Descanso

Hay diferentes formas de cansancio: el que es resultado de un trabajo físico o mental, el provocado por situaciones de sobreexigencia o estrés, el que es consecuencia de un malestar psíquico debido a alguna tensión o fractura interna que requiere un gasto considerable de energía, el derivado de la cavilación o rumiación mental…

Todos los tipos de cansancio psíquico o mental demandan cuidado y reclaman tomar medidas adecuadas, sobre todo, para ir quitando las causas que se hallan en su origen.

El descanso requiere armonizarse y retirarse. La armonía consigo mismo es unificación y paz interior, sin las que es imposible descansar. Retirarse significa, sobre todo, y sin negar la importancia de alejarse por un tiempo del lugar y de las actividades habituales, tomar distancia de la mente pensante y de sus cavilaciones.

En ese sentido, retiro es sinónimo de silencio de la mente y del ego. Y gracias a ese silencio, no solo nos sentimos más descansados -porque cesa la resistencia y nos alineamos con lo que es-, sino que accedemos a nuestra dimensión profunda (espiritual), donde experimentamos que, aun en medio de todo lo que nos sucede, somos Descanso. Y aquí es necesario escribirlo con mayúscula. Porque comprendemos -y podemos experimentar- que el descanso del que hablamos no es solo “algo” a cuidar y disfrutar, sino otro nombre de nuestra verdadera identidad.

Con ello -no podía ser de otro modo-, se nos hace presente nuestra paradoja: somos Descanso estable y somos, también, seres limitados y frágiles, que se cansan con facilidad. La sabiduría (o espiritualidad) consiste en articular adecuadamente este doble nivel, y ello requiere, desde mi perspectiva, ejercitarse en la práctica meditativa, como herramienta en la que nos disponemos a experimentar el silencio y el Descanso que somos.

Este descanso no solo repara, sino que nos sitúa en el buen lugar, desde el que podremos dejar que la vida fluya en todas las direcciones.

¿Cómo vivo y qué es el descanso para mí?

Enrique Martínez Lozano

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II Vísperas – Domingo XVI de Tiempo Ordinario

II VÍSPERAS

DOMINGO XVI de TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Cuando la muerte sea vencida
y estemos libres en el reino,
cuando la nueva tierra nazca
en la gloria del nuevo cielo,
cuando tengamos la alegría
con un seguro entendimiento
y el aire sea como una luz
para las almas y los cuerpos,
entonces, sólo entonces,
estaremos contentos.

Cuando veamos cara a cara
lo que hemos visto en un espejo
y sepamos que la bondad
y la belleza están de acuerdo,
cuando, al mirar lo que quisimos,
lo vamos claro y perfecto
y sepamos que ha de durar,
sin pasión sin aburrimiento,
entonces, sólo entonces,
estaremos contentos.

Cuando vivamos en la plena
satisfacción de los deseos,
cuando el Rey nos ame y nos mire,
para que nosotros le amemos,
y podamos hablar con él
sin palabras, cuando gocemos
de la compañía feliz
de los que aquí tuvimos lejos,
entonces, sólo entonces,
estaremos contentos.

Cuando un suspiro de alegría
nos llene, sin cesar, el pecho,
entonces —siempre, siempre—, entonces
seremos bien lo que seremos.

Gloria a Dios Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo, que es su Verbo,
gloria al Espíritu divino,
gloria en la tierra y en el cielo. Amén.

SALMO 109: EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE

Ant. Yo mismo te engendré, entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Señor, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso;
guárdame del lazo que me han tendido,
de la trampa de los malhechores.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Yo mismo te engendré, entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya.

SALMO 111: FELICIDAD DEL JUSTO

Ant. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: LAS BODAS DEL CORDERO

Ant. Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
Aleluya.

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya.

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias
Aleluya.

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
Su esposa se ha embellecido.
Aleluya.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

LECTURA: Hb 12, 22-24

Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.

RESPONSORIO BREVE

R/ Nuestro Señor es grande y poderoso.
V/ Nuestro Señor es grande y poderoso.

R/ Su sabiduría no tiene medida
V/ Es grande y poderoso.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Nuestro Señor es grande y poderoso.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor.

PRECES

Alegrándonos en el Señor, de quien viene todo don, digámosle:

Escucha, Señor, nuestra oración.

Padre y Señor de todos, que enviaste a tu Hijo al mundo para que tu nombre fuese glorificado, desde donde sale el sol hasta el ocaso,
— fortalece el testimonio de tu Iglesia entre los pueblos.

Haznos dóciles a la predicación de los apóstoles,
— y sumisos a la verdad de nuestra fe.

Tú que amas a los justos,
— haz justicia a los oprimidos.

Liberta a los cautivos, abre los ojos a los ciegos,
— endereza a los que ya se doblan, guarda a los peregrinos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Haz que los que duermen ya el sueño de la paz
— lleguen, por tu Hijo, a la santa resurrección.

Unidos entre nosotros y con Jesucristo, y dispuestos a perdonarnos siempre unos a otros, dirijamos al Padre nuestra súplica confiada:
Padre nuestro…

ORACION

Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos los dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

Compartiendo proyecto con Jesús

El domingo pasado, el Evangelio nos presentaba el envío de los Apóstoles a continuar la misión de Jesús. En el texto de hoy, los Doce regresan a encontrarse con Jesús y le cuentan todo lo que ha sucedido. Vienen muy contentos de lo que han hecho y enseñado. Lo que han hecho es liberar a las gentes de sus males físicos y morales, como han visto hacer a Jesús. Lo que han dicho es lo que Jesús les ha enseñado: el anuncio de la llegada del reinado de Dios.

Los apóstoles se sienten enviados como colaboradores en la misión de Jesús. Como representantes del estilo de vida que Jesús les ha mostrado. Se sienten orgulloso de que Jesús haya depositado su confianza en ellos. De que les haya asociado a la tarea de hacer un mundo más justo y humano. Son los amigos con los que ha querido compartir su proyecto de humanización.

Y ahora vuelven contentos a dar cuenta de la misión realizada. Quieren contar sus éxitos. Quieren demostrar a Jesús que puede confiar en ellos. Que han cumplido con lo que se esperaba de ellos. En ese momento, Jesús les dice: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco” ¡Propuesta entrañable!

Jesús quiere compartir con ellos su alegría. Y les invita a retirarse juntos a un lugar tranquilo. Es oportuno un tiempo y un lugar de calma para saborear y evaluar el resultado de esta primera actuación evangelizadora. Es importante aprender de esta primera experiencia lo que es más necesario para la gran misión apostólica que realizarán después de la experiencia pascual cuando Jesús les envíe, al mundo entero, a hacer discípulos.

Es un descanso merecido. Es una oportunidad de compartir alegrías. En esta escena, lo que más me interesa señalar es la sensibilidad de Jesús ante los sentimientos de los apóstoles. ¡Qué humanidad muestra Jesús! Todos los evangelios señalan esta característica de Jesús. Pero el evangelio de Marcos sobre todos. Yo veo en esta escena que Jesús es el Maestro que sintoniza y comparte con sus discípulos los resultados positivos de su enseñanza y aprovecha la ocasión para seguir enseñando. El buen maestro aprovecha este clima positivo para recompensar el esfuerzo y la obra bien hecha. Recompensa para motivar y guiar los nuevos aprendizajes. Realmente Jesús sabe enseñar. También en esto, tenemos en Jesús un modelo de evangelización. Sus discípulos debemos imitarle. Jesús nos da ejemplo de vida. Hagamos y digamos lo que él dijo e hizo y a la manera como él lo hizo.

Marcos, al presentarnos un Jesús tan humano, tan igual a nosotros, nos lo facilita. Jesús sigue depositando su confianza en nosotros. Como en los Doce. Nos envía a continuar su misión: Construir el Reinado de Dios en la tierra. Es decir, trabajar por un mundo más justo y más humano para todos.

El texto del evangelio, a renglón seguido, nos muestra una muchedumbre de gente que necesita escuchar el  mensaje de salvación y de gracia que Jesús venía ofreciendo por todas las aldeas y pueblos de Galilea. Al verlo, Jesús “sintió compasión de ellos porque estaban como ovejas que no tienen pastor, y comenzó a enseñarles con calma” Quiero subrayar tres ideas: Al verlo sintió compasión, ovejas sin pastor y enseñar con calma.

Sentir compasión, ternura, cercanía, sintonía, misericordia. Todo esto es necesario para empezar. Es el motor de las mejores actuaciones. De Jesús y de todo evangelizador. De todo maestro. La compasión y la misericordia es el ADN de Dios y de Jesús. También tiene que ser el nuestro. Es condición de posibilidad para evangelizar. Este talante de Jesús es un compromiso para sus discípulos.

Ovejas sin pastor. En el Antiguo Testamento, con frecuencia, se presenta  al pueblo que estaba siendo defraudado por sus jefes políticos y religiosos, como ovejas sin pastor y sin guía (Num 27,17; 1Re 22,17; Ez 34,5; 2Cro 18,16; Jud 11,19). Jesús utiliza esa imagen para referirse a la multitud que le busca con la esperanza de encontrar en él cumplimiento de sus anhelos  y deseos.

Con calma. Jesús había invitado a sus discípulos a un lugar solitario, agradable para descansar. Pero la compasión ante la muchedumbre como ovejas sin pastor puede más que el descanso y relajamiento. Era cuestión de prioridades. Y el amor y la misión son lo primero. De nuevo, la sensibilidad, la disponibilidad y la generosidad de Jesús (en pocas palabras, su humanidad) marcan el camino a seguir.

África de la Cruz

Buscan un merecido descanso

Tenemos que tener presente el contexto. Los apóstoles acaban de volver de la misión a la que Jesús les ha enviado. Entre el envío y el regreso, nos ha contado la muerte de Juan Bautista. Terminada la misión de los doce, se vuelven a reunir y se cuentan las peripecias de la tarea que acaba de concluir. Parece ser que les ha ido bien y vienen encantados (Lc lo dice expresamente). La euforia de la gente que les busca ratifica esa visión. El éxito se les está subiendo a la cabeza y no les deja tomar la postura adecuada.

Para entender este pasaje, debemos recordar que después de los primeros éxitos en Cafarnaún, Jesús se retira al desierto para poner en orden sus ideas. En este pasaje, son los enviados los que tienen éxito y deben ser también ellos los que se retiren a examinar su actitud vital. Marcos nos está diciendo que los discípulos necesitan una seria reflexión sobre el éxito de su misión, como Jesús necesitó meditar sobre su mesianismo.

Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. El mismo Jesús que les empujó a una actividad febril entre la gente, les lleva ahora a un alejamiento de esa misma gente para dedicarse a ellos mismos. No se trata solamente de la preocupación por su cansancio. Se trata, sobre todo, de que entiendan bien el sentido de lo que está sucediendo y no se dejen llevar por falsos espejismos. Por dos veces se dice que van al desierto, para dejar claro que necesitan una reconversión.

El texto griego no dice ‘lugar tranquilo’ o ‘despoblado’ sino ‘lugar desértico’. La diferencia es importante si tenemos en cuenta el significado que Marcos da al desierto, como lugar de lucha contra el mal. Inmediatamente después de ser bautizado coloca a Jesús en el desierto, para que allí aclare cuál va a ser su verdadera misión, superando la tentación del un mesianismo triunfalista. Después del éxito en la sinagoga de Cafarnaún y la curación de la suegra de Pedro, cuando todo el mundo le buscaba, se marcha él solo al desierto.

