Vísperas – San Justino

VÍSPERAS

SAN JUSTINO, Mártir

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Palabra del Señor ya rubricada
es la vida del mártir ofrecida
como una prueba fiel de la espada
no puede ya truncar la fe vivida.

Fuente de fe y de luz es su memoria,
coraje para el justo en la batalla
del bien, de la verdad, siempre victoria
que, en vida y muerte, el justo en Cristo halla.

Martirio es el dolor de cada día,
si en Cristo y con amor es aceptado,
fuego lento de amor que, en la alegría
de servir al Señor, es consumado.

Concédenos, oh Padre, sin medida,
y tú, Señor Jesús crucificado,
el fuego del Espíritu de vida
para vivir el don que nos ha dado. Amén.

SALMO 114: ACCIÓN DE GRACIAS

Ant. El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y se venga conmigo.

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando y sin fuerzas, me salvó.

Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.

Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y se venga conmigo.

SALMO 115: ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO

Ant. A quien me sirva, mi Padre del cielo lo premiará.

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. A quien me sirva, mi Padre del cielo lo premiará.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. El que pierda su vida por mí la encontrará para siempre.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El que pierda su vida por mí la encontrará para siempre.

LECTURA: 1P 4, 13-14

Queridos hermanos, estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros, porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.

RESPONSORIO BREVE

R/ Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
V/ Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.

R/ Nos refinaste como refinan la plata.
V/ Pero nos has dado un respiro.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El fuego se apoderó inmediatamente de mi alma, y me invadió el amor de los profetas y de hombres que son amigos de Cristo.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El fuego se apoderó inmediatamente de mi alma, y me invadió el amor de los profetas y de hombres que son amigos de Cristo.

PRECES

A la misma hora en que el Rey de los mártires ofreció su vida, en la última cena, y la entregó en la cruz, démosle gracias diciendo:

Te glorificamos, Señor.

Porque nos amaste hasta el extremo, Salvador nuestro, principio y origen de todo martirio:
Te glorificamos, Señor

Porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos para los premios de tu Reino:
Te glorificamos, Señor

Porque hoy hemos ofrecido la sangre de la alianza nueva y eterna, derramada para el perdón de los pecados:
Te glorificamos, Señor

Porque, con tu gracia, nos has dado perseverancia en la fe durante el día que ahora termina:
Te glorificamos, Señor

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Porque has asociado a tu muerte a nuestros hermanos difuntos:
Te glorificamos, Señor

Todos juntos, en familia, repitamos las palabras que nos enseñó Jesús y oremos al Padre, diciendo:
Padre nuestro…

ORACION

Señor, tú que has enseñado a san Justino a encontrar en la locura de la cruz la incomparable sabiduría de Cristo, concédenos, por intercesión de tu mártir, la gracia de alejar los errores que nos cercan y de mantenernos firmes en la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Martes IX de Tiempo Ordinario

1.- Introducción.

Señor, hoy vengo a pedirte que, de una vez por todas, me hagas descubrir mi propia identidad. Y quiero preguntarme con toda sinceridad: Y yo ¿de quién soy imagen? Teóricamente yo sé que fui hecho a imagen y semejanza de Dios.  Pero, en la práctica, ¿caigo en la cuenta de lo que esto significa? ¿Me doy cuenta que el ser imagen de Dios es mi mejor carnet de identidad, mi A.D.N más profundo? Señor, haz que no pierda más el tiempo en cosas superfluas y accidentales. Haz que descubra mi propia dignidad.

2.- Lectura reposada del evangelio. Marcos 12, 13-17

En aquel tiempo mandaron a Jesús unos fariseos y herodianos, para cazarle en alguna palabra. Vienen y le dicen: Maestro, sabemos que eres veraz y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios: ¿Es lícito pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar? Mas Él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea. Se lo trajeron y les dice: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Ellos le dijeron: Del César. Jesús les dijo: Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios. Y se maravillaban de Él.

3.- Qué dice el texto bíblico.

Meditación-reflexión

Nos pasamos la vida poniéndonos zancadillas los unos a los otros. Aquello que hicieron los judíos con Jesús lo hacemos nosotros todos los días. Parece que disfrutamos poniendo piedras en el camino para frenar nuestros pasos hacia la verdad, la libertad y el amor. Y el mayor tropiezo es el que le ponemos al amor. Nos lo advierte el apóstol San Juan: “El que ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza” (1Jn. 2,10). Por eso, el que no ama, no hace más que tropezar. Jesús, en este evangelio, desenmascara la hipocresía de los fariseos: pasean la imagen del César grabada en las monedas, la llevan en la cartera, cerca del corazón, se están sirviendo de ella para hacer sus compras o sus grandes negocios, y después dicen que odian al César. Si en vuestra vida real y concreta estáis admitiendo al César, pues “Dad al César lo que es del César”.  Y, como aquel que no dice nada, apostilla:” Y Dad a Dios lo que es de Dios”. Como si les dijera: y vosotros, fervientes judíos, que leéis la Biblia cada día, ¿qué habéis hecho de la imagen de Dios grabada en lo más íntimo de vuestro corazón? ¿Cómo aceptáis la imagen del emperador en vuestros bolsillos, en vuestras manos y en vuestra vida comercial?   A todos, judíos y cristianos, creyentes y no creyentes, se nos invita a hacer el viaje más bonito y fantástico: bajar a lo más profundo de nuestro ser y descubrir la bella imagen de Dios que nada ni nadie puede borrar: ni el demonio ni el pecado. “Reconoce, hombre o mujer, tu dignidad” 

Palabra del Papa.

“Usted me pregunta también cómo entender la originalidad de la fe cristiana, ya que esta se basa precisamente en la encarnación del Hijo de Dios, en comparación con otras creencias que giran en torno a la absoluta trascendencia de Dios. La originalidad, diría yo, radica en el hecho de que la fe nos hace partícipes, en Jesús, en la relación que Él tiene con Dios, que es Abbá y, de este modo, en la relación que Él tiene con todos los demás hombres, incluidos los enemigos, en signo del amor. En otras palabras, la filiación de Jesús, como ella se presenta a la fe cristiana, no se reveló para marcar una separación insuperable entre Jesús y todos los demás: sino para decirnos que, en Él, todos estamos llamados a ser hijos del único Padre y hermanos entre nosotros. La singularidad de Jesús es para la comunicación, y no para la exclusión. Por cierto, de aquello se deduce también -y no es poca cosa-, aquella distinción entre la esfera religiosa y la esfera política, que está consagrado en el «dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César», afirmada claramente por Jesús y en la que, con gran trabajo, se ha construido la historia de Occidente.  (S.S. Francisco, carta del papa al director del diario La Repubblica, 11 septiembre de 2013).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Guardo silencio)

5.-Propósito: Buscar un rato para pensar: ¿Qué he hecho de esa bonita imagen que Dios grabó dentro de mí?

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Gracias, Dios mío, porque me has hecho caer en la cuenta de mi dignidad de persona. Soy importante sólo por el hecho de haber nacido. Y las demás personas son también importantes para mí. Por eso se merecen un respeto, una consideración, y nunca puedo instrumentalizarlas. Como cristiano, quiero descubrir en cada hombre o mujer el rostro de un hermano o una hermana.

                   ORACIÓN EN TIEMPO DE LA PANDEMIA

Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud, en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén

La Vida de Jesús – Fco. Fernández-Carvajal

10.- LA PERLA PRECIOSA Y EL TESORO ESCONDIDO

Mt 13, 44-46

El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo que, al encontrarlo un hombre, lo oculta y, gozoso del hallazgo, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo. También es semejante a un comerciante que busca perlas finas y, cuando encuentra una perla de gran valor, va y vende todo cuanto tiene y la compra.

El tesoro y la perla se refieren, en primer lugar, a Cristo mismo. Quien lo encuentra, lo posee todo. No hay nada de más valor; compensa cualquier sacrificio con tal de alcanzarlo. Por eso mismo, también han sido imágenes empleadas para expresar tradicionalmente la grandeza de la propia llamada, el camino para alcanzar al Señor en esta vida y después, para siempre, en el Cielo.

El tesoro significa la abundancia de dones que se reciben con la vocación: gracias para vencer los obstáculos, para crecer en fidelidad día a día, para el apostolado…; la perla indica la belleza y el valor de la llamada a seguir a Cristo: no solamente es algo de altísimo valor, sino también el ideal más bello y perfecto que el hombre puede conseguir.

Hay una novedad en esta segunda parábola con respecto a la del tesoro: el hallazgo de la perla supone una búsqueda esforzada, el tesoro se presenta de improviso. Así puede pasar con Jesús y su llamada: muchos discípulos pueden haberlo encontrado casi sin buscarlo: un tesoro que de pronto les deslumbra. Él mismo se hace encontradizo. En otras personas, Dios ha puesto una inquietud íntima en su corazón que les lleva a buscar valores mucho más altos, dando todo cuanto tienen al encontrarlos.

La actitud que se ha de tomar es idéntica en ambas parábolas y está descrita con los mismos términos: va y vende cuanto tiene y lo compra; el desprendimiento, la generosidad, es condición indispensable para alcanzarlo.

Ambas son una llamada a pensar en la grandeza y en la maravilla de lo que estaba en juego. Comparado con el Reino, cualquier cosa o éxito tienen poco valor; los hombres solo podrán hacerlo suyo si están dispuestos a sacrificarlo todo por él. En la historia de los santos, y de todos aquellos que de verdad siguen al Señor, se puede observar cómo ninguno de ellos otorga demasiada importancia a lo que deja: la alegría de haber encontrado a Cristo hace fácil y poco costoso el abandono de todo lo demás.

Comentario – Martes IX de Tiempo Ordinario

(Mc 12, 13-17)

Las autoridades siguen buscando la manera de eliminar a Jesús, e intentan ponerlo en una encrucijada. Aquí le preguntan si hay que pagar o no el impuesto al emperador romano. Si contestaba que sí, lo acusaban de estar aliado con el poder extranjero que los oprimía, y así le ponían al pueblo en contra; pero si decía que no, lo acusaban de oponerse al emperador y los mismos romanos se encargarían de eliminarlo. Con su respuesta Jesús ponía en riesgo la continuidad de su ministerio, y no quería confundir a la gente. Debía quedar claro que la misión de Jesús iba más allá de los grupos políticos de aquel momento. Los mismos que aparentemente se oponían al poder romano, buscaban sus propios intereses y eran capaces de pactar con los romanos si eso era de su conveniencia.

Por eso la respuesta de Jesús se limita a decir que las monedas acuñadas por el emperador romano debían volver a él. De hecho los judíos rechazaban ese rostro que parecía invitar a la idolatría, a endiosar a un ser humano. Sin embargo, la respuesta de Jesús es algo ambigua; lo libera del problema que se le plantea pero no es una invitación a no pagar el tributo. ¿Por qué?

Jesús ha rechazado claramente todo dominio despótico (Mc 10, 42), pero está en la línea realista de los profetas del exilio, que invitaban a someterse momentáneamente porque una rebelión no podría lograr nada y traería males mayores para el pueblo. ¿Qué se podía hacer humanamente frente al tremendo poder del imperio romano? De hecho, la posterior rebelión de los zelotas provocó la tremenda crisis del incendio de Jerusalén y la dispersión de los judíos, una espantosa catástrofe para el pueblo. Jesús, para evitar males mayores a su pueblo, veía conveniente no motivar una rebelión, y si bien se oponía a los dominios despóticos, no quería promover una oposición irracional.

 

Oración:

«Te adoramos Señor Jesús, porque estuviste siempre junto a tu pueblo y no quisiste darle respuestas falsas ni promesas vanas. Concede a los que gobiernan nuestra patria que sepan descubrir y realizar lo que nuestro pueblo necesita en este momento».

 

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

Gaudium et Spes – Documentos Vaticano II

La guerra total

80. El horror y la maldad de la guerra se acrecientan inmensamente con el incremento de las armas científicas. Con tales armas, las operaciones bélicas pueden producir destrucciones enormes e indiscriminadas, las cuales, por tanto, sobrepasan excesivamente los límites de la legítima defensa. Es más, si se empleasen a fondo estos medios, que ya se encuentran en los depósitos de armas de las grandes naciones, sobrevendría la matanza casi plena y totalmente recíproca de parte a parte enemiga, sin tener en cuanta las mil devastaciones que parecerían en el mundo y los perniciosos efectos nacidos del uso de tales armas.

Todo esto nos obliga a examinar la guerra con mentalidad totalmente nueva. Sepan los hombres de hoy que habrán de dar muy seria cuanta de sus acciones bélicas. Pues de sus determinaciones presentes dependerá en gran parte el curso de los tiempos venideros.

Teniendo esto es cuenta, este Concilio, haciendo suyas las condenaciones de la guerra mundial expresadas por los últimos Sumos Pontífices, declara:

Toda acción bélica que tienda indiscriminadamente a la destrucción de ciudades enteras o de extensas regiones junto con sus habitantes, es un crimen contra Dios y la humanidad que hay que condenar con firmeza y sin vacilaciones.

El riesgo característico de la guerra contemporánea está en que da ocasión a los que poseen las recientes armas científicas para cometer tales delitos y con cierta inexorable conexión puede empujar las voluntades humanas a determinaciones verdaderamente horribles. Para que esto jamás suceda en el futuro, los obispos de toda la tierra reunidos aquí piden con insistencia a todos, principalmente a los jefes de Estado y a los altos jefes del ejército, que consideren incesantemente tan gran responsabilidad ante Dios y ante toda la humanidad.

Misa de la familia – Corpus Christi

CORPUS CHRISTI

SALUDO

Dios Padre nuestro, origen de todo bien, Jesucristo el Señor siempre presente en la Eucaristía, y su Espiritu de Vida, estén con todos nosotros.

ENTRADA

Bienvenidos, hermanos, a la celebración de nuestra fe en este día grande del Corpus Christi. El mismo Jcsús que acompañó a sus discípu­los y se quedó para siempre entre ellos vive, presente y real, en la Euca­ristía que ahora nos reúne. Jesús, poco antes de su pasión, tomó pan y vino y dijo que eran su Cuerpo y Sangre. Y nosotros, ahora, comemos y bebemos a Jesús para vivir como él, pasar por la vida haciendo el bien y hacer del mundo y dc la vida una búsqueda continua de comunión y de fraternidad. La Fiesta del Corpus se ha rodeado de gran «bombo» y «esplendor», quizá olvidando que la verdadera gloria y grandeza de nucs­tro Dios es que las personas tengamos vida abundante. Que el reconocer a Jesús en la Eucaristía nos haga reconocerlo también en todos los her­manos, y de modo especial en los que más sufren.

ACTO PENITENCIAL

Para que Jesús nos ayude a ver con ojos y corazón limpios a todos los que sufren a nuestro lado, nos reconocemos pequeños y pecadores, pidiendo perdón:

– Tú, que haces Alianza con las personas, enseñándonos que en seguir­te a Ti está la felicidad. SEÑOR, TEN PIEDAD.

– Tú, que estás presente y real en la Eucaristía, que nos da la fuerza para la vida cristiana. CRISTO, TEN PIEDAD.

– Tú, que nos enseñas a pedir lo que nos conviene, y a descubrir que todo bien procede de Ti. SEÑOR, TEN PIEDAD.

Oración: Ayúdanos, Señor, para que siempre volvamos nuestra vida hacia Ti. Por Jesucristo.

ORACIÓN COLECTA

Dios Padre nuestro, que nos das a tu Hijo para enseñarnos cómo tenemos que quererte a Ti y a las personas; que Jesús, presente en la Eucaristía, nos haga valientes y decididos para reconocer y respetar la grandeza de cada persona. Por nuestro Señor Jesucristo.

LECTURA NARRATIVA

El texto que escuchamos ahora narra el rito con que el pueblo de Is­rael sella la alianza con Dios; se trata de una alianza sellada con sangre de animales, algo que quedará totalmente superado con la entrega de Jesús, con su sangre derramada y que establecerá una nueva y definitiva Alianza entre Dios y la humanidad.

LECTURA APOSTÓLICA

Jesús, Hijo de Dios, ha muerto y ha resucitado; hemos sido salvados por amor, y no hay otra salvación fuera de él. Jesús no media entre Dios y nosotros para llevarnos «delante» de Dios, como en un juicio o un tri­bunal, sino para llevarnos junto a Dios, y así hacernos compartir la mis­ma vida divina.

LECTURA EVANGÉLICA

Marcos nos relata la celebración de la Pascua de Jesús con sus disci­pulos, pero ahora Él es el Cordero que se entrega para darnos vida; Jesús nos da su Cuerpo y su Sangre para sellar la Alianza definitiva; Él es nues­tro alimento de salvación y, ofrecido a todos, nos abre a la esperanza de la mesa junto a Dios.

ORACIÓN DE LOS FIELES

 Unidos en la fe y en el amor, oremos diciendo: PADRE, ESCÚCHANOS.

  1. Por la Iglesia, llamada a dar ante el mundo un buen testimonio del amor de Dios. OREMOS:
  2. Por los niños y niñas que este año participan por primera vez de la Eucaristía. OREMOS:
  3. Por todos aquellos que, en nuestro país y en el mundo entero, viven en la pobreza. OREMOS:
  4. Por los trabajadores y los voluntarios de Cáritas, y por todos los que dedican su tiempo al servicio de los necesitados. OREMOS:
  5. Por nosotros, reunidos en esta iglesia para compartir la Eucaristía de Jesús. OREMOS:

Escucha, Padre, nuestra oración, y haz que tengamos siempre hambre de Jesucristo, pan de vida eterna, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Te presentamos, Señor, el pan y vino que alimentan nuestra vida diaria; envía sobre ellos tu Espíritu Santo y haz que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, que nos invitó a celebrar este Miste­rio que alimenta nuestro espíritu. Por Jesucristo.

PREFACIO

A tu bondad, Dios del Amor y Padre nuestro, queremos elevar un can­to de gratitud en esta celebración y en todo momento de nuestra vida. Con amor paternal nos has llamado a la vida, nos mantienes en ella y nos muestras su verdadero sentido: la promesa de vivir para siempre junto a Ti. Caminantes que no debemos quedar al margen de lo humano, tenernos que dar testimonio de servicio en favor de los hombres y apostar una v otra vez pcr la paz, la justicia y la libertad. Caminantes que, reconocien­do nuest:a fragilidad, debemos dejarnos llenar por la luz de tu palabra y por el Cuerpo y la Sangre del Señor que fortalece la vida de cuantos a Ti acuden con limpio corazón.

Permítenos unirnos a todas las personas que en el mundo te glorifi­can con este himno en tu honor: Santo, Santo, Santo…

ORACION DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Al darte gracias, Señor, por esta celebración, te rogamos que nos ilumines para que, reconociéndote presente en la Eucaristía, la valo­remos como merece, y en ella encontremos fuerza para descubrirte en las personas y en la vida. Por Jesucristo.

Música – Corpus Christi

Entrada: Alrededor de tu mesa; CLN-A-4; Reunidos en el nombre del Señor CLN A9; Que la lengua humana CLN 015

Introito: En latin: Cibavit eos

Misa: De angelis (Canto Gregoriano)

Salmo responsorial y Aleluya: Alzaré la copa de la salvación, invocando tu nombre.

Ofertorio: Te ofrecemos Señor. H8

Comunión: Un mandamiento nuevo.Cantoral; Una espiga dorada CLN 017;  Donde hay caridad y amor :CLN 026; Tú eres, Señor, el pan de vida CLN 041.

Final: El Señor es mi fuerza. CLN 717

Procesión: Alabad al Seño CLN 602; Cantemos al amor de los amores CLN 08; Hombres nuevos CLN 718; De rodillas, Señor; Lauda Jerusalem; Altísimo Señor. No adoréis a nadie.

Recursos – Ofertorio Cuerpo y Sangre de Cristo

LA PRESENTACIÓN DE UNOS GRANOS DE TRIGO Y UN RACIMO DE UVAS

(Esta ofrenda la puede presentar cualquier miembro de la comunidad, aunque sería aconsejable que lo hiciera alguna de las personas que se encargan de la limpieza y de los preparativos antes de cada celebración)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo hoy y te ofrezco uno de tus más maravillosos regalos para con nosotros y nosotras: estos granos de trigo y este racimo de uvas. Con el sudor de su frente los arrancan los agricultores de la tierra. Y, transformados en pan y vino, son el alimento y la bebida más básica, que sacia el hambre y la sed de los hombres y de las mujeres. Tu Hijo los eligió como signo de su Cuerpo y de su Sangre, y nos recuerdan, día a día, tu amor incondicional y su entrega por nosotros y nosotras. Hoy te los traemos, como signo también de los compromisos de esta comunidad, que quiere ser, en medio del mundo, pan y vino que calme las necesidades de las personas.

PRESENTACIÓN DE UNA CUSTODIA O EXPOSITOR

(Uno o una de los o las catequistas de la comunidad es quien puede hacer esta ofrenda. Previamente debe haberse limpiado convenientemente la custodia o el expositor que tenga la comunidad. Servirá también para el rato de adoración al Santísimo que proponemos para la tarde, durante el cual la comunidad puede celebrar las II Vísperas de esta fiesta)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, ya sabes de mi tarea como catequista de esta comunidad. Hoy te ofrezco, en nombre de todos y de todas, esta custodia, que nos sirve para exponer el Cuerpo de tu Hijo y adorarle. En mi servicio, yo expongo el mensaje que tu propio Hijo nos dejó, y lo hago con mis palabras y el testimonio de mi vida, para transmitir, no sólo unos conocimientos intelectuales, sino una forma de vivir la fe. Por otra parte, Tú te has quedado en todos nosotros y en todas nosotras y toda persona es tu imagen, ante la cual debiéramos caer de rodillas, en servicio y adoración. Con esta custodia hoy, queremos expresar nuestros deseos de ser tu manifestación ante los hombres y mujeres y nuestro servicio incondicional y eficaz a los y a las demás.

PRESENTACIÓN DE UN CARNÉ DE DONANTE DE SANGRE

(Lo puede hacer cualquiera de los donantes existente en la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te ofrezco este carné de donante de sangre, que es signo de que Tú, a través del ejemplo que nos diste en tu Hijo Jesucristo, que se entregó por nosotros hasta la muerte en la Cruz, nos pides darnos. Ayúdanos a entender que el seguimiento de tu Hijo exige de nosotros y nosotras vivir la vida como donación, entrega y servicio. Danos fuerzas para poderlo hacer; incluso en medio de este mundo que se ha plegado sobre el individualismo y el egoísmo.

PRESENTACIÓN DE UNA HOGAZA DE PAN Y UNA JARRA DE VINO

(Pueden hacer esta ofrenda los acólitos. Uno de ello dice:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, te ofrecemos este pan y este vino, que Tú mismo nos has regalado y son fruto de la tierra, la vid y el esfuerzo de los hombres y las mujeres y que Tú, por mediación del Espíritu Santo, los conviertes para nosotros en el Cuerpo y la Sangre entregados de tu Hijo. Ellos son la fuerza y el alimento que necesitamos, tanto individualmente como comunidad, para peregrinar por este mundo, a la espera de poder participar un día en el Banquete de tu Reino.

PRESENTACIÓN DE LA COLECTA

(Tras las ofrendas, unas personas de la comunidad se levantan y recogen la COLECTA del dinero. Mientras tanto, la comunidad canta un canto apropiado. Concluida la recogida de la colecta, una de las personas dice:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: : Señor, por mi parte, te traigo y te ofrezco el gesto de solidaridad de toda la comunidad con los más necesitados y necesitadas. Además de darnos, queremos compartir nuestros bienes. Tú nos los has regalado y, sin embargo, los hombres hemos realizado un reparto injusto y, por eso, unos pocos tienen mucho y unos muchos apenas nada. No dejes de tu mano providente a los y a las que Tú has hecho los preferidos y las preferidas de tu amor, y haz crecer en nuestros corazones la exigencia de luchar por la justicia y ser cada vez más solidarios y solidarias con cuantos y cuantas precisan ayuda.

Oración de los fieles – Cuerpo y Sangre de Cristo

El Señor nos ha dado la mayor prueba de amor que podía esperarse. Ante un hecho tan grandioso ponemos en sus manos nuestras peticiones sabiendo que serán escuchadas. Y respondemos:

CONFIAMOS EN TU GRANDEZA, SEÑOR.

1.- Por el Papa Francisco, los obispos, los sacerdotes, los religiosos para que no se cansen nunca de repartir ese pan que sacia, nutre y fortalece a toda la Iglesia. OREMOS

2.- Por todos los que carecen de lo necesario para seguir viviendo: trabajo, casa, educación, formación y no ven un medio para salir adelante; para que encuentren personas que vivan de verdad el mandamiento del amor. OREMOS

3.- Por las familias nacidas del amor; para que cuando salgan a relucir las carencias, las limitaciones, los defectos no dejemos entrar la desilusión ni la rutina y luchemos porque ese amor no decaiga. OREMOS

4.- Para que en el mundo crezca la solidaridad, el entendimiento, el amor y sintamos la necesidad que tenemos unos de otros para hacernos la vida más fácil y más feliz. OREMOS

5.- Por todos nosotros; presentes en la Eucaristía, para que después de conocer el amor de Cristo, no escatimemos esfuerzos a la hora de comprometernos y darnos. OREMOS

Señor, haz que nosotros que hemos conocido el Amor, y hemos compartido tu Cuerpo y tu Sangre, no nos quedemos con los signos externos sino que tratemos de llegar al corazón de Cristo.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén


Padre, que nos entregaste a tu Hijo como víctima y sacerdote, acoge estas súplicas que te presentamos y danos aquello que necesitamos. Repetimos:

ALIMENTA A TU PUEBLO, SEÑOR.

1. – Por el Papa, los obispos y sacerdotes, para que el Señor les acompañe siempre en su labor de mediadores y dispensadores de las gracias del cielo. OREMOS

2. – Por los gobernantes y dirigentes, para nunca dejen de preocuparse por aquellos que están necesitados del pan material. OREMOS

3. – Por los jóvenes para que sean generosos ante la llamada de Cristo a trabajar en su mies. OREMOS

4. – Por todos los que sufren para que la Iglesia sea portadora del Pan de vida y de la Palabra que vivifica. OREMOS

5. – Por las familias cristianas, para que nunca les falte el pan necesario tanto material como espiritual. OREMOS

6. – Por todos aquellos hermanos que otros años celebraron con nosotros esta fiesta y hoy ya no están entre nosotros, para que Dios los acoja en la felicidad eterna. OREMOS

7. – Por todos nosotros y todos los que compartimos la mesa eucarística, para que también un día participemos del banquete eterno. OREMOS

Padre sigue alimentando a tu pueblo con el alimento de tu Hijo, y atiende lo que tu pueblo con fe te implora. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

Amen.

Comentario al evangelio – Martes IX de Tiempo Ordinario

Lo que sentía Ana, la mujer de Tobías es algo que, quizá. Todos hemos sentido. Uno intenta hacer las cosas bien, seguir los mandamientos del Señor, y resulta que o se ríen de uno, o no sale nada como quería, o parece que todo es en vano. Es la experiencia de Job, el hombre que bueno que sufre un mal injusto. No hay fruto en lo que hacemos.

Pero, nos ha dicho el salmo, “el corazón del justo está firme en el Señor”. La historia de Tobías podría llevarse al cine, por la intriga, por la acción, y por el final feliz que tanto gusta en las películas. Y porque es un ejemplo de firmeza, de confianza y de apoyarse en Dios.

Un hombre justo, que cumple con los mandamientos, que entierra a los muertos, como leíamos ayer. Que guarda el ayuno, y que no se merecería lo que le pasa, el quedarse ciego. Pero Dios escribe recto, con renglones torcidos. Hay que confiar en Dios, y no arrepentirnos del bien que hayamos podido hacer.

En el Evangelio, los que querían liar a Jesús acaban liados ellos mismos. La pregunta sobre los impuestos le da pie a Jesús para recordarnos que debemos dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. La doctrina Social de la Iglesia nos recuerda que somos parte de la sociedad, vivimos en ella, y debemos cumplir con las leyes del país en el que nos encontremos. Es una forma, también, de dar testimonio de nuestra fe: ser buenos ciudadanos.

Quizá al ver cómo vive mucha gente, de qué modo se burlan de la ley, comenten delitos y, parece, quedan impunes, nos podemos desalentar como la mujer de Tobías. Los creyentes sabemos que, además de la justicia humana (que a veces no es perfecta) existe la justicia divina. Y a esa no se la puede engañar. De ahí la necesidad de vivir de forma honesta, siendo consecuentes con nuestra fe, y ayudando a que el mundo sea un poco mejor, por lo menos a nuestro alrededor.

Celebramos hoy la memoria de san Justino, mártir. Padre de la Iglesia, filósofo, literato, historiador. Y testigo de cómo vivían (y morían) las primeras comunidades cristianas. A final de un largo camino filosófico de búsqueda de la verdad, llegó a la fe cristiana. Fundó una escuela en Roma, donde iniciaba gratuitamente a los alumnos en la nueva religión, que consideraba como la verdadera filosofía, pues en ella había encontrado la verdad y, por tanto, el arte de vivir de manera recta. Por este motivo fue denunciado y decapitado en torno al año 165, en el reinado de Marco Aurelio, el emperador filósofo a quien san Justino había dirigido una de sus Apologías. (Benedicto XVI)

Que su ejemplo nos anime a ser consecuentes, fieles hasta el final.

Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.