Hoy es miércoles XXVII de Tiempo Ordinario.
La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 11, 1-4):
Sucedió que, estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos». Él les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación».
Hoy el Señor nos dice cómo hemos de orar. Lucas pone el «Padrenuestro» en relación con la oración personal de Jesús mismo. Él nos hace partícipes de su propia oración, nos introduce en el diálogo interior del Amor trinitario, elevando, así, nuestras necesidades humanas hasta el corazón de Dios. Además, las palabras del «Padrenuestro» son orientaciones fundamentales para nuestra existencia, porque pretenden conformarnos a imagen del Hijo.
En el «Padrenuestro» se afirma, en primer lugar, la primacía de Dios, de la que se deriva por sí misma la preocupación por el modo recto de ser hombre. Para que el hombre pueda presentar sus peticiones adecuadamente tiene que estar en la verdad, esto es: «Primero Dios», y, a partir de ahí, Él nos lleva por los caminos del ser hombres. Finalmente, le pedimos ser liberados de la acechanza del Maligno.
—Señor, Dios nuestro, Tú no eres alguien desconocido y lejano: nos muestras tu rostro en tu Hijo Jesús y por medio de su oración, nos introduces en tu intimidad Trinitaria.
REDACCIÓN evangeli.net