Lectio Divina – Martes XV de Tiempo Ordinario

1.- Introducción.

Señor, esta mañana vengo a orar para caer en la cuenta de mi ingratitud contigo. Esas ciudades que no han querido recibirte no están fuera de mí. Me pertenecen. Yo he recibido de Ti inmensos dones, gracias abundantes, y no obstante, no soy nada fino ni delicado contigo. Hay dentro de mí mucha pereza, mucha indiferencia, mucha tibieza. Haz que, de hoy en adelante, cambie el rumbo de mi vida y sepa responder con amor de gratitud al derroche de amor que Tú has tenido conmigo.

2.- Lectura reposada del evangelio: Mateo 11, 20 – 24

Entonces se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Pues os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy.4Pues os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti».

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Lo más probable es que estas palabras tan duras, puestas por el evangelista en boca de Jesús, no fueran nunca pronunciadas por Él, y reflejarían la situación que estaba viviendo la comunidad de Mateo cuando se redactó este texto. De hecho, nunca dicen los evangelistas que Jesús hiciera milagros en Corozaín y Betsaida. Y en cuanto a Cafarnaúm sabemos que allí Jesús tuvo tan buena acogida que el mismo Mateo llama a Cafarnaúm “la ciudad de Jesús” (Mt. 9,1). Con todo, el texto refleja la poca acogida que, en alguna ocasión, tuvieron sus palabras, cuando invitaba a una boda o una fiesta. No captaron el gozo profundo de las parábolas de Jesús ni la alegría que comportaba el entrar en su Reino. Este comportamiento sí que debió dolerle fuertemente a Jesús. Llevaba un programa maravilloso de amor, paz, alegría, libertad. Pero los hombres prefirieron las tinieblas a la luz. “Vino a los suyos y los suyos no le recibieron” (Jn. 1,11). Y esa tristeza se la causamos a Jesús cada día que nos invita a disfrutar de la vida en plenitud, y nosotros preferimos nuestros gustos y caprichos. Pero nuestra miopía no hace miope a Jesús; ni nuestra mezquindad afecta su grandeza y generosidad; ni nuestra ingratitud, su inmenso amor.   

Palabra del Papa

Jesús expresa su disgusto: «Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes -es su advertencia a Corozaín y Betsaida- hace tiempo se habrían convertido». En esta severa, pero también amarga comparación, está toda la historia de la salvación. Así como han rechazado y asesinado a los profetas antes que llegara Él, porque eran incómodos, ahora hacen lo mismo con Jesús. Es justamente la clase dirigente la que cierra las puertas al modo como Jesús quiere salvarnos. Y así se entienden los diálogos fuertes de Jesús, con la clase dirigente de su tempo: se pelean, le ponen trampas para ver si cae, porque se trata de la resistencia a ser salvados. Jesús les dice: «Pero yo no les entiendo» y señala que ellos «son como aquellos niños: hemos sonado la flauta y no han bailado; hemos cantado un lamento y no han llorado ¿Pero ¿qué quieren? ‘¡Queremos salvarnos como nos gusta!». Es siempre este el cierre al mundo de Dios. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 3 de octubre de 2014, en Santa Marta).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Guardo silencio)

5.- Propósito. Hoy voy a ser fino y delicado con Jesús. No le voy a defraudar en nada.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, hoy he aprendido a no ser tacaño, ruin, miserable, contigo. He aprendido a ser generoso y corresponder con amor al inmenso amor que Tú me das. También he aprendido a no quedarme fuera sino a entrar en tu fiesta. He aprendido a vivir con ilusión, alegría y esperanza. He aprendido a disfrutar de la vida y de las cosas tan bellas que has creado para nosotros. ¡Gracias, Señor!

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Comentario – Martes XV de Tiempo Ordinario

(Mt 11, 20-24)

Jesús, que había crecido en Galilea, se lamenta amargamente de la incredulidad de algunas poblaciones de esa región. Él había intentado abrir el corazón de esa gente no sólo con su predicación, sino también con muchos milagros, ya que en esas poblaciones «había hecho la mayoría de sus milagros, pero no se arrepintieron» (v. 20).

Y Jesús quiere hacerles notar que su incredulidad e indiferencia es peor que la de Tiro, Sidón y Sodoma. ¿A qué se debe esta comparación?

Tiro y Sidón eran centros de comercio. Desde allí salían naves que surcaban todo el Mediterráneo y allí llegaba gran cantidad de productos que se comerciaban en Oriente. Representaban un poder comercial y, con él, la adoración a los bienes materiales. Se entendía entonces que Tiro y Sidón no eran el ambiente adecuado para el florecimiento de profundas actitudes religiosas, para la conversión del corazón.

Sodoma era una ciudad que simbolizaba el pecado, una depravación moral que finalmente la llevó a la ruina (Gn 19). Sin embargo, Jesús se dirige a las poblaciones de Galilea que no se convertían para hacerles notar que no tienen nada que criticar a Tiro, Sidón o Sodoma, porque la dureza del corazón de ellos era superior a la de esas ciudades. Si esas ciudades hubieran presenciado los prodigios de Jesús, se habrían convertido rápidamente.

La mención de la penitencia con sayal y ceniza recuerda la conversión de Nínive por la predicación de Jonás.

Ante este texto cabe que nos preguntemos si todo lo que hemos recibido del Señor, todo lo que él nos ha manifestado, todos los regalos de su amor, no exigirían una mayor entrega de nuestras vidas, una conversión más profunda de nuestro corazón. En todo caso, no deberíamos escandalizarnos ante la incredulidad de otros, que quizás no han recibido del Señor tantos regalos como los que Dios y la vida nos han regalado a nosotros.

Oración:

«Ayúdame Señor, con toques de tu gracia, con auxilios de tu Espíritu, para que pueda reconocer tus dones con un corazón agradecido, y así desee responder a tu amor con una conversión más profunda, con una vida y un corazón que sean de tu agrado».

 

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

Música – Domingo XVI de Tiempo Ordinario

Entrada: Sálvanos, Señor Jesús. Apéndice. Pueblo de reyes CLN 401; Reunidos en el nombre del Señor CLN A9     
Introito en latin: Ecce Deus    (Canto gregoriano)
Misa: En los meses de Julio y Agosto, en zonas con turistas extranjeros se puede cantar la Misa de Angelis
Salmo y Aleluya: El Señor es mi pastor, nada me falta. (Propio)   
Ofertorio: Bendito seas, Señor. H 5. CLN
Santo: 16. CLN)
Comunión:   Altísimo Señor (Cantos varios); El pan que compartimos (Cantos varios); Beberemos la copa de Cristo CLN 010; Tú eres, Señor, el pan de vida CLN 014.
Final: Reune Señor a tu Santa Iglesia. CLN 750

Recursos – Ofertorio Domingo XVI de Tiempo Ordinario

PRESENTACIÓN DE UNA REVISTA DEL CORAZÓN

(Puede hacer esta ofrenda una de las mujeres de la comunidad. Luego dice:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo hoy esta revista de las llamadas del corazón, como expresión de la banalidad de la vida y de cómo, al menos en lo que nos muestran, la gente vive sin valores definidos, víctimas de la moda o del qué dirán. Con ella, nosotros y nosotras te queremos expresar nuestros deseos de vivir desde el mensaje y los valores de tu Hijo, a la vez que te pedimos fortaleza para poderlo hacer en medio de este mundo hostil.

PRESENTACIÓN DE UNOS CASCOS DE AUDIO

(Esta ofrenda la puede hacer uno de los o una de las jóvenes de la comunidad, tan habituados y habituadas a escuchar música con ellos)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo estos cascos, que utilizamos tanto los/as jóvenes de hoy para oír música. Son, sin embargo, un poco símbolo de la soledad, pues nos aíslan de los demás. Eso es precisamente lo que te queremos ofrecer hoy, como uno de los problemas que sufre mucha gente. Pero la soledad sólo se vence con la compañía, y ése es nuestro compromiso hoy, tanto individual como comunitariamente: ser cercanos y cercanas unos de otros y ofrecernos SIEMPRE la mutua ayuda.

PRESENTACIÓN DE UN RELOJ

(Un varón adulto será el encargado de hacer esta ofrenda)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Por mi parte, Señor, te traigo este reloj, que simboliza las prisas y el estrés al que se ven sometidos los hombres y las mujeres de hoy, que viven precisamente contrarreloj. También te traigo el compromiso mío y el de todos y todas de ser un poco de descanso y sosiego para los demás, en vez de fuente creciente de problemas.

PRESENTACIÓN DE UN CAYADO O UN BASTÓN

(Esta ofrenda la puede hacer el mismo presidente o quien dirige el Consejo Pastoral)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo hoy este bastón. Es el símbolo de la autoridad. Con él te quiero ofrecer mi disponibilidad de servicio, porque, como discípulo del Buen Pastor, sé que la única autoridad existente en tu familia es la de la entrega y el servicio incondicional. Dame fuerzas para crecer en mi capacidad de solicitud. En nombre del resto de la comunidad, te ofrezco también su disponibilidad de servicio, pues bien sabemos que somos pastores unos de otros. Trenza entre todos nosotros y todas nosotras esa red del amor y la caridad.

PRESENTACIÓN DE UN MEDICAMENTO

(Con el envoltorio sería suficiente, para tener el valor de símbolo. Y lo puede presentar alguien relacionado con la sanidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Mira, Señor, yo te traigo un medicamento, porque pensamos que es un buen signo de la misericordia, una de las cualidades fundamentales de una comunidad cristiana. Queremos ser eso: medicina para los otros y las otras. Bálsamo y aceite que curen las heridas de los demás. Mera capacidad de escucha, que alivie y aligere los problemas de los otros y de las otras. Y lo queremos hacer a imagen de tu Hijo Jesucristo, tal como Él lo hizo antes y lo hace ahora con nosotros y nosotras.

Oración de los fieles – Domingo XVI de Tiempo Ordinario

Como en el salmo, queremos dejarnos guiar por Ti, el único y verdadero pastor, ayúdanos a no desviar nuestro camino. Repetimos:

CONDÚCENOS, SEÑOR, Y REPARA NUESTRAS FUERZAS.

1. – Por el Papa, los obispos y sacerdotes para que sean imagen del Pastor al frente de tu Iglesia. OREMOS

2. – Por los dirigentes de las naciones para que sean fieles a su servicio y cuiden de su pueblo como Cristo cuida de su Iglesia. OREMOS

3. – Por los judíos, el otro pueblo de Dios, para que descubran la universalidad del mensaje de Cristo y lo tengan como pastor. OREMOS

4. – Por enfermos crónicos y aquellos cuyas dolencias son largas, para que confíen siempre en el vara y el cayado del Señor. OREMOS

5. – Por todos los misioneros, para que sean constructores de paz entre dos culturas. OREMOS

6. – Por todos nosotros para que seamos ovejas fieles a Cristo y pastores solícitos de su iglesia. OREMOS

Padre, acoge estas necesidades que tu pueblo te presenta y atiéndelas con generosidad. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Amen.


Al celebrar un día más la Eucaristía nos unimos a las necesidades de todos los hombres de la tierra, y con la mayor confianza las depositamos en las manos del Padre.

ATIENDE, SEÑOR, NUESTRAS SÚPLICAS

1.- Por el Papa, los obispos, los sacerdotes; para que anuncien con su vida el amor que Dios nos tiene a todos los hombres. OREMOS

2,. Por los necesitados, enfermos, solos, parados, para que el Señor se compadezca de ellos y los cure, los ilumine, los fortalezca, y ponga en su camino personas generosas capaces de ayudarles. OREMOS

3.- Por todas las naciones de la tierra, en especial por las que en este momento lo estén pasando peor; para que el Señor les ayude a vivir en justicia y caridad. OREMOS

4.- Por los jóvenes que están disfrutando las vacaciones; para que tengan la valentía de vivir su fe con coherencia y lleven a sus ambientes el testimonio de una vida marcada por auténticos valores. OREMOS

5.- Por todos los voluntarios que trabajan en ambientes de misión, campos de trabajo, ONG., monitores, para que realicen su tarea con entrega, amor y alegría. OREMOS

6.- Por las familias en especial las que estén pasando por un mal momento; para que vivan en paz, progresen en el amor y sean capaces de perdonar esas limitaciones que surgen cuando menos se espera. OREMOS

7.- Por todos nosotros presentes en esta Eucaristía, que sabemos que siempre en la cercanía al Altar nos conduces a fuentes tranquilas y a pastos frescos.

