Vísperas – Miércoles III de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

MIÉRCOLES III de TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Ignorando mi vida,
golpeado por la luz de las estrellas,
como un ciego que extiende,
al caminar, las manos en la sombra,
todo yo, Cristo mío,
todo mi corazón, sin mengua, entero,
virginal y encendido, se reclina
en la futura vida, como el árbol
en la savia que apoya, que le nutre
y le enflora y verdea.

Todo mi corazón, ascua de hombre,
inútil sin tu amor, sin ti vacío,
en la noche te busca;
le siento que te busca, como un ciego
que extiende, al caminar, las manos llenas
de anchura y de alegría.

Gloria al padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.

SALMO 125: DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA

Ant. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

SALMO 126: EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS

Ant. Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

LECTURA: Ef 3, 20-21

A Dios, que puede hacer mucho más sin comparación de lo que pedimos o concebimos, con ese poder que actúa entre nosotros, a él la gloria de la Iglesia y de Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.

RESPONSORIO BREVE

R/ Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
V/ Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.

R/ No arrebates mi alma con los pecadores.
V/ Y ten misericordia de mí.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

PRECES

Invoquemos a Dios, que envió a su Hijo como salvador y modelo supremo de su pueblo, diciendo:

Que tu pueblo te alabe, Señor.

Te damos gracias, Señor, porque nos has escogido como primicias para la salvación;
— haz que sepamos corresponder, y así hagamos nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

Haz que todos los que confiesan tu santo nombre sean concordes en la verdad
— y vivan unidos por la caridad.

Creador del universo, cuyo Hijo, al venir a este mundo, quiso trabajar con sus propias manos,
— acuérdate de los trabajadores, que ganan el pan con el sudor de su frente.

Acuérdate, también, de todos los que viven entregados al servicio de los demás:
— que no se dejen vencer por el desánimo ante la incomprensión de los hombres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Ten piedad de nuestros hermanos difuntos
— y líbranos del poder del Maligno.

Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús nos enseñó:

Padre nuestro…

ORACION

Llegue a tus oídos, Señor, la voz suplicante de tu Iglesia, a fin de que, conseguido el perdón de nuestros pecados, con tu ayuda podamos dedicarnos a tu servicio y con tu protección vivamos confiados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Miércoles III de Tiempo Ordinario

1.- Introducción.

Hoy, Señor, vengo a la oración con un deseo: el deseo de que Tú, deposites en mi corazón la semilla de la fe, la semilla de la alegría, la semilla del amor. Y, una vez que hayas depositado la semilla, necesito que te quedes ahí dando energía para que esa semilla crezca y se convierta en una espiga doblada por el peso de los granos. Y todavía más:  necesito que me ayudes a repartir esa buena semilla en otras personas. Si la semilla se queda en el granero no puede dar fruto.

2.- Lectura reposada de la palabra del Señor. Marcos 4, 1-20

En aquel tiempo Jesús se puso a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción: Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento. decía: Quien tenga oídos para oír, que oiga. Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas. Él les dijo: A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas, para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

“Salió el sembrador a sembrar”. El sembrador tiene que salir, no puede quedarse en casa. La semilla que no se siembra no puede producir fruto. Y lo propio del cristiano es “salir”. Iglesia en salida no es un invento del Papa Francisco. Iglesia en salida es la Iglesia pensada y querida por Jesús. “Id y haced discípulos a los habitantes de todas las naciones”. (Mt. 28, 19). Salió, el sembrador, pero ¿cómo salió?  Con su juventud, su ilusión, su canción por el monte y su semilla. El que siembra debe sembrar con alegría, con ilusión, con la esperanza de que esa semilla dará su fruto. Y lo sembró todo.  Sembró la buena tierra y la mala. Sembró los caminos y los cardizales. Por parte del sembrador, que no quede. Lo importante es no cansarse nunca de sembrar. Los padres que no se cansen de sembrar en los hijos, aunque éstos sean unos frescos y descarados. Los maestros que no se cansen de sembrar, aunque los alumnos sean unos díscolos. Y los sacerdotes, que no se cansen de sembrar, aunque en sus iglesias sólo vean ya personas mayores. Un cristiano nunca debe cansarse de sembrar el bien. Al final habrá un cosechón. Sabemos que, en tiempos de Jesús, una cosecha se consideraba buena cuando daba el siete por uno. Y Jesús habla de sesenta y hasta de 100. Eso nunca se había dado en la tierra de ISRAEL. Pero aquí Jesús está hablando de la cosecha del cielo, de la que Dios dará a los que en esta tierra nunca se cansaron de sembrar.

Palabra del Papa.

“Un sembrador salió a sembrar; sin embargo, no toda la semilla que esparció dio fruto… Como Jesús mismo explica a sus discípulos, este sembrador representa al Padre, que esparce abundantemente la semilla de su Palabra. La semilla, sin embargo, se encuentra a menudo con la aridez de nuestro corazón, e incluso cuando es acogida corre el riesgo de permanecer estéril. Con el don de fortaleza, en cambio, el Espíritu Santo libera el terreno de nuestro corazón, lo libera de la tibieza, de las incertidumbres y de todos los temores que pueden frenarlo, de modo que la Palabra del Señor se ponga en práctica, de manera auténtica y gozosa. Es una gran ayuda este don de fortaleza, nos da fuerza y nos libera también de muchos impedimentos”. (Homilía de S.S. Francisco, 14 de mayo de 2014).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Silencio)

5.-Propósito. Sembraré este día de bondad, desde el amanecer hasta el ocaso.  

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, te quiero agradecer que me hayas llamado a sembrar. Sembrar este mundo de verdad, de cariño, de cercanía, de ilusión y, sobre todo, de esperanza. Uno está muerto cuando ya no espera nada de la vida. Y uno también puede matar a otro cuando le dice: “Yo no espero nada de ti”. Haz que yo viva para dar al que me lo pida, razones de mi esperanza.  

ORACIÓN EN TIEMPO DE LA PANDEMIA.

Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud, en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén

Lectura continuada del Evangelio de Mateo

Mateo 3, 1-17

31Por aquellos días aparece Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: 2Convertíos, porque está llegando el reino de los cielos”.

3Porque de este es lo dicho por medio del profeta Isaías cuando dice: “Voz del que clama en el desierto: ¡Preparad el camino del Señor! ¡Haced rectas sus sendas!”.

4Juan tenía su vestido [hecho] de pelos de camello, con un cinturón de cuero a sus lomos, y su comida eran langostas y miel silvestre.

5Entonces acudía a él Jerusalén, toda Judea y toda la región del Jordán 6y eran bautizados por él en el río Jordán confesando sus pecados.

7Pero viendo él venir muchos fariseos y saduceos al bautismo, les dijo: “Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente? 8Haced, pues, fruto de conversión 9y no creáis que basta con decir en vuestro interior: ‘Tenemos por padre a Abrahán’. Porque os digo que Dios puede de estas piedras levantar hijos a Abrahán. 10Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no haga fruto bueno será cortado y arrojado al fuego.

11Yo os bautizo con agua para la conversión; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo; no soy digno de llevarle las sandalias: él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. 12En su mano tiene el bieldo y va a limpiar su era; y recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará con fuego que no se apaga”.

A la noticia sobre la aparición del Bautista (v. 1) sigue lo más importante para Mt: su anuncio del reino de Dios (v. 2) y la cita de la Escritura (v. 3). Sólo entonces describe las circunstancias concretas de su aparición (v. 4) y la reacción de la población judía (v. 5). Después, en la segunda parte del texto (vv. 7-12) se presenta la predicación ininterrumpida de la penitencia a los fariseos y saduceos. La palabra guía de esta predicación es fuego, el fuego del juicio (v. 10.11.12). Destacan, además, los términos referidos a la conversión (v. 2 = primera palabra del Bautista; vv. 8.11). La alocución culmina en una serie de enunciados escuetos sobre el juicio del más fuerte (vv. 11-12). El clímax retórico se centra en «el que viene» y su juicio de fuego. Aquí recae el peso; sólo muy al principio habla el Bautista, brevemente, de sí mismo: el centro de la perícopa queda fuera de él, porque solo es el precursor; esta culmina en el anuncio del juez universal, Jesús, cuya primera aparición se describirá a continuación.

  • Mateo describe la aparición de Juan en una breve escena. La indicación temporal «por aquellos días» enlaza los relatos de infancia de Jesús y la aparición del Bautista. Esto muestra la estrecha conexión que establece Mateo entre Juan y Jesús. El Bautista aparece en el desierto. Puede evocar la etapa del desierto de Israel, la acción de Dios pasada y la esperada para el futuro; pero también el desierto como lugar estéril y habitado por demonios, donde sólo pueden vivir los ascetas.
  • El v. 2 manifiesta la intención mateana: le interesa el profeta Juan y no tanto el Bautista; por eso, Mateo da prioridad a su predicación. Pero Juan es un profeta diferente a los anteriores: anuncia la inminente llegada del reino de los cielos, anuncio que coincide literalmente con el de Jesús en 4,17 y con el de los discípulos en 10,7. El futuro reino de los cielos inspira ya ahora la acción.
  • Tanto la insistencia del término «desierto», como la descripción del alimento y el vestido del Bautista presentan a Juan como asceta, a diferencia de Jesús (cf. 11,18), que nos puede hacer pensar en el comentario de San Juan Crisóstomo: «Vamos a imitarlo, vamos a dejar las francachelas y la embriaguez, y a vivir con simplicidad y modestia».
  • Mateo destaca el éxito del Bautista, pero distingue entre el pueblo que acude en masa a Juan, reconoce sus pecados y se hace bautizar, y los endurecidos jefes del pueblo: los fariseos y saduceos (v. 7). Ahora el anuncio del juicio por el Bautista aparece en primer plano. Mateo interpreta el anuncio del reino de los cielos como anuncio del juicio. La imagen del juicio en el v. 10 es radical: los árboles sugieren la imagen tradicional de Israel como plantación. Un árbol que está cortado de raíz no puede ya crecer. Israel queda, pues, radicalmente en entredicho (cf. Rm 9,6-13). El criterio en el juicio son las obras (cf. 7,21-23; 25,31-46). Por eso, el término «fruto» tiene una gran importancia en este evangelio (cf. 7,16-20; 12,23; 21,43).
  • Mateo hace hincapié en la importancia de la conversión. Este término tiene relevancia teológica en conexión con el bautismo de Juan, por lo que cabe suponer que Mateo se refiere a una conversión definitiva al comienzo de la vida cristiana.
  • Mateo relaciona el bautismo de fuego con el juicio destructor. Así lo sugiere el contexto (vv. 10.12). Así que el bautismo en el Espíritu no significa lo mismo que el bautismo de fuego. La afirmación sobre el bautismo del más fuerte en el Espíritu y en fuego se corresponde perfectamente con la teología mateana del Hijo del Hombre: el Hijo del Hombre es el Jesús terreno y presente en su comunidad a la que da nueva vida por medio del bautismo en el Espíritu y, también, el juez futuro que juzgará con el bautismo en fuego.
  • Esto último sigue en el v. 12 con el lenguaje figurado sobre «el bieldo» y la quema de la paja, que apunta al juicio destructor escatológico. La separación entre la paja y el trigo se corresponde con la idea de la comunidad cristiana como cuerpo mixto, que tiene en su interior buenos y malos (cf. 13,40-43; 22,11- 14). El acento recae en la advertencia sobre la perdición eterna, totalmente en la línea de la exhortación mateana sobre el juicio. Mateo anticipa aquí su idea del juicio del Hijo del Hombre: él es el futuro juez bajo el signo del fuego. Con el juicio del Hijo del Hombre empieza la predicación en el evangelio de Mateo y con ese mismo juicio concluirá (cf. 25,31-46). «Fuego» es la palabra central del primero y del último anuncio en el evangelio de Mateo (25,41). El futuro juicio aniquilador es una clave en la teología de Mateo.

Comentario – Miércoles III de Tiempo Ordinario

(Mc 4, 1-20)

La parábola del sembrador quiere mostrar las distintas actitudes de los corazones humanos ante la Palabra de Dios.

El camino, done los pájaros se comen rápidamente la semilla, es una tierra que no deja entrar la Palabra, es un corazón que ya está ocupado en muchas cosas y no tiene espacio, de manera que la Palabra escuchada es inmediatamente olvidada, o sencillamente no es escuchada con interés.

El terreno pedregoso, que tiene una capa fina de tierra, recibe la semilla, y la deja germinar, pero por la poca profundidad no retiene la humedad y el sol seca esa plantita que acaba de surgir a la vida. Representa los corazones que reciben la Palabra con gozo, pero que siempre están demasiado pendientes de las dificultades, y no aceptan tener que sufrir algo por amor a Dios; el dolor y los problemas hacen que la Palabra recibida con gozo no les alcance para tener paz, y puede más su necesidad de vivir tranquilos.

La Palabra entre espinas no se refiere tanto a las dificultades, sino a los deseos; porque las espinas ahogan a la planta que está creciendo, y del mismo modo, cuando el mundo comienza a atraer el corazón con los bienes y los placeres, el corazón se preocupa por alcanzar estas cosas y la Palabra pierde su atractivo, deja de entusiasmar; el corazón parece aceptar todo lo que dice esa Palabra, pero la Palabra no puede dar frutos de generosidad, de servicio, de entrega.

Vemos entonces que en estos tres ejemplos se da la progresión: escuchar, perseverar, dar fruto. En el corazón que es como la tierra fértil se cumplen las tres cosas.

Oración:

“Toma Señor la tierra de mi vida, rómpela, desmenúzala, ábrela con tu gracia, para que en ella pueda germinar, crecer y dar fruto, tu Palabra de vida. Dame alegría, perseverancia y generosidad para vivir tu Palabra”.

 

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

Sacrosanctum Concilium – Documentos Vaticano II

Valor pastoral del Oficio divino

86. Los sacerdotes dedicados al sagrado ministerio pastoral rezarán con tanto mayor fervor las alabanzas de las Horas cuando más vivamente estén convencidos de que deben observar la amonestación de San Pablo: «Orad sin interrupción» (1 Tes., 5,17); pues sólo el Señor puede dar eficacia y crecimiento a la obra en que trabajan, según dijo: «Sin Mí, no podéis hacer nada» (Jn., 15,5); por esta razón los Apóstoles, al constituir diáconos, dijeron: «Así nosotros nos dedicaremos de lleno a la oración y al ministerio de la palabra» (Act., 6,4).

Comentario Domingo IV de Tiempo Ordinario

Oración preparatoria

Muéstrame, Señor, tus caminos, instrúyeme en tus sendas” (Sal 25,4). Señor, tu llamada es siempre nueva. Yo experimento dolorosamente que, a menudo, mis caminos no son los tuyos, y que mis pensamientos no son según la mentalidad de Dios. Te pido, Señor, un corazón pobre y humilde que se deje guiar y enseñar. Haz que cada día retome, con nuevo impulso, el camino de discipulado en tu escuela y, con gratitud, sepa acoger la medida de la luz que viene de Ti. Señor, abre mi oído, para que aprenda a escuchar como un/a verdadero/a discípulo/a. AMEN.
 
