Lectio Divina – San Mateo

1.- Oración introductoria.

Señor, hoy quiero ir a la oración con los ojos limpios, sin prejuicios. Los fariseos y judíos de entonces no podían ver con buenos ojos a los que colaboraban con los romanos en la recaudación de los impuestos.  Eran considerados como enemigos del pueblo y ladrones. Tú, Jesús, conocías todo eso, pero sabías    mirar a las personas por dentro, por encima de las circunstancias y de los cargos que representaban.  Para Ti, todos somos hijos de Dios.

2.- Lectura reposada del evangelio Mateo 9, 9-13

Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?» Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, y no sacrificio.Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

3.- Qué me dice el texto.

Meditación-reflexión.

¡Qué bonitas estas palabras del evangelio!: “Vio Jesús a un hombre”. Lo que explica todo en los relatos de vocación es “la mirada de Jesús”. Es muy difícil decir no a Jesús después de mirarte. Es una mirada cariñosa, penetrante, limpia, sin prejuicios. Es una mirada de amor que penetra, seduce, cautiva. Lo que ve Jesús es “la persona”. No ve ni le interesa ver las circunstancias de esta persona. Ni siquiera le importan sus pecados. La mirada de Jesús nunca se detiene en el pasado de esa persona. Es una mirada creativa, le interesa lo que puede ser, lo que esa persona está llamada a ser. Es curioso que aquel hombre, llamado Mateo, “estaba sentado”. Estaba anclado en su trabajo, feliz con su trabajo, bastante rentable, por cierto. Y, con sólo mirarle Jesús, “se levantó y le siguió”. Sólo la mirada de Jesús nos puede levantar de nuestros pecados, de nuestras frustraciones, de nuestra pasividad, de nuestra pereza. ¡Si supiéramos dejarnos mirar por Jesús!… Lo primero que hace Mateo es “invitarle a comer”. Necesita celebrar ese encuentro, darle gracias, por haberse fijado en él a pesar de ser corrupto y colaboracionista de los romanos. Jesús no le ha recriminado nada, no le ha tenido en cuenta su pasado, y ha tenido la delicadeza de llamarlo para ser su apóstol. Los fariseos protestan. Jesús les dice que ha venido a curar a los enfermos y perdonar a los pecadores. Y este “colaborador de los romanos” hasta ahora, desde aquí en adelante, va a ser mi propio colaborador, mi apóstol, mi amigo, mi confidente.  

Palabra del Papa

“Jesús acoge en el grupo de sus íntimos a un hombre que, según la concepción de Israel en aquel tiempo, era considerado un pecador público. En efecto, Mateo no sólo manejaba dinero considerado impuro por provenir de gente ajena al pueblo de Dios, sino que además colaboraba con una autoridad extranjera, odiosamente ávida, cuyos tributos podían ser establecidos arbitrariamente. Por estos motivos, todos los Evangelios hablan en más de una ocasión de «publicanos y pecadores», de «publicanos y prostitutas». Además, ven en los publicanos un ejemplo de avaricia: sólo aman a los que les aman y mencionan a uno de ellos, Zaqueo, como «jefe de publicanos, y rico», mientras que la opinión popular los tenía por «hombres ladrones, injustos, adúlteros». Ante estas referencias, salta a la vista un dato: Jesús no excluye a nadie de su amistad. Es más, precisamente mientras se encuentra sentado a la mesa en la casa de Mateo-Leví, respondiendo a los que se escandalizaban porque frecuentaba compañías poco recomendables, pronuncia la importante declaración: «No necesitan médico los sanos sino los enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores». Benedicto XVI, 30 de agosto de 2006.

4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)

5.-Propósito. Buscar un poco de tiempo para agradecer el día en que Jesús me miró.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Gracias, Jesús, por haberme llamado. Gracias porque, estando sentado en el sillón de mi comodidad, de mi frivolidad, de mi pereza, has sido capaz de levantarme.  ¿Qué hubiera sido de mi vida sin tu mirada? Tu mirada me ha hecho bondadoso, amable, responsable, solidario. Yo soy lo que soy por el milagro de tu mirada.

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Comentario – Martes XXV de Tiempo Ordinario

(Lc 8, 19-21)

Jesús no desprecia a su familia, e invita a los demás a no olvidarse de honrar a los padres (Mc 7, 1-13); pero no quiere dejar de mostrar que la fe crea también lazos familiares entre nosotros, que cuando encontramos a Dios como Padre se rompen las paredes del círculo familiar para abrir el corazón también a otros que pasan a ser verdaderamente hermanos.

El texto de Lucas 2, 41-51 muestra que Jesús respetaba a María y a José, pero que también debía abandonar esa intimidad de su pequeña familia para abrir su misión a todo el pueblo, porque esa era la voluntad del Padre que él venía a cumplir.

La expresión «hermanos» designaba en el lenguaje de aquella época a cualquier pariente próximo: tíos, primos, etc. Por eso la expresión «tu madre y tus hermanos» indicaba al conjunto de su círculo familiar más cercano.

El evangelio de Juan enseña que la madre de Jesús, que siempre lo buscaba, en realidad debía cumplir una misión suprema junto a él en la cruz. Allí sí, Jesús volvería a la intimidad con su madre para realizar juntos la suprema voluntad del Padre (Jn 2, 4; 19, 25-27). En la cruz María alcanza su mayor fecundidad, porque uniéndose a Cristo en su pasión, con una espada atravesando su corazón (Lc 2, 35), ella se convirtió en madre de todos los discípulos. Jesús, en el momento más importante de su vida, cuando nos estaba redimiendo con su sangre, se detuvo a mirar a María para decirle: «Mujer, ahí tienes a tu hijo» (Jn 19, 26). Juan, que nos representaba a todos, la aceptó como madre.

De este modo, los que tenemos un mismo Padre por la fe, y así formamos parte de una única familia, hemos recibido también una madre común, la madre que Jesús quiso compartir con nosotros.

Oración:

«Señor, ayúdame a descubrir y valorar la nueva familia que me regalas, y concédeme que pueda vivir en familia mi relación contigo, que no me evada en una fe individualista, sino que reconozca a los hermanos que me has regalado».

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

Música – Domingo XXVI de Tiempo Ordinario

Entrada:  Jesucristo nos amó (Apéndice) En medio de nosotros CLN A6El Señor es mi fuerza  CLN 717
Introito en latin: Omnia quae fecisti
Salmo Responsorial y Aleluya: Los mandatos del Señor .. (Propio)
Ofertorio: Bendito  seas Señor CLN H 6
Santo: Gregoriano.
Comunión: Cuando el pobre nada tiene CLN 725;  Comiendo del mismo pan CLN 027; Yo soy el pan de vida CLN 038; Si me falta el amor CLN 741 
Final: Demos gracias al Señor (Cantos varios)

Recursos – Ofertorio Domingo XXVI de Tiempo Ordinario

PRESENTACIÓN DE UNA PLANTA

(Conviene que sea una planta que pudiera servir en las ocasiones más especiales de la vida de la Comunidad, por lo que pudiera significar a lo largo del curso. Por tanto, tiene que ser una planta bonita y de interior).

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor y Padre nuestro: Tú quisiste sembrar en cada uno y cada una de nosotros y de nosotras la SEMILLA de tu vida y del amor; y lo hiciste, especialmente, por medio de Jesús, tu Hijo amado; luego, has cuidado de esa semilla por medio de tantas personas que han influido en nuestra vida. Hoy, nosotros y nosotras, tu Familia y Comunidad, te presentamos esta PLANTA, hermosa y bonita, como un recuerdo constante de cuanto has hecho en nuestro favor; y de nuestro compromiso -durante este curso que ya hemos iniciado- de cuidar de esta SEMILLA que Tú mismo plantaste en nosotros y en nosotras, que Jesús la ha hecho crecer y que todos nosotros y todas nosotras la queremos seguir ofreciendo a los demás. Que así sea.

PRESENTACIÓN DE UNA JARRA DE AGUA

(Conviene que sea una jarra de cristal, para que se pueda ver el agua que contiene. La presenta una persona adulta de la Comunidad).

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor y Padre nuestro: Jesús nos ha recordado en el evangelio de hoy que un vaso de agua dado con amor no quedará sin recompensa. Te presento, en nombre de toda la Comunidad, esta jarra de agua, como expresión de tantos gestos de amor y de fraternidad como se viven en nuestro mundo; muchos de estos gestos, son callados y ocultos. Pero también te ofrecemos con esta jarra nuestro compromiso, concreto y generoso, de ser cercanos/as y solidarios/as, mujeres y hombres que comparten en la sencillez de la vida. Te pedimos que nos ayudes en esta tarea.

UN/UNA JOVEN PRESENTA A UN ANCIANO O UNA ANCIANA

(Esta ofrenda la presenta un/a joven comprometido/a de la comunidad).

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Aquí nos tienes, Señor, tan distintos y hasta distantes, al menos en el tiempo. El caso es que nos podemos amar, si logramos entender que nuestras diferencias nos enriquecen y nos permiten ser más cada uno/a de nosotros y de nosotras. Por otra parte, frente a la fuerza, que yo puedo representar por mi juventud y mis pocos años, está la debilidad del ocaso de la vida. Haz que mis fuerzas, y las de todos nosotros y nosotras, se pongan al servicio de las debilidades de los demás. No nos hagas insensibles a ellas y motívanos a la solidaridad. La vida, el mundo, la sociedad, la familia, el trabajo, la diversión y el ocio, son los campos para sembrar el amor, del que Tú has llenado nuestros corazones.

PRESENTACIÓN DEL RECIPIENTE DEL CRISMA BAUTISMAL

(Presenta la ofrenda una persona adulta).

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Con el recipiente del crisma bautismal, que hoy te presento, en mi nombre y en nombre de toda la comunidad, Señor, queremos actualizar nuestros compromisos bautismales y de confirmación, de ser tus discípulos y discípulas y testigos en medio del mundo. No nos dejes ceder a las presiones, a la vergüenza o al miedo. Danos tu fortaleza, que siempre la necesitamos, para vivir intrépidamente, tal como lo han hecho siempre tus mejores testigos.

PRESENTACIÓN DE UN LIBRO DE TEOLOGÍA

(Hace la ofrenda uno de los o una de las catequistas de la comunidad).

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Yo te traigo, Señor, este libro de teología, de la última reflexión teológica que se ha publicado. Y lo hago convencido y convencida de que Tú nos exiges una buena formación de nuestra fe para poder vivirla y testimoniarla en medio del mundo. Sé que la formación continua requiere un esfuerzo y un tiempo, que, en estos momentos, nos son difíciles de encontrar. Sin embargo, ahí tienes mi disponibilidad a formarme, para que mi seguimiento de Jesús, en medio del mundo, sea conforme a lo que Tú hoy me exiges.

Oración de los fieles – Domingo XXVI de Tiempo Ordinario

Señor, llegamos ante Ti llenos de limitaciones y problemas, pero sabemos que en tus manos todo tiene solución. Sabemos que tu corazón tiene la grandeza de la misericordia. Por eso te decimos:

AYÚDANOS A VIVIR EN LA VERDAD.

1. – Tú eras valiente y decías siempre la verdad. Por eso te pedimos por la Iglesia, portadora del mensaje de salvación; para que no cese de anunciar a Cristo en cualquier circunstancia por muy adversa que se presente. OREMOS

2. – Tú eras el Profeta que los hombres necesitaban. Por ello te pedimos por el Papa, los obispos, los sacerdotes, los diáconos, las personas comprometidas; para que no tengan miedo de llevar a todos la verdad de Cristo que libera, acoge, ayuda y alegra. OREMOS

3. -Tú ayudabas a todos y los servías. Te pedimos que recuerdes a los que en estos momentos lo están pasando mal: pobres, ancianos, marginados, inmigrantes, parados; para que encuentren esa mano tendida que necesitan para ponerse en pie, y en la Iglesia encuentren motivos para seguir esperando. OREMOS

4. – Tú no ponías condiciones para amar. Y ante ello nuestro ruego va por las familias; para que no se cansen de amar desde la gratuidad, para que no busquen excusas a la hora de la entrega y la exigencia, para que sean fuertes en el momento de perdonar, de tolerar, de acoger. OREMOS

5. – Tú acogías a tus seguidores con humildad. Y nuestra súplica va dirigida a los gobernantes de todas las naciones; para que estén cerca de los hombres del pueblo y estén cercanos a sus necesidades y problemas. OREMOS

6. – Tú dijiste “el que quiera venir conmigo que se niegue a sí mismo”. Y ante ello pedimos por todos los que estamos reunidos en esta eucaristía; para que el Señor nos dé su fuerza y le sigamos desde nuestra realidad concreta, aunque no nos guste, aunque nos cueste, aunque duela demasiado. OREMOS

Te damos gracias, Padre, porque siempre das respuesta a nuestras necesidades. Ayúdanos a saber esperar con paciencia ese momento. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.


Padre de todos los hombres y creador nuestro, tu acoges a todo aquel que hace tu voluntad, así pues te pedimos:

QUE HAGAMOS TU VOLUNTAD, SEÑOR

1. – Por el Papa, los obispos y las personas consagradas que trabajan en su viña, para que el Señor les ayude y acompañe todos los días de su vida en la labor de construir y extender el Reino. OREMOS

2. – Por aquellos que no han recibido la buena noticia para que haya alguien cercano que los instruya. OREMOS

3. – Por todas las personas que se alejaron de las palabras de Dios para que reencuentren el camino de la casa del Padre. OREMOS

4. – Por todos los que sufren algún mal, o están enfermos, para que sientan, que en ese momento de dificultad, la mano que les ayude a salir adelante. OREMOS

5. – Por todos los que por otros caminos buscan a Dios, para que encuentren también la alegría que Cristo nos trajo. OREMOS

6.- Por todos los aquí reunidos para que, como nos pide Pablo, llevemos una vida digna del Evangelio de Cristo. OREMOS

Padre todopoderoso, concédenos por tu infinita bondad todo aquello que te hemos presentado por Jesucristo Nuestro Señor.

Amen.

Comentario al evangelio – San Mateo

Es muy importante el evangelio de hoy. Dice Jesús que “no ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores.” Toda una forma de entender la Iglesia, la comunidad de los seguidores de Jesús. Nada que ver con la idea de que somos el resto puro de la humanidad, la parte no contaminada y cosas por el estilo. Somos una comunidad de pecadores que hemos encontrado en Jesús el perdón, la reconciliación, el cariño que a todos nos hace falta para levantarnos de nuestras cenizas, de nuestros lodos y miserias, y volver a empezar de nuevo.

No es que caímos, nos levantó la presencia de Jesús y ahora ya estamos arriba. Lo más probable es que sigamos abajo. Si estuviésemos en aquel grupo de judíos a los que Jesús dijo aquello de “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra” seguro que no podríamos ni levantar las manos. No estamos libres de pecado. El egoísmo, los miedos, la violencia, las miserias se nos mezclan con tantas cosas buenas como hay en nuestra vida.

Así somos, como personas y como comunidades, como Iglesia. Una comunidad de pecadores. Pero lo más importante no es nuestro pecado. Lo más importante es que hemos experimentado en nuestros corazones el amor de Dios, su perdón, su capacidad enorme para curarnos, para sanar nuestras heridas. Somos una comunidad agradecida. Los fariseos que acusan a Jesús de comer con los pecadores no han experimentado nunca ese perdón y la alegría que se siente. No pueden mirar a sus hermanos de frente porque no se han mirado a sí mismos de frente nunca. Tienen una imagen falsa de sí mismos. Se sienten puros, incontaminados. Se siente por eso jueces de sus hermanos.

Los pecadores con los que se sienta Jesús se conocen a sí mismos perfectamente. Saben que su vida es un desastre. Pero sienten también la mirada de Jesús y en ella, reflejado, el amor de Dios. Se sienten perdonados y capaces de perdonar. Se sienten capaces de anunciar la buena nueva a otros porque ellos mismos la han experimentado y la experimentan día a día.

Ser apóstol es pertenecer a esa comunidad de pecadores reconciliados. Y hacerlo con alegría y gozo. Y ser portadores de perdón y amor y alegría por todas partes. Como Mateo, el publicado.

Ciudad Redonda

Meditación – San Mateo

Hoy celebramos la fiesta de san Mateo, evangelista.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 9, 9-13):

En aquel tiempo, cuando Jesús se iba de allí, al pasar vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Hoy nos detenemos en san Mateo. Sus noticias son pocas e incompletas. Está siempre presente en las listas de los doce elegidos por Jesús. En hebreo, su nombre significa «don de Dios». El primer Evangelio canónico, que lleva su nombre, nos lo presenta como «el publicano».

Jesús acoge en el grupo de sus íntimos a un hombre que, según la concepción de aquel tiempo en Israel, era considerado como un pecador público. Mateo, de hecho, no sólo manejaba dinero considerado impuro por provenir de gente ajena al pueblo de Dios, sino que además colaboraba con una autoridad extranjera, odiosamente ávida, cuyos tributos podían ser determinados arbitrariamente. Ante estas referencias, hay un dato que salta a la vista: Jesús no excluye a nadie de su amistad.

—Mateo responde inmediatamente a la llamada de Jesús: «Él se levantó y le siguió». En este «levantarse» se puede ver el desapego a una situación de pecado y, al mismo tiempo, la adhesión consciente a una nueva existencia, recta, en la comunión con Jesús.

REDACCIÓN evangeli.net

Liturgia – San Mateo

SAN MATEO, apóstol y evangelista, fiesta

Misa de la fiesta (rojo)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Gloria, Prefacio de los apóstoles. Conveniente Plegaria Eucarística I. No se puede decir la Plegaria Eucarística IV.

Leccionario: Vol. IV

  • Ef 4, 1-7. 11-13. Él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, evangelistas.
  • Sal 18. A toda la tierra alcanza su pregón.
  • Mt 9, 9-13. Sígueme. Él se levantó y lo siguió.

Antífona de entrada          Cf. Mt 28, 19-20
Id, enseñad a todos los pueblos, bautizándolos, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado, dice el Señor.

Monición de entrada y acto penitencial
Hoy es la fiesta de san Mateo, apóstol y evangelista, llamado antes Leví. Al ser invitado por Jesús para que lo siguiera, dejó su oficio de publicano o recaudador de impuestos y, elegido entre los apóstoles, escribió uno de los cuatro Evangelios que la Iglesia reconoce como canónico. Desconocemos su actividad apostólica y las circunstancias de su martirio.

Comencemos la celebración de la Eucaristía reconociendo que nuestra fe y nuestras obras no siempre van unidas, que a menudo cometemos fallos en la vida y que nuestro apostolado cristiano deja mucho que desear. Por eso, con humildad y sencillez, pedimos perdón a Dios por nuestros pecados.

  • Tú, que fortaleces a tu Iglesia con el ejemplo de los Apóstoles. Señor, ten piedad.
  • Tú, que por medio de los Apóstoles nos has hecho llegar la Buena Noticia. Cristo, ten piedad.
  • Tú, que resucitado de entre los muertos eres vida para todos los que te siguen. Señor, ten piedad.

Se dice Gloria.

Oración colecta
OH, Dios,
que te dignaste elegir a san Mateo
con inefable misericordia,
para convertirlo de publicano en apóstol,
concédenos que, fortalecidos con su ejemplo e intercesión,
te sigamos y permanezcamos firmemente unidos a ti.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
En esta fiesta del apóstol san Mateo, oremos a Dios Padre

1.- Para que la Iglesia y el mundo entero acojan la palabra de Jesús, que san Mateo, en su Evangelio, nos presenta como el nuevo Moisés y el único Maestro. Roguemos al Señor.

2.- Para que la Iglesia viva la urgencia de su misión universal para la salvación de los hombres, en la acogida, el diálogo, la comprensión. Roguemos al Señor.

3.- Para que los jóvenes que sienten la llamada a una entrega radical de su vida en el seguimiento de Jesucristo sean libres y generosos como san Mateo. Roguemos al Señor.

4.- Para que todos nosotros seamos expresar y anunciar nuestra fe con hechos y palabras. Roguemos al Señor.

Escucha, Señor, nuestras súplicas, que san Mateo te recomienda. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
AL celebrar la memoria de san Mateo,
te presentamos, Señor,
nuestras oraciones y ofrendas,
pidiéndote que mires con amor a tu Iglesia,
cuya fe alimentaste con la predicación de los apóstoles.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de los apóstoles

Antífona de comunión          Cf. Mt 9, 13
No he venido a llamar a justos sino a pecadores, dice el Señor.

Oración después de la comunión
HEMOS participado, Señor, en la alegría de la salvación
que experimentó, gozoso, san Mateo
al tener como invitado en su casa al Salvador,
concédenos alimentarnos siempre
con la comida de aquel
que no ha venido a llamar a la salvación
a los justos sino a los pecadores.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Bendición solemne
Dios todopoderoso,

que los estableció sobre el fundamento apostólico los bendiga
por la intercesión del apóstol San Mateo.
R/. Amén. 

Él, que quiso instruirlos
con la doctrina y los ejemplos de los apóstoles,
los ayude a ser ante todos los hombres
testigos de la verdad.
R/. Amén.

Que la intercesión de los santos apóstoles,
que los instruyeron en la sólida doctrina de la fe,
os permita a todos vosotros, alcanzar la herencia eterna.
R/. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros y permanezca para siempre.
R/. Amén.