Vísperas – Miércoles IV de Cuaresma

VÍSPERAS

MIÉRCOLES IV DE CUARESMA

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

¿Para qué los timbres de sangre y nobleza?
Nunca los blasones
fueron lenitivo para la tristeza
de nuestras pasiones.
¡No me des coronas, Señor, de grandeza!

¿Altivez? ¿Honores? Torres ilusorias 
que el tiempo derrumba.
Es coronamiento de todas las glorias
un rincón de tumba.
¡No me des siquiera coronas mortuorias!

No pido el laurel que nimba el talento,
ni las voluptuosas
guirnaldas de lujo y alborozamiento.
¡Ni mirtos ni rosas!
¡No me des coronas que se lleva el viento!

Yo quiero la joya de penas divinas
que rasga las sienes.
Es para las almas que tú predestinas.
Sólo tú la tienes.
¡Si me das coronas, dámelas de espinas! Amén.

SALMO 138: DIOS ESTÁ EN TODAS PARTES Y LO VE TODO

Ant. Señor, tu saber me sobrepasa

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa;
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Señor, tu saber me sobrepasa

SALMO 138

Ant. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío,, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los dos por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.

CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.

LECTURA: Flp 2, 12b-15a

Seguid actuando vuestra salvación con temor y temblor, porque es Dios quien activa en vosotros el querer y la actividad para realizar su designio de amor. Cualquier cosa que hagáis, sea sin protestas ni discusiones, así seréis irreprochables y límpidos, hijos de Dios sin tacha.

RESPONSORIO BREVE

R/ Yo dije: Señor, ten misericordia.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

R/ Sáname, porque he pecado contra ti.
V/ Señor, ten misericordia.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Yo dije: Señor, ten misericordia.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. «Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo», dice el Señor.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. «Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo», dice el Señor.

PRECES

Demos gracias a Dios Padre, que estableció en la sangre de Cristo una alianza nueva y eterna con su pueblo y la renueva en el sacramento del altar, y supliquémosle, diciendo:

Bendice, Señor, a tu pueblo.

Dirige, Señor, por los caminos de tu voluntad, el sentir de los pueblos y la mente de sus gobernantes,
— para que procuren con empeño el bien común.

Aumenta el fervor de aquellos que, habiéndolo dejado todo siguieron a Cristo,
— para que manifiesten con su testimonio la vida de la Iglesia.

Tú que creaste a todos los hombres a imagen tuya,
— haz que sintamos horror de las injusticias y desigualdades entre los hombres.

Llama a tu amistad y a tu verdad a los que viven alejados de ti,
— y a nosotros enséñanos cómo podemos ayudarlos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Admite a los difuntos en tu gloria,
— para que te alaben eternamente

Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús nos enseñó:

Padre nuestro…

ORACION

Oh, Dios, que concedes a los justos el premio de sus méritos, y a los pecadores, por la penitencia, les perdonas sus pecados, ten piedad de nosotros, para que la humilde confesión de nuestras culpas nos obtenga tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Miércoles IV de Cuaresma

1.- Oración introductoria.

Señor, hoy vengo a la oración a pedirte lo mismo que el Apóstol Felipe: “Muéstranos al Padre y nos basta”. Y es que la palabra “Padre” no caía nunca de tu boca. El Padre alimenta los pájaros del cielo y viste los lirios del campo;el Padre manda la lluvia y el sol; el Padre tiene contados hasta los cabellos de nuestra cabeza. Hoy te pido que me hagas comprender lo maravilloso que es ese Padre al que tantas veces te dirigías.

2.- Lectura reposada de la palabra del Señor. Juan 5, 17-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo. Por eso los judíos trataban con mayor empeño de matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios. Jesús, pues, tomando la palabra, les decía: En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que él hace. Y le mostrará obras aún mayores que estas, para que os asombréis. Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado. En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida. En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella), en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo, y le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre. No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal, para una resurrección de juicio. Y no puedo hacer nada por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.

3.- Qué dice el texto bíblico.

Meditación-Reflexión

Si hay algo que destacan los evangelistas es la fuerte atracción que Jesús sentía por Dios, su Padre. San Marcos nos narra una especie de “jornada-modelo” es decir, lo que solía hacer Jesús un día normal. Y nos da esta pincelada: “De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración” (Mc. 1,35). Jesús, cuando todavía estaba oscuro, se ponía a rezar a Dios, su Padre; tenía necesidad de estar con Él. Salía de la noche, “tiempo de soñar”, y se internaba en el día “tiempo de trabajar”. “Su Padre trabaja y Él también trabaja”. ¿Con quién soñaba Jesús? Soñaba con su Padre. Su oración primera, con la frescura de la mañana, era como el primer beso, que le dirigía a Dios. Después vendrá el día, el trabajo del día, la preocupación por las cosas, y dentro de ese trabajo intenso, el esfuerzo, la fatiga, el cansancio. Pero todo se alivia con la emoción de la primera caricia del día. Y todo se compensa con la plegaria a la puesta del sol, al poder ofrecerle a su Dios, el haber hecho durante el día “todo lo que al Padre le agrada” En Jesús, el día y la noche no lo marca el sol ni la luna. Jesús vive “día y noche” al ritmo de la ternura de Dios, su “Abbá”. Lo que nosotros debemos hacer es ser “continuadores de la persona y de la misión de Jesús. Hoy Jesús sigue hablando a través de mis labios; y sigue ayudando a través de mis manos; y sigue caminando a través de mis pies; y sigue amando a través de mi corazón. Yo llenaré mi vida dando un espacio y un tiempo para Jesús en este momento de la historia que me toca vivir. 

Palabra del Papa.

“La obediencia a la voluntad de Dios. Este es el camino de la santidad, del cristiano, es decir, que se realice el plan de Dios, que la salvación se cumpla […] ¿Yo rezo para que el Señor me dé las ganas de hacer su voluntad, o busco compromisos porque tengo miedo de la voluntad de Dios? Rezar para conocer la voluntad de Dios sobre mí y sobre mi vida, sobre la decisión que debo tomar ahora… muchas cosas. Sobre la forma de gestionar las cosas… La oración para querer hacer la voluntad de Dios. Y cuando conozco la voluntad de Dios, también necesito la oración, para cumplir esa voluntad, que no es la mía, es la suya. Y no es fácil. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 27 de enero de 2015, en Santa Marta).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio).

5.- Propósito: Levantarme pronto para refrescar la memoria de lo que el Padre me ama.

6.-Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor Jesús, te doy gracias, a boca llena, porque Tú me has revelado el verdadero rostro de Dios. Me habían dicho que era un Señor Poderoso, Justo, Sabio, pero has tenido que venir Tú a decirnos que Dios es, ante todo, un Padre maravilloso. Y está tan cercano a nosotros que hasta le podemos llamar “Abbá-Papá”. Gracias por esta revelación tan fantástica.

ORACIÓN EN TIEMPO DE LA PANDEMIA

Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud,  en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén

Lectura continuada del Evangelio de Mateo

Mateo 5, 3-12

3Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
4Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados.
5Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra.
6Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

7Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia.
8Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios.
9Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. 10Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

11Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. 12Alegraosy regocijaos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos; porque de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

 

Las bienaventuranzas son una pieza cerrada y cuidadosamente compuesta. La primera y la última aparecen enmarcadas por la misma proposición («porque de ellos es el reino de los cielos»). Además, estos dos segundos miembros son los más largos. La extensión y la composición muestran que el tema del «reino de los cielos» es importante en el sermón de la montaña; Mateo adopta con la expresión «reino de los cielos» en el sermón de la montaña la palabra central de la proclamación de Jesús, presente en 4,17.23, Y desarrollará ahora lo que significa el «evangelio del reino de los cielos». Las primeras ocho bienaventuranzas, con el término «justicia» presente en la cuarta y octava, se presentan como dos «estrofas» de igual extensión. Los sujetos de las cuatro primeras bienaventuranzas aparecen designados con palabras cuya inicial en griego es la letra «P». La última y novena bienaventuranza es más extensa que las otras y contiene una promesa directa en segunda persona del plural, que se prolonga en la perícopa siguiente, 5,13-16. En una segunda frase asume de nuevo el «bienaventurados» con «alegraos y regocijaos»; esta última bienaventuranza está ligada con lo anterior por la palabra «perseguir». Esto es importante para Mateo, porque lo reitera en 5,44.

  • La historia de la exégesis conoce tres interpretaciones básicas que se pueden complementar: a) La primera subraya la promesa de gracia contenida en las bienaventuranzas. Se apoya sobre todo en las cuatro primeras bienaventuranzas. b) La segunda entiende las bienaventuranzas sobre todo como exhortación ética para un camino de perfección. Las tres primeras tratan de librar al ser humano de ataduras mundanas, las tres siguientes tratan de las relaciones con sus semejantes, las dos últimas de su acogida definitiva por Dios. c) La tercera ve en las bienaventuranzas el estilo de vida de la comunidad cristiana: las bienaventuranzas se orientan a la vida (quinta, sexta, séptima y octava) que emana de la gracia (primera, segunda, tercera y cuarta bienaventuranza). D. Bonhoeffer considera que «la comunidad de las bienaventuranzas es la comunidad del Crucificado. Con él, la comunidad lo perdió todo y lo encontró todo».
  • Para Jesús, lo decisivo es la promesa incondicional, categórica, de salvación dirigida a quienes se encuentran en una situación desesperada. Las bienaventuranzas tienen un carácter paradójico. El trasfondo de estas bienaventuranzas es la esperanza apocalíptica en un cambio total de las circunstancias: el futuro espléndido brilla ya en la conducta de Jesús. Un aspecto de la salvación prometida a los pobres, a los hambrientos y a los que lloran se hace ya realidad en la dedicación de Jesús a los desclasados, en su convivencia con ellos y en la alegría experimentada por el goce del amor de Dios. Las bienaventuranzas de Jesús no son consolaciones con algo que aún tiene que venir, sino «un acto oral que hace realidad en el ahora el reinado de Dios que está viniendo».
  • «Bienaventurado» (en griego, makarios) es un término reservado en origen a los dioses, y significa «feliz» en un sentido pleno e insuperable. La traducción por «feliz» en castellano suena demasiado trivial y deja de lado el carácter escatológico de las promesas. La traducción tradicional por «bienaventurado», además de ser un vocablo «religioso» apenas usual hoy, suscita asociaciones con el más allá. De hecho, la primera acepción de «bienaventurado» se refiere a quien goza ya de Dios en el cielo. Pero estas bienaventuranzas no pretenden consolar con el más allá, sino que son un poderoso acto oral que proclama felices aquí y ahora a ciertas personas. En fin, no hay una traducción ideal de esta palabra.
  • El sentido de la expresión «pobres de espíritu» ha sido objeto de muy diversas interpretaciones. Según lo que se entienda por «pobre» y por «espíritu», habrá diversos matices: se puede generalizar el significado literal de «pobre»; entonces significa: pobre, pero no, o no sólo, en sentido económico, sino respecto al ánimo, al espíritu, es decir, «desanimado», o «desesperado». Se puede entender también «espíritu» en referencia a la vida interior; los «pobres en el espíritu» serán entonces los «atentos a la vida interior», con la conciencia de su incapacidad para valerse por sí mismos, los que se presentan como «mendigos ante Dios». Si se parte, en cambio, del matiz metafórico «inferior», relacionado con el término hebreo para «pobre» (‘anaw) más que con el término griego para «pobre» (ptochós), entonces la expresión «inferior en el espíritu» no sería un estado, sino una actitud: dichosos los inferiores en el espíritu, es decir, los humildes. Es difícil la opción porque los matices pueden transferirse de unos a otros. Pero la expresión «pobre de espíritu» no permite decidir si los humildes son pobres o ricos.
  • A los humildes se promete el «reino de los cielos». Mateo hace extensiva esta promesa a todas las bienaventuranzas (vv. 3.10); las otras proposiciones causales desarrollan lo que significa «reino de los cielos». Mateo reitera así el título que había puesto a la proclamación de Jesús en 4,17.23: el sermón de la montaña es el desarrollo del «evangelio del Reino». El texto 4,17 y los verbos en futuro de los vv. 4-9 ponen de manifiesto que ese Reino está aún por llegar. También queda claro que «reino de los cielos» no significa una espiritualización de la promesa; en los vv. 4-9 aparece descrito con imágenes parcialmente escatológicas muy concretas y abarca también la tierra.
  • En la segunda bienaventuranza, sobre los que lloran podemos observar asimismo una tendencia a la espiritualización: la tristeza por el pecado propio y ajeno. «Llorar» (y «consolar») proceden de Is 61,2-3 («para consolar a todos los afligidos»); ahí se habla de la tristeza en este mundo en términos muy generales, y especialmente de la tristeza por Jerusalén. El sentido en Mateo es el mismo que en Is 61,2- 3. La «tristeza» incluye cualquier aflicción de este mundo, que en el eón futuro será reemplazada por el consuelo.
  • La comprensión de la bienaventuranza de los «mansos» aparece extraordinariamente dificultada por la amplitud semántica de esta palabra. Suele reflejar el ideal de la espiritualidad de cada exegeta: «sumisión a la voluntad de Dios», «resistencia pasiva», «dominio de la ira por la razón». «La mansedumbre no permite que se haga violencia ni se cometa injusticia con nadie» (Zwinglio). El término «manso» traduce la palabra hebrea ‘anaw, en sentido de una actitud ética: adquirió el significado de «humilde». Mateo no lo desconoce; así lo muestra en 11,29 (sentido de «afabilidad») y 21,5 (sentido de «no violencia»). Los mansos poseerán la tierra, no sólo el país de Israel. La promesa de la tierra pone en claro que el reino de los cielos implica una renovación de este mundo.
