Hoy es viernes XVII de Tiempo Ordinario.
La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 13, 54-58):
En aquel tiempo, Jesús viniendo a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?». Y se escandalizaban a causa de Él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio». Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.
Hoy, sucede a menudo que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. Pero, en realidad, este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es negado.
Necesitamos redescubrir el camino de la fe. No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf. Mt 5,13-16). Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en Él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn 4,14). Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos (cf. Jn 6,51).
—Creer en Jesucristo es, por tanto, el camino para poder llegar de modo definitivo a la salvación.
REDACCIÓN evangeli.net