Vísperas – Martes III de Cuaresma

VÍSPERAS

MARTES III de CUARESMA

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

Libra mis ojos de la muerte;
dales la luz que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.

Haz de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva;
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.

Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.

Guarda mi fe del enemigo
(¡tantos me dicen que estás muerto!…).
Tú que conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo. Amén.

SALMO 124: EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO

Ant. El Señor rodea a su pueblo.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor rodea a su pueblo.

SALMO 130: ABANDONO CONFIADO EN LOS BRAZOS DE DIOS

Ant. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

LECTURA: St 2, 14. 17. 18b

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? La fe, si no tiene obras, por sí sola está muerta. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe.

RESPONSORIO BREVE

R/ Yo dije: Señor, ten misericordia.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

R/ Sáname, porque he pecado contra ti.
V/ Señor, ten misericordia.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.

PRECES

A Cristo, el Señor, que nos mandó velar y orar a fin de no sucumbir en la tentación, digámosle confiadamente:

Oh Señor, escucha y ten piedad.

Señor, tú que prometiste estar presente cuando tus discípulos se reúnen en tu nombre parar orar,
— haz que oremos siempre unidos a ti en el Espíritu santo, a fin de que tu reino llegue a todos los hombres.

Purifica de todo pecado a la Iglesia penitente
— y haz que viva siempre en la esperanza y el gozo del Espíritu Santo.

Amigo del hombre, haz que estemos siempre atentos, como tú nos mandaste, al bien del prójimo,
— para que la luz de tu amor brilla a través de nosotros ante todos los hombres.

Rey pacífico, concede que tu paz reine en el mundo
— y que nosotros trabajemos sin cesar para conseguirla.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que has muerto para que nosotros tengamos vida,
— da la vida eterna a los que han muerto.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común de todos:
Padre nuestro…

ORACION

Señor, que tu gracia no nos abandone, para que, entregados plenamente a tu servicio, sintamos sobre nosotros tu protección continua. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Martes III de Cuaresma

1.- Oración introductoria.    

Señor, hoy vengo a ti para que me ayudes a perdonar como Tú quieres que yo perdone. No quiero, como Pedro, poner límites al perdón. Quiero perdonar como Tú me perdonas: siempre, del todo, sin condiciones. Por el perdón que Tú me das, descubro el amor que Tú me tienes. Ojalá que aquellos a quienes amo sepan descubrir el amor a través de mi perdón generoso e incondicional.

2.- Lectura reposada de la Palabra del Señor. (Mt. 18, 21-35)

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y les propuso esta parábola: el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: «Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré.» Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda. Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: «Paga lo que debes.» Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: «Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré.» Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: «Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?» Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión.

El capítulo 18 de San Mateo es llamado “discurso eclesial”, es decir, elementos necesarios para que una comunidad o grupo cristiano pueda funcionar. Y nos dice: hay que ser como niños, hay que atender a los pequeñitos, hay que practicar la corrección fraterna. Y, al final, como lo más importante, hay que perdonar de corazón. Se consideraba buen judío aquel que estaba dispuesto a perdonar hasta cuatro veces. Cuando San Pedro propone hasta siete (número perfecto) esperaba de Jesús un elogio a su gran generosidad. Pero Jesús no le dice hasta siete veces sino “hasta setenta veces siete”.  Y es como decir: ¿Me pides una medida para el perdón? Te lo voy a decir: “Hay que perdonar sin medida”. Y pone a continuación una explicación con una hermosa parábola. Un señor debía diez mil talentos. Es una enorme exageración (El talento era una medida de la antigüedad que consistía en llenar un platillo de una balanza con monedas de oro fino). A pesar de todo, la deuda le fue perdonada. Y ése, a quien se le perdonó esa inmensa deuda, no quiso perdonar a quien le debía sólo unos denarios (unos pocos euros) Está claro que ese señor que nos ha perdonado a todos una inmensa deuda ha sido Dios. Si Dios es así que nos perdona todo, y nos perdona siempre, ¿Cómo no me ruborizo y se me cae la cara de vergüenza al no ser yo capaz de perdonar una pequeña deuda a mis hermanos?

Palabra del Papa.

