Hoy es jueves IV de Tiempo Ordinario.
La lectura de hoy es del evangelio de Marcos (Mc 6, 7-13):
En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: «Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas». Y les dijo: «Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí. Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos». Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
Hoy nos sentimos herederos del mandato misionero de Jesús. La nueva evangelización no es «nueva» (en el sentido de que no es una novedad para la Iglesia): hoy como ayer, Él nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra (cf. Mt 28,19). ¡La Iglesia siempre es misionera!
«Caritas Christi urget nos» (2Cor 5,14): es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos urge a evangelizar. Con su amor, Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación: en todo tiempo, convoca a la Iglesia y le confía el anuncio del Evangelio, con un mandato que es siempre nuevo. Por eso, también hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una «nueva evangelización» para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe.
—La fe crece cuando se vive como un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo.
REDACCIÓN evangeli.net