Vísperas – Miércoles III de Cuaresma

VÍSPERAS

MIÉRCOLES III CUARESMA

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

¿Para qué los timbres de sangre y nobleza?
Nunca los blasones
fueron lenitivo para la tristeza
de nuestras pasiones.
¡No me des coronas, Señor, de grandeza!

¿Altivez? ¿Honores? Torres ilusorias 
que el tiempo derrumba.
Es coronamiento de todas las glorias
un rincón de tumba.
¡No me des siquiera coronas mortuorias!

No pido el laurel que nimba el talento,
ni las voluptuosas
guirnaldas de lujo y alborozamiento.
¡Ni mirtos ni rosas!
¡No me des coronas que se lleva el viento!

Yo quiero la joya de penas divinas
que rasga las sienes.
Es para las almas que tú predestinas.
Sólo tú la tienes.
¡Si me das coronas, dámelas de espinas! Amén.

SALMO 125: DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA

Ant. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

SALMO 126: EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS

Ant. Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

LECTURA: Flp 2, 12b-15a

Seguid actuando vuestra salvación con temor y temblor, porque es Dios quien activa en vosotros el querer y la actividad para realizar su designio de amor. Cualquier cosa que hagáis, sea sin protestas ni discusiones, así seréis irreprochables y límpidos, hijos de Dios sin tacha.

RESPONSORIO BREVE

R/ Yo dije: Señor, ten misericordia.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

R/ Sáname, porque he pecado contra ti.
V/ Señor, ten misericordia.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Quien cumpla y enseñe los preceptos del Señor será grande en el reino de los cielos.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Quien cumpla y enseñe los preceptos del Señor será grande en el reino de los cielos.

PRECES

Alabemos a Dios todopoderoso y providente, que conoce todas nuestras necesidades, pero quiere ante todo que busquemos su reino; supliquémosle, pues, diciendo:

Venga a nosotros, Señor, tu reino y su justicia

Padre santo, que nos diste a Cristo como pastor de nuestras vidas, ayuda a los pastores y a los pueblos a ellos confiados, para que no falte nunca al rebaño la solicitud de sus pastores
— ni falte a los pastores la obediencia de su rebaño.

Mueve a los cristianos para que con amor fraternal se interesen por los enfermos,
— y socorran en ellos a tu Hijo.

Haz que entren a formar parte de tu Iglesia los que aún no creen en el Evangelio,
— y que, con sus buenas obras, la hagan crecer en el amor.

A nosotros, pecadores, concédenos tu perdón
— y la reconciliación con tu Iglesia.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

A los que murieron, concédeles resucitar a la vida eterna
— y morar eternamente contigo.

Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús nos enseñó:

Padre nuestro…

ORACION

Señor, instruidos por las prácticas cuaresmales y alimentados con tu palabra, concédenos que te sirvamos fielmente con una santa austeridad de vida y perseveremos unidos en la plegaria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Miércoles III de Cuaresma

1.- Oración introductoria.

Señor, quiero que me enseñes lo que significa eso de “dar plenitud”. Te aseguro que no me gustan las cosas a medias. Me dejan vacío, triste, desilusionado. Quiero llenar de sentido mi oración, mi trabajo, mi descanso, mi compromiso en el amor, mi vida. Ayúdame, Señor, Dios mío. No quiero ser un vulgar, ni un tibio, ni un perezoso.

2.- Lectura reposada de la Palabra del Señor. Mateo 5, 17-19

«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.

3.- Qué dice el texto bíblico.

Meditación-reflexión

Dios es amor. Dios no puede dar leyes que vayan en contra del amor o no sirvan para fomentar el amor. Llevar la ley a plenitud significa que todas las normas, por pequeñas que sean, si son vehículo del amor, me realizan, me plenifican. Pero las leyes que no fomentan ese amor no sirven. ¿Qué sentido tiene amar a Dios con los labios si nuestro corazón está lejos?  ¿No hacían eso los fariseos? ¿Qué sentido tiene amar a Dios si este amor no nos lleva a amar a nuestros hermanos? ¿No nos dice San Juan que ese tipo de amor es mentira? ¿Se puede decir que unos hijos cumplen con sus padres mayores cuando les dan comida, los llevan al médico, les ponen calefacción en el invierno…pero después no son capaces de darles un beso, un abrazo, una manifestación de cariño? “Propio del amor es abajarse” (Santa Teresita). Y nuestros mayores quieren que nosotros “nos abajemos” para escucharles mejor; para poner nuestras manos calientes en las suyas ya frías y arrugadas; para ayudarles a levantarse cuando ya no tienen fuerza para hacerlo. Hoy día nuestros mayores, en las residencias, viven con todas las necesidades materiales cubiertas, pero viven en soledad porque no se sienten queridos. Por eso muchos no sólo se mueren con sufrimiento, sino que se mueren de pena.  Traslademos eso mismo a Dios. ¿De qué le sirve a Dios el decir que somos creyentes si no somos capaces de demostrarle nuestro cariño? Hay una frase en la Biblia que me hace temblar: “Ojalá fueras frío o caliente, pero como eres tibio, voy a vomitarte de mi boca” (Apo. 3,15). Hay muchas vidas de cristianos que a Dios le causan nauseas. Todo lo que vivimos y no podemos reciclar en amor, es tiempo perdido. “En la tarde de la vida se nos examinará sobre el amor” (San Juan de la Cruz).

Palabra del Papa

“Integración: Jesús revoluciona y sacude fuertemente aquella mentalidad cerrada por el miedo y recluida en los prejuicios. Él, sin embargo, no deroga la Ley de Moisés, sino que la lleva a plenitud, declarando, por ejemplo, la ineficacia contraproducente de la ley del talión; declarando que Dios no se complace en la observancia del Sábado que desprecia al hombre y lo condena; o cuando ante la mujer pecadora, no la condena, sino que la salva de la intransigencia de aquellos que estaban ya preparados para lapidarla sin piedad, pretendiendo aplicar la Ley de Moisés….La lógica del amor  no se basa en el miedo sino en la libertad, en la caridad, en el sano celo y en el deseo salvífico de Dios, Nuestro Salvador, “que quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. “Misericordia quiero y no sacrificio”» (Homilía de S.S. Francisco, 15 de febrero de 2015).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto? (Guardo silencio)

5.-Propósito. Todas las pequeñas cosas de este día las voy a vivir con amor.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, te doy gracias porque hoy he aprendido algo muy interesante: que no importa lo que hacemos sino desde donde lo hacemos. Hacer grandes cosas sin amor no conduce a nada. Hacer las pequeñas y sencillas cosas de cada día con mucho amor me dan calidad de vida, satisfacción, alegría, vida en plenitud, esperanza. ¡Gracias, Señor!

ORACIÓN MIENTRAS DURA LA PANDEMIA

Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud,  en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén

Lectura continuada del Evangelio de Mateo

Mateo 5, 1-2

«Viendo a las muchedumbres, subió al monte, se sentó y se le acercaron los discípulos. Y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:

El texto conecta directamente con 4, 25, sin que haya un nuevo comienzo. La formulación es relativamente libre a pesar de recurrir a la fuente marquiana (cf. Mc 1,21; 3,13). La introducción al discurso propiamente dicho es especialmente solemne (y única): tres acciones lo preparan.

ELEMENTOS A DESTACAR

  • El sermón de la montaña tiene en cierto modo dos círculos concéntricos de oyentes: los discípulos y las muchedumbres (el pueblo). Jesús no es sólo su Mesías sanador, sino también enseñante. Los primeros lectores evocarían también el «pueblo» al que ellos tenían que anunciar el evangelio de Jesús. La yuxtaposición de discípulos y pueblo excluye determinadas interpretaciones del sermón de la montaña: no se puede hablar de una ética para discípulos en sentido estricto ni, por tanto, de una ética reservada a los perfectos. Queda excluida, pues, la ética de dos grados. El sermón de la montaña es una ética para los discípulos, pero vale también para el pueblo que escucha.
  • En Mateo, la montaña es lugar de oración (cf. 14,23), de curaciones (cf. 15,29), de revelación (cf. 17,1; 28,16) y de enseñanza (cf. 24,3). No posee una significación fija. Pero es probable que la frase «subió al monte» encierre una alusión a la subida de Moisés al Sinaí (cf. Ex 19,3.12; 24,15.18; 34,1.4). Esto no significa que el evangelista vea a Jesús como segundo Moisés: lo excluye el hecho de que el pueblo, a diferencia de Israel en el desierto, esté aquí con Jesús en el monte. Queda, por tanto, en una mera asociación; es una simple evocación de la historia esencial de Israel: Dios hablará ahora de nuevo, por medio de Jesús, como habló en otro tiempo en el monte Sinaí. Sólo el sermón mismo mostrará qué relación guarda el evangelio de Jesús sobre el Reino con la ley de Moisés.
  • Jesús se sienta, como suele hacer el maestro en las celebraciones religiosas de la sinagoga. La expresión bíblica «abriendo su boca», además de subrayar la solemnidad, refuerza la idea del carácter bíblico de la escena: el Hijo de Dios anunciará por primera vez su evangelio a Israel después de sus breves frases esenciales en 3,15 y 4,17.

Comentario – Miércoles III de Cuaresma

(Mt 5, 17-19)

Este evangelio nos muestra a Jesús aclarando una posible confusión. Si bien él no continúa con los sacrificios de la religión judía y con otras costumbres que fueron agregadas por las tradiciones de los fariseos, sin embargo de ninguna manera anula las exigencias de la Ley de Dios.

Las cosas que Dios nos pide, sean pequeñas o grandes, deben ser cumplidas con delicadeza y amor; nada de lo que Dios nos pide es irrelevante o despreciable.

Pero Jesús no sólo pide que cada uno se empeñe en ser fiel a la Ley de Dios, sino que también enseñe esa Ley, que se identifique públicamente con ella y la transmita a los demás. Quien lo haga «será considerado grande en el Reino de Dios».

Jesús mismo vino a cumplir esa Ley en su persona, y su vida es el testimonio personal y bello de lo que significa ser fiel a la Ley de Dios.

Porque es cierto que el cristianismo es también un camino, es también un estilo de vida. No es una moral que uno vive gracias a los esfuerzos de su voluntad, sino un crecimiento, una maduración de nuestra vida por la acción del Espíritu Santo que suscita nuestra libre respuesta y nuestra cooperación. Y en definitiva es un trabajo delicado del Espíritu Santo que nos va modelando según la imagen de Jesús, que va logrando poco a poco que empecemos a vivir como Jesús vivió, que podamos reaccionar como él, que reproduzcamos en nuestras acciones el estilo de vida de Jesús.

Por eso la Ley de Dios, como Jesús la vivió, sigue siendo una exigencia para nosotros. Porque nadie puede amarlo de verdad sin llenarse de deseos de vivir como él vivió. No porque es una Ley externa que hay que cumplir por obligación, sino porque llega a convertirse en una necesidad, en ese anhelo interior que nace cuando alguien nos cautiva, cuando nos dejamos deslumbrar por la belleza del amado.

Oración:

Señor, coloca en mi corazón un profundo amor por tu Ley, un santo deseo de cumplir tu voluntad en las grandes y en las pequeñas cosas, la ilusión de agradarte con mi vida siguiendo el modelo perfecto de Jesús».

 

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

Sacrosanctum Concilium – Documentos Vaticano II

Revisión de la legislación del arte sacro

128. Revísense cuanto antes, junto con los libros litúrgicos, de acuerdo con el artículo 25, los cánones y prescripciones eclesiásticas que se refieren a la disposición de las cosas externas del culto sagrado, sobre todo en lo referente a la apta y digna edificación de los tiempos, a la forma y construcción de los altares, a la nobleza, colocación y seguridad del sagrario, así como también a la funcionalidad y dignidad del baptisterio, al orden conveniente de las imágenes sagradas, de la decoración y del ornato. Corríjase o suprímase lo que parezca ser menos conforme con la Liturgia reformada y consérvese o introdúzcase lo que la favorezca.

En este punto, sobre todo en cuanto a la materia y a la forma de los objetos y vestiduras sagradas se da facultad a las asambleas territoriales de Obispos para adaptarlos a las costumbres y necesidades locales, de acuerdo con el artículo 22 de esta Constitución.

Comentario Domingo IV de Cuaresma

Oración preparatoria

Somos ciegos, Señor. Nos cuesta reconocer nuestra propia realidad, la realidad de los demás, hallar nuestro camino en la vida.

Abre los ojos de nuestro corazón:

  • para conocerte como luz de todo corazón y de toda vida;

  • para saber que nos quieres abiertos a la verdad de tu amor, a las personas que nos rodean, al misterio que nos habita por dentro;
    Y muéstranos lo que hay de verdad y de mentira, de autenticidad y de falsedad en nuestro corazón, para que andemos en tu verdad y en tu amor.

AMEN.

 
Jn 3, 14-21

«14Y como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el 15Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
16Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
17Porque Dios no envió su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. 18El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
19Y el juicio es éste: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron la tiniebla antes que la luz, porque sus obras eran malas.
20Porque todo el que obra el mal odia la luz y no va hacia la luz, para que no sea acusado por sus obras.
21Pero el que hace la verdad va hacia la luz, para que se manifieste que sus obras están obradas en Dios».

