Vísperas – Miércoles XVI de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

MIÉRCOLES XVI DE TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Todo en estado de oración parece.
La santidad, que empapa todo el aire,
rebosa de los cielos como de ánfora,
y se filtra en las venas del deseo.

Todo sube en afán contemplativo,
como a través de transparencia angélica,
y lo más puro que hay en mí despierta,
sorbido por vorágine de altura.

Tiene alas la tarde, unción y llama.
Todo yo en la plegaria he naufragado;
se levantan mis manos como lámparas;
por el silencio, el corazón respira.

Se ha encendido el crepúsculo en mi frente,
y la lumbre de Dios transe mi carne.
Gloria al Padre, y al Hijo. y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.

SALMO 138: DIOS ESTÁ EN TODAS PARTES Y LO VE TODO

Ant. Señor, tu saber me sobrepasa

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa;
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Señor, tu saber me sobrepasa

SALMO 138

Ant. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío,, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los dos por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.

CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.

LECTURA: 1Jn 2, 3-6

En esto sabemos que conocemos a Cristo: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: “Yo lo conozco”, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él.

RESPONSORIO BREVE

R/ Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
V/ Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.

R/ A la sombra de tus alas escóndenos.
V/ Como a las niñas de tus ojos.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo: dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo: dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes.

PRECES

Aclamemos, alegres, al Padre, cuya bondad para con su pueblo es más grande que los cielos, y digámosle:

Alégrense todos los que esperan en ti, Señor.

Acuérdate, Señor, que enviaste tu Hijo al mundo, no para condenarlo, sino para salvarlo;
—haz que su muerte gloriosa nos traiga la salvación.

Tú que hiciste a tus sacerdotes ministros de Cristo y dispensadores de tus misterios,
—concédeles un corazón leal, ciencia y caridad.

Haz que los que has llamado a la castidad perfecta por el reino de los cielos
—sigan con fidelidad a tu Hijo.

Tú que, en el principio, creaste hombre y mujer,
—guarda a todas las familias unidas en el verdadero amor.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que enviaste a Jesucristo al mundo para salvar a los pecadores,
—concede a todos los difuntos el perdón de sus faltas.

Todos juntos, en familia, repitamos las palabras que nos enseñó Jesús y oremos al Padre, diciendo:
Padre nuestro…

ORACION

Acuérdate, Señor, de tu misericordia y, ya que a los hambrientos los colmas de bienes celestiales, socorre nuestra indigencia con la abundancia de tus riquezas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Miércoles XVI de Tiempo Ordinario

1.- Introducción.

Señor, yo necesito una siembra de tu palabra. Y necesito que la siembres Tú, el mejor sembrador. Necesito que la semilla de tu palabra caiga sobre mí “como lluvia que empapa la tierra” y la hace fructificar. No me interesa, de momento, la cosecha. Eso es cosa tuya. Me interesa la siembra, el quedar sembrado de verdad, de bondad, de dulzura, de misericordia.

2.- Lectura reposada del evangelio: Mateo 13,1-9

Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a Él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces Él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: «El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!».

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión.

Lo más importante de la parábola tal y como fue pronunciada por Jesús está condensado en tres verbos: “salir”, “sembrar”, “cosechar”.

1.- Salir. “Salió el sembrador”. No se quedó en casa guardando la semilla en el granero, conservándola.  Salió a pesar del riesgo. Salió convencido de que no podía quedarse con la semilla sin sembrarla. Y salió con gozo, con ilusión, con esperanza. Saliendo puede ocurrir que haya o no haya cosecha. Pero sin salir, es seguro que nunca habrá cosecha. El fracaso no consiste en no obtener cosecha; el fracaso está en “no haber sembrado”.

2.- Sembrar. Lo sembró todo: No sólo la buena tierra, sino los caminos, las piedras, los espinos. Derrochó la semilla. No se cansó de sembrar. Para indicarnos que lo nuestro es “sembrar”, sembrarlo todo, gastar la vida sembrando. Nunca hay que cansarse de sembrar el bien. Lo nuestro es sembrar. La cosecha es cosa de Dios.