Mc 1, 14-20
«14Después de ser entregado Juan, [Jesús] fue a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios, 15diciendo: “El tiempo ha sido cumplido y está cerca el Reino de Dios; convertíos y creed en el Evangelio”. 16Y pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, porque eran pescadores. 17Y les dijo Jesús: “Venid detrás de mí y haré que lleguéis a ser pescadores de hombres”. 18E, inmediatamente, dejando las redes, le siguieron. 19Y yendo un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. 20E, inmediatamente, los llamó. Y, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, fueron detrás de él».
 
PALABRA DE DIOS 
 
CONTEXTO
 
Este evangelio nos sitúa en los comienzos del ministerio de Jesús en Galilea. Tras el arresto de Juan Bautista, Jesús viene a proclamar la Buena Noticia del Reino de Dios, del Evangelio. Así se cumple la misión que Dios ha confiado a Juan. Él ha preparado el camino para la venida del Señor. Ahora se inicia el ministerio de Jesús. Después de su “arranque” en el bautismo, y su “confirmación” superando las tentaciones del desierto, Jesús comienza su proclamación (1,14-15) y, como primera señal de la cercanía del Reino, la llamada a los primeros discípulos (1,16-20). Después de nuestro texto sigue, en el evangelio de Marcos, una frenética actividad liberadora, evangelizadora, de Jesús.

 
TEXTO
 
Tiene dos partes bien diferenciadas porque, en realidad, son dos perícopas (dos textos con sentido propio cada uno). Por un lado, la primera proclamación de Jesús (vv. 14-15). Son sus primeras palabras, con una resonancia especial. Cuatro afirmaciones fundamentales: a) el tiempo se ha cumplido = ha llegado el momento decisivo de la historia y, con Jesús, irrumpe el momento definitivo de la revelación de Dios; b) el Reino de Dios está cerca = no ha llegado aún, pero las consecuencias de su cercanía ya se pueden experimentar (“ya sí, todavía no”); c) la llamada a la conversión = después de experimentar esa cercanía del Reino de un Dios a favor de sus criaturas, se trata de cambiar la mentalidad, dejarse atravesar totalmente por esa experiencia nueva; d) la llamada a la fe en el Evangelio = esta Buena Nueva es creíble, tiene fiabilidad, merece toda nuestra confianza. La segunda parte del texto (vv. 16-20) supone la primera señal de la cercanía del Reino: la llamada al seguimiento de los primeros seguidores de Jesús, colaboradores en la misión de anunciar esa cercanía del Reino. Compuesto en forma de díptico, con dos llamadas a dos parejas de hermanos, el texto aúna la llamada de Jesús y la presteza en la respuesta de los discípulos.
 
ELEMENTOS A DESTACAR
 
• El anuncio de Jesús y la importancia del orden de tal anuncio: no se pide la conversión para poder experimentar la bondad del Reino, sino que primero hay que experimentar esa bondad para llegar al cambio de mentalidad.
 
• La oferta osada de Jesús: de pescadores a “pescadores de hombres”: Jesús parte de lo que somos, pero no se conforma con lo que somos. Jesús nos hace ser más.
 
• La vocación abre al futuro, no es un don del pasado: la centralidad de los verbos principales descansa en el “haré”, único verbo en futuro, central entre los 9 verbos conjugados, cuyo sujeto es Jesús.
 
• La respuesta de los discípulos: dejar es la primera marca del discipulado cabal. La posición existencial pedida por Jesús: detrás de mí conlleva la segunda marca discipular: seguir.
 
• La secuencia “andar – ver – llamar” es elocuente para nuestro caminar vocacional y para nuestra pastoral vocacional.
 
• Nos encontramos aún en el inicio del Tiempo Ordinario del año litúrgico. Todo el camino que la Iglesia nos propone durante las varias etapas del año litúrgico nos debe ayudar a enraizar nuestra vida cada vez más profundamente en el misterio de Jesucristo.
 
Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.
 
Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?
 
Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…
 
Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis – Domingo IV de Tiempo Ordinario

IV Domingo del Tiempo Ordinario

Deuteronomio 18 15-20; Salmo 94 1-2, 6-7, 8-9; 1 Corintios 7:32-35; Marcos 1, 21-28

Jesús Saca un Espíritu Malo

En aquel tiempo, se hallaba Jesús a Cafarnaúm y el sábado siguiente fue a la sinagoga y se puso a enseñar.

Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras, pues enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.

Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar:

«¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús le ordenó: «¡Cállate y sal de él!» El espíritu inmundo, sacudiendo al hombre con violencia y dando un alarido, salió de él. Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: «¿Qué es esto?

¿Qué nueva doctrina es ésta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen». Y muy pronto se extendió su fama por toda Galilea.

Reflexión

Jesús enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. ¿Por qué? (Jesús, su Padre, y El Espíritu Santo son uno. Cuando Jesús habla de Dios, sabe perfectamente quien es y se nota en sus palabras. Pero los escribas sabían la ley, pero no conocían a Dios en sus corazones y se notaba en sus palabras.) ¿Cómo podemos nosotros hablar de Dios con más autoridad? (Acercándonos más a Dios en la oración y en los sacramentos; siendo obedientes a sus preceptos; compartiendo Su Amor con los demás…) Había un hombre poseído de un demonio. ¿Qué le gritaba el demonio a Jesús? (Le llama por nombre y le pregunta, “¿Has venido a acabar con nosotros?” El demonio sabe que Jesús tiene autoridad y poder sobre ellos.) ¿Quién dice que es Jesús? (el Santo de Dios) ¿Qué hizo Jesús? (Sacó el demonio del hombre.) ¿Cómo reacciona la gente? (Estaban asombrados del poder y la autoridad que tenía Jesús y se preguntaban quién sería Él.) ¿Qué poder tiene Jesús en nuestras vidas? Compartir. (Nos guía, nos protege, perdona nuestros pecados…)

Actividad

En la siguiente página, colorear el dibujo. Escribir como Jesús nos ayuda todos los días con su gran amor y poder.

Oración

Jesús, Santo de Dios, que eres todopoderoso y amoroso, ayúdame a conocerte y amarte más todos los días; ayúdame a confiar completamente en tu Amor y Poder en mi vida. Amen.

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Jesús enseña en Cafarnaún – Marcos 1, 21-28

Llegó Jesús a Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: – ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios. Jesús lo increpó: – Cállate y sal de él. El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: – ¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen. Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca de Galilea.

Explicación

En tiempos de Jesús cuando alguien padecía una enfermedad o tenía el corazón lleno de mala intención se decía de él o de ella: tiene dentro un “mal espíritu”. El evangelio de hoy presenta a Jesús tan lleno de bondad que es capaz de vencer todo mal y librar de ese espíritu malo a quien lo padece. De este modo, la fuerza de Jesús expulsó el mal de aquél hombre que quedó como nuevo y curado, por la intervención de Jesús en su vida.

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

NARRADOR: Llegó Jesús a una ciudad de Galilea llamada Cafarnaum. Iba acompañado de Pedro y otros discípulos y decidieron entrar en la Sinagoga a escuchar la lectura de las Sagrada Escrituras. Veréis qué sucedió.

JUDÍO 1: ¡Bienvenido, Jesús! ¿Quieres leer tú los libros sagrados? Nos gusta mucho escucharte.

JUDÍO 2: ¡Es verdad! Y entendemos muy bien tus explicaciones sobre ellos.

NARRADOR: Pedro interviene y dice con voz fuerte:

PEDRO: Jesús explica con autoridad y no dando vueltas y rodeos como los letrados.

JUDÍO 1: Es que los letrados se creen muy listos y meten la pata a menudo.

JUDÍO 2: A mí los letrados me caen mal, porque dicen una cosa y hacen otra. Pero escuchemos a Jesús.

JESÚS: «Habló Moisés al pueblo diciendo: El Señor, tu Dios te enviará un profeta como yo de entre tus hermanos. A él le escucharéis»

NARRADOR: Había entre los presentes un hombre que tenía un espíritu inmundo que se puso a gritar:

ENDEMONIADO: ¿No me digas que tú eres ese profeta?

PEDRO: ¿Por qué hablas así a mi maestro?

ENDEMONIADO: Ése no es maestro de nadie, es un «loco».

JUDÍO 1: ¡No digas tonterías, déjanos escuchar!

ENDEMONIADO: ¡No me da la gana! Ha venido a fastidiaros. Dice que es el Santo de Dios, pero es un «loco», un «loco».

JESÚS: No lo digo yo, es Moisés quien lo dice.

ENDEMONIADO: ¡Burro, tonto, «loco»!

PEDRO: ¡Maestro, dile que se calle!

JESÚS: No está hablando él, Pedro, es un espíritu inmundo el que habla por su boca. ¡Cállate y sal de ese hombre!

NARRADOR: El endemoniado curado por Jesús le dice.

ENDEMONIADO: ¡Maestro!

JUDÍO 2: ¡Qué milagro acabamos de ver!

JUDÍO 1: ¡Hasta los espíritus inmundos le obedecen!

NARRADOR: ¡Algo grande va a suceder en Israel!
La fama de Jesús se extendió enseguida por todas partes.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles III de Tiempo Ordinario

Sobre el Evangelio de hoy todos hemos escuchado muchos comentarios, y todos sabríamos hacer una aplicación sencilla a nuestra vida y nuestra misión. El sembrador hace llegar la semilla de la Palabra a todos, pero cada uno la recibe de modos diferentes: en el camino sin protección alguna, entre piedras sin tierra donde echar raíces, entre zarzas que ahogan los brotes tiernos, o como tierra buena. El mismo Jesús se encarga de explicarles la parábola a sus discípulos.

Podemos fijarnos hoy en los distintos públicos a los que se dirige Jesús… Fijaos: Jesús primero relata la parábola a un gran gentío que se había acercado a él, con motivaciones seguramente muy diversas. La explicación vendrá luego, en cambio, para un pequeño grupo de seguidores que quieren vivir lo que Jesús les va enseñando… La muchedumbre ejemplifica la diversidad de terrenos de la propia parábola. Entre ellos habría quienes solo buscaban intereses egoístas, quizás sólo un sanador que les curara; quienes solo irían atraídos por la curiosidad; quiénes irían ya con sus planes de descubrir cómo acabar con él; y al fin quiénes sí tenían el corazón dispuesto para recibir la Palabra y dejarse transformar por ella… Estos últimos son la tierra buena: han escuchado el mensaje de Jesús, han creído en él, y están dispuestos a cambiar su modo de vivir.

Podemos preguntarnos qué buscamos nosotros en Jesús. Es evidente que también nos acercamos a escucharle. Quizás hacemos oración con la Palabra y celebremos la Eucaristía muchos días, quizás le buscamos en el rostro de los más pobres y sufrientes a los que nos acercamos. Pero… ¿qué hay en nuestro corazón? Quizás nos muevan otros intereses: ¿defender nuestras ideas, normas y seguridades?, ¿soluciones fáciles a nuestros problemas?, ¿nuestros miedos y angustias?… Quizás sí que vayamos a su encuentro con la sola intención de escuchar al Señor y cumplir su voluntad, pero nos falte profundidad y raíz. Quizás nuestro corazón esté demasiado atado por otros deseos, económicos, materiales, o los ideales narcisistas del yo, como para dejarnos llevar por el Espíritu y que la Palabra nos transforme.

Pidamos al Señor para que nos ayude a limpiar el corazón para ser tierra buena, que acoge la Palabra y se deja hacer por ella, hasta dar buenos frutos. Que así sea…

Javier Goñi, cmf