Mateo 3, 13-17
13Entonces aparece Jesús, [que viene] de Galilea al Jordán, donde Juan, para ser bautizado por él.
14Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?”.
15Pero, respondiendo, Jesús dijo: “Déjalo ya, porque conviene que cumplamos toda justicia”.
Entonces le dejó.
16Jesús, habiendo sido bautizado, de inmediato subió del agua; y he aquí que los cielos fueron abiertos y vio al Espíritu de Dios bajando en forma de paloma y viniendo sobre él.
17Y he aquí que una voz de los cielos dijo: “Este es mi hijo amado, en quien me complazco”.
Este relato es prolongación de la escena anterior. O, más exactamente, después de haber descrito en 3,1-12 la situación, la personalidad de Juan, su bautismo y su predicación, Mateo inicia el relato de Jesús. Con el término «aparece» vuelve deliberadamente a 3,1 e introduce al personaje, al «más fuerte», al que se había referido Juan. El texto se relaciona, pues, estrechamente con la escena anterior y es su culminación. Con el v. 15 anticipa 5,17; con el v. 17 anticipa 17,5.
- Jesús llega de Galilea al Jordán con la intención de hacerse bautizar por Juan pero este trata de impedírselo: no puede bautizar al más fuerte, al portador del Espíritu y al que bautizará con fuego. Jesús responde con una frase que contiene un postulado central de la teología mateana; así que el v. 15 es importante porque aquí aparece la primera frase de Jesús en el evangelio. En este sentido tiene el carácter de una «señal»: en adelante, los lectores estarán especialmente atentos a lo que diga Jesús acerca de la «justicia».
- En la breve frase de Jesús los conceptos clave son «justicia» y «cumplir». «Justicia» es un concepto central mateano. Significa una exigencia jurídica que es preciso cumplir y en cuanto al contenido, se refiere a la voluntad divina en su globalidad, expuesta por el Jesús mateano. «Toda justicia» no es la justicia especial del Hijo de Dios, sino «todo lo que es justo». «Toda justicia» no consiste en el bautismo de Juan, sino que más bien este forma parte de ella. La frase adquiere un carácter programático: Jesús, obediente a la voluntad de Dios, se convierte en el modelo y ejemplar de los cristianos. Por su parte, hay que partir del significado de «cumplir» en el sentido de «llevar a la práctica». Pero la elección de la palabra es importante Mateo utiliza el término «hacer» (la voluntad) o «guardar» (los mandamientos) para la conducta de los discípulos y retiene el término «cumplir» para aplicarlo solo a Jesús. Sin duda apunta el matiz de que Jesús realizó a la perfección la voluntad de Dios.
- Mateo otorga al acto del bautismo menos importancia que Marcos. Al adoptar la fórmula de la «apertura» del cielo presenta los sucesos del bautismo, no como visión, sino como acontecimiento palpable.
- El clímax del relato mateano del bautismo es la proclamación de la voz del cielo en v. 17. Jesús ya era, en Mateo, desde su nacimiento, Hijo de Dios. Así, la voz del cielo no se dirige a Jesús, que sabe perfectamente a qué atenerse, sino más bien a Juan el Bautista y, sobre todo, a la masa del pueblo, es decir, a la comunidad cristiana. Lo más importante es que la filiación divina de Jesús cobra aquí un nuevo acento. El Hijo de Dios es no sólo el revelado desde el cielo, sino sobre todo el obediente y sumiso a la voluntad de Dios. Esta idea es tan importante para Mateo que la reitera en la sección siguiente (las tentaciones) como idea central. Incluso el final del relato de la pasión propone la misma interpretación de la filiación divina de Jesús (27,43.54). Encontramos aquí la segunda inclusión cristológica fundamental del evangelio de Mateo. Junto al «Dios con nosotros» (1,23 y 28,20), es el Hijo de Dios obediente el que confiere a todo el evangelio el marco cristológico.
- Mateo presenta intencionadamente la conducta de Jesús al comienzo de su evangelio. Jesús es el obediente y humilde. A esta obediencia de Jesús responde Dios con su proclamación: «Este es mi Hijo amado». La singularidad de Jesús no consiste, en nuestro texto, en la preexistencia, ni en la generación milagrosa -no central para el evangelista-, sino en su obediencia singular. Dios da su respuesta a esta obediencia perfecta.
- El camino de los cristianos es, en el evangelio de Mateo, el camino práctico que lleva a la perfección (cf. 5,48). Ese camino sigue las exigencias de una justicia superior (cf. 5,20). A ella se le promete la entrada en el reino de los cielos. En este camino precede Jesús a sus discípulos. Él inicia el evangelio como obediente: él cumple toda justicia. Dios le responde, como responderá a los discípulos que cumplan la voluntad del Padre. También el camino de los discípulos hoy aparece definido como camino de la obediencia concreta, terrena.