3.- Al final, un cosechón. En Israel una cosecha se consideraba normal si daba el siete por uno. Nunca se pensaba en un 30, 60, o 100. Pero la cosecha es de Dios. Lo que vamos a cosechar es mucho más de lo que hemos sembrado. Nosotros sembramos en mezquindad. Dios fructifica en generosidad. El derroche, la sin medida, la abundancia es lo propio de Dios.

Palabra del Papa.

Yo estoy seguro de que la simiente puede caer en buena tierra… «No padre, yo no soy buena tierra, soy una calamidad, estoy lleno de piedras, de espinas, y de todo». Si puede que eso hay arriba, pero haré un pedacito, haré un cachito de buena tierra y dejaré que caiga allí, ¡y vas a ver cómo germina! […] Todos en silencio, miremos al corazón y cada uno dígale a Jesús que quiere recibir la semilla. Dígale a Jesús: mirá Jesús las piedras que hay, mirá las espina, mirá los yuyos, pero mirá este cachito de tierra que te ofrezco, para que entre la semilla. En silencio dejamos entrar la semilla de Jesús… Acuérdense de este momento, cada uno sabe el nombre de la semilla que entró. ¡Déjenla crecer y Dios la va a cuidar! (Discurso en la Vigilia con los Jóvenes, JMJ Río, 27 de julio de 2013)

4.- Qué me dice hoy a mí este texto del evangelio que acabo de meditar. (Silencio)

5.- Propósito. Hacer un esfuerzo por descubrir que este mundo está sembrado “de las semillas del Verbo” y mirar la vida con optimismo.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, al terminar esta oración te quiero agradecer las luces que me has dado a través de tu palabra. He aprendido a no cansarme nunca de sembrar, a no dar nunca nada por perdido, a confiar en la fuerza que encierra tu palabra y, sobre todo, a saber esperar en Ti que pasaste la vida sembrando el bien y, al final, Tú mismo te sembraste en la tierra muriendo por nosotros en la Cruz. La gran cosecha fue tu gloriosa Resurrección. Como Tú mismo dijiste: El grano de trigo, cuando cae en tierra y muere, da mucho fruto. 

Comentario – Miércoles XVI de Tiempo Ordinario

Jesús habla en parábolas a la multitud reunida en torno a sí: Salió el sembrador a sembrar. La parábola no hace sino describir su propia actividad, porque la siembra que esparce el sembrador no es otra cosa que la palabra que se lanza a diestro y siniestro con el propósito de que germine y dé fruto. Pero no siempre esa semilla va a parar al sitio adecuado. Son los avatares de la siembra. Parte de la simiente cae al borde del camino; parte, en terreno pedregoso; parte, entre zarzas, y el resto en tierra buena. No todo terreno, por tanto, es tierra buena; también hay lindes, campos pedregosos y tierra de zarzas. Y en todas esas situaciones se encuentra la semilla.

El sembrador, en su afán de sembrar el mundo con su palabra no repara demasiado en las particulares circunstancias de cada terreno, como si todo terreno, por el hecho de serlo, fuera fecundable y capaz de producir. La presencia de un corazón humano es, para este singular sembrador, motivo suficiente para emplearse en esta labor que es su labor, porque la salvación viene por la palabra. Por eso Jesús le dedicó gran parte del tiempo de su vida pública al ministerio de la palabra (predicación), y por eso compara su labor con la de un sembrador que recorre los campos de Palestina. Pero Jesús sabe que el mensaje no siempre va a parar al lugar idóneo.

A veces cae en los bordes del camino, y ahí el terreno está tan aplastado que la semilla no puede penetrar en él. Tales son –explica Jesús en privado a sus discípulos- los que escuchan la palabra del Reino sin entenderla. Escuchan, pero no entienden; la palabra no entra en su interior, porque lo que no se entiende se queda fuera, y estando fuera cualquier pájaro se la puede llevar. No es que no se haya escuchado; es que no se ha entendido. Basta esta falta de entendimiento para que se quede fuera y no pueda germinar ni producir fruto.

El terreno pedregoso se caracteriza por su falta de profundidad: la semilla prende porque hay tierra, pero la escasez de ésta no permite que eche raíces y acaba secándose. Son –explica también Jesús- los que escuchan la palabra de Dios y la aceptan en seguida con alegría, pero como carecen de raíces y son inconstantes, a la primera dificultad o persecución sucumben. Hay, por tanto, aceptación pronta y alegre, pero también superficial; y lo que no echa raíces, porque se queda en la superficie, tiene pocas posibilidades de supervivencia. La superficialidad en la que viven no es base suficiente para sostenerse, prosperar y dar fruto. Recuerdan a esos jóvenes entusiasmados con ocasión de un encuentro, convivencia o peregrinación que enseguida se diluyen en el ambiente de incredulidad o escepticismo en el que viven a diario perdiendo su puntual entusiasmo o fervor misionero. Quizá aceptaron la palabra por lo que tenía de amable y de hermoso, pero no fueron capaces de asumir los compromisos implicados en ella.

En el mundo hay también zarzas que crecen y ahogan la semilla ya germinada, pero aún tierna. Son los afanes de la vida y la seducción de las riquezas. La palabra es escuchada con complacencia y aceptada con seriedad, pero queda estéril por el estrangulamiento que ejercen los afanes y las seducciones de la vida. Y es que el dinero y lo que se puede conseguir con él tienen mucho poder de seducción; y la seducción nos hace esclavos de lo que nos seduce y nos incapacita para seguir con libertad una determinada propuesta o asumir como propio un proyecto de vida. En el capítulo de los afanes de la vida podemos incluir negocios, proyectos mercantiles, preocupaciones por crecer en el escalafón social o en el ámbito laboral, por lograr un puesto más prestigioso u ofrecer una mejor imagen, etc. Todos esos afanes acaban estrangulando la planta que, alcanzada la madurez, tendría que dar mucho fruto.

Finalmente está la tierra buena. En ella, la semilla, debidamente acogida, acabará dando fruto en mayor o menor medida. La cantidad (treinta, sesenta o ciento por uno) y la calidad del fruto dependerán de la calidad de la tierra, pero también de la labranza a que esa tierra haya sido sometida. No basta con que sea tierra buena abundante (con suficiente profundidad para echar raíces); es preciso que esté bien labrada (liberada de piedras y zarzas, mullida, estercolada y regada) y, por tanto, en la mejor disponibilidad posible para acoger la siembra.

No queda sino prepararnos como tierra buena para recibir la mejor semilla y que ésta pueda germinar y dar abundante fruto. No olvidemos que nuestros frutos serán nuestra más grande alegría; porque no hay mayor satisfacción para una tierra (o vida) que fructificar.

 

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Comentario – Miércoles XVI de Tiempo Ordinario

(Mt 13, 1-9)

La parábola del sembrador quiere mostrar las distintas actitudes de los corazones humanos ante la Palabra de Dios.

El borde del camino, donde los pájaros se comen rápidamente la semilla, es una tierra que no deja entrar la Palabra, es un corazón que ya está ocupado en muchas cosas (endurecido) y no tiene espacio, de manera que la Palabra escuchada es inmediatamente olvidada, o sencillamente no es escuchada con interés.

El terreno pedregoso, que tiene una capa fina de tierra, recibe la semilla, y la deja germinar, pero por la poca profundidad no retiene la humedad y el sol (agresiones) seca esa plantita que acaba de surgir a la vida. Representa los corazones que reciben la Palabra con gozo, pero que siempre están demasiado pendientes de las dificultades, y no aceptan tener que sufrir algo por amor a Dios; el dolor y los problemas hacen que la Palabra recibida con gozo no les alcance para tener paz, y puede más su necesidad de vivir tranquilos.

La Palabra entre cardos no se refiere tanto a las dificultades, sino a los deseos, porque las espinas (distracciones) ahogan a la planta que está creciendo. Del mismo modo, cuando el mundo comienza a atraer el corazón con los bienes y los placeres, el corazón se preocupa por alcanzar estas cosas y la Palabra pierde su atractivo, deja de entusiasmar; el corazón parece aceptar todo lo que dice esa Palabra, pero la Palabra no puede dar frutos de generosidad, de servicio, de entrega.

Oración:

«Toma Señor la tierra de mi vida, rómpela, desmenúzala, ábrela con tu gracia, para que en ella pueda germinar, crecer y dar fruto tu Palabra de vida. Dame alegría, perseverancia y generosidad para vivir tu Palabra».

 

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Petición de la madre de los hijos de Zebedeo – Mateo 20, 20-28

En aquel tiempo se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. El le preguntó: – ¿Qué deseas? Ella contestó: – Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. Pero Jesús replicó: – No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber? Contestaron: – Lo somos. El les dijo: – Mi cáliz lo bebereís; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre. Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: – Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros; el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para dar su vida en rescate de muchos.

Explicación

La mamá de Santiago y Juan, dos amigos de Jesús, le pidió en favor de sus hijos : “ Haz que mis hijos estén junto a Ti, cuando seas Rey “. Y Jesús le dijo: “Eso depende de mi Padre Dios. Yo lo que les puedo ofrecer a tus hijos es que permanezcan junto a mí ahora y cuando me persigan”. Luego les dijo: “¿Queréis vivir y morir a mi lado?“ Y como le respondieron que sí, Jesús añadió: “Así ocurrirá. Compartiremos todo juntos”.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles XVI de Tiempo Ordinario

Nuestra tarea, es el ser signos de Reino, hoy sabemos que no es fácil. Nuestra sociedad secular nos cuestiona, eso lo sabemos, pero también sabemos que la alianza no se rompe, que la promesa sigue viva, y puesta la confianza en Dios, todo llega, todo se cumple.

“Cayó en tierra buena y dió grano”;  cuantas veces hemos escuchado esta parábola que Mateo pone en labios de Jesús, la parábola del sembrador.  Esta es una parábola que a lo largo de tres días la iglesia nos propone meditar, por eso, hoy sólo nos quedaremos con las primeras palabras del Evangelio, “Jesús salió de casa”, la misma propuesta que a Jeremías, la misma respuesta que el profeta.

El Evangelio, el mensaje del Reino es palabra viva, dinámica y eficaz, que tiene que salir al encuentro, a los caminos.  Jesús salió al encuentro de los hombres y de las mujeres que vivían como ovejas sin pastor, de hombres y mujeres que saben o intuyen de una semilla que les habita pero que a veces no saben, no entienden o no pueden hacerla crecen, y ahí esta Jesús explicando como hacerla germinar.

“Acudió tanta gente que no cabían en el lugar y se quedaron de pie”, ¿cómo se dispone nuestro corazón para escuchar esas palabras de vida? ¿nos vivimos en la necesidad de salir y buscar? ¿salimos al encuentro de quien nos busca? ¿es nuestro corazón tierra fértil que acoge y recoge lo que se nos regala? ¿somos hospitalidad de la Palabra que se desparrama sin condiciones?

Ciudad Redonda

Meditación – Miércoles XVI de Tiempo Ordinario

Hoy es miércoles XVI de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 13,1-9):

En aquel tiempo, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la ribera. Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: «Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga».

Hoy, Jesús —en la pluma de Mateo— comienza a introducirnos en los misterios del Reino, a través de esta forma tan característica de presentarnos su dinámica por medio de parábolas.

La semilla es la palabra proclamada, y el sembrador es Él mismo. Éste no busca sembrar en el mejor de los terrenos para asegurarse la mejor de las cosechas. Él ha venido para que todos «tengan vida y la tenga en abundancia» (Jn 10,10). Por eso, no escatima en desparramar puñados generosos de semillas, sea «a lo largo del camino» (Mt 13,4), como en «el pedregal» (v. 5), o «entre abrojos» (v. 7), y finalmente «en tierra buena» (v. 8).

Así, las semillas arrojadas por generosos puños producen el porcentaje de rendimiento que las posibilidades “toponímicas” les permiten. El Concilio Vaticano II nos dice: «La Palabra de Dios se compara a una semilla sembrada en el campo: los que escuchan con fe y se unen al pequeño rebaño de Cristo han acogido el Reino; después la semilla, por sí misma, germina y crece hasta el tiempo de la siega» (Lumen gentium, n. 5).

