Lectio Divina – Martes XVI de Tiempo Ordinario

1.- Oración introductoria.

Señor, en estos momentos, vengo a pedirte que me ensanches mi mente y, sobre todo mi corazón,  para descubrir mi verdadera familia, mi familia en el espíritu, mi familia en la fe. Está por encima de los lazos de la carne y de la sangre. En esta familia yo descubro a Dios como Padre y a los demás como hermanos y hermanas. A esta gran familia pertenece especialmente María, la madre de Jesús, pero también nuestras propias madres.

2.- Lectura reposada del Evangelio: Mateo 12, 46 – 50

Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte». Jesús le respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre».

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

A primera vista, nos parece que Jesús no tiene un comportamiento correcto con su madre. Todos hubieran deseado que, ante el anuncio de que su madre estaba ahí, hubiera cortado el discurso para saludar y dar un abrazo a su madre. Pero Jesús, con este comportamiento, nos está diciendo que a su madre no la podemos encasillar en un esquema meramente “biológico”. Por eso tampoco acepta ese piropo tan natural de una mujer de pueblo: “Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te dieron de mamar”. Jesús no puede reducir a  su madre a la categoría biológica de “pechos y vientre”. Ella es grande porque siempre ha sido “la oyente de la Palabra de Dios”, la que siempre ha cumplido la voluntad del Padre. María va a ser una persona muy especial, un miembro cualificado, en la gran familia de los seguidores de Jesús. Y es que Jesús nunca ha querido separar a su madre, del Pueblo de Dios. En esta maravillosa “caravana de la fe” Ella es la primera. “Dichosa tú, la creyente”. Le dijo su prima Isabel. Y dichosos de nosotros que nos podemos aprovechar de la palabra del Señor, vivida, rumiada, asimilada, por María en lo más hondo de su corazón.

Palabra del Papa.

«Quien acoge a Cristo en la intimidad de su casa se sacia con las alegrías más grandes». El Señor Jesús fue su gran atractivo, el tema principal de su reflexión y de su predicación, y sobre todo el término de un amor vivo e íntimo. Sin duda, el amor a Jesús vale para todos los cristianos, pero adquiere un significado singular para el sacerdote célibe y para quien ha respondido a la vocación a la vida consagrada: sólo y siempre en Cristo se encuentra la fuente y el modelo para repetir a diario el «sí» a la voluntad de Dios. «¿Qué lazos tenía Cristo?» Eso se preguntaba san Ambrosio, que con intensidad sorprendente predicó y cultivó la virginidad en la Iglesia, promoviendo también la dignidad de la mujer. A esa pregunta respondía: «No tiene lazos de cuerda, sino vínculos de amor y afecto del alma». Y, precisamente en un célebre sermón a las vírgenes, dijo: «Cristo es todo para nosotros. Si tú quieres curar tus heridas, él es médico; si estás ardiendo de fiebre, él es fuente refrescante; si estás oprimido por la iniquidad, él es justicia; si tienes necesidad de ayuda, él es vigor; si temes la muerte, él es la vida; si deseas el cielo, él es el camino; si huyes de las tinieblas, él es la luz; si buscas comida, él es alimento». (Benedicto XVI, 2 de junio de 2012).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra de Dios ya meditada. (Guardo silencio)

5.- Propósito. Hoy acudo a María para que me dé esa palabra de Dios que brota del silencio de su corazón. Está hecha, pensada y medida para mí.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, te agradezco tus enseñanzas en este rato de oración. Me has abierto mis ojos para descubrir el “misterio de María”. Ella  nos ha concebido en la fe. Ella nos hace crecer y madurar en esa misma fe. No es Maestra de lecciones teóricas, de clases de teología, de cursillos de ascética. Pero sí nos da clases excelentes de fe auténtica, de fe probada, de fe hecha vivencia y experiencia.

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Comentario – Martes XVI de Tiempo Ordinario

(Mt 12, 46-50)

Jesús no desprecia a su familia, pero quiere mostrar que la fe crea también lazos familiares, que se rompen las paredes del círculo familiar para abrir el corazón también a otros que pasan a ser verdaderamente hermanos.

El texto de Lucas 2, 41-51 muestra que Jesús respetaba a su madre María y a José, pero que también debía abandonar esa bella intimidad de su pequeña familia para abrirse en una misión a todo el pueblo, porque esa era la voluntad de su Padre celestial que él venía a cumplir.

La expresión «hermanos» designaba en el lenguaje de aquella época a cualquier pariente próximo: tíos, primos, etc. Por eso la expresión «tu madre y tus hermanos» indicaba al conjunto de su círculo familiar más cercano.

El evangelio de Juan indicará que su madre, que siempre lo buscaba, en realidad debía cumplir una misión suprema junto a él en la cruz. Allí sí Jesús volvería a la intimidad con su madre para realizar juntos la suprema voluntad del Padre. El entregándose hasta el fin, y ella ofreciéndolo como mujer y como madre.

Este texto, que nos hace descubrir que todos los que tratamos de cumplir la voluntad de Dios somos verdaderamente hermanos, nos invita a preguntarnos si no vivimos nuestra fe de una manera demasiado individualista, si no necesitamos crecer un poco más en esa convicción interior de ser parte de una gran familia; porque la fe y el deseo de cumplir la voluntad del Padre crean verdaderos lazos que son más importantes que nuestros intereses personales.

Oración:

«Señor, ayúdame a descubrir y valorar la nueva familia que me regalas, y concédeme que pueda vivir en familia mi relación contigo, que no me evada en una fe individualista, sino que reconozca a los hermanos que me has regalado».

 

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

Música – Solemnidad de Santiago

Entrada: A Dios den gracias los pueblos CLN 510; Anunciaremos tu reino  CLN 402; Iglesia peregrina CLN 408;  
Introito en Latin: Mihi autem nimis
Misa: En los meses de Julio y Agosto, en zonas con turistas extranjeros se puede cantar la Misa de Angelis
 Salmo: Oh Dios que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben 
Ofertorio: Este pan y vino; CLNH 4
Comunión: Gustad y ved CLN 035; Beberemos la copa de Cristo CLN 010; Tú eres, Señor, el pan de vida CLN 014.
Final: Himno a Santiago Apóstol (Cantos varios) 

Recursos – Ofertorio Solemnidad de Santiago

PRESENTACIÓN DE UN RAMO DE ESPIGAS DE TRIGO

(Puede hacer la ofrenda un(a) agricultor(a) de la comunidad, en el caso de que lo haya, si no, cualquier persona adulta)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo hoy estas espigas de trigo, fruto de nuestros campos y símbolo del esfuerzo de todo nuestro pueblo. Te pido las aceptes y, con ellas, todos nuestros trabajos y tareas. Haz, por tu generosidad y gracia, que fructifiquen entre nosotros y nosotras en frutos de fraternidad. Que seamos capaces de erradicar la pobreza y caminemos decididos/as a la justicia y la igualdad.

PRESENTACIÓN DE UN BASTÓN DE PEREGRINO

(Es válido cualquier signo de peregrino. Y puede hacer la ofrenda otro miembro adulto de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Por mi parte, Señor, te traigo este símbolo de peregrino, esperando que Tú lo aceptes, no sólo ahora, sino sobre todo al final de nuestras vidas, a la vez que nos premias con la meta de nuestro peregrinaje por esta tierra. No nos permitas adormecernos aquí y ahora. Haznos relativizar lo que somos y tenemos, para anhelar la patria definitiva que Tú nos has prometido.

PRESENTACIÓN DE UN REPIQUE DE CAMPANAS

(Se abre un silencio entre la comunidad reunida, mientras se produce un alegre repique de las campanas. De no contar con ellas la comunidad o plantear serias dificultades para hacerlas sonar, se puede sustituir por hacer sonar a través de la megafonía el «Aleluya», de Haendel. A su conclusión, un niño o una niña puede hacer la ofrenda)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Con ese repique de campanas queremos expresarte, Señor, nuestra alegría y nuestra acción de gracias por tu don del Apóstol Santiago a nuestra Iglesia. Estamos contentos y contentas porque él es nuestro protector, porque nos une y porque no deja de interceder por nosotros y nosotras ante Ti. Y te damos gracias, porque Tú mantienes encendida la fe que prendió Santiago en este pueblo y suscitas entre nosotros y entre nosotras verdaderos/as e intrépidos/as testigos.

PRESENTACIÓN DE UNA CONCHA DE VIEIRA

(Esta ofrenda la debiera hacer alguien que ha recorrido, de la forma que fuere, el Camino de Santiago y, si no, cualquier miembro de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor yo te ofrezco, en la fiesta del Apóstol Santiago, este símbolo de la peregrinación a través de su camino. Representa, al fin y al cabo, a la vida cristiana, como éxodo permanente desde la esclavitud hasta la identificación con Jesucristo, de la cual es testigo y testimonio todo Apóstol. No nos permitas, a los y a las que hemos sido bautizados y bautizadas en la muerte y resurrección de tu Hijo y profesamos y vivimos la fe en Él, que acomodemos nuestras vidas a este mundo, hagamos de esta tierra nuestra patria definitiva y reconozcamos cualquier otro señorío fuera del de tu Hijo Jesucristo.

PRESENTACIÓN DE UNA CRUZ VACÍA

(La presentación de esta ofrenda la puede hacer cualquier miembro de la comunidad, aunque, preferentemente, alguno o alguna de los/as que desempeña en ella un ministerio relacionado con el de la palabra)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo esta cruz vacía que, desde la crucifixión de tu Hijo muy amado, es el símbolo de la violencia y el odio desatados contra los que profesan su fe en Jesucristo. Con él, queremos expresarte, tanto personal como comunitariamente, nuestros deseos y el compromiso de aceptar las consecuencias que se derivan de la confesión de la fe y de su proclamación en medio del mundo. Te pedimos, Señor, des fortaleza a los y a las que sufren violencia y persecución y cambies el corazón de los/as perseguidores, para que nunca más atenten contra derechos tan fundamentales de la persona humana como el oír y dejarse llevar por el imperativo de su conciencia.

Oración de los fieles – Solemnidad de Santiago

Demos gracias al Padre que por medio de Cristo mandó a su Iglesia Apóstoles llenos de entrega y generosidad para continuar su obra.

DANOS TU AMOR, SEÑOR.

1.- Por todos los hombres y mujeres, de todos los tiempos, que han sido capaces de reconocer que Cristo es el Camino y la Verdad y la Vida; para que sigan mostrándolo al mundo. Y, entre ellos al Apóstol Santiago que nos trajo la fe a los pueblos hispanos OREMOS

2.- Por la Iglesia Iberoamericana y por todas las Iglesias; para que, viviendo y perdonando el misterio de Cristo en toda su plenitud, revelen al mundo el amor y la misericordia de Dios. OREMOS

3.- Por todos los que viven en una situación de pobreza, sea cual sea; para que no duden de acercarse a Cristo, portador de todo don. OREMOS

4.- Para que el hombre de nuestro tiempo, con tanto adelanto de la ciencia, no se olvide que el mandato evangélico de la caridad, es el principio y fundamento de todo progreso. OREMOS.

5. – Por todos los que viajan, todos los que conducen, todos los responsables de la circulación, para que sean prudentes, respetuosos, caritativos y conduzcan con la mayor prudencia. OREMOS.

6.- Por los que gobiernan las naciones; para que cumplan su misión con espíritu de justicia y amor, y así haya paz y concordia entre los hombres. OREMOS.

7.- Por todos los que estamos en esta Eucaristía; para que sintamos la necesidad de acercarnos a la fuente de toda vida y nos alimentemos con la Palabra, el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Y todo ello conocido por nosotros gracias al Testimonio del Apóstol Santiago. OREMOS

Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, enséñanos, como a Santiago Apóstol, la sublime ciencia del Evangelio; para que podamos hacer discípulos tuyos a todos los pueblos.

Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Comentario al evangelio – Martes XVI de Tiempo Ordinario

El texto del Evangelio de hoy debería ocupar un lugar más importante. Es una de las claves que nos permiten comprender lo que es el Reino de Dios. Es una clave que apunta a una radicalidad total. El Reino rompe con todo lo que estamos acostumbrados. Con la forma como se ha estructurado la sociedad humana desde el principio de nuestra historia. La persona humana, desde siempre, nace y se desarrolla en el marco de una serie de relaciones: las relaciones de familia, las de amistad, las culturales, las de pertenecer a la misma nación, las de hablar la misma lengua. Todas esas relaciones son las que conforman la red humana a que pertenecemos, la red que nos permite sentirnos seguros. Sin esa red nos sentimos perdidos. 

Pero esa red de relaciones tiene, al lado de muchos aspectos positivos, otros negativos. El más señalado entre ellos es que marca fronteras y diferencias. Es decir, lo mismo que nos pone en relación con los cercanos (familia, amigos, gente de nuestro pueblo, lengua, religión o cultura) señala también fronteras más allá de las cuales perdemos ese sentimiento de seguridad. El encuentro con el otro, el diferente, nos asusta, nos aterroriza. Y ahí surge la violencia. Así lo que por una parte nos protege también puede ser causa de nuestra perdición. 

Jesús nos invita a dar un paso adelante. La verdadera relación, lo que efectivamente nos une, no es la sangre, ni la cultura, ni la religión, ni el pasaporte. Lo que nos une de verdad es el hecho de ser hijos del mismo Padre y cumplir su voluntad. Ese hecho crea una relación que es más fuerte que todas las demás relaciones que hayamos podido crear con nuestra iniciativa e inteligencia. Jesús nos invita a romper las fronteras, a saltar los muros y a reconocer la auténtica fraternidad que hermana. ¿Qué tal si meditamos desde esta Evangelio nuestra relación, por ejemplo, con los inmigrantes?

Ciudad Redonda

Meditación – Martes XVI de Tiempo Ordinario

Hoy es martes XVI de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 12, 46-50):

En aquel tiempo, mientras Jesús estaba hablando a la muchedumbre, su madre y sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con Él. Alguien le dijo: «¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte». Pero Él respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».

Hoy Jesucristo señala como «suyos» aquellos que cumplen la voluntad del Padre celestial. Pero, ¿no parecería eso una exageración, incluso «anti-natural»? Emerge en nuestra memoria el drama de Getsemaní, donde la voluntad humana de Jesús parece «pugnar» contra su propia voluntad divina (¡es Dios Hijo!), que debía identificarse con la del Padre.

En realidad, lo misterioso no es tanto aquella «pugna» de voluntades en Cristo, sino nuestra «esquizofrenia» al desmarcarnos del querer del Padre. Desde que fue creada, la voluntad humana está orientada a la divina. Al asumir la voluntad divina, nuestra voluntad alcanza su cumplimiento, no su destrucción. Pero el hombre, por la «estrechez original», tiende a sentir amenazada su libertad por la voluntad del Padre. Este desapego es, justamente, lo que más hace sufrir a Jesús en el Huerto de los Olivos.

—Jesús, nuestra obstinación contra Dios estuvo presente en tu oración. Con tu sangrante «pugna» interior en Getsemaní, arrastras a nuestra naturaleza «recalcitrante» hacia su verdadera razón de ser: el Padre.

REDACCIÓN evangeli.net

Liturgia – Martes XVI de Tiempo Ordinario

MARTES DE LA XVI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: Cualquier formulario permitido, Prefacio común.

Leccionario: Vol. III-impar

  • Éx 14, 21 – 15, 1. Los hijos de Israel entraron en medio del mar, en lo seco.
  • Salmo: Éx 15, 8-17. Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria.
  • Mt 12, 46-50. Extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos».

Antífona de entrada (Cf. Sal 67, 6-7. 36)
Dios vive en su santa morada. Dios, el que hace habitar juntos en su casa, él mismo dará fuerza y poder a su pueblo.

Monición de entrada
Hermanos, frente a la situación de pandemia que estamos sufriendo, acudamos al Señor, que soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores, suplicándole que ponga fin a este estado de sufrimiento en que se halla inmerso el mundo. Ofrezcamos hoy la Eucaristía por esta intención.

Acto penitencial
Y para celebrar dignamente estos misterios, comencemos la celebración pidiendo humildemente perdón a Dios por nuestros pecados.

  • Tú, que has sido enviado a sanar los corazones afligidos. Señor, ten piedad.
  • Tú, que te acercabas a los enfermos y los curabas. Cristo, ten piedad.
  • Tú, que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros. Señor, ten piedad.

Oración colecta
DIOS todopoderoso y eterno,

refugio en toda clase de peligro,
a quien nos dirigimos en nuestra angustia;
te pedimos con fe que mires compasivamente nuestra aflicción;
líbranos de la epidemia que estamos padeciendo,
concede descanso eterno a los que han muerto,
consuela a los que lloran, sana a los enfermos,
da paz a los moribundos, fuerza a los trabajadores sanitarios,
sabiduría a nuestros gobernantes y valentía para llegar a todos
con amor glorificando juntos tu santo nombre.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Oremos, hermanos, a nuestro Padre del cielo, pidiéndole que sepamos cumplir siempre su voluntad.

1.- Para que conceda a la Iglesia la libertad y la paz. Roguemos al Señor.

2.- Para que Jesús suscite entre los jóvenes vocaciones sacerdotales y religiosas. Roguemos al Señor.

3.- Para que se digne establecer y conservar la justicia en todas las naciones. Roguemos al Señor.

4.- Para que consuele a los que sufren y dé la salud a los enfermos. Roguemos al Señor.

5.- Para que despierte en nosotros el amor a los pobres y el deseo del cielo. Roguemos al Señor.

Señor y Dios nuestro, que nos tienes un lugar reservado en el seno de tu familia, guarda con amor y tu pueblo y concédele vivir siempre llevando a cabo tu voluntad. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
ACEPTA, Señor,

los dones que te ofrecemos en este tiempo de peligro;
y haz que, por tu poder,
se conviertan para nosotros en fuente de sanación y de paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Sal 102, 2
Bendice, alma mía, al Señor y no olvides sus beneficios.

Oración después de la comunión
OH Dios,

de quien hemos recibido la medicina de la vida eterna,
concédenos que, por medio de este sacramento,
podamos gloriarnos plenamente de los auxilios del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.