Meditación – Miércoles III de Adviento

Hoy es miércoles III de Adviento.

La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 7, 19-23):

En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?». Llegando donde Él aquellos hombres, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ‘¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?’».

En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos. Y les respondió: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!».

Hoy damos respuesta a los discípulos del Bautista. Con sentido común entendemos que el Jesús de los Evangelios no es un «invento», sino el Jesucristo real, estrictamente «histórico». Esta figura resulta más lógica y, desde el punto de vista histórico, también más comprensible que las reconstrucciones teóricas que de Él se han intentado marginando la fe en su divinidad.

Sólo si ocurrió algo realmente extraordinario (Jesucristo se remite a los hechos), se explica su crucifixión y su eficacia. Apenas veinte años después de su muerte encontramos en el gran himno a Cristo de la «Carta a los Filipenses» (cf. 2,6-11) una cristología de Jesús totalmente desarrollada: afirma que Jesús era igual a Dios, pero que se despojó de su rango, se hizo hombre, se humilló hasta la muerte de cruz, y que a Él corresponde ser honrado por el cosmos, la adoración que Dios había anunciado en el profeta Isaías.

—Jesús, tu grandeza reside en tu origen divino, que captamos por los hechos y confesamos con la fe.

REDACCIÓN evangeli.net

Anuncio publicitario