María arquetipo de una espiritualidad para nuestro tiempo

(Definimos arquetipo como prototipo ideal que sirve como ejemplo o pauta para reproducirlo).

Hoy, primer día del año 2022. Empieza un año en nuestro calendario: para la fe, es una continuidad, para el planeta es una millonésima de segundo en el conjunto de los billones de años del Universo. Y aquí estamos, muy puestos en decidir quién es quién en el conjunto de nuestro planeta: Quién toma las decisiones de quién vive y quién se extingue… también en la comunidad cristiana, nuestras decisiones pueden decidir quién se conecta con el Dios Vivo o quién sigue apoyando una religiosidad moribunda.

Y la liturgia de hoy nos viene enmarcada en una gran Bendición o decir-bien, de todo, y ello nos recuerda el deseo y cariño de una madre, lo que necesitamos ser para gestar la nueva humanidad. Empieza así:

…El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor;
el Señor se fije en ti,
y te conceda la paz. (Números 6, 22-27)

El tiempo actual no es muy distinto del de los orígenes del Cristianismo, por su complejidad socio-política y también religiosa.

El Evangelio de Lucas nos cuenta al principio de su relato que un anuncio al sacerdote del templo, Zacarías, no acogido, le deja mudo, porque interrumpe la comunicación con Dios al no fiarse de su Palabra, él, el que rezaba en nombre de todo el pueblo.

Entiendo la mudez también como el que hablando no dice nada, homilías repetitivas… ausencia de profetismo también en los responsables del templo de hoy.

La mudez de Zacarías, contrasta con la fe de su anciana esposa, que se atreve a creer contra toda lógica, y concibe y da a luz a un profeta, el cual, aprendió de su madre a serlo, anunciando con su vida que venía otro a quien él sólo preparaba el camino.

Esta fue la experiencia de Isabel, que recibe la visita inesperada de Miriam de Nazaret que también está gestando la vida que viene del Espíritu- Ruah.

Ellas toman otra ruta, y fecundadas por el Espíritu del Dios vivo, caminan y corren y se abrazan y danzan y denuncian la injusticia, anunciando un tiempo nuevo.

Isabel acoge el anuncio, y también la joven Miriam, quién a diferencia de Zacarías –el cual pide garantías– pregunta con inteligencia y apertura, cómo será aquello, y en ese diálogo –primera escuela de oración cristiana– la mujer de tú a tú con Dios, es la que propicia la presencia humana del Abba: Jesús.

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer… como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: Abbá, Padre. Así que ya no eres siervo sino hijo, y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios (Gal 4,4-7)

Los signos son para que entendamos por dónde anda Abba. Y nos hablan de una cueva, lugar que solemos esconder, tal vez lo identificamos con nuestra sombra, sin saber que ahí está la luz. Y nos hablan de unos astrólogos que siguiendo las estrellas se encuentran con Su estrella. Y nos dicen por dónde ir para encontrarla y por donde no ir.

Está claro, el único camino es el que evitamos.

Evitamos bajar a nuestra cueva, evitamos la intemperie por donde andan los pastores, los que también se dejan acompañar por las estrellas.

¡Qué poco nos gusta la noche! y sin embargo, es en el único espacio donde se pueden contemplar y disfrutar de las estrellas. Sólo que haya una luz artificial, ya brillan menos, y como consecuencia, nos cuesta discernir por dónde seguir.

Y nos dice Lucas, que la señal es encontrar a un niño envuelto en pañales…maravillosa descripción de la humanidad de Dios. Y a una chica: María que conservaba el recuerdo de todo esto, meditándolo en su interior (Lc 2,19).

Y yo sugiero que esta es una señal para nuestro mundo vacío de espiritualidad, cansado de una religión casi muda, o a veces, preferentemente muda.

La señal es que al inicio del cristianismo, está UNA MUJER QUE MEDITA.

Ella nos lo dice todo. Este es el arquetipo que hemos obviado y que mientras no lo atendamos y cultivemos, no veremos las estrellas, ni niños en las fronteras, ni mujeres consagrando la vida. Tampoco la madre de Jesús es digna del sacerdocio, por ser mujer (???)

Ella consagra su vida a educar al que nos dará la siguiente clave, la que llena la meditación silenciosa de Vida y futuro:

Al principio ya existía la Palabra, y la palabra era Dios. Ella contenía vida y la vida era la luz para la humanidad: esa luz brilla en la tiniebla y la tiniebla no la ha apagado… a los que la aceptan los hace capaces de hacerse hijos de Dios: a esos que mantienen la adhesión a su persona… (Jn 1, 1ss)

María encuentra en el silencio reflexivo el consuelo, el camino y la fuerza para gestar la Palabra, como nosotros, cuando oramos desde el silencio, escuchando la Palabra que, como en ella, toma la forma del Cristo.

María nos abre el camino, hoy, primer día de un año, que se nos regala, y que es un gran interrogante, para que lo vivamos en plenitud, como hijas de Dios.

Que el Señor nos bendiga y proteja. Que nos ilumine y se fije en nosotrxs para que merezcamos ser llamadxs hijxs de Dios.

La meditación es la llave que abre la puerta a la cueva y que nos conduce a la Fuente. Es en ese silencio donde nos unimos con todas las personas de bien, de todas las religiones y espiritualidades, que han descubierto ahí la vida. Es la gran herramienta que puede enderezar el eje de nuestra vida y el del Planeta. Y, como siempre, todo empieza con una mujer. Feliz Año todas las mujeres, que como María de Nazaret bendecís, consagráis, predicáis, acompañáis la Vida.

¡Feliz y bien-empezado 2022!

Magda Bennásar Oliver, SFCC

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Lectio Divina – Santa María, Madre de Dios

SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

INTRODUCCIÓN

La liturgia del primer día del Año, quiere recordarnos tres temas importantes: María, Madre de Dios, la paz, y el comienzo de un Nuevo Año. El hilo invisible que hace posible unificar los tres temas en uno: el ASOMBRO.

         Es asombroso que Dios se haya encarnado en el seno de una mujer, signo de debilidad. Y no es menos asombroso que a este Niño, nacido de mujer, se le denomine príncipe de la Paz. Un Príncipe que no tiene soldados, ni espadas, ni dinero para comprar armas.

         Y no deja de ser admirable que, al hombre del siglo XXI, cansado ya de todo, se le invite el primer día del Año a no tirar la toalla, a no ser negativo, a pensar que todavía hay grandes reservas de bien y de ternura en el mundo; que todavía podemos soñar y reír y cantar.  Solamente hace falta una cosa: que, como María, sepamos fiarnos plenamente de Dios.

TEXTOS BÍBLICOS

1ª lectura: Num. 6,22-27.     2ª lectura: Gal. 4,4-7;

EVANGELIO

Lc.2,16-21

Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción. 

REFLEXIÓN

1.- ADMIRAMOS A MARÍA, MADRE DE DIOS. El Concilio de Éfeso (431), al definir a María como Madre de Dios, no quiso decir que María fuera la engendradora de Dios, de modo que, sin ella, Dios no hubiera existido. Eso sería la mayor herejía. La idea de María, Madre de Dios, caló muy fuerte en el pueblo llano y sencillo. Y este pueblo constata que, si una mujer de pueblo tiene un hijo superdotado y llega a ser presidente de la Nación, esa mujer será la madre del presidente.

Mientras Jesús estaba en este mundo quiso pasar “como uno más, como uno de tantos”. (Fil. 2,7). Los primeros cristianos, después de la Resurrección de Jesús, dieron a éste el título de KIRIOS, EL SEÑOR, título que dieron los judíos a Dios en el A.T. Y María era la madre de Jesús, el Señor.

¿Cómo recibió María este Misterio? Es una maravilla ver cómo todo el mundo habla y Ella permanece en silencio. “Los ángeles hablan con los pastores, pero Ella guarda silencio. Los reyes llegan, hablan y hacen hablar a toda la ciudad, a todo el Estado, pero María guarda silencio. Simeón y Ana hablan en el Templo, pero María ofrece y entrega a su Hijo en silencio. Tan grande es el poder y la impresión secreta que sobre el corazón de la Virgen ejerce el silencio de Jesús, que la tiene poderosamente ocupada y feliz en su silencio” ((Pedro de Bérulle). “María conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón” (Lc. 2,19). Así lo expresaba San Juan de la Cruz; “Una Palabra habló Dios al mundo y se quedó mudo…y en silencio ha de ser oída del alma”.

2.- ADMIRAMOS A JESÚS, NACIDO DE MUJER. La mujer, en aquel contexto histórico, significaba debilidad, fragilidad, inferioridad con respecto al hombre. Por eso se decía: “Cuando nace un varón todo el mundo se alegra; cuando nace una mujer todos se entristecen”.  Hay que remontarse al Génesis para saber lo que opinaba Dios de la mujer. Dios creó primero a Adán “del polvo de la tierra”. Y lo sometió a una experiencia de soledad. Estaba solo. Ninguna criatura creada por Dios le podía arrancar de su soledad existencial, hasta el punto que le dio pena a Dios y dijo: “No es bueno que le hombre esté solo. Le daré una compañera” (Gn. 2,18). Y la sacó no de la tierra, sino del corazón de Adán. Al verla quedó extasiado. Milton, en el paraíso perdido pone en boca de Adán esta bella frase: “Di un salto como si mi intención fuera llegarme hasta Él” La intención de Adán era saltar de gozo y agradecer a Dios ese maravilloso regalo.  En el plan de Dios, el feminismo es un auténtico camino para llegar hasta Dios. Y Jesús vendrá a este mundo a través de una mujer. ¿Por qué la Iglesia pone tantos reparos al mundo femenino? Sin la presencia de una mujer, no tendríamos a Jesús, el fruto vendito de su vientre.

3.- DESPUÉS DEL DOLOR Y SUFRIMIENTO QUE NOS HA DEJADO EL CORONA VIRUS, ¿PODEMOS SEGUIR ESPERANDO EN EL 2022 COMO UN AÑO DE PAZ? Notemos que la paz no es ausencia de guerra (mera tregua), ni equilibrio de fuerzas contrarias (guerra fría), ni calma impuesta (orden público). Una cosa es paz y otra tranquilidad (que viene de tranca).

La paz bíblica es “Shalom”. Alude a la paz de nuestros primeros padres en el Paraíso:  paz con Dios, paz con la creación, paz con ellos mismos y entre ellos. Es armonía con Dios y con los hermanos.

La Biblia lo simboliza con el signo maravilloso del ARCO IRIS. Todos los colores se respetan, ninguno invade al otro, y entre todos bien armonizados brilla entre el cielo y la tierra la belleza de ese Arco de colores. No es arco de guerra sino arco, puente, anillo de paz.

Es la paz de la que hablan los profetas.   “De las espadas forjarán arados, | de las lanzas, podaderas. | No alzará la espada pueblo contra pueblo, | no se adiestrarán para la guerra”. (Is 2,4). Los instrumentos de guerra se convertirán en instrumentos de paz. Y el servicio militar se convertirá en un servicio social, de ayuda a los pueblos necesitados. La paz es fruto de la justicia y la fraternidad.

Y esta paz que hoy comenzamos en el primer día del Año hay que guardarla, protegerla, conquistarla.

PREGUNTAS

1.- ¿Me lleno de gozo al pensar que la Madre de Dios es también mi madre? ¿Hago de María un camino seguro para ir a Dios?

2.- ¿Veo como positivos todos los pasos que va dando el Papa Francisco para que la mujer tenga en la Iglesia el puesto que le corresponde?

3.- La verdadera paz es “don” y “tarea”. Como don, ¿sé agradecerla a Dios? Como tarea, ¿me comprometo a trabajar eficazmente por conseguirla? 

ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASI.

Hoy, Señor, nos deseamos,
al darnos los «Buenos días»,
un «Año Nuevo Feliz»,
con paz, salud y armonía.

Queremos que Tú, Señor,
nos protejas y bendigas
y que nos tratemos todos
con cariño y simpatía.

