Lectio Divina – Jueves I de Adviento

“El hombre insensato edificó su casa sobre arena”

1.- Ambientación.

Señor, gracias por tu amistad, por tu paciencia, por tu gracia. Haz que sepa construir mi vida sobre la roca firme de tu amor. Dame la gracia de crecer en la fe, para descubrirte en los acontecimientos  de la vida y, sobre todo, en las personas. Que sea el amor la raíz de mi vida de modo que todo lo que haga esté enraizado en el amor. No un amor egoísta que viene de mí sino un amor desinteresado, gratuito, que sólo puede provenir  de Ti.

2.- Lectura sosegada del texto. Mateo 7, 21.24-27

«No todo el que me diga: «Señor, Señor», entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. «Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».

3.- Qué dice el texto

Meditación

Jesús nunca engaña. Por eso nos advierte: Podéis pasar toda vuestra vida trabajando y llegar al final “con las manos vacías”. Los que edifican sobre la arena, no están ociosos, no hacen mal a nadie, están trabajando. Pero si llega un viento fuerte, todo se les hunde como un castillo de naipes. Han construido sobre arena. Jesús nos advierte: podéis estar ocupados toda la vida en hacer cosas y acabar como unos fracasados. La coherencia entre la fe que se profesa y la vida no admite «medias tintas». Escuchar cada día la Palabra de Dios y no ponerla en práctica es edificar sobre arena movediza. Sólo el amor construye. En esta vida todo lo que no pueda reciclarse en amor es arena. Sólo se puede edificar sobre la roca firme del amor. Sobre esa roca ha edificado Jesús su Iglesia. Y nosotros, cuando vivimos en el amor, somos piedras vivas de esa Iglesia.

Palabra autorizada  del Papa

“¿Es solamente un sentimiento, un estado psicofísico? Claro que si es solamente esto no se pueden construir encima nada que sea sólido. En cambio si el amor es una realidad que crece, y podemos decir como ejemplo, como se construye una casa. Crece y se construye como una casa. Y la casa se construye juntos y no cada uno por su lado. Construir aquí significa favorecer el crecimiento. Ustedes se están preparando para crecer juntos, para construir esta casa, para vivir juntos para siempre. No la cimienten en la arena de los sentimientos, que van y vienen, sí en cambio en la roca del amor verdadero, el amor que viene de Dios. La familia nace de este proyecto de amor que quiere crecer, de la misma manera que se construye una casa, que sea lugar de afecto, de ayuda, de esperanza, de apoyo. Pero todo junto: afecto, ayuda, esperanza, apoyo”. (Papa Francisco, 14 de febrero de 2014)

4.- Qué me dice ahora a mí esta palabra ya meditada. Guardo silencio

5.-Propósito.

Hoy tomaré en serio la Palabra de Dios. Y procuraré ponerla en práctica. Por la noche pensaré si la he cumplido.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración

Jesús, ayúdame a cultivar una voluntad firme contra los cambios de los sentimientos y emociones, de modo que sea capaz de renunciar a todo aquello que me impida la donación a los demás y pueda cumplir siempre y en todo, tu voluntad.  Éste es el único camino para poder construir sobre la roca firme. No permitas, Señor, que me pase la vida trabajando inútilmente.

Comentario – Jueves I de Adviento

Mateo 7, 21-24.27

No todo aquel que dice ¡Señor, Señor! entrará en el reino de los cielos. Sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial.

Quiero primero repetirme varias veces esta frase, Señor. Quiero oiría de Tu propia boca, como si Tú me la dijeras hoy. Sin embargo, sé muy bien que tenemos necesidad de orar y que a menudo nos has recomendado también la oración. Sé que no rezo lo suficiente.

Pero, en tu espíritu, la «oración» y la «acción» no se oponen. Dices: «No basta rezar…» Pero hay que hacerlo, para que pueda decirse que ello no basta. Ahora es mi momento de oración. Digo Señor, Señor». Por lo tanto acepto todo lo que me reveles en este texto: Tu me envías de nuevo a mis tareas humanas, a mis responsabilidades de cada día. Se trata de pasar con naturalidad de la «oración» a la «acción». Pausadamente procuro descubrir y contemplar la «voluntad del Padre»… luego voy a «hacer esta voluntad».

