• A través de María, el Hijo de Dios nos visita (43). Y se queda entre nosotros.
• María (con su virginidad) se identifica con las estériles (Lc 1,26-38).
• María corre al encuentro de Isabel (39): hay que encontrarse, hay que unirse en el proyecto del mundo nuevo que Dios tiene previsto.
• Isabel nos presenta a María como discípula de Jesús: «Dichosa tú, que has creído» (45). La contemplamos como la discípula modelo, la que escucha la palabra de Dios y la guarda (Lc 8,21; 11,27).
• La «alegría» (44) que respira toda la escena se debe a la acción del «Espíritu Santo» (41), quien irá conduciendo todo el plan de Dios en la persona de Jesús y en todos los que lo siguen. Es el Espíritu Santo quien hace posible que tanto Isabel como nosotros descubramos quién es Jesús: «mi Señor» (43).
• Dios, para llevar a cabo su plan de salvación para todos, siempre ha actuado a través de los pobres, y seguirá actuando de la misma manera, con las mismas opciones, con el mismo estilo. Es así como su acción es fecunda. Dios sabe que otras maneras -las del poder o de los grupos de presión, por ejemplo- son estériles.
Pistas para contemplar a Jesús y el Evangelio en el Cántico de María (versículos 46-56)
• El cántico de María -llamado también Magníficat- es un himno de acción de gracias a Dios, y está lleno de frases y pensamientos del Antiguo Testamento, muy especialmente del cántico de Ana, la madre de Samuel (1 Sa 2,1 -10).
• Ana era estéril (1 Sa 1,2.5), con todo lo que eso suponía de humillación ante las demás mujeres (1 Sa 1,6-7). Ana no dejaba de orar a Dios pidiendo un hijo que, al mismo tiempo, ofrecía a Dios (1 Sa 1,10-18). Con su cántico (1 Sa 2,1-10), que entona teniendo en sus brazos al hijo tan esperado, celebra al Señor que trastorna la situación de ricos y pobres (1 Sa 2,7), de fecundos y estériles (1 Sa 2,5).
• Si reseguimos algunos de los textos del AT relacionados con el Magníficat, podemos hacer una buena contemplación de la historia del Pueblo de Dios, el Pueblo que, a pesar de sus infidelidades a Dios, ha gozado siempre del amor fiel que Dios nunca ha dejado de mostrarle. Helos aquí:
– «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador» (46-47):
Mi corazón se regocija por el Señor, mi poder se exalta por Dios… porque celebro tu salvación (1 Sa 2, 1).
Yo festejaré al Señor gozando con mi Dios salvador (Ha 3,18).
Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios (Is 6 1,10).
– «ha mirado la humillación de su esclava» (48):
Señor de los ejércitos, si te fijas en la humillación de tu sierva y te acuerdas de mí, y le das a tu sierva un hijo varón, se lo entrego al Señor (1 Sa,11).
– «Desde ahora me felicitarán todas las generaciones» (48):
¡Qué felicidad! Las mujeres me felicitarán (Gn 30, 13).
– «su nombre es santo» (49):
Su nombre es sagrado y temible (Sal 111[110], 9.
– «su misericordia llega a sus fieles de generación en generación» (50):
La misericordia del Señor con sus fieles dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos (Sal 103[102],17).
– «Él hace proezas con su brazo» (51):
Tu brazo potente desbarató al enemigo (Sal 89 (88), 11).
– «derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes» (52):
El Señor da la pobreza y la riqueza, humilla y enaltece (1 Sa 2,7).
Levanta a los humildes, da refugio seguro a los abatidos (Jb 5,11).
– «a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos» (53):
Calmó el ansia de los sedientos, y a los hambrientos los colmó de bienes (Sal 107[1061,9).
Hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos (Sal 146[1451,7).
– «Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre» (54):
Así serás fiel a Jacob y leal a Abrahán, como lo prometiste en el pasado a nuestros padres (Mi 7, 20)
Se acordó de su lealtad y fidelidad para con la casa de Israel (Sal 98[97],3).