Lectio Divina – Natividad de la Virgen María

1.- Introducción.

Señor, a todos nos gusta celebrar el día de nuestro nacimiento. Mucho más el nacimiento de tu madre que también es madre nuestra. Tú que como Dios no tuviste la experiencia de tener una madre, tanto te gustó que al final nos la dejaste a todos por madre de modo que nadie en la vida se sintiera solo o huérfano. Gracias, Señor, por el regalo de tu madre.

2.- Lectura reposada del evangelio. Mateo 1, 18-23

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros.

3.- Qué dice la Palabra de Dios.

Meditación-reflexión.

          La explicación tradicional a este texto no convence demasiado porque deja en mal lugar a San José, un hombre justo y bueno. Es verdad que San José no quiere denunciarla porque, aunque sólo estaba desposada, la ley mandaba apedrear a estas mujeres en caso de adulterio. Pero no convence su decisión de repudiarla en secreto, es decir, darle el divorcio para que se pudiera casar con otro. Otra explicación es posible. En aquel tiempo, la presencia de Dios, asustaba, y por eso, uno tendía a retirarse. Al tener la Virgen los signos claros de que Dios estaba con ella de una manera especial, San José, quiere separarse “porque cree que no la merece, que era demasiado para él”. Es lo mismo que le ocurrió a Pedro cuando pescaba en el lago. No había pescado nada en la noche (tiempo propicio para la pesca) y sin embargo, a la mañana siguiente, y en el mismo sitio, Jesús le dice que eche las redes. Al venir una pesca tan abundante, cree en el milagro, cae en la cuenta de quién es Jesús y le dice:” Apartaos de mí que soy pecador”. (Lc. 5,8). San Pedro no se cree digno de seguir a un hombre “tan lleno de Dios”. En ambos casos, no se retira el cuerpo, se retira el alma con toda humildad. En ambos casos les pacifica la palabra de Dios: ¡No tengáis miedo! Esto viene de Dios y vosotros sois unos privilegiados.

Palabra del Papa

“Ella se nos presenta como un vaso siempre rebosante de la memoria de Jesús, Sede de la Sabiduría, al que podemos acudir para saber interpretar coherentemente su enseñanza. Hoy nos ofrece la posibilidad de captar el sentido de los acontecimientos que nos afectan a nosotros personalmente, a nuestras familias, a nuestros países y al mundo entero. Donde no puede llegar la razón de los filósofos ni los acuerdos de la política, llega la fuerza de la fe que lleva la gracia del Evangelio de Cristo, y que siempre es capaz de abrir nuevos caminos a la razón y a los acuerdos. Bienaventurada eres tú, María, porque has dado al mundo al Hijo de Dios; pero todavía más dichosa por haber creído en él. Llena de fe, “has concebido a Jesús antes en tu corazón que en tu seno” (San Agustín), para hacerte Madre de todos los creyentes” (1-enero-2016).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra ya meditada. (Silencio)

5.-Propósito. Haré un rato de oración dando gracias a Dios por María.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración. Señor, en esta vida todo lo que nace es bello: el nacimiento de un río, el nacimiento del día, el nacimiento de una flor. No digamos nada del nacimiento de una persona. ¿Qué diremos del nacimiento de María, que nos dio a la Luz a Jesús? Gracias, Señor, por esta madre tan bella, tan agraciada, tan buena. Tú la disfrutaste mientras viviste en este mundo y después nos la dejaste a todos nosotros para que fuera también nuestra madre. Nunca olvidaremos este precioso regalo que nos hiciste.

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Comentario – Miércoles XXIII de Tiempo Ordinario

(Lc 6, 20-26)

Las bienaventuranzas que nos presenta Lucas no se caracterizan tanto por actitudes interiores, como la mansedumbre, la pobreza de espíritu o la purera de corazón, que aparecen en la versión de Mateo 5. Lucas se dirige más bien a los pobres a secas, los que pasan hambre y lloran en su miseria y su angustia, los desterrados y despreciados por la sociedad. A ellos se les promete un premio celestial abundante, se les ofrece una esperanza que puede darles alegría en medio de la angustia y los desprecios, porque pueden saberse especialmente amados.

Pero esto es también una exhortación a los destinatarios del evangelio de Lucas, que eran comunidades ricas del mundo griego; a esos ricos Lucas quiere hacerles descubrir que su conversión debe llevarlos necesariamente a cambiar también su actitud ante el dinero, a dejar de adorar al dinero, a compartir con los pobres sus riquezas, si quieren ser mirados con esa ternura especial que Dios tiene para los pobres. La conversión no puede quedarse en la intimidad de la persona, sino que tiene que producir un cambio en todas las dimensiones de la persona, también en su economía. Por eso San Pablo se preocupó tanto por organizar colectas para los pobres, y se dedicó con pasión a motivar esas colectas (ver 2 Cor 8-9).

Luego de declarar bienaventurados a los pobres, para que no queden dudas sobre esta preferencia de Dios por ellos, Lucas menciona también los reproches a los ricos, satisfechos y aplaudidos por la sociedad, y se les dice que no pueden poner esperanza alguna en ese poder mundano, porque esas glorias humanas no valen nada a los ojos de Dios. De hecho todo el evangelio de Lucas insiste en esta predilección de Dios por los que no tienen dónde apoyarse y por lo tanto sólo pueden recostarse en él.

Oración:

«Ayúdame Señor, para que pueda mirar con tus ojos a los pobres, hambrientos y despreciados. No permitas que mi corazón se endurezca ante el dolor ajeno, no me dejes caer en la mediocridad del egoísmo, de la vanidad y la indiferencia».

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Profesión de fe de Pedro – Marcos 8, 27-38

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos: – ¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos le contestaron: – Unos, Juan Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas. El les preguntó: – Y vosotros, ¿quién decís que soy? Pedro le contestó: – Tú eres el Mesías. El les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: – El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días. Se lo explicaba con toda cclaridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió, y de cara a los discípulos increpo a Pedro: – ¡Quítate de mi vista, Satanás! Tú piensas como los hombres, no como Dios. Después llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo: – El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por el Evangelio, la salvará

Explicación

En algunas ocasiones, como la del evangelio de hoy, Jesús advierte a sus seguidores, que él no va a ser un rey con poder, con privilegios, ni territorio. Pedro no le hacía caso y quería cambiar los planes a Jesús por lo que se llevó una reprimenda enorme.

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

NARRADOR: En aquel tiempo se dirigía Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos:

JESÚS: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?»
NIÑO 1: Maestro, la gente no se aclara…: unos dicen que eres Juan el Bautista…
NIÑO 2: Y no sólo eso…: otros dicen que eres Elías y para colmo, otros dicen que eres uno de los profetas…
NARRADOR: Él se quedó mirándoles y les pregunta:
JESÚS: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
NARRADOR: Pedro le contesta:
PEDRO: Tú eres el Mesías.
JESÚS: Os prohíbo terminantemente a todos que se lo digáis a la gente. No se lo tenéis que decir a nadie.
NARRADOR: Y empezó a enseñarles, diciéndoles:
JESÚS: El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días.
NARRADOR: Todo se lo explicaba con suma claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
PEDRO: Maestro, ¿pero de qué nos estás hablando?…, ¿se te ha ido la cabeza? ¿a qué muerte te refieres?
NARRADOR: Jesús se volvió, y de cara a los discípulos increpó a Pedro y le dijo:
JESÚS: ¡Quítate de mi vista Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!
NARRADOR: Después llamó a la gente y a sus discípulos y les dice:
JESÚS: El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
NIÑO 1: Maestro y ¿qué significa negarse a sí mismo y cargar con tu cruz?
JESÚS: Mirad, el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por el Evangelio, la salvará.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Natividad de la Virgen María

Felicidades

Hay nace la Virgen María. Es el cumpleaños de la Madre de la Iglesia. Un niño que nace revoluciona toda la familia. Eso nos ocurre ahora a nosotros. La liturgia, que es la oración propia de toda esta familia que es la Iglesia, abandona su tradicional austeridad, y se deja llevar por la alegría de la fiesta. Como una ambientación del día y una invitación al cumpleaños, vamos a abusar un poco de las citas litúrgicas: “Celebremos con alegría el Nacimiento de María, la Virgen; de ella salió el sol de justicia: Cristo, nuestro Dios”, dice la entrada de la Misa. “Cuando nació la santísima Virgen, el mundo se iluminó”, canta la antífona de Laudes. “Que se alegre tu Iglesia y se goce en el Nacimiento de la Virgen María, aurora de salvación”, insiste la oración de la Misa. En fin, para no alargarnos, acudimos a Lope de Vega que canta así: “Hoy nace una clara estrella, tan divina y celestial,  que, con ser estrella es tal,  que el mismo Sol nace de ella”.

Como siempre, para darle la luz verdadera, miramos a María en el misterio de Cristo y de la Iglesia. Hoy nace la carne limpia, la casa de oro, la casa encendida donde Dios plantará su tienda; esta niña que nace será la morada de Dios. Es decir, la maternidad divina de la Virgen ilumina y da sentido a toda su vida. Para volver, otra vez, a las imágenes bellas, con la oración de la Iglesia, vislumbramos a la Virgen María como Aurora luciente que dará a luz al Sol de justicia, Cristo, el Salvador de los hombres.  El Evangelio de hoy nos cuenta una genealogía muy convencional. Al final de las promesas, el Mesías prometido. No falta, en esta genealogía, la sombra del pecado y la paganía; mujeres como Tamar, Rajab, Rut, Betsabé, evocadoras del mal, dejan paso a otra mujer, María “de la cual nació Jesús”. La carne de María es la carne de Jesús.

Al comienzo dela vida de Jesús entre nosotros lo hemos llamado siempre, misterio de la “Encarnación”.  Es decir, “Jesús se hace carne, y habita entre nosotros”.  Y esta carne, lo repetimos, es la carne de María. Con María, logramos a este Dios cercano, vecino de los hombres, solidario con tantas penas y dolores. Encarnación que nos permite tocar a Dios, celebrarlo en su Muerte y Resurrección, escuchar su palabra, “desayunar con él  junto al lago” después de resucitar, comer su cuerpo y beber su sangre, tocar sus llagas como Tomás.

Si estamos de cumpleaños, estamos de alegría. Hay que celebrarlo y festejarlo. También le damos el regalo que prueba nuestro amor a ella. ¿Y qué regalo se nos ocurre hoy? Que cada uno se pregunte, ¿qué quiere la Virgen de mí? ¿Qué me pide? Hoy no podemos negarle nada. Esta alegría florece en nuestra tierra en forma de romerías y fiestas populares. Muchas, muchas ciudades y regiones celebran, hoy, a María, bajo el nombre de mil advocaciones. ¿Recordamos algunas? En la agenda litúrgica española de hoy aparecen nombres bonitos:  Virgen de los Llanos, de Meritxell, del Pino, de la Peña, de Fuensanta, de la Cinta, de Montserrat, de Covadonga, de la Vega, de Nuria, del Coro, de Soterraña. Y mañana, de Aránzazu.

Muchos motivos para alegrarnos, celebrar y festejar.  Hoy ha nacido María.

Ciudad Redonda

Meditación – Natividad de la Virgen

Hoy celebramos la fiesta de la Natividad de la Virgen María.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 1, 1-16.18-23):

Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David.

David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.

Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

La generación de Jesucristo fue de esta manera: su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en Ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: «He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel», que traducido significa: «Dios con nosotros».

Hoy, la genealogía de Jesús, el Salvador que tenía que venir y nacer de María, nos muestra cómo la obra de Dios está entretejida en la historia humana, y cómo Dios actúa en el secreto y en el silencio de cada día. Al mismo tiempo, vemos su seriedad en cumplir sus promesas. 

El Espíritu Santo, que había de realizar en María la encarnación del Hijo, penetró, pues, en nuestra historia desde muy lejos, desde muy pronto, y trazó una ruta hasta llegar a María de Nazaret y, a través de Ella, a su hijo Jesús. Todo, en esta obra, nos lleva a contemplar, admirar y adorar, en la oración, la grandeza, la generosidad y la sencillez de la acción divina, que enaltece y rescatará nuestra estirpe humana implicándose de una manera personal.

—Esta mujer, virgen y madre de Jesús, tenía que ser a la vez nuestra madre. ¿Quién podía imaginar que Dios iba a ser al mismo tiempo tan grande y tan condescendiente, acercándose íntimamente a nosotros?

+ Fray Agustí ALTISENT i Altisent

Liturgia – Natividad de la Virgen María

NATIVIDAD DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA, fiesta

Misa de la fiesta (blanco)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Gloria. Prefacio I de la Bienaventurada Virgen María (en la Natividad). No se puede decir la Plegaria Eucarística IV.

Leccionario: Vol. IV

  • Miq 5, 1-4a. Dé a luz la que debe dar a luz.

O bien: Rom 8, 28-30. A los que Dios había conocido de antemano los predestinó.

  • Sal 12. Desbordo de gozo con el Señor.
  • Mt 1, 1-16. 18-23. La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.

Antífona de entrada
Celebremos con alegría el Nacimiento de la bienaventurada Virgen María: de ella salió el Sol de justicia, Cristo, nuestro Dios.

Monición de entrada
Celebramos hoy la fiesta del nacimiento de la Virgen María, hija del pueblo judío: hija de David e hija de Abrahán; de la cual nació el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios. Ella es el último peldaño que nos conduce hacia la vida nueva que Dios quiere darnos.
Esta fiesta de María es la propia de muchas advocaciones y santuarios que la piedad y la devoción del pueblo cristiano ha ido dedicando a través de los siglos a la Madre de Jesús, que también es Madre y protectora nuestra.

Pongámonos, pues, en presencia de Dios al comenzar la Eucaristía y, por la intercesión de Santa María, la Virgen, refugio de pecadores, pidámosle perdón por nuestras faltas y pecados.

Yo confieso…

Se dice Gloria.

Oración colecta
CONCEDE, Señor, a tus servidores
el don de la gracia del cielo,
para que, cuantos hemos recibido las primicias de la salvación
por la Maternidad de la Virgen María,
consigamos aumento de paz en la fiesta de su Nacimiento.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Al celebrar, hermanos, el nacimiento de aquella de la cual nació Cristo, el Sol de justicia, presentamos nuestras oraciones al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

1.- Para que la Iglesia entera sea, como María, madre cercana y acogedora para todo el mundo. Roguemos al Señor.

2.- Para que el Espíritu Santo ilumine a todos los que siente la voz de Dios que los llama a seguirlo, les dé valentía y entusiasmo y, como María, se fíen de sus planes. Roguemos al Señor.

3.- Para que los gobernantes de todos los pueblos de la tierra trabajen incansablemente por la paz y la justicia, y por el crecimiento del espíritu generoso y solidario. Roguemos al Señor.

4.- Para que el Padre del cielo, que supuso que el nacimiento de María anunciase la alegría al mundo entero, se compadezca de los que lloran y ven este mundo como un valle de lágrimas. Roguemos al Señor.

5.- Para que todos nosotros, ayudados por la intercesión poderosa de María, Virgen fiel, perseveremos en el bien hasta la muerte. Roguemos al Señor.

Escucha, Dios de bondad, las oraciones de tu pueblo y accede a nuestras peticiones, ya que las ponemos bajo la protección de la Madre de tu Hijo, Jesucristo el Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
SEA nuestro socorro, Señor,
la humanidad de tu Unigénito,
y el que al nacer de la Virgen
no menoscabó la integridad de su Madre,
sino que la santificó,
nos libre del peso de nuestros pecados
y vuelva nuestra ofrenda aceptable para ti.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
     O bien:
AL celebrar con gozo
el nacimiento de santa María Virgen,
te presentamos, Señor, nuestros dones
y te suplicamos que nos auxilie la humanidad de tu Hijo,
que se dignó encarnarse de la misma Virgen.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de la bienaventurada Virgen María: en la Natividad o II-V.

Antífona de comunión          Is 7, 14; Mt 1, 21
Mirad: la Virgen da a luz un Hijo que salvará a su pueblo de sus pecados.

Oración después de la comunión
QUE se alegre tu Iglesia, Señor,
fortalecida con los santos sacramentos,
y se goce en el nacimiento de santa María Virgen,
que fue para todo el mundo esperanza y aurora de salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Bendición solemne
Dios, que por su bondad quiso redimir al género humano
mediante la maternidad de la Virgen María,
derrame sobre vosotros una abundante bendición.
R/. Amén.

Que experimentemos siempre y en todas partes
la protección de la Virgen María,
por quien recibieron al autor de la vida.
R/. Amén.

Y todos vosotros,
reunidos para celebrar con amor esta fiesta en su honor,
recibamos los dones de la alegría espiritual
y los premios eternos.
R/. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros y permanezca para siempre.
R/. Amén.