Pero la felicidad
no es ninguna «lotería».
No se compra en los comercios
ni se vende en las esquinas.

Somos nosotros, Señor,
sembrando buenas semillas,
quienes segamos, cada año,
dorados fajos de espigas.

Hoy, Señor, te prometemos
parecernos a «MARÍA»,
tu Madre, que meditaba
tu Palabra que da vida.

Queremos ser los «pastores»
que corren con alegría,
te alaban, te dan las gracias
y te adoran de rodillas.

Señor, que, en este Año Nuevo,
cuidemos la «paz» herida
y hagamos de nuestro mundo
una fraternal «FAMILIA».

(Compuso estos versos José Javier Pérez Benedí)

Dios está más allá del concepto de Padre y de Madre

Hoy tenemos cuatro frentes abiertos: La circuncisión, la paz, María Madre y el tiempo. Empezaremos hablando de la circuncisión. Era el signo de pertenencia del pueblo judío. Para nosotros es imposible tomar conciencia de lo que la circuncisión significó y sigue significando para un judío. Es mucho más que un rito de iniciación. Significa la seña de identidad religiosa. Debemos desmontar el mito del “pueblo judío”: un examen genético ha demostrado que no hay tal raza judía. Los judíos no vinieron de ninguna parte. Surgieron en la misma Palestina y se fueron aislando del resto. No tienen por padre a Abrahám ni a David. Tampoco es realista hablar de pueblo elegido.

La paz está en boca de todos, pero a nadie le interesa afrontar los retos que plantea. Todos pedimos a Dios que nos libre de la guerra, de los conflictos, de las peleas, pero no estamos dispuestos a exigir en nuestro entorno justicia y libertad que son las condiciones de una auténtica paz. Luchar por la paz haciendo la guerra, garantiza el fracaso. El concepto de guerra preventiva es perverso. El ser humano se puede defender de toda agresión sin tener que luchar contra nada ni contra nadie.

Juan XXIII, en su encíclica “Pacis in terris”, advirtió que la paz será la consecuencia de la Verdad, la Justicia, la Libertad y el amor. Esto lleva consigo tener claro que ningún ser humano es más que otro. Mientras no nos enteremos de esto, mientras haya un solo hombre, grupo o nación que se sienta superior, no podrá haber paz. Esta utopía debía ser el fundamento de toda relación humana. Hay muchas personas que intentamos ser justos, ser amables, ser comprensivos, pero con la condición de que no se ponga en duda nuestra superioridad. Esta postura es de auténtica hipocresía.

Unos buscamos la paz de los cementerios: ¡Que nadie se mueva! ¡Ay de aquel que se atreva a vivir! Ahí están los “vivos” de siempre, impidiendo el más ligero signo de vida a los demás. Otros nos contentamos con la paz romana: todos bajo la bota del imperio. Una paz que responde a la ley del más fuerte, sostenida con las armas. Que mueren personas inocentes, “daños colaterales”. Que quedan seres humanos destrozados, da lo mismo, lo importante es cumplir el objetivo. Paz conseguida gracias a que la inmensa mayoría no tiene capacidad de reivindicar los más elementales derechos y libertades.

La que debíamos buscar todos es la paz-armonía, fruto de la Justicia. Pero el mayor enemigo de la justicia es la legalidad que unos pocos privilegiados imponemos a todos, buscando siempre nuestro provecho. ¿Qué pasaría si las leyes del comercio mundial las hicieran los países más pobres, los que pasan hambre hasta la muerte? El primer objetivo de las grandes coaliciones entre las naciones es defender sus intereses económicos. ¿Contra quién? Es demencial. Y encima tenemos que estar oyendo todos los días que somos los buenos. ¡Qué iba a ser del mundo, si no fuera por nosotros!

María Madre. Es la fiesta más antigua de María que se conoce. Pablo VI la recuperó del olvido. Es bonito empezar el año mirando a María Madre, sobre todo si aprendemos a verla sin capisayos ni abalorios. Se cree que la primera imagen que se tuvo de Dios fue la de Madre. María suple las carencias que conllevaba la idea de un Dios exclusivamente Padre. La maternidad de María es un dogma, definido en Éfeso en el 431. Es interesante constatar que ese dogma tuvo que ser aclarado y en cierto modo limitado, veinte años después por el concilio de Calcedonia (451) afirmando que María era madre de Dios «en cuanto a su humanidad». Seguimos interpretando mal lo que el dogma quiso decir.

El dogma se definió para confirmar que el fruto del parto de María fue una única persona, contra la tesis nestoriana que afirmaba dos personas en Jesús. Fue una definición cristología, no mariológica. María no era aún motivo de la reflexión teológica. No debemos olvidar que este concilio lo promovió Nestóreo para condenar a Cirilo, que proclamaba una sola persona en Cristo y por lo tanto que María era, con pleno sentido, madre de Jesús. A punto estuvo de condenarse como herejía el dogma definido.

La expresión «Theotokos» (que pare a Dios) se ha entendido mal, porque no se ha tenido en cuenta el sentido de la palabra en aquel contexto. Es ejemplo de cómo, conservando la palabra, estamos diciendo algo completamente distinto de lo que se quiso definir. En aquella época se creía que la nueva criatura procedía solo del padre. La madre no tenía otra misión que la de ser recipiente donde se desarrollaba la semilla. No se tenía ningún inconveniente en aceptar que alguien pudiera ser hijo de un dios naciendo de una mujer.

En la concepción de Jesús, no podemos mezclar lo biológico y lo divino. Se trata de dos planos de naturaleza distinta que no tienen posibilidad de interferir uno en otro. En el orden espiritual, lo biológico no tiene ninguna importancia. Hay que defender con rotundidad que lo que Jesús fue y significó solo podía ser obra del Espíritu. Eso nadie lo pone en duda. En los relatos del nacimiento y bautismo se ve con claridad: “Concebido por el Espíritu Santo”; “Nacido del Espíritu Santo”; “Ungido por el Espíritu Santo”; “Movido por el Espíritu Santo”; “El Espíritu es el que da vida, la carne no vale nada”.

