Vísperas – Miércoles XV de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

MIÉRCOLES XV de TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Ignorando mi vida,
golpeado por la luz de las estrellas,
como un ciego que extiende,
al caminar, las manos en la sombra,
todo yo, Cristo mío,
todo mi corazón, sin mengua, entero,
virginal y encendido, se reclina
en la futura vida, como el árbol
en la savia que apoya, que le nutre
y le enflora y verdea.

Todo mi corazón, ascua de hombre,
inútil sin tu amor, sin ti vacío,
en la noche te busca;
le siento que te busca, como un ciego
que extiende, al caminar, las manos llenas
de anchura y de alegría.

Gloria al padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.

SALMO 125: DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA

Ant. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

SALMO 126: EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS

Ant. Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

LECTURA: Ef 3, 20-21

A Dios, que puede hacer mucho más sin comparación de lo que pedimos o concebimos, con ese poder que actúa entre nosotros, a él la gloria de la Iglesia y de Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.

RESPONSORIO BREVE

R/ Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
V/ Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.

R/ No arrebates mi alma con los pecadores.
V/ Y ten misericordia de mí.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

PRECES

Invoquemos a Dios, que envió a su Hijo como salvador y modelo supremo de su pueblo, diciendo:

Que tu pueblo te alabe, Señor.

Te damos gracias, Señor, porque nos has escogido como primicias para la salvación;
— haz que sepamos corresponder, y así hagamos nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

Haz que todos los que confiesan tu santo nombre sean concordes en la verdad
— y vivan unidos por la caridad.

Creador del universo, cuyo Hijo, al venir a este mundo, quiso trabajar con sus propias manos,
— acuérdate de los trabajadores, que ganan el pan con el sudor de su frente.

Acuérdate, también, de todos los que viven entregados al servicio de los demás:
— que no se dejen vencer por el desánimo ante la incomprensión de los hombres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Ten piedad de nuestros hermanos difuntos
— y líbranos del poder del Maligno.

Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús nos enseñó:

Padre nuestro…

ORACION

Llegue a tus oídos, Señor, la voz suplicante de tu Iglesia, a fin de que, conseguido el perdón de nuestros pecados, con tu ayuda podamos dedicarnos a tu servicio y con tu protección vivamos confiados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Miércoles XV de Tiempo Ordinario

1.- Introducción.

Hoy, Jesús, vengo a rezar no para pedirte nada, sino para agradecerte todo lo que has hecho conmigo. Y quiero unir mi alabanza a la tuya y dar gracias al Padre por ser tan bueno y generoso. Sólo le interesa que lo pasemos bien, que disfrutemos de todo lo que Él ha creado, que vivamos alegres y seamos felices.

2.- Lectura sosegada del evangelio: Mateo 11, 25-27

Por aquel tiempo tomó Jesús la palabra y dijo: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre y nadie conoce al Hijo sino el Padre y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Jesús ha unido la alabanza al Padre con el Señor del cielo y de la tierra. Si sólo hubiera alabado al Padre, Señor del cielo, hubiéramos pensado que Dios sólo quiere que seamos felices después de la muerte. Pero el Padre quiere que seamos también felices en esta tierra. Es Él quien ha creado este mundo maravilloso para que lo disfrutemos. El Padre Dios goza cuando nosotros disfrutamos de la inmensidad de los mares, de la arena de las playas, de las montañas nevadas, de la belleza de los lirios del campo, de la higuera que echa yemas y anuncia la cercanía de la primavera.  Jesús nos enseñó a disfrutar de la Naturaleza porque detrás de cada árbol, de cada animal, de cada brisa, de cada canto de pájaro, está el Padre Dios. Todas las criaturas son huella del amor del Padre. Y, sobre todo, quiere que descubramos el rostro de Dios en el rostro benévolo de nuestros hermanos (Gn. 33,10). De todo esto sólo pueden disfrutar aquellos que son “sencillos y pequeños”. Es más, sólo a éstos Dios les hace la máxima revelación de sí mismo. Sólo a los pequeñitos Jesús revela el verdadero rostro de Dios.

Palabra del Papa

“Dios ha ocultado estas cosas a «sabios y entendidos», dándolas a conocer a los pequeños, a los humildes, a los sencillos de corazón. Por su «sí» a la llamada de Dios, la Virgen María manifiesta entre los hombres el amor divino. En este sentido, Ella, con sencillez y corazón de madre, sigue indicando la única Luz y Verdad: su Hijo Jesucristo, que «es la respuesta definitiva a la pregunta sobre el sentido de la vida y a los interrogantes fundamentales que asedian también hoy a tantos hombres y mujeres del continente americano». Asimismo, Ella «continúa alcanzándonos por su constante intercesión los dones de la eterna salvación. Con amor maternal cuida de los hermanos de su Hijo que todavía peregrinan y se debaten entre peligros y angustias hasta que sean llevados a la patria feliz». Benedicto XVI, 12 de diciembre de 2011.

4.- Qué me dice hoy a mí este texto que acabo de meditar.

5.-Propósito: Mirar el mundo como creación de Dios y disfrutar en este día como un enano.

6.-Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Hoy, Padre bueno, quiero darte gracias, necesito darte gracias porque cuando creabas este mundo ya estabas pensando en mí y te alegrabas de que yo lo pudiera disfrutar. Gracias, Padre, porque te lo pasas bien viendo que nosotros, tus hijos, nos lo pasamos bien. Gracias por ese amor tan grande y desinteresado.  ¿Cuándo voy a caer en la cuenta de que el fiarme plenamente de Ti es la causa de mi verdadera alegría?

Comentario – Miércoles XV de Tiempo Ordinario

(Mt 11, 25-27)

El motivo del agradecimiento de Jesús es muy particular.

Jesús se alegraba contemplando cómo los más pequeños y sencillos recibían la buena noticia y captaban los misterios más profundos del amor de Dios.

Y Jesús se goza porque es su Padre amado el que manifiesta a los sencillos las cosas que permanecen ocultas para los sabios de este mundo.

Toda la Palabra de Dios es también un testimonio permanente de esta predilección del Padre y de Jesús por los pequeños, los olvidados, los despreciados de la sociedad, pero que albergan en su sencillez un tesoro divino de sabiduría que el Padre les revela.

Jesús es el instrumento de esta revelación, porque sólo él conoce íntimamente al Padre y puede revelar sus misterios. Este texto nos habla de la maravillosa intimidad que había, y hay, entre Jesús y el Padre. Por esa relación única que hay entre ellos, sólo Jesús nos puede revelar al Padre, para que nosotros podamos conocer su verdadero rostro y participar de esa intimidad preciosa.

De hecho, si estamos atentos a la predicación de Jesús, veremos que su preocupación era que el Padre fuera amado y obedecido. Y por eso mismo, cuando quiso enseñarnos a orar nos dijo que debemos decir «Padre nuestro…»

Oración:

«Seas adorado, Padre, por tu obra en los pequeños y simples, porque has manifestado los misterios más profundos de la vida a esos corazones bien dispuestos, que no están aferrados a nada, y que en su pequeñez saben confiar en tu amor y en tu poder. Ayúdame, Señor, para que me libere de mi autosuficiencia y también yo pueda recibir la verdadera sabiduría».

 

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Andaban como ovejas sin pastor – Marcos 6, 30-34

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. El les dijo: -Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma

Explicación

Después de cumplir durante un tiempo un poco largo la misión que Jesús les encargó, todos sus amigos regresaron junto a El. Les llevó a un lugar tranquilo para que nadie les molestara y allí compartieron todas las aventuras que habían vivido como mensajeros de Jesús.

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

DECIMOSEXTO DOMINGO ORDINARIO – CICLO “B” – (MARCOS 6, 30-34)

NARRADOR: Los Doce acaban de llegar de la misión que Jesús les había encomendado. Regresan contentos, pues en nombre de su querido Maestro han hecho maravillas por los pueblos y aldeas, pero están cansados. Y Jesús, que los ama entrañablemente, se preocupa por ellos, y les dice:

JESÚS: Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.

NARRADOR: Eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.

JESÚS: Vamos en barca a un sitio tranquilo y apartado.

DISCÍPULO 1: Maestro, hay mucha gente que te quiere ver y desea estar contigo.

JESÚS: Hacedme caso. Necesitamos tranquilad y reposo después de todo lo que habéis hecho en las aldeas y pueblos por los que habéis pasado.

NARRADOR: Muchos lo vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio, y se les adelantaron.

DISCÍPULO 2: Maestro, mira qué cantidad de gente ha venido para estar contigo y escucharte.

JESÚS: Estoy conmovido y contento por ver la multitud que ha venido, pero también me da lástima de ellos, porque andan como ovejas sin pastor.

NARRADOR: Y el mismo Jesús se puso a enseñarles con calma.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles XV de Tiempo Ordinario

Una de las mayores búsquedas del ser humano es la del sentido de su vida. Si no fuéramos capaces de contestar vitalmente a la pregunta ¿para qué estoy aquí? ¿Cuál es el sentido de mi vida? no encontraríamos la auténtica felicidad. El ser humano no se llena ni se conforma con cualquier cosa. No somos fáciles de contentar. Si llenamos nuestra vida de experiencias superfluas sin escuchar la voz interior que habla en nuestro corazón, tarde o temprano nos damos cuenta de que todo eso no nos satisface y nos impide caminar felices.

Los creyentes en Dios tenemos una ventaja respecto a los no creyentes; podemos preguntarle al Padre, cuál es nuestra misión. Podemos encontrar en Él el sentido de nuestra vida. Lo podemos hacer porque Él es nuestro creador, nos conoce muy bien, mejor que nosotros mismos. Y precisamente porque estamos en la mente de Dios, Él tiene una propuesta de vida para cada uno de nosotros. Podemos preguntarle: “Señor, ¿qué quieres de mí?”

En la primera lectura de hoy, el Libro del Éxodo nos narra la vocación de Moisés. Dios llama a Moisés a una misión, le ofrece un plan que da sentido a su vida. Esto es tan grande que lo llamamos sagrado. El Señor advierte a Moisés que lo que está aconteciendo, su llamada, y ante quien está presentándose es importantísimo: quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado. Y es que, nuestra vida, como la de Moisés y la de otros hombres y mujeres que han sido y son llamados por Dios a una misión, es algo sagrado. Yo estoy contigo, le dice Dios en la zarza ardiente. Sagrada es nuestra vida, es decir, digna de mucho respeto y cuidado; por ello buscar y encontrar qué hacer con la vida que nos ha sido dada, es lo más importante que tenemos que hacer. Y en Dios, podemos y debemos encontrar el sentido a nuestra vida confiando en que quiere lo mejor aunque a veces no lo comprendamos o nos desconcierte en un primer momento.

Este misterio no es conocido por muchos, por ello Jesús da gracias al Padre: Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. A través de Jesús, en Dios, encontramos y reafirmamos nuestra vocación, el sentido de nuestra vida. 

Ciudad Redonda

Meditación – Miércoles XV de Tiempo Ordinario

Hoy es miércoles XV de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 11, 25-27):

En aquel tiempo, Jesús dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

Hoy nos preguntamos: ¿por qué Jesús no se ha opuesto con poder a sus detractores?; ¿por qué no les demostró con vigor irrefutable que Él es el Resucitado?; ¿por qué se reveló sólo a un pequeño grupo de discípulos, de cuyo testimonio tenemos ahora que fiarnos?

Es propio del misterio de Dios actuar de manera discreta. Sólo poco a poco va construyendo su historia en la gran historia de la humanidad. Se hace hombre, pero de tal modo que puede ser ignorado por sus contemporáneos, por las fuerzas de renombre en la historia. Padece y muere y, como Resucitado, quiere llegar a la humanidad solamente mediante la fe de los suyos, a los que se manifiesta. ¿No es éste acaso el estilo divino? Dios no atropella con el poder exterior, sino que da libertad; ofrece y suscita amor.

—Señor, Tú llamas con suavidad a las puertas de nuestro corazón. Quiero abrírtelo para que me hagas capaz de «ver».

REDACCIÓN evangeli.net

Liturgia – Miércoles XV de Tiempo Ordinario

MIÉRCOLES DE LA XV SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: Cualquier formulario permitido. Prefacio común.

Leccionario: Vol. III-impar.

  • Éx 3, 1-6. 9-12. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas.
  • Sal 102. El Señor es compasivo y misericordioso.
  • Mt 11, 25-27. Has escondido estas cosas a los sabios y se las has revelado a los pequeños.

Antífona de entrada          Cf. Sal 16, 15
Yo aparezco ante ti con la justicia, y me saciaré mientras se manifestará tu gloria.

Monición de entrada y acto penitencial
Hermanos, dispongámonos a escuchar la palabra del Señor y a celebrar la Eucaristía con sencillez, con ganas de que Jesucristo continúe acompañando nuestra vida cada día, en todo y por todo. Y comencemos la celebración reconociéndonos pecadores.

• Tú que perdonas todas nuestras culpas. Señor, ten piedad.
• Tú que curas nuestras enfermedades. Cristo, ten piedad.
• Tú que rescatas nuestra vida de la fosa. Señor, ten piedad.

Oración colecta
OH, Dios,
que prometiste permanecer en los rectos y sencillos de corazón,
 concédenos, por tu gracia,
vivir de tal manera que te dignes habitar en nosotros.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Como hijos de un mismo Padre, oremos al Dios del cielo, que ha entregado todo a su Hijo Jesucristo.

1.- Por la Iglesia; para que proclame incansablemente el Evangelio de la paz y acoja en su seno a todos los discípulos de Jesús. Roguemos al Señor.

2.- Por los que han escuchado la llamada al sacerdocio; para que sean fieles a la vocación que han recibido. Roguemos al Señor.

3.- Por nuestro mundo; para que Dios escuche sus clamores de justicia y amor. Roguemos al Señor.

4.- Por los enfermos de nuestras familias y de nuestra comunidad; para que experimenten la fortaleza y el gozo del Espíritu. Roguemos al Señor.

5.- Por nosotros, congregados en la casa del Señor; para que evitemos todo aquello que nos esclaviza o degrada en nuestra verdadera dignidad. Roguemos al Señor.

Dios todopoderoso y eterno, refugio en toda clase de peligro, a quien nos dirigimos en nuestra angustia; te pedimos con fe que mires compasivamente nuestra aflicción; líbranos de la epidemia que estamos padeciendo, concede descanso eterno a los que han muerto, consuela a los que lloran, sana a los enfermos, da paz a los moribundos, fuerza a los trabajadores sanitarios, sabiduría a nuestros gobernantes y valentía para llegar a todos con amor glorificando juntos tu santo nombre. Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración sobre las ofrendas
MIRA Señor, los dones de tu Iglesia suplicante
y concede que sean recibidos
para crecimiento en santidad de los creyentes.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Cf. Sal 83, 4-5
Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor del universo, Rey y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre.

Oración después de la comunión
ALIMENTADOS con las delicias del cielo,
te pedimos, Señor,
que procuremos siempre aquello
que nos asegura la vida verdadera.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Laudes – Miércoles XV de Tiempo Ordinario

LAUDES

MIÉRCOLES XV de TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Señor, ábreme los labios.
R/. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Se reza el invitatorio cuando laudes es la primera oración del día.

Ant. Adoramos al Señor, creador nuestro.

SALMO 94: INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendición al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
«Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso».»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

Siempre es hora de la gracia,
¡despierte el alma dormida!

Los cangilones del sueño
van hurtando el agua viva
en la noria de las horas,
de las noches y los días.

Peldaños de eternidad
me ofrece el tiempo en su huida,
si, ascendiendo paso a paso,
lleno mis manos vacías.

Sólo el tiempo se redime,
quitándole su malicia.

Como una sombra se esfuman
del hombre vano los días,
pero uno solo ante Dios
cuenta mil años de espigas.

«Tus años no morirán»,
leo en la Sagrada Biblia:
lo bueno y noble perdura
eternizado en la dicha.

Sembraré, mientras es tiempo,
aunque me cueste fatigas.

Al Padre, al Hijo, al Espíritu
alabe toda mi vida:
el rosario de las horas,
de las noches y los días. Amén.

SALMO 85: ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS ADVERSIDADES

Ant. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.

Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual ente los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor,
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»

Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu gran piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida;
sin tenerte en cuenta a ti.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.

CÁNTICO de ISAÍAS: DIOS JUZGARÁ CON JUSTICIA

Ant. Dichoso el hombre que camina por sendas de justicia y habla con rectitud.

Los lejanos, escuchad lo que he hecho;
los cercanos, reconoced mi fuerza.

Temen en Sión los pecadores,
y un temblor agarra a los perversos;
«¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?»

El que procede con justicia y habla con rectitud
y rehúsa el lucro de la opresión,
el que sacude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
ése habitará en lo alto,
tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Dichoso el hombre que camina por sendas de justicia y habla con rectitud.

SALMO 97: EL SEÑOR, JUEZ VENCEDOR

Ant. Aclamad al Rey y Señor.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad:

tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra.

Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Aclamad al Rey y Señor.

LECTURA: Jb 1, 21; 2. 10b

Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?

RESPONSORIO BREVE

R/ Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
V/ Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.

R/ Dame vida con tu palabra.
V/ Mi corazón a tus preceptos.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Ten misericordia de nosotros, Señor, y recuerda tu santa alianza.

Benedictus. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR. Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por la boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ten misericordia de nosotros, Señor, y recuerda tu santa alianza.

PRECES

Invoquemos a Cristo, que se entregó a sí mismo por la Iglesia y le da alimento y calor, diciendo:

Mira, Señor, a tu Iglesia.

Bendito seas, Señor, Pastor de la Iglesia, que nos vuelves a dar hoy la luz y la vida;
— haz que sepamos agradecerte este magnífico don.

Mira con amor a tu grey, que has congregado en tu nombre;
— haz que no se pierda ni uno solo de los que el Padre te ha dado.

Guía a tu Iglesia por el camino de tus mandatos,
— y haz que el Espíritu Santo la conserve en la fidelidad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Que tus fieles, Señor, cobren nueva vida, participando en la mesa de tu pan y tu palabra,
— para que, con la fuerza de este alimento, te sigan con alegría.

Concluyamos nuestra oración diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro Maestro:
Padre nuestro…

ORACION

Señor, infunde en nuestras almas la claridad de tu luz, y, pues con tu sabiduría nos has creado y con tu providencia nos gobiernas, haz que nuestro vivir y nuestro obrar estén del todo consagrados a ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.