«Los límites del mal los delimita la Divina Misericordia. Esto no implica que todo el mundo se salve automáticamente por la Divina Misericordia, disculpando así todo pecado, sino que Dios perdonará a todo pecador que acepte ser perdonado. Por eso, el perdón, la superación del mal, pasa por el arrepentimiento. Y si el perdón constituye el límite al mal (¡cuántas lecciones se podrían sacar de esta verdad para superar los conflictos armados!), la libertad condiciona, en cierto modo, a la Divina Misericordia. Dios, en efecto, arriesgó mucho al crear al hombre libre. Arriesgó que rechace su amor y que sea capaz, negando en realidad la verdad más honda de su libertad, de matar y pisotear a su hermano. Y pagó el precio más terrible, el sacrificio de su único Hijo. Somos el riesgo de Dios. Pero un riesgo que se supera con el poder infinito de la Divina Misericordia» (Benedicto XVI, 30 de abril de 2011).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)

5.-Propósito. Si tengo algún enemigo, hoy mismo voy a dar el primer paso de acercamiento hacia él.  

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, Tú eres grande perdonando porque eres grande amando. Sólo un corazón tan grande como el de Dios puede perdonar a quienes le están asesinando en el calvario. Haz que, a la hora de perdonar, no mire al hermano sino a Ti. Si miro al hermano siempre yo tendré la razón y el otro es el que debe venir a mí. Pero si antes de perdonar te miro a Ti, me quedo sin argumentos.

Oración mientras dura la pandemia


Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud,  en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén

La Vida de Jesús – Fco. Fernández-Carvajal

5.- SU MADRE QUIERE VERLE
Mt 12, 46-50; Mc 3, 31-35; Lc 8, 19-24

Mientras así hablaba a la muchedumbre, agolpada a su alrededor, se presentaron su Madre y sus parientes para verle y conversar con Él. Pero tan apiñados estaban los que habían invadido la casa que no les fue posible acercarse a Él. Entonces le dijeron: Mira, tu Madre, tus hermanos y tus hermanas te buscan fuera.

Esta visita es distinta de aquella otra que, poco antes, hicieron a Jesús algunos de sus parientes o de sus discípulos. San Marcos, único que refiere ambos incidentes, distingue con claridad uno de otro. En la primera no intervino María. ¿Qué motivo especial la traía ahora cerca de su Hijo? No lo dicen los evangelistas. Quizá no le había visto desde que inició el viaje a Jerusalén.

Llegó, pues, María con los parientes hasta la casa. Es probable que los recién llegados hicieran algunas preguntas nada más llegar: ¿cuánto tiempo lleva enseñando el Maestro?, ¿cuánto durará esto todavía? Muchos conocían a María, y quizá alguno de los parientes se diera a conocer. Algo querían de Él; o quizá solo verle.

San Mateo refiere que Él extendió sus manos sobre sus discípulos. A la vez, escribe san Marcos, dirigió una mirada a quienes estaban sentados en círculo a su alrededor. Y, puesto en pie en medio de la concurrencia, declaró solemnemente: Ved aquí a mi madre y mis hermanos. Porque quien haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.

Cuanto más procura el discípulo cumplir la voluntad del Padre, tanto más cerca de Jesús se encuentra. El Señor colocó este parentesco espiritual por encima del de la tierra, porque tenía su origen en Dios mismo. Jesús no despreció los lazos de la sangre; por el contrario, los ennobleció. Como hijos de Dios, sus parientes subían en la escala de los valores.

La respuesta de Jesús fue una sorpresa para María, como para los demás. Pero esta sorpresa encontró un especial eco en su interior. En lo que hace referencia al cumplimiento de la voluntad de Dios, María era una misma cosa con Jesús; la diferencia estaba en que Ella no conocía en cada momento, con la misma clarividencia que Él, lo que la voluntad divina le señalaba. Pero, apenas averiguaba la voluntad de Jesús, deseaba Ella lo que quería Él. De todos los que oyeron sus palabras, Ella debió de ser la única que las comprendió, porque se daba cuenta de la profunda verdad que contenían. No tenía que esperar a que san Agustín le dijera que era más bienaventurada por haber recibido a Dios en su alma que por haberle concebido en la carne[1]. Si por la naturaleza era la que estaba más cerca de Él, por la gracia nadie la igualaba en el más alto parentesco, pues nadie como Ella había cumplido, ni jamás lo haría, la voluntad del Padre.


[1] Cfr. Sobre la virginidad, 3.

Comentario – Martes III de Cuaresma

(Mt 18, 21-35)

La grandeza y el poder de Dios se manifiestan especialmente en su paciencia y en su compasión (Sab 12, 16-22), ello nos exige ser compasivos con los demás como el Padre es compasivo con nosotros (Lc 6, 36-38). Es lo que expresamos al decir «perdónanos como nosotros perdonamos». Es una exigencia muy seria para todo cristiano, ya que si no estamos dispuestos a perdonar tampoco podemos esperar el perdón de Dios. Así lo muestra el ejemplo del evangelio de hoy, y es un modo de indicar el lugar preponderante que tienen la compasión y el perdón entre las actitudes que Dios espera de sus hijos.

La respuesta a Pedro, indica que no se trata de una actitud ocasional o esporádica, sino permanente. Perdonar setenta veces siete quiere decir siempre, en todas las ocasiones y todas las veces que se nos pida, porque Dios mismo perdona y da una nueva oportunidad siempre. No se trata de esperar que el tiempo nos haga olvidar los malos recuerdos, ni de ignorar a la persona que nos ha hecho daño, haciéndola desaparecer de la memoria. Eso no es perdonar, sino enterrar, y es tener dentro de nosotros una especie de cadáver que ocupa espacio y perturba. Se trata de perdonar, de poder recordar a esa persona con compasión, sin odio ni deseos de venganza.

La presencia de este texto en la Cuaresma indica la prioridad que tiene el perdón a los hermanos por encima de otros sacrificios que podamos ofrecer a Dios. Por eso, cuando no podamos perdonar, todos los sacrificios, ayunos, momentos de oración, deben ser un camino hacia el perdón, un intento de disponer nuestro interior para poder dar el paso del perdón.

Pero, por encima de todas las prácticas piadosas, tendremos que clamar a Dios pidiendo su gracia, porque el perdón sincero y profundo sólo es posible con el impulso de la gracia de Dios. La voluntad de Dios es clara: hay que estar dispuesto al perdón «setenta veces siete». Y cuando Dios pide algo es porque él sabe que una falta de perdón nunca es buena para el corazón del hombre.

Oración:

Señor, tú que eres compasivo y misericordioso, siempre dispuesto a perdonar, dame la gracia de comprender las miserias ajenas y perdonar con tu amor. Sana las heridas que guardo en mi interior y que no me permiten perdonar. Libérame Señor».

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

Sacrosanctum Concilium – Documentos Vaticano II

Formación integral de los artistas

127. Los Obispos, sea por sí mismos, sea por medio de sacerdotes competentes, dotados de conocimientos artísticos y aprecio por el arte, interésense por los artistas, a fin de imbuirlos del espíritu del arte sacro y de la sagrada Liturgia.

Se recomienda, además, que, en aquellas regiones donde parezca oportuno, se establezcan escuelas o academias de arte sagrado para la formación de artistas.

Los artistas que llevados por su ingenio desean glorificar a Dios en la santa Iglesia, recuerden siempre que su trabajo es una cierta imitación sagrada de Dios creador y que sus obras están destinadas al culto católico, a la edificación de los fieles y a su instrucción religiosa.

Misa de la familia

DOMINGO IV DE CUARESMA

SALUDO
Dios Padre, rico en misericordia, que nos hace vivir en Cristo y nos da su Espíritu para que acojamos la grandeza de su amor, esté con todos nosotros.

ENTRADA
Al celebrar la Eucaristía, Memorial de Jesús muerto y resucitado, estamos llamados a descubrir el tesoro de la fe que llevamos dentro. Con frecuencia sentimos que la fe es una carga, un conjunto de obligaciones y preceptos que reducen la libertad y ahogan el deseo de avanzar. Nada más lejos de la realidad; la fe en Jesús es un don, un regalo, que recibimos del Padre. Otra cosa es que nosotros no lo vivamos así y que nos quedemos en formas, usos y costumbres ya caducas. Nosotros tenemos que celebrar el regalo de la fe, la salvación que recibimos de Dios en Cristo Jesús. Todo el que cree en Él tiene vida eterna, nos dice San Juan. Pues ánimo, hermanos, porque los problemas y las dificultades que encontramos en el camino nunca podrán quitarnos la alegría, nunca podrán apartarnos del Camino.

Que esta celebración nos haga valorar más y mejor la fe que hemos recibido, y que la fuerza del Padre nos ayude a ser testigos valientes del Evangelio.

ACTO PENITENCIAL
Confiados en el Amor que Dios nos tiene, aunque vivamos apartados de Él, reconocemos nuestros pecados y pedimos perdón:

– Cuando rechazamos a las personas que con su vida entregada son una llamada a nuestra conciencia dormida. SEÑOR, TEN PIEDAD.
– Cuando reducimos la fe a unas prácticas vacías y rutinarias que no son generadoras de vida ni de esperanza. CRISTO, TEN PIEDAD.
– Cuando nuestro modo de actuar da ante los demás la imagen de un Dios lejano y condenador. SEÑOR, TEN PIEDAD.

Danos, Señor, tu perdón, pues acudimos a ti llenos de espe­ranza y de confianza. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION COLECTA
Dios de bondad y misericordia, que en la plenitud del tiempo nos entregaste a tu Hijo Jesús; que el contemplar su entrega mueva nues­tra vida al compromiso en favor de la verdad y de la justicia, de modo que todas las personas puedan descubrirte como el Dios Padre que salva y da la vida. Por nuestro Señor.

LECTURA NARRATIVA
El texto que ahora escucharemos narra el dramático final del reino de Judá, motivado por su infidelidad a la Alianza que habían pactado con Dios. Esta situación motiva el destierro, la deportación y la ruina. Pero el castigo nunca es lo definitivo de Dios, pues lo suyo es construir, reu­nir y salvar

LECTURA APOSTOLICA
Dios nos ha salvado por puro amor, sin que las personas podamos exi­girle nada por nuestra parte. Si estábamos muertos por el pecado hemos renacido en Cristo y compartimos su mismo destino. Y la fe que tenemos y nos ayuda a vivir es sólo respuesta al amor primero del Padre.

LECTURA EVANGELICA
El Amor de Dios a la humanidad le lleva a dar lo que a nosotros nos parece escandaloso, a su propio Hijo, capaz de entregarse hasta el fin. Dios no manda a Jesús para juzgar o condenar a nadie, sino para salvar a todos los que se dejan abrazar por un Padre que es todo misericordia.

ORACION DE LOS FIELES
En este tiempo de conversión y de renovación de nuestra fe y nuestra esperanza, oremos cantando (diciendo): KYRIE, ELEISON.

  1. Por la Iglesia peregrina. Que el camino por el desierto de la Cuaresma la conduzca hacia la plena luz de la Pascua. OREMOS:
  2. Por los niños y niñas, jóvenes y adultos que recibirán el bautismo a lo largo de este año. Que, con la ayuda de sus padres y padrinos, crezcan en la fe y el amor de Jesús. OREMOS:
  3. Por los cristianos que viven en países en los que son perseguidos. Que la pasión de Cristo les dé fortaleza en su pasión. OREMOS:
  4. Por la tierra de Palestina, la tierra de Jesús. Que pueda ser un lugar de paz, de concordia, de justicia. OREMOS:
  5. Por nuestro mundo. Que en todas partes sea respetada y promovida la inalienable dignidad de cada persona humana, más allá de su origen, raza o religión. OREMOS:
  6. Por todos nosotros. Que, fijando nuestra mirada en Jesús, vivamos con intensidad este tiempo de conversión y renovación. OREMOS:

Escúchanos, Señor Jesús, y ten piedad de nosotros y del mundo entero. Tú, que vives y reinas.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Al ofrecerte, Señor, esta pan y este vino en esta celebración, te rogamos que ellos, convertidos en alimento de vida para nosotros, nos ayuden a vivir con fe verdadera, con esperanza firme y con amor comprometido. Por Jesucristo.

   Prefacio I de Cuaresma y plegaria eucarística de la reconciliación I. Aclamación 3 después de la consagración, cantado

PREFACIOJusto es, Señor, y motivo de gozo para todos nosotros el darte gracias por lo bueno y noble que encontramos si sabemos abrir bien los ojos al mundo y a la vida de las personas. Pero, sobre todo, te damos gracias por la entrega plena de tu amor en la persona de Jesús.

Jesús es quien nos lleva hasta Ti, mostrándonos cl camino de la liber­tad. Él es quien ilumina nuestra vida, incluso cuando nos empeñamos en vivir en la mediocridad y la tiniebla.

A Ti, que nunca te cansas de hacerte presente en la vida de las perso­nas, te aclamamos diciendo: Santo, Santo, Santo…

ORACION DESPUES DE LA COMUNION
De Ti, Padre bueno, viene la fuerza para la entrega; hemos sido enviados a una tarea que nos sobrepasa, pero Tú tienes palabras de vida eterna y estás siempre con nosotros: ayúdanos a seguir firmes en la fe y en el compromiso por crear un mundo de hermanos. Por Jesucristo.

DESPEDIDA
Nuestra reunión eucarística termina y nos vamos cada uno a nuestra casa. La palabra de Dios nos ha manifestado claramente el mensaje que hemos de anunciar. Y éste ha de ser palabras y hechos claros que aporten liberación para el hombre y su mundo. En eso estamos y a eso vamos.

Música – Domingo IV de Cuaresma

Entrada: Me invocará (Apendice);  Dios es fiel CLN 117; Este es el día del Señor CLN 712;  Nos has llamado al desierto CLN 126
Introito en latín: Laetare, Ierusalem .
Acto Penitencial de Cuaresma: CLB  17
Misa de Cuaresma: (Canto Gregoriano)
 Salmo y Aclamación antes del Evangelio: Que se me pegue la lengua al… (Propio)
Ofrendas: Attende Domine. CLN 101
Santo: de Palazón CLN I 8
Cordero de Dios: N 3
Comunión: Caminaré en presencia del Señor CLN 534; El Señor es mi fuerza CLN 717; El Señor es mi pastor CLN 538; Perdónanos nuestra culpas CLN 115
Final: Si me levantaré CLN 107  o Música de órgano.

Recursos – Ofertorio Domingo IV de Cuaresma

PRESENTACIÓN DE LA LUZ

(Sería interesante que lo pudiera ofrecer algún miembro de la Pastoral de los Bautismos)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, en nombre de cuantos estamos reunidos, yo te ofrezco hoy esta luz, que la queremos unir a las que lucen sobre la mesa del altar. Ella es el símbolo del efecto del bautismo en nosotros y en nosotras y de nuestro compromiso. La ha prendido tu Hijo Resucitado, que es quien ilumina nuestro corazón, y quiere que nosotros y nosotras, con nuestras palabras y nuestra vida, seamos luz que alumbra las tinieblas del mundo. No permitas nunca, Señor, que seamos opacos para los y las demás.

PRESENTACIÓN DE UN CORAZÓN

(Esta ofrenda debiera haber sido preparada previamente por alguno de los grupos de catequesis de la comunidad. Consistiría en la elaboración de un gran corazón de cartulina, en el que se han pegado multitud de rostros humanos de todo tipo, raza y condición. Lo puede llevar todo el grupo, aunque uno solo o una sola es quien hace la ofrenda)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, nosotros y nosotras nos hemos reunido y elaborado este gran corazón, repleto de rostros humanos, rostros a los que Tú amas porque son tus hijos e hijas. Hoy te lo queremos ofrecer como signo de nuestra apertura al amor universal. Que no se nos escape ninguno, por muy lejos que se encuentre de nosotros y de nosotras, tanto en la distancia, como ideológica y culturalmente. Comprometemos en esta ofrenda nuestra capacidad de tolerancia y optamos por actitudes de misericordia, como Tú mismo lo haces. Y te pedimos nos des fuerzas para amar a todos y todas, incluso a los y a las poco amables.

UN MATRIMONIO PRESENTA A SU HIJO PEQUEÑO O HIJA PEQUEÑA

(Marido y mujer se levantan con su hijo pequeño (o su hija pequeña) y se acercan hasta el presbiterio para hacer la ofrenda. Intervienen los dos, uno después de otro. Concluidas sus intervenciones, permanecen con el niño (o con la niña) en el mismo presbiterio durante el resto de la celebración. Dicen:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN:

MARIDO: Señor, aquí nos tienes con este nuestro(a) hijo(a), regalo tuyo y fruto de nuestro amor. Te lo queremos ofrecer en respuesta a tu misericordia. Tuyo(a) es y traza sobre él (ella) el plan de salvación.

MUJER: Te queremos ofrecer también nuestros deseos de proseguir y mantener el amor que nos hizo engendrarle, mediante nuestros cuidados y la educación. Educación, que pensamos, no sólo en orden a darle la oportunidad de que llegue a ser adulto(a), sino también que logre ser una persona en plenitud.

LA PAREJA: Sin embargo, Señor, somos conscientes de las muchas dificultades que engendra esta tarea y, principalmente, aquellas que nos vienen de un ambiente y una sociedad interesada en personas débiles y fácilmente manipulables. Por eso, Señor, danos tu gracia para poderlo realizar.

PRESENTACIÓN DE UN MEDICAMENTO

(Con el envoltorio sería suficiente, para tener el valor de símbolo. Y lo puede presentar alguien relacionado con la sanidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Mira, Señor, yo te traigo un medicamento, porque pensamos que es un buen signo de la misericordia, que tú mismo tienes para con nosotros y nosotras, y que podemos tener en nuestra vida de cada día. Queremos ser eso: medicina para los y las demás. Bálsamo y aceite que curen las heridas de las personas. Mera capacidad de escucha, que alivie y aligere los problemas de los otros y de las otras. Y lo queremos hacer a imagen de tu Hijo Jesucristo, tal como Él lo hizo antes y lo hace ahora con nosotros y nosotras.

PRESENTACIÓN DE UNAS MANOS VACÍAS

(Una persona adulta de la comunidad muestra sus manos, en forma de cuenco, pero vacías, mientras dice:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Yo, por mi parte, quiero añadir que a pesar de los dones que hemos recibido de tu misma bondad, nosotros y nosotras, a cambio, no tenemos nada que darte, como la higuera que no da frutos. Sólo nuestra disponibilidad para acoger de nuevo tu gracia. Eso es lo que yo hoy te ofrezco, con estas manos vacías, que esperan ser llenadas por Ti.

PRESENTACIÓN DE LA CARTA DE UN MISIONERO/A A LA COMUNIDAD

(Con antelación, será necesario contactar con la persona, sea Sacerdote, Religioso/a o Seglar; mejor si es conocida por la comunidad cristiana concreta. No sería cuestión de leer toda la carta; acaso alguna frase, o presentarla de manera que luego pueda quedar en un lugar accesible donde la gente pueda leerla; por eso, colocarla con letra grande, fijada en una cartulina amplia, etc.)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, al presentarte hoy la CARTA de un miembro de esta Comunidad, trabajando en una acción misionera y lejos de los suyos y de nosotros, te ofrecemos lo mejor de tantos hombres y mujeres, entregados a favor de los y las más pobres y necesitados y necesitadas, amando a sus semejantes como Tú mismo los amas. Acepta esta ofrenda agradable y conviértenos, también a nosotros y a nosotras, en testigos de tu amor, aquí, en medio de nuestra cultura y de nuestra sociedad.

Oración de los fieles – Domingo III de Cuaresma

Tu infinita compasión y misericordia que hemos proclamado en el salmo, promueven en nuestras almas una especial sensación de cercanía. A ese Dios cercano le pedimos:

ESCÚCHANOS, SEÑOR, DIOS NUESTRO.

1. – Por el Papa Francisco, para que siga hablando al corazón del hombre y llevando su Palabra a todo el mundo. OREMOS

2. – Por los gobernantes para que el Señor les asista en la búsqueda de nuevas soluciones para los nuevos problemas que se plantean. OREMOS

3. – Por los matrimonios cristianos, para que tengan en la perpetuidad del sacramento la fuerza que les asista en los momentos de dificultad. OREMOS

4. – Por todas aquellas que se han alejado de la Iglesia, para que en su desierto, descubran que Dios les está hablando al corazón y respondan a dicha llamada. OREMOS

5. – Por todos los que creemos en un Dios único, para que sea esto motivo de unión y no de separación. OREMOS

6. – Por la paz en el mundo y por la desaparición del terrorismo en España y en todos los países. OREMOS

7. – Por todos nosotros para que sintiéndonos perdonados por Cristo, llevemos este perdón al resto de los que nos rodean. OREMOS

Señor, ante la próxima llegada de la cuaresma, torna nuestra alma hacia ti para que en el desierto de la vida escuchemos tu voz en nuestros corazones. Por Jesucristo nuestro Señor.

Amen.


Con toda confianza elevamos nuestras peticiones a Dios.

TE LO PEDIMOS, SEÑOR.

1.- Por los que han recibido la misión de anunciar el evangelio y educar en la fe, para que no se cansen de hacer nueva cada día su entrega. OREMOS

2.- Por los que han renunciado a todo para entregarse a los demás, que el Señor les conceda la gracia de no caer en el desánimo ante una empresa tan difícil. OREMOS

3.- Por los que todavía no han optado por Cristo, para que encuentren en los hermanos ese testimonio que necesitan. OREMOS

4.- Por todos los países que viven con tanta pobreza, por todos los que han tenido catástrofes recientemente, para que encuentren corazones capaces de ayudarles en sus necesidades. OREMOS

5.- Por todas las familias, para que no se refugien en lo fácil viviendo vidas separadas, sino que sean capaces de renovar cada día el amor, y trasmitirlo a todos los que los rodean. OREMOS

6.- Por todos los en el mundo entero que celebramos hoy esta eucaristía, para que seamos capaces de vivir en unidad y concordia. OREMOS

7.- Por nosotros para que descubramos la necesidad de la oración, y le pidamos al Señor, como los discípulos, que nos enseñe. OREMOS.

Escucha Señor, la oración de tu Iglesia que la trae ante Ti, en nombre de nuestro Señor Jesucristo que contigo vive y reina, en unidad con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

Amén.

Comentario al evangelio – Martes III de Cuaresma

De nuevo nos encontramos juntos para reflexionar y orar con la Palabra de Dios. Hoy el texto bíblico nos sitúa ante una de las exigencias más difíciles para todo cristiano: el perdón. Todos queremos ser comprendidos en nuestra forma de actuar y que no nos interpreten mal. Y sobre todo, que nos disculpen y perdonen, si hemos cometido algún error.

Lastimosamente en el corazón humano está muy arraigado el principio: “Venganza, sí; perdón, no”. Por eso las guerras y los enfrentamientos son constantes en la sociedad.

La lectura de estas palabras del evangelio que nos ayudan a descubrir cómo es la “justicia” de Dios. El Papa Francisco nos enseña que la omnipotencia de Dios es su misericordia y su perdón. Con toda razón decimos que perdonar es divino.

El periodista le pregunta al Papa: ¿Recuerda cuándo tuvo, de niño, la primera experiencia de la misericordia?  Y el Papa le responde: “No tengo recuerdos concretos de cuando era niño. Pero sí de muchacho. Pienso en el padre Carlos Duarte Ibarra, el confesor que vi en mi parroquia ese 21 de septiembre de 1953, el día en que la Iglesia celebra a san Mateo apóstol y evangelista. Tenía diecisiete años. Me sentí acogido por la misericordia de Dios confesándome con él. El sacerdote era originario de Corrientes, pero estaba en Buenos Aires curándose de una leucemia. Murió al año siguiente. Recuerdo aún que después de su funeral y de su entierro, al regresar a casa, me sentí como si me hubieran abandonado.

Y lloré mucho aquella noche, mucho, oculto en mi habitación. ¿Por qué? Porque había perdido a una persona que me hacía sentir la misericordia de Dios.”

Pedro pregunta a Jesús cuántas veces tiene que perdonar. Y Jesús le responde contando la historia de aquel que debía una cantidad enorme a su señor (algo así como diez mil monedas de oro), pero fue perdonado. En cambio este a su vez fue incapaz de perdonar al compañero que le debía una pequeña cantidad. Sí, la venganza era una ley sagrada en todo el Antiguo Oriente y el perdón se consideraba algo humillante.  Jesús enseña a sus discípulos que el perdón debe ser ilimitado. Quien ha experimentado la misericordia del Padre en su vida, no puede andar calculando las fronteras del perdón y la acogida a los hermanos