Neh 8, 1-10 – 1ª lectura Domingo III Tiempo Ordinario

La identidad de un pueblo en la Ley

La primera lectura está tomada del libro de Nehemías (8,1ss) y se quiere poner de manifiesto que cinco siglos antes el escriba Esdras había inaugurado la praxis de leer la Palabra de Dios, en esta caso la Torah (el Pentateuco), que es lo que le dio identidad a este pueblo después del destierro de Babilonia. Este es un dato incontrovertible, el pueblo de Israel tiene su identidad en la fidelidad a la Torah y de ahí nacerá el judaísmo como religión que llegará a nuestros días. Es solamente después del destierro de Babilonia cuando se puede hablar de la Torah como elemento determinante. Ni siquiera en tiempos de Josías, con su reforma y el descubrimiento del libro del Deuteronomio en el templo podíamos hablar de que ya existiera.

Es esto lo que ha creado el tópico de la “religión del libro” en el judaísmo que tiene su parte de verdad, aunque requiere sus matices. En el fondo, la descripción de la lectura de hoy es propia de una época que quiere exaltar un momento determinado. De hecho, si los sacrificios y holocaustos fueron muy importantes en la religión de Israel, la lectura y meditación de la Ley va a convertirse en el primer elemento de identidad de un buen judío. Esto sigue siendo hoy determinante. Y debemos decir que es una aportación religioso-cultural del judaísmo que tiene un gran valor. Es la espiritualización de una religión, donde ya no se ven de igual manera los sacrificios de animales, aunque se seguirá practicando hasta la destrucción de templo de Jerusalén por los romanos en el a. 70 de la C. E. Pero la identidad del nuevo pueblo no radica en la Ley, sino en el evangelio de Jesucristo, que es más liberador y más humano. Los cristianos leeremos el evangelio como identidad, no la Torah, porque entre una cosa y otra existe una diferencia profética.

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