(Jn 20, 2-8)
En este día dedicado al evangelista San Juan, el evangelio presenta la figura de Juan, el apóstol joven que pudo hablar de Jesús con gran profundidad porque había vivido muy de cerca los momentos más importantes del Maestro. Se recostaba sobre su pecho y le preguntaba sus dudas, y estuvo al pie de la cruz cuando todos se habían ido. Por eso es el modelo del discípulo fiel hasta las últimas consecuencias, con una fidelidad que brota de un amor invencible.
Si bien algunos ponen en duda que el discípulo amado que escribió el cuarto evangelio sea el mismo apóstol Juan, la Iglesia tradicionalmente lo ha interpretado así. Y hay arios indicios que nos permiten pensar de esta manera: porque era uno de los íntimos de Jesús, que siempre lo acompañaban (Mc 5, 37; 9, 2; 14, 33; Lc 8, 51; Jn 13, 23-25; 21, 20); porque acompañaba de cerca a Pedro (Hech 3, 1. 11; 4, 13.19; 8, 14; Jn 13, 24; 20, 2; 21, 20-33); porque tenía interés por los samaritanos (Hech 8, 14; Jn 4, 1-13; 8, 48), etc.
En este texto Juan aparece como testigo privilegiado de la resurrección del Señor, porque no sólo fue el primer discípulo que vio el sepulcro vacío, sino que al verlo interpretó la Palabra de Dios (20, 9) y creyó en la resurrección de Jesús. así nos enseña cómo los acontecimientos que aparentemente no dicen nada, si son iluminados por la Palabra de Dios pueden comunicarnos los mensajes más profundos. Todo lo que nos pasa puede enseñarnos algo grande si aprendemos a iluminarlo con la Palabra del Señor que lo aclara y lo explica.
La Iglesia primitiva, sobre todo la comunidad de Juan, valoraba especialmente sus enseñanzas, porque estaban fundadas en su experiencia particular junto a Jesús, como “el discípulo al que Jesús amaba” de un modo especial, el que lo acompañó en todo momento.
Oración:
“Señor, hazme crecer en la fe, para que pueda mirar las cosas que suceden a la luz de tu Palabra y pueda encontrar el sentido profundo de las cosas. Dame un corazón dócil como el de Juan para descubrirte resucitado en mi vida”.
VÍCTOR M. FERNÁNDEZ
El Evangelio de cada día