(Mc 12, 28-34)
Un especialista en la Ley judía pregunta a Jesús cuál es el mandamiento más importante. Porque las costumbres religiosas se habían complicado excesivamente a causa de la multitud de normas que exigían las tradiciones, y ni siquiera era posible recordar todas esas normas (los rabinos tenían 613 preceptos).
Era una pregunta sincera, porque muchos maestros de la Ley de Dios estaban preocupados por simplificar sus vidas, y querían agradar a Dios; por eso eran capaces de consultar a todo nuevo maestro que aparecía. Querían llegar a descubrir qué era verdaderamente lo más importante, para no perderse en la multitud de preceptos y obligaciones descuidando lo más valioso. También nosotros, cuando estamos abrumados por muchas obligaciones y sentimos que las fuerzas no nos dan para cumplir bien con todo, en algún momento nos detenemos a preguntarnos si estamos haciendo las cosas correctamente y qué es lo que no tendríamos que descuidar.
La pregunta le sirve a Jesús para mostrar dónde debe estar nuestro principal empeño; y su respuesta es clara y directa: en el amor, que es al mismo tiempo amor a Dios con todo el ser y amor al prójimo como a uno mismo. Jesús resalta esta síntesis al decir que «no hay mandamiento mayor que éstos», y el maestro de la Ley le da la razón diciendo que así lo confirma la Palabra de Dios, porque el amor «vale más que todos los holocaustos y sacrificios» (Cf. Is 1, 10-20; Eclo 34, 18-35, 12; Os 6, 6).
Por lo tanto, donde más deberíamos poner nuestras fuerzas y nuestras preocupaciones es en el permanente intento de amar. En el amor es donde principalmente cumplimos la voluntad de Dios y le agradamos. En esta Cuaresma, el texto nos lleva a replantearnos cómo estamos orientando el empeño para convertirnos y para crecer, dónde estamos poniendo el acento. Es mejor ponerlo donde Dios nos indica, porque él no se equivoca.
Oración:
“Señor, infunde en mi corazón el ideal del amor, que mi sueño y mi anhelo principal sea amarte y expresar ese amor en el amor a los demás como me amo a mí mismo. Ayúdame a colocar todos mis proyectos por debajo de este ideal y dame tu gracia para vivirlo cada día más».
VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día