PALABRA DE DIOS 

CONTEXTO

Casi continuando el evangelio del domingo anterior, el de hoy forma parte de la conversación de Jesús con Nicodemo (Jn 3,1-21), más en concreto, la segunda parte de dicha conversación. El motivo central de toda la conversación es el nacer de nuevo, es decir, creer en Jesús para alcanzar vida eterna. Una vida eterna que puede comenzarse a vivir en esta historia gracias a la fe. Después de este evange- lio, seguirá una extraña mención al ministerio de Jesús como bautista: cf. 3,22, pero también 4,2 (!) y el último testimonio de Juan Bautista sobre Jesús (3,23-36), que retoma la temática del evangelio de hoy (cf. 3,27.31.36) y cede definitivamente el “protagonismo” a Jesús.

 
TEXTO

Este evangelio no es unidad textual propia (perícopa). Pese a ello, podemos distin- guir una estructura en dos partes, con tres subdivisiones en cada parte. La primera parte (vv. 14-18) está centrada en la fe en Jesús, que fue enviado por Dios para salvar al mundo y por medio del cual se alcanza la vida eterna. Todo tiene su origen en el amor de Dios al mundo. La segunda parte (vv. 19-21) está centrada en el juicio que la venida de Jesús provoca: la contraposición entre la luz y la tiniebla, las obras malas y las obras en (según) Dios. El texto está repleto de términos teológicos fundamentales en el evangelio de Juan, y sobresalen las causas (“porque”) y las finalidades (“para/para que”). La fe en Jesús, la luz, nos impulsa hacia el futuro (la vida eterna) y hacia un presente transformado por unas obras hechas “según Dios”. 

 
ELEMENTOS A DESTACAR

• La referencia a Moisés y la serpiente del v. 14 remite a Nm 21,4-9, donde se narra un episodio de la historia de Israel, donde el instrumento de muerte del que Dios se había valido para castigar las murmuraciones y la ingratitud de su pueblo (la serpiente) se convierte en instrumento de salvación. La cruz de Jesús, instrumento de muerte, será salvación para todo el que crea. Jesús, en continuidad con la historia de la salvación de Israel, es el definitivo instrumento de salvación para todo el mundo. Y, en concreto, su modo de morir: la cruz. Es todo un reto para nuestra fe: en medio de la debilidad más total, se abre paso la salvación ofrecida por Dios.

• Todo nace de una experiencia fundante: el amor de Dios hacia el mundo. El amor de Dios Padre pasa al Hijo: “Como el Padre me amó, así os he amado yo; permaneced en mi amor” (Jn 15,9). Es un amor que le lleva a entregar la vida: “Nadie tiene un amor mayor que éste: entregar la vida por sus amigos” (Jn 15,13). El amor del Padre consiste en dar a su Hijo único; el amor del Hijo consiste en dar su vida por nosotros; el amor nuestro consiste en…

• La respuesta humana a esos amores consiste en creer, es decir, en confiar y abandonarse en manos de Dios, dispuestos siempre a recorrer los caminos que nos señala (= caminar hacia la luz). Así, hay acciones que debemos evitar, porque son tinieblas (¿cuáles?) y hay acciones que tenemos que asumir, porque son “en/según Dios” (¿cuáles?). ¿Qué aspectos de nuestra vida iluminan y transparentan a Dios entre nosotros? ¿Qué aspectos opacan y oscurecen esa presencia de Dios?

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis – Domingo IV de Cuaresma

Domingo IV de Cuaresma

2 Crónicas 36:14-16.19-23; Salmo 136: 1-2.3.4-5.6; Efesios 2: 4-10; Juan 3: 14-21

Jesús Tiene que Ser Levantado

En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: “Así como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su hijo único, para que todo el que crea en el no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en El no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el hijo único de Dios. La causa de la condenación es esta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios “.

