Lectio Divina – Miércoles XXV de Tiempo Ordinario

1.- Introducción.

Señor, tus palabras son demasiado claras como para querer tergiversarlas. Nos pides desprendimiento total y confianza en las personas a quienes vamos a evangelizar. Los sacerdotes amigos del dinero y de las dignidades humanas, normalmente son criticados por la gente. ¿Acaso les ha faltado algo a los sacerdotes desprendidos, sencillos, que se dan gratuitamente al pueblo? Señor, hazme saber que el evangelio siempre tiene razón.

2.- Lectura sosegada del evangelio: Lucas 9, 1-6

         En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos. Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Es impresionante que Jesús, a la hora de dar normas a sus discípulos para ejercer bien la misión, los quiere ligeros de equipaje: ni alforja, ni pan, ni plata, ni dos túnicas. Incluso en este evangelio de Lucas se quita el bastón, lo único que aparece en el evangelio de Marcos (6,8). Lo más probable es que Jesús les dejara un bastón para defenderse de las fieras del camino. Cuando San Lucas lo quita, significa que ya en las comunidades primitivas el bastón comenzaron a interpretarlo  como  símbolo de poder. Qué atentos están los evangelistas para ser fieles a Jesús en aquello que consideraba como esencial: la sencillez, la pobreza, el servicio desinteresado. Los evangelistas tienen muy grabada en la retina el gesto de Jesús “lavando los pies  a sus discípulos” (Jn. 13.1-20). Un Dios que se abaja tanto, que se quita la túnica, que se ciñe la toalla, que seca sus pies, es una estampa tan viva que nunca debería haberse desdibujado, incluso olvidado, en la historia de la Iglesia. Ser radicales es volver a las raíces del evangelio.

Palabra del Papa

“Podríamos concentrarnos en las palabras: “pan”, “dinero”, “alforja”, “bastón”, “sandalias”, “túnica”. Y es lícito. Pero me parece que hay una palabra clave, que podría pasar desapercibida frente a la contundencia de las que acabo de enumerar. Una palabra central en la espiritualidad cristiana, en la experiencia del discipulado: hospitalidad. Jesús como buen maestro, pedagogo, los envía a vivir la hospitalidad. Les dice: “Permanezcan donde les den alojamiento”. Los envía a aprender una de las características fundamentales de la comunidad creyente. Podríamos decir que cristiano es aquel que aprendió a hospedar, que aprendió a alojar. Jesús no los envía como poderosos, como dueños, jefes o cargados de leyes, normas; por el contrario, les muestra que el camino del cristiano es simplemente transformar el corazón. El suyo, y ayudar a transformar el de los demás. Aprender a vivir de otra manera, con otra ley, bajo otra norma. Es pasar de la lógica del egoísmo, de la clausura, de la lucha, de la división, de la superioridad, a la lógica de la vida, de la gratuidad, del amor. De la lógica del dominio, del aplastar, manipular, a la lógica del acoger, recibir y cuidar”. (Homilía de S.S. Francisco, 12 de julio de 2015).

4.- Qué me dice hoy a mí este evangelio ya meditado. (Guardo silencio)

5.- Propósito. Mirar el evangelio de hoy y constatar la cantidad de cosas que me sobran.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Al terminar esta oración, te pido que me des la virtud de la transparencia. Quiero ser sincero con Dios y conmigo mismo. Quiero descubrir lo lejos que estoy de cumplir con el evangelio, lo que me he ido apartando de los sentimientos de Jesús. Y te pido Señor que me ayudes a ajustar mi vida a tu programa y a usar los medios que Tú me indicas para que mi evangelización sea eficaz.  

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Comentario – Miércoles XXV de Tiempo Ordinario

(Lc 9, 1-6)

Jesús vuelve a llamar a los apóstoles y los envía de dos en dos, con lo cual se remarca el aspecto comunitario de la misión. En esta tarea Jesús capacita a los que envía confiriéndoles poder no sólo para predicar, sino también para liberar a los hombres de sus males más profundos.

Jesús quería algo más en sus discípulos: una vida desprendida y desinteresada; para que así como en Jesús se unieron la gloria y la pequeñez, eso mismo se reflejara en sus discípulos: revestidos de su poder, pero no apoyados en riquezas ni seguridades de este mundo, libres frente a los bienes y a la apariencia, dependiendo de la generosidad de los demás, viviendo en plena solidaridad con los más pobres y abandonados.

Debían dirigirse a todos los ambientes, pero evitando que los contagiaran las malas costumbres y la indiferencia de algunos lugares. Por eso Jesús los invitaba a sacudirse hasta el polvo que les quedara en las sandalias cuando en algún lugar la Palabra fuera despreciada. Pero este gesto no es sólo una metáfora. De hecho, Pablo lo realizaba para recordar mejor la exhortación del Señor y no perder el entusiasmo evangelizador por las contrariedades del mundo (Hch 13, 51).

El encuentro con Cristo tiene que plasmarse en el cumplimiento de una misión; y no existe un creyente que no tenga una misión que cumplir. Por eso es bueno que cada mañana nos preguntemos el «para qué» del día que comienza, que recordemos cuál es la misión que el Señor espera que cumplamos a lo largo del día. Las peores angustias e insatisfacciones se producen cuando uno no tiene un motivo para entregarse, para trabajar, para luchar, y entonces hay que recordar, que también a través de las pequeñas cosas, podemos vivir la profunda satisfacción de estar cumpliendo una misión. Pero eso no se inventa de golpe, no se improvisa; se va preparando con la oración y con las pequeñas opciones de cada día.

Oración:

«Señor, toma mi vida y realiza en ella esa paradoja de tu gloria y tu poder unidos a la humildad y a la pequeñez. Dame tu gracia, Señor, para entregarte todos mis deseos de poder, de prestigio y de dinero, para apoyarme sólo en tu poder y en tu amor, y así cumplir la misión que tú me confias».

VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Empleo del nombre de Jesús – Marcos 9, 38-42.44,46-47

En aquel tiempo dijo Juan a Jesús: – Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros. Jesús respondió: – No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. El que os dé a beber un vaso de agua porque seguís al Mesías, os aseguro que no quedará sin recompensa. Al que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida que ir con las dos manos al abismo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida que ser echado con los dos pìes al abismo. Y si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios que ser echado al abismo con los dos ojos, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.

Explicación

Jesús enseña a sus discípulos a no ser mandones ni marginar a nadie, porque eso les hace ser intolerantes y escandalosos para los demás. Muy al contrario, Jesús les invita continuamente a ser respetuosos y a favorecer todo lo que ayuda a convivir. De este modo ellos serán reflejo de Jesús y de la bondad de Dios, su Padre.

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

NARRADOR: En aquel tiempo dijo Juan a Jesús:
JUAN: Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.
NARRADOR: Jesús respondió:
JESÚS: No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí.
DISCÍPULO 1: Pero Maestro ¡si nos es de los nuestros!
JESÚS: El que no está contra nosotros está a favor nuestro.
DISCÍPULO 2: Señor, no te entiendo ¿qué pintamos nosotros aquí, entonces?
JESÚS: El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa.
DISCÍPULO 1: Y el que no lo haga ¿qué le pasará?
JESÚS: El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar.
DISCÍPULO 2: Maestro, ya veo que nos pides que demos todo por ti y por los demás…, para ti no hay medias tintas. No podemos decir, ahora sí y después ya veremos.
JESÚS: Veo que poco a poco lo vais entendiendo, pero os quiero decir algo más: “Si tu mano te hace caer, córtatela…; si tu pie te hace caer, córtatelo…; si tu ojo te hace caer, sácatelo…” Más vale entrar manco, cojo y tuerto en el Reino de Dios, que ir con las dos manos, pies y ojos al abismo, al fuego que no se apaga.
DISCÍPULO 1: Ya veo, Maestro, no quieres que nos engañemos, sino que amemos la vida. Y amar la vida es dar todo por los que están a nuestro lado, solo así podremos ser felices y hacer felices a los demás.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles XXV de Tiempo Ordinario

“Dios mío, de pura vergüenza no me atrevo a levantar el rostro hacia ti, porque nuestros delitos sobrepasan nuestra cabeza, y nuestra culpa llega al cielo”.
No sé si alguna vez habéis tenido esta experiencia que narra Esdras. Yo sí. Es una experiencia que puede cambiarte la vida: o te hundes y no sales adelante atrapado por la culpa o tu vida renace desde el agradecimiento y la humildad más profunda.

A veces, para cambiar, para crecer… el primer paso es sentir vergüenza y culpa. Y con ello, tener la dicha de sentir que, aun así, alguien te quiere tal como eres incondicionalmente. No hablo sólo de  Dios. Hablo de alguien cercano. Porque nuestro Dios, el Dios cristiano, el encarnado, cuenta con nosotros para actuar. No es un Dios de piloto automático ni de actuaciones mágicas. Él se hace carne, Él respeta nuestros ritmos, nuestras mediaciones… Él nos da “poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades”, dice el Evangelio de hoy.¡Qué misión tan delicada se nos confía! ¡Cuánto consuelo y paz y cambio podemos acompañar con las personas que se cruzan en nuestra vida! Pero también, cuánto daño podemos hacer y hasta qué punto podemos hundir a las personas cuando el reconocimiento de una culpa o de un mal vergonzoso se convierte en el centro de nuestra mirada y de nuestro juicio. Dios no es así. San Pietro de Pietrelcina, cuya  memoria recuerda hoy la Iglesia, tiene una imagen muy significativa, casi desagradable: “No amar es como herir a Dios en la pupila de Su ojo. ¿Hay algo más delicado que la pupila?”

Seamos conscientes del “poder” que nos da el seguimiento. Seamos conscientes de la misión que se no encomienda: amar y curar y jamás, anteponer la culpa a nuestro amor. Porque antes o después, también tú necesitarás que otros lo hagan contigo. No lo dudes.

Ciudad Redonda

Meditación – Miércoles XXV de Tiempo Ordinario

Hoy es miércoles XXV de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 9, 1-6):

En aquel tiempo, convocando Jesús a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos». Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.

Hoy, Jesús convoca a los Doce, que representaban al futuro Pueblo de Dios. Gracias a su fiel testimonio y el de sus sucesores (los obispos), la palabra y la vida de Jesús se han hecho presentes de modo permanente entre nosotros, formando la Tradición viva de la Iglesia.

La sucesión en la función episcopal ha dado continuidad al ministerio de los Apóstoles. A los Doce se les asoció, en primer lugar, Matías (sustituyendo a Judas Iscariote), y después, Pablo, y luego Bernabé, y más tarde otros, hasta la definitiva configuración —en la segunda y tercera generación— del ministerio del obispo. Por tanto, la continuidad apostólica se expresa en esta cadena histórica. Y en esta «continuada sucesión» del Colegio apostólico se encuentra la garantía de perseverancia de la comunidad eclesial reunida «por» y «en» Cristo.

—Esta continuidad es no solamente sucesión histórica, sino que también debe entenderse en sentido espiritual: la sucesión apostólica en el ministerio es considerada como lugar privilegiado de la acción y de la transmisión del Espíritu Santo.

REDACCIÓN evangeli.net

Liturgia – Miércoles XXV de Tiempo Ordinario

MIÉRCOLES DE LA XXV SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: Cualquier formulario permitido, Prefacio común.

Leccionario: Vol. III-impar.

  • Esd 9, 5-9. Dios no nos ha abandonado en nuestra esclavitud.
  • Salmo: Tob 13, 1-10. Bendito sea Dios, que vive eternamente.
  • Lc 9, 1-6. Los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos.

Antífona de entrada          Cf. Sal 90, 11
A sus ángeles ha dado Dios órdenes para que te guarden en tus caminos.

Monición de entrada y acto penitencial
Son muchos los que, por diversos motivos, se ven obligados, en contra de su deseo, a abandonar el lugar donde tienen sus raíces, su familia, sus amigos, su ambiente propio: prófugos, exiliados, inmigrantes y refugiados. Sintámonos solidarios con la irregularidad de su situación y con el sufrimiento que para ellos comporta la separación y el desarraigo, y encomendémoslos al Señor.

  • Tú, que levantas del polvo al desvalido. Señor, ten piedad.
  • Tú, que siendo rico te hiciste pobre por nosotros. Cristo, ten piedad.
  • Tú, que eres nuestro camino y nuestra vida. Señor, ten piedad.

Oración colecta
OH, Señor,
para quien nadie es extraño,
y ninguno está lejos de tu protección,
mira compasivo a los exiliados y prófugos,
a los hombres discriminados y a los niños perdidos,
para que se les conceda el regreso a la patria,
y a nosotros un amor como el tuyo hacia el pobre y el desterrado.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Hermanos, en esta oración pública y comunitaria que vamos a hacer, no se limite cada uno a orar por sí mismo o por sus necesidades, sino oremos a Cristo, el Señor, por todo el pueblo.

1.- Imploremos la largueza de los dones espirituales para todos los no creyentes. Roguemos al Señor.

2.- Pidamos al Señor que gobierna el mundo, por los migrantes y refugiados. Roguemos al Señor.

3.- Oremos al Juez de todos los hombres por el descanso eterno de los fieles difuntos. Roguemos al Señor.

4.- Imploremos la misericordia de Cristo, el Señor, a favor nuestro y de nuestros familiares, confiando en la bondad del Señor. Roguemos al Señor.

Atiende en tu bondad nuestras súplicas, Señor, y escucha las oraciones de tus fieles. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
TÚ quisiste, Señor,
que tu Hijo entregara su vida
para congregar en la unidad a tus hijos dispersos,
concédenos que esta ofrenda de paz
logre la unión de las voluntades
y aumente nuestra caridad fraterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Cf. Sal 90, 2
Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti.

Oración después de la comunión
SEÑOR,
que nos has alimentado con un mismo pan y con un mismo cáliz,
danos humanidad para acoger con amor sincero
a los inmigrantes y a los abandonados,
de manera que, al fin,
merezcamos reunirnos todos en la tierra de los vivos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.