Lectio Divina – Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote

1.- Introducción.

Señor, en este día de la fiesta de Cristo Sacerdote, quiero pedirte que des al mundo sacerdotes que se parezcan a ti, Buen Pastor. Sacerdotes que pisen en las huellas que Tú dejaste; sacerdotes que no busquen su gloria sino la tuya; sacerdotes que “van delante de las ovejas” cumpliendo con sus obras lo que predican con los labios; sacerdotes que cargan con las ovejas débiles y enfermas, sacerdotes que llegan a amar tanto a sus ovejas  que están dispuestos a dar la vida por ellas. 

2.- Lectura reposada de la Palabra. Marcos 14,12-25

         «El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando sacrificaban el cordero de la pascua, sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas la pascua? Y envió dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle, y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos? Y él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; preparad para nosotros allí. Fueron sus discípulos y entraron en la ciudad, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua. Y cuando llegó la noche, vino él con los doce. Y cuando se sentaron a la mesa, mientras comían, dijo Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar. Entonces ellos comenzaron a entristecerse, y a decirle uno por uno: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo? El, respondiendo, le dijo: Es uno de los doce, el que moja conmigo en el plato. A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido. Y mientras comían, Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos. Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada. De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios.»

3.- ¿Qué dice el texto?

Meditación-reflexión.

Lo que caracteriza el sacerdocio de Jesús es que rompe con el esquema de los sacerdocios antiguos. En el  sacerdocio antiguo se hacía todo por “separaciones”.  De la tribu de Leví, se separaba una familia, la de Aarón, de la familia se escogía una persona y se la separaba del pueblo  para dedicarse plenamente al culto. Jesús, en cambio, está siempre con el pueblo, muy cerca de los problemas de la gente, su sacerdocio no es “cultual sino existencial”. En Jesús el sacerdote no es distinto de la víctima. Él mismo se ofrece. Y a la hora de celebrar la Cena Pascual e instituir el Sacerdocio, toma un pan y “lo parte”. Y lo que nos entrega es un “pan partido”. El pan roto alude al cuerpo destrozado del Viernes Santo. Y el vino que se derrama, tiene relación con la sangre derramada en la Cruz.   En el sacerdocio no podemos separar el jueves del viernes. Lo que cada día celebramos en el Altar hemos de vivirlo después en la vida de entrega a los demás. El sacerdote que cada día toma el pan en sus manos y dice: “Esto es mi cuerpo que se rompe por  vosotros” debe estar dispuesto a darse, a entregarse, a romperse por los demás. De lo contrario el sacerdote vivirá toda la vida  en una esquizofrenia existencial. En este tiempo que nos toca vivir el sacerdote debe vivir dos pasiones: “la pasión por Dios” y la “pasión por el hombre, sin mirar etiquetas. Amará apasionadamente a todos sean del color que sean; de opción política que sean y de la religión que libremente hayan elegido. “Un hermano entre hermanos”. 

Palabra del Papa.

“No será así entre vosotros —precisamente el lema de vuestra Asamblea, «entre vosotros no será así»—, el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo» (Mt 20, 25-27). Pensemos en el daño que causan al pueblo de Dios los hombres y las mujeres de Iglesia con afán de hacer carrera, trepadores, que «usan» al pueblo, a la Iglesia, a los hermanos y hermanas —aquellos a quienes deberían servir—, como trampolín para los propios intereses y ambiciones personales. Éstos hacen un daño grande a la Iglesia (Papa Francisco) Asamblea de Superioras Generales, 8-5-13).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto comentado. (Guardo silencio)

5.- Propósito: Rezar un rato para que haya sacerdotes al estilo de Jesús.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, veo que es muy serio eso de ser sacerdote. Creo que los hay muy buenos y te siguen con fidelidad; pero me da la impresión de que otros no tienen idea de lo que llevan en sus manos. Consagran todos los días, rompen el pan eucarístico, pero en sus personas no se les ve ni la más pequeña magulladura en el servicio sacrificado a los demás. Danos, Señor, sacerdotes para nuestro tiempo.

ORACIÓN EN TIEMPO DE LA PANDEMIA.

Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud,  en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén