Vísperas – San Carlos Luanga y compañeros

VÍSPERAS

SAN CARLOS LUANGA Y COMPAÑEROS, mártires

 

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Pléyade santa y noble de mártires insignes,
testigos inmortales del Cristo victimado;
dichosos, pues sufristeis la cruz de vuestro Amado
Señor, que a su dolor vuestro dolor ha unido.

Bebisteis por su amor el cáliz de la sangre,
dichosos cirineos, camino del Calvario,
seguisteis, no dejasteis a Jesús solitario,
llevasteis vuestra cruz junto a su cruz unida.

Rebosa ya el rosal de rosas escarlatas,
y la luz del sol tiñe de rojo el alto cielo,
la muerte estupefacta contempla vuestro vuelo,
enjambre de profetas y justos perseguidores.

Vuestro valor intrépido deshaga cobardías
de cuantos en la vida persigue la injusticia;
siguiendo vuestras huellas, hagamos la milicia,
sirviendo con amor la paz de Jesucristo. Amén.

SALMO 29: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO EN PELIGRO DE MUERTE

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

Señor, Dios mío, a ti grité,
y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.

Yo pensaba muy seguro:
«no vacilaré jamás»
Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.

A ti, Señor, llamé,
supliqué a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?

¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.»

Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi lengua sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

SALMO 31: ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR PERDONADO

Ant. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso e hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.

Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto un fruto seco.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.

— Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.

No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.

Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: EL JUICIO DE DIOS

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

LECTURA: Rm 8, 28-30

Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe —de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego— llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.

RESPONSORIO BREVE

R/ El Señor nos alimentó con flor de harina.
V/ El Señor nos alimentó con flor de harina.

R/ Nos sació con miel silvestre.
V/ Con flor de harina.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ El Señor nos alimentó con flor de harina.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

PRECES

Invoquemos a Dios, nuestro refugio y nuestra fortaleza, y digámosle:

Mira a tus hijos, Señor.

Dios de amor, que has hecho alianza con tu pueblo,
—haz que recordemos siempre tus maravillas.

Que los sacerdotes, Señor, crezcan en la caridad
—y que los fieles vivan en la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.

Haz que siempre edifiquemos la ciudad terrena unidos a ti,
—no sea que en vano se cansen los que la construyen.

Manda, Señor, trabajadores a tu mies,
—para que tu nombre sea conocido en el mundo.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

A nuestros familiares y bienhechores difuntos dales un lugar entre los santos
—y haz que nosotros un día nos encontremos con ellos en tu reino.

Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…

ORACION

Señor, Dios nuestro, tú haces que la sangre de los mártires se convierta en semilla de nuevos cristianos; concédenos que el campo de tu Iglesia, fecundo por la sangre de san Carlos Luanga y de sus compañeros, produzca continuamente, para gloria tuya, abundante cosecha de cristianos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Jueves IX de Tiempo Ordinario

1.- Oración introductoria.

Señor, hoy llego a la oración consciente de que se trata de un tema muy importante: el amor. En otros temas, me puedo permitir el lujo de equivocarme, pero en este no. Dame la gracia de entender que no se pueden vivir estos mandamientos por separados. Son como vasos comunicantes y si sube uno debe ponerse el otro al mismo nivel. Nunca como aquí la ascética debe ir penetrada de la mística. Dejarme amar por Ti es mística, me encanta; amar a los demás sólo con un amor humano, es ascética, me cuesta, me cansa. Sólo puedo amar de corazón los hermanos cuando me he sentido antes amado por Ti. Que yo no rompa lo que Tú has unido.

2.- Lectura reposada de la Palabra: Marcos 12, 28-34

En aquel tiempo, uno de los letrados se acercó a Jesús y le preguntó: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús le contestó: El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos. Le dijo el escriba: Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios. Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: No estás lejos del Reino de Dios. Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.

3.- Qué dice el texto bíblico.

Meditación-reflexión

En el evangelio se nos habla de dos mandamientos: el amor a Dios y el amor al hombre. Estos dos mandamientos estaban ya en el A.T. pero en libros distintos. El primero es el famoso Semá que recita todo judío al levantarse”.  “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Dt. 6,5). El segundo se encuentra en el libro del Lev. 19,18: “Amarás al prójimo como  ti mismo”.  Y nos preguntamos: Si ya existían estos dos mandamientos en el A.T ¿qué novedad aporta Jesús? La gran novedad consiste en juntarlos de modo que se haga entre ellos una especie de “vasos comunicantes”. ¿Crece el amor de Dios? Automáticamente crece el amor a los hermanos. Y al contrario. Desde ahora ya no se puede amar a Dios sin amar también al hombre. Y si no basta amar a Dios con el corazón sino con todo el corazón; si no basta amar a Dios con el alma, sino con toda el alma; si no basta amar a Dios con desgana sino “con todas las fuerzas”, el amor a los hombres debe también tener estas mismas características. Y nos preguntamos: ¿es esto posible? Desde un punto de vista humano no es posible. Necesitamos que Dios nos ayude. Necesitamos que sea el mismo Jesús quien nos ayude a amar como Él nos amó. Por eso los cristianos no amamos para ser amados, sino porque somos amados.  Sólo cuando “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Ro. 5,5) estamos capacitados para amarnos “como Él nos amó”.   

Palabra del Papa

Para conocer a Dios nuestro intelecto, la razón es insuficiente. Dios se conoce totalmente en el encuentro con Él, y para el encuentro la razón no basta. Hace falta algo más: ¡Dios es amor! Y sólo por el camino del amor puedes conocer a Dios. Amor razonable, acompañado de la razón. ¡Pero amor! ‘¿Pero cómo puedo amar lo que no conozco?’; ‘Ama a los que tienes cerca’. Y esta es la doctrina de los dos mandamientos: El más importante es amar a Dios, porque Él es amor; Pero el segundo es amar al prójimo, pero para llegar al primero debemos subir los escalones del segundo: es decir, a través del amor al prójimo llegamos a conocer a Dios, que es amor. Sólo amando razonablemente, pero amando, podemos llegar a este amor. Es por eso que debemos amarnos los unos a los otros, porque el amor es de Dios y quien ama ha sido engendrado por Dios. Para conocer a Dios hay que amar. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 8 de enero de 2015, en Santa Marta).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto bíblico ya meditado. (Silencio)

5.-Propósito: Hoy voy a rezar para poder amar a mis hermanos como Dios quiere que los ame.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, al acabar hoy mi oración, me quedo sorprendido de la hondura, belleza y magnanimidad de tus sueños sobre nosotros, pobres criaturas. No te has limitado a crearnos a “tu imagen y semejanza” sino que nos has enviado tu Espíritu Santo que nos capacita para poder amarnos como Tú nos amas. Y, como ya estamos capacitados para amarnos de esa manera tan sublime y tan divina, puedes despedirte de nosotros con este mandato: “Amaos unos a otros como Yo os he amado”. ¡Gracias, Señor, por tanto amor!

ORACIÓN EN TIEMPO DE LA PANDEMIA

Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud,  en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén

Misión de los Ángeles Custodios (Ángeles Custodios)

Los ángeles, además de llevar a Dios nuestras noticias traen los auxilios de Dios a nuestras almas y las apacientan como buenos pastores, con comunicaciones dulces e inspiraciones divinas. Dios se vale de ellos para comunicarse con nosotros. Los ángeles nos defienden de los lobos, que son los demonios, y nos amparan (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 2, 3).

Son los embajadores de Dios con los hombres, y los embajadores de Dios con los hombres. No solamente son los ángeles de Dios, sino también los ángeles de los hombres. Ángeles, es decir enviados: son, pues, los ángeles de Dios porque Él nos los envía para asistirnos; son los ángeles de los hombres, porque nosotros los volvemos a enviar para obtener su misericordia. vienen a nosotros cargados con sus dones, vuelven cargados con nuestros votos; descienden para conducirnos, suben para llevar a Dios nuestros deseos y nuestras buenas obras (BOSSUET, Sermón para la fiesta de los santos ángeles custodios, Lebarq, Oeuvres oratoires de Bossuet, tomo III, Desclée de Brouwer, 1927, pp. 95-97)

(El ángel custodio) vela sobre nosotros, incansable y cuidadoso (SAN BERNARDO, Sermón 171. 11, sobre el Salmo 90).

Te pasmas porque tu Angel Custodio te ha hecho servicios patentes. – Y no debías pasmarte: para eso le colocó el Señor junto a ti (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Camino, n. 565).

Los hombres pueden desoír las inspiraciones que les dan invisiblemente los ángeles buenos, iluminándolos para obrar el bien; pero queda intacto el libre albedrío: de ahí que el perderse los hombres no se ha de atribuir a la negligencia de los ángeles, sino a la malicia de los hombres (SANTO TOMAS, Suma Teológica 1, q. 113, a. I ad 2).

¿Cuántos ángeles se podrá creer estarán encargados de ir agrupando a todos los hijos de Israel en torno a quien los ama individualmente, y de congregar a los dispersos junto al Salvador de los que temen e invocan, prestando un servicio mayor incluso que el de los apóstoles en orden al crecimiento y expansión de la Iglesia, hasta el punto de que el mismo San Juan en el Apocalipsis llegue a decir que algunos ángeles están al frente de las Iglesias? (ORIGENES, Trat. de la oración, 10, 3).

(Los ángeles) cuando vienen a desempeñar algún encargo entre nosotros, toman nombre del cargo mismo que desempeñan. Así pues, Miguel significa «quién como Dios», Gabriel «fortaleza de Dios» y, por último, Rafael «medicina de Dios» (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 34 sobre los Evang.).

Comentario – Jueves IX de Tiempo Ordinario

(Mc 12, 28-34)

Un maestro de la Ley judía pregunta a Jesús cuál es el mandamiento más importante. Porque las costumbres religiosas se habían complicado excesivamente a causa de la multitud de normas que exigían las tradiciones, y ni siquiera era posible recordar todas esas normas (los rabinos tenían 613 preceptos).

La pregunta le sirve a Jesús para mostrar dónde debe estar nuestro principal empeño: en el amor, que es al mismo tiempo amor a Dios con todo el ser y amor al prójimo como a uno mismo. Jesús resalta esta síntesis al decir que «no hay mandamiento mayor que éstos», y el maestro de la Ley le da la razón diciendo que el amor «vale más que todos los holocaustos y sacrificios».

Por lo tanto, no debemos poner nuestras mejores fuerzas y nuestras principales preocupaciones en ninguna otra cosa que no sea el amor. En el amor es donde principalmente cumplimos la voluntad de Dios y le agradamos. Este texto nos lleva a replantearnos cómo estamos orientando nuestro empeño para convertirnos y para crecer, dónde estamos poniendo el acento en nuestro plan de vida y en nuestras opciones cotidianas.

La persona que no ama está como dividida en muchas partes, las distintas cosas que hace no le permiten sentir que está viviendo en serio. En cambio, la persona que siempre actúa por amor, o lo intenta, tiene una misma motivación en todo lo que hace, y eso le da una profunda unidad a su vida, porque todo apunta para el mismo lado, todas las energías se concentran en lo mismo: tratar de amar. De ese modo, aunque no todas las cosas resulten como uno las ha planeado, le queda en el corazón la satisfacción de saber una cosa: que en ese empeño puso un poco de amor, y eso es eterno (1 Cor 13, 8).

Oración:

«Señor, infunde en mi corazón el ideal del amor, que mi sueño y mi anhelo principal sea amarte y expresar ese amor en el amor a los demás como me amo a mí mismo. Ayúdame a colocar todos mis proyectos por debajo de este ideal y dame tu gracia para vivirlo cada día más».

 

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

Gaudium et Spes – Documentos Vaticano II

Prohibición absoluta de la guerra.
La acción internacional para evitar la guerra

82. Bien claro queda, por tanto, que debemos procurar con todas nuestras fuerzas preparar un época en que, por acuerdo de las naciones, pueda ser absolutamente prohibida cualquier guerra. Esto requiere el establecimiento de una autoridad pública universal reconocida por todos, con poder eficaz para garantizar la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos. Pero antes de que se pueda establecer tan deseada autoridad es necesario que las actuales asociaciones internacionales supremas se dediquen de lleno a estudiar los medios más aptos para la seguridad común. La paz ha de nacer de la mutua confianza de los pueblos y no debe ser impuesta a las naciones por el terror de las armas; por ello, todos han de trabajar para que la carrera de armamentos cese finalmente, para que comience ya en realidad la reducción de armamentos, no unilateral, sino simultánea, de mutuo acuerdo, con auténticas y eficaces garantías.

No hay que despreciar, entretanto, los intentos ya realizados y que aún se llevan a cabo para alejar el peligro de la guerra. Más bien hay que ayudar la buena voluntad de muchísimos que, aun agobiados por las enormes preocupaciones de sus altos cargos, movidos por el gravísimo deber que les acucia, se esfuerzan, por eliminar la guerra, que aborrecen, aunque no pueden prescindir de la complejidad inevitable de las cosas. Hay que pedir con insistencia a Dios que les dé fuerzas para perseverar en su intento y llevar a cabo con fortaleza esta tarea de sumo amor a los hombres, con la que se construye virilmente la paz. Lo cual hoy exige de ellos con toda certeza que amplíen su mente más allá de las fronteras de la propia nación, renuncien al egoísmo nacional ya a la ambición de dominar a otras naciones, alimenten un profundo respeto por toda la humanidad, que corre ya, aunque tan laboriosamente, hacia su mayor unidad.

Acerca de los problemas de la paz y del desarme, los sondeos y conversaciones diligente e ininterrumpidamente celebrados y los congresos internacionales que han tratado de este asunto deben ser considerados como los primeros pasos para solventar temas tan espinosos y serios, y hay que promoverlos con mayor urgencia en el futuro para obtener resultados prácticos. Sin embargo, hay que evitar el confiarse sólo en los conatos de unos pocos, sin preocuparse de la reforma en la propia mentalidad. Pues los que gobiernan a los pueblos, que son garantes del bien común de la propia nación y al mismo tiempo promotores del bien de todo el mundo, dependen enormemente de las opiniones y de los sentimientos de las multitudes. Nada les aprovecha trabajar en la construcción de la paz mientras los sentimientos de hostilidad, de menos precio y de desconfianza, los odios raciales y las ideologías obstinadas, dividen a los hombres y los enfrentan entre sí. Es de suma urgencia proceder a una renovación en la educación de la mentalidad y a una nueva orientación en la opinión pública. Los que se entregan a la tarea de la educación, principalmente de la juventud, o forman la opinión pública, tengan como gravísima obligación la preocupación de formar las mentes de todos en nuevos sentimientos pacíficos. Tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que toso juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generación mejore.

Que no nos engañe una falsa esperanza. Pues, si no se establecen en el futuro tratados firmes y honestos sobre la paz universal una vez depuestos los odios y las enemistades, la humanidad, que ya está en grave peligro, aun a pesar de su ciencia admirable, quizá sea arrastrada funestamente a aquella hora en la que no habrá otra paz que la paz horrenda de la muerte. Pero, mientras dice todo esto, la Iglesia de Cristo, colocada en medio de la ansiedad de hoy, no cesa de esperar firmemente. A nuestra época, una y otra vez, oportuna e importunamente, quiere proponer el mensaje apostólico: Este es el tiempo aceptable para que cambien los corazones, éste es el día de la salvación.

Alimento para todos los días

1.- Hoy es jueves de Corpus Christi, aunque sea domingo, que para eso somos progresistas y modernos. Hoy ese Jesús silencioso y escondido en los sagrarios, donde quieren encerrarle todos los anticlericales, se nos sale a la calle a dar público testimonio de su presencia entre nosotros. Porque lo que hoy celebramos, ante todo es la presencia real de Jesús en la Eucaristía, que el Señor está aquí, que ha cumplido su promesa de que no nos dejará solos: “Estaré con vosotros hasta el final de los tiempos…”

Eucaristía es prolongación del misterio de la Encarnación, de ese Dios hecho carne por nosotros y que puso su tienda de campaña junto a la nuestra. Coged la lista de teléfonos y buscad por iglesias y allí encontrareis la dirección exacta de dónde podéis encontrar al Señor.

2.- Eucaristía, la última aparición del Señor resucitado. Nuestra aparición. Los discípulos lo veían y lo confundían con un fantasma. Se alegraban, y al tiempo lo temían. Lo oían y no se atrevían a preguntarle Tú quien eres, porque sabían que era el Señor. Nosotros le sentimos cercano, estamos seguros de que es Él, pero nos gustaría que dejase de ser transparente para verle con nuestros ojos.

Más de una vez os he dicho que para mi la presencia del Señor en la Eucaristía es como la presencia en penumbra de la persona querida. Ante el ventanal que nos defiende de la brisa fría del mar, hemos charlado largas horas de todo… ha oscurecido, se acabado las palabras, no nos vemos, pero sabemos que él o ella está allí. No necesitamos encender ninguna luz, porque estamos seguros que no estamos solos.

Estamos mano a mano con aquel que voluntariamente dio su vida por mí… porque Eucaristía es memorial de la Pasión, de ese hecho sin precedentes en mi vida, de que alguien dé su misma vida por sacarme de una mala situación. Y eso hace que esa charla con Dios-Eucaristía sea siempre más íntima, más sincera, sin perifollos, sin retóricas, de corazón a corazón. ¿Este pensamiento no debería llevarnos a un gran silencio externo e interno en cada Eucaristía?

3.- Eucaristía es alimento. Y un alimento de cada día como es el pan, que así llama Jesús a su carne dada en comida, pan que no es alimento de las fiestas, el alimento de sólo los domingos. Es ese alimento que llega todos los días a nuestras casas.

No creéis que llevamos un cristianismo de medio pelo, tuberculoso, tísico, anémico y tantas veces vergonzante y tantas veces con razón, porque damos una demacrada imagen de cristianos. Y es que nos empeñado en comer de domingo a domingo, un alimento que según nos lo dejó el Señor es pan para cada día. Tenemos un cristianismo anémico, pero la culpa es nuestra.

Sí. Es alimento que fortalece y quita los pecados, dice santo Tomás de Aquino. Pero no es alimento que nos asimilemos a nosotros y lo hagamos como el alimento corporal, sino al contrario es un alimento que nos asimila y nos mete en la corriente sanguínea del mismo Dios.

Y asimilados todos a Dios, unidos todos a Dios, formamos un solo ser, como los granos de trigo que se recogen esparcidos por las colinas donde nacen y molidos acaban formando el mismo pan. Así todos nosotros, distintos y de muchas partes, unidos en el mismo pan de la Eucaristía, formamos un solo ser.

Por eso Eucaristía y Unidad de todos ha sido siempre hombro con hombro en la Iglesia. Y si hay unidad hay preocupación unos por otros, como los mismos miembros de un mismo cuerpo sienten y se duelen de los dolores de los otros miembros. ¿Y no deberíamos preguntarnos si de cada misa salimos más hermanos unos de otros?

José Maria Maruri, SJ

Esto es mi cuerpo; esta es mi sangre

El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando se sacrificaba el cordero pascual, sus discípulos le preguntaron: «¿Dónde quieres que vayamos a preparar la cena de la pascua?».

Mandó entonces a dos de sus discípulos y les dijo: «Id a la ciudad, y os encontraréis con un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, donde entre, decid al dueño: El maestro dice: ¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer con mis discípulos la cena de la pascua? Él os mostrará una sala en el piso de arriba, grande, alfombrada y dispuesta. Preparadla allí».

Los discípulos fueron, llegaron a la ciudad y encontraron todo como les había dicho; y prepararon la cena de la pascua.

Durante la cena Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio, diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo». Después tomó un cáliz, dio gracias, se lo pasó a ellos y bebieron de él todos. Y les dijo: «Ésta es mi sangre, la sangre de la alianza, que será derramada por muchos. Os aseguro que ya no beberé más de este fruto de la vid hasta el día en que beba un vino nuevo en el reino de Dios».

Después de haber cantado los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.

Mateo 14, 12-16.22-26

COMENTARIO AL EVANGELIO

Hoy celebramos la fiesta del Corpus. En el Evangelio de hoy se describe la primera Eucaristía entre los cristianos, donde Jesús estaba presente entre ellos…

Igual que hoy en día. Los cristianos seguimos celebrando la Eucaristía 2000 años después de la primera. Lo hacemos porque lo necesitamos. Es el alimento de nuestra fe, el oxígeno de nuestro ser creyente.

Debemos participar y cuidar las misas de nuestra parroquia, donde nos encontramos todos los creyentes entre nosotros y, sobre todo, nos encontramos con Jesús.

PARA HACER VIDA EL EVANGELIO

  • ¿Cuál es el momento de la Eucaristía que más te gusta? Piensa por qué es lo que más te gusta de la misa de tu parroquia.
  • ¿Por qué necesitamos los cristianos ir a misa y comulgar? ¿Qué podemos hacer por animar a otras personas a participar en la misa?
  • Esta semana podéis comentar en el grupo de la parroquia como vivís la misa de la parroquia y podríais pensar qué cosas podéis hacer para animar a otros niños a participar.

ORACIÓN

Cenar con los amigos,
abrirles el corazón sin miedo,
lavarles los pies con mimo y respeto,
hacerse pan tierno compartido
y vino nuevo bebido.
Embriagarse de Dios,
e invitar a todos a hacer lo mismo.
Enseñar al que no sabe,
dar buen consejo al que necesita,
corregir al que se equivoca,
perdonar injurias y torpezas,
consolar al triste,
tener paciencia con las flaquezas del prójimo.
Pedir a Dios por amigos y enemigos,
e invitar a todos a hacer lo mismo.

Gestos de amor fraterno

Cenar con los amigos,
abrirles el corazón sin miedo,
lavarles los pies con mimo y respeto,
hacerse pan tierno compartido

y vino nuevo bebido.
Embriagarse de Dios,

e invitar a todos a hacer lo mismo.

Visitar a los enfermos,
cuidar a ancianos y niños,

dar de comer a los hambrientos
y de beber a los sedientos;
liberar a presos y cautivos,
vestir a los desnudos,
acoger a emigrantes y perdidos,
sepultar dignamente a los muertos.
No olvidarse de los vivos,

e invitar a todos a hacer lo mismo.

Enseñar al que no sabe,
dar buen consejo al que necesita,
corregir al que se equivoca,
perdonar injurias y torpezas,
consolar al triste,

tener paciencia con las flaquezas del prójimo.
Pedir a Dios por amigos y enemigos,

e invitar a todos a hacer lo mismo.

Trabajar por la justicia,
empeñarse en una paz duradera,
decir «no» a las armas,
desvivirse en proyectos solidarios,
reducir nuestras cuentas y carteras,
superar las limosnas.

Amar hasta el extremo,
e invitar a todos a hacer lo mismo.

Ofrecer un vaso de agua,
brindar una palabra de consuelo,
denunciar leyes injustas,

parar el viaje de los negocios propios,
cargar con el herido

aunque no sea de la familia,
salir de mi casa y círculo
-chiringuito, grupo o castillo-.
Construir una ciudad para todos,

e invitar a todos a hacer lo mismo.

Realizar el trabajo debidamente.
No defraudar a Hacienda.
Respetar la dignidad de todos.
Defender los Derechos Humanos.
Romper fronteras y guetos.
Dudar de fortunas y privilegios.
Crear desconcierto evangélico.
Amar como Él nos ama,

e invitar a todos a hacer lo mismo.

Un gesto sólo, uno solo
desborda tu amor,

que se nos ofrece como manantial de vida.
Si nos dejamos alcanzar y lavar,
todos quedamos limpios,

como niños recién bañados,
para descansar en tu regazo.
¡Lávame, Señor!

¡Lávanos, Señor!

Florentino Ulibarri

Notas para fijarnos en el Evangelio

• «Envió dos de sus discípulos» (13)… «prepararon la cena» (16). Los discípulos, es decir, la Iglesia, hacen posible la Eucaristía, la preparan. Ahora bien, después, dejan actuar al Señor (22-25). Es Él el autor de lo que acontece.

• El «Pan» (22) sugiere vida, todo lo que es necesario para vivir.

• «Cuerpo» (22): en el lenguaje bíblico es expresión de toda la persona. Se está diciendo, pues, que Jesús se entrega todo Él.

• «La sangre» (24) es dónde está el principio de vida de todo ser animado. En la Biblia la sangre es sagrada porque es Dios, el Creador, quien dio la vida.

• «Sangre de la alianza» (24) hace referencia al pacto de fidelidad que Dios hizo con el Pueblo en el desierto (Ex 24, 4-8). La Alianza del Sinaí entre Dios y el pueblo había sido sellada con la sangre de las víctimas ofrecidas en sacrificio (veáis también Za 9, 11). Ahora, sin embargo, no se trata de la sangre de un cordero: la sangre del mismo Jesús sellará la Nueva Alianza de Dios con la humanidad.

«Por todo el mundo» (24), literalmente «por muchos», es una fórmula semítica que equivale a «por toda la humanidad». En Jesús se realiza lo que Isaías había anunciado sobre el Siervo del Señor que da la vida para salvar a los pecadores (Is 53, 10-11) (véase también 1Tm 2, 5-6; 1Pe 2, 21-25). Jesús, con este gesto que manifiesta su amor universal, hace realidad el designio salvador de Dios.

• El «vino nuevo» (25) simboliza la novedad que trae Jesús: «el Reino de Dios». La Eucaristía, memorial de la Muerte y Resurrección del Señor, nos hace participar de esta novedad.

• «Cantar los salmos» (286) hace referencia a los salmos 115-118, que cantaban una vez acabada la cena pascual y que expresan las maravillas que Dios hace con su pueblo.

• La Eucaristía es el memorial de la Muerte y Resurrección del Señor. Expresa la fe de la Iglesia y actualiza la Alianza. Alianza por la cual Dios lo da todo —se da del todo— por su Pueblo, y nosotros, su Pueblo, también nos damos a los hermanos, prioritariamente a los más pobres —he aquí la comunión—.

• Adorar la Eucaristía —actitud tan propia de esta fiesta de Corpus— supone un compromiso de donación de la vida por el bien de los pobres.

Comentario al evangelio – Jueves IX de Tiempo Ordinario

La historia de Tobías sigue su camino. Cada vez se pone más interesante. Hoy se habla del amor, del matrimonio con una pariente, con la que resulta que sólo él tenía derecho a casarse con Sara”. Es interesante cómo marido y mujer ponen sus vidas en las manos de Dios. Rezan, para que la tristeza se convierta en alegría. Si no hubiera un Evangelio tan rico, podríamos seguir comentando la primera lectura. Pero quiero centrarme en la fracción de Palabra de Dios que la Liturgia nos ofrece hoy.

Mi deseo sería que también a nosotros nos digan, un día, que no estamos lejos del Reino de Dios. Para eso, ya sabemos lo que tenemos que hacer. Lo dice el Señor hoy en el Evangelio. Amar mucho a Dios. “Con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser”. Como el mismo Jesús nos amó. Y nos sigue amando. Ésta es la primera parte del examen. Pero queda la segunda, que es muy interesante.

«Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Menudo bombazo. Con la primera parte podemos estar de acuerdo, porque a Dios se le puede querer, aunque a veces sea difícil. Pero llega lo del prójimo, y a éste lo tenemos cerca. Muy cerca. Conocido y no tan conocido. Nos cruzamos con él cada día, lo tenemos en el lugar de trabajo o de estudio, lo vemos cada día en la esquina de nuestra calle, con un vaso de cartón pidiendo una ayudita… No hace falta preguntar “quiñen es mi prójimo”. Lo sabemos de sobra.

Pues a esos, a todos y a cada uno, tenemos que amarlos. Y, encima, “como a uno mismo”. Nos cuidamos, nos preocupamos por estar bien, de vez en cuando nos damos un “caprichín”, porque nos lo merecemos. Pues así debemos acercarnos al prójimo. Es lo que hay. Es nuestra deuda como cristianos. Me gustaría tener la fórmula para poder vivir así, amando a Dios y amando al prójimo. Seguro que podría escribir algún libro, y ayudar a mucha gente. Por desgracia, solo sé que no sé (casi) nada. Lo único que puedo hacer es intentar tener un gesto amable con cada persona, incluso, o sobre todo, con las personas que menos me gustan, a las que me cuesta más amar. No llego al extremo de santa Teresita del Niño Jesús, que fue capaz de tener tantos gestos de amor con su hermana “favorita”, que solo después de su muerte se supo que le era muy difícil convivir con ella. A mí, por desgracia, se me nota cuando estoy molesto con alguien.

Quizá se trate de ir poco a poco, del “no te saludo. Me doy la vuelta y me voy de la sala” al “buenos días”. Y luego, ya si eso, “¿cómo va la cosa?”, “qué camisa tan bonita”, “pasa un buen día”… Dar señales de que para mí, la otra persona es importante. Porque es hija de Dios, como yo, y, por tanto, esa persona es mi hermana. Con los hermanos discutimos, nos reímos, lloramos. No con todos los “prójimos” voy a llegar a ese grado de confianza, pero que no sea por no intentarlo. Que nadie nos puede acusar de no haber dado el primer paso.

“Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.” No me extraña. Ya tenían bastante sobre lo que reflexionar. Como nosotros. Hala, a amar se ha dicho.

Alejandro, C.M.F.