Lectio Divina – Viernes XV de Tiempo Ordinario

1.- Introducción.

Señor, dame la sensatez necesaria para saber distinguir lo esencial de lo accidental. Para aquellos fariseos del tiempo de Jesús, lo esencial era el cumplimiento de la ley hasta caer en minucias absurdas. Entendían como trabajo prohibido por la ley el “frotar las espigas” con las manos. Jesús no puede permitir esta falsa interpretación del sábado, día en que uno cesa del duro trabajo de la semana, para descansar con su Dios en la oración y dedicar este tiempo sagrado al cuidado de los hermanos que lo necesitan. Dame, Señor, tu Espíritu para saber interpretar tu ley.

2.- Lectura reposada del evangelio. Mateo 12, 1-8

Un sábado de aquellos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los fariseos, al verlo, le dijeron: -Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado. Les replicó: -¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendierais lo que significa «quiero misericordia y no sacrificio», no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del Hombre es señor del sábado.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Las tres grandes Instituciones de los judíos eran: La Ley, el Templo y el sábado. En un principio la Ley “La Torá” era la voluntad de Dios expresada como una manifestación de amor en el corazón de los fieles. A lo largo del tiempo, las escuelas farisaicas la multiplicaron en muchos preceptos hasta convertirla en “fardos pesados que cargan a la gente en los hombros” (Mt. 23,4) El Templo que, en un principio, pretendió “dar un espacio” para Dios, se convirtió en “cueva de bandidos” al pretender amordazar a Dios diciendo ¡Templo de Yavé!  Y así cometer impunemente todo tipo de injusticias.  Y el sábado, hecho para consagrar un tiempo a Yavé, se convirtió en instrumento de esclavitud al no poder ni siquiera hacer el bien. Jesús quiso descubrir el significado profundo de estas instituciones (Ley, sábado, Templo) al decir que “Él está por encima del Templo y es Señor del Sábado” Por eso, siempre que en el evangelio estas instituciones entran en conflicto con el hombre, Jesús estará a favor del hombre y no a favor de las instituciones.   

Palabra del Papa

“Quien cree en Dios, Padre lleno de amor por sus hijos, pone en primer lugar la búsqueda de su Reino, de su voluntad. Es todo lo contrario del fatalismo o el ingenuo irenismo. La fe en la Providencia, de hecho, no exime de la cansada lucha por una vida digna, sino que libera de la preocupación por las cosas y del miedo del mañana. Está claro que esta enseñanza de Jesús, si bien sigue manteniendo su verdad y validez para todos, es practicada de maneras diferentes según las diferentes vocaciones: un fraile franciscano podrá seguirla de manera más radical, mientras que un padre de familia deberá tener en cuenta sus deberes hacia su esposa e hijos. En todo caso, el cristiano se distingue por su absoluta confianza en el Padre celestial, como Jesús. Precisamente la relación con Dios Padre da sentido a toda la vida de Cristo, a sus palabras, a sus gestos de salvación, hasta su pasión muerte y resurrección. Jesús nos ha demostrado qué significa vivir con los pies bien plantados en la tierra, atentos a las situaciones concretas del prójimo, y, al mismo tiempo, teniendo el corazón en el Cielo, sumergido en la misericordia de Dios” (Benedicto XVI, 27 de febrero de 2011).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto que acabo de meditar.  (Guardo silencio).

5.-Propósito. Todo lo que hoy voy a hacer, lo haré a impulsos del corazón.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, yo no quiero ser fariseo, observante minucioso de normas y preceptos humanos, inventados por ellos mismos. Yo quiero ser cristiano y cumplir hasta en los últimos detalles el mandamiento tuyo del amor. Y te pido que me ayudes a sumergir mi corazón en el mar infinito de tu amor para poder amar a mis hermanos con un corazón lleno de ternura y de misericordia.

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Comentario – Viernes XV de Tiempo Ordinario

(Mt 12, 1-8)

Como siempre, algunos fariseos fanáticos se dedicaban a controlar a los demás para descubrirlos en alguna falta. Los discípulos de Jesús estaban arrancando espigas un sábado, que era día de descanso mandado por la Ley de Dios. Es cierto que encontramos en la Palabra de Dios este mandato, y que para la Ley de Dios violar el sábado era una falta gravísima (Núm 15, 32-36). Pero la Ley de Dios nunca había llegado a decir que arrancar algunas espigas para comer violaba este descanso sagrado; esas exageraciones eran agregados de las tradiciones que los fariseos defendían como si fuesen también Palabra de Dios. En realidad, la obligación de descansar era una forma de asegurar que el hombre viviera con dignidad, que no se convirtiera en esclavo del trabajo, y tuviera un tiempo de serenidad para encontrarse con Dios; pero eso no dejaba de cumplirse si se arrancaban unas espigas para poder alimentarse.

Jesús acude a la misma Palabra de Dios para defender a sus discípulos y mostrar su inocencia. De hecho los sacerdotes ofrecen sacrificios el día sábado, y con esa actividad no quebrantan el descanso sagrado. Eso significa que no se trataba de una norma absoluta. Pero Jesús va más allá y muestra que ninguna norma es absoluta. Porque también estaba terminantemente prohibido comer los panes sagrados que se ofrecían a Dios en el templo (Lev 24, 5-9), y sin embargo David lo había hecho en un momento de necesidad (1 Sam 21, 2-7). En Mc 2, 23-28 leemos que las leyes están al servicio del bien del hombre, y si no cumplen esa función pierden su sentido: «El sábado está hecho para el hombre».

Finalmente, a los que criticaban a los discípulos por haber arrancado unas espigas para saciar su hambre, Jesús les recuerda un mandato bíblico más importante, que ellos no estaban cumpliendo: «Quiero misericordia y no sacrificios» (Os 6, 6).

Oración:

«Señor, te doy gracias por tu amor que sólo busca mi bien. Ayúdame a descubrir tu verdadera voluntad para mi vida en medio de todas mis costumbres, prácticas y leyes, sin imponerlas cruelmente a los demás. Y dame el gozo de descansar en tu presencia».

 

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

El mar de la vida

1.- Aquella que en las aguas turbulentas del mar de la vida se convierte en puerto seguro para descargar sobre él penas y fatigas, fracasos y contrariedades.

Recuerdo aquella vieja leyenda de un niño que rechazaba a su madre por las cicatrices en su rostro y porque su cuerpo estaba prácticamente vestido por las secuelas de un fuego devastador.

Sentía vergüenza aquel hijo de caminar por las calles con su madre. Mucho menos se dejaba acompañar por ella, en sus primeros pasos hacia la guardería, y más tarde siendo niño al colegio.

Prefería que su madre le despidiera sobriamente en el interior de la casa y, que incluso, si se topaba con ella en público….le dejara pasar desapercibido.

Un día, el niño que se hizo joven y alcanzó la cima universitaria, volvió a su hogar y un vecino le salió al paso diciéndole: “¿por qué tratas así a tu madre? ¿sabes por qué presenta esas cicatrices en el rostro y por qué su cuerpo está quemado? El hijo sorprendido y atento a las explicaciones de aquel vecino le contestó: “no; dímelo”. “Tu madre está así porque un día, cuando eras todavía un bebé, estuviste a punto de caer en medio de un gran incendio….ella se puso de cortafuegos entre tú y el fuego”. “Sus cicatrices y sus quemaduras….son las que te pusieron a ti a salvo”.

2.- El estudiante, sin pensárselo demasiado, dejando caer la maleta y los libros desparramados por el suelo, subió de cinco en cinco las escaleras y buscando la sala donde estaba su madre le dijo: “¡qué ciego y que cruel he sido contigo madre….perdóname por no haber estado a tu altura…perdóname por no haber conocido ni haber sabido agradecer todo lo que hiciste y haces por mí!”.

Tal vez, en nuestra vida de infancia, nos dejamos acompañar fácilmente por María. Pasan los años y, el cristianismo vergonzoso y vergonzante, hace que dejemos “a la Madre” arrinconada en el hogar de la parroquia, del recuerdo, del sentimentalismo o replegada a una simple devoción puntual.

La Virgen del Carmen es:

Una llamada a redescubrir la figura de una mujer que en la sencillez y con la obediencia…..colaboró por y en nuestra salvación.

Es portadora de la Buena Noticia.

Es barca que nos adentra para conocer el contenido de la Fe.