Concédenos Señor la gracia de acercarnos a ti, único dador de vida, para que por tu bondad consigamos lo que humildemente te hemos pedido.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Comentario al evangelio – Martes XV de Tiempo Ordinario

No hay pecado, por muy grave que sea, del que no pueda haber arrepentimiento, conversión y perdón. Lo peor es no querer arrepentirse, no querer convertirse, no querer cambiar, no querer crecer. Veámoslo en la liturgia de hoy.

En la secuencia del Libro del Éxodo de hoy, Moisés, el gran libertador de Israel, comete un pecado mortal, nada menos que un homicidio; mata a un egipcio que a su vez estaba maltratando a un hebreo. Sus ansias de justicia, en el ambiente de opresión en que vivía,  no han madurado y no comprende que la liberación no puede conllevar la muerte, pues la violencia sólo genera más violencia. Temeroso de ser descubierto huirá al desierto de Madián donde tendrá ocasión de orientarse, meditar y arrepentirse (el desierto es el lugar de encuentro con la Palabra).

Por eso Jesús hoy alza su voz contra las ciudades que no se han convertido, pues a pesar de haber recibido profetas y mensajeros que les han animado a ello, todo ha sido inútil. Jesús no pone el acento en el pecado, sino en los duros de corazón, en los que no quieren escuchar ni convertirse. Esto me lleva a pensar ¿y yo? ¿Cuántas oportunidades, llamadas al crecimiento, al cambio, a la conversión he recibido de Dios a través de múltiples canales de comunicación, señales, guiños, mediaciones a lo largo de mi historia? ¿Me hago cargo? ¿Las escucho? ¿Dejo que el Señor tenga una palabra que decir sobre mi vida? ¿O soy como las ciudades de Corozaín, Betsaida o Cafarnaún, más duro que una piedra? Hagamos hoy nuestra la antífona del salmo 68 que rezaremos en la eucaristía: Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón

Ciudad Redonda

Meditación – Martes XV de Tiempo Ordinario

Hoy es martes XV de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 11, 20-24):

En aquel tiempo, Jesús se puso a maldecir a las ciudades en las que se habían realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que en sayal y ceniza se habrían convertido. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, aún subsistiría el día de hoy. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti».

Hoy, el Evangelio nos habla del juicio histórico de Dios sobre Corozaín, Cafarnaúm y otras ciudades: «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que (…) se habrían convertido» (Mt 11,21). He meditado este pasaje entre sus negras ruinas, que es todo lo que queda de ellas. Mi reflexión no me ha llevado a alegrarme del fracaso que sufrieron. Pensaba: en nuestras poblaciones, en nuestros barrios, en nuestros casas, por ellas también pasó el Señor y… ¿qué caso se le hizo?, ¿qué caso le he hecho yo?

Con una piedra en la mano, me he dicho para mis adentros: algo así quedará de mi existencia histórica, si no vivo responsablemente la visita del Señor. He recordado al poeta: «Alma, asómate ahora a la ventana: verás con cuánto amor llamar porfía», y avergonzado reconozco que yo también he dicho: «Mañana le abriremos… para lo mismo responder mañana» (Lope de Vega).

Cuando cruzo las inhumanas calles de nuestras “ciudades dormitorio”, pienso: ¿qué se puede hacer entre estos habitantes con quienes me siento incapaz de establecer un dialogo, con quienes no puedo compartir mis ilusiones, a quienes me resulta imposible trasmitir el amor de Dios? Recuerdo, entonces, el lema que escogió san Francisco de Sales al ser nombrado obispo de Ginebra —el máximo exponente de la Reforma protestante— en aquel tiempo: «Donde Dios nos plantó, es preciso saber florecer». Y si con una piedra en la mano meditaba el juicio severo de Dios que puede recaer sobre mí, en otros momentos —con una florecilla silvestre, nacida entre los hierbajos y el estiércol de la alta montaña— pienso que no debo perder la Esperanza. Debo corresponder a la bondad que Dios ha mostrado conmigo, y así mi pequeña generosidad depositada en el corazón del que saludo, la mirada interesada y atenta hacia el que me pide una información, mi sonrisa dirigida al que me cede el paso, florecerá en un futuro. Y nuestro entorno no perderá la Fe.

Rev. D. Pedro-José YNARAJA i Díaz

Liturgia – Martes XV de Tiempo Ordinario

MARTES DE LA XV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: Para la feria cualquier formulario permitido; Prefacio común

Leccionario: Vol. III-impar

  • Éx 2, 1-15a. Lo llamó Moisés, pues lo había sacado del agua; cuando ya era mayor, fue a donde estaban sus hermanos.
  • Sal 68. Los humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
  • Mt 11, 20-24. El día del juicio le será más llevadero a Tiro, a Sidón y a Sodoma que a vosotras.

Antífona de entrada (Cf. Sal 67, 6-7. 36)
Dios vive en su santa morada. Dios, el que hace habitar juntos en su casa, él mismo dará fuerza y poder a su pueblo.

Monición de entrada
Nuevamente nos hemos acercado hasta el altar para celebrar la Eucaristía, y hoy, de un modo especial, daremos gracias en ella por el fruto de la cosecha que hemos recolectado, reconociendo que todo lo que la tierra nos da, sea mucho o poco, es un don de Dios, que todo lo dirige para nuestro bien.

Acto penitencial
Comencemos, pues, la celebración de los sagrados misterios, poniéndonos en la presencia del Señor, y pidiéndole perdón por nuestros pecados.

• Tú que envías la lluvia y el sol a su tiempo. Señor, ten piedad.
• Tú que nos bendices con los frutos de la tierra. Cristo, ten piedad.
• Tú que siempre te preocupas por nosotros. Señor, ten piedad.

Oración colecta
SEÑOR, Padre bueno,
que en tu providencia entregaste la tierra al hombre,
concédenos poder sustentarnos con los frutos cosechados de ella,
y haz que nos aprovechemos de ellos
de tal modo que nos sirvan, con tu ayuda,
para alabar tu nombre y para bien de todos.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Oremos, hermanos, con total confianza a Dios Padre, que tiende siempre su mano para rescatarnos del peligro y del pecado.

1.- Para que introduzca en la plenitud de su santa Iglesia a los no cristianos y a los no creyentes. Roguemos al Señor.

2.- Para que las familias cristianas fomenten la vocación cristiana de sus hijos. Roguemos al Señor.

3.- Para que inspire a los gobernantes pensamientos de servicio y entrega al bien común. Roguemos al Señor.

4.- Para que libre al mundo entero del hambre, de la enfermedad, del paro y de la guerra. Roguemos al Señor.

5.- Para que acoja siempre nuestra oración suplicante. Roguemos al Señor.

Dios todopoderoso y eterno, refugio en toda clase de peligro, a quien nos dirigimos en nuestra angustia; te pedimos con fe que mires compasivamente nuestra aflicción; líbranos de la epidemia que estamos padeciendo, concede descanso eterno a los que han muerto, consuela a los que lloran, sana a los enfermos, da paz a los moribundos, fuerza a los trabajadores sanitarios, sabiduría a nuestros gobernantes y valentía para llegar a todos con amor glorificando juntos tu santo nombre. Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración sobre las ofrendas
ACEPTA, Señor,
los dones que te ofrecemos en este tiempo de peligro;
y haz que, por tu poder,
se conviertan para nosotros en fuente de sanación y de paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Sal 102, 2
Bendice, alma mía, al Señor y no olvides sus beneficios.

Oración después de la comunión
CONCÉDENOS, Señor,
al darte gracias por los frutos de la tierra que hemos recibido,
que, actuando del mismo modo en nosotros,
merezcamos conseguir bienes mayores.
Por Jesucristo nuestro Señor.