  • En la cuarta bienaventuranza Mateo insertó su término clave «justicia» como objeto de tener hambre y sed. Hay varias posibilidades exegéticas. «Justicia» puede entenderse en todos los pasajes mateanos como conducta humana, y en algunos tiene que entenderse así. Dado que la primera y segunda estrofa de las bienaventuranzas concluyen con este término, todo parece indicar que significa lo mismo en el v. 6 y en el v. 10; en el v. 10 es mucho más probable la referencia a una conducta humana. Por otro lado, la metáfora «tener hambre y sed» puede significar tanto «anhelar» como «esforzarse por» algo. De este modo, justicia es la conducta ordenada por Dios a su pueblo en virtud de la alianza; su contenido aparece descrito más concretamente en 5,20-48. Y «tener hambre y sed» no se refiere a los que han alcanzado la meta de la justicia, sino a los que están en camino y se esfuerzan en llegar.
  • La quinta bienaventuranza, la de los misericordiosos, se aproxima al modelo judío de las obras de amor, por lo que existen numerosos paralelos judíos. Mateo habla de la primacía de la misericordia sobre el sacrificio (9,13; 12,7). En los relatos de milagros mostrará que la misericordia del Hijo de David coincide con la misericordia exigida al ser humano. No está claro si la misericordia de Dios precede y motiva la acción humana (así 18,23-35) o, como formuló después la catequesis eclesial, si la misericordia humana tiene como fin inducir la misericordia divina.
  • «Limpio de corazón» o «de corazón limpio» es una expresión judía que procede de la espiritualidad de los Salmos. Significa la obediencia absoluta a Dios, lejos de todo pecado. El «corazón» designa, en lenguaje judío, el centro del querer, pensar y sentir humano. Mateo conoce la pureza entendida íntegramente, que relativiza sin duda el ámbito cultual, pero en modo alguno lo anula (cf. 5,23-24; 23,25-26: «primero»). La promesa tiene sentido escatológico, como en las restantes bienaventuranzas. El judaísmo, como el cristianismo primitivo, espera que Dios, que no se hizo visible en este mundo ni siquiera a Moisés, pueda ser contemplado cara a cara en el tiempo final. Entonces desaparecerá la lejanía y el enigma de Dios. Esta bienaventuranza está en un contexto que habla de relaciones interhumanas y no pretende desligar al ser humano de ellas para conducirlo a la autosatisfacción religiosa.
  • También la séptima bienaventuranza, la de los pacificadores, ofrece un matiz judío. La exhortación a trabajar por la paz ocupa un puesto central en el mundo sapiencial rabínico. Se refiere a pasos concretos dados en las relaciones interhumanas. El término literal «hacedores de paz» designa algo activo y no la mera disposición a la paz. Esto apunta al precepto del amor a los enemigos (5,44-48): también allí se promete la filiación divina (5,45); también allí se trata, como en los vv. 10-12, de enemigos y perseguidores. Mateo no se refiere sólo a una convivencia correcta entre los miembros de la comunidad, sino que apunta más allá del límite de esta. La promesa de la filiación divina no tiene una conexión directa evidente con el trabajo por la paz. El lector del evangelio de Mateo la comprenderá partiendo de 3,13-14,11: como el Hijo de Dios, Jesús, se acredita en la obediencia al Padre, la obediencia a su voluntad hace que también sus discípulos puedan llamarse -en el tiempo final- hijos de Dios.
  • La bienaventuranza de los perseguidos (v. 10) no añade nada a lo dicho en el v. 3 y los vv. 11-12. Subraya los dos puntos de vista capitales de toda la serie: la «justicia» y «el reino de los cielos». Mateo entiende la persecución como signo general del ser cristiano. «Justicia» designa una conducta humana. Sólo por una conducta -y no por simple anhelo de justicia- se puede ser perseguido. Justicia implica la praxis cristiana y la profesión de fe en Jesús: la persecución por la justicia en el v. 10 y la persecución por «mi causa» en el v. 11 se interpretan recíprocamente: la confesión de Cristo se manifiesta en las obras (7,21-23; 25,31-46).
  • La última bienaventuranza se dirige directamente a todos los discípulos. La comunidad tiene que contar con la injuria y la persecución. Esto debió de ser una realidad en Israel, antes de la guerra contra Roma y también después de ella: las numerosas referencias del NT sobre la persecución ilustran este punto (Hb 10,32-34; 1Pe 2,12; 3,14.16s; 4,12-17; cf. 2Tm). Pero no cualquier persecución es objeto de promesa, sino la que se realiza por causa de Cristo, o sea, por causa de la justicia (cf. 1Pe 3,14.17; 4,14-15).
  • La interpretación de las bienaventuranzas forma parte de una larga historia caracterizada, primero, por una tendencia a la etización: las bienaventuranzas pasan a ser un «espejo» para la ética de una vida cristiana; y, después, por una tendencia a la interiorización: pasan a primer plano, cada vez con más fuerza, actitudes religiosas como la humildad, la renuncia al mundo y al pecado, la perseverancia en la fe, etc. Mateo presenta a Jesús proclamando dichosos a los que responden en su actitud interna y en su praxis externa al reino de los cielos que Jesús les promete. Enlaza la promesa de salvación con una vida cristiana vivida plenamente. Pero la impregnación ética de las bienaventuranzas de Mateo no significa en modo alguno la eliminación de la gracia. El precepto no es algo ajeno al Evangelio, pero la fundamentación ética de todo precepto debe partir de la experiencia de gracia de Dios en el don de su Enmanuel para la comunidad.

Comentario – Miércoles IV de Cuaresma

El evangelista san Juan nos ayuda a penetrar en el corazón de Cristo ofreciéndonos el testimonio que él da de sí mismo y de su relación con el Padre. Es precisamente esta manera de hablar de Dios la que más escandalizó a los judíos que, a consecuencia de ello, empezaron a concebir planes homicidas contra él. San Juan ya adelanta que a aquellos judíos les entraron ganas de matarlo, no sólo porque violaba el sábado, sino sobre todo porque llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.

Esa manera de hablar de Dios como su Padre, en singular, fue interpretada por aquellos contemporáneos de Jesús como un ‘igualarse’ con el mismo Dios. Y esto, o se aceptaba como una realidad misteriosa e inexplicable o se rechazaba como un intento blasfemo de equiparse a Dios siendo un simple hombre. Ellos vieron aquí una proclamación blasfema merecedora de condena. Ni siquiera se plantearon la posibilidad de que pudiera ser la confesión verídica de una identidad. Resultaba demasiado evidente que se encontraban ante un hombre que había dado peligrosas muestras de irreverencia por la tradición de sus mayores.

Pero a Jesús esta actitud de los que se posicionan contra él no le hace vacilar y prosigue con su testimonio sin amilanarse: Os lo aseguro; el Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que ésta para vuestro asombro.

Jesús presenta su actividad como un quehacer en total dependencia del Padre: hace lo que ve hacer al Padre y no puede hacer nada que no vea hacer al Padre; pero sí puede hacer lo que puede hacer el Padre, es decir, esas obras que, por su grandeza, resultan asombrosas al ser humano. El Padre puede resucitar a los muertos, dándoles vida. Esa misma capacidad vivificadora la tiene también el Hijo. En virtud de esta comunión operativa, que presupone una unidad de naturaleza, entre el Padre y el Hijo, éste dispone de la suprema facultad de juzgar a todos los hombres, de modo que de todos pueda recibir honra.

Escuchar su palabra con aceptación es creer al Padre que le envió; y el que cree posee la vida eterna, porque ha pasado ya de la muerte a la vida. Sólo Dios, el que es dueño de la vida, puede disponer de ella. Pues bien, dice Jesús, igual que el Padre dispone de la vida, así ha dado también al Hijo el disponer de la vida. Por eso, en su momento, cuando llegue la hora, hará oír su voz incluso a los que yacen en el sepulcro, de modo que salgan de él, los que hayan hecho el biena una resurrección de vidalos que hayan hecho el mala una resurrección de condena.

El juicio se traducirá, pues, en un doble destino, al que se accederá trámite la resurrección. Se trata de un juicio justo, que no busca satisfacer una voluntad humana –particular o parcial-, sino únicamente la voluntad de Dios que es conforme a la verdad y la justicia.

Jesús presenta, pues, sus credenciales. En cuanto Hijo, obra en comunión con su Padre, y reproduce en sus acciones humano-divinas la bondad, la sabiduría y la justicia del mismo Dios. También en cuanto Hijo se le ha confiado el juicio universal, que supone la resurrección previa de cuantos han de pasar por él para recibir lo que les corresponda en verdad y justicia. Desatender estas palabras es exponer la propia vida a un fiasco irremediable.

Por otro lado, no debe extrañarnos que a personas responsables, es decir, con capacidad para responder de nuestros actos, se nos someta a juicio. Aquí el juicio realza nuestra dignidad, pues se aplica a seres dotados de moralidad. Si mantenemos la conciencia de nuestra dignidad, veremos con naturalidad el hecho de tener que dar cuenta de nuestros actos. Puede que no nos guste, pero es lo que corresponde a nuestra condición de seres creados y libres, de seres dotados de entendimiento y voluntad. Ojalá que el Hijo nos encuentre bien dispuestos para el juicio.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Comentario – Miércoles IV de Cuaresma

(Jn 5, 17-30)

En este discurso, que parece complejo y difícil, Jesús aparece como dador de vida, y en esto se presenta como igual al Padre. Tanto él como el Padre están permanentemente dando vida, sin pausa ni descanso.

En todo el evangelio de Juan está presente el tema de la vida, y Jesús aparece como fuente de vida sobrenatural. Él puede dar el «agua viva» (cap. 4), es el «pan de vida» (cap. 6), es la «luz de la vida» (8, 15.51), es «el buen pastor» que da la vida en abundancia (10, 10.28).

Pero aquí Jesús muestra que la fuente última de esa vida superior es el Padre, ya que él recibe del Padre ese poder de comunicar vida; y así «lo que hace el Padre lo hace igualmente el Hijo»(v. 19). Al decir esto, Jesús está presentándose como igual al Padre, y de hecho así lo entendieron las autoridades judías, que querían matarlo porque «se hacía a sí mismo igual a Dios» (v. 18).

Cuando Jesús habla de «obras mayores» se refiere, al igual que en 14, 12, a la obra de Cristo después de su resurrección, que será mucho más importante que curar enfermedades físicas. Será la comunicación de la vida íntima de Dios a los corazones humanos, entrando en ellos con la gloria de su resurrección.

A nosotros, que amamos la vida, aquí se nos invita a recordar que hay muchos niveles de vida. Es un engaño creer que sólo vive intensamente el que se entrega a los placeres sensuales o al consumismo. Eso es quedarse en un nivel muy superficial de la vida. El ser humano puede ser elevado a una vida superior, puede experimentar una vitalidad maravillosa de un orden más alto. Pero sólo Dios puede comunicarle esa intensidad maravillosa, porque es la misma vida íntima de Dios que se derrama en el corazón humano y lo hace capaz de amar como Jesús, hasta el vértigo supremo de entregar la vida en una cruz.

Oración:

«Señor, derrama tu vida en todo mi ser, devuélvele la vida a todo lo bueno que sembraste en mi existencia y que yo dejé morir por mis miserias y pecados; arráncame del camino de la muerte y dame la gracia de sentirme vivo por tu presencia en mí».

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

Gaudium et Spes – Documentos Vaticano II

EXPOSICIÓN PRELIMINAR

SITUACIÓN DEL HOMBRE EN EL MUNDO DE HOY

Esperanzas y temores

4. Para cumplir esta misión es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación de ambas. Es necesario por ello conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgo dramático que con frecuencia le caracteriza. He aquí algunos rasgos fundamentales del mundo moderno.

El género humano se halla en un período nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero. Los provoca el hombre con su inteligencia y su dinamismo creador; pero recaen luego sobre el hombre, sobre sus juicios y deseos individuales y colectivos, sobre sus modos de pensar y sobre su comportamiento para con las realidades y los hombres con quienes convive. Tan es así esto, que se puede ya hablar de una verdadera metamorfosis social y cultural, que redunda también en la vida religiosa.

Como ocurre en toda crisis de crecimiento, esta transformación trae consigo no leves dificultades. Así mientras el hombre amplía extraordinariamente su poder, no siempre consigue someterlo a su servicio. Quiere conocer con profundidad creciente su intimidad espiritual, y con frecuencia se siente más incierto que nunca de sí mismo. Descubre paulatinamente las leyes de la vida social, y duda sobre la orientación que a ésta se debe dar.

Jamás el género humano tuvo a su disposición tantas riquezas, tantas posibilidades, tanto poder económico. Y, sin embargo, una gran parte de la humanidad sufre hambre y miseria y son muchedumbre los que no saben leer ni escribir. Nunca ha tenido el hombre un sentido tan agudo de su libertad, y entretanto surgen nuevas formas de esclavitud social y psicológica. Mientras el mundo siente con tanta viveza su propia unidad y la mutua interdependencia en ineludible solidaridad, se ve, sin embargo, gravísimamente dividido por la presencia de fuerzas contrapuestas. Persisten, en efecto, todavía agudas tensiones políticas, sociales, económicas, raciales e ideológicas, y ni siquiera falta el peligro de una guerra que amenaza con destruirlo todo. Se aumenta la comunicación de las ideas; sin embargo, aun las palabras definidoras de los conceptos más fundamentales revisten sentidos harto diversos en las distintas ideologías. Por último, se busca con insistencia un orden temporal más perfecto, sin que avance paralelamente el mejoramiento de los espíritus.

Afectados por tan compleja situación, muchos de nuestros contemporáneos difícilmente llegan a conocer los valores permanentes y a compaginarlos con exactitud al mismo tiempo con los nuevos descubrimientos. La inquietud los atormenta, y se preguntan, entre angustias y esperanzas, sobre la actual evolución del mundo. El curso de la historia presente en un desafío al hombre que le obliga a responder.

Comentario Domingo V de Cuaresma

Oración preparatoria

Señor Jesús: Tú eres la resurrección y la vida. Gracias porque nos concedes creer y confiar en Ti. Gracias a Ti:

  • no hay ni enfermedad ni muerte que se resista a tu amor poderoso;
  • no hay debilidad nuestra que se resista al poder de tu palabra de vida;
  • no hay nada que hagamos que sea inútil, ni infecundo, ni absurdo;

Desde Ti, nos ponemos en pie cada día.
Desde Ti, nuestra debilidad se hace fuerte.
Desde Ti, nuestro cansancio se hace de nuevo aliento de vida.
Desde Ti, nuestro corazón herido se siente perdonado y sanado para la vida.