Lo que estamos celebrando es que María hace presente a Dios (Emmanuel). S. Agustín dice que María fue madre de Dios, no por su relación biológica, sino por haber aceptado el proyecto de Dios. En eso, María puede seguir siendo modelo porque todos tenemos a Dios en el centro de nuestro ser y todos tenemos que dar a luz a Dios (Eckhart). Los primeros padres llamaban a la Iglesia partera, porque su misión era ayudar a los seres humanos a alumbrar a Dios. Dios sigue dándose a todos y cada uno de los hombres. Experimentar ese don es la tarea más importante que puede llevar a cabo un ser humano.

El cuarto tema es el tiempo (Año Nuevo). El comienzo del año nos tiene que hacer pensar en el tiempo y en la eternidad. Como seres construidos de materia, formamos parte del tiempo, del devenir, de la evolución. Pero a la vez, la eternidad, de alguna manera, nos está atravesando. Si camináramos por el tiempo con los ojos bien abiertos, descubriríamos horizontes de eternidad en la misma temporalidad. El concepto de eternidad que manejamos, como algo que está más allá del tiempo, nos está jugando una mala pasada. Alcanzaremos la eternidad sumergiéndonos en la temporalidad hasta el fondo.

En el NT se manejan dos conceptos muy distintos de tiempo. Uno es “Chronos” el tiempo astronómico (la medida del movimiento), que nos permite conectar con la realidad material y sentirnos inmersos en la contingencia. El otro concepto es el “Kairos”, que sería el tiempo psicológico o espiritual. Este nos permite ir más allá de lo temporal y experimentar en cualquier momento lo trascendente, lo divino, la eternidad. Para nuestra mente cartesiana es imposible hacernos a esta idea, pero es la base de la espiritualidad.

Fray Marcos

Comentario – Santa María, Madre de Dios

Lc 2, 16-21

Cuando llegaron a Belén, los pastores…

Son ellos los primeros en llegar, los primeros en descubrir. Son pastores, gentes sencillas y de vida sencilla. Están dispuestos. A la primera invitación de los ángeles se han puesto en camino. ¿Qué es lo que me detiene a responder más y mejor a las llamadas de Dios?

Descubrieron a María y a José con el recién nacido…

Esto es lo que descubren: una familia. Me imagino la escena. Una mujer muy joven, su marido y un niño. ¡Dios está allí! ‘Dios quiere revelarse en esta imagen de una madre que ama a su hijo. Es así como Dios ama.

Evoco el amor maternal.

… del cual soy objeto por parte de mi madre.

… que siento en mí para con mis hijos.

… que puedo contemplar a mi alrededor en las jóvenes, o en las viejas madres.

El amor maternal: una de las mejores imágenes de Dios.

El recién nacido…

Una vida que empieza, es apasionante. Ver nacer la vida. Cada vez que nace algo o alguien, es maravilloso: hay en ello un misterio, una posibilidad nueva, jamás vista aún y que aparece. ¿Qué será este niño? En este pequeñín que María ha traído al mundo, un «mundo nuevo» empieza, una renovación total del universo entero, un cambio radical de la humanidad. Pienso en todo lo que ha comenzado, en todo lo que se ha desarrollado después, a partir de este recién nacido.

Recostado en un pesebre…

Ningún palacio, ninguna riqueza. El colmo de la pobreza, de la desnudez. Ninguna apariencia gloriosa. Dios está escondido. Yo te adoro, Señor, recostado en la paja. ¡Cuán desconcertante eres, Señor!

Y viéndole, contaron lo que se les había dicho acerca del Niño… y cuantos les oían se maravillaban de lo que les decían los pastores…

¿Qué es lo que se les había anunciado? «No temáis… os anuncio una gran alegría, que es para todo el pueblo: os ha nacido hoy un Salvador, que es el Cristo Señor… Gloria a Dios y paz a los hombres que ama el Señor». ¡He aquí «lo anunciado»! ¿Qué es lo que contaban los pastores? «¡Hemos visto a un niño recostado en un pesebre!» Y todo el mundo se maravillaba: ciertamente, ¡había de qué maravillarse! Dios es desconcertante. ¿Acepto yo dejarme conducir a donde Dios quiere? o bien, ¿tengo ya mis ideas sobre Dios?

¿Consiento en dejarme desconcertar, asombrar por Dios? ¿A dónde quieres conducirme, Señor, con todo esto? A la cruz. Por la cruz, este Salvador nos salvará. En Pascua. La gran «alegría», la «gloria a Dios», será la de la Pascua.

María guardaba todo esto y lo meditaba en su corazón.

María lo recuerda. Guarda sus recuerdos para el día que serán esclarecidos: todo esto quedará desvelado el Viernes Santo y el domingo de Pascua.

Cuando se hubieron cumplido los ocho días para circuncidar al Niño, le dieron el nombre de Jesús.

«Jesús» significa «Dios salva». El nombre de este Niño es: «¡Dios salva!»

Noel Quesson
Evangelios 1

Fiesta de Santa María, Madre de Dios. Tres actitudes para el nuevo año

El libro bíblico de los Números no lo escribió san Francisco de Asís (Nm 6,22-27)

Muchas personas piensan que esta bendición es de san Francisco de Asís. La escribió muchos siglos antes un autor bíblico para que la pronunciaran los sacerdotes sobre los israelitas. Es tan breve, clara y profunda que cualquier comentario sólo sirve para estropearla.

Tres actitudes para el nuevo año (Lucas 2,16-21)

El texto relaciona dos acontecimientos muy distintos, separados por ocho días de distancia. El primero, la visita de los pastores, es lo mismo que leímos el 25 de diciembre en la segunda misa, la del alba. En la escena se distinguen diversos personajes: empieza y termina con los pastores, que corren a Belén y vuelven alabando y dando gloria a Dios; está también presente un grupo anónimo, que podría entenderse como referencia a la demás gente de la posada, pero que probablemente nos representa a todos los cristianos, que se admiran de lo que cuentan los pastores. Finalmente, el personaje más importante, María, que conserva lo escuchado y medita sobre ello.

Estas tres actitudes se complementan: la admiración lleva a la meditación y termina en la alabanza de Dios. Tres actitudes muy recomendables para el próximo año.

La segunda escena tiene lugar ocho días más tarde. Algo tan importante y querido para nosotros como el nombre de Jesús lo cuenta Lucas en poquísimas palabras. Su sobriedad nos invita a reflexionar y dar gracias por todo lo que ha supuesto Jesús en nuestra vida.

En vez de propósitos y buenos deseos, una buena compañía

El comienzo de año es un momento ideal para hacer promesas que casi nunca se cumplen. También se formulan deseos de felicidad, generalmente centrados en la clásica fórmula: salud, dinero y amor.

La liturgia nos traslada a un mundo muy distinto. Abre el año ofreciéndonos la compañía de Dios Padre, que nos bendice y protege, de Jesús, que nos salva, de María, que medita en todo lo ocurrido.

José Luis Sicre

La paz junto a María, Madre de todos

1. – La misa del primer día del Año Nuevo está dedicada a Santa María, Madre de Dios. También la fecha es Jornada de la Oración por la Paz. San Pablo alude a la venida del Hijo de Dios, nacido de mujer. María en el relato de San Lucas recibe el testimonio de alegría de los pastores según el mensaje de los ángeles y los medita en su corazón. A lo largo de toda su vida la Madre de Jesús repetirá esa observancia silenciosa de la realidad del Hijo de Dios. Es difícil -por no decir imposible- separar de la Redención, del paso del Cristo por la tierra, la figura y los sentimientos de María.

2. – Tiene un especial significado dedicar la primera celebración litúrgica del año a María. Tal vez ella nos mirará con indulgencia a esa gran mayoría de personas que, sin duda, llegaremos al templo sin haber dormido mucho y tras celebrar alegre y ruidosamente la llegada del nuevo año. No será María quien esté en contra de cualquier manifestación de sana y gran alegría. Aunque cada uno es libre para organizar su vida como quiera –diríamos como cristianos que lo único, no permisible, es el pecado– parece más que pertinente dedicar tiempo a las celebraciones de estas fiestas. El nacimiento de Jesús nos llenaba de una alegría profunda, porque Jesús se había hecho presente en nuestras vidas. Y ahora queremos reiterarla al referirnos a las celebraciones del Año Nuevo. El viejo dicho teresiano de que «un santo triste es un triste santo», podría aplicarse a nosotros -rebajando, claro, la condición de santos, que no lo somos- y decir así que un cristiano triste es triste cristiano. No es el cristianismo una religión de tristes y atormentados. Es bueno aprovechar las ocasiones adecuadas para desbordar nuestra alegría en compañía de familiares y amigos.

3. – La otra parte de la celebración está dedicada a la paz. Y hace falta. Además el terrible impacto entre nosotros de los salvajes atentados terroristas del 11 de Madrid de 2004 en Madrid, no termina de llegar la paz en Iraq, ni tampoco a la tierra que vio nacer a Jesús. En fin que, un largo conflicto entre israelíes y palestinos permanece ahí pero con insuficientes perspectivas. Parecía que se iba a conseguir la paz, pero inesperadamente la violencia llegó una vez a la tierra que viera nacer a Jesús. En España, las amenazas del terrorismo islámico y la violencia sin freno de la banda independentista vasca ETA sume al país en la zozobra permanente. No es lícito matar, en ningún caso, ni para conseguir fines políticos, ni para nada… Pierden cualquier tipo de razón quienes matan. Anhelamos, hoy más que nunca, la paz en España y en todo el mundo.

3. – El cristiano solo puede ser pacífico. Debe construir la paz. Ese mensaje está en las bienaventuranzas. Y es importante que este primer día del año 2005, dedicado a la Santísima Virgen, le pedimos a ella por la paz. Por una paz completa y total que recuerde a las profecías de Isaías. Eso no debe ser una utopía. Y sí una realidad posible. Recemos, hoy día 1, por la paz de todos. En el mundo, en las naciones, en las ciudades, en los barrios, en las familias. Los ángeles de la Nochebuena nos lo dijeron claramente: «… y paz a los hombres que ama el Señor»

Ángel Gómez Escorial

Una gran puerta para un nuevo año: María

1.- Iniciando este nuevo año 2022 se proyecta en nuestra memoria, como si de una película se tratara, lo que han podido ser (en positivo o negativo) los meses de este año que se apaga y los deseos que quisiéramos ver cumplidos para este otro que ahora mismo está clareando.

Santa María, Madre de Dios, es un buen pórtico por el que podemos entrar viendo con más nitidez y seguridad los caminos que hemos de elegir a la hora de hacernos con esos buenos propósitos conquistándolos con el apoyo y la fuerza de Dios. Ofrendar este 1 de enero, a Santa María Madre de Dios (además de ser la fiesta mariana más antigua de Occidente) es pedir su protección junto con su presencia allá donde los cristianos estemos presentes en nuestras luchas y proyectos, éxitos, fracasos, cruces, alegrías y sufrimientos. ¿Acaso tendremos miedo a caminar si delante va María?

Santa María, Madre de Dios, nos invita en estos aledaños del nuevo año, y en la agonía del viejo, a dejar aquello que nos ha producido insatisfacción y ansiedad, agobio y desesperanza, tristeza o mediocridad, incredulidad o tibieza, frialdad o apatía, imperfección y distanciamiento del mundo de la fe o de los hermanos. Santa María, Madre de Dios, es una oportunidad que Dios nos brinda para ver (también en nuestra existencia) su huella, su poder y su grandeza.

Santa María, Madre de Dios, como saludo mariano del nuevo año, abre delante de nosotros un horizonte intenso con 365 días que pueden ser más llevaderos y soportables si lo hacemos cogidos de la mano de Dios, atentos a la vida, arropados con las Palabras de Jesús y, ¡cómo no! alentados por esa gran figura que dejó embargar toda su existencia por la obediencia y el amor a Dios: MARIA.

2.- Santa María, Madre de Dios, en esta jornada mundial de la paz nos sensibiliza y nos recuerda que, el mundo, donde vivimos no es precisamente una balsa de aceite ni mucho menos. Que no todos sus hijos vivimos en las mismas condiciones de bienestar o de seguridad. Sólo desde la justicia, el diálogo y el compromiso entre las naciones; desde una educación para la paz y por la paz conseguiremos ese ideal que cada día parece alejarse más y más de nosotros.

3.- Para ello os dejo la siguiente oración:

Quiero dejar, Señor, con la ayuda de Santa María, en el año 2021 que ahora acaba. La envidia que me hace soñar aquello que no me corresponde e infravalorar los golpes de suerte del que camina junto a mí. La violencia que me convierte en verdugo de innumerables prójimos. La indiferencia ante el que vive horas amargas y encuentra como respuesta el vacío de mis obras y palabras. La pereza en el afán de superación. Las manos que se cierran ante rostros que sufren. El corazón altanero y ambicioso, hipócrita y egoísta. El pensamiento por lo puramente efímero. La debilidad que me hace vulgar y uniforme en medio del mundo. La mentira que oculta la veracidad de las cosas. La tristeza por los proyectos truncados. La desesperanza que trae mis limitaciones y carácter. La tibieza en mis actitudes. El disfraz que disimula mi franqueza

4.- Y quiero alcanzar, Señor, con la ayuda de Santa Maria, en el año 2022 que ahora comienza:

Un poco de tu paz para que sean días de sosiego. La conformidad para que no sufra con aquello que carezco. La fraternidad para ver al otro como un amigo y nunca como un adversario. La fe para liberarme de los innumerables grilletes con los que aprietan las dudas. La audacia para resolver los problemas que me asalten. La profundidad para meditar y disfrutar con los misterios de Dios. La fortaleza para ser yo mismo y no dejarme arrastrar por lo fácil. La originalidad para sentirme siempre vivo y nunca muerto. La verdad para no ser esclavo de mis falsedades. La alegría para ser portador de optimismo en el mundo que me rodea. La esperanza para trabajar por un nuevo hombre y por un justo orden. La coherencia para que no exista distancia entre “el digo y el hago. La nitidez para no ser malinterpretado en la percepción de las cosas y de los hechos. El amor para saber que es una puerta por la que se sirve en la tierra y se entra en el cielo. El perdón para comprender que es peso que quito de mis hombros

5.- Que el Año Nuevo sea una oportunidad para revisar lo que no merece la pena ser repetido y aquello que se puede conservar (como María lo hacía en su corazón) para dar con la felicidad espiritual y material. Qué grande es comenzar este nuevo año mirando al cielo y diciéndole a Dios que, rezando a Santa María su Madre, estamos seguros que no nos va a negar aquello que sea bueno para nuestra vida: «Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Javier Leoz

María, mujer contemplativa

1.-. «Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer» Gálatas 4,4. Madre de Dios, el fundamento de toda su grandeza. Madre que concibe y Madre que da a luz. Concebir y dar a luz. A Dios. Dios ha querido nacer de una mujer. Esa mujer tiene una relación no sólo biológica, sino metafísica y espiritual con Dios. Espiritual, porque según San Agustín, le ha concebido antes en la mente que en su seno. Y por eso es también nuestra Madre, la Madre de todos los hermanos de su Hijo. El Hijo de Dios ha querido asumir el proceso biológico humano como todos los hombres, nacer llorando, pasar largos ratos durmiendo, someterse a todas las necesidades fisiológicas, depender de su madre, como todos nosotros. Despertó al Niño Jesús el parloteo de los pastores. Unos le cogieron en brazos, otros le acariciaron, y El correspondía con una sonrisa. Ha querido ser acunado y recibir bellos y encendidos piropos, ser cubierto de besos mientras es alimentado a los pechos de su amorosa madre y ser mecido por ella, cariñosa y asombrada. ¿Cómo se va a acostumbrar a tener en sus brazos a Dios, a su hijo –Dios? ¿No nos ha pasado algo parecido a los que hemos visto nacer por primera vez en nuestras manos y por nuestras palabras personales y ministeriales de la consagración eucarística al Hijo de Dios?

2. San José también lo toma en sus brazos con naturalidad y con un cariño inmenso, agradeciendo, loco de alegría, la gran vocación y confianza privilegiada que ha recibido del Padre. José está fascinado con su pequeño, a la vez que también descolocado y como un intruso en la familia.

3. Pero no están siempre en adoración del Niño. Hay que hacer cosas, limpiar el establo, encender el fuego, preparar comida, lavar los pañales del Niño, atender con cariño a los pastores y a los vecinos que fueron llegando también poco a poco.

4. Y después, cuando todos se fueron, y se quedaron solos, María pensaba. María es una mujer contemplativa, como se deduce de las palabras del Evangelio: «María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» Lucas 2,16. Había escuchado a los pastores y ahora medita en su corazón. María sabe leer los signos de los tiempos y los signos de Dios. Cuando decimos que María meditaba estas cosas, no queremos decir que María daba vueltas en su mente a las imágenes de los pastores: si jóvenes, si viejos, si rudos, si muchos, si pocos, si altos, si bajos, si de pelo negro, o de ojos grandes, o pequeños, si habladores o graciosos, sino que se pierde en Dios.

5. María cumple la misión del hombre recordada por el Concilio: «Dios ha llamado y llama al hombre a adherirse a El con la total plenitud de su ser en la perpetua comunión de la incorruptible vida divina» (GS 18). La contemplación acerca intuitivamente a la divinidad, es integradora, afectiva, unificante. Cuando María contempla, admira, se asombra, alaba, se enternece, glorifica, agradece, se ofrece, se entrega. Sale de sí misma. Esto es el éxtasis que se abisma en la «profundidad de la riqueza, de la sabiduría y ciencia de Dios y comprende cuán insondables son sus pensamientos, y cuán indescifrables sus caminos» (Rm 11,33). Y se convierte en una mujer madura y grande, inalterable y equilibrada, viviendo en la atmósfera de paz que el mismo Dios le contagia. “Tiene en Dios clavada la mirada y el corazón” en frase de Pablo VI.

6. Sólo María calla. Dios habló a Abraham y a Moisés y envió a los Profetas para que hablaran a nuestros padres. Ahora, en esta etapa final nos ha hablado por su Hijo (Hb 1,1). Cuando nace el Hijo de Dios, hablan los ángeles, hablan los pastores y hablan los reyes venidos de Oriente. Hablarán Simeón y Ana en el templo. Sólo María calla, absorta en el misterio. Sólo la Madre guarda silencio. Sartre, el filósofo existencialista y ateo, después de haber leído el Diario de un cura rural, de Bernanos, en el que define que un pueblo de cristianos es un pueblo de esperanza, contra su fatal afirmación y triste que el mundo morirá de desesperanza, escribió prisionero de los alemanes para distraer a sus compañeros de campo en la Navidad de 1940, una pieza teatral titulada Bariona el hijo del trueno. De esta obra son las siguientes palabras:

“Como hoy es Navidad, tenéis derecho de exigir que os muestre el Portal de Belén. Aquí está. Aquí tenéis a la Virgen, y aquí a José, y aquí al Niño Jesús. El artista ha puesto todo su amor en este dibujo. Fijaos, los personajes tienen una vestimenta hermosa, pero están rígidos: se diría que son marionetas. Ciertamente no lo eran. Si fueseis como yo, que tengo los ojos cerrados…, pero escuchad: no tenéis más que cerrar los ojos para oírme y os diré cómo los veo dentro de mí: la Virgen está pálida y mira al Niño. Lo que habría que pintar en su cara es un ansioso estupor que solamente una vez ha aparecido en un rostro humano; porque el Cristo es su bebé, carne de su carne y fruto de sus entrañas. Durante nueve meses lo ha llevado en su seno, y ella le dará el pecho y su leche se convertirá en la sangre de Dios. Le estrecha entre sus brazos y le dice: ¡Mi pequeño! Pero, en otros momentos se queda sin habla y piensa, Dios está ahí. Y la atenaza un temor reverencial ante este Dios mudo, ante este niño que impone respeto. Hay también otros momentos, rápidos y difíciles, en los que siente que el Cristo es su hijo, su pequeño, y es Dios. Lo mira y piensa: Este Dios es hijo mío, esta carne divina es mi carne. Está hecha de mí. Tiene mis ojos, y la forma de su boca es la mía. Es Dios y se parece a mí. Y ninguna mujer, jamás, ha disfrutado así de su Dios, para ella sola. Un Dios muy pequeñito al que se puede estrechar entre los brazos y cubrir de besos. Un Dios calentito que sonríe y que respira, un Dios al que se puede tocar; y que vive. Esto es todo sobre Jesús y sobre la Virgen María. ¿Y José? A José, yo no lo pintaría. Sólo pondría una sombra en el portal y dos ojos brillantes, porque no sé qué decir de José, y porque José no sabe qué decir de sí mismo. Adora, y es feliz adorando, y se siente un poco como en el exilio. Me parece que sufre sin confesarlo, porque ve cuánto se parece a Dios la mujer a la que ama, y qué cerca está ya de Dios. Porque Dios ha estallado como una bomba en la intimidad de esta familia. José y María están separados para siempre por este incendio de luz. Y me imagino que toda la vida de José no será suficiente para aprender y aceptar”. Imponente.

7. José, imponiéndole al Niño el Nombre, al ser circuncidado, ejerció el derecho y el deber del padre. Así se lo había mandado el ángel: «Al cumplirse los ocho días, cuando tocaba circuncidar al Niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción» Lucas 2,21.

8. Ha comenzado el tiempo de la gracia que ha hecho posible el corazón de una mujer que ha conjugado las urgencias de su pueblo con las expectativas de la humanidad. Así ha nacido una gran esperanza que no se extingue con el fin de nuestra existencia sino que se renueva y florece para cada generación que intenta convertir nuestra historia de violencia y muerte en una historia de redención, que nace en la experiencia de cada día vivida con paciencia y con amor. Con esta alegría se alegraron los pastores ante el niño nacido en un pesebre. Su grito de júbilo causó admiración entre todos los que oyeron el anuncio de los pastores: Dios no se ha olvidado de nosotros y nos ha enviado un salvador. El Dios de la esperanza cumple sus promesas y renueva la posibilidad de transformar el mundo. Entre quienes los oían había muchos desesperados que habían acudido a su pueblo natal para asistir al empadronamiento forzoso impuesto por el Emperador. El censo no sólo pretendía llevar la estadística del número de habitantes, sino controlar la población en edad militar y cobrar los impuestos. En este ambiente enrarecido por la carga que imponían los invasores, se alza la voz de los ángeles a los pastores proclamando que Dios ha nacido para comunicarle una gran esperanza.

9. Junto a sus manifestaciones de júbilo está la alegría serena de la Madre del Señor. Mientras ellos celebraban con alborozo el nacimiento de un niño, ella meditaba el significado de todo lo que estaba ocurriendo en la manifestación de su hijo a los hombres. Esta misma actitud, mezcla de mirada comprensiva y de serena meditación, será una de las constantes con la que el evangelista nos presenta a María en todo el evangelio hasta Hechos de los Apóstoles, donde María encabeza en el Cenáculo a los discípulos de Jesús que inauguran, con la irrupción del Espíritu Santo, la nueva era de la humanidad.

10. Aprendamos esta lección del evangelio para combinar el gozo de los pastores y la actitud meditativa de María. La fiesta del nuevo año es una buena oportunidad para celebrar con júbilo la esperanza, pero también para evaluar la experiencia del año anterior. De modo que la felicidad de un día no provenga sólo del alboroto de las fiestas de fin de año, sino de una sabia disposición ante el año que viene. Cada día se nos abre un ramillete de posibilidades en el que podemos escoger los caminos hacia una más plena realización humana de nuestro servicio. La fiesta nos debe ayudar a cultivar una actitud sobria ante las novedades que cada época de la vida nos va presentando.

11. Madre del Redentor, Virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y quiere levantarse. Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros pecadores.

Jesús Martí Ballester

María: mujer siempre nueva y siempre joven

1.- Este primer día del año quiere la Iglesia que dirijamos nuestra mirada a María, la Madre de Dios. Ella es la mujer siempre nueva y siempre joven, la de los ojos misericordiosos y pacíficos, la servidora total al proyecto de Dios. Ella es, sobre todo, la Madre de Dios.

Todo lo que nosotros sabemos de María lo sabemos porque ella es la Madre de Dios-hecho-hombre. Si María no hubiera sido la madre de Jesucristo, nosotros no sabríamos nada acerca de María. La Sagrada Escritura no escribe una sola palabra para hablarnos de María o de José, sino para hablarnos de Cristo. Para hablarnos de Jesús nos habla de María o de José; para hablarnos de Jesús nos habla de Pedro, de Santiago, de Natanael o de Judas.

Toda la veneración y respeto que nosotros sentimos hacia María procede, en nuestra fe, de que María es la madre de Jesucristo que, para nosotros, es Dios-hecho-carne. Todo lo que María sea en nuestra fe lo es por referencia a Cristo Jesús, esencia, base, flor, fruto y centro de nuestra fe cristiana. En la medida en que algo de nuestra fe pierda su relación con Jesucristo pierde importancia en nuestra fe cristiana.

2.- La primera lectura de esta celebración, tomada del libro de los Números, nos proclama que en el seno de María, y siendo carne de su carne durante nueve meses, se nos dio todo eso: bendición, protección, favor y paz. No se revela a María, sino a Cristo. Preguntémonos: ¿Qué significa, de verdad, Cristo en la vida de cada uno de nosotros?, ¿significa bendición de Dios, protección, favor y paz de Dios en mi corazón?

Si Cristo no significa nada, malamente puede hacerlo su madre; diga lo que diga mi piedad bienintencionada, pero mal o poco fundamentada.

La segunda lectura, tomada de la carta de san Pablo a los gálatas, es el más prudente de los textos bíblicos acerca de María. María es la mujer en la cual, y por medio de la cual, Dios se hizo carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre. Ella es eso; ¿nos parece poco? En Jesucristo hemos sido hechos hijos de Dios y hemos sido liberados de la Ley de Moisés. ¿Nos sentimos hijos de Dios? ¿Nos sentimos libres o más que nunca sometidos a la Ley?

En la tercera lectura, del evangelio según Lucas, se nos dice que María es aquella en cuyo seno Dios se hizo hombre, carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre. Dios, como decían los primeros Santos Padres de la Iglesia, se hizo hombre para hacer al hombre Dios. Es tomando la carne de María en donde y como Dios se hizo visible, se hizo redención. Eso significa el nombre que le ponen a Jesús: Dios salva, Dios redime, Dios libera. Preguntémonos: ¿De qué me libera Cristo a mí? ¿De qué necesito ser redimido o liberado?

Cuando el Mesías fue anunciado, todo el mundo esperaba un juez, un vengador nacional, un rey especial, un profeta brillante y, algunos, hasta un verdugo; y lo que nos nació fue un salvador. ¿No nos pasa lo mismo a nosotros con lo que llamamos la segunda venida?

El relato evangélico y la segunda lectura de este día primero del año quieren remacharnos la realidad de la encarnación: Jesús es semejante en todo a nosotros menos en el pecado. Nosotros somos y podemos ser semejantes a Él en todo menos por nuestro pecado. En la medida en que quitemos de nosotros del todo el pecado somos semejantes en todo a Jesús.

3.- Por otra parte, estamos comenzando un nuevo año, ¿qué propósitos tenemos? ¿En qué vale la pena enmendar nuestra vida? Si queremos que durante este nuevo año nuestra vida sea de verdad cristiana, debemos intentar cada día vivir el amor. Lo que nos hace cristianos es vivir como cristianos. Lo que nos distingue de quien no lo es no es un rito, ni imágenes, ni dar culto a Dios en un lugar determinado; lo que nos distingue es si nuestra vida es una vida, como la de Jesús, inspirada en el amor que sirve hasta dar la vida.

Dios es amor y nuestra vida es una vida cristiana en la medida en que el amor inspira nuestras acciones y permanece al fondo de nuestro corazón como base y cumbre de nuestra vida diaria. Decimos que Dios es amor, pero hablamos de Dios como si no fuera amor, y hablamos del amor como si no fuera Dios. Cada año me digo: Hoy comienzo. El Señor nos concede la blanca agenda de un nuevo año para construir la historia sembrando amor.

Antonio Díaz Tortajada

Comentario al evangelio – Santa María, Madre de Dios

A los ocho días de la Navidad, celebramos a Santa María, Madre de Dios. El Hijo y la Madre. El Niño y la Mujer. La Presencia y la Esperanza.

En el relato de Lucas, los pastores se acercan al portal y descubren “a María, a José y al niño”. Cuando nos acercamos a Dios, siempre nos encontramos a la vez con sus testigos, y eso nos hace a la vez testigos: “todos los que oían se admiraban de lo que decían los pastores”. María es la mujer testigo de la fuerza de Dios en la debilidad y de la respuesta humana en generosidad. Encontrarnos con ella también nos hace testigos valientes, desde nuestra debilidad, en medio de nuestro mundo.

En el Evangelio de hoy se nos dice algo más: “María guardaba todo esto en su corazón”. El Corazón de María es el cofre donde se conserva todo lo valioso, como regalo de la vida para desplegar la existencia en gratuidad y en generosidad. Así fue la vida de María: recibiendo lo que Dios le fue dando, acogiendo lo que le fue pidiendo y desplegándose de dentro a fuera, desde el corazón al mundo.

El año nuevo es abierto por María como un signo de lo que fue su vida y de lo que puede ser la nuestra: apertura, confianza, entrega. ¡Feliz año nuevo! ¡Feliz día de María!

En el comienzo de este nuevo año,
junto a María, madre de Dios y madre de la Iglesia,
te ofrezco lo que soy para que, como en ella,
mi vida sirva a esta historia de amor con la humanidad
que tienes pensada desde siempre y para siempre.
Que así sea.

Ciudad Redonda