Vísperas – Martes VII de Pascua

VÍSPERAS

MARTES VII DE PASCUA

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.

SALMO 124: EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO

Ant. Paz a vosotros, soy yo, no temáis. Aleluya.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Paz a vosotros, soy yo, no temáis. Aleluya.

SALMO 130: ABANDONO CONFIADO EN LOS BRAZOS DE DIOS

Ant. Espere Israel en el Señor. Aleluya.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Espere Israel en el Señor. Aleluya.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Que te sirva toda la creación, porque tú lo mandaste, y existió. Aleluya.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Que te sirva toda la creación, porque tú lo mandaste, y existió. Aleluya.

LECTURA: Rm 8, 26-27

El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.

RESPONSORIO BREVE

R/ El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya
V/ El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya

R/ Será quien os lo enseñe todo.
V/ Aleluya, aleluya.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo para ser mis testigos hasta los confines del mundo. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo para ser mis testigos hasta los confines del mundo. Aleluya.

PRECES

Glorifiquemos a Cristo, que nos ha hecho partícipes del Espíritu Santo, y supliquémosle, diciendo:

Cristo, óyenos.

Derrama, Señor, desde el Padre, el Espíritu Santo sobre la Iglesia,
— para que la purifique, la fortalezca y la acreciente a través del mundo.

Llena de tu Espíritu a los que dirigen los destinos de los pueblos,
— para que sean servidores del bien común.

Envía tu Espíritu, padre de los pobres,
— para que su fuerza ayude a los que se sienten necesitados.

Te rogamos, Señor, por todos los ministros de tu Iglesia;
— que vivan con fidelidad la vocación a que fueron llamados.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Concede la plenitud de la redención a las almas y a los cuerpos de nuestros difuntos,
— tú que, por la pasión, resurrección y ascensión, has realizado la salvación de la carne y del espíritu.

Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena confianza:
Padre nuestro…

ORACION

Te pedimos, Dios de poder y misericordia, que envíes tu Espíritu Santo, para que, haciendo morada en nosotros, nos convierta en templos de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Martes VII de Pascua

1.- Oración introductoria.

Señor, en este tiempo de oración no quiero pedirte nada material ni para mí ni para los míos. Mi pensamiento se centra sólo en Ti, en tus cosas, en las cosas de tu Padre. Y deseo, como Tú, la honra del Padre, la glorificación del Padre, el hacer todo en este día para agradarle, agradecerle, y tratar de conseguir que el Padre Dios pueda disfrutar un rato conmigo.

2.- Lectura reposada del texto. Juan 17, 1-11

Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado. Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros.

3.- Qué dice el texto bíblico.

Meditación-reflexión.

El tiempo y la hora. Todos tenemos el tiempo, pero Jesús, además del tiempo, tiene “su hora”. Nosotros podemos disponer del tiempo y, aunque la vida es corta, todavía nos queda tiempo para cansarnos, para aburrirnos y hasta para “perder inútilmente el tiempo”. A veces nos preguntan: ¿qué haces ahí? Y contestamos: “aquí estoy matando el tiempo”. Jesús, además del tiempo, tiene “su hora”. Y ésta es muy importante en el evangelio de San Juan ya que atraviesa todo el evangelio desde el principio: “No ha llegado mi hora” (2,4 ) hasta el final: “Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo” (17,1). Para Jesús “su hora” era la hora de su muerte, resurrección y glorificación. La hora de la entrega total por amor. Esta hora ha dado sentido a todas sus horas y ha llenado de contenido su tiempo. Por eso, para Jesús no hay horas vacías, horas aburridas, horas muertas. Al morir, tomará entre sus manos el libro de su existencia y lo cerrará ante el Padre diciendo: ¡MISION CUMPLIDA! También me encantan estas palabras de Jesús al Padre: “Eran tuyos y Tú me los diste”. Jesús nos ha visto a todas las personas como “regalos del Padre para Él”. Por eso nos ha amado tanto. Nos preguntamos: ¿Y qué pasaría en el mundo si cada uno de nosotros nos viéramos como un precioso regalo de nuestro Padre-Dios?

Palabra del Papa

“¿Quién nos separará del amor de Cristo?” Con estas palabras, san Pablo nos habla de la gloria de nuestra fe en Jesús: no sólo resucitó de entre los muertos y ascendió al cielo, sino que nos ha unido a él y nos ha hecho partícipes de su vida eterna. Cristo ha vencido y su victoria es la nuestra […] El Evangelio de hoy contiene un mensaje importante para todos nosotros. Jesús pide al Padre que nos consagre en la verdad y nos proteja del mundo. Es significativo, ante todo, que Jesús pida al Padre que nos consagre y proteja, pero no que nos aparte del mundo. Sabemos que él envía a sus discípulos para que sean fermento de santidad y verdad en el mundo: la sal de la tierra, la luz del mundo. En esto, los mártires nos muestran el camino”. (Homilía de S.S. Francisco, 16 de agosto de 2014)

4.- Qué me dice hoy a mí este texto evangélico ya meditado.  (Silencio).

5.-Propósito. Hoy no desperdiciaré una hora, ni un solo minuto del día.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Gracias, Padre, porque nos has hecho hijos tuyos y tanto nos has querido que nos has convertido a cada uno de nosotros en “regalos” para tu Hijo Amado. Pero te pido también que nosotros nos convirtamos en “regalos los unos para los otros”. Haz que sepamos descubrir lo bueno y hermoso que hay en el corazón de cada uno de tus hijos. Y que sepamos no sólo aceptarlo sino también agradecerlo.  ¡Gracias, Padre!

ORACIÓN EN TIEMPO DE LA PANDEMIA.

Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud, en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén

La Vida de Jesús – Fco. Fernández-Carvajal

8.- EL GRANO DE MOSTAZA

Mt 13, 31-32; Mc 4, 30-32; Lc 13, 18-19

El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza[1]: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.

El Señor eligió a unos pocos hombres para instaurar su reinado en el mundo. Eran la mayoría de ellos humildes pescadores con escasa cultura, con defectos y sin medios materiales: eligió la flaqueza del mundo para confundir a los fuertes[2]. Con miras humanas es incomprensible que estos hombres llegaran a difundir la doctrina de Cristo por toda la tierra en tan corto tiempo y teniendo enfrente innumerables trabas y contradicciones. Con la parábola del grano de mostaza –comenta san Juan Crisóstomo– les mueve Jesús a la fe y les hace ver que la predicación del evangelio se propagará con rapidez, a pesar de todo[3]. Ahora, también.


[1] La mostaza (Brassica nigra) es una leguminosa de gran tallo y cuyo fruto era usado principalmente para la fabricación de aceite. Las semillas son minúsculas y el tallo puede alcanzar los dos metros.

[2] 1 Co 1, 27.

[3] Homilías sobre san Mateo, 46.

Comentario – Martes VII de Pascua

(Jn 17, 1-11)

Al terminar sus discursos de despedida Jesús eleva sus ojos al cielo.

El cielo, más que un lugar físico o una «habitación» de Dios, es el símbolo de la presencia de Dios que supera todo lo terreno, que está por encima de todo. Nos ayuda a ampliar nuestra mirada para no creer que todo se reduce a nuestro pequeño mundo.

Pero eso no significa que Dios esté lejos. De hecho Jesús promete a sus discípulos llevarlos al Padre (14, 3; 17, 24), pero también les anuncia que el Padre vendrá a vivir en ellos (14, 23). El cielo es entonces esa presencia de Dios que nos supera, pero que se hace presente en lo más íntimo de nosotros, elevándonos.

Por eso Jesús dice aquí que él quiere glorificar al Padre comunicando vida eterna a los hombres (v. 2), pero luego explica que esa vida eterna es conocer al Padre (v.3).

No se trata entonces de dejar este mundo para alcanzar la vida eterna; sólo se nos invita a descubrir que esa vida ya se hace presente cuando conocemos al Padre gracias a Jesús. Y Jesús dice que él lo ha dado a conocer a los discípulos (v. 6), y por eso ha sido glorificado en ellos (v. 10). Cuando escuchamos a Jesús, y le permitimos que él nos muestre el verdadero rostro del Padre y la fuerza de su amor paterno, entonces el cielo se hace presente en la tierra.

Sin embargo, hay que aclarar que cuando el evangelio habla de «conocer» al Padre no se refiere sólo a un conocimiento intelectual, sino sobre todo a un encuentro íntimo, profundo, feliz, afectuoso. Eso es el cielo en la tierra, o mejor, el cielo en el corazón de los creyentes.

Oración:

«Señor Jesús, enséñame a conocer al Padre. Derrama tu Espíritu para que mis ojos se eleven para reconocerlo por encima de mis cosas y en lo más íntimo de mi vida. Dame la gracia de vivir cada día trascendiendo cada cosa para reconocer en ella la presencia de Padre, el cielo que se anticipa».

 

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

Gaudium et Spes – Documentos Vaticano II

Han de eliminarse las enormes desigualdades económico-sociales

66. Para satisfacer las exigencias de la justicia y de la equidad hay que hacer todos los esfuerzos posibles para que, dentro del respeto a los derechos de las personas y a las características de cada pueblo, desaparezcan lo más rápidamente posible las enormes diferencias económicas que existen hoy, y frecuentemente aumentan, vinculadas a discriminaciones individuales y sociales. De igual manera, en muchas regiones, teniendo en cuanta las peculiares dificultades de la agricultura tanto en la producción como en la venta de sus bienes, hay que ayudar a los labradores para que aumenten su capacidad productiva y comercial, introduzcan los necesarios cambios e innovaciones, consigan una justa ganancia y no queden reducidos, como sucede con frecuencia, a la situación de ciudadanos de inferior categoría. Los propios agricultores, especialmente los jóvenes, aplíquense con afán a perfeccionar su técnica profesional, sin la que no puede darse el desarrollo de la agricultura.

La justicia y la equidad exigen también que la movilidad, la cual es necesaria en una economía progresiva, se ordene de manera que se eviten la inseguridad y la estrechez de vida del individuo y de su familia. Con respecto a los trabajadores que, procedentes de otros países o de otras regiones, cooperan en el crecimiento económico de una nación o de una provincia, se ha de evitar con sumo cuidado toda discriminación en materia de remuneración o de condiciones de trabajo. Además, la sociedad entera, en particular los poderes públicos, deben considerarlos como personas, no simplemente como meros instrumentos de producción; deben ayudarlos para que traigan junto a sí a sus familiares, se procuren un alojamiento decente, y a favorecer su incorporación a la vida social del país o de la región que los acoge. Sin embargo, en cuanto sea posible, deben crearse fuentes de trabajo en las propias regiones.

En las economías en período de transición, como sucede en las formas nuevas de la sociedad industrial, en las que, v.gr., se desarrolla la autonomía, en necesario asegurar a cada uno empleo suficiente y adecuado: y al mismo tiempo la posibilidad de una formación técnica y profesional congruente. Débense garantizar la subsistencia y la dignidad humana de los que, sobre todo por razón de enfermedad o de edad, se ven aquejados por graves dificultades.

Misa de la familia

SALUDO

El Amor de Dios Padre, manifestado en Jesucristo. el Señor, que nos da su Espíritu para que vivamos anuncíando su Reino, esté con todos nosotros.

ENTRADA

El día de Pentecostés estaban juntos los discípulos de Jesús, que poco a poco habían pasado del miedo a la confianza, dc la oscuridad a  la luz. Y han sentido en medio de ellos la fuerza del Resucitado, que les llena de alegría, de gozo y de entrega. Pero aún faltaba un pilar, un cimiento que sustentase para siempre aquella fe: y reciben al Espíritu Santo, la fuerza que procede del Padre y del Hijo, y quc hacc posiblc la unidad fraterna, la riqueza de la diversidad, la paz, la alegría y el servicio, Como el Padre me ha  cnviado así os envio yo, les dice Jesús: y dicho esto reciben cl Espí­ritu. Y nosotros también nos llenamos de alegría por la fuerza que rccibi­mos. El Espíritu es quien nos empuja, quien nos anima y lanza hacia delante. Ven, Espíritu de Dios y renuévanos.

ACTO PENITENCIAL

A veces no sabernos pedir lo que nos conviene, por eso el Espíritu viene en nuestra ayuda; que Él nos ayude ahora a reconocernos limitados y a pedir perdón.

  • Tú, que en el Espíritu nos llenas de dones para ponerlos al servicio de los demás. SEÑOR, TEN PIEDAD.
  • Tú, que en el Espíritu nos ayudas a hablar lenguas nuevas, las lenguas del entendimiento y del perdón. CRISTO, TEN PIEDAD.
  • Tú, que en el Espíritu nos haces tus continuadores en la tarea de bus­car la justicia y la paz. SEÑOR, TEN PIEDAD.

Oración: Perdónanos, Señor, en tu amor y miscricordia, como lo esperamos de Ti. Por Jesucristo.

ORACIÓN COLECTA

Dios Padre nuestro que en este día nos haces participar de la fuer­za de tu Espíritu, de la fuerza de Jesús Resucitado: que la Iglesia sea de verdad la comunidad que brille en el mundo por su servicio a las personas y su trabajo por el Reino; que tu Espíritu, Señor, llene nues­tra vida y nuestra comunidad. Por nuestro Señor Jesucristo.

LECTURA NARRATIVA

La Iglesia no nació de una reunión de personas. sino por la acción del Espíritu prometido. Con el Espíritu se inicia la nueva presencia dcl Padre en la Iglesia; y aquellas personas se sienten llamadas e invitadas a mos­trar el amor y la salvación de Dios a todas las gentes: no hay fronteras de ningún tipo para el amor de Dios.

LECTURA APOSTÓLICA

Todos hemos recibido la grandeza de la libertad para poder orientar y hacer de nuestra vida lo que queramos; es cierto que a veces nos vencen los problemas, pero siempre podernos volver y elegir entre una vida guiada por el Espíritu de quien procede la paz, la generosidad…, o una vida guiada por el capricho y el egoísmo; con nuestro modo de actuar o nos alejamos o nos acercarnos a Dios.

LECTURA EVANGÉLICA

Los amigos dc Jesús están juntos, con miedo, llenos dc pesar; pero Jesús ha resucitado, esta entre ellos y se les revela. El  primer fruto de la resurrec­ción es la paz. Paz y cercanía, paz y alegría, paz y confianza; es hora de aceptar el envío de  Jesús, quien exhala su aliento y les da su Espíritu.

ORACION DE LOS FIELES

  Pidamos que venga a nosotros el Espíritu de Jesús resucitado. Digamos: VEN, ESPÍRITU SANTO.

  1. Por la Iglesia, por todos los cristianos. Que vivamos nuestra fe iluminados y fortalecidos por la acción del Espíritu Santo en nosotros. OREMOS:
  2. Por la Acción Católica y los demás movimientos del laicado. Que sean en medio del mundo un buen testimonio de Jesucristo y de la buena noticia del Evangelio. OREMOS:
  3. Por todos aquellos que han recibido o recibirán próximamente el sacramento de la Confirmación. Que experimenten la fuerza renovadora del Espíritu Santo como los apóstoles el día de Pentecostés. OREMOS:
  4. Por los gobernantes y los políticos. Que actúen siempre con rectitud de intención, por el bien de todos sin exclusiones. OREMOS:
  5. Por todos nosotros. Que el Espíritu del Señor nos fortalezca en las dudas y en las debilidades.

OREMOS: Escucha, Padre, nuestra oración, y danos tu Espíritu Santo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, el Espíritu Santo que todo lo renueva y, nos llena de sus dones. transforme el pan y el vino en alimento de vida que nos ayude a seguir dando testimonio de tu amor. Por Jesucristo.

PREFACIO

Sicmpre es necesario darte gracias, Señor, por todos los dones que de Ti recibimos, pero mucho más en este día en que nos das tu mismo Espí­ritu. Tu Espíritu disipa todas nucstras dudas y crea cn nosotros nucvas actitudcs y capacidades, que nos llevan a la confianza, a la alegría y a la fratcrnidad.

Unidos a todas las personas bucnas también nosotros queremos glo­rificarte diciendo: Santo, Santo, Santo…

ORACION DESPUÉS DE LA CONIUNIÓN

Llenos de alegría por el Espíritu que hemos recibido, Señor, te rogamos que nos ayudes a ser testigos en medio del mundo, de la paz, la tolerancia, la lealtad y la justicia y la paz, que son dones que reci­bimos, pero que tenernos que hacer fructificar. Por Jesucristo.

BENDICIÓN FINAL

Dios nuestro Padre, que en este día iluminó a sus discípulos con el envío del Espíritu Santo, nos alegre siempre con sus bendiciones. Amén.

Que la misma fuerza que hizo de los apóstoles personas nuevas, nos aparte a nosotros de todo mal. Amén.

Que el Espíritu que congregó en una misma fe a los que cl pecado habia dividido, nos conceda el don de la perseverancia en la fe y cl amor, para que podamos contemplar cl rostro de Dios. Amén.

Y la bendición de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y siempre nos acompañe. Amén.

Música – Solemnidad de Pentecostés

Entrada:  La Alianza nueva CLN 253; Espíritu Santo guíanos (Cantos varios); Envia, Señor tu Espíritu. CLN 154
Introito en latin: Spiritus Domini (Canto Gregoriano)
Gloria: De Palazón CLN C 4.
Salmo y Aleluya:Envia tu Espiritu Señor (Propio)
Secuencia: Veni Sancte spiritus (Gregoriano)
Ofertorio: Veni creator Spiritus CLN 251; Siempre es Pentecostés  CLN-430
Santo:  CLN I7.
Comunión: Oh Señor envía tu Espíritu CLN 252; Ven Espiritu divino CLN 258
Final: Regina coeli. CLN. 303; o Canción del testigo CLN 40414

Recursos – Ofertorio Solemnidad de Pentecostés

PRESENTACIÓN DE SIETE LÁMPARAS

(Siete niños o niñas de la comunidad abren una procesión con siete pequeñas lámparas, que situarán sobre el mismo altar, como signo de los siete dones del Espíritu Santo, mientras que otro de los niños u otra de las niñas, encargado o encargada de hacer la ofrenda, vaya enumerando cada uno de los dones)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, aquí nos tienes con estas siete pequeñas lámparas, signo de los siete dones de tu Espíritu, que nosotros y nosotras te queremos ofrecer hoy: el don de la sabiduría, el don de inteligencia, el don de la ciencia, el don del consejo, el don de piedad, el don de fortaleza y el don de tu temor. Tú nos los das en mayor o en menor medida a unos y a otros, pero siempre en servicio de tu Iglesia y de la comunidad. Por eso, confiamos que nuestra ofrenda sea hoy de tu agrado, aunque hayamos de pedirte, una vez más, que nos los sigas concediendo, así como nuestra disponibilidad para ponerlos al servicio de todos y de todas.

PRESENTACIÓN DE UNA PALOMA

(La ofrenda la hacen dos jóvenes. Ambos, uno/a de ellos llevando la paloma, se dirigen hasta el Presidente. Mientras uno/a permanece junto a él, el/la que lleva la paloma se dirige hasta la puerta del templo o lugar celebrativo y la echa a volar. Inmediatamente después, el otro/la otra dice:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, hemos soltado esa paloma como signo de que tu Espíritu es la pura libertad. Él se muestra donde y como quiere, reparte sus dones de acuerdo a su magnanimidad y no se ata definitivamente a nada ni a nadie. Nosotros y nosotras, como jóvenes, somos también exponentes de esa libertad. Por eso, hoy, unimos a esta ofrenda nuestra juventud. Señor, que no nos hieran en nuestra libertad, porque es nuestra mejor manera de servir a tu Iglesia y a nuestra comunidad. Sin embargo, danos sentido de responsabilidad, para que nuestras críticas y aportaciones sean leales y estén al servicio auténtico de los demás.

PRESENTACIÓN DE UN RECIPIENTE CON LEVADURA

(Debe hacer la ofrenda un/una militante de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo este pequeño recipiente lleno de levadura, una sustancia capaz de transformar una gran cantidad de masa. Y lo hago en mi condición de militante y como símbolo de mis luchas por hacerte presente en medio de un mundo hostil, que no me facilita en absoluto mi testimonio en favor de tu Hijo Jesucristo. Te pido, también, que las dificultades de la militancia no echen atrás a ninguno, a ninguna de los creyentes. Multiplica a tus militantes, porque la Iglesia está realmente necesitada de ellos y de ellas, para no acabar siendo un coto cerrado.

PRESENTACIÓN DE UN RELIGIOSO O UNA RELIGIOSA

(En el caso que lo hubiere. De no existir en el seno de la comunidad, podría ser sustituido/a por cualquiera de los que realizan una tarea pastoral, como la catequesis, el canto litúrgico o la caridad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, tu Espíritu es el garante de la pluralidad de dones y carismas en el seno de la comunidad, que los reparte sin medida y con generosidad, para el enriquecimiento de tu Iglesia. Aquí me tienes, Señor, dando testimonio de la gracia con la que me has regalado, para el servicio de tu comunidad. Sabes que no es fácil nuestra convivencia y que, de vez en cuando, vivimos tensiones y conflictos. Mi compromiso, hoy, es ofrecerte, en nombre de todos y de todas, el deseo de vivir la unidad, que no la uniformidad. No permitas que a los que / a las que nos has concedido tus dones, nos los reservemos como riqueza individual, sino que los interpretemos como característica personal en orden al beneficio de la comunidad.

PRESENTACIÓN DE UNA CESTA CON FRUTOS

(Puede hacer esta ofrenda una de las mujeres de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo hoy esta cesta de frutos, porque Pentecostés es el nombre griego de una de las fiestas judías, que tenía lugar a los cincuenta días de la Pascua y estaba unida a la ofrenda a Dios de los primeros frutos de la recolección. Yo te ofrezco hoy estos frutos que Tú, por tu misericordia y grandeza, nos das con toda generosidad, pero hoy te los traemos como signo del don de tu Espíritu, el fruto granado de la Pascua de tu Hijo. Que nosotros y nosotras, Señor, seamos capaces de dar frutos tan abundantes como éstos.

Oración de los fieles – Solemnidad de Pentecostés

Cristo, nos envía el Espíritu Santo para que nos ayude en nuestras necesidades. Vamos a presentar al Padre nuestras peticiones con la seguridad que da el sabernos amados por Él.

ENVÍA SEÑOR TU ESPÍRITU Y REPUEBLA LA FAZ DE LA TIERRA.

1 – Envía, Señor, tu Espíritu de Sabiduría sobre la iglesia. Por el Papa Benedicto, los obispos, los sacerdotes y todas las personas que con su servicio ayudan a la Iglesia, para que reciban la luz necesaria a la hora de expandir el mensaje de Cristo. OREMOS

2. – Envía, Señor, tu Espíritu de Fortaleza. Te pedimos por todos los que lo están pasando mal, los enfermos, los parados, los que están solos, los que no se sienten amados, los que no te encuentran… OREMOS.

3. – Envía, Señor, tu Espíritu de Caridad. Por los pobres, por los carentes de amor, de comprensión, de solidaridad, para que encuentren una mano generosa que les ayude en su necesidad. OREMOS.

4. – Envía, Señor, tu Espíritu de Entendimiento. Te pedimos por los gobernantes, por los que tienen poder para tomar decisiones, por los responsables de hacer que cesen las guerras, para que lleguen a un entendimiento que haga vivir en paz a los hombres. OREMOS.

5. – Envía, Señor, tu Espíritu de Piedad. Para que sepamos vivir en cercanía con el Señor, rechazando todo lo que nos hace romper la amistad con Dios y con los hermanos. OREMOS.

6. – Envía, Señor, tu Espíritu de Alegría. Por todos los que se Confirman en estos días, para que lleven a todos la alegría que supone vivir desde Cristo. OREMOS.

7. – Envía, Señor, tu Espíritu de Bondad. Por todos los que se dedican a los demás, tanto si difunden la Palabra de Dios, como si ayudan a otros en sus necesidades, para que Dios les conceda la humildad, la sencillez y el desprendimiento que este servicio conlleva. OREMOS.

8. – Envía Señor, tu Espíritu de Generosidad. Por las necesidades de todos los que compartimos esta Eucaristía (un momento de silencio) para que el Señor nos ayude a solucionarlas con la mayor generosidad. OREMOS.

Señor, siempre atento a nuestras necesidades, deseamos que estas súplicas sean bien recibidas Ti, Dios Padre Nuestro, con la seguridad de que Tú siempre escuchas a tus hijos.

Y te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Amén.


Estamos reunidos en tu nombre como aquella primera Iglesia. Ante nuestros temores y problemas te pedimos Señor que envíes tu Espíritu y nos fortalezca. Repetimos:

PADRE, CONCÉDENOS LOS DONES DE TU ESPÍRITU

1. – Que el Espíritu Santo derrame sobre el Papa Francisco el don de Piedad, para que sea ejemplo de las actitudes de Jesucristo delante de todos los hombres. OREMOS

2. – Que el Espíritu Santo derrame sobre los que están alejados el don del Temor de Dios, para que les sirva de guía a la hora de encaminar sus pasos a la casa del Padre. OREMOS

3. – Que el Espíritu Santo derrame sobre los que están enfermos y los que sufren el don de Fortaleza para que este estímulo les lleve a sobrellevar con alegría sus dificultades. OREMOS

4. – Que el Espíritu Santo derrame sobre los que viven entre luchas y enfrentamientos el don de Entendimiento para que llegue pronto a ellos la verdadera paz nacida del respeto mutuo. OREMOS

5. – Que el Espíritu Santo derrame sobre los dirigentes de todas las naciones el don de Sabiduría para que guíen a sus pueblos por caminos de Paz y prosperidad. OREMOS

6. – Que el Espíritu Santo derrame sobre todos nosotros el don de Consejo para que estemos atentos a acompañar a aquellos que andan desanimados y cansados. OREMOS

7. – Que el Espíritu Santo derrame sobre los trabajadores de toda índole el don de Ciencia para que realicen sus tareas con afán y con entusiasmo. OREMOS

Padre, en este nuevo Pentecostés te pedimos que dejes caer la fuerza del Espíritu Santo sobre todos los hombres de la tierra, atiendas todas sus súplicas y nos des fuerzas para caminar hacia la casa del Padre.

Por Jesucristo nuestro Señor

Amen.

Comentario al evangelio – Martes VII de Pascua

En la primera lectura de hoy se nos presenta el tercer gran discurso de Pablo que encontramos en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Se trata de un clásico discurso de despedida, es una especie de «testamento espiritual». Pablo entrega su testimonio misionero, totalmente dedicado al servicio del Señor y su Reino. Se trata de un servicio total, exclusivo y radical, teniendo como criterio no la aprobación de los hombres, sino cumplir la voluntad de Dios.

Entre las distintas anotaciones que se pueden sacar de este texto, hay tres características de la acción misionera de Pablo que podríamos subrayar. La primera es la humildad en el servicio del Señor, una virtud desconocida para el mundo pagano, pero es la característica del auténtico seguidor de Jesús que vino a servir y no a ser servido. La segunda es la audacia con la que Pablo ha anunciado el Evangelio, «en las penas y pruebas» que venían de sus opositores. La tercera es su generosidad, que lleva a Pablo a vaciarse totalmente de sí: «no me importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio».

Pablo se dirige a Jerusalén, no sabe lo que le espera, se delinea un futuro oscuro, estará marcado por la tribulación, «cárceles y luchas». Él emprende este último viaje de su vida «forzado por el Espíritu», pero está convencido de que ese mismo Espíritu estará con él hasta el final. Pablo es un vivo reflejo de un evangelizador con Espíritu, como lo describe el Papa Francisco: «Evangelizadores con Espíritu quiere decir evangelizadores que se abren sin temor a la acción del Espíritu Santo. En Pentecostés, el Espíritu hace salir de sí mismos a los Apóstoles y los transforma en anunciadores de las grandezas de Dios, que cada uno comienza a entender en su propia lengua. El Espíritu Santo, además, infunde la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia (parresía), en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente. Invoquémoslo hoy, bien apoyados en la oración, sin la cual toda acción corre el riesgo de quedarse vacía y el anuncio finalmente carece de alma. Jesús quiere evangelizadores que anuncien la Buena Noticia no sólo con palabras sino sobre todo con una vida que se ha transfigurado en la presencia de Dios» (EG 259).

Después del «Discurso de despedida» el Evangelio de Juan nos presenta la oración de Jesús al Padre, conocida como «oración sacerdotal». El contexto de esta oración es uno de los momentos más solemnes de la vida de Jesús. La pronuncia en la última cena, inmediatamente después del «Discurso de despedida» e inmediatamente antes de la pasión. Jesús es consciente de que su misión terrena está llegando al final. Por eso, Jesús «levantando los ojos al cielo» pide que su misión llegue a su realización definitiva con su propia glorificación. Pero esta glorificación que él pide es para glorificar al Padre.

Jesús entregando su vida en la cruz nos ofrece la salvación que el Padre quiere para toda la humanidad. Esta gloria de Dios será en definitiva la vida en abundancia de toda la creación. Esta vida nueva, glorificada, eterna viene del conocimiento de Dios. Es decir, brota de la comunión de fe y de amor con el Dios de la vida. Pidamos al Espíritu Santo que nos dé la gracia de conocer con el corazón y hacer nuestra hoy la gloria de Dios.

Edgardo Guzmán, cmf.