Es vela sobre la que empuja el viento de la Fe.

Es ancla que se incrusta en la tierra firme y segura cuando nos zarandean las olas de las dificultades.

Es aquella que se interpone constantemente como un gran escudo entre los peligros y sus hijos e hijas que somos nosotros.

Es remo para navegar contracorriente.

Es vigía para discernir el horizonte de los caminos a elegir

La Virgen del Carmen es:

Estrella que guía, en medio del mar turbulento y oscuro, los avatares de nuestra travesía cristiana

Es calma en la tempestad producida por los malos entendidos y las divisiones.

Es salvavidas cuando todo parece hundirse a nuestro paso

Es timón cuando nos falta luz en las decisiones y seguridad en el caminar.

Es brújula cuando nos torpedean con multitud de ofertas que nos distraen y nos despistan

3.- La Virgen del Carmen, por ser Patrona del mundo del mar, mejor que nadie va desatando esos nudos que nos enredan y nos impiden vivir con cierta libertad y soltura en el día a día. Mejor que nadie, la Virgen del Carmen, va soltando las amarras de nuestra hipocresía y de nuestra infelicidad, de nuestra comodidad y de nuestra falta de horizontes.

Pidámosle, en esta jornada, que hagamos lo indecible por mantenernos a flote en ese gran océano embravecido de nuestra existencia. Que sepamos ver a ese Jesús que, hoy más que nunca, necesita hombres y mujeres de fe para surcar el mar de nuestra vida con el timón y la antorcha de la fe y de la esperanza.

Aún se sostiene, en el aire, el eco de la voz del Papa Benedicto con motivo del V Encuentro de las Familias en Valencia: “María es el modelo de madre en la familia” Feliz día de la Virgen del Carmen

¡SÍ! VIRGEN DEL CARMEN

Aunque altas se disparen las olas
más fuerte, con tu ayuda, será mi voluntad para poder superarlas
Aunque profundas sean las aguas
más ingeniosa, con tu mano, será mi forma de nadar para salir a flote
Aunque oscuro se presente el horizonte
siempre una luz, por el destello de tu estrella, iluminará el caos
Aunque me asolen y sorprendan mil tormentas
abriré el paraguas de tu protección, María.
Si mi supervivencia, por momentos, se agrieta
Tú serás quien la vuelva a encajar con nuevo sentido
Si mis palabras son hirientes como el anzuelo
Tú me enseñarás la dulzura de tus labios
Si mi caminar es pesado como un ancla
Tú me animarás a prosperar con ligero de equipaje
Si mi pensamiento es inseguro como la barca azotada por el viento
Tú serás mi resorte para no hundirme en el abismo
Si mi corazón se acelera como el mar en plena tormenta
Tú serás el aliento que pronto me lleva a la calma
¡Sí, Virgen del Carmen!
Porque, nadie como Tú, conoce las incertidumbres del hombre
Porque, nadie como Tú,
sabe proteger la gran barca de nuestra existencia
con la brújula de la fe en Dios
Porque, nadie como Tú,
procura llevar a buen puerto la barca de nuestra iglesia
Porque, nadie como Tú,
sabe conducir, por el inmenso océano de nuestra vida,
las almas y los corazones que quieren gravitar según Dios.
¡Sí, Virgen del Carmen!
Eres profunda como el mar
Limpia como el amanecer de cada mañana de primavera
Delicada como las olas que lavan suavemente la arena
Fecunda como las profundidades del mar
Grande como el mismo universo
Azul como el infinito manto del cielo
Humilde, como el susurro de una caracola
¡Sí, Virgen del Carmen!
Ancho y peligroso resulta a veces el mar de nuestro existir
Mas, cuando te vemos junto a nosotros,
no hay viento que nos detenga, ni nube que nos asuste
tormentas que nos acobarden, ni peligros que nos echen atrás
Porque, cuando llega –cada mes de Julio- tu fiesta del Carmen
sabemos que una gran capitana –junto con Dios-
está al frente del timón.
Amén.

Javier Leoz

La misa del domingo

El profeta Jeremías (1ª lectura) habla en nombre de Dios para lanzar una durísima invectiva contra quienes son infieles a su misión de guiar a los hijos de Israel por los caminos de Dios: «¡Ay de los pastores que dispersan y dejan que se pierdan las ovejas de mi rebaño!». Dios los acusa de no atender debidamente y de haber dispersado a los hijos de Israel. Advierte que les tomará cuentas y promete enviar a sus ovejas «pastores que las pastoreen». De este modo anuncia la restauración y la vuelta de Israel del destierro, pero anuncia también otra restauración mucho más importante.

En el Señor Jesús esta promesa hallará su pleno cumplimiento. Él es por excelencia el Buen Pastor, Dios mismo que viene a reunir y a curar sus ovejas dispersadas y heridas a causa del pecado.

El buen Pastor da la vida por sus ovejas: mediante su Cruz Cristo ha traído la verdadera paz al corazón del hombre y la reconciliación a los pueblos antes divididos (2ª lectura). El Señor Jesús no sólo vino a apacentar a las ovejas de Israel, sino a integrar también a su gran rebaño a quienes no pertenecían al pueblo de la primera Alianza, considerados hasta entonces enemigos de Dios. Cristo, por su Cruz, ha reunido en un solo Cuerpo, Su Iglesia, a unos y a otros. Ningún ser humano está excluido de su rebaño.

Al ver a la multitud de hombres y mujeres que andan desvalidos, como ovejas sin pastor, el Señor experimenta una profunda conmoción interior, una compasión. En Él la multitud abandonada a su suerte busca el remedio a sus males así como la respuesta a sus preguntas fundamentales. Esta profunda compasión de Jesús, que brota de su inmenso amor al ser humano, lo mueve a la acción decidida y comprometida: «se puso a enseñarles muchas cosas».

Enseñarles es lo que considera más urgente y necesario en esa situación concreta. La mayor pobreza y mal que sufren las ovejas de su pueblo son la confusión, la ignorancia y la mentira en las que andan sumidas. Todo ello es una indigencia que hay que remediar, una carencia que hay que subsanar, pues impide a su criatura humana avanzar hacia el horizonte de su plena realización y alcanzar su destino último.

Para sacarlos de esta indigencia el Señor «se puso a enseñarles muchas cosas», y aunque el evangelista no refiere qué es lo que enseñó en aquella ocasión específica, sabemos que enseñó la verdad sobre Dios y sobre el hombre, la verdad que disipa las tinieblas de la ignorancia, la verdad que une y reconcilia, la verdad que trae la paz, la verdad que señala e ilumina el camino de retorno de todo hijo o hija a la casa del Padre. Sólo Su enseñanza llena de sentido la existencia humana, porque Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida del hombre (ver Jn 14, 6).

LUCES PARA LA VIDA CRISTIANA

Para no ser confundidos y dispersados por tantas opiniones y pensamientos anti-evangélicos que circulan por doquier, quienes somos buscadores de la verdad hemos de acudir confiadamente al Señor Jesús con la plena convicción de que sólo Él tiene la verdad completa sobre Dios y sobre el hombre. Todo aquél «que quiera comprenderse hasta el fondo a sí mismo —no solamente según criterios y medidas del propio ser inmediatos, parciales, a veces superficiales e incluso aparentes— debe, con su inquietud, incertidumbre e incluso con su debilidad y pecaminosidad, con su vida y con su muerte, acercarse a Cristo» (S.S. Juan Pablo II, Redemptor hominis, 10).

Abriendo nuestro entendimiento y corazón a las verdades fundamentales que Cristo nos ha enseñado, verdades que Él confió a Su Iglesia para su custodia, profundización y transmisión, encontramos en Él el Camino que conduce a nuestra realización y plenitud humana, a nuestra propia felicidad y a la de todo ser humano.

Por otro lado, mostrándonos su profunda conmoción ante la multitud en búsqueda, el Señor nos invita a experimentar su misma compasión ante la situación de desorientación y confusión en la que tantos viven hoy sumergidos. Movidos por esa compasión se trata de actuar decididamente, involucrándonos en la enseñanza y transmisión de las verdades fundamentales de la fe, es decir, en la “catequesis”.

Catequesis viene de la palabra griega ejo, de donde procede nuestra palabra castellana “eco”, y significa “hacer resonar”. Catequizar es “hacer resonar” mediante nuestra predicación las verdades de la fe en la mente y corazón de otras personas.

Siguiendo al divino Modelo que es Cristo, cada discípulo está llamado a transmitir y enseñar a otros las verdades que Él ha hecho resonar en nuestras mentes y corazones por la predicación de todos aquellos cristianos que nos han antecedido. ¡La transmisión de la fe es una ‘cadena’ que no se debe interrumpir conmigo! ¡Yo soy responsable de que otros reciban el inmenso don que yo, a mi vez, he recibido de aquellos hombres y mujeres que supieron trasmitirme fielmente las enseñanzas del Señor, incluso a precio de su propia vida!

No olvidemos que nadie da lo que no tiene. Para enseñar las verdades de la fe necesito yo mismo instruirme en ellas por el estudio perseverante, hacerlas mías al calor de la oración y ponerlas en práctica procurando llevar una vida concorde con las enseñanzas del Señor.

Nos invitas a la intimidad

 

Venid a un sitio tranquilo, nos susurras al oído sin parar
y nosotros vivimos distraídos, corriendo siempre,
sin tiempo apenas de descansar.
No me dejes vivir cual oveja perdida,
no permitas que me arrastre el rebaño,
ayúdame a vivir la auténtica vida,
pues ser del montón me desequilibra.

Contigo, Señor, cambia la historia,
las grandes cosas se vuelven pequeñas
y las mínimas amplían su valor
y se logra por fin la vida plena.
Porque vivir en comunicación contigo,
hace vivir la vida con misión,
acompañado siempre del Amigo,
que llena de entusiasmo el corazón.

Gracias, Señor, por tu llamada,
a gozar de ratos de oración,
no permitas que nunca me distraiga
para que siempre me alimente de tu Amor

Mari Patxi Ayerra

Comentario al evangelio – Viernes XV de Tiempo Ordinario

En una conciencia rectamente formada siempre existirá algún momento de tensión entre optar por el cumplimiento de la ley o el uso correcto de la libertad. En nuestro modo de proceder honesto, cuando actuamos con buena intención y rectitud de corazón, no faltan momentos de duda entre realizar lo establecido, lo mandado, lo legal o lo que la conciencia nos dicta para alcanzar un bien. En ocasiones chocan. ¿Qué hacer en caso de duda? ¿Ser estrictamente legalistas con el riesgo de obedecer la ley injusta? ¿Ser puramente relativistas interpretando la ley a mi manera con el riesgo de hacer de mi capa un sayo? ¿Obedientes o laxos? El que siempre obedece nunca se equivoca, dicen algunos. Pero obedecer ¿a quién, a qué?

Ni fariseos ni anárquicos. En los momentos de mi vida en los que ante una elección dudo entre cumplir lo mandado o lo que creo que es lo correcto, Jesús nos ofrece un criterio de discernimiento que nos da luz para decidir, porque el ser humano va configurando su vida tomando decisiones constantemente, unas de mayor importancia y otras no tanto. Nos guste o no, tenemos que elegir con mucha frecuencia. El criterio de discernimiento que nos ofrece Jesús es la misericordia, o dicho de otro modo, el bien de la persona.

En la secuencia evangélica de hoy Jesús es recriminado por los fariseos por hacer una cosa no permitida en sábado: arrancar espigas (trabajar) para comérselas. Para Jesús, la satisfacción de una necesidad como el hambre está por encima de la ley, pues el bien de la persona, la misericordia, es el criterio de discernimiento: quiero misericordia y no sacrificio.

Jesús fue un hombre libre, ni anárquico ni esclavo de la ley. Esa libertad quiere para ti y para mi. La primera lectura nos recuerda la liberación de Egipto a través de la Cena de Pascua. Es lo que Dios ha ido haciendo a través de la historia de salvación y lo que quiere seguir haciendo en cada corazón humano y en cada momento de la historia: liberar. En nuestra oración de hoy le pedimos al Señor que nos ayude a crecer en la libertad de los Hijos de Dios, libertad que da paz a nuestra vida, que nos permite dormir tranquilos y vivir la vida con frescura y alegría.

Ciudad Redonda

Meditación – Nuestra Señora del Carmen

Hoy celebramos la fiesta de Nuestra Señora del Carmen.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 12, 46-50):

En aquel tiempo, mientras Jesús estaba hablando a la muchedumbre, su madre y sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con Él. Alguien le dijo: «¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte». Pero Él respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».