Reflexión

En la siguiente página, lean el resumen de la historia de Moisés y las serpientes. ¿Por qué se enoja Dios con el pueblo? (El pueblo se queja de que Dios los sacó de Egipto para pasar hambre y sed. No les gusta el pan que Dios les manda para comer. No confían en el plan de Dios para llevarlos a la Tierra Prometida. Dios quería que su Pueblo confíe en Él y en su gran amor por ellos. Quiere que sepan que solamente Él les puede dar la felicidad.) ¿Alguna vez se han quejado de algo en sus vidas? Compartir. ¿Pueden pensar si esa situación pudo ayudarles de alguna manera? Compartir. Dios tuvo compasión de su Pueblo a pesar de todas sus infidelidades y los curó con la serpiente en la estaca. ¿A qué compara el evangelista Juan con la serpiente en la estaca? (A Jesús en la cruz.) ¿Por qué Dios permite que Jesús muera en la cruz? (Tanto nos ama Dios que entregó a su único hijo.) ¿De qué nos cura Jesús? (Jesús en la cruz cura nuestras almas del pecado y nos obtiene la vida eterna.) ¿Cómo nos salvamos? (Creyendo en Jesús y acercándonos a Él.) Jesús nos dice que mirarle a Él en la cruz nos ayuda con los problemas y cosas difíciles de la vida. ¿Cómo? (Nos da fuerzas, conforte, paz, sabiduría para manejarlo…)

Actividad

En la siguiente página, colorear la historia de Moisés y las serpientes. En la otra página, colorear y escribir dificultades con cuales necesitan la ayuda de Jesús. Hacer la ensalada de letras para ver que quiere Jesús en o para nosotros. (Confiar, Salvar, Creer, Amar)

Oración

Señor, entra en mi corazón. Tu presencia me sana. Dame amor, dame luz, dame fuerza para enfrentar mis dificultades. Jesús en Ti Confío. Amen

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Diálogo con Nicodemo – Juan 3, 14-21

En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: – Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el Hijo único de Dios. Esta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eeran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Explicación

Cuando somos egoístas, violentos y aprovechados llenamos de oscuridad y dolor la vida de los demás y la nuestra. No tenemos nada que ver con Jesús que lleno de bondad, de generosidad y solidario con todos, llenaba de luz sus vidas. Jesús choca con la oscuridad. Y nosotros ¿cuándo somos luz? ¿cuándo somos de Jesús?

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles III de Cuaresma

En la primera lectura bíblica de hoy, antes de concluir la exhortación, el narrador inserta la noticia sobre las ciudades que Moisés había reservado al oriente del Jordán para que sirvieran de refugio a quienes, sin quererlo, hubiesen matado a un hermano. El fin del asilo en una ciudad como ésta era protegerse de la venganza de la sangre que permitía la ley; si se trataba de una muerte intencional, la venganza debía ser total.

Jesús expone sus enseñanzas frente a la Ley del Antiguo Testamento con las famosas antítesis de Mateo: «han oído que se dijo… pues yo les digo». Jesús habla con una autoridad que está por encima de la legislación antigua.

Jesús reconduce los mandamientos a su raíz y a su objetivo último: el servicio a la vida, a la justicia, al amor, a la verdad. En el centro de esta parte del sermón del monte está el respeto sagrado a la persona y la denuncia contra todo aquello que, aun camuflado de artificio legal, atente contra la dignidad del hombre y de la mujer.

Pero es, sobre todo, en el NO rotundo a la ley del Talión: «ojo por ojo, diente por diente», donde aparece toda la revolucionaria novedad del mensaje de Jesús. ¿No sería imposible una sociedad sin esta ley?

La ley del Talión ha existido en todas las culturas, aunque su cruda aplicación casi haya desaparecido de nuestro mundo actual más civilizado.  Pero sigue estando vigente y considerada como necesaria para asegurar una aceptable convivencia humana. Un ejemplo es la pena de muerte.

Actualmente la Iglesia católica se está comprometiendo a fondo para pedir que se suprima la pena de muerte en todas las naciones.

Jesús propone un cambio total en las relaciones de las personas entre sí y con Dios. Este cambio radical sólo podrá partir de la fuerza creadora del amor y será la única respuesta que pondrá fin a tanta violencia. El amor a todos, sin condiciones, tal y como es el amor del «Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos». El amor no tiene límites, como no tiene límite la perfección a la que el creyente tiene que aspirar: «sean perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el cielo». Imitando de esta manera a Dios, podremos crear una sociedad justa, radicalmente nueva.

Quizás tengamos que confesar tristemente que nuestro mundo no está aún preparado para poner en práctica estas palabras de Jesús; pero, precisamente porque hemos tocado fondo en los horrores de la violencia, Jesús invita a sus seguidores a poner en práctica la utopía del amor evangélico como humilde levadura que producirá el cambio. Sólo el amor cambiará el mundo.