Lectio Divina – Epifanía del Señor

INTRODUCCIÓN

“Cuando miramos el evangelio descubrimos que no importa sólo el hecho de la manifestación, sino el modo de manifestarse: no es sol que deslumbra, sino estrella que seduce; no es fuego de un horno que abrasa, sino fuego de hogar que caldea; no es un superhombre, es un niño; no es Mesías guerrero, sino pacificado; no es en Jerusalén y el Templo, sino en Belén. Jesús es el gran paso de Dios que salva la trascendencia, la lejanía, el silencio, y llega a nosotros, después de un largo recorrido de amor; temblando, mendigo de amores. Es también un camino de achicamiento, despojándose de sus grandezas, hasta quedarse a nuestra altura, es decir, a la medida de nuestra pequeñez”. (F. Ulibarri).

TEXTOS BÍBLICOS:

1ª Lectura: Is. 60,1-6.        2ª Lectura: Ef. 3,2-3ª.5-6

EVANGELIO

Mateo 2, 1-12

Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.» AL oír esto, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.

REFLEXIÓN-MEDITACIÓN.

El camino de los magos es el camino de la auténtica fe.

La fe es una estrella que viene de arriba.

Es un don de Dios, algo que está por encima de nosotros y más allá de nosotros. La fe no se merece, se agradece. Esta primera llamada de Dios no nos deja indiferentes. Muchos vieron la estrella y se quedaron en sus casas, pero otros, dejaron todo y se pusieron en camino.

Los magos se pusieron en camino.

Un camino que no es nada fácil: La estrella aparece y desaparece. En este camino hay luces y sombras; presencias y ausencias. En la dificultad, hay que seguir buscando, hay que preguntar, indagar y, sobre todo, hay que fiarse de Dios. La estrella, después de haberse ocultado, volvió a brillar con más luz. 

Los magos se encontraron con el Niño-Dios.

Lo esencial es el encuentro con Jesús. No lo encontraron donde ellos pensaban, pero en aquella cueva y en aquella pobreza, no dudaron en reconocerle como rey y adorarle. No equivoquemos el camino. Dios está en los pobres, en los sencillos y humildes, 

Le ofrecieron sus dones:

Le ofrecieron lo mejor que tenían: la “mirra” del dolor y sufrimiento propio de nuestro cuerpo mortal; el “incienso” del alma, creada a  “imagen y semejanza de Dios”   y el “oro” del corazón. Lo importante no eran los dones sino lo que éstos significaban: cuerpo, alma y corazón. Le ofrecieron no sólo lo que tenían sino lo que eran: su ser, su persona, su vida. 

Y, al volver, regresamos por otro camino:

En todo encuentro con Dios hay que cambiar, convertirse, regresar a la vida, pero por otro camino. Si hemos entrado a la Iglesia por el camino de la mentira, debemos volver por la senda de la verdad.     Si hemos ido por el camino de la soberbia, al ver a un Dios que se rebaja y se hace niño, regresamos por el camino de la humildad; si hemos entrado por el camino de egoísmo, al ver el amor de Dios enviándonos a su propio Hijo, regresamos por el camino del servicio y entrega a los demás. En un auténtico camino de fe, nada puede seguir igual.

El poeta inglés Anden, en un poema sobre la Navidad presenta a los Magos motivando su viaje: El primero dice: Debo saber cómo ser verdadero hoy. Por eso sigo la estrella.

El segundo dice: Quiero descubrir cómo vivir hoy. Por eso sigo la estrella.

El tercero dice: Necesito averiguar cómo amar hoy. Por eso sigo la estrella.

Al final afirman los tres: Debemos descubrir cómo ser hombres hoy. Por eso seguimos la estrella.

Palabra del Papa

“Los Magos consiguieron superar aquel momento crítico de oscuridad en el palacio de Herodes, porque creyeron en las Escrituras, en la palabra de los profetas que señalaba Belén como el lugar donde había de nacer el Mesías. Así escaparon al letargo de la noche del mundo, reemprendieron su camino y de pronto vieron nuevamente la estrella, y el Evangelio dice que se llenaron de “inmensa alegría”. Esa estrella que no se veía en la oscuridad de la mundanidad de aquel palacio. Un aspecto de la luz que nos guía en el camino de la fe es también la santa “astucia”. Es también una virtud, la santa “astucia”. Se trata de esa sagacidad espiritual que nos permite reconocer los peligros y evitarlos. Los Magos supieron usar esta luz de “astucia” cuando, de regreso a su tierra, decidieron no pasar por el palacio tenebroso de Herodes, sino marchar por otro camino.  (S.S. Francisco, 6 de enero de 2014).

PREGUNTAS.

1.- ¿Sé agradecer a Dios el regalo de la fe? ¿La cuido? ¿La protejo? ¿La defiendo?

2.- Cuando la fe se oscurece, ¿sé mantener firme mi esperanza? ¿Estoy convencido de que Dios nunca me abandona?

3.- La fe es el gran regalo que Dios me ha hecho. ¿Qué le ofrezco yo a Dios para agradecer ese don?

El mensaje de este día, en verso, suena así

Los «Magos», al ver al Niño,
de rodillas, le ofrecieron,
con amor, tres cofres llenos
de oro, de mirra y de incienso.
y desde entonces, los «Magos»
traen a los «niños buenos»,
a sus familias y amigos,
muchos «regalos de ensueño».
Hoy, nosotros les pedimos
y esperamos en secreto
un «regalo misterioso»:
el gran regalo del «tiempo».
«Tiempo» para todos padres,
para que encuentren momentos
de regalar a sus hijos
caricias, abrazos, besos.
«Tiempo» para todos hijos:
¡Que disfruten con el «juego»
de ofrecer a sus papás
su ternura y su respeto!
«Tiempo» para los abuelos,
solitarios, en silencio.
¡Que no les falte el cariño
de sus hijos y sus nietos!
y»tiempo» para nosotros,
-amigos y compañeros-
para rezar todos juntos
y decir que nos queremos.

(Compuso estos versos José Javier Pérez Benedí)

ORACIÓN EN TIEMPO DE LA PANDEMIA.

Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud,  en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén