Vísperas – Miércoles IX de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

MIÉRCOLES IX DE TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Amo, Señor, tus sendas, y me es suave la carga
la llevaron tus hombros) que en mis hombros pusiste;
pero a veces encuentro que la jornada es larga,
que el cielo ante mis ojos de tinieblas se viste.

que el agua del camino es amarga…, es amarga,
que se enfría este ardiente corazón que me diste;
y una sombría y honda desolación me embarga,
y siento el alma triste hasta la muerte triste…

El espíritu débil y la carne cobarde,
lo mismo que el cansado labriego, por la tarde,
de la dura fatiga quisiera reposar…

Mas entonces me miras…, y se llena de estrellas,
Señor, la oscura noche; y detrás de tus huellas,
con la cruz que llevaste, me es dulce caminar.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

SALMO 26: CONFIANZA ANTE EL PELIGRO

Ant. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?+

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
+ El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;

y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda ofreceré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?

SALMO 26: CONFIANZA ANTE EL PELIGRO

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.»
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.

Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.

Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.

No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

LECTURA: St 1, 22.25

Llevad a la práctica la ley y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. El que se concentra en la ley perfecta, la de la libertad, y es constante, no para oír y olvidarse, sino para ponerla por obra, éste será dichoso al practicarla.

RESPONSORIO BREVE

R/ Sálvame, Señor,  y ten misericordia de mí.
V/ Sálvame, Señor,  y ten misericordia de mí.

R/ No arrebates mi alma con los pecadores.
V/ Y ten misericordia de mí.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Sálvame, Señor,  y ten misericordia de mí.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

PRECES

Que en todo sea glorificado el nombre del Señor, que atiende a su pueblo elegido con infinito amor. A él suba nuestra oración:

Muestra, Señor, tu caridad.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia:
— guárdala de todo mal y haz que crezca en tu amor.

Que todos los pueblos, Señor, te reconozcan como el único Dios verdadero,
— y a Jesucristo como el Salvador que tú has enviado.

A nuestros parientes y bienhechores concédeles tus bienes,
— y que tu bondad les dé la vida eterna.

Te pedimos, Señor, por los trabajadores que sufren:
— alivia sus dificultades y haz que todos los hombres reconozcan su dignidad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

En tu misericordia, acoge a los que hoy han muerto
— y dales posesión de tu reino.

Unidos fraternalmente, como hermanos de una misma familia, invoquemos a nuestro Padre:
Padre nuestro…

ORACION

Escucha, Señor, nuestras súplicas y protégenos durante el día y durante la noche; tú que eres inmutable, danos siempre firmeza a los que vivimos sujetos a la sucesión de los tiempos y de las horas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Miércoles IX de Tiempo Ordinario

1.- Introducción

Señor, hoy me impresionan tus palabras a los saduceos: ¡Estáis equivocados! Y no se trata de un error cualquiera sino de un error con gravísimas consecuencias: el de vivir sin esperanza, sin ilusión, sin perspectiva de Resurrección. Señor, también hoy día hay muchos, muchísimos hombres y mujeres de este mundo que están contagiados de este mismo error, incluso entre cristianos. Que la luz de tu Resurrección los ilumine y les haga pensar que nuestro Dios no es un Dios de muertos sino de vivos. 

2.- Lectura sosegada del evangelio Marcos 12, 18-27

Se le acercan unos saduceos, esos que niegan que haya resurrección, y le preguntaban: «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno y deja mujer y no deja hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos: el primero tomó mujer, pero murió sin dejar descendencia; también el segundo la tomó y murió sin dejar descendencia; y el tercero lo mismo. Ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos, murió también la mujer. En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer». Jesús les contestó: «¿No estáis en un error precisamente por esto, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios? Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos. Y acerca de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? No es un Dios de muertos, sino de vivos. Estáis en un gran error».

3.- Qué dice el texto bíblico.

Meditación-Reflexión

Me llama poderosamente la atención el pensar que aquellos que preguntan a Jesús eran “saduceos”, colaboracionistas con los romanos y que humanamente vivían muy bien. Aquellos que viven muy bien en esta tierra, ¿están capacitados para hacerle preguntas al cielo? Están muy preocupados por la ley del levirato en la que el hermano del esposo fallecido se podía casar con su cuñada para dar hijos al que había muerto y así  la hacienda no sufriera quebranto alguno. Y uno se pregunta: ¿Qué interesa más: la hacienda o la persona? Por otra parte, en estos matrimonios con las cuñadas no aparece para nada ni el amor, ni la libertad de esas mujeres. Esto me lleva a dar gracias a Dios por el regalo de Jesús. Para él la verdadera riqueza no es la hacienda sino Dios, “el amigo de la vida”. Jesús nos habla de una vida en plenitud: una vida en amor y libertad, una vida abierta a Dios. Nuestro Dios no es un Dios de muertos. A base de ver que la gente llena las iglesias en los funerales, a base de que la gente sólo acude a Dios cuando ya se ve “con la soga al cuello”, se va creando la conciencia de que a Dios sólo lo necesitamos en las situaciones límites de la vida. Y esto no es verdad. Nuestro Dios es un Dios de vida y quiere que disfrutemos de la vida, y, en sus parábolas, nos invita a ver la vida como “una boda” “como un banquete” “como una gran fiesta”. Y esto como anuncio y preámbulo del gran banquete y la gran fiesta del cielo. 

Palabra del Papa

“Si de hecho todo hubiera terminado con su muerte, tendríamos en Él un ejemplo de suprema autonegación, pero esto no podría generar nuestra fe. Él era un héroe. Murió, pero resucitó porque la fe surge de la Resurrección. Aceptar que Cristo está muerto y que murió crucificado no es un acto de fe. Es un hecho histórico. Pero, por otra parte, creer que ha Resucitado, es un acto de fe. Nuestra fe comienza en la mañana de Pascua”. Papa Francisco, 19 de abril de 2017

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra ya meditada. (Guardo silencio)

5.-Propósito: Vivir todo el día de modo que, esté donde esté, y haga lo que haga, siempre contagie vida.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, soy un privilegiado, soy una persona con suerte. Vivo en el Nuevo Testamento y me aprovecho de todas las enseñanzas de Jesús. No tengo que esperar el cielo para poder pasarlo bien. Ya aquí en la tierra puedo vivir saboreando la vida, disfrutando de la vida, y puedo descubrir a un Dios maravilloso, enemigo de la muerte y amigo de la vida. Gracias, Señor, porque ya en esta vida me haces experimentar un “ensayo” de vida eterna.

ORACIÓN EN TIEMPO DE LA PANDEMIA

Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud, en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén

Lectura continuada del evangelio de Mateo

Mateo 6, 1-6

61«Cuidad de no hacer vuestra justicia delante de la gente para ser vistos por ella. Si no, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial.

2Así que, cuando hagas limosna, no lo anuncies a toque de trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para ser alabados por la gente. En verdad os digo que ya reciben su recompensa.
3, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; 4así, tu limosnaquedará en secreto y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

5Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos por la gente. En verdad os digo que ya reciben su recompensa.
6, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto y cierra tu puerta, para orar a tu Padre que está en lo secreto y tuPadre, que ve lo secreto, te recompensará.

Las expresiones «justicia» (6,1), «delante de la gente» (6,1) y «Padre celestial» (6,1) unen la perícopa con 5,16 y 20, y el verbo «aparecer» (6,16.19) con 6,20-24. Se comprueba otra vez que el evangelista combina las secciones entre sí. Se prolonga el tema de la «justicia» propuesto en 5,20. Además, la palabra «hipócrita» y especialmente la expresión «para ser vistos por ellos» (6,1) constituyen una «señal» que apunta al capítulo 23: ahí se producirá el ajuste de cuentas definitivo con los hipócritas. Los versículos 2-4, 5-6 y 16-18 forman una composición cerrada que consta de tres estrofas. Cada estrofa contiene una parte negativa y otra positiva. La parte negativa y positiva incluyen cada una: 1) la referencia a una situación (limosna, oración, ayuno), 2) una prohibición o un mandato, 3) una indicación de intenciones, y 4) la promesa divina o la frase con «amén» que la rechaza. Cada advertencia (parte negativa) incluye una comparación con los «hipócritas»; por eso es siempre algo más extensa que la correlativa positiva. El lenguaje es una prosa rigurosamente articulada, sin ningún elemento poético; solo encontramos correspondencias. La última exhortación, referida al ayuno rectamente entendido, es algo más extensa, como corresponde a una conclusión. Las tres estrofas aparecen marcadas por los mismos contrastes: público-secreto; la gente-el Padre; recompensa actual («reciben su recompensa») y recompensa futura («el Padre… recompensará). La fuerza lingüística es impresionante: la metáfora extrema de la trompeta (v. 2), el juego de palabras «aparentar-aparecer» en v. 16, o la incisiva fórmula «reciben su recompensa» delatan a un verdadero maestro. Varias expresiones proverbiales han pasado de este texto a nuestro lenguaje cotidiano: también esto revela su fuerza lingüística.

  • El versículo introductorio es un título sintético. Su función es doble. Primero, generalizar. Limosna, oración y ayuno son ejemplos que expresan la relación adecuada con Dios. «Justicia» significa de nuevo el obrar humano acorde con lo que Dios, el Padre celestial, quiere. Se puede traducir aquí por «religiosidad» o «piedad». Segundo, inserta la sección en su contexto. Apunta a 23,5 y asegura de antemano la dimensión exhortativa del gran discurso contra fariseos y escribas. Pero remite sobre todo a 5,20, de donde retoma el término «vuestra justicia». Los lectores recuerdan aún, por 5,20, a los fariseos y escribas. Los incluirán entre los «hipócritas». Así, dentro del macrotexto del evangelio de Mateo nuestro texto es una pieza básica en la gran polémica con la parte principal del judaísmo, dominada por los fariseos y escribas.
  • Siguen tres ejemplos: se trata de formas expresivas de religiosidad judía que fueron también fundamentales en las comunidades cristianas. La primera estrofa trata de la limosna privada. «Limosna» tiene el significado general de «misericordia» y el específico de «beneficencia». En aquella época no existía aún en la sinagoga la asistencia a los pobres organizada a nivel comunitario, sino que la ayuda a los pobres se hacía según el criterio de cada uno. Por eso se insistía en recomendar la beneficencia. Así se llegó a abusar de la práctica de la limosna, instrumentalizándola para favorecer la propia imagen pública, pero no se tocaba la trompeta en las sinagogas o en las calles: el texto emplea una fórmula irónica, recurriendo a una metáfora frecuente. El texto califica de hipocresía este tipo de beneficencia caricaturizada hiperbólicamente. «Hipócrita» es un término neutro en griego y significa «actor teatral». En el ámbito de la ética, adquiere un sentido negativo; designa a la persona que es o hace cosas distintas de lo que dice. El texto no ataca la conducta sino la actitud: reprocha a los que dan limosna el no hacerlo por amor al prójimo o por Dios, sino por amor a sí mismos. Ellos ya han recibido su paga… con el honor que se les tributa. En los vv. 3-4, se formula la posición contraria en términos igualmente extremos e hiperbólicos: la mano izquierda no debe saber lo que hace la derecha. Esta imagen, convertida en frase hecha, significa que nadie, ni el familiar más próximo, necesita enterarse de tu limosna. La beneficencia se hace delante de Dios, ante quien nada se oculta y que -de nuevo un pensamiento judío- manifestará, premiará o castigará en el juicio final las obras ocultas. La perspectiva es la del juicio escatológico conforme a las obras realizadas.
  • La segunda estrofa versa sobre cómo orar correctamente. En el judaísmo el lugar para orar es preferentemente la sinagoga. Pero se puede orar, en principio, en cualquier lugar. El texto se refiere a las oraciones periódicas: oración de la mañana, del mediodía y de la noche. Los momentos de oración no estaban fijados con exactitud, por eso llamaban la atención los orantes que se dejaban ver en las esquinas de las calles. La instrucción positiva aparece de nuevo en lenguaje figurado y expresivo: «entra en tu cuarto». «Cuarto» (tameion) es propiamente la despensa que existía en la casa de labranza palestina; pero designa en un sentido más amplio una habitación oculta, una alcoba, que no es visible desde la calle. Lo que se intenta aquí es extremar con hipérboles la actitud correcta en la oración, ya que ésta puede convertirse en recurso para una auto-exhibición religiosa. La oración debe dirigirse a Dios, al que designa de nuevo como Padre, el Dios de Jesús. Es muy desorientadora la afirmación de que él recompensará la oración correcta, afirmación que «debemos» a la simetría de las estrofas. El texto versa sobre el orante y no sobre la oración; por eso no ataca ningún tipo de oración comunitaria. En la perspectiva de este texto concreto y ejemplar cabe afirmar que la oración nunca debe estar al servicio de otros fines que el de hablar con Dios.
  • La tercera estrofa sobre el ayuno esboza con rasgos extremos al contramodelo: el hipócrita. El término que traducimos por «que desfiguran su rostro» significa literalmente «de mirada sombría» y es una palabra que suele aplicarse en la literatura helenística a practicantes de cultos extraños y llamativos. Sugiere vestir un sayal burdo, dejar de perfumarse y esparcir ceniza en la cabeza, usos que se practicaban en casos de ayuno público solo en situaciones extremas; por ejemplo, en tiempo de sequía. Pero nuestro texto se refiere al ayuno individual como expresión de tristeza, de arrepentimiento, como acto de humildad o para el reforzamiento de la oración, y por eso era bastante popular. Cuando se practicaba el ayuno privado de modo tan extremo, el sujeto podía adquirir fama de santo. Frente a esa actitud, el texto enseña a lavarse la cara y perfumarse durante el período de ayuno. No es tan importante saber si esta recomendación tiene un sentido hiperbólico, como en las estrofas anteriores o se refiere simplemente a la higiene diaria: al igual que en las estrofas anteriores, no se trata tanto de una instrucción concreta, sino de la actitud fundamental de discreción y reserva en prácticas religiosas. El oyente mismo tiene que indagar el sentido concreto de ese «lavarse y perfumarse». Tales «fórmulas cruciales» y sorprendentes apelan de nuevo a su fantasía creativa y a su libertad. En este sentido se ajustan al estilo de Jesús, no sólo formalmente, sino en el contenido.
  • En el conjunto de las estrofas es donde más ahonda el evangelista en su noción de justicia. La justicia cristiana debe ser superior a la de los escribas y fariseos (5,20) no sólo en el aspecto cuantitativo de cumplimiento de la ley (5,20) ni sólo en la radicalidad de la obediencia (5,21- 48), sino también en la dimensión interna, en la intención y la actitud básica. Después de haber expuesto en el capítulo 5 cuál es la voluntad de Dios, el capítulo 6 trata de preservar a aquel que hace la voluntad divina de un peligro que le acecha precisamente a él. Dicho en palabras de D. Bonhoeffer: el capítulo 6 «conecta… directamente con esta “sobreabundancia” (5,20.47) y la desvela en su ambigüedad… La llamada a lo extraordinario es el grande, el inevitable peligro del seguimiento». Mateo fue muy consciente del peligro que acecha a las buenas obras. En este sentido, el capítulo 6 no pasa a otro tema, como sería la piedad o las prácticas religiosas, sino que aborda la cara interna de la misma justicia que expuso en las antítesis. En este mismo sentido, Mt 6,1-18, con el Padrenuestro en el centro, y no 5,21-48, constituye el punto culminante del sermón de la montaña. Este centro del sermón de la montaña supone un gran acercamiento de posiciones entre Mateo y Pablo. También en Mateo encontramos la idea de que una obra humana no se califica por su coincidencia con las exigencias de Dios, sino únicamente por la rectitud del corazón. Es clara la analogía con la idea paulina de que la justicia en cuanto justicia propia puede ser pecado delante de Dios (Rm 9,30- 10,3). Para la comprensión del evangelio de Mateo es de la máxima importancia el hecho de que el evangelista, preocupado por la cuestión de la obediencia integral y no sólo externa a la voluntad de Dios, reflexione sobre el tema de la recta orientación del corazón como problema decisivo de la justicia «sobreabundante». Más importante aún es que Mateo destaque precisamente en este contexto la oración como núcleo decisivo de la obediencia y de la justicia. Si la tradición que recibió Mateo yuxtaponía con razón la limosna, la oración y el ayuno, el propio Mateo destaca la oración como centro de la vida cristiana.

Comentario – Miércoles IX de Tiempo Ordinario

(Mc 12, 18-27)

Los saduceos eran uno de los grupos del judaísmo de la época de Jesús, permanentemente enfrentados con los fariseos. Ellos se atenían sólo a lo que enseñaban los primeros cinco libros de la Biblia y rechazaban todos los demás. Además, despreciaban todas las tradiciones populares que se comunicaban de manera oral. Por eso, ellos rechazaban muchas creencias populares defendidas por los fariseos. Por ejemplo, negaban que hubiera una vida después de la muerte, que hubiera una resurrección. Ellos seguían con una doctrina muy antigua que sostenía que el hombre era premiado o castigado en esta vida, y por eso los ricos eran los bendecidos por Dios. Ellos mismos pertenecían a las familias más ricas.

En este texto ellos intentan ridiculizar la fe en una vida después de la muerte poniendo el caso de una mujer que se casó siete veces, y se imaginaban a los siete esposos en la vida eterna peleando por la mujer.

Pero Jesús, que era tan duro con los defectos de los fariseos, esta vez se pone de su parte y defiende la fe en la vida eterna. Hace ver a los saduceos que en la vida eterna nadie necesita poseer nada ni tener una mujer como propia, porque allí vivimos liberados de todo dominio, ya que por el poder de Dios recibimos todo lo que necesitamos para ser felices.

Y Jesús defiende la fe en la vida eterna a partir de la verdadera imagen de Dios: él es un Dios de vivos que comunica la vida permanentemente, y por eso él puede regalar a sus hijos amados una vida que nunca se acaba.

Oración:

«Te adoro a ti Señor, tu que eres un Dios de vivos, lleno de vitalidad y poder, que te gozas comunicando la vida a tus hijos y no los abandonas en poder de la muerte. Concédenos que sepamos valorar ese llamado a la vida eterna».

 

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

Gaudium et Spes – Documentos Vaticano II

La carrera de armamentos

81. Las armas científicas no se acumulan exclusivamente para el tiempo de guerra. Puesto que la seguridad de la defensa se juzga que depende de la capacidad fulminante de rechazar al adversario, esta acumulación de armas, que se agrava por años, sirve de manera insólita para aterrar a posibles adversarios. Muchos la consideran como el más eficaz de todos los medios para asentar firmemente la paz entre las naciones.

Sea lo que fuere de este sistema de disuasión, convénzanse los hombres de que la carrera de armamentos, a la que acuden tantas naciones, no es camino seguro para conservar firmemente la paz, y que el llamado equilibrio de que ella proviene no es la paz segura y auténtica. De ahí que no sólo no se eliminan las causas de conflicto, sino que más bien se corre el riesgo de agravarlas poco a poco. Al gastar inmensas cantidades en tener siempre a punto nuevas armas, no se pueden remediar suficientemente tantas miserias del mundo entero. En vez de restañar verdadera y radicalmente las disensiones entre las naciones, otras zonas del mundo quedan afectadas por ellas. Hay que elegir nuevas rutas que partan de una renovación de la mentalidad para eliminar este escándalo y poder restablecer la verdadera paz, quedando el mundo liberado de la ansiedad que le oprime.

Por lo tanto, hay que declarar de nuevo: la carrera de armamentos es la plaga más grave de la humanidad y perjudica a los pobres de manera intolerable. Hay que temer seriamente que, si perdura, engendre todos los estragos funestos cuyos medios ya prepara.

Advertidos de las calamidades que el género humano ha hecho posibles, empleemos la pausa de que gozamos, concedida de lo Alto, para, con mayor conciencia de la propia responsabilidad, encontrar caminos que solucionen nuestras diferencias de un modo más digno del hombre. La Providencia divina nos pide insistentemente que nos liberemos de la antigua esclavitud de la guerra. Si renunciáramos a este intento, no sabemos a dónde nos llevará este mal camino por el que hemos entrado.

Comentario – Cuerpo y Sangre de Cristo

Oración preparatoria

Señor Jesucristo, nos diste tu Palabra, y quisiste permanecer para siempre con los tuyos y nos regalaste tu presencia en el Pan y en el Vino, concédenos:

• reconocerte y adorarte en esos signos de tu amor,

• y alimentarnos de la mesa de tu Palabra y de la mesa de Pan y de vino que nos fortalecen y nos realimentan para el caminar de nuestra vida.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. AMEN.

Mc 14, 12-16. 22-26

«12El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba [el cordero de] la Pascua, le dicen sus discípulos: “¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas [el cordero de] la Pascua?”.

13Y envía a dos de sus discípulos y les dice: “Id a la ciudad y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua: seguidlo; 14y allí donde entre decidle al dueño: ‘El Maestro dice: ¿dónde está mi habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?’. 15Os mostrará una sala grande en el piso de arriba, preparada con divanes: preparad allí para nosotros”.

16Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, encontraron como les había dicho y prepararon [la cena de] la Pascua.

22Y mientras estaban comiendo, tomando pan y bendiciéndolo, lo partió y se lo dio, y dijo: ‘Tomad, esto es mi cuerpo’. 23Y tomando una copa, dando gracias, se la dio y todos bebieron de ella. 24Y les dijo: ‘Ésta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. 25En verdad os digo que ya no beberé del fruto de la vid hasta el día aquel cuando lo beba nuevo en el Reino de Dios’.

26Y, después de cantar los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos».

¡PALABRA DEL SEÑOR!

CONTEXTO

El texto evangélico recoge la institución de la eucaristía en el evangelio de Mc, en sus preparativos y su ejecución. Está precedido por el episodio de la mujer que unge a Jesús en casa de Simón el leproso (14,3-9) y la traición de Judas (14,10- 11). En medio del texto litúrgico se sitúa el anuncio de la traición que Jesús hace a sus discípulos (14,17-21), y al texto litúrgico sucede la predicción que Jesús hace del escándalo general de los discípulos (14,27-31). Es un momento, no sólo de máxima gravedad para la vida de Jesús, sino de acrisolamiento de la condición discipular. Marcos es osado: presenta la institución de la eucaristía entre la traición de uno y el escándalo de todos, discípulos siempre.

 
 
TEXTO – ELEMENTOS A DESTACAR

Está formado por dos perícopas distintas: la primera corresponde a los preparativos de la cena de Pascua (vv. 12-16). Tiene tres partes: en la primera, los discípulos se ponen a disposición de Jesús para preparar la cena de Pascua (v. 12); la parte central recoge las disposiciones dadas por Jesús (vv. 13-15); al final, la ejecución de las órdenes dadas (v. 16). Sobresalen la insistencia en la preparación (preparar la Pascua —> preparar la Eucaristía) y el papel de los discípulos (esos que van a traicionar o a escandalizarse de/por Jesús, lo que crea una gran tensión narrativa en el lector/oyente del evangelio, para servir de ‘espejo’ o de ‘contraejemplo’). Un elemento interesante es el ‘hombre con el cántaro de agua’, que se interpretó desde antiguo como una imagen del bautismo (agua), puerta de acceso a la eucaristía (cena pascual).

La segunda perícopa corresponde a la cena propiamente dicha, que es para nosotros el relato fundacional de la Eucaristía (vv. 22-25), totalmente centrada en las acciones y palabras de Jesús. El v. 26 forma ya transición de la siguiente perícopa, en la que Jesús preanuncia el escándalo general de los discípulos que culmina en la huida de todos ellos (14,50, cf. en oposición 1,18). Destaca la sucesión de acciones y palabras de Jesús, y básicamente el comer y beber, un pan que nos hace parte de/con Jesús en su persona (hijos de Dios en el Hijo), en su misión (el anuncio del Reino de Dios) y en su destino (la entrega de la propia vida). Un elemento interesante: la sala está dispuesta (preparada), pero los discípulos deben prepararla aún. ¿Cómo entender esto? Aquí podemos encontrar la profundidad teológica de Marcos: la Eucaristía es un don, pero también es una misión. Los discípulos son los que preparan los lugares para el encuentro con el Maestro, los que comparten vida, misión y destino con él; entonces y también hoy.

 
 

Paso 1 Lectio:¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio:¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio:¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio:¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis – Cuerpo y Sangre de Cristo

Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo

Éxodo 24, 3-8; Salmo 115; Hebreos 9, 11-15; Marcos 14, 12-16. 22-26

El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le preguntaron a Jesús sus discípulos: “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?” Él les dijo a dos de ellos: “Vayan a la ciudad. Encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo y díganle al dueño de la casa en donde entre: ‘El Maestro manda preguntar: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?’ Él les enseñará una sala en el segundo piso, arreglada con divanes. Prepárennos allí la cena”. Los discípulos se fueron, llegaron a la ciudad, encontraron lo que Jesús les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen: esto es mi cuerpo”. Y tomando en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias, se la dio, todos bebieron y les dijo: “Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Yo les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”. Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos.

Reflexión

La fiesta de los panes Ázimos (sin levadura) fue instituida para conmemorar la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto y duraba 7 días. El 1er día sacrificaban el cordero pascual como en Egipto. Jesús manda a 2 discípulos a ir a la ciudad y buscar un hombre con un cántaro de agua, seguirlo y pedir del dueño de la casa tener la cena de Pascua allí. ¿Cómo sabía Jesús que encontrarían a ese hombre? (Jesús es Dios y lo sabe todo.) En la cena, Jesús bendice el pan y dice, “Tomen: esto es mi cuerpo.” ¿Cómo puede un pan ser el cuerpo de Jesús? (Jesús es Dios, que es todopoderoso; El hace un milagro y cambia la sustancia del pan a su cuerpo, aunque la apariencia no cambia-La Transustanciación) Después, Jesús toma el vino y dice, “Esta es mi sangre” (Jesús hace el mismo milagro con el vino.) Jesús continua: “sangre de la alianza, que se derrama por todos.” ¿Que es una alianza? (En el Antiguo Testamento, una alianza es una entrega de una persona a otra haciéndose familia. Jesús quiere que seamos familia. Para sellar las alianzas se sacrificaba un animal. Jesús se entrega como sacrificio perfecto para que sea una alianza perfecta y eterna. Por eso derrama su sangre por nosotros.) ¿Cuándo recibes el pan y el vino en la misa, crees que es Jesús quien recibes? ¿Qué te gustaría decirle a Jesús? Compartir.

Actividad

En la siguiente página, hacer cruz de las Prefiguraciones de la Eucaristía pegando a óvalos de cartulina los dibujos coloreados y los escritos detrás. En la otra página, hacer tarjeta de la Eucaristía con carta a Jesús.

Oración

Señor Jesús, tú nos alimentas cada día con pan material para crecer saludables y con tu cuerpo y sangre en la Eucaristía para fortalecernos y crecer espiritualmente. Enséñanos a ser generosos unos con otros. Quédate siempre con nosotros y enséñanos a servirte siempre con amor. Amen14

¿Qué me quiere hoy decir Jesús?

Institución de la Eucaristía – Marcos 14, 12-16.22-26

El primer día de los ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: – ¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la Pascua? El envió a dos discípulos, diciéndoles: – Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua seguidlo, y en la casa en que entre, decidle al dueño: «El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?» Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arregladla con divanes. Preparadnos alli la cena. Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les habían dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: -Tomad, esto es mi cuerpo. Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dió y todos bebieron. Y les dijo: – Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta que beba el vino nuevo en el Reino de Dios. Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.

Explicación

Esta fiesta que llamamos “del Corpus”, la celebramos para dar gracias Jesús, porque en la Ultima Cena, hizo un gesto que llenó de asombro a sus amigos. Tomó un trozo de pan y se lo dio diciendo: “Tomad y comed. Es mi cuerpo que se entrega por vosotros”. Luego tomó una copa con vino y se la dio diciendo: “ Tomad y bebed todos, porque es la copa de mi sangre que se derrama por vosotros”. Y añadió: “ Haced esto para recordarme».

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

Domingo «Cuerpo y sangre de Cristo»  (Mc.14,12-16.22-26)

NARRADOR: Faltaban dos días para celebrar la gran fiesta de los judíos: la Pascua y los Ácimos. Los ácimos son los panes sin levadura que los judíos comían durante siete días para conmemorar su liberación de la esclavitud de Egipto, ocasión en que se celebró la primera Pascua. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo detener a Jesús con engaño y después matarlo… Sus discípulos le dicen

DISCÍPULO 1: ¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas la Pascua?

JESÚS: Id a la ciudad. Allí encontraréis a un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle…

DISCÍPULO 2: Maestro, ¿estás jugando a un acertijo?

JESÚS: Todavía no he acabado…
Cuando lleguéis a la casa preguntad por el dueño y decidle: El Maestro quiere saber ¿cuál es la sala donde he de comer con mis discípulos la cena de Pascua? Él os mostrará en el piso alto una habitación grande, dispuesta y arreglada. Preparad allí la cena para nosotros.

DISCÍPULO 1: Si ya lo sabes, para qué nos mandas… Pero tú eres el Maestro y te haremos caso.

NARRADOR: Los discípulos salieron y fueron a la ciudad. Lo encontraron todo como Jesús les había dicho, y prepararon la cena de Pascua. Mientras cenaban, Jesús tomó en sus manos el pan, y dando gracias a Dios lo partió y se lo dio a ellos, diciendo:

JESÚS: Tomad, este es mi cuerpo

NARRADOR: Ellos lo cogieron y lo comieron…
Luego tomó en sus manos una copa, y dando gracias a Dios se la pasó a ellos, y todos bebieron. Y les dijo:

JESÚS: Esto es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios.

DISCÍPULO 2: Maestro, ¿estás bien? ¿Comer tu carne, beber tu sangre? ¿Cómo es posible eso?

DISCÍPULO 1: Pues a mí… me parece que sus palabras tienen algún significado que no entendemos.

NARRADOR: Después de cantar los salmos, se fueron al monte de los Olivos.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles IX de Tiempo Ordinario

Un justo puede tener momentos de debilidad. Un bajón le da a cualquiera. Una “depre” te puede visitar cuando menos te lo esperas. Tobías cede ante la presión del entorno. Sara no puede seguir viviendo con la “afrenta” de que se le mueran todos los maridos. Se quieren morir. Se puede entender su estado.

Pero el justo sabe decir: “A ti, Señor, levanto mi alma”. Tobías se pone en manos de Dios. “Haz ahora de mí lo que te guste”. Sara reza, para que cese su tormento. “Extendió las manos hacia la ventana y rezó”. Ojalá nosotros sepamos siempre también reaccionar así cuando nos dé el bajón. Que se lo sepamos aconsejar también a los amigos que andan “de capa caída”. El poder de la oración es inabarcable.

El justo sabe decir: “haz ahora de mí lo que te guste.” Qué buena forma de ponerse en las manos de Dios. Resuenan, en las palabras de Tobías, las palabras de Jesús en Getsemaní, cuando aceptó el cáliz que no le hacía mucha gracia beber. Un ejemplo más para que imitemos en los momentos difíciles.

Sobre los maridos hablaban con Ana. Y de maridos hablan también con Jesús. Los que le quieren provocar salen también escaldados. Porque se quedan en la anécdota, parten de sus prejuicios, y no están dispuestos a modificar sus creencias. No van a dialogar, quieren comprometer a Jesús, ponerle en situación difícil. Otra vez, podemos pensar en la forma que tenemos de hablar con los demás. ¿Cómo me dirijo a los otros? ¿Dialogamos, imponemos, discutimos, escuchamos?

Jesús les da donde más les duele, atacando con Abrahán, Moisés, Isaac y Jacob. Los cimientos de su fe hebrea. Les invita a creer en un Dios de vida, no de muerte. Y a darse cuenta de que, después de la muerte, todo será diferente. Seremos como ángeles, y no habrá ya problemas conyugales. Nos cuesta imaginarnos un mundo así, tendemos a traducirlo todo – incluso la vida después de la muerte – según nuestros planteamientos. Jesús le da la vuelta a todo, como lo hizo con la concepción del poder y del servicio, con la familia, con la situación de la mujer, con la actitud ante los niños, y trata de ponerlos en el camino correcto. Vida eterna, vida según los planes de Dios. Vida que exige abrir nuestras mentes y nuestros corazones a otros planteamientos.

Que sepamos estar abiertos a la Palabra, que, a veces, nos llega en palabras humanas. Que no seamos rígidos, que Jesús no se vea obligado a decir: “estáis muy equivocados”.

Alejandro, C.M.F.