Lectio Divina – Miércoles XIV de Tiempo Ordinario

1.- Introducción.

Señor, la  llamada a los doce no se paralizó en el tiempo. Hoy sigues llamando con la misma fuerza, con la misma ilusión, con los mismos detalles: les llamaste a cada uno por sus nombres. Cada uno de los apóstoles, todos tan distintos, todos tan singulares y, sin embargo, todos tan queridos por Ti. Yo hoy te doy gracias por haberme llamado. Es lo más hermoso que ha ocurrido en mi vida.

2.- Lectura reposada de la palabra. Mateo 10, 1- 7

Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia. Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; 4Simón el de Caná, y Judas Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: «No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

La llamada de Jesús a los apóstoles es muy importante para Jesús. San Lucas, en su lugar paralelo, (Lc. 6,12) nos dice que Jesús pasó la  noche orando. Todos esos nombres que salen en la lista, habían sido barajados por Jesús en un diálogo con el Padre. Y cada uno de nosotros, al ser llamados, somos el fruto de ese diálogo de amor. Al llamarnos a cada uno por nuestros nombres, con nuestras singularidades tan distintas, somos también objeto de un amor especial. Y nosotros debemos dar a Dios esa respuesta única, personal, intransferible. Dios no nos ha hecho en serie, ni quiere respuestas en serie. En cada uno de nosotros quiere distinguir una voz distinta, un estilo propio y diferente, un trabajo de artesanía, una respuesta de amor detallada, personal, íntima. Como ocurrió con Simón Pedro y María Magdalena. Una cosa es clara: Yo no puedo ser del montón, yo no puedo ser uno de tantos, debo ir a Dios por el camino de la singularidad. Lo que yo no haga, quedará sin hacer y  nadie lo hará por mí.    San Pablo lo tenía muy claro: “Me amó a mí y se entregó por mí”. (Gal. 2,20). Toda la vida de Pablo será una respuesta vibrante y emocionada al amor singular de Cristo a él.

Palabra del Papa

“El Espíritu envía. Jesús es el Enviado, lleno del Espíritu del Padre. Ungidos por el mismo Espíritu, también nosotros somos enviados como mensajeros y testigos de paz. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de nosotros como mensajeros de paz, como testigos de paz! Es una necesidad que tiene el mundo. También el mundo nos pide hacer esto: llevar la paz, testimoniar la paz. La paz no se puede comprar, no se vende. La paz es un don que hemos de buscar con paciencia y construir “artesanalmente” mediante pequeños y grandes gestos en nuestra vida cotidiana. El camino de la paz se consolida si reconocemos que todos tenemos la misma sangre y formamos parte del género humano; si no olvidamos que tenemos un único Padre en el cielo y que somos todos sus hijos, hechos a su imagen y semejanza”.  (Homilía de S.S. Francisco, 24 de mayo de 2014).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra ya meditada. (Silencio)

5.- Propósito: Durante este día, todo lo que haga llevará el sello de la singularidad. Se lo ofrezco yo a Él.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí por medio de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, tu llamada íntima, personal, en medio de un diálogo con el Padre en el silencio de la noche, me llena de ternura y emoción. Yo nunca había pensado en estas cosas tan bonitas. Y desde ahora voy a valorar más mi vocación, me voy a sentir la persona más feliz del mundo porque tú me amas con un amor de predilección. Si amor con amor se paga, sólo quiero ya vivir para amar: amarte a Ti y amar a los que Tú quieres que yo ame. Gracias, Señor.

Anuncio publicitario

Comentario – Miércoles XIV de Tiempo Ordinario

(Mt 10, 1-7)

El grupo de los doce apóstoles, que Jesús formó para enviarlos llenos de poder espiritual, era una comunidad muy variada.

Llama la atención ver reunidos a los que fueron pobres pescadores, con uno de los que les cobraban impuestos, explotándolos en nombre del imperio romano.

Pero allí también había uno que había sido zelota, un revolucionario contrario al poder romano.

Jesús fue capaz de hacer una comunidad con gente tan variada, porque él podía curar las heridas de un pasado que los enemistaba y los reunió con la misión de construir el Reino de Dios.

Cada uno entregó algo, cada uno ofreció algo, cada uno renunció a algo por la gracia de Dios, y así se formó aquella pequeña comunidad, la primera comunidad con la que nació la Iglesia.

Pero produce cierto dolor leer al final de la lista que allí también estaba Judas, el traidor. Un elegido, y capacitado con poder sobrenatural para expulsar los males de la gente y para curar y liberar, y sin embargo prefirió ser el traidor que llevó a la muerte al que con inmenso amor lo había llamado.

Jesús envía a sus apóstoles solamente al pueblo judío, no a los paganos. El pueblo judío seguía siendo objeto de una elección especial a los ojos de Dios, porque Dios había hecho con él una alianza de amor y Dios no se retracta. Pero luego la misión se abre a todos los pueblos de la tierra. Los hombres de todas las razas y naciones son invitados a formar parte de la familia de Dios.

Oración:

«Señor, tu que pudiste crear una comunidad con personas diferentes, derrama tu Espíritu en nosotros y ayúdanos a superar las diferencias que hay entre nosotros, para que podamos vivir una comunidad de amor».

 

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Misión de los Doce – Marcos 6, 7-13

En aquel tiempo llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no túnica de repuesto. Y añadió: -Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa. Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Explicación

En este evangelio se nos recuerda que Jesús envió a sus amigos, de dos en dos, a predicar por todos los sitios. Predicar es hablar de Jesús y darle a conocer en todos los lugares posibles. También les encargó que para realizar esa tarea, no llevaran mucho equipaje, sino tan sólo un bastón, unas sandalias y una túnica, y mucho cariño y alegría en su corazón.

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

DECIMOQUINTO DOMINGO ORDINARIO – CICLO “B” – (MARCOS 6, 7-13)

NARRADOR: En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos.

DISCÍPULO 1: Maestro ¿Por qué nos mandas ir de dos en dos y no todos juntos?

DISCÍPULO 2: ¿Y por qué nos dices que sólo llevemos para el camino un bastón?

DISCÍPULO1: ¿Qué vamos a comer? ¿No deberíamos llevar algo en la alforja y dinero suelto para los pequeños gastos?

JESÚS: Llevad sandalias, pero sólo la túnica que lleváis puesta, ninguna de repuesto.

DISCÍPULO 2: Maestro, así no podremos sobrevivir.

JESÚS: Cuando lleguéis a algún pueblo, quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.

DISCÍPULO 1: Maestro ¿y si no nos quieren recibir?

JESÚS: Si nos os reciben, ni os escuchan, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.

NARRADOR: Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

San Fermín

1.- Al celebrar un año más la festividad de San Fermín, brotan espontáneamente gestos y actos, tradiciones y celebraciones que, en principio, queremos, asumimos y pretendemos que sean en honor de San Fermín.

Un grito unánime, salvo excepciones que no vienen al caso, surge desde el alma de Pamplona y de Navarra, y de todo aquel que siente admiración y devoción por el santo: ¡VIVA SAN FERMIN!

Y este grito significa muchas cosas que es bueno, en este día de fiesta, clarificar y explicar:

1º Es el exponente de una realidad. Ante una vida convulsionada y crucificada por tantos problemas y mediatizada por la ansiedad del tener y del aparentar, el ¡VIVA SAN FERMIN! produce sentimientos de conformidad y de paz, de serenidad y de felicidad. San Fermín, lo tuvo todo porque, en su corazón, residía la verdad auténtica, la razón suprema de toda paz y de toda felicidad: DIOS

2º El grito de ¡VIVA SAN FERMIN! es la necesidad y la sed del hombre y de la mujer de nuestro tiempo, de valores eternos e imperecederos. Frente a una sociedad en constante cambio y mutante (que pone en jaque elementos que eran pilares de nuestra forma de vivir y del equilibrio y estabilidad social) San Fermín, nos alerta y nos previene sobre el peligro de dejar desnudo el eje sobre el cual ha girado nuestro occidente, nuestra ciudad, nuestros pueblos, nuestras familias, el arte o el saber, la cultura o la música. Ese eje, y hay que decirlo bien claro, ha sido el cristianismo. Un cristianismo que fue el distintivo en la vida de San Fermín. Un cristianismo sin el cual, San Fermín, no hubiera sido conocido, venerado y reverenciado con el paso de los siglos. Fijarnos solamente en la estética de este día, en el colorido de esta jornada…sería traicionar la memoria, auténtica e histórica, de nuestro Patrón.

Por eso hacemos fiesta en su honor. Porque sabemos que, San Fermín, es el espejo donde podemos mirarnos para comprendernos más y mejor a nosotros mismos; para cambiar a mejor en aquello que no estamos centrados; para intentar imitar aquellos aspectos que fueron constitutivos y genuinos en su persona. Y un aspecto fundamental que no podemos obviar es precisamente su profundo amor en Jesucristo.

3º El grito de ¡VIVA SAN FERMIN! refleja, por otra parte, una realidad social en crisis. No está de moda echar piropos a la Iglesia (mas bien al contrario). Si decimos ¡Viva San Fermín! es porque, en el fondo, sabemos que el maligno es más rápido que la bondad, para hacerse hueco en las conciencias, en la juventud, en los matrimonios, en la política o en cualquier otro estado en el que nos encontremos.

Por eso, al celebrar las fiestas de San Fermín, está muy bien que dediquemos unas horas o unas jornadas, a la alegría, a la fraternidad o al riesgo que supone correr delante de los toros, etc. Pero sería bueno preguntarnos, interpelarnos, ¿Cuál es el honor y el homenaje mejor y más sincero que podemos ofrecer a San Fermín? ¿De qué manera podemos expresar a los cuatro vientos que el ¡viva San Fermín! no es un grito vacío de contenido?

Simplemente, *procurando que Pamplona, no olvide nunca a su hijo preclaro que fue el primer obispo de la naciente cristiandad de entonces. Tenemos un don demasiado grande, LA FE, (que es decisiva en miles de navarros pese a que algunos digan lo contrario) como para silenciarla.

4.- *Dando testimonio, como San Fermín lo hizo, del descubrimiento de Jesucristo. La fe, hoy más que nunca, ha de ser vivida, pública, activa y operativa. No podemos relegarla a la comodidad de un templo. Hoy el mundo, la sociedad, es un gran templo donde Dios (como decía el Papa el día de San Pedro) corre el riesgo de ser apartado y arrinconado. De nosotros depende, en parte, que Cristo sea conocido, alabado, bendecido y seguido por las futuras generaciones. Si no, esto que hoy celebramos, sabría a poco; se quedaría corto; nos quedaríamos en la música (pero sin conocer su letra); nos quedaríamos con el capote del Santo (pero sin llegar a su corazón); nos quedaríamos en simples aspectos exteriores (pero olvidando lo esencial y lo medular de San Fermín).

San Saturnino, cuando llegó a Pamplona, conmovió profundamente las entrañas de la familia de San Fermín. De tal manera lo hizo que, toda la familia a una, abrazó la vida cristiana por el Bautismo, comenzando por San Fermín.

5.- *La familia, teniendo como telón de fondo el Encuentro Internacional de la Familia en Valencia, es clave imprescindible para la transmisión de la fe. Una familia que vive con sinceridad y con coherencia su ser cristiano, la vida de la iglesia, se convierte, automáticamente, en el lugar más privilegiado y mejor de auténticos cristianos. Una familia que es cristiana, pero vive como si no lo fuera (sin eucaristía, sin oración, sin cercanía y comunión con la iglesia) es una familia que va perdiendo puntos y debilitando en su piedad para con Dios.

Que San Fermín, gigante y popular porque fue pequeño para el mundo, nos ayude a mantener firme el espíritu de su fiesta. Que nada ni nadie empañe el sentido más genuino y característico de nuestro Patrón: su amor incondicional a Dios.

Nosotros, por eso mismo, no podemos gritar ¡viva las fiestas! (de esas ya tenemos demasiadas) sino ¡Viva San Fermín! (porque los santos escasean en nuestros tiempos)

¡Viva San Fermín! ¡Felices Fiestas en honor de San Fermín!

Javier Leoz

Comentario al evangelio – Miércoles XIV de Tiempo Ordinario

“Llamando Jesús a doce, les dio poder“. Cuando Mateo relata que los discípulos fueron enviados a liberar a la gente de los “espíritus inmundos”, debemos entenderlos como todo aquello que origina y multiplica la violencia, la muerte y el caos en nuestro mundo. Al enviar a los apóstoles, Jesús los capacitó invistiéndolos con el poder que viene de lo alto.

Los enviados, por tanto, no están inermes o desprotegidos frente al mal. Pero no utilizan cualquier tipo de poderes en su trabajo liberador ¿Cuál es el poder que Jesús les confiere para esa misión imposible? Tendríamos que releer todo el evangelio y la misma vida para reconocerlo.

Descubrimos indicios como éstos:

  • El raro poder del amor al enemigo, al opositor, al contrincante, al indiferente, al distinto, al necesitado, sin jamás usar la venganza o la revancha contra de ellos; sino usando el potente recurso de poner la otra mejilla.
  • El raro poder de vivir juntos, de compartir vida, sueños y misión, de caminar juntos de dos en dos, de trabar amistad, de construir puentes y derribar muros.
  • El raro poder de la libertad para amar, sin amarrarse a personas, a estructuras, a posesiones, a ideologías, a países, a razas o color, a religiones, a costumbres, ni a cadena alguna que atenace el amor, aunque sea de oro.
  • El raro poder de la humildad, de la simplicidad, de la austeridad, de lapobreza, de aquella imaginación que no necesita multiplicar efectivos para hacerse valer.
  • El raro poder del dar y pedir perdón, el instrumento más eficaz y seguro para desarmar la obstinada violencia.
  • El raro poder de la alegría, con su brillo contagioso, llamativo, convocante, luminoso, irresistible…
  • El raro poder del partir y repartir el pan y el vino en mesa de fraternidad, abierta a aquellos que se alimentan no sólo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
  • El raro poder de narrar buenas noticias a través de parábolas elementales y cuentos sencillos, impregnados con la fuerza de la verdad, capaces de poner luz y mover corazones duros y obstinados.
  • El raro poder de la debilidad y de la pobreza de medios, que lleva a necesitar pocas cosas y estas necesitarlas muy poco. Sin jamás tener pánico a perder.
  • El raro poder de la mansedumbre, de la cordialidad, de la mirada pacificada, de la ternura capaz de seducir y conquistar lo más árido de una persona y transformarla.
  • El raro poder de la simplicidad, de la limpieza de miras, de la palabra directa y verdadera, aquella que vence por la contundencia con que exhibe la verdad.

Hoy nos toca a nosotros descubrir cuáles son los ‘espíritus inmundos’ de nuestra época, aquellos que conducen a la prepotencia, el egoísmo y la marginación. Con aquellos Jesús lanzó a los discípulos a conquistar el mundo. Con los mismos instrumentos, no con otros, hoy lo podemos hacer nosotros. La obediencia nos envía, la caridad nos hace cercanos y la pobreza nos hará creíbles.

Ciudad Redonda

Meditación – Miércoles XIV de Tiempo Ordinario

Hoy es miércoles XIV de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 10, 1-7):

En aquel tiempo, llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le entregó. A éstos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca».

Hoy el Evangelio describe la más primitiva imagen de la Iglesia. Jesucristo, rodeado de sus «seguidores», acaba de elegir a 12 de ellos para que permanezcan con Él y sean «Apóstoles» (sus «enviados»). Los evangelistas nos consignan exactamente sus nombres. Durante la Última Cena, siendo testigos de la institución de la Eucaristía, recibieron el sacerdocio ministerial al escuchar las palabras «haced esto en memoria mía».

La Iglesia es el «nuevo» Pueblo de Dios: la comunidad de los bautizados, preparada durante la Antigua Alianza y ahora destinada a todos los hombres. Iglesia-comunión, templo de Dios, sacramento (instrumento) de salvación para la humanidad. Por el Bautismo, todos los fieles recibimos la llamada y la ayuda para ser «hijos de Dios en el Hijo». Con este nuevo «estatus» todos somos «enviados» para ser «puente» entre los hombres y Dios: todos participamos del denominado «sacerdocio bautismal» y formamos un «pueblo sacerdotal».

—Jesús, te pedimos más vocaciones al sacerdocio ministerial que cuiden de tu pueblo sacerdotal.

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

Liturgia – Miércoles XIV de Tiempo Ordinario

MIÉRCOLES DE LA XIV SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: Cualquier formulario permitido. Prefacio común.

Leccionario: Vol. III-impar.

  • Gén 41, 55-57; 42, 5-7a. 17-24a. Estamos pagando el delito contra nuestro hermano.
  • Sal 32. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
  • Mt 10 1-7. Id a las ovejas descarriadas de Israel.

Antífona de entrada          Cf. Sal 27, 8-9
El Señor es fuerza para su pueblo, apoyo y salvación para su Ungido. Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad, sé su pastor por siempre.

Monición de entrada y acto penitencial
Hermanos, comencemos la celebración de los sagrados misterios con unos momentos de silencio para ponernos ante Dios, y pedirle que nos perdone y nos dé su gracia, para que, al igual que san José, el esposo de la Virgen María, cuya memoria vamos a venerar hoy, sepamos serle fieles en el camino de la vida.

Yo confieso…

Oración colecta
OH Dios,
que con inefable providencia elegiste a san José
como esposo de la santísima Madre de tu Hijo,
concédenos que merezcamos tener
como intercesor en el cielo
al que veneramos como protector en la tierra.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Dirijamos ahora nuestras súplicas confiadas a Jesucristo, el Señor.

1.- Por la Iglesia; para que sea siempre un signo transparente de la Buena Noticia de Dios. Roguemos al Señor.

2.- Por las vocaciones sacerdotales y religiosas; para que Dios llame a muchos jóvenes a su seguimiento. Roguemos al Señor.

3.- Por los gobernantes y los políticos de nuestro país; para que actúen pensando siempre en aquellos que más ama Dios, los pobres y los débiles, de aquí y de todo el mundo. Roguemos al Señor.

4.- Por nuestros familiares y amigos difuntos; para que Dios los acoja en su Reino. Roguemos al Señor.

5.- Por nosotros; para que amemos a Dios con todo el corazón y vivamos según el Evangelio de Jesús. Roguemos al Señor.

Dios todopoderoso y eterno, refugio en toda clase de peligro, a quien nos dirigimos en nuestra angustia; te pedimos con fe que mires compasivamente nuestra aflicción; líbranos de la epidemia que estamos padeciendo, concede descanso eterno a los que han muerto, consuela a los que lloran, sana a los enfermos, da paz a los moribundos, fuerza a los trabajadores sanitarios, sabiduría a nuestros gobernantes y valentía para llegar a todos con amor glorificando juntos tu santo nombre. Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración sobre las ofrendas
ACEPTA, Señor,
este sacrificio de reconciliación y alabanza
y concédenos que, purificados por su eficacia,
te ofrezcamos el obsequio agradable de nuestro corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Cf. Sal 144, 15
Los ojos de todos te están aguardando, Señor; tú les das la comida a su tiempo.

Oración después de la comunión
RENOVADOS con este sacramento de vida,
concédenos, Señor,
vivir siempre en justicia y santidad,
a ejemplo y por la intercesión de san José,
tu servidor fiel y obediente en la realización
de tus grandes misterios.
Por Jesucristo nuestro Señor.