«Los que escuchan con fe», nos dice el Concilio. Tú estás habituado a escucharla, tal vez a leerla, y quizá a meditarla. Según la profundidad de tu audición en la fe, será la posibilidad de rendimiento en los frutos. Aunque éstos vienen, en cierta forma, garantizados por la potencia vital de la Palabra-semilla, no es menor la responsabilidad que te cabe en la atenta audición de la misma. Por eso, «el que tenga oídos, que oiga» (Mt 13,9).

Pide hoy al Señor el ansia del profeta: «Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba, tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre, Señor, Dios de los ejércitos» (Jr 15,16).

P. Julio César RAMOS González SDB

Liturgia – Miércoles XVI de Tiempo Ordinario

MIÉRCOLES DE LA XVI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: Cualquier formulario permitido, Prefacio común.

Leccionario: Vol. III-impar

  • Éx 16, 1-5. 9-15. Haré llover pan del cielo para vosotros.
  • Sal 77. El Señor les dio pan del cielo.
  • Mt 13, 1-9. Cayó en tierra buena y dio fruto.

Antífona de entrada          Sal 53, 6. 8
Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida. Te ofreceré un sacrificio voluntario dando gracias a tu nombre, que es bueno.

Monición de entrada y acto penitencial
Hermanos, comencemos la celebración de los sagrados misterios con unos momentos de silencio para ponernos ante Dios, y pedirle que nos perdone y nos dé su gracia, para que, al igual que san José, el esposo de la Virgen María, cuya memoria vamos a venerar hoy, sepamos serle fieles en el camino de la vida.

Yo confieso…

Oración colecta
DIOS creador del universo,
que has establecido la ley del trabajo para toda la humanidad,
concédenos con bondad,
por el ejemplo y patrocinio de san José,
que llevemos a cabo lo que nos mandas
y consigamos los premios que prometes.
Por nuestro Señor Jesucristo

Oración de los fieles
Elevemos ahora nuestras súplicas a Dios nuestro Señor, que siembra en nuestro mundo la simiente de su palabra.

1.- Por la santa Iglesia; para que presente ante el mundo el rostro acogedor del Padre para con los pobres, los que sufren, los que dudan, los que se equivocan. Roguemos al Señor.

2.- Por los jóvenes; para que no tenga miedo y sigan a Jesucristo, el amigo siempre fiel, sin regatearle amor, entrega y firmeza. Roguemos al Señor.

3.- Por los gobernantes y los políticos de nuestro país; para que actúen pensando siempre en aquellos que más ama Dios, los pobres y los débiles, de aquí y de todo el mundo. Roguemos al Señor.

4.- Por los maestros y los educadores; para que con su labor ayuden a construir un mundo de hombres y mujeres libres, conscientes y generosos. Roguemos al Señor.

5.- Por nosotros, congregados en la casa del Señor; para que evitemos todo aquello que nos esclaviza o degrada en nuestra verdadera dignidad. Roguemos al Señor.

Padre de misericordia y de bondad; escucha las oraciones de tu pueblo y haz que tu palabra germine y fructifique en nosotros para nuestra salvación y la de todos los hombres. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
OH, Dios, que has llevado a la perfección del sacrificio único
los diferentes sacrificios de la ley antigua,
recibe la ofrenda de tus fieles siervos
y santifica estos dones como bendijiste los de Abel,
para que la oblación que ofrece cada uno de nosotros
en alabanza de tu gloria,
beneficie a la salvación de todos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Sal 110, 4-5
Ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente. Él da alimento a los que lo temen.

Oración después de la comunión
SACIADOS con los alimentos celestiales
te pedimos humildemente, Señor,
que, a ejemplo de san José,
gustemos continuamente el fruto de una paz perpetua,
dando testimonio de la caridad que infundes en nuestros corazones.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Laudes – Miércoles XVI de Tiempo Ordinario

LAUDES

MIÉRCOLES XVI DE TIEMPO ORDINARIO

 

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Señor, ábreme los labios.
R/. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Se reza el invitatorio cuando laudes es la primera oración del día.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

SALMO 66: QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor,
tuyas son la alabanza, la gloria y el honor;
tan sólo tú eres digno de toda bendición,
y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.

Loado seas por toda criatura, mi Señor,
y en especial loado por el hermano sol,
que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor,
y lleva por los cielos noticia de su autor.

Y por la hermana luna, de blanca luz menor,
y las estrellas claras, que tu poder creó,
tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son,
y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!

Y por la hermana agua, preciosa en su candor,
que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor!
Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol,
y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado, mi Señor!

Y por la hermana tierra, que es toda bendición,
la hermana madre tierra, que da en toda ocasión
las hierbas y los frutos y flores de color,
y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor!

Y por los que perdonan y aguantan por tu amor
los males corporales y la tribulación:
¡felices los que sufren en paz con el dolor,
porque les llega el tiempo de la consolación!

Y por la hermana muerte: ¡loado, mi Señor!
Ningún viviente escapa a su persecución;
¡ay si en pecado grave sorprende al pecador!
¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!

¡No probarán la muerte de la condenación!
Servidle con ternura y humilde corazón.
Agradeced sus dones, cantad su creación.
Las criaturas todas, load a mi Señor. Amén.

SALMO 107: ALABANZA AL SEÑOR Y PETICIÓN DE AUXILIO

Ant. Dios mío, mi corazón está firme +

Dios mío, mi corazón está firme,
para ti cantaré y tocaré, gloria mía.
Despertad, cítara y arpa
despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria;
para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.

Dios habló en su santuario;
«Triunfaré, ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;

mío es Galaad, mío Manasés,
Efraín es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;

Moab, una jofaina para lavarme;
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»

Pero, ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, oh Dios, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?

Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil.
Con Dios haremos proezas,
él pisoteará a nuestros enemigos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Dios mío, mi corazón está firme +

CÁNTICO de ISAÍAS: ALEGRÍA DEL PROFETA ANTE LA NUEVA JERUSALÉN

Ant. El Señor me ha vestido un traje de gala y de triunfo.

Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona,
o novia que se adorna con sus joyas.

Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos.

Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que rompa la aurora de su justicia,
y su salvación llamee como antorcha.

Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo,
pronunciando por la boca del Señor.

Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.

Ya no te llamarán «Abandonada»,
ni a tu tierra «Devastada»;
a ti te llamarán «Mi favorita»,
y a tu tierra «Desposada»,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá marido.

Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor me ha vestido un traje de gala y de triunfo.

SALMO 145: FELICIDAD DE LOS QUE ESPERAN EN DIOS

Ant. Alabaré al Señor mientras viva.

Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.

No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;

que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.

El Señor guarda a los peregrinos,
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Alabaré al Señor mientras viva.

LECTURA: Dt 4, 39-40a

Reconoce hoy medita en tu corazón que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo.

RESPONSORIO BREVE

R/ Bendito al Señor en todo momento.
V/ Bendito al Señor en todo momento.

R/ Su alabanza está siempre en mi boca.
V/ En todo momento.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Bendito al Señor en todo momento.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sirvamos con santidad al Señor, todos nuestros días.

Benedictus. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR. Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por la boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sirvamos con santidad al Señor, todos nuestros días.

PRECES

Cristo, reflejo de la gloria del Padre, nos ilumina con su palabra; acudamos, pues, a él, diciendo:

Rey de la gloria, escúchanos

Bendito seas, Señor, que iniciaste y completas nuestra fe,
—porque nos llamaste a salir de la tiniebla y a entrar en tu luz maravillosa.

Tú que abriste los ojos de los ciegos y diste oído a los sordos,
—ayuda también nuestra falta de fe.

Haz, Señor, que permanezcamos siempre en tu amor,
—y que este amor nos guarde fraternalmente unidos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Ayúdanos para que resistamos en la tentación, aguantemos en la tribulación
—y te demos gracias en la prosperidad.

Dejemos que el Espíritu de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones, se una a nuestro espíritu, para clamar:
Padre nuestro…

ORACION

Recuerda, Señor, tu santa alianza, consagrada con el nuevo sacramento de la sangre del Cordero, para que tu pueblo obtenga el perdón de sus pecados y un aumento constante de salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.