Hoy recordamos a la Virgen bajo la popular advocación del Carmen. La Sagrada Escritura celebra la belleza de la montaña del Carmelo donde el profeta Elías defendió la pureza de la fe. En el fragmento evangélico de esta jornada, Jesús —el Señor— elogia indirectamente la pureza de la fe de su Madre Santísima la cual, de manera perfecta, cumplió la voluntad del Padre del cielo (cf. Mt 12,50), tanto que Ella ha llegado a ser para todas las generaciones de discípulos el modelo más perfecto de cómo escuchar y vivir fructuosamente la Palabra divina. Esta Palabra no puede permanecer escondida, sino que ha de resplandecer e iluminar a todo el mundo. 

—Los cristianos hemos de ser una suerte de “portalámparas” del Evangelio a través del cumplimiento fiel y asiduo de la voluntad del Padre celestial, tal como diariamente nos lo enseña a hacer nuestra Madre Santísima, quien, de modo semejante a nosotros, también tuvo que «peregrinar por los caminos de la fe» (Concilio Vaticano II).

Fray Valentí SERRA i Fornell

Liturgia – Nuestra Señora del Carmen

BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DEL MONTE CARMELO, memoria obligatoria

Misa de la memoria (blanco)

Misal: 1ª oración propia y el resto del común de la Bienaventurada Virgen María o de un domingo del Tiempo Ordinario. Prefacio común o de la memoria.

Leccionario: Vol. III-impar

  • Éx 11, 10 – 12, 14. Mataréis al cordero al atardecer; cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros.
  • Sal 115. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.
  • Mt 12, 1-8. El Hijo del hombre es señor del sábado.

Antífona de entrada
Salve, Madre Santa, Virgen, Madre del Rey que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos.

Monición de entrada
Hoy tenemos presente en la celebración la memoria de santa María Virgen, en su advocación tan popular del Monte Carmelo: la Virgen del Carmen; a quien se venera como guía y protectora de los navegantes, consuelo de los afligidos, fortaleza y auxilio de los moribundos en su agonía, e intercesora nuestra en el tránsito de la muerte.

Acto penitencial
Pongámonos, pues, en presencia de Dios al comenzar la Eucaristía,  reconozcamos ante Él que somos pecadores y, por la intercesión de Santa María, la Virgen, refugio de pecadores, pidámosle perdón por nuestras faltas y pecados.

Yo confieso…

Oración colecta
TE suplicamos, Señor,
que nos ayuda la admirable intercesión
de la gloriosa Virgen María,
para que, protegidos por su ayuda,
consigamos llegar hasta el monte que es Cristo.
Él, que vive y reina contigo. 

Oración de los fieles
Presentemos ahora nuestras peticiones a Dios Padre, que quiere misericordia y no sacrificios.

1.- Para que conceda a la Iglesia la libertad y la paz. Roguemos al Señor.

2.- Para que Dios nos conceda los sacerdotes necesarios. Roguemos al Señor.

3.- Para que se digne establecer y conservar la justicia en todas las naciones. Roguemos al Señor.

4.- Para que consuele a los que sufren y dé la salud a los enfermos. Roguemos al Señor.

5.- Para que despierte en nosotros el amor a los pobres y el deseo del cielo. Roguemos al Señor.

Escucha, Señor de la historia y Dios de la vida, nuestras plegarias, y protege a todos los que nos acogemos a tu misericordia y señorío. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
RECIBE, Señor, las oraciones de tu pueblo
junto con la ofrenda de este sacrificio,
para que, por la intercesión de santa María, Madre de tu Hijo,
no quede frustrado ningún buen deseo
ni petición ninguna sin respuesta.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de la bienaventurada Virgen María (en las misas votivas: en la veneración) o II-V.

Antífona de comunión          Cf. Lc 11, 27
Bienaventurado el vientre de María, la Virgen, que llevó al Hijo del eterno Padre.
Oración después de la comunión
AL recibir estos sacramentos del cielo,
imploramos de tu misericordia, Señor,
que cuantos nos alegramos
en la memoria de la bienaventurada Virgen María,
consigamos colaborar, a imitación suya,
en el misterio de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.