AMEN.

 
Jn 12, 20-33

«20Había algunos griegos de los que subían para adorar en la fiesta. 21Así que éstos acudieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron diciendo: “Señor, queremos ver a Jesús”. 22Va Felipe y se lo dice a Andrés; van Andrés y Felipe y se lo dicen a Jesús.

23Jesús les responde diciendo: “Ha llegado la hora para que sea glorificado el Hijo del hombre. 24En verdad, en verdad os digo: Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. 25El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. 26Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo estoy, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará. 27Ahora mi alma está turbada. Y ¿qué diré? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero si por esto he venido, para esta hora, 28Padre, glorifica tu Nombre”.

Vino entonces una voz del cielo: “Lo he glorificado y de nuevo lo glorificaré”.
29Así que la muchedumbre que estaba allí y oyó decía que había sido un trueno.

Otros decían: “Le ha hablado un ángel”.

30Respondió Jesús y dijo: “No ha venido esta voz por mí, sino por vosotros. 31Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. 32Y yo cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”.

33Esto decía para señalar de qué muerte iba a morir».

PALABRA DE DIOS 

CONTEXTO

Según la estructura tradicional del cuarto evangelio, estamos al final del “libro de los signos” (Jn 1,19-12,50), justo antes del “libro de la gloria” (Jn 13,1-21,25). En esta forma de comprender el evangelio, que separa “los signos” de “la gloria” es bastante arbitrario, pues ya desde el principio “signos y gloria” van estrechamente unidos (cf. Jn 2,11). En todo caso, estamos al final de la sección en que se nos narran los signos de Jesús: el séptimo y último, la resucitación de Lázaro está en Jn 11, junto a la violenta reacción de las autoridades judías, que deciden la muerte de Jesús. Se está fraguando el destino de Jesús, que entra mesiánicamente en Jerusalén en 12,12. En ese contexto aparece este discurso de Jesús a Andrés y Felipe. Tras él, el evangelio recogerá la situación de incredulidad de los judíos, y sin más comenzará el relato de la Pasión con el episodio del lavatorio de los pies (13,1ss). La Cuaresma está avanzada y el evangelio nos prepara para la hora de Jesús.

 
TEXTO

Aunque la perícopa completa llega hasta el v. 36, podemos indicar para este texto una estructura en dos partes, con tres subdivisiones cada una. Los centros de cada parte están ocupados por sendas intervenciones de Jesús. Así, la primera parte (vv. 20-28) se divide en: a) la introducción a la perícopa, donde los griegos, deseando ver a Jesús, se dirigen a Felipe, éste a Andrés y los dos a Jesús (vv. 20- 22); b) las primeras palabras de Jesús, un discurso muy denso (vv. 23-28a); c) la voz del cielo (v. 23b). La segunda parte se divide en: a) la doble reacción de la gente ante la voz (v. 29); b) las segundas palabras de Jesús (vv. 30-32); c) la aclaración del evangelista (v. 33).

 
ELEMENTOS A DESTACAR

• Todo el texto pende de una súplica: “Queremos ver a Jesús”. No es simple curiosidad. Hay señales (v. 19, el anterior / adorar / “señor”) que nos indican una búsqueda profunda de la verdad en aquellos griegos. El deseo necesita mediadores que lo lleven hasta Jesús: Felipe y Andrés son de Betsaida, una ciudad plural y mixta, como ellos mismos son plurales; Felipe es más judaizante (leed Jn 1,45) y Andrés más abierto a lo nuevo (leed Jn 1,41). En nuestras tierras y comunidades plurales, ¿cuáles son nuestros más hondos deseos? ¿cómo despertar el deseo por Jesús? ¿somos capaces de conducir hasta Jesús a las personas que buscan?

• Las primeras palabras de Jesús están llenas de antítesis y paradojas: el breve discurso se abre y se cierra con la mención a la hora de Jesús, que es su glorificación. Pero, contra lo que cabría esperar, esa hora y esa glorificación son el sufrimiento (la pasión) y la muerte (!).

En el corazón (v. 25), una serie de juegos contradictorios: amar/odiar la vida; perder/guardar la vida; este mundo/vida eterna. Antes (v. 24) el ejemplo (¡real!) del grano de trigo que sólo muriendo es capaz de dar mucho fruto; después (v. 26), la llamada al seguimiento, como servicio a (la causa de) Jesús. La densidad del texto es extrema, pero no es una densidad académica o intelectual, sino existencial y experiencial. ¿Qué significa para nosotros, para nuestra fe en Jesús, para nuestro discipulado? ¿Cómo vivir y asumir ser granos que “se entierran” para fructificar?

• La voz de Dios habla de pasado y de futuro, pero no es entendida por los que la oyeron. ¿Entendemos hoy la voz de Dios cuando une glorificación y salvación con sufrimiento y muerte? ¿Qué tiene futuro para Dios? Y nosotros, ¿qué pensamos que tiene futuro?

• Dos movimientos contrarios: el “príncipe de este mundo” cae a tierra (movimiento descendente); Jesús, el Señor, es elevado (movimiento ascendente). En el evangelio de Juan, “ser elevado” es colgar de la cruz que, con la resurrección, forma parte de la glorificación del hijo de Dios.

No es fácil asumir que el triunfo final pasa por el fracaso y la muerte, pero debemos reflexionar sobre los aspectos que, en nuestra vida de fe, tienen que caer, y los que tienen que ser elevados (con el consiguiente coste de pasión y muerte.

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis – Domingo V de Cuaresma

Domingo V de Cuaresma

Jeremías 31: 31-34; Salmo 50: 3-4,12-13,14-15; Hebreos 5: 7-9; Juan 12: 20-33

Jesús es buena semilla

Entre los que habían llegado a Jerusalén para adorar a Dios en la fiesta de Pascua, había algunos griegos, los cuales se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le pidieron: “Señor, quisiéramos ver a Jesús. “Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús y él les respondió: “Ha llegado la hora de que el hijo del hombre sea glorificado. Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se odia a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre. Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre: Padre, ¡líbrame de esta hora! No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre dale gloria a tu nombre”. Se oyó entonces una vos que decía: “Lo he glorificado y volveré a glorificarlo”. De entre los que estaban ahí presentes y oyeron aquella vos, unos decían que había sido un trueno; otros, que le había hablado un ángel. Pero Jesús les dijo: “Esa voz no ha venido por mí, sino por ustedes. Está llegando el juicio de este mundo; ya va a ser arrojado el príncipe de este mundo. Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Dijo esto, indicando de qué manera habría de morir.

Reflexión

¿Qué fiesta iban a celebrar en Jerusalén? (Pascua Judía) ¿Qué celebran en la Pascua los judíos? (Cuando Dios los liberó de la esclavitud en Egipto.) ¿Que les dice Jesús a los apóstoles Andrés y Felipe? (Ha llegado la hora de que el hijo del hombre sea glorificado.) ¿A qué hora se refiere Jesús? (La hora de su pasión y muerte en la cruz.) Jesús dice que el grano de trigo tiene que morir para producir mucho fruto. ¿Qué comparación está haciendo Jesús? (La muerte de Jesús, como la de un grano de trigo, no es el final de la historia, sino el principio de un fruto abundante para el bien del mundo.) ¿Qué fruto da el sacrificio de Jesús en la cruz? (El perdón de los pecados, Unión con Dios en la Eucaristía, la Vida Eterna, La Gracia de Dios en Nosotros…) ¿Cómo podemos nosotros dar fruto para Jesús? (Imitar a Jesús haciendo sacrificio por amor a Dios y al prójimo orando, sirviendo o ayudando, compartiendo, perdonando …) Sacrificar es dejar de hacer algo que nos gusta para dar amor a Dios o a otra persona.) ¿Quién hace sacrificio por ustedes? ¿Qué sacrificio pueden hacer ustedes para ayudar a otra persona esta semana? Compartir.

Actividad

En la siguiente página, colorear las ideas principales del Evangelio y seguir instrucciones para hacer manualidad. En la otra página, conectar el sacrificio con el fruto que le corresponde.

 

Oración

Jesús, tu estuviste atento al Padre y esto te dio fuerza y valentía para llevar a cabo tu misión. Danos tu Espíritu para que estemos atentos y trabajemos siempre por el bien de los demás dando fruto de vida. Amen

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Jesús anuncia su glorificación por la muerte – Juan 12, 20-23

En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos gentiles; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: – Señor, quisiéramos ver a Jesús. Felipe fue a decirselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: – Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama así mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guarda para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, alí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre le premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré? : Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora, Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: – Lo he glorificado y volveré a glorificarlo. La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un truneo; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: – Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el prícipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando sea yo elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.

Explicación

Un día Jesús dijo a Felipe y a Andrés, dos amigos suyos, que sólo cuando el grano de trigo que se siembra en la tierra, se pudre y se muere dentro de ella, puede renacer y llegar a ser una espiga llena de vitalidad. Les quiso decir que si querían hacer mucho bien, tenían que morir a sus caprichos y pensar en los demás, y dejar de pensar en triunfalismos y en grandes reinos. Después les invitó a seguirle.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández