Vísperas – Miércoles XII de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

MIÉRCOLES XII DE TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Todo en estado de oración parece.
La santidad, que empapa todo el aire,
rebosa de los cielos como de ánfora,
y se filtra en las venas del deseo.

Todo sube en afán contemplativo,
como a través de transparencia angélica,
y lo más puro que hay en mí despierta,
sorbido por vorágine de altura.

Tiene alas la tarde, unción y llama.
Todo yo en la plegaria he naufragado;
se levantan mis manos como lámparas;
por el silencio, el corazón respira.

Se ha encendido el crepúsculo en mi frente,
y la lumbre de Dios transe mi carne.
Gloria al Padre, y al Hijo. y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.

SALMO 138: DIOS ESTÁ EN TODAS PARTES Y LO VE TODO

Ant. Señor, tu saber me sobrepasa

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa;
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Señor, tu saber me sobrepasa

SALMO 138

Ant. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío,, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los dos por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.

CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.

LECTURA: 1Jn 2, 3-6

En esto sabemos que conocemos a Cristo: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: “Yo lo conozco”, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él.

RESPONSORIO BREVE

R/ Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
V/ Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.

R/ A la sombra de tus alas escóndenos.
V/ Como a las niñas de tus ojos.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo: dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo: dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes.

PRECES

Aclamemos, alegres, al Padre, cuya bondad para con su pueblo es más grande que los cielos, y digámosle:

Alégrense todos los que esperan en ti, Señor.

Acuérdate, Señor, que enviaste tu Hijo al mundo, no para condenarlo, sino para salvarlo;
— haz que su muerte gloriosa nos traiga la salvación.

Tú que hiciste a tus sacerdotes ministros de Cristo y dispensadores de tus misterios,
— concédeles un corazón leal, ciencia y caridad.

Haz que los que has llamado a la castidad perfecta por el reino de los cielos
— sigan con fidelidad a tu Hijo.

Tú que, en el principio, creaste hombre y mujer,
— guarda a todas las familias unidas en el verdadero amor.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que enviaste a Jesucristo al mundo para salvar a los pecadores,
— concede a todos los difuntos el perdón de sus faltas.

Todos juntos, en familia, repitamos las palabras que nos enseñó Jesús y oremos al Padre, diciendo:
Padre nuestro…

ORACION

Acuérdate, Señor, de tu misericordia y, ya que a los hambrientos los colmas de bienes celestiales, socorre nuestra indigencia con la abundancia de tus riquezas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Miércoles XII de Tiempo Ordinario

1.- Introducción.

Señor, en este día vengo a pedirte que me concedas una vida auténtica, sin disfraces ni trastiendas. No quiero aparentar lo que no soy. Yo no puedo asentar mi vida sobre una gran mentira. No quiero vivir de apariencias. Quiero fundamentar mi vida en la verdad; por eso no quiero que mis obras desmientan mis palabras. Yo quiero que mis palabras, como te ocurría a Ti, sean una glosa de mi vida.

2.- Lectura reposada del evangelio Mateo 7, 15-20

«Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Según este evangelio las personas pueden ser: personas-oveja y personas-lobo. Pero es importante que sepamos distinguirlos. ¿Cómo? Sólo por las obras. La persona-lobo, aunque se disfrace de oveja, es violenta, agresiva, crea conflictos, disensiones, divisiones, enfrentamientos. En cambio, la persona-oveja es tolerante, dulce, amable, comprensiva, servicial. La persona-lobo ahuyenta, separa, da miedo. La persona-oveja atrae, cautiva, siembra armonía, alegría y paz.  Las personas-lobo, siembran el mundo de maldad, de destrucción y de muerte. Las personas-oveja, siembran el mundo de bien, de esperanza y de vida.

El evangelio de hoy nos llama a la autenticidad, a no vivir de fachada. Siempre debemos tener presentes las palabras del Señor a la Iglesia de Sardes: “Conozco tus obras: Tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto”. Y siempre estamos muertos si no vivimos del amor.  

Palabra del Papa

La verdadera caridad consiste en amar tanto a los amigos como a los enemigos, añade: «Si uno adolece de esta virtud, pierde todo bien que tiene, es privado del talento recibido y es arrojado fuera, a las tinieblas». ¡Queridos hermanos, acojamos la invitación a la vigilancia, a la que tantas veces nos llaman las Escrituras! Es la actitud de quien sabe que el Señor volverá y querrá ver en nosotros los frutos de su amor. La caridad es el bien fundamental que nadie puede dejar de hacer fructificar y sin el cual todo otro don es vano. Si Jesús nos ha amado hasta el punto de dar su vida por nosotros, ¿cómo podríamos no amar a Dios con todas nuestras fuerzas y amarnos de verdadero corazón los unos a los otros? Sólo practicando la caridad, también nosotros podremos participar en la alegría del Señor. Que la Virgen María sea nuestra maestra de laboriosa y alegre vigilancia en el camino hacia el encuentro con Dios. Benedicto XVI, 13 de noviembre de 2011.

4.- Qué me dice este texto evangélico ya meditado. (Guardo silencio)

5.-Propósito. No hacer nada en este día que no esté sugerido por el amor.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, no consientas nunca que yo viva mintiendo, aparentado aquello que no soy. Me preocupa que la gente me estime por lo que aparento; me valore por lo que no tengo; y me aprecie por lo que no soy. Quiero llevar una vida sencilla, servicial, auténtica, fiable. Quiero ser yo y no lo que parezco ser. Quiero madurar y realizarme como persona, pero para eso debo vivir de la verdad, la autenticidad, la transparencia. Quiero ser lo que soy a los ojos de Dios.

ORACIÓN EN TIEMPO DE LA PANDEMIA.

Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud, en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén

Comentario – Miércoles XII de Tiempo Ordinario

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos. El momento de este «decir» importa poco, porque la locución de Jesús tiene valor perenne, intemporal; por eso sigue vigente: Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. Jesús previene a sus discípulos de la falsedad, que puede hacerse –y de hecho se hace- presente incluso entre los profetas. También hay falsos profetas como hay falsos sacerdotes, y falsos educadores, y falsos médicos…

La falsedad puede darse en cualquier oficio y circunstancia; más aún, puede darse en cualquier vida humana. Y ello a pesar de los muchos controles que se apliquen o acreditaciones que se exijan. La falsedad es capaz de burlar las leyes y las inspecciones o revisiones.

Pues bien, ante la falsedad se requiere atención, vigilancia: Cuidado con los falsos profetas. Estos siempre se presentan disfrazados de bondad o de verdad (se acercan con piel de oveja), pero por dentro o en realidad son otra cosa, son lobos rapaces que no persiguen otra cosa que lo que buscan las aves de rapiña: robar, arrasar, embaucar, aprovecharse de sus víctimas. Su arma secreta es el engaño. No son (por dentro) lo que parecen (por fuera); no buscan lo que parece: el bien ajeno, sino lo que ocultan: el provecho propio.

Pero insisto: la falsedad puede darse, y de hecho se da, en todos los órdenes de la vida. Por sus frutos los conoceréis. Por sus frutos se conoce el árbol del que proceden; porque ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Evidentemente no. De una zarza nunca podrán recogerse uvas. Los árboles sanos dan frutos buenos, los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos.

Entre el árbol y su fruto hay tal conexión que el uno, el fruto, muestra la naturaleza del otro, el árbol; y decir naturaleza es decir bondad o maldad. Los frutos sanos revelan la sanidad que hay en el árbol del que penden, y los frutos dañados o enfermos ponen de manifiesto la enfermedad o malignidad que hay en el árbol. Y toda vida es fructífera por el hecho de serlo.

Es verdad que hay árboles que no son frutales; aun así, siempre se les puede atribuir, porque lo tienen, algún beneficio, aunque sólo sea la sombra que le ofrecen al caminante o a los seres vivos que se refugian bajo sus ramas o el oxígeno que vierten a la atmósfera que respiramos. A veces hablamos de vidas estériles y, por tanto, carentes de fruto; pero esto puede que no sea del todo cierto.

La expresión «vida estéril» es casi una contradicción in términis. Toda vida, por el hecho de serlo, tiende a fructificar, porque tiende, por su propio dinamismo, a dar de sí, porque es dinámica como la realidad misma. Sus frutos (escasos, abundantes, malos, buenos, brillantes, notorios, ocultos, pingües, maduros, etc.) serán los que nos la den a conocer. Al hombre racional, sensato, equilibrado, se le conoce por sus frutos. También se reconoce por sus frutos al austero, al sencillo, al generoso, al humilde, al servicial, al auténtico, al honesto. Y fruto es todo lo que sale de él, palabras y acciones. ¿Acaso no reconocemos a las personas también por su manera de hablar o de expresarse?

Hay modos de hablar que manifiestan altanería, soberbia, engreimiento, o lo contrario, humildad, sencillez, realismo. Pero son los modos de actuar, que incluyen el hablar y el hacer, los que mejor revelan la naturaleza del agente. A estos hay que prestarles atención si queremos conocer la verdadera naturaleza del sujeto que actúa. Tales son los frutos por cuyo medio podremos conocer al «árbol» (resp. vida) del que proceden.

Este es el criterio de verificación que Jesús ofrece para evaluar la verdad de una vida humana, cristiana, profética, sacerdotal, formadora, profesional. Se trata de un criterio basado en la coherencia entre el árbol (= la vida) y su fruto (= el dar de sí de esa vida). Por eso es tan importante el testimonio en toda propuesta de vida.

Una vida cristiana, si es realmente tal, es decir, si está insertada en el espíritu de Cristo, tendría que dar necesariamente frutos de vida cristiana, es decir, frutos enriquecidos con la savia del Espíritu Santo: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad (cf. Ga 5, 22-23). Cuando en una vida veamos florecer frutos que llevan esta marca, esta textura y coloración, podremos tener la seguridad de hallarnos ante una vida cristiana. Por sus frutos los conoceréis.

Que Dios nos dé su Espíritu para fructificar conforme a su voluntad, esto es, conforme a la naturaleza que nos proporcionó y a la gracia con que nos compensó.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Comentario – Miércoles XII de Tiempo Ordinario

(Mt 7, 15-20)

Los falsos profetas no son una novedad. Ya habían hablado de ellos Jeremías 23 y Ezequiel 13. Eran los que decían a los demás solamente lo que ellos deseaban escuchar y así adquirían fama y aplausos. No les preocupaba escuchar a Dios para descubrir lo que él quería decir a su pueblo.

Por ejemplo, en la época de Jeremías, los falsos profetas entretenían a la gente anunciándole que pronto iban a regresas a su tierra. Jeremías en cambio, anunciaba que el exilio iba a ser largo, y por lo tanto había que adaptarse a la nueva situación. Este mensaje no agradaba, pero era la realidad.

Con su anuncio, Jeremías renunciaba a convertirse en un personaje aplaudido, pero cumplía con su misión y ayudaba a su pueblo a que no viviera de ilusiones. Por otra parte, el exilio era también un instrumento que Dios usaba para purificar a su pueblo y llevarlo a una religiosidad más profunda; mientras los falsos profetas, entreteniendo al pueblo con anuncios mentirosos, lo distraían y lo sacaban de ese camino.

Por eso Jesús pedía a los discípulos que se cuidaran de los falsos profetas. Parecen ovejas, pero en realidad son lobos que sólo buscan su propio interés. Por eso su predicación no produce frutos de conversión, de entrega a Dios, de amor, de generosidad.

Quizás nosotros también preferimos escuchar a los falsos profetas, a los que nos permiten aferramos a nuestros intereses y a nuestros planes y escapar del proyecto de Dios para nuestra vida; pero buscando falsos profetas, que sólo nos dicen lo que queremos escuchar, no habrá buenos frutos en nuestra vida.

Oración:

«Concédeme Señor, un corazón abierto a tu Palabra, aun cuando tu Palabra me lleve por caminos que yo no ha planeado, aun cuando me diga lo que no quiero escuchar. Hazme dócil Señor, para que mi vida produzca buenos frutos».

 

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Resurrección de la hija de Jairo – Marcos 5, 21-43

En aquel tiempo Jesús atravesó de nuevo a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y al verlo se echo a sus pies rogándole con insistencia: – Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva. Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: – Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar al Maestro? Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: – No temas; basta que tengaas fe. No permitió que le acompañara nadie más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: – ¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida. Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos, y con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: – Talitha cumi (que significa: «Contigo hablo, niña; levántate). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar -tenía doce años-. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase, y les dijo que dieran de comer a la niña.

Explicación

El evangelio de hoy relata cómo Jesús se hace presente en un ambiente lleno de tristeza y dolor, porque una niña había fallecido. Además, el evangelio presenta a Jesús luchando a favor de la vida y contra la muerte, porque el amor y la vitalidad de Jesús son imparables, y por eso toma de la mano a la niña, la ayuda a incorporarse y se la devuelve a su padre

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

DECIMOTERCER DOMINGO ORDINARIO – CICLO “B” – (MARCOS 5, 21-43)

NARRADOR: Cuando Jesús pasó otra vez en la barca al otro lado, se reunió una gran multitud alrededor de El; y El se quedó junto al mar.

DISCÌPULO 1: Maestro, un tal Jairo, que es jefe de la sinagoga, quiere verte.
JESÚS: Decidle que venga.

NARRADOR: Jairo, al verle se echó a sus pies y le rogaba con insistencia, diciendo:

JAIRO: Mi hijita está al borde de la muerte; te ruego que vengas y pongas las manos sobre ella para que sane y viva.

DISCÍPULO 2: Maestro ¿qué vas a hacer?

NARRADOR: Jesús fue con él, acompañado de mucha gente que le apretujaba. Y una mujer enferma con flujo de sangre por doce años, aunque había acudido a diferentes médicos y se había gastado todo su dinero, estaba cada vez peor.

MUJER: ¿Ese que viene con tanta gente es Jesús?

DISCÍPULO 1: Sí, mujer, es mi maestro Jesús.

MUJER: Si consigo tocar su manto, estoy segura que sanaré

NARRADOR: La mujer se acercó a Jesús por detrás entre la multitud y le tocó su manto. Al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba curada. Enseguida Jesús, dándose cuenta de que había salido poder de El, se volvió entre la gente y dijo:

JESÚS: ¿Quién ha tocado mi ropa?

DISCÍPULO 1: Señor, estás viendo que la multitud te oprime y nos dices que ¿quién te ha tocado?

DISCÍPULO 2: Maestro, a veces tienes cosas que no hay quien las entienda.

NARRADOR: Pero Él seguía mirando alrededor para ver quién le había tocado. Entonces la mujer se le acerca temerosa y temblando, se le echó a sus pies y le contó todo.

JESÚS: Hija, tu fe te ha curado; vete en paz y queda sana.

NARRADOR: Mientras estaba todavía hablando, vinieron de casa del jefe de la sinagoga, diciendo:

FAMILIAR: Tu hija ha muerto, ¿para qué molestar más al Maestro?

NARRADOR: Pero Jesús, oyendo lo que se hablaba, dijo al oficial de la sinagoga:

JESÚS: No temas, basta con que tengas fe

NARRADOR: Y no permitió que le acompañara nadie, sólo Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Fueron a la casa del oficial de la sinagoga, y Jesús vio el alboroto, y a los que lloraban y se lamentaban mucho. Y entrando les dijo:

JESÚS: ¿Qué alboroto y lloros son estos? La niña no ha muerto, sino que está dormida.

GENTE: Este Jesús está un poco pirado. ¿No se da cuenta que la niña está muerta?

ARRADOR: Y se burlaban de El. Pero El, echando fuera a todos, tomó consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con El, y entró donde estaba la niña. Y tomando a la niña por la mano, le dijo:

JESÚS: Talita cumi (que traducido significa: Niña, a ti te digo, ¡levántate!).

NARRADOR: Al instante la niña se levantó y comenzó a caminar, pues tenía doce años. Y al momento se quedaron como viendo visiones. Entonces les dio órdenes estrictas de que nadie se enterara de esto; y dijo que dieran de comer a la niña.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles XII de Tiempo Ordinario

La lectura  bíblica de hoy nos quiere ayudar a conocer  los comienzos del pueblo de Israel. La fe en Dios del patriarca Abrán es el punto clave de todo este pasaje. Yo admiro la confianza con que Abrán habla con Dios como si fuera  el mejor de los amigos, el que nunca le va a defraudar. Sí, tendrá que pasar por momentos de prueba, de sufrimiento. Sí, es cierto, se sentía bendecido por la abundancia de bienes materiales que poseía, pero no tenía heredero. El Señor le dijo: «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.» Y añadió: «Así será tu descendencia.» Abrán creyó al Señor, y se le contó en su haber”. El Señor hizo alianza con Abrán y le dijo: “A tus descendientes les daré esta tierra”.

En el evangelio Jesús nos habla sobre quiénes son los verdaderos amigos y qué hace falta para estar seguro de ellos. Dice: “Por sus frutos los conoceréis”.  Las palabras pueden ser muy finas y bonitas, pero lo que convence son las obras, el comportamiento. Y para aclarar mejor su enseñanza, añade: “Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos”.

Vamos a aplicar estas enseñanzas  a la vida de cada día. Decía un sabio sobre su vida: “De joven yo era un revolucionario y mi plegaria consistía en decirle a Dios: Señor, dame fuerzas para cambiar este mundo tan perdido”. Cuando me hice mayor, me di cuenta de que había pasado media vida sin haber conseguido cambiar ni a  una sola persona.

Entonces cambié mi oración y empecé a pedir: “Señor, concédeme la gracia de transformar a todos aquellos que se pongan en contacto conmigo, aunque sean sólo mi familia y mis amigos, con esto me conformo. Ahora que soy viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que he sido. Mi única plegaria es la siguiente: “Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo, aunque sólo sea un poquito”. Si hubiese rogado de esta manera desde el principio, no habría perdido tanto tiempo en mi vida.

Por su parte, Ester Mari, añadió: “Escuché el testimonio de una señora casada y con dos hijos,  que decía: Yo antes siempre me enfadaba con mi marido y también con Dios, porque yo era tan fiel  y buena, no salía de mi casa, sólo le pedía a Dios que mi marido cambiara…Ahora el Señor sí que me escuchó, porque he comprendido que para que cambie mi marido, tengo que empezar a cambiar yo y dejar de reprocharle.

Y entonces su amiga Mirta contó: “Yo me enfadaba con mi marido porque todos los fines de semana se iba a cazar con sus amigos, lloviera o hiciera calor. El me invitaba a acompañarle, pero yo por despecho, no quería ni oír hablar del asunto. Siempre estábamos en peleas…Hasta que un día, aconsejada por una buena amiga, decidí no sólo no reprocharle más nada, sino tener ya el jueves toda la ropa preparada para que él pudiera  ir a pasar tranquilo el fin de semana con sus amigos. Lloré mucho mientras le preparaba todo y recé para que él comprendiera que yo también lo necesitaba. Y sucedió el milagro: ¡Desde ese día mi marido no ha ido más a cazar los fines de semana!”.

Carlos Latorre

Liturgia – Miércoles XII de Tiempo Ordinario

MIÉRCOLES DE LA XII SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: Para la feria cualquier formulario permitido. Prefacio común.

Leccionario: Vol. III-impar.

  • Gén 15, 1-12. 17-18. Abrahán creyó a Dios y le fue contado como justicia; y el Señor concertó alianza con él.
  • Sal 104. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
  • Mt 7, 15-20. Por sus frutos los conoceréis.

Antífona de entrada          Sal 26, 7. 9
Escúchame, Señor, que te llamo. Tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación.

Acto penitencial
Hermanos, comencemos la celebración poniéndonos sinceramente en la presencia del Señor y ante Él, reconozcamos en unos momentos de silencio nuestros pecados, y pidámosle su gracia y su perdón.

• Tú, enviado por el Padre para darnos vida. Señor, ten piedad.
• Tú, entregado a la muerte para que muramos al pecado. Cristo, ten piedad.
• Tú, resucitado para que resucitemos contigo. Señor, ten piedad.

Oración colecta
SEÑOR, Dios nuestro,
concédenos adorarte con toda el alma
y amar a todos los hombres
con afecto espiritual.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Dirijamos nuestras plegarias a Dios Padre, que quiere que en todas partes demos frutos de santidad y de buenas obras.

1.- Por el Papa, los obispos y los sacerdotes; para que sean siempre auténticos pastores del pueblo de Dios. Roguemos al Señor.

2.- Por los jóvenes; para que se abran a la llamada de Jesús y le sigan en la vida sacerdotal o religiosa. Roguemos al Señor.

3.- Por los pueblos de toda la tierra; para que vivan en concordia y paz verdadera. Roguemos al Señor.

4.- Por los que viven angustiados por distintas necesidades; para que encuentren ayuda en Dios. Roguemos al Señor.

5.- Por nosotros mismos; para que siempre y en todo lugar demos frutos de santidad. Roguemos al Señor.

Dios compasivo, pastor de tu pueblo, escucha la oración suplicante de tu Iglesia y haz que, dando siempre buenos frutos de bondad y de justicia, no nos dejemos engañar por falsos profetas. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
OH, Dios que, según la doble condición
de los dones que presentamos,
alimentas a los hombres
y los renuevas sacramentalmente,
concédenos, por tu bondad,
que no nos falte su ayuda
para el cuerpo y el espíritu.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Sal 26, 4
Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida.

Oración después de la comunión
ALIMENTADOS por estos dones de nuestra redención,
te suplicamos, Señor, que,
con este auxilio de salvación eterna,
crezca continuamente la fe verdadera.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Meditación – Miércoles XII de Tiempo Ordinario

Hoy es miércoles XII de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 7, 15-20):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis».

Hoy, se nos presenta ante nuestra mirada un nuevo contraste evangélico, entre los árboles buenos y malos. Las afirmaciones de Jesús al respecto son tan simples que parecen casi simplistas. ¡Y justo es decir que no lo son en absoluto! No lo son, como no lo es la vida real de cada día.

Ésta nos enseña que hay buenos que degeneran y acaban dando frutos malos y que, al revés, hay malos que cambian y acaban dando frutos buenos. ¿Qué significa, pues, en definitiva, que «todo árbol bueno da frutos buenos (Mt 7,17)»? Significa que el que es bueno lo es en la medida en que no desfallece obrando el bien. Obra el bien y no se cansa. Obra el bien y no cede ante la tentación de obrar el mal. Obra el bien y persevera hasta el heroísmo. Obra el bien y, si acaso llega a ceder ante el cansancio de actuar así, de caer en la tentación de obrar el mal, o de asustarse ante la exigencia innegociable, lo reconoce sinceramente, lo confiesa de veras, se arrepiente de corazón y… vuelve a empezar.

¡Ah! Y lo hace, entre otras razones, porque sabe que si no da buen fruto será cortado y echado al fuego (¡el santo temor de Dios guarda la viña de las buenas vides!), y porque, conociendo la bondad de los demás a través de sus buenas obras, sabe, no sólo por experiencia individual, sino también por experiencia social, que él sólo es bueno y puede ser reconocido como tal a través de los hechos y no de las solas palabras.

No basta decir: «Señor, Señor!». Como nos recuerda Santiago, la fe se acredita a través de las obras: «Muéstrame tu fe sin las obras, que yo por las obras te haré ver mi fe» (Sant 2,18).

+ Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret

Laudes – Miércoles XII de Tiempo Ordinario

LAUDES

MIÉRCOLES XII DE TIEMPO ORDINARIO

 

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Señor, ábreme los labios.
R/. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Se reza el invitatorio cuando laudes es la primera oración del día.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

SALMO 66: QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor,
tuyas son la alabanza, la gloria y el honor;
tan sólo tú eres digno de toda bendición,
y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.

Loado seas por toda criatura, mi Señor,
y en especial loado por el hermano sol,
que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor,
y lleva por los cielos noticia de su autor.

Y por la hermana luna, de blanca luz menor,
y las estrellas claras, que tu poder creó,
tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son,
y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!

Y por la hermana agua, preciosa en su candor,
que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor!
Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol,
y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado, mi Señor!

Y por la hermana tierra, que es toda bendición,
la hermana madre tierra, que da en toda ocasión
las hierbas y los frutos y flores de color,
y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor!

Y por los que perdonan y aguantan por tu amor
los males corporales y la tribulación:
¡felices los que sufren en paz con el dolor,
porque les llega el tiempo de la consolación!

Y por la hermana muerte: ¡loado, mi Señor!
Ningún viviente escapa a su persecución;
¡ay si en pecado grave sorprende al pecador!
¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!

¡No probarán la muerte de la condenación!
Servidle con ternura y humilde corazón.
Agradeced sus dones, cantad su creación.
Las criaturas todas, load a mi Señor. Amén.

SALMO 107: ALABANZA AL SEÑOR Y PETICIÓN DE AUXILIO

Ant. Dios mío, mi corazón está firme +

Dios mío, mi corazón está firme,
para ti cantaré y tocaré, gloria mía.
Despertad, cítara y arpa
despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria;
para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.

Dios habló en su santuario;
«Triunfaré, ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;

mío es Galaad, mío Manasés,
Efraín es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;

Moab, una jofaina para lavarme;
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»

Pero, ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, oh Dios, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?

Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil.
Con Dios haremos proezas,
él pisoteará a nuestros enemigos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Dios mío, mi corazón está firme +

CÁNTICO de ISAÍAS: ALEGRÍA DEL PROFETA ANTE LA NUEVA JERUSALÉN

Ant. El Señor me ha vestido un traje de gala y de triunfo.

Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona,
o novia que se adorna con sus joyas.

Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos.

Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que rompa la aurora de su justicia,
y su salvación llamee como antorcha.

Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo,
pronunciando por la boca del Señor.

Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.

Ya no te llamarán «Abandonada»,
ni a tu tierra «Devastada»;
a ti te llamarán «Mi favorita»,
y a tu tierra «Desposada»,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá marido.

Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor me ha vestido un traje de gala y de triunfo.

SALMO 145: FELICIDAD DE LOS QUE ESPERAN EN DIOS

Ant. Alabaré al Señor mientras viva.

Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.

No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;

que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.

El Señor guarda a los peregrinos,
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Alabaré al Señor mientras viva.

LECTURA: Dt 4, 39-40a

Reconoce hoy medita en tu corazón que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo.

RESPONSORIO BREVE

R/ Bendito al Señor en todo momento.
V/ Bendito al Señor en todo momento.

R/ Su alabanza está siempre en mi boca.
V/ En todo momento.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Bendito al Señor en todo momento.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sirvamos con santidad al Señor, todos nuestros días.

Benedictus. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR. Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por la boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sirvamos con santidad al Señor, todos nuestros días.

PRECES

Cristo, reflejo de la gloria del Padre, nos ilumina con su palabra; acudamos, pues, a él, diciendo:

Rey de la gloria, escúchanos

Bendito seas, Señor, que iniciaste y completas nuestra fe,
— porque nos llamaste a salir de la tiniebla y a entrar en tu luz maravillosa.

Tú que abriste los ojos de los ciegos y diste oído a los sordos,
— ayuda también nuestra falta de fe.

Haz, Señor, que permanezcamos siempre en tu amor,
— y que este amor nos guarde fraternalmente unidos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Ayúdanos para que resistamos en la tentación, aguantemos en la tribulación
— y te demos gracias en la prosperidad.

Dejemos que el Espíritu de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones, se una a nuestro espíritu, para clamar:
Padre nuestro…

ORACION

Recuerda, Señor, tu santa alianza, consagrada con el nuevo sacramento de la sangre del Cordero, para que tu pueblo obtenga el perdón de sus pecados y un aumento constante de salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.