Se les adelantaron. Los planes van a ser frustrados por una urgencia mayor, la de la gente. En la profunda humanidad manifestada hoy, tenemos que descubrir su verdadera divinidad. El relato habla del grupo. “Los reconocieron”, “se les adelantaron”. Al incorporar a los doce a su propia misión, queda establecido el grupo como comunidad. La búsqueda de la gente refleja una carencia de apoyo y estímulo que posibilita la tarea de Jesús. 

Como ovejas sin pastor. Es una imagen clásica en el AT. En una cultura en que la ganadería era el principal medio de sustento, todos sabían perfectamente lo que se estaba insinuando con la imagen del pastor. Siguiendo la primera lectura, Jesús hace una crítica a los dirigentes que, en vez de cuidar de las ovejas, las utilizan en beneficio propio. Siempre ha pasado lo mismo. Nunca han faltado pastores, pero han sido tantas las falsas ofertas, hechas con tanta persuasión, que el pueblo se ha sentido indefenso ante tales ofertas.

Le dio lástima. Hoy no le conmueve un ciego o leproso, sino la gente descarriada. La ‘compasión’ sería una manera más adecuada de expresar el amor, superando los malentendidos que la palabra ‘lástima’ comporta. Podemos sentir lástima de una persona, pero no mover un dedo para sacarla de su situación. En todos los tiempos podemos constatar políticos y eclesiásticos que no tienen en cuenta al pueblo a la hora de tomar sus decisiones. La actitud de Jesús es el mejor antídoto contra la búsqueda del aplauso.

Y se puso a enseñarles con calma. Por encima de los planes de Jesús está la necesidad de la gente. El texto griego no dice “con calma” sino “muchas cosas”. Del contexto se deduce que dedicó todo el día a esa tarea, pues a continuación Marcos narra la primera multiplicación de los panes, que empieza advirtiendo de que ‘se hizo tarde’. El tiempo es lo más preciado que tenemos; dedicarlo a los demás es la mejor manera de responder a las exigencias del evangelio. La vocación del cristiano es ser para los demás.

Se cumple la promesa de Jeremías. Jesús es el único pastor. Como dice Juan, él es el modelo de pastor, el único que no nos va a engañar ni se va a aprovechar de nosotros. Con todos los demás hay que tener cuidado, porque nos pueden desviar poniendo sus intereses por delante de los nuestros. Es una tentación en la que los seres humanos caemos casi siempre; incluso cuando hablamos de Dios es para ponerlo a nuestro servicio.

Hoy, más que nunca, andan las ovejas desorientadas. Si hay una característica de nuestro tiempo, es precisamente la desorientación. Es urgente distinguir el verdadero mensaje del evangelio de tanta ideología y partidismo en que hoy está envuelto. Cuando Pablo dice que derribó el muro que los separaba, no se refiere a una situación externa, sino a una actitud de fidelidad a sí mismo, que permite superar la barrera del odio. Lo que nos separa es siempre nuestro falso yo. Nuestro verdadero ser es idéntico en todos.

Cuando en el evangelio Jesús invita a los apóstoles a retirarse al “desierto”, está tratando de decirnos que solo en el silencio y en el recogimiento interior, podemos encontrar el verdadero ser y solo después de encontrarlo, podemos indicar a los demás el camino. Sin vida interior, sin meditación profunda, no puede haber espiritualidad. Sin esa vivencia no podemos ayudar a los demás a descubrir la viva que llevan dentro. Si encontramos a Dios en nosotros, llevarlo a los demás será la tarea más urgente y más fácil de nuestra vida.

El evangelio de hoy es un reconocimiento de la necesidad del silencio para recuperar la armonía interna, amenazada por el exceso de actividad en cualquier orden. El estrés que hoy padecemos se debe a que no tenemos tiempo para nosotros mismos. Esta falta de tiempos tranquilos nos impide asimilar y ordenar los acontecimientos que, de esa manera, nos pueden destrozar, como la comida no digerida y por lo tanto indigesta.

Busca en tu interior y descubre allí el verdadero guía. No mendigues más agua que se te da a cuentagotas. Busca la fuente que está siempre manando y a tu entera disposición. El dedicarse a los demás y la dedicación a uno mismo no son dos aspectos que se puedan separar. La contemplación y la acción no pueden disociarse. Todo acercamiento a Dios lleva directamente a los demás. Si en nuestra vida somos capaces de olvidar uno de los dos aspectos, será la señal de que nos estamos alejando del evangelio.

Meditación

La acción sin contemplación sería programación estéril.
La contemplación sin acción sería una falacia.
La vida espiritual te llevará a la preocupación por el otro.
Un verdadero contacto con Dios en la oración
es, ya en sí, una acción en beneficio de todos.

Fray Marcos

Comentario – Domingo XVI de Tiempo Ordinario

(Mc 6, 30-34)

Los apóstoles cuentan a Jesús lo que han hecho, porque tienen clara conciencia de que están cumpliendo una misión recibida de él. Queda claro que el protagonista es Jesús y que de alguna manera hay que rendirle cuentas y dialogar con él sobre la misión que él ha encomendado.

Luego Jesús hace notar la necesidad de que descansen con él, la importancia de apartarse juntos a un lugar solitario; le preocupa que sus discípulos no tengan el reposo necesario. Podemos reconocer esa mirada amorosa del Señor en medio de los cansancios de nuestra propia vida; allí, en nuestras tensiones y fatigas, Jesús nos ofrece un momento de compañía para aliviar nuestro agobio.

Sin embargo, la compasión ante los reclamos de la gente puede más que la necesidad de relax y soledad. Jesús había llevado a los discípulos a descansar, pero, si avanzamos un poco más en la lectura de este texto, vemos que termina pidiéndoles que repartan el pan a la gente, porque deben reproducir en sus vidas la entrega de Cristo, que no vino a ser servido sino a servir.

Esto nos invita a pensar que el servicio generoso a los demás y la tarea evangelizadora nunca deberían ser algo agobiante o insoportable, y menos aún podemos pensar que es algo que nos impide el encuentro con el Señor. Porque viviendo el servicio al hermano con amor y en presencia de Jesús, ese mismo servicio nos brinda satisfacción interior y se convierte en un encuentro con el Señor. Es lo que podríamos llamar una «espiritualidad en la acción», que nos impide separar demasiado la oración del servicio.

Cuando nos indigna la injusticia y la corrupción, cuando nos duele la angustia de la gente sometida, marginada, excluida, mientras otros hacen fiesta y acumulan, cuando nos cansa la violencia y el egoísmo del ambiente, Dios nos invita a ofrecer lo poco que tenemos, nuestros cinco panes, nuestro tiempo, nuestro afecto, nuestras iniciativas. Con ese poco, entregado generosamente, Jesús puede comenzar a hacer algo grande.

Oración:

«Señor, concédeme el descanso necesario en medio de la actividad que a veces me supera, pero no permitas que mire demasiado mis necesidades y no sea capaz de compadecerme de los demás. Regálame un corazón como el tuyo, incapaz de cansarse de amar y de servir».

 

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

Lectio Divina – Domingo XVI de Tiempo Ordinario

Andaban como ovejas sin pastor

INTRODUCCIÓN

En este Evangelio de Marcos, en varias ocasiones, aparece Jesús “enseñando” sin decir qué enseñaba y cómo enseñaba. Y este verbo, sin complemento, es sumamente sugerente. Jesús no enseñaba sólo con sus palabras. Jesús enseñaba con sus silencios, con sus miradas, con su ternura. Lo dice el evangelio de hoy: “Jesús vio una multitud y le dio lástima”, es decir, le dio un vuelco el corazón y comenzó a enseñarles. ¡Qué preciosas lecciones las que brotan de un corazón “estremecido”! La Iglesia ha dado muchas lecciones “con la cabeza” y no tantas con el “corazón”.  Necesitamos enseñar con el corazón lecciones de cercanía, de ternura, de dulzura. Y al corazón sólo le puede dar lecciones otro corazón “que esté enternecido” por el gran amor que nos tiene. Ése es Jesús. 

TEXTOS BÍBLICOS

1ª Lectura: Jer. 23,1-6       2ª Lectura: Ef. 2,13-18

EVANGELIO

Marcos 6,30-34:

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: «Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.» Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.

REFLEXIÓN

 1.– VENID A UN SITIO TRANQUILO A DESCANSAR.  Aquí aparece un Jesús muy humano. Han ido a la misión y han venido contentos. Ahora quiere que descansen un poco y le cuenten cómo les ha ido. Y nosotros, ¿ya le contamos a Jesús cómo nos ha ido después de una experiencia apostólica? Jesús no les ha dicho a los apóstoles: “ID”. Les ha dicho: “VENID”. El Señor no quiere mandarlos solos a descansar. ¿Acaso podrían los apóstoles descansar sin Jesús? La palabra “descanso” es muy ambigua. Solemos decir de uno que acaba de fallecer: «Ya ha descansado”. Ya ha dejado de sufrir. Dios no nos ha creado para que no suframos, sino para que seamos felices. Ahora bien, ¿Dónde descansamos mejor? Descansamos cuando estamos en un ambiente bueno, con las personas que amamos. ¿Y los cristianos?  Cuando estamos con Jesús. Oigamos a aquellos apóstoles que son las columnas de nuestra fe. Que lo diga San Pedro: Señor, sin ti, ¿adónde iremos? (Jn. 6,68). Que lo diga San Pablo: “Para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1,21). Jesús nos invita a descansar con Él. Como disfrutan las ovejas con su pastor. (Salmo 23). Como disfruta el amigo con sus amigos (Jn. 15, 14). Como disfruta la esposa con el esposo (2Cor. 11,2). 

2.– NO ENCONTRABAN TIEMPO NI PARA COMER. Nos preguntamos: ¿En qué empleaba Jesús el tiempo? San Marcos, en el capítulo primero, nos presenta una jornada ordinaria de Jesús, lo que solía hacer en un día. Y en verdad es de una actividad intensísima: Está en la sinagoga, llama a los discípulos, hace milagros, predica en Galilea, quiere ir a pueblos vecinos. Los discípulos lo dicen bien claro: “Todo el mundo te busca” (Mc. 1,37). Jesús vive desviviéndose por la gente. Pero hay un detalle que no podemos perder de vista: «De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, salió y fue a un lugar solitario, y allí se puso a hacer oración” (Mc. 1,35). Jesús estaba ocupado todo el día con la gente, pero siempre tenía tiempo para estar con su Padre-Dios. Antes de salir el sol, antes de estrenar el nuevo día, en el silencio de la noche, Jesús necesitaba llenarse de la ternura del Padre, de las caricias del Padre, de las palabras del Padre que dejaban estremecido a Jesús:” Tú eres mi Hijo Amado en quien pongo todas mis complacencias” (Mt. 3,17). Esta es la raíz profunda de la vida tan llena y fecunda de Jesús. Con el rocío de la mañana Jesús se empapaba del cariño del Padre y su jornada rezumaba paz, alegría, bondad, dulzura. Sus palabras estaban llenas de frescura y novedad. “El amor ni cansa ni se cansa” (San Juan de la Cruz).

3.– JESUS VIO UNA MULTITUD Y LE DIO LÁSTIMA. Según el texto original, ese “le dio lástima” hay que traducirlo por “le dio un vuelco el corazón” Y esto es sumamente importante porque todo lo que dice y hace Jesús es revelación de su inmenso amor. Si Jesús hace un milagro con sus palabras, con sus manos, con sus ojos, con todo su cuerpo, antes lo hace con su corazón. Todo lo que dice y hace es expresión del amor. Todos los días nos vemos inundados de dones y gracias que el Señor nos hace. “desde la salida del sol hasta el ocaso”.  Al final de la jornada, debemos buscar un momento de silencio para decirle: Gracias, Señor, por todo lo que me amas. Nuestras obras valen por el amor que ponemos en ellas. “No son nuestras acciones como el oro que el que más vale es el que más pesa, sino como el fuego, que el mejor es el que más dista de la materia”. (San Francisco de Sales). Las obras, cuanto más distan de nuestro egoísmo, cuando más desinteresadas, más gratas a Dios.

PREGUNTAS

1.– Descanso cuando estoy con las personas que amo. ¿He sentido alguna vez gozo, paz, satisfacción, al descansar en Dios?

2.- ¿Estoy convencido de que el tiempo es un tesoro?  ¿Lo empleo bien? ¿O empleo el tiempo en perder inútilmente el tiempo?

3.– Seguro que hago muchas cosas. Pero ¿Me paro a pensar desde donde las hago?  ¿Desde mi egoísmo o desde el amor?

Este evangelio, en verso, suena así:

Como ovejas sin pastor

vamos, Señor, caminando

con ansiedad, estresados,

sin canciones en los labios.

La sociedad de consumo

nos ofreció muchos platos

de felicidad barata,

y tragamos sus engaños.

Olvidamos que dijiste:

“Venid los que estáis cansados”

y en mí, encontrareis alivio,

gozo, paz, amor, descanso,

Eres, Señor, Buen Pastor

y cuidas de tu rebaño,

con el sol de tu Palabra

y el pan de tu Cuerpo Santo.

Quieres llevar a las madres

dormidas en tu regazo,

y mirar a los corderos

recostados en tus brazos.

Eres, Señor, prado inmenso

y fuente de siete caños.

Tu vida de amor gratuito

es el más bello regalo.

Señor, que todos nosotros

Sigamos con fe tus pasos.

Conviértenos en pastores

de todos nuestros hermanos.

(Compuso estos versos José Javier Pérez Benedí)

Descanso merecido y frustrado

¿Un relato imposible o un relato simbólico? (Mc 6,30-34)

El evangelio empalma con el del domingo anterior, cuando Jesús envía a los discípulos de misión.

A primera vista, el relato se entiende tan bien que no precisa comentario. Pero hay un detalle sorprendente e inexplicable: cuando Jesús y los discípulos se montan en la barca en busca de un lugar solitario, cuenta Marcos que muchos los vieron marcharse, fueron corriendo de todos los poblados y llegaron allí antes que ellos.

¿Es posible que la gente vaya corriendo desde Cafarnaúm, Betsaida, Magdala, y llegue antes que la barca a un sitio que nadie sabe cuál es? Imposible. Esto demuestra que el relato no hay que leerlo desde un punto de vista meramente histórico (lo que ocurrió aquel día) sino también simbólico.

El primer detalle que indica Marcos es la preocupación de Jesús por sus discípulos. Después del trabajo apostólico llevado a cabo, merecen un poco de descanso, imposible a causa de la cantidad de gente que se interesa por Jesús. Es un detalle muy humano de Jesús, que no encontramos en los textos paralelos de Mateo y Lucas.

La solución consiste en buscar «un lugar desierto». Esta referencia al desierto es fundamental en el relato, porque evoca la situación del pueblo de Israel durante su camino desde Egipto a la tierra prometida. Entonces, en el desierto, fue alimentado por Dios. Ahora, en un lugar desierto, el nuevo pueblo de Dios será alimentado por Jesús. 

El enorme interés de la gente por Jesús queda claro al comienzo, donde se dice que eran tantos los que iban y venían en su busca que no tenían tiempo ni para comer. Y se repite cuando «de todas las aldeas fueron corriendo por tierra y se les adelantaron».

Cuando se acercan a la orilla y ve a la multitud reunida, no le dice a Pedro que reme mar adentro y busque otro sitio. Siente compasión de ellos porque los ve abandonados, como ovejas sin pastor. Pero no se dedica a hacer milagros, sino a enseñar. Solo después se preocupará por darles de comer.

Cuando Marcos leyese este texto en su comunidad, es posible que les obligara a preguntarse: ¿sentimos nosotros el mismo interés por Jesús? ¿Vamos corriendo detrás de él, o preferimos quedarnos cómodamente sentados en casa?

Pero el relato sirve también de autoexamen a los responsables de la comunidad. ¿Siento compasión de la gente, o procuro quitarme de en medio cuando me van a fastidiar mi merecido descanso?

A muchos misioneros y catequistas les consolaría ver que, aunque no podían hacer milagros como Jesús, sí podían dedicar su esfuerzo a enseñar muchas cosas.

Pastores malos, pastores buenos, descendiente de David (Jeremías 23,1-6)

La idea de que Jesús se compadeció de la gente «porque andaban como ovejas que no tienen pastor», ha motivado la inclusión de este texto, que recoge ideas típicas de mediados del siglo VI a.C., durante el destierro de Babilonia. Es el resultado de unir diversas intervenciones proféticas, muy breves y tenidas en diversos momentos. No debe extrañarnos que existan diferencias.

Por entonces era frecuente acusar a los reyes, los pastores, de haberse despreocupado del pueblo y provocar que marchara al destierro. La primera intervención de Dios se centrará en castigar a los monarcas.

Pero el castigo no basta. Si los israelitas están dispersos, la siguiente intervención de Dios consistirá en reunirlos de todos los países.

¿Qué ocurrirá después? Los textos proféticos difieren bastante en este aspectos, y se pueden distinguir tres tendencias: 1) Dios mismo será el rey de Israel, mentalidad que se mantiene en el Padrenuestro cuando pedimos: «Venga a nosotros tu reino». 2) Habrá una restauración de la monarquía, con buenos reyes, no como los anteriores. 3) Dios suscitará un rey maravilloso.