Lo que interesa a Dios en mi vida no son únicamente mis momentos de oración… sino todos los momentos de mi jornada. ¿Qué esperas de mí, Señor, en el día de hoy?

Cualquiera que escucha estas mis instrucciones, y las practica…

Es la misma idea: un ritmo de vida esencial en dos tiempos:

— Escuchar…

— Poner en práctica…

Señor, ayúdame a fin de que te escuche verdaderamente.

Concédeme que esté atento a tu voz. Señor, ayúdame; que mi obrar sea verdadero, que mis actos sean conformes a lo que Tú quieres.

Será semejante a un hombre cuerdo que fundó su casa sobre piedra.

Lo que me pasa, Señor, es que no veo toda la importancia que tienen las cosas que llenan mis jornadas. Las hago, una después de otra, porque hay que hacerlas; ¡pero sin valorar- las! Entonces resulta que encuentro esas jornadas muy banales y vacías.

Sin embargo, mis días podrían ser grávidos y sólidos como la roca. ¡Si yo supiera edificarlos siempre sobre tu Palabra, sobre tu querer, sobre ti! Señor, ayúdame a edificar mi vida sobre la roca, sobre ti. ¡Edificar sólidamente!

Construir.
La humanidad necesita hombres y mujeres sólidos, constructivos que edifiquen lo que es sólido con Dios.

Pero, cualquiera que oye estas mis instrucciones y no las pone en practica…

Esta palabra debería hacer reflexionar a aquellas personas que dicen «soy creyente… pero no soy practicante…» Es verdad que hay muchas maneras de «practicar»: se puede practicar la caridad, la justicia, la plegaria, la bondad… practicar la fe… Pero Jesús parece decirnos que hay que ser honrado, y no contentarse con buenos sentimientos o buenas intenciones: si decimos creer, hay que aplicar la fe a la vida. Hay que aplicar la caridad, si decimos amar. Lo contrario ¡es ser como una «casa edificada sobre la arena»!

Noel Quesson
Evangelios 1

Vendrá a nosotros la Palabra de Dios

Sabemos de una triple venida del Señor. Además de la primera y de la última, hay una venida intermedia. Aquellas son visibles, pero ésta no. En la primera, el Señor se manifestó en la tierra y convivió con los hombres, cuando, como atestigua él mismo, lo vieron y lo odiaron. En la última, todos verán la salvación de Dios y mirarán al que traspasaron. La intermedia, en cambio, es oculta, y en ella sólo los elegidos ven al Señor en lo más íntimo de sí mismos, y así sus almas se salvan. De manera que, en la primera venida, el Señor vino en carne y debilidad; en esta segunda, en espíritu y poder; y, en la última, en gloria y majestad.

Esta venida intermedia es como una senda por la que se pasa de la primera a la última: en la primera, Cristo fue nuestra redención; en la última, aparecerá como nuestra vida; en ésta, es nuestro descanso y nuestro consuelo.

Y para que nadie piense que es pura invención lo que estamos diciendo de esta venida intermedia, oídle a él mismo: El que me ama -nos dice- guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él. He leído en otra parte: El que teme a Dios obrará el bien; pero pienso que se dice algo más del que ama, porque éste guardará su palabra. ¿Y dónde va a guardarla? En el corazón, sin duda alguna, como dice el profeta: En mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré contra ti.

Así es cómo has de cumplir la palabra de Dios, porque son dichosos los que la cumplen. Es como si la palabra de Dios tuviera que pasar a las entrañas de tu alma, a tus afectos y a tu conducta. Haz del bien tu comida, y tu alma disfrutará con este alimento sustancioso. Y no te olvides de comer tu pan, no sea que tu corazón se vuelva árido: por el contrario, que tu alma rebose completamente satisfecha.

Si es así como guardas la palabra de Dios, no cabe duda que ella te guardará a ti. El Hijo vendrá a ti en compañía del Padre, vendrá el gran Profeta, que renovará Jerusalén, el que lo hace todo nuevo. Tal será la eficacia de esta venida, que nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial. Y así como el viejo Adán se difundió por toda la humanidad y ocupó al hombre entero, así es ahora preciso que Cristo lo posea todo, porque él lo creó todo, lo redimió todo, y lo glorificará todo.

San Bernardo, abad
Sermón 5 en el Adviento del Señor, 1-3: Opera omnia, edición cisterciense, 4, 1966, 188-1905

No hay paz sin justicia

1.- En este segundo domingo de adviento aparece la figura del profeta: en el Antiguo Testamento Baruc, en el Evangelio Juan el Bautista y en la lectura apostólica Pablo de Tarso. El autor del libro de Baruc nos es desconocido. Se ha atribuido la redacción del libro a Baruc, secretario, confidente y amigo del profeta Jeremías. Posiblemente fue escrito entre los años 200 y 100 antes de Cristo en alguna de las comunidades judías de la diáspora. Se sirve de la historia de Israel para alentar la esperanza del pueblo y dirigirla hacia el futuro: la Jerusalén prometida por Dios no es la que los judíos han empezado a reconstruir después del destierro, sino la Jerusalén del fin de los tiempos. Dios le dará un nuevo nombre: «paz en la justicia». Tres veces se repite en el capítulo 5, que hoy leemos, la palabra «justicia». Es la justicia de Dios, basada en la misericordia y conducente a la paz.

2.- En nuestro mundo hay violencia y guerra, miles de inocente mueren cada día a consecuencia del hambre. Para que se obtenga la paz, valor tan deseado, es necesario primero que los montes elevados se abajen, que los valles se llenen y se eleven, que lo torcido se enderece y los senderos se allanen. Es decir, que se vuelva al orden natural querido por Dios «que ha destinado los bienes de este mundo para todos». Mientras no seamos capaces de recrear el mundo querido por Dios no será posible la paz. Es necesario que los poderosos se despojen de su orgullo y los opulentos compartan su riqueza para que estalle la paz en el mundo. Es decir, primero la justicia sostenida por el perdón. Antes que la caridad está la justicia, de lo contrario se trata más bien de «caridades».

3.- Millones de personas en el mundo sufren situaciones de injusticia. ¿Dónde están los últimos?, ¿dónde se encuentra hoy la pobreza? ¿Es una realidad cada día más cercana, pero cada día más difusa? Los pobres hoy día son «los excluidos» de nuestra sociedad. Si hay excluidos es porque tú y yo también excluimos. A pesar de la riqueza que brindan las nuevas oportunidades económicas en el mundo, 2.800 millones de personas subsisten con menos de dos dólares al día. El 1% de la población más rica del mundo tiene una renta anual equivalente al total de lo que percibe el 57 % más pobre de la población del mundo. Y en muchas zonas del África subsahariana el nivel de vida de la población más pobre está empeorando. A pesar del crecimiento económico y del desarrollo del estado del Bienestar sigue habiendo pobres y, es más, no sólo sigue aumentando su número sino que surgen nuevos fenómenos de pobreza. En la actualidad se considera que la pobreza tiene un claro componente estructural que acarrea la exclusión social.

4.- Entre los grupos más vulnerables a diferentes formas de exclusión se encuentran las minorías étnicas, culturales o religiosas; los minusválidos; los grupos afectados por discriminaciones en materia de sexo o edad; los analfabetos o quienes carecen de suficientes calificaciones laborales;

Los desempleados, la falta de vivienda o de tierras…. Se suele representar la justicia con una balanza. A la vista está que en el mundo actual está un tanto desequilibrada. La globalización está agrandando las diferencias entre ricos y pobres, en el Norte y en el Sur. Es evidente que el crecimiento no va unido a un reparto justo de bienes.

5.- El adviento no es un tiempo triste, pero tampoco debe servir para justificar unas condiciones inhumanas de vida en las que es imposible cualquier esperanza. Sólo si soy justo y lucho por la justicia dejaré de excluir. ¿Cuáles serán los frutos de la justicia de los que habla el Apóstol san Pablo? Es la hora de la conversión, del cambio de actitudes y de acciones para crear un mundo en el que el perdón y la justicia conduzcan a la creación de la Nueva Jerusalén de Baruc, «la casa del Padre» de Jesús de Nazaret.

José María Martín OSA

Oración familiar ante la Corona de Adviento

SEGUNDO DOMINGO

 

Se reúnen todos en familia, se coloca la corona al centro hace la señal de la cruz.

JEFE DE FAMILIA: Señor Dios en este segundo domingo de adviento nos ponemos como familia frente a esta corona para preparar nuestro corazón para el nacimiento de tu hijo.

NIÑO O NIÑA MÁS PEQUEÑO: Enciendo la Vela de la FE

JEFE DE FAMILIA: Cerremos los ojos. Pensemos qué ha hecho Dios en nuestras vidas, qué necesitamos para tener más fe.

TODOS: amén

Invocación al Espíritu Santo Espíritu santo Fuente de Luz Ilumíname (3 veces) …
Con la vela encendida, se ponen de pie y alguien lee el Evangelio, y en familia hacen brevemente la Lectio Divina, si es posible cada uno lee un número de la reflexión.

EVANGELIO Lucas 3, 1-6

1En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene;2en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.3Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados,4como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas;5todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos.6Y todos verán la salvación de Dios.

MEDITACIÓN: Jesús vino al mundo en un momento concreto de la historia. La religión judía entiende a Dios como un Dios en la historia que los acompaña, Podríamos decir siendo el año 2021 en medio de una pandemia, siendo Francisco el papa de la Iglesia, en medio de una pandemia fue dirigida la palabra de Dios a …. Pon tu nombre aquí Dios te llama a ser esa voz que clama en el desierto, un mundo donde parece que Dios ya no es importante, pero que con miles de profetas como tu gritando su amor renace la esperanza, renace la fe, ¿Qué podemos hacer como familia para tener más fe? ¿qué podemos hacer como familia para proclamar el amor de Dios?

ORACIÓN: Señor ayúdanos en familia a tener fe y proclamar tu palabra. Amén.

CONTEMPLACIÓN: Cierra los ojos y contempla lo que Dios ha hecho en tu vida a pesar de los momentos difíciles Dios no nos deja solos.

https://www.youtube.com/watch?v=-1lEvbddHD8 (Dios está aquí).

Padre nuestro.

Dios te salve.

APAGAR LA VELITA

Ha comenzado la liberación

¡Qué hermosos son los pasos
de quien trae buenas noticias!
Sobre los montes los pies de tu Mensajero.
Anuncia la paz.

Trae una Buena Noticia.
¡Qué hermosos sus pasos!
Ahí viene, gritando: «Ha llegado la hora.
Comienza la libertad.

Despunta una nueva aurora.
Ya no habrá noche.
Nadie hablará más de opresión.
La muerte está enterrada para siempre.
Verdad, justicia y amor

se dan la mano y avanzan.
Pronto será de ellos el mundo entero.
La mentira se habrá ido

de las radios, de los anuncios, de la prensa.
La injusticia perderá el juicio

en todos los tribunales.
Habrá libertad. Será todo nuevo».

Es una voz recia.
La han oído tus profetas.
Y la repiten a gritos como en un eco.
Tu Mensajero sigue gritando.

La liberación está en marcha.

Ya nadie podrá detenerla.

Las fuerzas de libertad
llegan desde el reverso de la historia.

¡Hay que gritar!
Gritar de alegría por las tierras abatidas.
Gritar sobre la miseria y la opresión.
Gritar con fuerza en plazas y mercados,
para que todos lo oigan.

Has abierto a pico entre roca viva
una calzada ancha hacia tierras de libertad.
Ya nadie podrá destruirla ni cobrar peaje.
El pueblo va por ella.

El pueblo avanza, sin cesar.
Hay piedras, clavos, sangre,
conflictos, sudor y vida.

Y un horizonte en el que surge
la palabra «libertad».
¡Qué hermosos son los pasos
de quien trae buenas noticias!

