 46-48. 49-50. 53-54; 1 Tesalonicenses 5, 16-24; Juan 1, 6-8. 19-28

Juan, testigo de la luz.

Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz. Éste es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?” Él reconoció y no negó quién era. Él afirmó: “Yo no soy el Mesías”. De nuevo le preguntaron: “¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?” Él les respondió: “No lo soy”. “¿Eres el profeta?” Respondió: “No”. Le dijeron: “Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?” Juan les contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’, como anunció el profeta Isaías”. Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: “Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?” Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias”.

Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.

Reflexión
¿Qué es un testigo? Una persona que ha presenciado un hecho determinado o sabe alguna cosa y lo declara. El evangelio dice que Juan vino como testigo de la luz. ¿Quién es la luz? Jesús. ¿Cómo es Juan testigo de Jesús con su vida? Él vivía en el desierto, dedicado a Dios, orando y haciendo sacrificio. ¿Cómo es Juan testigo de la luz con sus palabras? Juan pedía arrepentimiento y bautizo al pueblo en preparación para la venida del Salvador. También contestaba las preguntas de los sacerdotes y levitas aclarando que él no era el Salvador pero que el Salvador ya estaba presente en el mundo. ¿Por qué eran muy importante sus palabras: “Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’ como anunció el profeta Isaías”? Los judíos estaban esperando la venida del Salvador que los profetas de las escrituras anunciaban. Uno de los más importantes profetas que predecía el Mesías era Isaías. Con estas palabras, los sacerdotes y levitas sabían que Juan anunciaba la venida del Salvador. Sus palabras eran creíbles por la manera que vivía su vida, totalmente dedicado a Dios. ¿Cómo podemos nosotros ser testigos creíbles de la Luz con nuestras vidas? (Orando, amando, haciendo obras de misericordia, perdonando, diciendo la verdad, participando en los sacramentos) ¿Con nuestras palabras? (Hablar con gentileza y bondad, hablar del amor de Dios, invitar amistades a misa y a los grupos de oración.)

Actividad

En la siguiente página, colorear las hojas del cactus de verde. Cada vez que ayudamos a alguien a ver el amor de Dios, colorear una flor de morado, el color de adviento. En la otra página, completar el crucigrama de Adviento.

 

Oración

Señor, dame un corazón humilde para siempre buscarte, siembre amarte, siempre pedirte perdón. Ayúdame a ser testigo de Tu luz con mi vida y con mis palabras para ayudar a construir Tu Reino. Amen

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

El Testimonio de Juan – Juan 1, 6-8,19-28

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: – ¿Tú quién eres? El confesó sin reservaas: – Yo no soy el Mesías. Le preguntaron: – Entonces, ¿qué? ¿Eres Elías? El dijo: – No lo soy. – ¿Eres tú el Profeta? Respondió: – No. Y le dijeron: – ¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han eviado, ¿qué dices de ti mismo? El contestó: – Yo soy «la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor» (como dijo el profeta Isaías=. Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: – Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta? Juan les respondió: – Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia. Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando

Explicación

Todos le preguntaban a Juan Bautista : «¿Quién eres?». Y él respondía: «Yo sólo soy una voz que os dice a gritos y con fuerza que preparéis el camino al Señor, que llega pronto. Estad atentos para recibirle, conocerle y amarle.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles II de Adviento

Algunos hablan de que la pandemia del Covid-19 tendrá una tercera (o cuarta) oleada y que será distinta de las dos (o tres) anteriores: será la de las secuelas psicológicas. En ese sentido, hace tiempo se venía observando, al menos en España, que la segunda oleada, aun con menos hospitalizaciones y letalidad, estaba siendo anímicamente más dura que la primera, por tardar en percibirse “el pico” y la salida del túnel. Quizá en las tres últimas semanas ese estado de ánimo haya mejorado algo; pero nos seguimos sintiendo realmente “cansados y agobiados”.

Seguramente la intención de las palabras de Jesús que hemos leído no era dar respuesta a un problema de esta naturaleza. Su mirada solía ser más profunda y global. En el Israel de la época, los transgresores habituales de la Ley (muchos porque no podían conocer tanta complicación), los pecadores señalados con el dedo, los publicanos, los leprosos… vivían la angustia de sentirse rechazados por Dios, de no ver un horizonte a su existencia en aquella sociedad totalmente definida por el factor religioso; esto se sumaba a la frecuente precariedad económica, enfermedades, muertes prematuras, etc. Eran realmente seres “arrojados a la existencia”, que diría el filósofo Heidegger veinte siglos después.

Como vemos en las quejas de Job, a Dios se le hacía responsable inmediato e injusto del mal físico, quizá castigo por la transgresión de una ley tiránica impuesta por Él. Estaban muy lejos de la “autonomía de las realidades terrenas”, que defenderá el pensamiento del siglo XX, incluido el Concilio Vaticano II.

En cualquier caso, en contraposición con ello, Jesús sale al encuentro del hombre sufriente, desea aliviar a cansados y agobiados física y anímicamente. Les dirige palabras de felicitación (¡Bienaventurados!), porque el Espíritu le ha ungido para curar corazones desgarrados. Los pobres y afligidos son felicitados porque Dios ha decidido que dejen de serlo. Y la condición para ello es sencilla: acoger la palabra de Jesús y tomar su ligero yugo. Ese yugo se reduce al reconocimiento pacífico de la propia finitud y menesterosidad y a renunciar a toda pretensión de autosalvarse, conscientes de que hay Otro que lo hará. 1Pe 5,7 lo resume en “descargad en él todo vuestro agobio, que él se interesa por vosotros”. Jesús habla del Dios que perdona a Leví e introduce la salvación en casa de Zaqueo; ambos, publicanos, son excelentes receptores del don de Dios, por ser los más conscientes del propia pecado: la palabra y acción de Jesús origina descanso en sus almas.

Anda muy acertada la liturgia de hoy en la combinación de lecturas. Isaías corrige a los desesperados, a quienes se sumen en un lamento ofensivo “al Señor no le importa mi destino”. A Jesús, que se desvive por aliviar toda dolencia y que no quería ser sino la visualización del sentir del Padre, habría resultado casi blasfema tal expresión. Él anunciaba al Dios vivo que quiere que el hombre viva.

Jesús y los autores del NT no eran una caterva de bobalicones ilusos; ellos conocían los trabajos cotidianos, la escasez, la aflicción, la muerte. Pero sabían que Dios tiene una respuesta superior a la que el hombre pueda idear para las propias desgracias; y no le imponían la propia opinión o proyecto, pues el suyo es siempre superior, inabarcable.

Severiano Blanco cmf