La liturgia recoge las dos últimas ideas: en primer lugar se habla de una restauración de la monarquía con una serie de “pastores”, en plural.

Pero la última promesa se refiere a un único descendiente de David que gobernará rectamente, practicando el derecho y la justicia.

En cualquier caso, restauración de la monarquía con una serie de reyes, o rey único ideal, los israelitas que escuchaban estas promesas proféticas imaginaban a un soberano poderoso y respetado, con capacidad de implantar la justicia y traerles el bienestar.

Ya que esta lectura se ha elegido por su relación con el evangelio, es importante advertir cómo cambia la imagen. Jesús no es un monarca sentado en su trono; no es temido, como la mayoría de los reyes antiguos; se mueve en un ambiente sencillo, humilde, de campesinos y pescadores; y su misión principal no consiste en administrar justicia, sino en enseñar. Algo que puede parecer decepcionante, pero que a sus contemporáneos entusiasma hasta el punto de seguirlo de todas partes.

De Galilea y de todo el mundo (Efesios 2,13-18)

Según el evangelio, los galileos siguieron a Jesús desde todas partes. Años más tarde, el seguimiento se produjo en muchos países, y la iglesia adquirió un aspecto nuevo al estar formada por cristianos de origen judío y de origen pagano. La experiencia actual de Estados Unidos y Europa con respecto a los migrantes ayuda a comprender lo difícil que resulta sentirse unidos, iguales y hermanos los miembros de distintos pueblos.

Desde el punto de vista religioso, en el siglo I, el mayor motivo de conflicto era la Ley de Moisés, con sus mandamientos y decretos. El judío que los practicaba se consideraba «cerca de Dios». El pagano, que ni los conocía ni los practicaba, estaba «lejos». ¿Cómo podría conseguirse la unión de judíos y paganos? Para los judíos contemporáneos de Jesús y de Pablo, la respuesta era clara: el pagano debía ser circuncidado y observar la Ley de Moisés. Pero lo que hace Jesús, según el autor de la carta, es revolucionario: en vez de obligar a observar la Ley, la anula con sus mandamiento y decretos. Al morir por todos, destruye la enemistad y hace que todos, lejanos y cercanos, tengamos acceso al Padre en un mismo Espíritu.

Por desgracia, lo que dice este autor no siempre se cumple. En muchos conflictos políticos, económicos, sociales, entre cristianos, lo que triunfa no es la paz sino la enemistad. No somos una «nueva humanidad» sino una multitud de inhumanidades. Necesitamos ir en busca de Jesús para que él nos enseñe.

José Luis Sicre

Líderes, mitos y farsantes

1.- A medida que vayáis haciéndoos mayores, mis queridos jóvenes lectores, iréis observando que muchas de las personas a las que con más fervor habéis admirado, van cayendo del pedestal donde vuestra imaginación las había puesto. Tal vez sea un deportista importante, que se descubre hacía trampa, o que simplemente pasa a la reserva y es un desdichado ciudadano que no sabe adaptarse a la ausencia de aplausos. O un cantante, o un conjunto musical, que se gasta, se degrada o simplemente, pasado de moda, nadie le hace caso. O un líder ciudadano, sindical o político, que cae en desgracia al descubrirse fallos personales, o que lo que decía era su programa, no lo cumple, o no da el resultado esperado. Estos son ejemplos nuestros, los del tiempo de Jeremías eran otros sus líderes: eran pastores. Y a ellos les podía pasar lo mismo, descuidar su misión y abandonar sus deberes. Los jefes pueden fallar, Dios, no. El atormentado, visionario e inquieto Profeta, soltero por vocación, es decir célibe, nos lo asegura: el Señor no desampara a los que en Él ponen su confianza. Tanto si viajáis como si permanecéis en vuestro pueblo, en algún momento necesitaréis ayuda espiritual, si confiáis en Él, siempre tendréis su ayuda, aunque a veces, para probaros, se haga esperar.

2.- Una cosa que descubriréis a medida que vayáis creciendo: son las estúpidas rivalidades que hay entre los hombres. Las absurdas envidias que existen entre grupos religiosos, adoradores de Dios. Las decepcionantes antipatías que se tienen personas que se sienten, y son, Iglesia. Cuando yo tenía vuestra edad, las discusiones sobre que grupo era mejor, las teníamos respecto al aspirantado de Acción Católica y la Congregaciones Marianas. Ahora sé que existen también, pero no he querido poner ningún nombre, para que nadie se ofenda. Debéis reflexionar vosotros mismos. Una comparación que me gusta es la que hacia un autor inglés: pasa entre los fieles, como en un ejército, que unos pertenecen a caballería, otros a artillería y otros a la marina. Cada uno es útil y necesario a su manera. En tiempos del apóstol Pablo las rivalidades eran entre la gente de cultura hebrea, de más solera, y los de griega de más densidad intelectual. Y San Pablo afirma con contundencia: no hay barreras, ante Jesús, gracias a Jesús, todos somos iguales, pertenecemos a un mismo pueblo. Mis queridos jóvenes lectores, a Juan Pablo II y al actual Papa, no les gustaron los grupos y grupitos que se iban formando y, con motivo de la fiesta de Pentecostés, ambos pontífices, convocaron a toda clase de jóvenes que se sentían comprometidos en la Iglesia, para que rezaran juntos, cantaran los mismos himnos, se aplaudieran unos a otros y comulgaran unidos la misma Eucaristía. Más que la división de los cristianos, es preocupante la desunión de los católicos.

3.- Seguramente habréis oído hablar de días de retiro, de estar callados, de jornadas de desierto. Y a muchos de vosotros, que lleváis colgado vuestro MP3, escuchando vuestras melodías preferidas, os puede sonar, lo de irse a un despoblado y en silencio encontrarse con Dios, a música celestial, a programa para gente de otro planeta. Pero os confieso que es necesario para tener equilibrio espiritual, para recibir y disfrutar del amor de Dios. Ya lo veis, Jesús eso lo sabía muy bien. Él se levantaba temprano y se iba a orar, al encuentro con su Padre, a reflexionar sobre lo que proyectaba hacer durante la jornada. Y Él también quería que sus amigos aprendieran a hacerlo y se los llevaba a un descampado.

La gente los reclama y Él los atiende, el servicio sereno y generoso está en la esencia del vivir cristiano. Por oír misa y dar cebada, nunca se perdió jornada, decía el refrán. Adapta esta práctica del Señor con sus apóstoles a tu vida actual y ponla en práctica.

Pedrojosé Ynaraja

Con calma, con Jesús

A principios de junio, para preparar el próximo Congreso Diocesano de Laicos, en Valencia, llegó a las parroquias y Movimientos un documento de reflexión, con unas preguntas, cuyas respuestas había que enviar las respuestas antes del 30 de junio. Diversas circunstancias motivaron que este documento no se pudiera enviar antes y hubo voces, tanto de curas como de laicos, que protestaron porque estas fechas no eran adecuadas para pedir esta reflexión, más aún después de todo lo vivido este año, puesto que muchas personas ya habían tomado sus vacaciones y resultaba difícil reunirse para hacer el trabajo solicitado. Por eso, en la carta que acompañaba este documento se pedía que no se dejase de lado, indicando: “Es verdad que estamos a final de curso y el cansancio nos afecta, pero solo se trata de una sencilla tarea que es muy valiosa para los contenidos y celebración del Congreso”.

En pleno verano, las palabras que Jesús dirige a sus discípulos y apóstoles: Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco, suenan a una invitación a tomarse unas merecidas vacaciones. Pero pronto ese deseo se frustra: Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma. Es verdad que los apóstoles, y el propio Jesús, necesitan un descanso, pero la urgencia de la multitud como ovejas sin pastor les lleva a actuar. Eso sí, con calma.

Nadie niega el cansancio y el desgaste emocional, físico y espiritual que conlleva la misión evangelizadora, y por eso no debe sorprender lo que ya dijo el Papa Francisco en Evangelii Gaudium: “Cuando más necesitamos un dinamismo misionero que lleve sal y luz al mundo, muchos laicos sienten el temor de que alguien les invite a realizar alguna tarea apostólica. Pero algo semejante sucede con los sacerdotes”. (81)

Si experimentamos ese cansancio y ese temor y rechazo ante cualquier nueva propuesta apostólica que nos llegue, deberíamos detenernos a pensar que quizá “el problema no es siempre el exceso de actividades, sino sobre todo las actividades mal vividas, sin las motivaciones adecuadas, sin una espiritualidad que impregne la acción y la haga deseable. De ahí que las tareas cansen más de lo razonable, y a veces enfermen. No se trata de un cansancio feliz, sino tenso, pesado, insatisfecho y, en definitiva, no aceptado”. (82)

Por eso, este tiempo de verano, entre un curso pastoral y otro, es la ocasión adecuada para revisar, como discípulos y apóstoles que somos, cómo hemos vivido estos meses nuestro camino de santidad, qué nos ha animado y qué nos ha agobiado… Y cómo hemos cuidado nuestra espiritualidad: nuestra oración, nuestra participación en la Eucaristía, la confesión, la formación…

Algunas veces ese cansancio se debe a otra causa, más profunda y de la que no somos conscientes: “Una de las tentaciones más serias que ahogan el fervor y la audacia es la conciencia de derrota. Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en el triunfo. El que comienza sin confiar perdió de antemano la mitad de la batalla y entierra sus talentos”. (85) A veces, aunque no lo digamos, sentimos que nuestros trabajos apostólicos realmente “no sirven”, porque no se ven avances, y por eso rechazamos cualquier nueva propuesta que nos llegue, porque no creemos que realmente vaya a cambiar nada.

Pero las ovejas sin pastor siguen ahí, y por eso el Señor, aun conociendo nuestro cansancio, nos hace una nueva llamada: Él sigue contando con nosotros, también en verano, para enseñarles con calma.

Este Evangelio, como Buena Noticia que es, nos invita a pensar: ¿Cómo he terminado el curso pastoral? ¿Sufro cansancio y agobio? ¿Qué quisiera hacer estos meses de verano?

Y, a la vez, nos recuerda lo que dijo el Papa: “Siempre hace falta cultivar un espacio interior que otorgue sentido cristiano al compromiso y a la actividad. Sin momentos detenidos de adoración, de encuentro orante con la Palabra, de diálogo sincero con el Señor, las tareas fácilmente se vacían de sentido, nos debilitamos por el cansancio y las dificultades, y el fervor se apaga”. (262) ¿Voy a buscarme esos tiempos de encuentro con el Señor?

Precisamente porque las ovejas sin pastor siguen ahí y cada vez más numerosas, no nos faltarán propuestas y compromisos apostólicos que nos llegarán para seguir la misión evangelizadora. Para hacerlo con calma, “urge recobrar un espíritu contemplativo, que nos permita redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que humaniza, que ayuda a llevar una vida nueva. No hay nada mejor para transmitir a los demás” (264). Y en esa contemplación descubriremos, “por experiencia propia, de que no es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no es lo mismo caminar con Él que caminar a tientas. Sabemos bien que la vida con Él se vuelve mucho más plena y que con Él es más fácil encontrarle un sentido a todo. Por eso evangelizamos”. (266)

Comentario al evangelio – Domingo XVI de Tiempo Ordinario

QUEDARNOS A SOLAS CON JESÚS

Hemos vivido y seguimos viviendo un tiempo muy convulso, que ha removido, cuestionado, eliminado, alterado, puesto en crisis o dejado en evidencia la fragilidad… en tantas cosas de nuestra vida: las relaciones familiares y sociales, la economía, la relación con la naturaleza, el papel de la ciencia y el de los políticos, la responsabilidad personal, la solidaridad, el sacrificio de muchos… Y también ha afectado a la vivencia y práctica de «la fe». Hemos perdido muchas vidas, la salud física y mental ha quedado perjudicada en bastantes casos, y los sentimientos de soledad, depresión, ansiedad, tristeza, desesperanza… se han multiplicado. No es necesario entrar en detalles y descripciones que todos conocemos de primera mano. Hemos andado bastante a tientas y a ciegas viviéndolo todo.

Por eso resulta tremendamente oportuna la invitación que hoy hace Jesús a los suyos de entonces y de hoy: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco». Quiere compartir, comentar, reflexionar y orar sobre lo que han vivido los apóstoles en su primer envío. Y a nosotros hoy darnos respiro, descansarnos, abrirnos a él, comentar juntos y buscar algún sentido a todo esto que nos está pasando.

Hay muchos modos de orar:

• Litúrgico/grupal (misas, liturgia de las horas, grupos de oración: carismáticos, Taizé, etc…)

• Rezos diversos (rosario, devociones, santos, oraciones escritas…)

• Pedir y dar gracias al final del día

• Lectura del Evangelio del día, apoyándose con algún comentario…, etc

Bastantes de ellos se han mantenido durante este tiempo «online». No a todos les ha servido o ayudado lo mismo. 

En general no nos hemos esforzado mucho en la Iglesia por enseñar a orar al estilo de Jesús, orar como oraba él. Una oración que conecte la fe/evangelio con la vida de cada día, que tenga en cuenta las distintas circunstancias personales: estados de ánimo, tiempo disponible, lugar en que uno se encuentra… Lo que se ha vivido y lo que se ve llegar, lo que hemos visto en la gente, las decisiones que hay que ir tomando…

¤ En el Evangelio de hoy encontramos algunas claves  para esa oración con/como Jesús. Los discípulos se reúnen él después de una intensa actividad apostólica, para contarle todo lo que han dicho y han hecho.  Es que al Señor le interesa lo que han vivido, y quiere escucharles. Pero además aún les queda mucho para asimilar las enseñanzas del Maestro, y no siempre les va a acompaña el éxito en sus tareas. Es decir: que «estar con Jesús a solas» (oración) significa no sólo «contarle» sino reposar, repasar y compartir con otros lo vivido, y con Jesús profundizar, revisar, corregir, interpretar las cosas a la luz de sus enseñanzas.

¤ Por ejemplo, podríamos preguntarnos:

+ Qué, a quién y cómo tengo que agradecer algo, qué he recibido de los demás, de Dios…; de qué estoy contento/satisfecho y por qué…

+ Qué, con quién tengo que corregir algo, pedir disculpas, cambiar; qué me ha dolido o me ha dejado tocado, y cómo quiero gestionar ese dolor.

+ Qué se me ha quedado sin hacer, o está por completar, y cómo y cuándo hacerlo…

+ De qué manera las enseñanzas de Jesús aportan, iluminan, dan sentido a todo lo que estoy y estamos viviendo, qué tendría que pedirle a Jesús,  ¿qué me parece que me diría el?…

¤ Pero estando con Jesús se presenta la gente, les interrumpen. Él observa a una multitud y se «compadece» de ella, es decir que se estremece profundamente, se siente conmovido, afectado por dentro por lo que percibe en los que le buscan. Podemos decir que la gente les «descentra» en el mejor sentido de la palabra. El Señor decide atenderlos porque estaban «como ovejas sin pastor». Es decir: que estando con Jesús (orando) aprendemos a mirar a la gente (no sólo a los nuestros, que también) de otra manera, comprometedora, dejándonos afectar, tocar por dentro… para intentar ofrecerles alguna respuesta. Así que la oración cuando es realmente con Jesús, y como la de Jesús nos ayuda a mirar a los demás de otro modo: con compasión o misericordia.

¤ Dice el Evangelio que: eran tantos los que iban y venían, muchos los vieron marcharse, Jesús vio una multitud. Uno piensa espontáneamente en nuestra propia Iglesia. Son «muchos» los que se han alejado de nosotros, por múltiples causas. También ha ocurrido durante la pandemia. Y son «muchos» los que todavía buscan. 

 Me voy haciendo cada vez más consciente de cuántos buscan a alguien que les escuche, los acompañe, les ayude a enfrentar sus problemas, a salir de sus atascos, a sentirse un poco comprendidos, estimulados, animados, sin ser juzgados, ni despachados con prisa… Y no tiene que ver mucho la edad, aunque yo los encuentro más a menudo entre los jóvenes y los mayores. Resumiendo: necesitan ser «acogidos». Es cada vez más frecuente que me digan: «¿no podemos hablar de todo esto más despacio, en otro lugar (fuera del confesonario, y desde luego no en un pasillo o en la sacristía)»? «¿Y no podríamos hablar esto juntos, mi pareja y yo con usted?». ¿Y no podría usted quedar algún día con mi hijo…?». Etcétera… Y yo procuro estar disponible, aceptar… pero no llega uno a tantos. Y otros «muchos», seguro, ni se atrevan a pedirlo. Es una tarea no sólo de los que somos pastores, pero también. Y me parece que cada vez es más necesario: ofrecerlo expresamente y pedirlo quienes lo echen en falta. 

 Pues aquí dejo dos tareas pendientes. Aprender y enseñar a orar/estar con Jesús, descansar en él. Y aprender a ser pastores unos de otros, acogernos y hacer que menos hermanos se nos alejen por no encontrar lo que necesitan. Que nos duela, nos afecte y cuestione su alejamiento para ofrecer humildemente alguna respuesta. O al menos que nos puedan «interrumpir» y nos inquieten (más) sus necesidades.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
Imagen de José María Morillo