Florentino Ulibarri

Notas para fijarnos en el evangelio

• Si nos paramos a mirar el marco geográfico (no hace falta coger el mapa, pero si tenemos uno a mano, siempre va bien de conocer el país), nos daremos cuenta que hay dos lugares dónde se desarrolla la acción: 1) el lugar dónde Juan recibela llamada el “desierto” (2) y el lugar dónde Juan lleva a término la misión: “toda la región del Jordán” (3). Un matiz interesante: Juan no espera que la gente vaya al desierto buscando a Dios. Dicho de otra manera, Dios vive dónde viven las personas. Esto anticipa lo que más adelante Lucas nos presentará de Jesús: recibe la misión en el Jordán y hace el discernimiento en el “desierto” (Lc 3,21- 4,13) y empieza y desarrolla su ministerio en Galilea (Lc 4,14ss), donde vive la gente, en medio de la vida de las personas, en una geografía concreta.

• En los capítulos iniciales de la obra de Lucas (Evangelio+Hechos) contrapone, en las personas de Juan y Jesús, dos épocas y dos maneras de hacer misión: Juan será precursor y testigo, Jesús será Mesías enviado por el Padre. En ambos la misión se hace en el marco de la Historia.

• Podríamos pensar que este texto no habla de Jesús. Pero sí. Juan, su precursor, anuncia su venida (4-6) con palabras del profeta (Is 40,3-5). Si nos fijamos, podremos ver qué dice del “Señor” (4), qué hará este que debe venir (5-6), como somos invitados a preparar su venida (3-4).

• De los versículos 5-6 podemos deducir qué consecuencias tendrá la venida del Mesías sobre las víctimas de la injusticia (“terrenos tortuosos y caminos escabrosos” que hace falta transformar). Estaremos haciendo lo que hace Lucas: ubicar la acción liberadora de Jesucristo en un marco geográfico y histórico concreto. Es cierto que haciendo este ejercicio podemos ser simplistas (cómo hacen los políticos populistas por ganar los votos de los pobres). Pero es igualmente cierto que el Evangelio sólo se verifica cuando los pobres son liberados (no cuando les damos algo de “limosna” a través de un maratón televisivo o de una recogida navideña de alimentos).

• El encabezamiento reproduce el modelo de comienzo de la mayor parte de los libros proféticos del A.T., situando al profeta en espacio y tiempo; es una fórmula que expresa la inspiración divina (vino la palabra de Dios a X).

• No es tanto una palabra que interviene en la Historia para modificarla sino una palabra que utiliza la mediación histórica como necesaria. La Historia será lenguaje de Dios para hacer ver cómo es el designio de amor del Padre sobre nosotros.

• Lucas presenta a Juan como profeta: el que dice a los oyentes lo que Dios quiere decirles. Pero con ciertos matices muy significativos: 1) Es presentado como el último profeta del AT. Los nuevos tiempos, el Reino de Dios, irrumpen con Jesús, no con él. 2) Era muy austero, mientras que Jesús es descrito como amigo de comidas y fiestas (cf. Lc 7,33-34). 3) Su mensaje es de penitencia y de conversión, y anuncia el «castigo de Dios», mientras que Jesús habla de Buena Noticia, del amor de Dios, el perdón, la rehabilitación, «el año de gracia» y la liberación. Juan predicaba, entendido en el sentido de proclamaba la conversión etimológicamente significa cambio de mentalidad.

• Juan proclama un “bautismo de conversión” (v.3) que es la espiritualidad tradicional de Israel. Juan llama a sus oyentes a reformar las vidas, para así tomar cuerpo el perdón de los pecados. Jesús la supera por el bautismo de “agua y de espíritu” (Jn2,33), bautismo de entrega y de donación total.

• La misión de Juan es “preparar el camino” (v.4). La tarea de anunciar a Jesús es, en sí misma, una obra de testimonio. Mostrar el camino, señalar el horizonte, ensanchar esperanzas, ofrecer un nuevo amanecer es tarea de quien trabaja la profecía nueva.

• Hace falta que leamos al profeta Isaías en el fragmento citado aquí: Is 40,3-5. descubriremos el sentido del camino que se ha de abrir al Señor en el desierto (Is 40,3): un nuevo éxodo, una nueva liberación que Dios llevará a término. ¿Es este el “camino” del que tanto hablamos en el Adviento?

• Pero el evangelista Lucas esta cita de Isaías la prolonga hasta dar cabida a la afirmación: “Y todos verán la salvación de Dios”; es la universalización. Dios envía su salvación a todos y todas sin excepción. Nadie queda excluido del perdón de Dios. Es decir, toda criatura está llamada a la plenitud. El acceso a ésta, don de Dios, es tarea y responsabilidad del creyente (Lc 19,11-28): “Negociad mientras vuelvo”.

Comentario al evangelio – Jueves I de Adviento

La decisión de colocar bases sólidas en la construcción de un edificio no está siempre garantizada; en muchas oportunidades nos vence la tentación del menor esfuerzo posible, de reducir gastos o de invertir en cosas más vistosas. A la hora de los fuertes temporales y de las inundaciones, muchos edificios que parecían tan cautivadores por fuera terminaron derrumbados en el suelo y aplastando la vida humana que cobijaban. Lo mismo puede pasar en la vida cristiana: no basta decir: “Señor, Señor” para poner las bases sólidas que el seguimiento de Jesús necesita. Muchos creen que sólo cumpliendo con algunas oraciones (ya sea de catecismo, de devoción o de breviario) ya está asegurada una suficiente relación con Dios que sustente el edificio de una existencia cristiana sometida a los vendavales seductores de una cultura que muchas veces vive al margen del Evangelio. Hay estilos de oración que en lugar de acercarnos a Dios para vivir en Él nos encierran en palabrerías y formalismos sin posibilidad de escuchar al que trae la Vida y acoger la fuerza de su Espíritu. Construir el edificio de nuestra existencia cristiana requiere escuchar y cumplir la Palabra del Señor.

Es necesario escuchar la Palabra de Dios; para ello hay que acallar nuestra palabrería vacía y abrirnos a la sorpresa de un Dios que se comunica. Esto muchas veces parece inútil y poco a poco en nombre de la eficacia perdemos la sintonía contemplativa del enamorado que anhela escuchar al que es la razón de su vida. Dejamos de escuchar al que tiene palabras de vida eterna para escuchar propuestas que despistan y esclavizan.

Pero esto no basta, es necesario, también, cumplir la Palabra de Dios, es decir, ponernos manos a la obra para que nuestra espiritualidad no quede en buenas intenciones. No dejemos que el miedo y las instalaciones nos sumerjan en una existencia que es conducida por el piloto automático de la rutina o por los vaivenes de llamadas diferentes a las del Señor; se trata de cumplir lo que hemos escuchado del Maestro, lo que hemos creído y celebrado como alianza de vida. Escuchar y cumplir son las claves de una vida cristiana, como la de María, que por escuchar y cumplir la Palabra del Señor fue dichosa y nos trajo al Salvador.

Ciudad Redonda

Meditación – Jueves I de Adviento

Hoy es jueves I de Adviento.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 7, 21.24-27):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».

Hoy, la palabra evangélica nos invita a meditar con seriedad sobre la infinita distancia que hay entre el mero “escuchar-invocar” y el “hacer” cuando se trata del mensaje y de la persona de Jesús. Y decimos “mero” porque no podemos olvidar que hay modos de escuchar y de invocar que no comportan el hacer. En efecto, todos los que —habiendo escuchado el anuncio evangélico— creen, no quedarán confundidos; y todos los que, habiendo creído, invocan el nombre del Señor, se salvarán: lo enseña san Pablo en la carta a los Romanos (cf. Ro 10,9-13). Se trata, en este caso, de los que creen con auténtica fe, aquella que «obra mediante la caridad», como escribe también el Apóstol.

Pero es un hecho que muchos creen y no hacen. La carta de Santiago Apóstol lo denuncia de una manera impresionante: «Sed, pues, ejecutores de la palabra y no os conforméis con oírla solamente, engañándoos a vosotros mismos» (Stg 1,22); «la fe, si no tiene obras, está verdaderamente muerta» (Stg 2,17); «como el cuerpo sin alma está muerto, así también la fe sin obras está muerte» (Stg 2,26). Es lo que rechaza, también inolvidablemente, san Mateo cuando afirma: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial» (Mt 7,21).

Es necesario, por tanto, escuchar y cumplir; es así como construimos sobre roca y no encima de la arena. ¿Cómo cumplir? Preguntémonos: ¿Dios y el prójimo me llegan a la cabeza —soy creyente por convicción?; en cuanto al bolsillo, ¿comparto mis bienes con criterio de solidaridad?; en lo que se refiere a la cultura, ¿contribuyo a consolidar los valores humanos en mi país?; en el aumento del bien, ¿huyo del pecado de omisión?; en la conducta apostólica, ¿busco la salvación eterna de los que me rodean? En una palabra: ¿soy una persona sensata que, con hechos, edifico la casa de mi vida sobre la roca de Cristo?

+ Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret

Liturgia – Jueves I de Adviento

JUEVES DE LA I SEMANA DE ADVIENTO, feria

Misa de feria (morado)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Prefacio I o III de Adviento.

Leccionario: Vol. II

  • Is 26, 1-6. Que entre un pueblo justo, que observa la lealtad.
  • Sal 117.Bendito el que viene en nombre del Señor.
  • Mt 7, 21. 24-27.El que hace la voluntad del Padre entrará en el reino de los cielos.

Antífona de entrada Cf. Sal 118, 151-152
Tú, Señor, estás cerca y todos tus caminos son verdaderos; hace tiempo comprendí tus preceptos, porque tú eres eterno.

Monición de entrada y acto penitencial
Un día más, en este tiempo de adviento, nos hemos reunido para celebrar la Eucaristía, recordando que el Señor está cerca y que todos sus caminos son verdaderos. Sin embargo, es necesario que reconozcamos nuestra pobreza para que el Señor pueda saciarnos con sus bienes. Por eso, al comenzar la Eucaristía, le pedimos perdón.

• Tú que vienes con gran poder. Señor, ten piedad.
• Tú que purificas el mundo con el fuego de tu Espíritu. Cristo, ten piedad.
• Tú que vienes para crear un cielo nuevo y una tierra nueva. Señor, ten piedad.

Oración colecta
DESPIERTA tu poder, Señor,
y ven a socorrernos con tu fuerza,
para que la gracia de tu bondad
apresure la salvación que retrasan nuestros pecados.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Confiando plenamente en el Señor, la Roca perpetua que nos salva y da la profundidad, pidámosle ahora confiadamente que nos conceda la salvación que nos trae Jesucristo.

1.- Para que la Iglesia, edificada sobre la roca, que es Cristo, reciba de Él firmeza y cohesión. Roguemos al Señor.

2.- Para que el Señor suscite en nuestra diócesis vocaciones sacerdotales y religiosas. Roguemos al Señor.

3.- Para que todos los pueblos descubran en quien merece la pena confiar absolutamente. Roguemos al Señor.

4.- Para que los pobres y los humildes reciban la ayuda de todos los cristianos. Roguemos al Señor.

5.- Para que todos nosotros cumplamos la voluntad del Padre no sólo con palabras, sino también con obras. Roguemos al Señor.

Señor Dios, que eres una roca sólida, segura y fiable, atiende nuestras súplicas, y concédenos que nuestra fe no se tambalee en medio de las tormentas y tensiones de nuestro tiempo, sino que, ardiendo en deseo por cumplir tu voluntad, permanezcamos fieles al mandamiento del amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
ACEPTA, Señor,
los dones que te ofrecemos,
escogidos de los bienes que hemos recibido de ti,
y lo que nos concedes celebrar con devoción
durante nuestra vida mortal,
sea para nosotros premio de tu redención eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I o III de Adviento

Antífona de comunión Tit 2, 12-13
Llevemos ya desde ahora una vida sobria, justa y piadosa, aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios.

Oración después de la comunión
FRUCTIFIQUE en nosotros, Señor,
la celebración de estos sacramentos,
con los que tú nos enseñas, ya en este mundo que pasa,
a descubrir el valor de los bienes del cielo
y a poner en ellos nuestro corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor.