Vísperas – 22 de diciembre

VÍSPERAS

22 de DICIEMBRE

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Atardece, anochece, el alma cesa
de agitarse en el mundo
como una mariposa sacudida.

La sombra fugitiva ya se esconde.
Un temblor vagabundo
en la penumbra deja su fatiga.

Y rezamos, muy juntos,
hacia dentro de un gozo sostenido,
Señor, por tu profundo
ser insomne que existe y nos cimienta.

Señor, gracias, que es tuyo
el universo aún; y cada hombre
hijo es, aunque errabundo,
al final de la tarde, fatigado,
se marche hacia lo oscuro
de sí mismo; Señor, te damos gracias
por este ocaso último.

Por este rezo súbito. Amén.

SALMO 136: JUNTO A LOS CANALES DE BABILONIA

Ant. Saldrá el Señor de su santuario, y vendrá a salvar a su pueblo.

Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los cauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.

Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirnos:
«Cantadnos un cantar de Sión.»

¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha;

que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Saldrá el Señor de su santuario, y vendrá a salvar a su pueblo.

SALMO 137: ACCIÓN DE GRACIAS

Ant. Tenemos en Sión una ciudad fuerte: el Salvador ha puesto en ella murallas y baluartes; abrid las puertas, que con nosotros está Dios. Aleluya.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre:

por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.

El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.

Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Tenemos en Sión una ciudad fuerte: el Salvador ha puesto en ella murallas y baluartes; abrid las puertas, que con nosotros está Dios. Aleluya.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Conozca la tierra, Señor, tus caminos, todos los pueblos tu salvación.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Conozca la tierra, Señor, tus caminos, todos los pueblos tu salvación.

LECTURA: St 5, 7-8.9b

Tened paciencia hermanos, hasta la venida del Señor. El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca. Mirad que el juez está ya a la puerta.

RESPONSORIO BREVE

R/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
V/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

R/ Que brille tu rostro y nos salve.
V/ Señor Dios de los ejércitos.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra.

PRECES

Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor, que por nosotros se despojó de su rango, y digámosle confiados:

Ven, Señor Jesús.

Señor Jesús, que con tu encarnación has salvado al mundo,
— purifica nuestras almas y nuestros cuerpos de todo pecado.

No permitas que aquellos a quienes llamas hermanos por tu encarnación
— se alejen de ti por el pecado.

No permitas que aquellos a quienes has salvado con tu venida
— merezcan ser castigados en el día de tu juicio.

Cristo Jesús, que nunca alejas de nosotros tu bondad y tu amor,
— haz que alcancemos la corona inmarcesible de gloria.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Te encomendamos, Señor, a nuestros hermanos que han sido separados temporalmente de su cuerpo;
— haz que, muertos para el mundo, vivan eternamente para ti.

Todos juntos, en familia, repitamos las palabras que nos enseñó Jesús y oremos al Padre, diciendo:
Padre nuestro…

ORACION

Señor Dios, que con la venida de tu Hijo has querido redimir al hombre sentenciado a muerte, concede a los que van a adorarlo, hecho niño en Belén, participar de los bienes de su redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – 22 de diciembre

1.- Oración introductoria.

         Señor, como María, quiero alabarte y glorificarte por todo lo que me has dado a lo largo de mi vida. También quiero alabarte por tantos que no saben, o no quieren alabarte. Y lo quiero hacer con el espíritu que lo hizo María: desde la humildad, desde la pobreza, desde su gran amor. En mi edad ya muy avanzada, quiero ofrecerte, Señor, “el incienso de la tarde”. 

2.- Lectura reposada del evangelio Lucas 1, 46-56

En aquel tiempo, María dijo: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia para siempre. María permaneció con Isabel unos tres meses, y se volvió a su casa.

3.- Qué dice la Palabra de Dios.

