Lectio Divina – Miércoles III de Adviento

Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído”

1.- Oración introductoria.

Señor, yo sé que te caía muy bien tu primo Juan. Era sincero, auténtico, austero, comprometido. Tú le regalaste el mejor de los piropos: “Nadie de los nacidos de mujer es mayor que Juan”. Pero Juan pertenecía al Antiguo Testamento que era sólo preparación para el Nuevo. Por eso dijiste: “El último en el Reino es mayor que Juan”. (Mt. 11,11). Tú traías la novedad, la sorpresa, el regalo, la caricia de tu Padre Dios. Por eso iniciaste un camino nuevo. Y en este camino lo decisivo no es la soledad, la austeridad, el rigor, sino el amor. Gracias, Señor, por vivir en esta etapa final.

2.- Lectura reposada del evangelio. Lucas 7, 19-23

Juan envió a sus discípulos a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» Llegando donde él aquellos hombres, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?» En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos. Y les respondió: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no se halle defraudado en mí!»

3.-Qué dice la palabra de Dios.

Meditación-reflexión

Juan el Bautista está a caballo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. En él todavía se albergan ideas del Mesías que no corresponden con la manera de obrar de Jesús. Según la mentalidad del A.T. el Mesías sería gracia y bondad para los buenos, pero venganza y desquite para los que no cumplen la ley. Las  palabras de Juan, encaminadas a la conversión son duras: “Raza de víboras…ya toca el hacha la raíz de los árboles y todo árbol que no dé fruto será talado” (Mt. 3, 7-10). El Bautista está en la cárcel. Desde su calabozo ha oído de Jesús  que habla de gracia, de perdón, de amor…y sufre una crisis de fe. Por eso Juan envía a sus discípulos a preguntarle a Jesús: «¿Eres tú el que ha de venir?» Jesús se limita a contestar: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no se sienta  defraudado por mí!» Jesús dice que los pobres reciben Buenas Noticias. ¿Y hay alguien más pobre que él, que está en la cárcel? Es una invitación a la esperanza tan necesaria para él en esas circunstancias. Y Jesús invita a Juan a que no se sienta defraudado por un Mesías que es todo amor, ternura y misericordia.

Palabra autorizada del Papa

“Su vida [la de Juan el Bautista] comenzó a abajarse, a disminuir para que creciera el Señor, hasta anularse a sí mismo. Esta ha sido la etapa difícil de Juan, porque el Señor tenía un estilo que él no había imaginado, hasta tal punto que en el cárcel -porque estaba en la cárcel en este momento- sufrió no solo la oscuridad de la celda, sino la oscuridad del corazón: ‘Pero, ¿será Éste? ¿No me habré equivocado? Porque el Mesías tiene un estilo tan a mano… No se entiende…’ Y como era hombre de Dios, pide a sus discípulos ir donde Él a preguntar: ‘Pero, ¿eres Tú realmente o debemos esperar a otro?’»La humillación de Juan es doble: la humillación de su muerte como precio de un capricho pero también la humillación de la oscuridad del alma. Juan ha sabido esperar a Jesús, que ha sabido discernir, ahora ve a Jesús lejos. Esa promesa se ha alejado. Y termina solo. En la oscuridad, en la humillación. Se queda solo porque se ha destruido mucho para que el Señor creciera. Juan ve que el Señor está lejos y él humillado, pero con el corazón en paz. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 24 de junio de 2014, en Santa Marta).

4.- Qué me dice ahora a mí este texto que acabo de meditar. Guardo silencio.

5.- Propósito:  No decepcionarme nunca de Jesús, aunque, como Juan, a veces no lo entienda.

6.- Dios me ha hablado hoy a m í a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, hoy quiero darte gracias porque, a pesar de los lazos familiares, no te dejaste guiar por la doctrina de Juan: dura, ascética, condenatoria. Tú tuviste como Maestro al Padre celestial. Tu doctrina la aprendiste cerca de su corazón de Padre cariñoso. Todo lo que decían tus labios era expresión de las vivencias íntimas que tenías con Él. Tú eres su mejor “icono”, su “parábola viviente”. ¡Gracias, Señor!

Comentario – Miércoles III de Adviento

Lucas 7, 18-23

Juan Bautista, llamando a dos de sus discípulos, los envió a Jesús para que le hiciesen esta pregunta: «¿Eres tú aquel que ha de venir, o debemos esperar a otro?»

Es necesario captar primero el drama profundo que encierra esta pregunta. Juan Bautista es un hombre que, como todos sus contemporáneos, esperaba con ardiente intensidad un Mesías triunfador y purificador por el fuego. Decía: «El os bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego; tomará en su mano el bieldo, y limpiará su era, guardará después el trigo en su granero, y quemará la paja con fuego que no se apaga”. (Luc 3, 16.7). Estas eran las palabras llenas de ardor con las que Juan Bautista había anunciado anteriormente al Mesías. Ahora bien, Señor, ¿qué esperas? ¿Eres Tú éste?

A menudo, ¿no es ésta también nuestra pregunta y nuestra extrañeza? ¿Por qué Dios no se manifiesta mejor? ¿Por qué no nos da signos más claros de su poder?

La respuesta de Jesús, para ser mejor recibida, requiere haber pasado un tiempo de prueba y de experiencia de esta especie ele escándalo.

En la misma hora curó Jesús a muchos de sus enfermedades y llagas, y de espíritus malignos, y dio vista a muchos ciegos.

¡Tales son los signos!

Ante todo son signos de amor para la humanidad pobre y aplastada, signos de liberación de la desgracia. Tal es Dios. No es ante todo, aquel que hace gala de su poder, sino «aquel que ha venido para servir», es el que salva… porque ama.

¿De qué modo colaboro en el trabajo de Dios?

Respondióles pues diciendo: «Id y contad a Juan las cosas que habéis visto y oído…»

Jesús, no ha comenzado por contestar; ha comenzado por actuar.

Me paro a contemplar esta actitud.

Jesús no tiene prisa en aportar argumentos, en discutir, en demostrar intelectualmente.
Silenciosamente, «pasa haciendo el bien», «potente en la acción… en la palabra» (Hechos 10-3S). Procuro imaginar a Jesús en medio de estos enfermos, tratando de hacerles bien… sus gestos, las breves palabras que les dirige.

Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan…»
Jesús cita al profeta Isaías (29, 18. 19 – 35, 5-6)

Así se inserta en la gran tradición de Israel, en la espera que. le ha precedido.

Adviento nos hace revivir este tiempo de espera. Son tantos los hombres que hoy también esperan la liberación de todo lo que pesa sobre sus vidas.

En mi plegaria, expreso a Dios lo que percibo concretamente a mi alrededor de esta inmensa aspiración de la humanidad.

A los pobres… se les anuncia la Buena Nueva.

Es el resumen de todos los otros beneficios.

Hablar a los pobres, decirles alguna cosa «buena» para ellos. Hablar al corazón de los pobres para darles una noticia, la buena nueva de su liberación.

Está claro el por qué; en un tal asunto, hay que actuar primero antes que hablar.

Y yo, ¿soy quizá de los que a menudo me contento con sólo mis buenas intenciones?

Y bienaventurado aquel que no se escandalizare por causa mía.

Una bienaventuranza nueva: No escandalizarse por las preferencias divinas.

Noel Quesson
Evangelios 1

Oración familiar ante la Corona de Adviento

CUARTO DOMINGO

 

Se reúnen todos en familia, se coloca la corona al centro hace la señal de la cruz.

JEFE DE FAMILIA: Señor en este cuarto domingo encendemos la última vela, la vela del amor, que nunca se apague el amor en nuestra familia y el mundo.

NIÑO O NIÑA MÁS PEQUEÑO: Enciendo la Vela del AMOR.

JEFE DE FAMILIA: Cerremos los ojos. Pensemos qué tenemos que hacer para mantener viva la llama del AMOR en nuestra familia.

TODOS: amén

Invocación al Espíritu Santo Espíritu santo Fuente de Luz Ilumíname (3 veces) …
Con la vela encendida, se ponen de pie y alguien lee el Evangelio, y en familia hacen brevemente la Lectio Divina, si es posible cada uno lee un número de la reflexión.

EVANGELIO Lucas 1, 39-45

39En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá;40entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.41Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo;42y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno;43y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?44Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.45¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»

MEDITACIÓN: Sigamos meditando con María como figura del aviento, María dices si, y se apresura a ir a visitar a Isabel para confirmar lo que lo que le digo el ángel, también para estar al servicio, estar disponible, Las palabras de Isabel son palabras de AMOR de confianza en Dios, de sentir la presencia del niño Jesús en el vientre de María. Dios nos dios su amor en un pesebre, son tiempos difíciles, pero si permanecemos como familia unidos por el AMOR, con fe, paz y esperanza saldremos adelante, en esta navidad sigamos pidiendo a Dios que nos proteja y vamos a cuidarnos todos es tiempo de estar alertas no bajemos la guardia.

ORACIÓN: Señor ayúdanos en familia a tener AMOR y descubrir tu AMOR. ayúdanos a preparar un pesebre en nuestro corazón lleno de AMOR. Amén.

CONTEMPLACIÓN: Cierra los ojos y piensa en todos los que amas, y todos los que te aman, y ver en ellos tu amor, Señor.

https://www.youtube.com/watch?v=UV4ZWQN9uiU (Si yo no tengo amor)

Padre nuestro.

Dios te salve.

APAGAR LA VELITA

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Visitación de la Virgen a Sta. Isabel – Lucas 1, 39-45

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña. A un pueblo de Judá; entró en Casa de Zacarías, y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo, y dijo a voz en grito: -¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplira

Explicación

¡Qué maja, María ! ¡Qué estupenda ! Tres meses antes de que su prima Isabel diera a luz, se fue con ella para ayudarla y acompañarla, porque era mayor y vivía sola. Dejó su casa y se dedicó a quien la necesitaba tanto en esos momentos. Por eso Isabel, agradecida, dijo a María algo tan bonito y agradable como esto: ¡Bendita tu entre todas las mujeres, María, y felicidades porque has creído cuanto Dios te ha dicho y, por eso, estás llena de Vida! María acompañó a Isabel hasta que dio a luz a su hijo. Y luego regresó a su casa.

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO –C (Lc 1,39-45)

Lucas: ¡Hola, amigos y amigas!

Niño 1: ¡Hola, Lucas! ¿Hoy nos contarás cosas del Adviento?

Lucas: Pues sí, hoy os contaré que… ¡Ya termina el Adviento!

Niño 2: Pues qué pena, ¿no? ¿Y por qué termina hoy?

Lucas: Porque dentro de pocos días nacerá Jesús. ¿Le habéis preparado bien el camino?

Niños: Sí, sí que lo hemos preparado.

Lucas: ¡Estupendo! Entonces ya puedo hablaros de María.

Niño 1: ¿De María, la mamá de Jesús?

Niño 2: ¡Claro! Ella sí que preparó bien el camino, ¿verdad, Lucas?

Lucas: Sí, y fue la primera que llevó la Buena Noticia de Jesús a otra persona, a su prima Isabel. Escuchad:

María: Por favor, vosotros, ¿me podéis decir dónde vive Isabel, la mujer de Zacarías?

Niño 1: Desde luego, mujer. ¿De dónde vienes? ¿Vienes de muy lejos?

María: Vengo de Nazaret.

Niño 2: ¿Y cuál es el motivo para hacer ese viaje tan largo?

María: Visitar a mi prima Isabel, la mujer de Zacarías. ¿La conoces?

Niño 1: Sí, claro. Está esperando un hijo. Voy a llamarla, se alegrará mucho de verte. Mira, por allí viene…

Isabel: ¡María!, ¡Qué alegría verte por aquí! ¿Quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor?

María: ¡Qué dices! Sólo soy tu prima María…

Isabel: Sí ¡bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!

María: ¿Cómo te has enterado? ¿Quién te lo ha dicho?

Isabel: Desde que llegaste, cuando te vi, la criatura saltó de alegría en mi vientre.

María: ¿De verdad?

Isabel: Sí, y ¡dichosa tú, María, porque has creído!

María: ¿Por qué?

Isabel: Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

Lucas: Y María se quedó con su prima Isabel unos tres meses.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Han llegado los tiempos mesiánicos (Oración ante la Corona de Adviento)

HAN LLEGADO LOS TIEMPOS MESIÁNICOS

 

«Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito: estad alegres. El Señor está cerca».

«Estás viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo; concédenos llegar a la Navidad -fiesta de gozo y salvación- y poder celebrarla con alegría desbordante. Por nuestro Señor.»

COMIENZO DE LA CELEBRACIÓN EN TORNO A LA CORONA DE ADVIENTO

Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Todos: Amén

Guía: Ven Espíritu Santo,

Todos: Llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Guía: Envía tu Espíritu creador.

Todos: Y renovarás la faz de la tierra.

Guía: ¡Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre del bien y gozar de sus consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

 

Bienvenida

Guía: Una vez más nos reunimos, atendiendo al anuncio de la llegada de Dios nuestro Señor. Se acerca la gran fiesta de Navidad, la fiesta del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo en Belén y en cada uno de nuestros corazones. Preparémonos a recibir a nuestro Salvador reuniéndonos en torno a esta corona.

Se enciende la cuarta vela

Guía: Escuchemos la palabra de Dios.

Lector: Lectura del santo evangelio según Lucas 1, 39-45

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

Lector: Palabra de Dios.

Todos: «Credo».

Reflexión

Guía: Hoy en la víspera de Navidad, una persona especial ocupa nuestra atención, una mujer joven y hermosa llamada María, casi desconocida para la mayoría de los judíos. Dios, sin embargo, la eligió para ser la madre de su Hijo, Jesucristo.

 

Diálogo

Después de unos momentos de silencio el guía debe motivar que los participantes hagan comentarios sobre el texto bíblico. Para terminar este diálogo se invita a los presentes a hacer un compromiso.

 

Compromiso

Guía: Pongámonos en presencia de Dios y meditemos:

  • Virgen María, estamos dispuestos a tener como único propósito en la vida hacer la voluntad del Señor, y meditar en nuestro corazón el misterio del nacimiento de Cristo. ¿He cumplido los compromisos que me propuse? ¿Cómo hemos cumplido esos compromisos que nos hemos propuesto anteriormente? ¿En qué he tenido éxito, en qué he fallado? ¿Estoy dispuesto a cumplir y ser fiel al igual que María lo fue en su vida?

Reflexión en silencio

Despedida

Guía: Señor, gracias por reunirnos una vez más en torno a esta corona. Haz que la presencia de la Santísima Virgen María nos ayude a dar ese último esfuerzo para estar listos y recibirte. Permítenos acompañarla durante estos últimos días en su camino a Belén para recibirte. Por Cristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Todos: Amén.

Comentario al evangelio – Miércoles III de Adviento

¿Qué os parece?

En este relato es Jesús quien inicia el diálogo con los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo con una pregunta, breve y elemental: “¿Qué os parece?”. Después narra un breve cuento.

En diversas ocasiones utiliza Jesús esa expresión: ¿Qué os parece? Es una pregunta que introduce en el diálogo la clave de discernimiento. Jesús es maestro consumado en el arte de profundizar. Pregunta, hace pensar y, luego, invita a expresarse. De esa manera muestra que la verdad está al alcance de todos, incluidos aquellos que de entrada se protegen de su mensaje. La verdad no es patrimonio exclusivo de nadie, sino lugar de coincidencias y de encuentros.

Por eso, la moraleja la deducen inmediatamente sus adversarios, casi sin pensárselo por lo evidente que resulta: Es justo quien hace lo que el Padre quería. Lo correcto se verifica en la ejecución del deseo del padre. No basta el asentimiento inútil sin realización práctica y concreta. Nos lo decimos muchas veces: “Obras son amores y no buenas razones…”, “el amor está en las obras más que en las palabras”, “no el que dice Señor, Señor, sino el que cumple la voluntad de mi Padre…”.

Estos dos tipos de hijos que presenta Jesús nos sitúan en la perspectiva del adviento. El Reino puede ser preparado desde dos actitudes ante el futuro: desde una vida de deseos, apariencias y sublimes palabras que no termina por cumplir el querer del Padre o desde la contundencia insobornable de los hechos, que no necesita de la coherencia verbal para validarse.

¡Qué importancia tan decisiva da Jesús a cumplir la voluntad del Padre! La delantera en el Reino la llevarán siempre los que realicen con docilidad la voluntad de Dios, aunque sus palabras, reacciones inmediatas y apariencias sean tan escandalosas como la de las prostitutas y los publicanos. El verdadero creyente no es el petulante que se cree superior a los demás por sus altísimos deseos, sino que el que se pone manos a la obra. Solo cree en verdad el que obedece. Serán las obras, y ninguna otra cosa, las que liberen nuestra vida cristiana de la tiranía de las apariencias.

Ciudad Redonda

Meditación – Miércoles III de Adviento

Hoy es miércoles III de Adviento.

La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 7, 19-23):

En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?». Llegando donde Él aquellos hombres, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ‘¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?’».

En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos. Y les respondió: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!».

Hoy damos respuesta a los discípulos del Bautista. Con sentido común entendemos que el Jesús de los Evangelios no es un «invento», sino el Jesucristo real, estrictamente «histórico». Esta figura resulta más lógica y, desde el punto de vista histórico, también más comprensible que las reconstrucciones teóricas que de Él se han intentado marginando la fe en su divinidad.

Sólo si ocurrió algo realmente extraordinario (Jesucristo se remite a los hechos), se explica su crucifixión y su eficacia. Apenas veinte años después de su muerte encontramos en el gran himno a Cristo de la «Carta a los Filipenses» (cf. 2,6-11) una cristología de Jesús totalmente desarrollada: afirma que Jesús era igual a Dios, pero que se despojó de su rango, se hizo hombre, se humilló hasta la muerte de cruz, y que a Él corresponde ser honrado por el cosmos, la adoración que Dios había anunciado en el profeta Isaías.

—Jesús, tu grandeza reside en tu origen divino, que captamos por los hechos y confesamos con la fe.

REDACCIÓN evangeli.net

Liturgia – Miércoles III de Adviento

MIÉRCOLES DE LA III SEMANA DE ADVIENTO, feria

Misal: Antífonas y oraciones propias, Prefacio I o III de Adviento.

Leccionario: Vol. II

  • Is 45, 6c-8. 18.21b-25. Cielos, destilad desde lo alto.
  • Sal 84.Cielos, destilad desde lo alto al Justo, las nubes lo derramen.
  • Lc 7, 19-23.Anunciad a Juan lo que habéis visto y oído.

Antífona de entrada          Cf. Hab 2, 3; 1 Cor 4, 5
El Señor llegará y no tardará, él iluminará lo que esconden las tinieblas y se manifestará a todos los pueblos.

Monición de entrada y acto penitencial
Las personas y los acontecimientos son agentes de salvación: Los cielos y la tierra colaboran, pero, en definitiva, Dios es quien salva por medio de las personas. Por medio del profeta Isaías, Dios se dirige a Ciro el Grande, que permitió a los judíos volver del exilio. Él fue un instrumento de Dios para liberar a los judíos. También a los paganos se les llama a la salvación.

Cuando los discípulos de Juan preguntan a Jesús si es el Mesías esperado o si tienen que esperar a algún otro, el mismo Jesús les recuerda lo que los profetas habían anunciado sobre el Mesías, y les insta a ver lo que él mismo está haciendo. Restaura la vista de los ciegos, hace oír a los sordos, cura  a los leprosos y proclama la Buena Noticia del Reino a los pobres de cualquier clase que sean.

• Tú, el deseado de las naciones. Señor, ten piedad.
• Tú, el anunciado por los profetas. Cristo, ten piedad.
• Tú, el fruto bendito del vientre de María. Señor, ten piedad.

Oración colecta
CONCÉDENOS, Dios todopoderoso,
que la fiesta, ya cercana, de la venida de tu Hijo,
nos reconforte en esta vida
y nos conceda los premios eternos.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Jesucristo es el Sacerdote nuevo y eterno, que intercede por nosotros ante el Padre. Oremos, pues, confiadamente a Dios, Padre misericordioso.

1.- Por la Iglesia, para que pueda anunciar a Cristo con las palabras y con las obras. Roguemos al Señor.

2.- Por los gobernantes, para que busquen siempre la paz, la misericordia y la justicia. Roguemos al Señor.

3.- Por los enfermos y por todos los necesitados, para que encuentren en su vida a hermanos que, a ejemplo de Cristo, les tiendan la mano y los ayuden. Roguemos al Señor.

4.- Por nosotros, para que, por la fuerza de esta eucaristía, seamos anunciadores y testigos de la Buena Noticia. Roguemos al Señor.

Padre, tu Iglesia vigilante en la espera de Cristo eleva a ti sus ruegos. Acógelos benigno. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
HAZ, Señor, que te ofrezcamos siempre este sacrificio
como expresión de nuestra propia entrega,
para que se realice el santo sacramento que tú instituiste
y se lleve a cabo en nosotros eficazmente la obra de tu salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I o III de Adviento

Antífona de comunión          Is 40, 10; 35, 5
Nuestro Señor llega con poder para iluminar los ojos de sus siervos.

Oración después de la comunión
IMPLORAMOS tu misericordia, Señor,
para que este divino alimento que hemos recibido,
nos purifique del pecado
y nos prepare a las fiestas que se acercan.
Por Jesucristo, nuestro Señor.