Meditación-reflexión

Todos los comentaristas se ponen de acuerdo en decir que este canto de alabanza es como un “bonito mosaico” compuesto con piedrecitas de himnos anteriores, en especial de Ana. Por otra parte, sabemos que existían himnos en la comunidad de Qumrán, y también himnos de los salmos de Salomón.  Pero nos llama la atención que temas que eran frecuentes en estos himnos, desaparezcan en el Magníficat. “No aparecen el tema de los enemigos, ni del pecado, ni del juicio de Dios, etc” (F. Bovon). Dios es bueno para todos. Dios es Poderoso, pero no para aplastar a nadie sino para practicar la misericordia con todos. Diríamos que estos himnos han recibido letra del A.T. pero la Virgen los ha cantado “con la música del Nuevo Testamento”. En este himno de María se insiste mucho en la “humildad”. Es todo lo que Dios ha visto en Ella. La humildad cristiana no consiste en considerarse poca cosa, lo último, lo peor, sino en saber que nuestra pequeñez unida a la grandeza de Dios lo puede todo, y que todo lo grande que somos y tenemos es don de Dios. Por este motivo, siendo María humilde, dijo que todas las generaciones le llamarán bienaventurada.

Palabra autorizada del Papa

«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». María, por la misma actitud interior de escucha, es capaz de leer su propia historia, reconociendo con humildad que es el Señor el que actúa. En la visita a su pariente Isabel, prorrumpe en una oración de alabanza y de alegría, de celebración de la gracia divina que ha llenado su corazón y su vida, haciéndola la Madre del Señor. Alabanza, acción de gracias, alegría: en el cántico del Magnificat, María no ve solo lo que Dios ha hecho en ella, sino también a lo que hizo y hace continuamente en la historia. San Ambrosio, en un famoso comentario sobre el Magnificat, invita a tener el mismo espíritu en la oración y dice: «Que en cada uno esté el espíritu de María para alabar al Señor, y esté en cada uno el espíritu individual de María para exultar a Dios». Benedicto XVI, 14 de marzo de 2012.

4.- Qué me dice a mí hoy este texto ya meditado. (Guardo silencio)

5.-Propósito. Hoy me puede hablar Dios a mí con el mismo espíritu que habló a María. Estoy atento a su escucha,

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Jesús, siguiendo el ejemplo de María, quiero aprender a ver con el corazón lo que los ojos y la mente por sí solos no logran percibir. Tu encarnación es un don tan grande que sólo con la fe puedo acogerlo, aun sin comprenderlo. Gracias por salir a mi encuentro en esta oración, fortaleciendo así mi fe en el inmenso e inmerecido amor que me tienes.

ORACIÓN EN TIEMPO DE LA PANDEMIA.

Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud,  en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén

Comentario – 22 de diciembre

(Lc 1, 46-56)

Este evangelio nos ofrece el sublime canto de María, que expresa su admiración y gratitud por la obra de Dios en su vida. Adora a Dios, pero reconoce también la presencia y la obra de Dios en su propia existencia de pequeña servidora. Todo su ser parece elevarse en este canto para manifestar su gratitud al Señor.

Es un himno lleno de citas del Antiguo Testamento donde María aparece representando al pueblo piadoso que fue fiel a Dios y que confía en él, más que en sus propias fuerzas o en glorias humanas.

Aquí se nos invita a liberar nuestro corazón en la oración de alabanza. Porque no sólo nos acercamos a Dios para satisfacer nuestras necesidades, ni para rendirle cuentas sobre nuestra vida, sino también, y sobre todo, para adorarlo con todo nuestro amor, para reconocer su belleza, su santidad, su gloria. Se trata de salir un poco de nosotros mismos y de nuestro mundo cerrado, para dejarnos admirar por la grandeza de Dios. Y eso mitiga maravillosamente nuestras angustias, nuestros miedos, nuestras insatisfacciones, porque nos recuerda que él es grande, que él es importante.

Una característica destacada de María en este texto es la felicidad, el gozo, el júbilo. A ella se aplica la figura de la hija de Jerusalén que desborda de gozo y grita de alegría en Sofonías 3, 14.17: “Lanza gritos de gozo, hija de Jerusalén… Alégrate y exulta de todo corazón… Yavé, tu Dios, está en medio de ti como un poderoso salvador”.

De hecho María dice: “Mi espíritu se estremece de alegría” (v. 47), y afirma: “todas las generaciones me llamarán feliz” (v. 48). Y si tenemos en cuenta que la felicidad en el evangelio de Lucas es también signo de santidad, de posesión del Reino (ver las bienaventuranzas de Lc 6, 20ss.), María se nos presenta aquí como el gran modelo de los hijos del Reino, llamado a conocer ese gozo que sólo Dios puede regalar al triste corazón humano.

Oración:

“Ayúdanos, María para que vivamos el gozo del Reino de Dios en nuestras vidas; para que adoremos con sencillez y gratitud al Dios que nos salva y realiza sus planes de amor en nuestras vidas”.

 

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

Sacrosanctum Concilium – Documentos Vaticano II

Revisión del Ordinario de la Misa

50. Revísese el ordinario de la misa, de modo que se manifieste con mayor claridad el sentido propio de cada una de las partes y su mutua conexión y se haga más fácil la piadosa y activa participación de los fieles.

En consecuencia, simplifíquense los ritos, conservando con cuidado la sustancia; suprímanse aquellas cosas menos útiles que, con el correr del tiempo, se han duplicado o añadido; restablézcanse, en cambio, de acuerdo con la primitiva norma de los Santos Padres, algunas cosas que han desaparecido con el tiempo, según se estime conveniente o necesario.

Música – La Sagrada Familia

Entrada: Hoy la paz bajó del cielo (Apendice); Juntos marchamos a ti CLN-431; Gloria a Dios en las alturas  CLN 65     
Introito: (En latin) Deus in loco sancto suo.
Gloria: De Palazón
Salmo y Aleluya: Dichoso el que teme al Señor (Propio
Ofertorio: Temblando estaba de frio (Liturgia de las Horas)Navidad Nº 11;  Palabra que fue luz, CLN 18; Adeste fideles: CLN 51;
Santo de Palazon: CLN- I6
Comunión: Noche de Dios CLN 53; En medio del silencio CLN 52; Es Navidad CLN 59
Final: Gloria in excelsis Deo CLN 67

Recursos – Ofertorio de La Sagrada Familia

PRESENTACIÓN DE UN RACIMO DE UVAS

(Hace esta ofrenda un padre, al que acompaña toda la familia)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te ofrezco hoy este racimo de uvas, que bien puede simbolizar nuestra familia y todas las familias de la tierra. Y es que un débil tronco común soporta las uvas individuales y diferentes, como en nuestra familia vivimos personas distintas, con roles distintos, pero en orden a la construcción de la unidad. Señor, al ofrecerte hoy nuestro deseo, danos Tú tu gracia para poderlo hacer realidad.

PRESENTACIÓN DE LOS NUEVOS MIEMBROS Y DE LAS FAMILIAS RECIENTEMENTE INCORPORADAS A LA COMUNIDAD

(Puede hacer esta ofrenda el Presidente de la celebración o el Presidente del Consejo Pastoral o de la Junta de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, ahí tienes los últimos miembros incorporados a esta familia más grande de nuestra comunidad. Te los ofrecemos hoy como símbolo de que nosotros y nosotras somos Iglesia-Comunidad y, también, como expresión de la apertura de cada una de las familias a los demás, a sus problemas, dificultades, alegrías y esperanzas. Queremos romper el individualismo familiar, y para ello te pedimos tu gracia y tu ayuda.

PRESENTACIÓN DE UNA LLAVE DE LA PUERTA DE UNA CASA

(Otro de los padres de la comunidad, éste, quizá, de mayor edad, es quien debiera hacer esta ofrenda)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Yo te traigo hoy, Señor, y te ofrezco la llave de la puerta de mi casa. Es la llave de mi propia familia. A mí me corresponde guardarla de tantos peligros como la acechan hoy desde la llamada modernidad. La verdad es que comparto esta tarea, con sumo gusto, con mi esposa. Los dos luchamos por la educación de nuestros hijos e hijas. Sin embargo, al traerte hoy la llave de nuestra puerta, queremos expresar lo fácil que es abrirla. No queremos aislarnos del mundo y de la sociedad, de los muchos problemas que sufren los hombres y las mujeres de hoy. Queremos ser permeables a ellos y a ellas, y disponibles para ofrecer nuestras manos en la solución de esos problemas y en la transformación del mundo y de la sociedad.

PRESENTACIÓN DE UNA ALIANZA MATRIMONIAL

(Esta ofrenda la debe hacer uno de los padres y esposos de cualquiera de las familias de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Por mi parte, Señor, yo te ofrezco hoy, en esta fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, mi alianza matrimonial. Es el signo de mi vida y entrega en fidelidad a la mujer con la que me uní de por vida y con la que he construido una familia. En nombre de todos los padres de familia, te ofrezco hoy mi compromiso conyugal y de padre que se deriva del Sacramento del Matrimonio. Revive, sin embargo, en todos nosotros y en todas nosotras la gracia sacramental para que vivamos nuestros compromisos desde la dedicación y la alegría.

PRESENTACIÓN DE UN NIÑO PEQUEÑO O UNA NIÑA PEQUEÑA DE LA COMUNIDAD

(Esta ofrenda la pueden hacer los padres o sus padrinos. Al niño o a la niña se le puede llevar en su silla o coche de paseo, que se puede aparcar en el mismo presbiterio, y pueden quedarse con él quienes hacen la ofrenda durante el resto de la celebración)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Te traemos hoy, Señor, este último retoño de nuestra familia (de la familia de…), que bautizamos recientemente; nos comprometimos a educarle en el seguimiento de Jesús, tu Hijo amado. Hoy, al ofrecértelo, no sólo traemos nuestra alegría, sino también nuestro renovado compromiso, y el de todas las familias de la comunidad parroquial de educar cristianamente. Estamos convencidos y convencidas, además, de que de esa manera tú nos regalas abundancia de felicidad y de paz, porque nos ayudas a vivir lo que enseñamos de palabra.

PRESENTACIÓN DE UNOS GLOBOS

(Los globos convenientemente inflados deben ser presentados por un niño, capaz ya de hacer la ofrenda)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo estos globos que son el signo de nuestros juegos infantiles y, también, de nuestra función de alegría y de futuro en nuestras casas. Sé de nuestra guerra en casa, de las travesuras y de los pequeños problemas, que entorpecen un poco la paz familiar. De verdad, a todos los niños y a todas las niñas nos gustaría ser de otra manera. Por eso, hoy te traigo nuestro compromiso de un mejor comportamiento, de colaborar y de ser la alegría, cuando nuestras casas se tiñan de tristeza.

PRESENTACIÓN DEL PAN Y DEL VINO

(Como planteamiento, esta ofrenda debiera hacerla una pareja trabajadora: hombre y mujer. Cada uno presenta uno de los signos eucarísticos. Concluida la ofrenda, intervienen los dos)

• HOMBRE

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Mira, Señor, yo quiero ofrecerte hoy este pan. Bien sabes que es el fruto de nuestro duro trabajo, de lo que nos cuesta sobrevivir y sacar adelante a nuestra familia. En él van todas nuestras ilusiones, nuestros problemas, los de la convivencia y también los económicos, pero en él va también nuestra acción de gracias, porque seguimos contando con tu auxilio, que nos sostiene, nos une y nos hace permanecer fieles.

• MUJER

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Yo te traigo esta jarra de nuestro mejor vino. También me ha costado el ganarla, porque sabes de mis esfuerzos por realizarme como mujer, a través del trabajo y del añadido que he de hacer para que todos y todas en la casa seamos una auténtica familia. Con este vino, te quiero ofrecer lo que de bonito, de convivencia y de fiesta existe en mi familia, y en todas las familias de nuestra comunidad. Y, con él, te damos gracias, porque sabemos que las dificultades se vencen siempre con lo más característico de toda fiesta, como es el compartir.

• HOMBRE Y MUJER (o uno en nombre de los dos)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: No queremos, Señor, dejar de manifestarte nuestro agradecimiento, porque el pan y el vino que hoy te ofrecemos se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo que necesita, como alimento, esta tu pequeña comunidad. Te alabamos y te damos gracias, porque, al presentártelos como nuestras ofrendas, sabemos que Tú bendices nuestras familias con el pan de cada día y tu Palabra.

Oración de los fieles – La Sagrada Familia

Contemplamos hoy, como los pastores en Belén, a la Sagrada Familia en el portal, o entre la gente sencilla del pueblo. Ante esta estampa elevamos los ojos al cielo y pedimos:

CONCÉDENOS TU AMOR, SEÑOR.

1.- Por el Papa, obispos, sacerdotes y la Iglesia Universal, la familia que formamos todos los cristianos, para que sea la misma actitud de la Sagrada Familia la que impere entre nosotros. OREMOS

2.- Por los niños, para que crezcan en sabiduría y gracia de Dios. OREMOS

3.- Por los padres, para que acompañen a sus hijos, se respeten entre ellos y cuiden con cariño a su familia. OREMOS

4.- Por los abuelos, para que se sientan útiles y queridos en nuestras familias y reciban el cariño y cuidado que se merecen. OREMOS

5.- Por todas las naciones de la tierra para que se apoyen mutuamente y colaboren en el desarrollo de todas y cada una de ellas. OREMOS

6.- Por todas las comunidades de religiosos, para que la familia de Belén sea quien guíe sus actos y su proceder diario. OREMOS

7. Por todos los que no tienen familia, o están alejados de ella, para que al contemplar a María, José y el niño sientan cerca el calor familiar. OREMOS

Padre, tenemos ya la semilla de tu Amor en el corazón, cuida de ella y hazla crecer para que un día lleguemos a contemplar el Amor total que es estar en tu presencia. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.


Oremos al Señor nuestro Dios, que es el Padre de la gran familia humana y supliquémosle:

RENUEVA NUESTRAS FAMILIAS, SEÑOR

1.- Por la Iglesia, que es la gran familia de los hijos de Dios; para que sepa acoger a todos, abriendo cada día su mesa, lugar de descanso, de fortalecimiento y de fiesta. OREMOS

2.- Por todos los hogares, para que sepamos guardar los valores fundamentales de la familia y se los enseñemos a nuestros hijos. OREMOS

3.- Por los esposos, para que vivan desde la donación, la entrega, el perdón, el agradecimiento y la comunicación. OREMOS

4.- Por los padres, para que sepamos educar a nuestros hijos con mucho amor, respetando su personalidad y agradeciendo su confianza. OREMOS

5.- Por los novios, para que sean valientes, tengan un noviazgo responsable y se preparen en serio para tener una vida familiar según el proyecto de Dios. OREMOS

6.- Por los gobernantes, para que solucionen los grandes problemas de educación, vivienda, salarios, trabajo, todo lo que afecta a la buena marcha de la vida familiar. OREMOS

7.- Por las familias desunidas, por las que sufren, para que reciban ayuda y consuelo, fruto de la solidaridad cristiana. OREMOS

Escucha Señor, la plegaria de tu Iglesia que pone su confianza en tu amor y su mirada en el hogar de Nazaret. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Amén

Comentario al evangelio – 22 de diciembre

En el Evangelio de hoy, María se pone a cantar. Y su voz habla de ella a la vez que recoge la historia de su pueblo.

María comienza alegrándose porque Dios se ha fijado en su vida, por gracia. Y acercándose, ha hecho cosas grandes.

A continuación, recuerda el modo de hacer de Dios: poner abajo a los que están arriba y arriba a los que están abajo; dar al que no tiene y dejar sin nada al que cree tenerlo todo. Así es Dios, que pone el mundo al revés… o quizá al derecho, después de que nosotros lo hubiéramos puesto patas arriba.

Y termina agradeciendo la presencia de Dios en la historia: nunca ha dejado a su pueblo, a pesar de sus infidelidades. Es el Dios que cumple las promesas. Así termina este canto de María.

Y tú, ¿te gusta cantar? Más allá de tener mejores o peores cualidades musicales, hay un canto que, como el de María, brota del corazón. Y recoge lo que Dios va haciendo en la vida. Y lo que puede llegar a hacer. Cantar a la vida es reconocer que, en medio de la ambigüedad, de tantas sombras que nos acompañan cada día, Dios sigue siendo fiel, seguirá estando ahí, cumplirá sus promesas y sigue mirándonos con misericordia.
Que este final del Adviento reavive en nosotros la capacidad de cantar la vida que se nos va regalando. Vivir para cantar.

Ciudad Redonda